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La Filosofía es una actividad histórica; eso significa no sólo que tiene una cronología (una

sucesión en el tiempo) sino que es una actividad conectada y vinculada estrechamente con un
determinado tiempo, con una época, con una sociedad que proporciona a los pensadores los
problemas y las herramientas para pensarlos. Las épocas en que se suele dividir la historia
(antigua, medieval, moderna y contemporánea) también se emplean para diferenciar entre
"filosofías", aunque conforme va pasando el tiempo algunas categorías se van quedando
anticuadas. Por ejemplo, Marx es un pensador "contemporáneo" como pueda serlo Saul
Kripke, aunque entre sus respectivos mundos medie algo más que un simple siglo. A un
estudiante del siglo XXI, le resultará extraño incluir a Marx como un pensador de su tiempo.

Los periodos en que se divide la Historia de la Filosofía se pueden adaptar y comprender mejor
si se prescinde del encorsetamiento de las cuatro épocas históricas. Seguramente una
categoría denominada "Filosofía Actual" sería ya una necesidad.

FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA

La filosofía comienza con el paso del "Mito al Logos", del relato basado en la imaginación al
discurso explicativo basado en razones. Los naturalistas, como los denominó Aristóteles,
trataban de encontrar el arjé de la physis, el principio rector del orden que muestra la
naturaleza, que hace que surjan las cosas, se diferencien, cambien y perezcan.

A Tales de Mileto (625 aC-547aC) se le considera el "padre de la filosofía", aunque apenas se


conserva ningún escrito suyo (como de otros filósofos presocráticos). Parece que sostuvo que
el arjé era el agua, ya que todo "surgir" y toda vida requiere de ese elemento. También
defendió el hilozoísmo, según el cual la materia, aparentemente inerte, también está dotada
de vida.

Anaximandro de Mileto (610 aC-547aC) fue un discípulo de Tales que afirmó que el arjé no
podía ser ninguno de los elementos (tierra, aire, agua o fuego) pues de ser así, nunca podría
haber surgido otro distinto, ya que poseen cualidades contrarias (húmedo/seco, caliente/frío,
ligero/pesado). De este modo, llega a la conclusión de que en el principio debían estar todos
los elementos y sus cualidades juntos en un todo ilimitado e indiferenciado denominado
apeiron, que significa "sin partes". Anaximandro es el primero en recurrir a un principio
realmente abstracto para explicar el origen del cosmos.

Anaxímenes (585 aC-524 aC) regresa de nuevo a una explicación similar a la de Tales, pero
identifica el arjé con otro elemento, el aire. Mediante un proceso de condensación progresiva,
el aire se transformaría en agua (lo líquido) y luego en tierra (lo sólido); por un proceso inverso
de dispersión (rarefacción), se transformaría en fuego (lo ígneo). Así, bastaría un solo elemento
junto con dos "fuerzas" que actuaran sobre él para poder explicar lo múltiple que observamos
en el Universo.

ELÉATAS

La escuela de Elea (sur de Italia) se desarrolla bajo la influencia de Parménides y constituye una
forma de racionalismo radical original. Se puede decir que todo el pensamiento racionalista,
desde Platón hasta Hegel, continúa esa convicción expresada por Parménides según la cual la
"vía de la verdad" sólo es posible si renunciamos a ver el mundo desde la perspectiva de lo que
nos dicen los sentidos y si optamos por dar crédito a la lógica y la razón.

Parménides (540 aC-470 aC, aproximadamente) afirmaba que el ser (aquello que posee
realidad genuina) es inmutable y que, en consecuencia, la realidad que vemos que cambia es
sencillamente aparente. Para que pueda darse conocimiento (la "vía de la verdad") es preciso
que el objeto no pueda cambiar; en caso contrario, no podríamos hacer juicios estables y
verdaderos sobre ello, sino fluctuantes y cambiantes; a eso lo denomina Parménides "la vía de
la opinión".

Zenón de Elea (490 aC-430 aC) elaboró una serie de argumentos para demostrar que el
movimiento es imposible; estas paradojas muestran cómo suponer que las cosas se mueven
nos llevan a conclusiones absurdas. La paradoja de Aquiles y la Tortuga es seguramente la más
famosa de todas ellas. Trata de demostrar que si partimos de que existe el movimiento,
Aquiles, el veloz atleta, nunca podrá adelantar a la tortuga, si le concede una pequeña ventaja,
pues tendría que recorrer en un tiempo finito un número infinito de pequeños intervalos
espaciales.

PITAGÓRICOS

La Escuela Pitagórica constituyó una especie de congregación de carácter filosófico-religioso


que no estaba abierta a cualquiera. La figura de su fundador, Pitágoras, es en cierto modo
legendaria y se le atribuían conocimientos y poderes casi sobrehumanos. Las ideas de los
pitagóricos estuvieron muy influidas por los cultos órficos (hasta el punto de denominarse
cultos "órfico-pitagóricos"). Esta religión de carácter semisecreto y reservada sólo para los
iniciados se basaba en la figura de Orfeo, el músico que venció a la muerte al regresar del
Hades. Los pitagóricos defendían la inmortalidad del alma y la transmigración, recomendaban
la pureza y asignaban un valor especial a la música y a los números, pues creían que la armonía
musical era el resultado de proporciones numéricas.

Pitágoras de Samos (569 aC.475 aC). A esta figura de leyenda (aunque real) se le atribuyeron
descubrimientos que probablemente eran de otros personajes de la hermandad pitagórica.
Aunque natural de Samos (en Grecia oriental) se estableció en Crotona (Italia) donde se
desarrolló una colonia gobernada por esta comunidad. En ella se concedía gran importancia a
la matemática, pues se creía que los números eran los principios de las que surgían las cosas.
Como creían que el alma era inmortal y se reencarnaba tras la muerte del cuerpo
(metempsychosis), promovían una vida sencilla y pura, en la que se debía alimentar al alma,
con el estudio y la música, y purificar al cuerpo, mediante la dieta.

PLURALISTAS

Se habla de "filósofos pluralistas" para referirse a aquellos que identifican el arjé no con un
elemento determinado sino con una pluralidad de elementos. En lugar de derivar los
elementos de uno solo, optan por derivar el mundo y la multiplicidad de cosas a partir de
varios elementos.

Empédocles de Agrigento (495 aC-430 aC, aproximadamente). En el principio estaban la tierra,


el agua, el aire y el fuego, que junto con dos fuerzas, el Amor (atracción) y la Discordia
(repulsión) los organizaron y combinaron para producir todo lo existente

Anaxágoras de Clazómene (500 aC- 428 aC) introduce la noción de semillas (spermata) y que
luego Aristóteles denominaría homeomerías, partículas homogéneas invisibles que serían
combinadas por una inteligencia cósmica (nous) para generar el cosmos.

ATOMISTAS
Los atomistas propusieron que las cosas que vemos son aparentes y que sus constituyentes
últimos son partículas materiales a indivisibles ("átomo" en griego significa precisamente eso,
indivisible) que se mueven en el vacío. Los átomos son indestructibles y eternos; se enlazan y
chocan entre sí, produciendo los objetos visibles. De este modo, las propiedades que
percibimos, como el color, el sabor, el sonido, etc. son en realidad propiedades que no están
en los objetos reales, sino que son subjetivos, pues los átomos sólo poseen forma y
movimiento. Así, los atomistas abren el camino al relativismo que establecerán
definitivamente los sofistas.

Demócrito de Abdera (460 aC- 370 aC)

SOFISTAS

El movimiento sofista provoca un cambio de rumbo en la filosofía griega. Del estudio de la


naturaleza (physis) se pasa al estudio de asuntos más próximos al hombre y al hombre mismo:
el lenguaje, las distinciones morales, la polis y sus leyes, etc. A este cambio de intereses
filosóficos se lo ha denominado "giro antropológico". Los sofistas constituyen un grupo
heterogéneo de individuos que se caracterizaban por enseñar retórica y argumentación y
cobrar por ello. Florecen junto con la democracia y no tienen buena fama entre los griegos,
que les acusan de cobrar por un dudoso saber. Defenderán el relativismo de las normas
morales y las leyes políticas, a las que considerarán basadas en un acuerdo o convención pero
que carecen de cualquier fundamento en la naturaleza. Mantuvieron posiciones próximas al
escepticismo (Gorgias puede ser considerado un escéptico) y defendieron que en vez de
buscar la verdad, algo inútil, debería perseguirse el "discurso más fuerte", es decir, el que fuera
capaz de lograr el mayor asentimiento.

Protágoras de Abdera (485 aC- 411 aC) defendió que el hombre era "la medida de todas las
cosas", una forma de relativismo subjetivo, y que las normas de la ciudad son por convención.

Gorgias de Leontini (485 aC-380 aC), afirmaba que no podíamos conocer nada y, que si
pudiéramos, nunca podríamos comunicar nuestra verdad a otros.

Trasímaco (459 aC-400 aC). Aparece en el Libro I de "La República de Platón" defendiendo que
la justicia no es más que la voluntad del más fuerte, esto es, de quienes tienen el poder de
imponer a otros su punto de vista.

FILOSOFÍA CLÁSICA

La filosofía griega alcanza su culminación con los grandes sistemas filosóficos de Platón y
Aristóteles, pero tras ellos se esconde la esquiva figura de Sócrates (470 aC-399 aC), un
pensador cuya influencia sobre Platón es difícil de distinguir del pensamiento del propio
Platón, pero que nunca dejó nada escrito, lo que hace aún más difícil la tarea de delinear si
pensamiento.

SÓCRATES

Sócrates (470aC-399aC) Fue un personaje singular que no escribió nada (prefería el diálogo
vivo) y que no dejó indiferentes a sus compatriotas atenienses. Hombre sabio que afirmaba
que su superioridad intelectual residía en ser consciente de su propia ignorancia ("Sólo sé que
no sé nada") fue maestro de Platón y combatió el relativismo sofista. Sócrates pensaba que el
bien y la virtud podían ser objeto de conocimiento y que por tanto tenían cierta objetividad.
Empleó el diálogo como método para alcanzar la verdad, un diálogo que se asemejaba a la
lucha por dar a luz la verdad, como hacían las comadronas con las parturientas (mayéutica).

PLATÓN

Platón (427 aC- 347 aC) construye el primer gran sistema filosófico: la Teoría de las Ideas (o
Formas). La noción central es la de que los objetos materiales, los que vemos y tocamos no
constituyen la realidad primera sino que poseen una realidad derivada y secundaria respecto
de los arquetipos originales, las Ideas o Formas, que son accesibles sólo por medio del
intelecto. De este modo se establece un dualismo ontológico entre un mundo accesible a los
sentidos (sensible) y otro al entendimiento (inteligible). Pero las ideas no son contenidos
mentales (como sucede en la filosofía moderna) sino verdaderos objetos, cosas, aunque no de
tipo material.

ARISTÓTELES

Aristóteles (384 aC-322 AC) fue discípulo de Platón pero se apartó de sus doctrinas en
numerosos aspectos. La filosofía aristotélica está más orientada hacia la ciencia, especialmente
hacia las ciencias naturales. Rechaza la existencia de un "mundo inteligible" independiente y
separado del mundo de las cosas. Lo que el entendimiento capta de las cosas, el concepto
universal que se aplica a todas ellas, reside en esas mismas cosas. Contribuyó a casi todos los
campos de la ciencia, con la excepción de la matemática.

ESCUELAS HELENÍSITCAS

La filosofía griega cambia de rumbo tras las conquistas de Alejandro. La certidumbre asociada
a la vida de la polis desaparece a la vez que el mundo griego se expande por el norte de África
y Oriente Medio. Las escuelas helenísticas van a tener una orientación mayoritariamente ética,
centrándose en ofrecer consejos acerca de cómo vivir en tiempos de zozobra.

Epicuro (341 aC-270 aC) es la escuela ética por excelencia, aunque en el fondo de su filosofía
asoma una concepción materialista (atomista) del universo. Epicuro recomienda vivir
moderadamente, ajustar las necesidades a lo que ofrezca la naturaleza y a no tener miedo ni a
la muerte ni a los dioses.

El estoicismo fue una escuela fundada por Zenón de Citio (333 aC-264 aC) se convertirá en la
filosofía dominante en el periodo romano. El estoicismo enseña a aceptar la ley cósmica, a
poner en concordancia nuestro logos individual con el Logos que rige el universo. Fomentan
una ética de la renuncia y dominio de las pasiones y a centrarse sólo en aquellos aspectos que
caen bajo el control del individuo.

El Neoplatonismo Plotino (205dC-250 dC) hereda esa tradición mística presente en Platón. La
Idea platónica del Bien se convierte en el Uno del que procede todo lo existente por un
proceso de emanación.

El Escepticismo. Trata de buscar la ataraxia (la imperturbabilidad del alma) comprendiendo


que nada puede conocerse. Pirrón de Elis (360 aC-270 aC) sostuvo una forma radical de
escepticismo mientras que Enesidemo (80 aC-10 aC) afirmaba que no disponemos de un
criterio para distinguir la verdad de la mentira.

FILOSOFÍA ROMANA
La hegemonía política, militar y cultural de Roma no produjo ninguna aportación original a la
Filosofía. Los romanos no se esforzaron en elaborar una filosofía que ya habían producido los
griegos y se limitaron a aceptarla como una forma de refinamiento y sabiduría.

Lucrecio (99 aC-55 aC) sostuvo, en su obra "De rerum natura" (sobre la naturaleza de las cosas)
una materialismo atomista de carácter determinista.

Séneca (4 aC- 65 dC) y el emperador Marco Aurelio (121-180) son los representantes romanos
del estoicismo.

FILOSOFÍA MEDIEVAL

PATRÍSTICA

Aunque el Cristianismo no es propiamente una filosofía, aunque su irrupción y extensión por


occidente, acabarán inevitablemente mezclando sus creencias con las razones y los conceptos
de los filósofos. La Filosofía Medieval no coincide plenamente con la Filosofía Cristiana (pues
hay una filosofía árabe, con Alfarabí, Avicena y Averroes y una filosofía judía cuyo principal
representante es Maimónides). Dentro del periodo de influencia cristiana podemos distinguir
entre un periodo Patrístico (que se refiere a los primeros "padres de la Iglesia") y un periodo
Escolástico. La Patrística culminaría y finalizaría con Agustín de Hipona y la caída del Imperio
Romano; la Escolástica se refiere a las enseñanzas de las primeras universidades y se desarrolla
a lo largo de los siglos XII-XV. Su figura culminante es Tomás de Aquino.

En los comienzos, los cristianos vieron a la filosofía con recelo, como una amenaza a su fe.
Como religión, el cristianismo está más interesado en la salvación que en la elaboración de
sofisticados sistemas filosóficos. Se reafirma la fe contra la razón (representada por la filosofía)
y se defiende de los ataques recibidos. Pero poco a poco, conforme se fueron sucediendo las
numerosas herejías que caracterizan este periodo, los padres de la Iglesia se vieron en la
necesidad de justificar racionalmente por qué tal doctrina se desviaba de la ortodoxia. De este
modo fueron "impregnándose", aún en contra de su voluntad, de nociones, tesis y conceptos
provenientes del ámbito de la filosofía. En Agustín de Hipona puede verse ya una "coexistencia
pacífica" entre Razón y Fe.

Clemente de Alejandría (150-215)

Orígenes (185-254)

Tertuliano (160-245)

Agustín de Hipona (354-430) se inspiró en ideas platónicas para darle una forma filosófica al
Cristianismo. Dios crea el mundo y el tiempo, en tanto que sólo él es eterno. El hombre, como
creatura hecha a imagen de Dios, contiene en su interior huellas de la presencia divina. Así, el
hombre busca a Dios en la medida en que busca la verdad, pero la hallará más en su interior
que investigando en el mundo externo. El problema del mal, del pecado y del libre albedrío son
temas característicos de la filosofía agustiniana.

ESCOLÁSTICA

Se denomina Escolástica a una síntesis entre la verdad revelada y la filosofía (principalmente


de corte aristotélico) que se fue gestando en torno a los programas de estudio de las
Universidades (llamadas originalmente scholae =escuelas). En las Universidades se formaban
aquellos destinados a servir a la Iglesia (Teología), a la administración y la política (Derecho) o
al cuidado de la salud de los pudientes (Medicina). En las facultades pronto se impuso el
pensamiento sistemático de Aristóteles, cuyas obras eran de lectura obligatoria en todas las
ramas del saber ya en el siglo XIII. Aunque de suyo Aristóteles era un filósofo crítico y nada
dogmático, finalmente el término "Escolástico" acabó refiriéndose a un estilo de pensamiento
dogmático y muy dado a las distinciones sutiles pero carentes de valor.

Tomás de Aquino (1225-1274) culmina un proyecto que quiere sintetizar en una única verdad y
doctrina la Teología (fe) y la Filosofía (razón). La convicción que hay detrás es que toda verdad
procede de Dios (contra los llamados averroístas latinos) y que ésta única verdad es accesible
por medio de dos facultades diferentes. Por tanto no puede haber contradicción entre ambas.
Tomás de Aquino escribió dos grandes Summae, compendios de verdades razonadas; una de
ellas para uso y formación de los futuros teólogos (Summa Theologiae) y otra orientada a la
evangelización de judíos y musulmanes (Summae contra Gentiles). La filosofía de Aristóteles
proporciona a Tomás de Aquino todo el repertorio de tesis y conceptos con los que elaborar su
sistema teológico-filosófico. Por ello, se aleja del dualismo antropológico agustiniano.

El proyecto de conciliación de la revelación (fe) y la filosofía (razón) finaliza en un apacible


divorcio: la filosofía y la teología, sin contradecirse, discurrirán cada una por separado,
cultivando lo que les es propio y distintivo.

Duns Scoto (1265-1308)

Guillermo de Ockham (1288-1347)

RENACIMIENTO

El Renacimiento constituye un periodo paradójico, desde la perspectiva de la historia de la


filosofía, pues supone una ruptura con el teocentrismo medieval pero no constituye una
mirada hacia el futuro sino hacia el pasado; un pasado que desea limpiar de las adherencias
negativas que añadieron los medievales. Se recuperan las tradiciones filosóficas que habían
quedado proscritas por la Iglesia, como el escepticismo o el epicureísmo; se valoran los
placeres civiles (paganos) e irrumpe con fuerza una tradición mágica a través de la cábala
hebrea y de los escritos de Hermes Trismegistos. Este interés por la magia está, curiosamente,
conectado con un interés por la naturaleza y su funcionamiento con la vista puesta en su
control y dominio. La magia renacentista es una versión de nuestra técnica: se trata de un tipo
de conocimiento alejado de la "contemplación teórica" de la ciencia aristotélica.

Una figura destacada y polémica de este periodo es Nicolás de Maquiavelo (1469-1527), autor
de El Príncipe, un tratado de filosofía política que se aleja de las propuestas platónicas o
aristotélica y que marca una completa separación entre. Maquiavelo pretendió fundamentar la
práctica del príncipe no sobre buenas intenciones sino sobre hechos constatables de la
naturaleza humana.

Erasmo de Rotterdam (1466-1536) o Luis Vives (1492-1540) son representantes de un


movimiento denominado humanismo, que trataba de poner al hombre como centro de interés
frente al teocentrismo medieval. La obra de Pico della Mirandola (1463-1494) "Discurso sobre
la dignidad del hombre"

REVOLUCIÓN CIENTÍFICA

La revolución científica supone un cambio radical en la manera de entender la ciencia, se trata


de un cambio de paradigma. El primer cambio y más radical se da en la astronomía, al
sustituirse el geocentrismo del modelo aristotélico-ptolemaico por el heliocentrismo. Pero
también van cayendo poco a poco los distintos principios de la física aristotélica, como la
distinción entre el movimiento rectilíneo (característico del mundo sublunar) y circular (propio
del mundo supralunar); la perfección de los cielos (la luna tiene una superficie igual de
irregular que nuestra Tierra) o la uniformidad del movimiento.

Nicolás Copérnico (1473-1543) defendió el heliocentrismo como un medio de simplificar los


complejos cálculos de la astronomía geocéntrica, que debía recurrir a movimientos cada vez
más complicados e injustificados, como los epiciclos. Sin embargo, Copérnico siguió creyendo
que los planetas se mueven siguiendo órbitas circulares.

Galileo Galilei (1564 -1642) fue el gran polemista contra los seguidores de Aristóteles, lo que le
costaría la condena de la Iglesia. Mediante el telescopio, Galileo demuestra que la "esfericidad
perfecta de los cuerpos celestes" no es verdad, como lo muestran los valles y montañas de la
superficie lunar y de otras lunas, como las de Júpiter. Galileo demostró también que aunque la
Tierra se mueve a grandes velocidades (en torno al su eje y en torno al Sol), nosotros no
deberíamos percibir ese movimiento (principio de relatividad galileana). Estudiando el
movimiento de los proyectiles demostró que éstos siguen una trayectoria parabólica (curva) y
no un doble movimiento rectilíneo, como sostenían los seguidores de Aristóteles.

Johannes Kepler (1571-1630) rompió con el dogma de la circularidad del movimiento


planetario y demostró que los cuerpos celestes siguen trayectorias elípticas; además, no se
mueven con velocidad uniforme sino que aceleran y deceleran conforme se aproximan o se
alejan, respectivamente, del Sol.

Isaac Newton (1643-1727) supone la consolidación definitiva del nuevo paradigma. Sus leyes
se aplican a la mecánica y a la mecánica celeste (astronomía), unificando el mundo y
suprimiendo definitivamente la distinción aristotélica.

FILOSOFÍA MODERNA

La filosofía moderna surge con la Revolución Científica y supone una reflexión sobre el
conocimiento humano, su potencial, sus fuentes y límites. Su orientación es
fundamentalmente epistemológica. El punto de partida, sin embargo, no son las cosas, sino las
ideas en la mente. Reflexionando sobre ellas es como se establece el conocimiento humano. La
era moderna es la del descubrimiento del yo, de la conciencia, de la subjetividad, y es a partir
de ésta sobre la que se va a fundamentar la objetividad. Racionalismo y empirismo van a dar
distintas respuestas al problema del conocimiento, destacando el papel que desempeña la
razón o la observación y el experimento en la empresa científica.

René Descartes (1596-1650) es considerado como el primer filósofo moderno, pues plantea
con especial lucidez, radicalidad y originalidad el problema del conocimiento y de la
subjetividad. En obras como el "Discurso del método" o las "Meditaciones Metafísicas" aborda
la cuestión de cómo alcanzar un conocimiento cierto y estable. Para ello, Descartes cree que
todos estamos naturalmente dotados con una "luz natural", la razón, pero que es preciso
dirigirla por medio de ciertas reglas (el método). La necesidad de alcanzar la certeza le lleva a
poner en cuestión todas las creencias previamente admitidas (la duda) y, de este modo,
concluye que hay una verdad modelo de las otras, una certeza a prueba de cualquier motivo
de duda: el cogito, el yo pienso, a partir del cual deberá derivarse el resto de las creencias,
entre ellas la existencia de una realidad extramental. Descartes defiende un dualismo
ontológico según el cual existen, además de Dios (res infinita), mentes (res cogitans)
inextensas y que se autodeterminan libremente y cuerpos (res extensa) cuyo comportamiento
queda explicado por el movimiento y los choques entre sus partes (mecanicismo). Surge así el
problema de la interacción entre las sustancias, que Descartes resuelve atribuyendo a la
glándula pineal el papel de poner en contacto a los movimientos internos del cuerpo con los
estados mentales.

Baruch Spinoza (1632-1677) y G.W.Leibniz (1646-1716) son dos figuras destacadas de la


filosofía racionalista y se declaran herederos de Descartes; ambos tratan de llevar hasta sus
últimas consecuencias los principios racionalistas y su concepción del mundo basada en los
dictados del orden exigido por la razón frente a los datos que testimonian los sentidos. Uno de
los puntos de discrepancia con Descartes tiene que ver con la noción de sustancia y con el
problema de la comunicación entre las sustancias tal y como lo plantea Descartes. Spinoza
defendió una forma de panteísmo según el cual la única sustancia (lo único que posee
realmente independencia de cualquier otra cosa) es Dios, que se identifica con la naturaleza (el
mundo material); por otro lado, Leibniz sostuvo que la sustancia debe ser simple, ya que lo que
es compuesto es siempre dependiente de las partes que lo componen, y necesariamente debe
ser inextensa, inespacial, inmaterial. Así, para Leibniz sólo son sustancias las mónadas
("átomos espirituales", mentes).

John Locke (1632-1704) es la figura fundacional del empirismo, cuyas líneas programáticas
enuncia en su "Ensayo sobre el entendimiento humano". En esta obra, Locke rechaza la
existencia de ideas innatas en la mente y sostiene que todas nuestras ideas proceden
últimamente de los sentidos. En su obra "Dos Tratados sobre el gobierno civil" Locke rechaza la
legitimación de la monarquía basada en un supuesto "derecho otorgado por Dios a Adán" y
defiende el contractualismo y la división de poderes en el seno de una Monarquía
Parlamentaria en la que el estado tiene la función de preservar y defender los derechos de los
individuos.

George Berkeley (1685-1753), obispo de origen irlandés rechazaba la visión del mundo que
transmitía la filosofía corpuscular (atomista, materialista) y que se había establecido
definitivamente con la obra de Newton. Berkeley cuestionó la existencia de esos "corpúsculos"
y de la materia en general, sobre la base del principio empirista según el cual sólo tenemos
ideas de lo que previamente hemos percibido por los sentidos. De este modo, en su obra "Los
principios del conocimiento humano" defiende que "existir es percibir o ser percibido".
Berkeley defiende que la idea de un objeto material no es más que la combinación de todas
sus posibles percepciones, negando que exista un "sustrato material" sobre el que se asientan
las cualidades que percibimos.

David Hume (1711-1776), filósofo escocés en el que culmina el empirismo. Hume lleva el
principio empirista hasta las últimas consecuencias, lo que le lleva a cuestionar que tengamos
realmente una idea de lo que es una sustancia material, de mí mismo (el yo) o de la conexión
causal que parece darse entre dos hechos de la naturaleza. De este modo, en su "Investigación
sobre el entendimiento humano" rechaza que tengamos conocimiento de la conexión
necesaria que une la causa con el efecto, y que tal conexión no se da entre las cosas sino que
se da en la mente, que tiende a unir una idea con otra como consecuencia de una repetición
constante que se ha dado en el pasado. Hume entiende que no tenemos conocimiento sino
simple creencia, ya que no podemos saber si lo observado en pasado se volverá a repetir en el
futuro: esperamos que así sea, pero no hay certeza objetiva. En su "Investigación sobre los
principios de la moral" Hume niega que la razón juegue un papel protagonista en los asuntos
morales, siendo una "esclava de las pasiones", a las que tiene que servir descubriendo cuáles
son los medios más adecuados para lograr los fines (que fijan y determinan las pasiones).
Hume cree que los seres humano poseemos un sentimiento por el que nos alegramos al ver a
otros felices y nos sentimos mal al contemplar el sufrimiento ajeno. Este sentimiento de
simpatía es el que nos mueve a realizar acciones altruistas.

ILUSTRACIÓN

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) fue un pensador original y no fácil de clasificar. Aunque
perteneciente al movimiento de los ilustrados, algunas de sus ideas se alejan bastante de esos
puntos de vista y se aproximan más a los del romanticismo, como su crítica del progreso, la
ciencia y la técnica o su defensa de los sentimientos originarios frente a la razón. En su obra
más importante, "El Contrato Social", defiende la necesidad de suscribir un nuevo contrato
entre los ciudadanos que los devuelva a la igualdad originaria. De ese contrato, en el que se
funden las voluntades de los individuos, surgiría una voluntad general, representativa del
cuerpo cívico.

Immanuel Kant (1724-1804) es una de las figuras más influyentes de la historia de la filosofía.
En su "Crítica de la razón pura" examina las condiciones que hacen posible el conocimiento y la
ciencia. Kant analiza las diferentes facultades que intervienen en el conocimiento humano
(sensibilidad, entendimiento y razón) y afirma que el sujeto impone a priori ciertas condiciones
a los objetos conocidos, como la espacialidad, la temporalidad, la permanencia o la causalidad.
Kant niega que podamos conocer objetos más allá de la experiencia posible y establece una
distinción fundamental entre las cosas tal y como se me presentan en la experiencia
(fenómenos) y tal y como pienso que son en sí mismas (noúmenos) y concluye que la realidad
nouménica no puede ser conocida. De aquí se sigue que las pretensiones de la metafísica
como ciencia carecen de fundamento, pues no podemos saber si Dios existe, si el alma es
inmortal o si la voluntad se autodetermina libremente, ya que esos objetos, Dios, alma o la
voluntad, no son objetos de experiencia. En el ámbito de la moralidad, defiende una ética
basada en el deber. Para Kant, debemos cumplir la ley moral, que se expresa como un único
imperativo que se impone sin condiciones a todo ser racional: el imperativo categórico exige
obrar de modo que el agente quiera que cualquier persona siga la misma máxima que ha
elegido seguir él. Asimismo, el imperativo categórico exige que tratemos a las personas como
límites de cualquier capricho o interés, como fines en sí mismos y nunca sólo como medios de
los que pueda servirme.

FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

La filosofía contemporánea comienza con los "herederos de Kant", los idealistas alemanes que
pretenden eliminar del idealismo trascendental kantiano la oscura noción de la "cosa en sí",
pero pronto comienza a abrirse a una realidad social, política y económica turbulenta, donde
se suceden cambios profundos que también van a afectar a la filosofía. El utilitarismo de J.S.
Mill (1806-1873), el positivismo de Auguste Comte (1798-1857) o el marxismo responden a
esta necesidad de entender lo que sucede a nuestro alrededor. A partir de la segunda mitad
del siglo XIX, la teoría darwinista de la evolución y el avance del materialismo (acompañado del
éxito de ciencias como la química) van a favorecer filosofías como la de Nietzsche, H. Bergson y
Ortega.

Georg W. F. Hegel (1770-1831) es el máximo representante del idealismo alemán, una


corriente filosófica que se desarrolla al calor de la filosofía de Kant. Hegel, al igual que Fichte y
Schelling, rechazan la noción kantiana de cosa en sí en la medida en que es totalmente
incognoscible y nada se puede decir de ella. Al eliminar ese último reducto de objetividad que
había en el idealismo trascendental de Kant, lo único que queda es el sujeto y es éste el que
mediante su actividad -pensar-construye el mundo. Las diferencias entre los distintos sistemas
del idealismo tienen que ver en el modo en que conciben ese "sujeto pensante que produce el
mundo". Hegel afirma que todo lo racional es real y que todo lo real es racional: las esferas de
la realidad y del pensamiento se funden en una única entidad. Hegel parte de lo que denomina
Espíritu Absoluto, una conciencia no personal que por medio de conceptos que se van
haciendo cada vez más concretos va creando el mundo y tomando conciencia de sí mismo. El
pensamiento para Hegel no es un proceso lineal sino dialéctico: tesis, antítesis y síntesis son
los distintos momentos del pensar. Hegel piensa que todo concepto contiene internamente
una contradicción y que esa contradicción es la que mueve el pensar y lo hace avanzar desde
lo más abstracto (la noción de ser) hasta lo más concreto. Esta idea de proceso dialéctico
tendrá una gran influencia en Marx.

Karl Marx (1818-1883) pretende invertir el hegelianismo: no es el pensamiento el que produce


la realidad sino la realidad material la que determina las formas de pensar. Para Marx, no
existe una conciencia aislada a independiente de las necesidades materiales que le dan
soporte. Sin una vida material (comer, abrigarse, reproducirse, etc.) la "vida mental" no puede
existir. Así, el punto de partida es la producción de los objetos que satisfacen las necesidades
humanas, la economía. Marx analiza los distintos modos de producción y las formas de pensar
asociadas a ellos. El materialismo histórico es la tesis que afirma que los productos del espíritu
(superestructura ideológica) están determinados por las relaciones que se establecen en el
proceso de producción material (infraestructura económica). El arte, la religión o la filosofía
son un reflejo de lo que sucede en el "subsuelo económico". Pero para Marx las ideas no son
neutrales, no existe la objetividad, porque la humanidad está dividida en clases y las ideas
están al servicio de la clase dominante. Por ello, las formas de pensar son ideología, falsa
conciencia de la que se sirve la clase dominante (burguesía) para que la clase dominada
(proletariado) asuma como inevitable y natural su condición. Marx considera que bajo el
capitalismo el hombre se encuentra convertido en una cosa, de modo que lo que debería ser
una actividad creadora, el trabajo, se le impone como algo penoso, como trabajo forzado. Esa
condición de estar "fuera de sí" cuando trabaja la denomina Marx alienación. Frente a esta
situación deshumanizadora, Marx predice que las contradicciones internas del propio
capitalismo terminarán por superarlo, pues la mayoría de la población terminará engrosando
las filas del proletariado. Tras las revoluciones se impondrá una nueva sociedad sin clases, el
comunismo, que se regirá por el principio de "a cada cual según sus necesidades; de cada cual
según sus capacidades".

Friedrich Nietzsche (1844-1900) puede caracterizarse como un "torbellino filosófico". Su estilo


y sus tesis provocaron una marea en la filosofía posterior. Nietzsche analiza las raíces morales,
filosóficas y religiosas de la cultura occidental, centrándose en su proceso de gestación y
formación (genealogía) en suma, sus valores, y rechaza su carácter ascético, antivital y
decadente. Los valores "elevados" propios del espíritu dionisíaco se han reemplazado por el
orden asfixiante de la armonía apolínea. Los valores morales del cristianismo, que heredan los
del judaísmo, son los propios de un pueblo esclavo, cuya meta no es vivir sino sobrevivir; los
valores filosóficos que impusieron Sócrates y Platón son los de una razón enfrentada a los
sentidos, los de una realidad estática y los de unos conceptos incapaces de captar el flujo, la
diferencia y el devenir del mundo. Para Nietzsche toda realidad está motivada por la voluntad
de poder, el deseo de prevalecer. La voluntad de poder se manifiesta de diversas maneras,
pero también en el que presenta su faceta débil para provocar la compasión (y así imponerse
sobre el que era más fuerte). Los valores decadentes terminan con la "muerte de Dios",
concepto central sobre el que descansa todo ese sistema de valores. Según Nietzsche,
emergerá un hombre nuevo (el superhombre) capaz de crear nuevos valores que llenen el
vacío (nihilismo) dejado por los valores previos.

José Ortega y Gasset (1883-1951) es la figura más destacada de la filosofía española, un país en
el que la filosofía nunca echó raíces. Formado en la tradición alemana y centroeuropea, con un
buen conocimiento de las ideas científicas y filosóficas de la Europa del 1er. tercio del s. XX,
Ortega trató de acercar a España a esa tradición europea de la que siempre había estado
alejada. Ensayista, periodista, editor y hombre de proyección pública, influyó en toda una
generación de jóvenes. Su filosofía hereda las corrientes vitalistas pero Ortega rechaza el
irracionalismo tan en boga desde Nietzsche. Para Ortega vida y razón, el mundo y el sujeto, los
objetos y mi conciencia no pueden estar separados y enfrentados, sino que se funden en una
razón vital, en un yo inseparable de su circunstancia. La vida no es para Ortega una noción
abstracta, una categoría más, sino que es mi vida, soy yo mismo en el mundo en que me ha
tocado vivir; por ello, la vida es historia, biografía, un pasado que está presente en un presente
que siempre se está proyectando al futuro. La razón vital es una razón histórica. Tras un
periodo de juventud en que admiraba la ciencia y rechazaba el subjetivismo tan querido por
los españoles, Ortega defiende un perspectivismo que pretende superar el dogmatismo
objetivista (lo primero es el objeto) y el relativismo subjetivista (cada sujeto tiene su verdad y
no hay más verdad que la suya). La verdad no es más que la suma de todas las verdades, de
todas las perspectivas. Para Ortega la sociedad es un entrelazamiento de generaciones que
depositan en ella sus características de innovación y conservación necesarias.

Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es uno de esos raros genios filosóficos capaces de producir
en 40 años dos filosofía muy diferentes (incluso contrarias entre sí en muchos aspectos) y
hacer que buena parte del mundo filosófico gire en torno a ellas. El joven Wittgenstein
defiende en el "Tractatus" una visión del lenguaje, del pensamiento y de la realidad muy
similar a la doctrina del atomismo lógico de B. Russell. El lenguaje es esencialmente
descripción de hechos, con los que se establece una relación de isomorfía (la estructura de la
proposición es la misma que la del hecho atómico que expresa). El mundo es el conjunto de los
hechos, lo que sucede, dentro del espacio lógico (las proposiciones que describen hechos
posibles). Las únicas proposiciones con significado son las de la ciencia, pues son las que dicen
cómo es el mundo. Esto deja fuera del ámbito de la significatividad a la filosofía y a la ética,
pues tratan de decir lo que no se puede decir. Las proposiciones filosóficas no son falsas: son
un sinsentido. Wittgenstein distingue entre decir (ámbito del significar) y mostrar. Toda esta
concepción del lenguaje la cuestiona radicalmente en las "Investigaciones filosóficas",
publicada póstumamente. En esta obra, Wittgenstein afirma que el lenguaje se asemeja a un
instrumento con el que "hacemos cosas". Describir y significar algo con palabras es uno entre
los diferentes usos del lenguaje, entre los distintos "juegos del lenguaje"; el lenguaje ordinario
no debe ser sacrificado en aras de un supuesto lenguaje ideal inspirado en el formalismo
matemático, sino que ese lenguaje es una potente herramienta para compartir modos de vida
en los que las palabras adquieren sentido.

CORRIENTES DE LA FILOSOFÍA ACTUAL

Fenomenología y Existencialismo. Martin Heidegger (1889-1976) fue el discípulo más


destacado de Edmund Husserl (1859-1938), creador de la fenomenología, un método de
estudio de la conciencia, sus contenidos y los actos mentales que pretendía constituirse en una
"ciencia estricta". Heidegger, en su obra más importante "Ser y Tiempo" aplica el método
fenomenológico al estudio del "ser ahí", el Dasein, el ser humano. Su estilo difícil y plagado de
neologismos hace de esta obra un texto casi impenetrable.

Estructuralismo. Michel Foucault (1926-1984) es una figura destacada de una corriente


filosófica que impregnó la vida cultural francesa de la 2º mitad del siglo XX. La idea que
subyace al estructuralismo es que para comprender los objetos es imprescindible ubicarlos en
la red de relaciones en la que ese objeto se constituye. Más que a las cosas hay que dirigir el
foco a las conexiones que se dan entre ellas. El estructuralismo nació en el estudio de la
antropología con Claude Levi-Strauss (1908-2009) y su enfoque se ha aplicado a campos como
la lingüística, Ferdinand de Saussure (1857-1913) o al análisis marxista de la sociedad (Louis
Althusser)

Marxismo. El marxismo en occidente se desarrolla al margen del dogmatismo ortodoxo del que
domina el mundo soviético. Antonio Gramsci (1891-1937) o Georg Lukács (1885-1971) son dos
de sus representantes. En lugar de aceptar las tesis marxista como una verdad definitiva,
proponen nuevas lecturas e interpretaciones del pensamiento de Marx, adaptándolo al
contexto europeo en el que las revoluciones previstas no se sucedieron.

Filosofía Analítica. Gottlob Frege (1848-1925), Bertrand Russell (1872-1970) y el primer Ludwig
Wittgenstein (1889-1951) parten de la idea de que la filosofía es básicamente una actividad de
clarificación conceptual y que esa clarificación consiste en un análisis de esos conceptos
usando como herramienta la lógica formal. Corrientes como el positivismo lógico (Círculo de
Viena) o la Filosofía del lenguaje ordinario comparten el método analítico en el estudio de los
problemas filosóficos. La corriente analítica se ha extendido especialmente dentro del mundo
anglosajón.

Neopragmatismo. W.V.O Quine (1908-2000) y Richard Rorty (1931-2007) son autores


norteamericanos que han continuado las líneas programáticas del pragmatismo, corriente
filosófica que se desarrolló en Estados Unidos y que pone el acento en el carácter no sólo
representacional de nuestras creencias y que concibe a éstas como disposiciones a la acción.
De este modo, la verdad de una creencia no viene determinada por su adecuación con algún
hecho del mundo sino por su capacidad para orientar acciones exitosas por parte del sujeto.

Filosofía de la Ciencia. Karl R. Popper (1902-1994); Paul K. Feyerabend (1924-1994), Thomas S.


Kuhn (1922-1996), Imre Lakatos (1922-1974). Popper fue el pionero en estudiar de manera
sistemática un campo dentro de la epistemología centrado en los métodos y procedimientos
de la ciencia. Conceptos como método, hipótesis, leyes, teorías, falsación, refutación,
corroboración, paradigma, revolución científica, etc. forman parte del repertorio de nociones
que caen bajo su estudio.

Hermenéutica. Hans Georg Gadamer (1900-2002). La hermenéutica es la ciencia de la


interpretación, es decir, de la asignación de un sentido a una obra humana. Constituye el
desarrollo natural de lo que Wilhelm Dilthey (1833-1911) denominaba "ciencias del espíritu".
Las realizaciones humanas poseen sentido, en tanto que los hechos de la naturaleza poseen
causas. Gadamer trata de aplicar los métodos propios del análisis de los textos a cualquier
obra del hombre.

La Escuela de Frankfurt, fundada por Max Horkheimer (1895-1973) y Theodor Adorno, (1903-
1969) trató de revisar el marxismo y los errores en sus predicciones en las sociedades
industriales. Criticaron el concepto de racionalidad que surge en occidente y que reduce la
razón a su función instrumental. Incorporaron elementos del psicoanálisis para mostrar el
carácter inconsciente de la ideología. La segunda generación tiene como figura destacada a
Jürgen Habermas (1929 - ), que profundizará en los principios de la teoría crítica, revelando los
diferentes intereses que subyacen a las formas de conocer. Su teoría de la acción comunicativa
muestra una concepción consensual de la verdad que está en la base del funcionamiento de
las comunidades científicas y de las constituciones políticas democráticas, que se basan en el
principio de Universalidad, similar al imperativo categórico kantiano reformulado en clave
dialógica.

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