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El Índice de Precios al Consumidor es un indicador estadístico que tiene como finalidad medir el
comportamiento de los precios de una canasta de bienes y servicios consumidos por los hogares.
Los precios de los componentes de esta canasta de bienes y servicios son ponderados con base
a la estructura de consumo de los hogares. Cuando las variaciones de este índice son positivas,
generalizadas y permanentes las economías encaran un proceso inflacionario. En caso de caídas
permanentes y generalizadas de precios, se enfrenta un proceso deflacionario.
El Banco Central de Reserva del Perú es el encargado de velar por la estabilidad monetaria,
entendiendo esta como una inflación anual de 2%, con un margen de error de +/-1%, es decir,
entre 1% y 3% anual. El marco general se denomina ‘Esquema de Metas Explícitas de Inflación’
(del inglés, Inflation Targeting), que es seguido por 26 países en el mundo y fue adoptado por
primera vez en 1989, en Nueva Zelanda.
El PBI está vinculado a la producción dentro de un determinado territorio, más allá del origen
de las empresas. Billy Escudero, supervisor de consultoría del Grupo Siglo, explica que un mayor
crecimiento del PBI, se ve reflejado en mayor consumo y en mayor capacidad de adquisición de
las personas.
Como señala Maza Zavala. (2000): “El crecimiento es un fenómeno de expansión, reflejado en
los valores ascendentes de variables económicas y sociales convencionales, tales como el
producto interno bruto (global y por habitante), el ingreso nacional, la inversión, el consumo, el
comercio exterior, las finanzas públicas, la liquidez monetaria, la población, los servicios, entre
otros.
Según la Organización Internacional del Trabajo, los criterios de clasificación propuestos en este
marco de la fuerza de trabajo para determinar si una persona tiene empleo, está desempleada
o es económicamente inactiva son tres: a) que trabaje o tenga un empleo, b) que desee trabajar
y c) que esté disponible para trabajar. El desempleo abarca, por ejemplo, a las personas que
durante la semana de referencia no trabajaron ni tuvieron un empleo, pero que deseaban
trabajar (lo que demostraron al buscar trabajo activamente) y estaban disponibles para hacerlo.
Análogamente, el subempleo comprende a las personas que, pese a haber trabajado o tenido
un empleo durante la semana de referencia, tenían entonces la voluntad de trabajar “mejor” o
“de forma más adecuada”, y estaban disponibles para hacerlo.