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13 razones del porqué

José Jorge Ramírez Vázquez

Como es bien sabido, la depresión es un padecimiento de gran severidad, ya que, puede

conducir al suicidio a quien la padece. Este mal es más grave en niños y adolescentes,

donde la falta de madurez emocional provoca que se agraven los sentimientos de angustia,

inutilidad, desvalorización, enojo y tristeza.

Respecto a este malestar, el mayor riesgo que se presenta, es que los padres y adultos

alrededor de quien lo sufre, no identifican claramente la condición emocional y mental que

lleva en infante o adolecente: muchas veces, los síntomas manifestados, son relacionados

por los tutores, con los achaques de la adolescencia o a causa del cansancio provocado por

la escuela.

Esto, lo podemos ver claramente en la serie “13 razones del porqué”. En esta serie, se

muestra el carácter degenerativo de ésta enfermedad, pues, se nos proyectan las distintas

situaciones, hechos y experiencias, que van aumentando el conflicto interno que libra la

protagonista Hannah Baker.

Como hemos referido ya, hay diferentes motivos que conflictuaron el ser de Hannah,

asumiéndose a sí misma como un estorbo, desvalorizando su persona, y creyéndose sin el

apoyo de nadie, ya que, los problemas económicos de sus padres hicieron que se distanciara

de ellos, al ser nueva en la escuela no tenía amistades y al ser hostigada con burlas e

insultos, los pocos que le hablaban dejaron de hacerlo.


A pesar de que, aún algunos compañeros le mantenían amistad, pero no lograban entender,

ni ver el apoyo que ella necesitaba; lo mismo sucede con sus padres y el personal de la

escuela.

Las dos últimas razones son las que terminan por empeorar todo, y apresuran a Hannah a

tomar su decisión final. La ultima razón, es la originada ante la entrevista con el consejero

escolar, quien no responde adecuadamente, a la necesidad manifestada por Hannah, con

esto nos referimos que, la forma en que el consejero la interpela, resulta bastante agresivo y

tosco, pues no ayuda a contener la confusión que aqueja a la víctima, sino que la

incrementa al igual que el malestar, dado que, en un primer momento, el consejero la hace

sentir culpable, o que no sabe lo que dice, y finalmente no le da la importancia merecida.

Lo que requería en ese momento Hannah era que le ayudaran a canalizar paulatinamente su

malestar y malas experiencias, a través de la atención especializada, proveyéndole las

herramientas necesarias para conocer y lidiar con sus emociones, y mejorar su entorno, sin

crearse tantos prejuicios imaginarios, impuestos por la presión de una sociedad hostil.

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