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¿Cómo es que nos entendemos?

(si es que nos entendemos)


Jesús Túson
El entorno del significado

RESUMEN

Amalgamas

Hace cuarenta o cincuenta años, la mayoría de los manuales para el aprendizaje de


lenguas tenía la siguiente estructura: la lección que se centraba en el tema, continuaba
con unas gotitas de gramática, se complementaba con un texto breve y se cerraba con una
serie de ejercicios y preguntas. Les parecía que lo más importante del trabajo era
aprender bien la colección de vocablos, si alguna vez viajaba al país donde se hablaba esa
lengua, podía vivir una experiencia bien traumática: no entender nada de nada y no ser
entendidos en lo absoluto.

Lo cierto es que con las palabras aisladas bien poca cosa se puede hacer, señalar objetos,
situaciones, etc. Pero la comunicación lingüística nos exige mucho más que eso. Las
lenguas, pues funcionan gracias a la convivencia, a las amalgamas entre las palabras. Las
lenguas son vocabulario y sintaxis.

De pequeños nos habían hecho saber que la preposición de significaba “posesión o


pertenencia”. Pues bien ahora miremos las amalgamas siguientes: vasija de porcelana,
uniforme de portero, fábrica de papel. ¿Dónde hay posesión o pertenencia?

El sentido de la preposición es el de un aviso “¡Atención!, el nombre que tengo a


continuación se ha de entender referido al que tengo adelante. Y todo el resto funciona
gracias a las amalgamas que construimos, en cada caso, teniendo en cuenta lo que cada
hablante sabe, por experiencia, sobre el funcionamiento de la realidad. Por eso no
podemos decir: horno de portero, vasija de gas o novela de porcelana. Porque esas
combinaciones no tienen sentido alguno al menos, en sentido lineal.

Las amalgamas nos enseñan que las lenguas son mecanismos que funcionan a la
perfección siempre que respeten las reglas de la combinatoria: puedo decir cualquier
cosa; pero no de cualquier manera. Y es que cada lengua tiene sus reglas del juego.

Si cada uno de nosotros dispusiera de los elementos a su gusto, las lenguas no podrían
cumplir una de sus funciones centrales: ser vehículo de entendimiento para el conjunto de
los hablantes. Cada hablante es una gramática viva que, lleva incorporado un diccionario.
Aún más: una comunidad lingüística es el conjunto de personas que coinciden por tener,
la misma gramática y el mismo diccionario.

Las gramáticas externas nos hablan de verbos transitorios e intransitivos, de


construcciones consecutivas, finales, concesivas y causales, del género y del número, de
las preposiciones y de los pronombres, de casos morfológicos o sintácticos, y de muchas
cosas más. De hecho, cada hablante es el propietario verdadero de la gramática y también
lo es la comunidad de hablantes.

Libertad sometida a reglas; eso es la lengua. Y alguien nos dirá: Pues, a mí, esa lengua me
limita. ¡Miserable! ¿Qué serias tú sin una lengua? ¿Un australopitecus robustus, tal vez?
Porque si una lengua te limita, entonces cualquier otra lengua acortara también tus
movimientos, no hay alternativa: no hay ninguna lengua que no sea un marco de
posibilidades y, al mismo tiempo, de constricciones.

Contexto

El contexto nos concreta el significado preciso de las palabras <<abiertas>> (las que tenían
un compromiso de significación muy general), y también ayuda a deshacer la ambigüedad.

El contexto ideal y ordinario, para todas las leguas vivas, es la conversación: un tejido de
preguntas y respuestas, de peticiones de opinión, de aclaraciones y matizaciones, de
expresión de la duda y la incredulidad, de discrepancias, de silencios y complicidades.

El contexto es la conversación o en el mundo de la escritura, es un cojín generoso, que


sirve de amortiguador y evita los trompazos de la insignificación.

Situación

La adquisición de una lengua (oral o de gestos) se produce en las condiciones normales y,


muy principalmente, gracias a la conversación ordinaria y espontánea, ligada a las
situaciones habituales del uso lingüístico.

Hablamos en situaciones concreta, y eso quiere decir que lo hacemos con unas personas
singulares e irrepetibles, sobre temas más o menos pactados (según el grado de confianza
y de conocimiento, y conversamos en un espacio físico único y en un lapso temporal
también concreto. Son las coordenadas personales, temáticas y físicas del habla. Y es
preciso que todo eso lo añadamos a las condiciones contextuales: éstas eran un primer
cojín que empezaba a salvarnos de la insignificación; ahora tenemos otro,
extraordinariamente potente (que es el que, por ejemplo, da sentido a los deícticos
temporales y espaciales: ahora y aquí).

Hay, también, un tercer cojín, si ahora entendemos la situación de habla de una manera
generosa: el conocimiento del entorno. Los hablantes viven en una tierra concreta, tal vez
comparten unos conocimientos históricos, han realizado (más o menos) estudios
semejantes; leen escuchan y miran unos medios de comunicación más o menos propios,
comen los alimentos conocidos y tienen horarios de trabajo no del todo discordantes;
todo eso entre muchos otros factores de coincidencia.

Hay que decir que el conocimiento del entorno, como elemento de la situación lingüística,
es uno de los factores sobre los que se fundamenta la relación entre lenguas y
comunidades humanas (y no en los aspectos estructurales de cada lengua, como querían
algunos pensadores románticos). Por otro lado, parece normal y natural, que hablemos de
las cosas cercanas, y nadie tiene el derecho de criminalizar a quienes hablan de aquello
que constituye su entorno.

Puestos a amortiguar los productos estrictos del lenguaje, aún nos queda un cuarto cojín,
el cojín definitivo, común a toda la humanidad: el de todo aquello que sabemos del
mundo físico, que se puede incluir (si continuamos siendo un poco generosos) entre los
factores de la situación de habla.

Es difícil que, con todos esos cojines, los intercambios verbales acaben por resquebrajarse,
porque el habla está sólidamente anclada en una realidad multidireccional. Y si fracasan
las conversaciones es porque o bien no damos las informaciones contextuales necesarias,
o bien porque hablamos personas de mundos muy diferentes y no queremos
aproximarnos de verdad, o bien porque alguien se ha creado un universo propio y, en el
espacio de su imaginación reinan unas leyes que no son las de nuestra física; o las de una
psicología que es parapsicológica. O porque alguien de natural gracioso, quiere jugar a
desvirtuar las situaciones.

Inferencia

Decir y dejar decir; escuchar e interpretar. Ése es el pan tierno de cada día en los
intercambios verbales: un juego de inferencias. A partir de los datos lingüísticos puros y
simples, nosotros hacemos todo tipo de aportaciones: contribuimos con todo aquello que
sabemos sobre las personas y sus actitudes y sus preferencias. El conocimiento humano es
del lenguaje y de todo aquello que rodea a los actos verbales

Inferimos muchas palabras (y también de los gestos). Nos pasamos la vida haciendo
inferencias, suposiciones espontaneas sobre el pasado y hacia el futuro: hablar en el
momento presente es realzar toda una serie de movimientos en las dos direcciones del
tiempo.

Nuestro conocimiento del lenguaje y de los estados de las cosas y de las personas es muy
complejo: tal vez lleguemos a determinarlo en toda su extensión con los recursos de la
ciencia, sin embargo. Estamos especialmente dotados como lectores de indicios o
síntomas. Un indicio es una señal y como todas las señales nos hablan de otras cosas.
También las palabras dicen lo que literalmente dicen; pero en su globalidad son percibidas
como indicios.

Perspectivas

Según Whorf somos como somos porque nuestra lengua nos hace ver el mundo de esa
manera, dejando de lado ingredientes culturales y naturales tan insustanciales como el
entorno en el que viven los pueblos, la educación religiosa, de la división de clases, la
organización cultural y la estructura familiar.

Whorf no considero el margen entre las diferencias entre lenguas particulares, es el


lenguaje el factor que podría desempeñar un papel esencial en lo que se refiere a la visión
del mundo propia de los humanos. El lenguaje es un marco de posibilidades y el primer
factor que guía nuestras perspectivas sobre la realidad.

La distinción entre el sujeto y el predicado, en el lenguaje, es tan fundamental y básica


que quizás vale la pena recalcar que no corresponde con nada real. No es posible percibir
una entidad sin percibir a la vez aquello que hace y viceversa (Derek Bickerton). Y es esta
distinción la que nos permite muchas operaciones cómodas porque favorecen la
clasificación de la realidad e impiden que los humanos nos desorientemos ante un mundo
demasiado complejo.

Parece que en todas las lenguas encontramos unas parejas que conocemos como
antónimos. Y por ello el lenguaje nos ofrece la posibilidad de practicar el maniqueísmo
puro y duro. Las lenguas favorecen las perspectivas y también permiten el matiz y la
pluriperspectiva.

PARÁFRASIS

Las lenguas son importantes entro de la vida humana, y aunque existen reglas
gramaticales, son finalmente rutas de comunicación que nosotros usamos para establecer
vínculos sociales con personas que están dentro de nuestra comunidad gramatical como
las que están externas.

Desde pequeños nos enseñan a cómo comunicarnos en nuestra lengua, pero es


importante que para aprender una lengua nueva, se debe de aprender a fondo y no solo
superficialmente con las palabras básicas de “lápiz, puerta, ventana, libro etc.” Porque
solamente nos estamos limitando a un más a poder comunicarnos. Si cada quien hablara
como quisiera, de la forma que gustara, no existiría como tal cosa una comunicación
dentro de una comunidad, sino seriamos seres que no nos entenderíamos y eso no
ayudaría para nada a la población.

Un contexto es la asociación que hacemos de ciertas palabras al construir ciertas


características de cierta expresión. Ya que la mayoría de las veces asociamos palabras que
tienen características similares, como sucio con cerdo.

El contexto también le da el significado correcto a una oración o a una palabra, ya que


puede interpretar su correcta interpretación o el correcto significado, para que esta sea
fácil de comprender.

Esta lectura nos habla acerca de la adquisición de lenguaje de acuerdo a las situaciones
habituales que se presenten, nos pone un ejemplo claro de unos padres sordos que tienen
un hijo que nace bien de sus aparatos auditivos, por lógica los padres no sabían cómo
expresarle a su hijo el lenguaje pues ellos se entendían a base de señas al igual que amigos
suyos, intentaron darle un aprendizaje por medio de la televisión pero el niño no
aprendió, pues no sabía el significado de las palabras y no podía mantener una
conversación porque el televisor no le respondería e incluso no le diría el significado de las
palabras. Hace la referencia de que lo que debe importar en una conversación es saber
comunicarse de acuerdo la situación que se presente en el entorno.

A Todo lo que nos dicen las personas le agregamos cierta información, es decir, inferimos
datos que no se nos dan verbalmente dependiendo del contexto, de lo que sabemos de la
otra persona o de lo que sabemos de nosotros.
También le podemos dar un significado diferente a lo que nos dicen, hacemos una
interpretación diferente a lo que verbalmente es expresado, por ejemplo, cuando
preguntamos ¿Dónde está el azúcar? Probablemente lo que queremos es que nos
acerquen el azúcar.
Las inferencias se hacen a partir de las palabras y los gestos. Durante toda nuestra vida
nos las pasamos haciendo inferencias. Un indicio es una señal y las señales nos dicen otras
cosas, estos indicios sen perfectamente interpretados por nosotros.

El lenguaje es el factor principal para percibir la realidad. Whorf nos dice que somos
diferentes porque nuestro lenguaje nos hace ver la realidad de diferentes maneras, pero
esta afirmación no es del todo cierta porque hay diversos factores que influyen en una
persona aparte del lenguaje.

Las perspectivas léxicas nos permiten decir o referirnos a algo con antónimos por ejemplo:
blanco/negro, sucio/limpio entre otras; aunque algunas veces puede ser que algo este
sucio pero no tanto eso es lo que menciona el texto de que la realidad es muy
enrevescada.

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