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CNCom., sala E, 10/10/93, Inta S.A. c.

MCS Officina Meccanica


S.P.A. s. ordinario.

Jurisdicción internacional. Compraventa internacional de


mercaderías. Vendedor Italia. Incoterms. Cláusula FOB Italport.
Pacto de jurisdicción italiana. Facturas pro forma. Validez.
Derecho aplicable. Convención con Italia sobre reconocimiento y
ejecución de sentencias en materia civil. CPCCN: 1. Convención
sobre los contratos de compraventa internacional de
mercaderías Viena 1980. No contiene normas de jurisdicción.
Código Civil: 1215, 1216. Lugar de cumplimiento. Prestación más
característica. No debe aplicarse para analizar la jurisdicción.
Incompetencia de los tribunales argentinos.
Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 16/03/07 y en ED 157, 129/137,
con comentario de J. E. Martorell.

Dictamen del Fiscal de Cámara

Excma. Cámara:

1. Vienen estos autos para dictaminar con respecto al recurso articulado contra la
resolución de fs. 520/25, fundado a fs. 528/33. La contestación obra a fs. 536/39.

2. En ese fallo el juez de grado acogió la excepción articulada y se declaró


incompetente para conocer en las presentes actuaciones entendiendo que le cabría
conocer en el presente litigio al juez que corresponda de la localidad italiana de
Bérgamo. Hizo mérito para ello de las reglas que surgen del juego de los arts. 1215
y 1216 C. Civ., pues estimó que habiéndose pactado una cláusula 'FOB-Ital port', el
vendedor cumplió con su obligación de entregar la cosa vendida cuando ésta
sobrepasó la borda del buque en el puerto de embarque convenido, con lo cual la
prestación característica del contrato se habría realizado en Italia. Puntualiza que
también allí se ubica el domicilio del deudor y refiere la cláusula de prórroga de
jurisdicción en favor de los jueces italianos de Bérgamo contenida en las facturas
pro forma adjuntas, sobre las que no se habría efectuado reserva. Analiza las
condiciones de procedencia de dicho pacto desde diversos ángulos y como
consecuencia del análisis efectuado concluye en su incompetencia.

3. El recurrente sostiene errónea la aplicación de las normas de derecho


internacional privado que realizó el a quo.

Niega que la competencia de los jueces del lugar de cumplimiento, se desprenda


únicamente de la prestación más característica, pues cualquier lugar de
cumplimiento convenido en el contrato cumpliría tal condición a los fines
jurisdiccionales y, en el caso, el armado, montaje y puesta en servicio de la
maquinaria vendida debía cumplirse en el país.

Expresa además, que la cláusula FOB no es la prestación mas característica en el


sub lite, pues ella no puede desplazar ni empequeñecer la verdadera entrega en
fábrica. Interpreta que sólo entonces se desobligaría la adquirente. Manifiesta que
la cláusula FOB sólo circunscribe sus alcances a la asunción de riesgos y costos
del contrato.

Finalmente, sostiene inexistente el acuerdo de voluntades sobre prórroga de


jurisdicción pues, en la causa se hallaría impresa, no firmado y estampado
unilateralmente, y de rondón por la vendedora. Sostiene que la decisión de prorrogar
jurisdicción debe manifestarse explícitamente y de manera inequívoca. Recuerda la
Convención de Viena sobre compraventa, aplicable al caso, que dispone que el
silencio o la inacción, por sí solos, no constituirán aceptación (art. 18 Conv. cit.).;
sostiene que la renuncia al foro debe ser manifestada de manera expresa, máxime
cuando la ley así lo exige (arts. 1° y 2° CPCCN; 873, 874, C.Civ) Cita en ese sentido
el art. 1341 del Código Civil Italiano y expresa que ello obsta a tener configurado el
supuesto del art. 22-2 de la Ley 23.720. Apunta que toda vez que resultara causal
de incompetencia la cláusula arbitral inserta en las condiciones generales de venta,
existiría en el caso una poco seria duplicación de pactos de prórroga. La demandada
contesta estos argumentos a fs. 536/89

4. Este caso, como todos, debe ser analizado sin generalizaciones y atendiendo a
sus circunstancias propias. Corresponde pues, desbrozar los diferentes aspectos
que trae la cuestión planteada.

Considero conveniente para ello, comenzar precisando que la Convención de Viena


sobre Compraventa Internacional de Mercaderías de 1980 no resulta directamente
aplicable a la determinación de las cuestiones de jurisdicción internacional que
deberán conducir a dirimir cual resulta ser el tribunal competente para conocer en
el caso. Es claro el art. 4° de esa Convención cuando establece que habrá de
regular 'exclusivamente la formación del contrato de compraventa y los derechos y
obligaciones del vendedor y del comprador dimanantes de ese contrato' y que 'salvo
disposición expresa en contrario' esta no concierne en particular a) a la validez del
contrato ni a la de ninguna de sus estipulaciones, ni tampoco a la de cualquier uso;
b) a los efectos que el contrato pueda producir sobre la propiedad de las
mercaderías vendidas'.

Del ámbito material fijado por la propia convención pues, es claro que no se halla
destinada a reglar de manera inmediata cuestiones de competencia internacional,
sin perjuicio de que de algunas de sus disposiciones pudieren extraerse pautas para
resolver el caso.

En el supuesto de cláusulas de prórroga de jurisdicción incorporadas a un contrato


internacional, puede sostenerse, en principio, que el derecho aplicable al contrato
rige la validez de la prórroga, en cuanto dichas cláusulas sean consideradas parte
integrante del contrato, sin autonomía propia. Parece lógico, en ese caso, sujetar
su validez y todas las cuestiones a ella concernientes, a la lex contractus, como lo
hace buena parte de la doctrina comparada (confr. Boggiano A. 'Derecho
Internacional Privado'' T. I pág. 179/80 y pág. 397). Sin embargo hay veces en que
la determinación misma de la lex contractus puede resultar una cuestión opinable
en derecho y diferenciable del tratamiento procesal de la cuestión. De ahí, que se
haya postulado la aplicación del derecho del país al que pertenece el tribunal elegido
(Batiffol-Lagarde 'Droit International Privé' T II n° 688) o incluso la acumulación del
derecho del tribunal prorrogado y de los tribunales derogados. Coincido sin
embargo, con el criterio que sostiene la insoslayable efectividad de la ley del tribunal
que habrá de conocer en la causa (sea o no, el designado) pues, de él, depende
considerarse competente.

Desde este ángulo parece conveniente reconocer una relativa autonomía del
acuerdo de prórroga respecto del contrato, de manera de no subordinar las
cuestiones de competencia al examen del fondo del thema decidendum (confr.
Boggiano A, ob. cit., págs. 280/81; Batiffol-Lagarde ob. cit. T. II pág. 382).

Observo, en estas líneas de ideas, que cabe en el caso a los tribunales argentinos,
determinar la validez del acuerdo de prórroga, cuestión de índole procesal, si bien
de naturaleza federal (conf. Uzal M. E. 'Algunas reflexiones sobre temas de derecho
procesal internacional', LL 1988-E 1075 y sig.), que por su carácter iuspublicístico
aparece, en principio, salvo tratados o convenciones internacionales, regidos por la
Lex fori. Desde este punto de vista resulta de aplicación, en lo pertinente, la ley
23.720 que contiene la 'Convención sobre reconocimiento y ejecución de sentencias
en materia civil' entre Argentina e Italia en la medida que, reconoce la posibilidad de
un acuerdo de prórroga expreso mediante la determinación de la autoridad
competente, no reglándose otros aspectos. En el derecho procesal internacional de
fuente interna, el art. 1° CPCCN (ref. Ley 22.434) establece la admisibilidad de la
prórroga de jurisdicción en jueces o árbitros extranjeros, restringiéndola a los
asuntos exclusivamente patrimoniales y de índole internacional. Este instituto
reconoce su fundamento en la necesidad de favorecer el comercio multinacional y
los términos de su intercambio.

En el marco descripto, es criterio de esta Fiscalía que, tratándose de materias


disponibles para la libre voluntad de las partes, ha de admitirse la validez del
acuerdo de prórroga cuando se ajusta a los preceptos establecidos por las reglas
generales del consentimiento aplicadas a la naturaleza general de este tipo de
pactos. La sola circunstancia de que la cláusula que lo instrumenta, se halle
incorporada a un contrato 'formulario' o 'tipo' o a 'cláusulas generales de
contratación' o 'predispuestas', 'no basta para desvirtuar la eficacia de la prórroga'.
En estos casos, deberá atenderse con especial cuidado a si se da en el sub lite,
'una irrazonable disparidad de poder negociador que permitiera invalidar el
consentimiento', desvirtuando la existencia de un eficaz acuerdo de voluntades. Al
respecto, coincido con el criterio que aconseja estar a las directivas del art. 929
CCiv. argentino, exigiendo que el error de una parte dependa de un hecho de la otra
(véase el desarrollo de estos criterios en Boggiano A. 'Derecho Internacional
Privado' T. I págs. 241/3), estableciendo que no podrá alegarse error cuando la
ignorancia del verdadero estado de las cosas proviene de una negligencia culpable
(confr. dictamen n° 62.658 'Quilmes Combustibles S.A. c. Vigan S.A. s. ordinario'
seguido por CNCom., sala C, 15-3- 91).

Con esta óptica cabe analizar, en el caso, la validez de la prórroga de jurisdicción


inserta en las facturas pro forma remitidas por la demandada a la actora. Esta
pretende, lo reitero, que, en la medida en que esa cláusula impresa y no firmada,
fue estampada 'unilateralmente por la vendedora' dista de ser la manifestación
explícita de su decisión de someterse a la competencia del juez a que se refiere el
art. 2° CPCNN. Se destaca que el silencio no es asentimiento cuando no existe
obligación de expresarse y que, en el caso, no habría habido aceptación expresa
de esa estipulación por la compradora.

Debe observarse sobre el particular que la inserción de cláusula de prórroga en


instrumentos en principio inidóneos, como sería una factura en tanto no es un
instrumento contractual, ciertamente podría merecer objeciones en la medida en
que cupiese interpretar, por los hechos del caso, la contraparte pues no implicaría
una aceptación tácita en la medida en que la ley no imponga la obligación de
expresar su conformidad.

Sin embargo, debe distinguirse al caso en que la factura conforma un contrato


previamente concluido entre emitente y destinatario, de aquél en que se remite
antes de la conclusión de tal contrato ('pro forma'), o sea cuando sirve de oferta
(confr. Siburu 'Comentario del C. Comercio Argentino' T. IV pág. 48; Garo F. 'Tratado
de las compraventas comerciales y marítimas' T. I pág. 96 n° 64; Enciclopedia
Omeba Factura pág. 783) En tal caso, que estimo que es el de autos, es necesaria
la confirmación del destinatario –expresa o tácita- para la conclusión del contrato.
En la especie, nadie cuestiona que el contrato se ha concluido, y es, justamente,
sobre la base de las diversas facturas (pro forma o no) que me ocupan, que se
debaten las condiciones de las obligaciones asumidas. Esas condiciones, incluso,
habrían sido modificadas por el adquirente en la medida en que no le convenían las
especificaciones de la oferta realizada.

Al haberse aceptado esa documentación, sin mas objeciones que el tamaño de


parte de la pieza vendida, dándose por aceptada la conclusión del contrato deben
entenderse aceptadas, también, las demás condiciones propuestas. En caso
contrario, tal como se habría hecho con las especificaciones de la cosa debió
manifestarse disconformidad. Lo contrario alentaría la posibilidad de alegar
indebidas reservas mentales, máxime, lo reitero, que no se trata en la especie de
una inserción unilateral de la cláusula de prórroga, con posterioridad a la celebración
del contrato, sino de una condición inserta en los instrumentos mismos con los que
se prueba esa celebración.

Debe recordarse que, conforme a la Convención de Viena sobre compraventa


internacional de mercaderías de 1980 (art. 18) 'toda declaración u otro acto del
destinatario que indique asentimiento a una oferta constituirá aceptación' (inc. 1°);
se recepta incluso la aceptación de las ofertas verbales (aunque en principio
deberán ser inmediatas) (inc. 2°) y se establece también que si en virtud de la oferta,
de prácticas que las partes hayan establecido entre ellas o de los usos, el
destinatario puede indicar su asentimiento ejecutando un acto relativo, por ejemplo,
a la expedición de las mercaderías o al pago del precio, sin comunicación al
oferente, la aceptación surte efectos en el momento en que se ejecute ese acto
dentro del plazo establecido (inc. 3).

Observo que, en la especie, el accionante ha firmado la factura para presentarla al


BANADE a los efectos de obtener el crédito destinado a abonar el precio de la
mercadería adquirida y ello puede ser considerado a los efectos de la aceptación
tácita de las condiciones de la oferta, desde el punto de vista contractual.

Es cierto que, en este marco, además, la convención prevé que el silencio o la


inacción por si solos, no constituirán aceptación, mas, en el caso hubo reiterados
actos que conducen a tener por concluido el contrato y, con la óptica referida supra
para valorar las cláusulas predispuestas, opino que debe admitirse la validez de la
prórroga así convenida en tanto no se ha invocado desconocimiento siquiera, y
menos, abuso de posición dominante de una parte sobre la otra.

5. Diferente aparece, sin embargo, el caso de la cláusula arbitral que sólo resulta
inserta en piezas documentales alegadas por la demandada, que no aparecen
suscriptas por la contraparte y que no se ha probado que hubiesen sido objeto de
un intercambio cierto. Faltan absolutamente, en tal caso, los extremos de
consentimiento que estimo necesarios.

6. Pese a la opinión proclive a admitir la validez del pacto de prórroga entre las
partes que he adelantado, estimo conveniente analizar desde la óptica de las reglas
procesales atributivas de jurisdicción que son propias de nuestro derecho de fuente
interna, en virtud de resultar aplicable a la lex fori a ese fin.

Los artículos 1215 y 1216 C. Civ. fijan las reglas en la materia en punto a los
contratos internacionales. Sin embargo, cuando estas normas atribuyen jurisdicción
a los tribunales del 'lugar de cumplimiento', coincido con el criterio que sostiene que
no cabe calificar este contacto con el mismo alcance con que se emplea para
conectar el derecho aplicable al fondo del contrato (arts. 1209-1210-1212 a 1214 C.
Civil). Esto es, ya el lugar de cumplimiento de la prestación más característica del
contrato (Schnitzer), entendiendo por tal, la no dineraria, (tipificante) o bien el 'lugar
del domicilio del deudor de la prestación más característica' (confr. Vischer-
Boggiano, véase art. 1212, C.Civil).

En efecto, en el campo procesal, ya Goldschmidt enseñaba que a los fines de


jurisdicción internacional ha de entenderse que 'lugar de cumplimiento' es 'cualquier
lugar de cumplimiento'. En consecuencia, también el vendedor podría acudir a los
jueces del país en que el comprador está obligado a pagar; es decir, que siempre
ha de admitirse accionar donde debe llevarse a cabo la prestación con mira a la cual
la demanda fue incoada, que puede, por cierto, coincidir con la prestación
característica, o no. Sin embargo, también preciaba que el actor no podría entablar
la demanda en el país en que debió cumplir (y cumplió), sino que debe demandar o
en el domicilio del demandado o en el lugar en donde el demandado debió cumplir'
(véase Goldschmidt, 'Derecho Internacional Privado', n° 315, pág. 396).

Para una postura aún más amplia, 'lugar de cumplimiento' es 'cualquier lugar de
ejecución del contrato', incluso aquél en el que el actor debió cumplir y cumplió
(véase Boggiano, A., ob. cit, T. I, págs. 214/5).

Es claro pues que el 'lugar de cumplimiento' a los fines que me ocupan no debe
desvincularse de las prestaciones que son objetos de la demanda.

En esta línea de ideas señalo que, en la especie, se ha pactado la cláusula FOB


Italport y que lo que se demanda es, concretamente, derivado del presunto
incumplimiento del deber de entregar la mercadería estipulada. Por lo demás, la
prestación del servicio de puesta en funcionamiento de la máquina en cuestión –
aunque este último servicio bien podría generar un foro concurrente admisible con
un reclamo que tuviera por objeto una prestación relativa a esa convención-, no
aparece gravitante en este caso, en el que ese punto no es materia de discusión.
Esa sola conexión ante una acción que tiene otro sustento, aparece carente de
relevancia.

En el sub judice, resulta decisiva en cambio, la cláusula FOB Italport. De acuerdo a


ella, 'el vendedor está obligado a transportar la mercadería a su cargo al lugar de
embarque y a tomar las medidas que según las leyes y usos incumben al expedidor.
Puestas a bordo, cesa su responsabilidad. Si la mercadería tiene defectos, es en tal
momento cuando su estado es apreciable y la cantidad, en su caso será
determinada; (confr. Garo F. ob. cit. T. II pág. 539 con cita de Ramella - véase nota
n° 2850-).

Se trata pues, de una compraventa en firme, pura o simple, cuyos efectos


inmediatos se producen en el puerto de embarque. Allí y en esa oportunidad, en
principio, es donde debe recibirse la mercadería y verificarse su calidad y cantidad.

Sentado lo expresado precedentemente, advierto claro, en el sub examine, que el


lugar de cumplimiento se ubica en la República italiana (arts. 1212 y 1215 C. Civil).

Por lo demás, observo que también allí se ubica el domicilio del deudor de la
prestación más característica que, en la compraventa, se identifica con la entrega
de la mercadería (confr. calificación autárquica del art. 1213, C.Civil).

Finalmente, y a mayor abundamiento, según las circunstancias de autos, también


en Italia (Bérgamo) se ubica el domicilio del demandado, foro alternativo previsto
por los arts. 1216, C. Civil, art. 22 inc. 2° a) ley 23.720, coincidentes con el art. 5°
CPCCN.
De todo lo expresado resulta que, en el sub lite, se da una concurrencia de contactos
relevantes aptos para atribuir jurisdicción, sobre el territorio italiano que conducen a
concluir en la competencia de los tribunales de la ciudad de Bérgamo en ese país.
En consecuencia, propugno que V.E. confirme la resolución apelada.- Buenos Aires,
setiembre 17 de 1993.- R. A. Calle Guevara.

2º instancia.- Buenos Aires, octubre 14 de 1993.-

Y vistos: Por los fundamentos expuestos por el Sr. Fiscal de Cámara –que esta sala
comparte y a los que se remite por razones de brevedad- se desestiman los agravios
del recurrente.

En consecuencia, se confirma la resolución apelada, con costas al vencido (art. 69


CPr).

Devuélvase sin más trámite, encomendando al a quo proveer las diligencias


ulteriores (CPr. 36, 1) y las notificaciones pertinentes.

El Dr. Arecha no interviene por encontrarse en uso de licencia (Art. 109 RJN).- R.
A. Ramírez. H. A. Guerrero.

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