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1 Corintios 14:1-40

Nos encontramos en una sección que trata sobre el ejercicio de los dones
espirituales. En el cap. 12, vimos la concesión de los dones. Los dones fueron
dados para mantener la unidad de la iglesia en medio de la diversidad. Cada
miembro tiene un don diferente; sin embargo, todos han de funcionar juntos, así
como el cuerpo humano funciona con sus diversos miembros. En el cuerpo, el ojo
no puede hacer lo que hace el oído, ni el oído lo que hace el ojo. Y cada uno debe
actuar de acuerdo con su función específica.
Nosotros, por medio del E.S, somos colocados en el cuerpo de Cristo. Y somos
colocados allí para usar nuestro don. Pablo dijo al final del cap. 12 que debemos
desear intensamente tener los mejores dones y, sin embargo, añadió que él les
mostraría a los Corintios un camino más excelente. Y ese camino era el amor. Y
todo el cap. 13 trató el tema del amor. Y, después de mencionar a la fe, la
esperanza y el amor, concluyó que el más importante de los tres era el amor y
continuó diciendo que debíamos procurar seguir el camino del amor.
El don de profecía es superior al de lenguas.
v. 1. Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que
profeticéis.
Aquí vemos que Pablo comenzó afirmando que deberíamos seguir el camino del
amor, pero que debíamos procurar tener los dones espirituales. Pablo dice que
uno debería desear los dones espirituales. Creemos que sería algo fuera de lo
común si un creyente no deseara tener los dones espirituales. Y después añadió:
pero sobre todo que profeticéis. El profetizar es presentar la palabra de Dios,
hacerlo de una forma sencilla e inteligente.
Podemos apreciar que Pablo en esta ocasión hizo una distinción entre los dones
que conceden el Espíritu y el fruto del Espíritu. El fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, etc., lo cual, en realidad, es más importante que los dones del Espíritu.
Y en realidad, nos gustaría ver mucho más fruto del Espíritu en las vidas de los
creyentes y en mí mismo. Y nos gustaría ver mucho más amor; creemos que eso
es lo más importante, y es el fruto del Espíritu Santo. Sólo el Espíritu de Dios
puede producir fruto en nuestras vidas.
Se nos dice, pues, en la segunda parte de este primer versículo: pero sobre
todo, que profeticéis. Lo que Pablo realmente estaba buscando aquí era lograr
que los creyentes de Corinto dejaran de tener una preocupación obsesiva con el
tema de las lenguas, considerándolo desde un punto de vista emocional que
conducía al fanatismo. Les aconsejó que consideraran el tema de los dones en su
debida proporción. En el cap. 13:8, Pablo les había dicho que las lenguas
cesarían. En ese sentido, el profesor McGee, autor de este comentario Bíblico,
de acuerdo con la opinión del Dr. Robinson, especialista en griego, se inclina por
pensar que las lenguas cesarían antes que otros dones espirituales. El otro punto
de vista, que también alega tener apoyo Bíblico, es que cuando el apóstol Pablo
escribió el citado v. 8 del cap. 13, estaba diciendo que las lenguas cesarían al
mismo tiempo que la profecía y el conocimiento, es decir, cuando la iglesia viviera
la experiencia de la perfección del encuentro con su Señor en Su venida. De
acuerdo con este punto de vista, las instrucciones dadas en este capítulo serían
aplicables a todas las etapas históricas de la existencia de la iglesia en este
mundo.
El profesor McGee destacó que ningún registro histórico mencionó que Jesús
hablase en lenguas, ni tampoco los apóstoles, después del día de Pentecostés. En
el caso del apóstol Pablo, por una parte, no ha quedado constancia de que él
pronunciase algún mensaje en alguna otra lengua aunque, por otra parte, sabemos
por el v. 18, que Pablo habló en lenguas, porque él mismo dijo: Doy gracias a Dios
que hablo en lenguas más que todos vosotros. El Profesor McGee cree que aquí el
apóstol se estaba refiriendo a idiomas conocidos y manifestó que se dio cuenta
de la importancia de esta declaración cuando estuvo en Turquía y al visitar las
ruinas de las siete iglesias mencionadas en el Apocalipsis, recordó que Pablo
obviamente había predicado en todas ellas. Después, en el interior de aquel
territorio, en dirección a Anatolia, fue consciente de que Pablo había viajado por
esa región, procedente de Tarso, su pueblo natal. En ese extenso recorrido de
cientos de kilómetros, al ver que en esa ruta han vivido antiguos pueblos y tribus
que hablaron diferentes idiomas, se preguntó cómo habría hecho el apóstol Pablo
para comunicarse con ellos, llegando a la conclusión de que les habrá predicado
tal como hicieron los apóstoles en el día de Pentecostés, cuando todos las
personas allí presentes les escucharon proclamar el Evangelio, cada una en su
propio idioma.
Sabemos que en una ocasión, Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo, y él
dice que allí oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. El
profesor McGee, consecuente con su opinión de que las lenguas no constituyen
un lenguaje estático y misterioso, sino que son idiomas conocidos, como en el
caso de Pentecostés, creía que aquellas palabras que Pablo oyó no pertenecían a
un idioma desconocido, sino que se trataba de palabras que al apóstol no se le
permitió expresar. Otros expositores Bíblicos se inclinan por creer que las
lenguas mencionadas en este capítulo constituyen un lenguaje estático
desconocido.
V. 2. El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues
nadie lo entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.
Como nadie las podía entender, aquellas personas no debían hablar en una lengua
que resultase desconocida para el grupo, a menos que alguien pudiera
interpretarla.
En este capítulo veremos que el apóstol les estaba dando un énfasis especial a
tres dones: la profecía, las lenguas y la interpretación de las lenguas. Aquí
cabría destacar que en la Biblia se mencionan muy poco a las lenguas, excepto en
estos tres capítulos. Las referencias se encuentran en Mr. 16:17 y Hch. 2:3-
4, 10:46 y 19:6. Ya hemos hablado de lo que ocurrió en el día de Pentecostés.
En el hogar de Cornelio, él y su familia hablaron en lenguas. Los discípulos de
Juan, en Éfeso, hablaron en lenguas después de que Pablo les predicara el
Evangelio. Podemos ver, por lo tanto, que las lenguas fueron usadas en la
institución de la época de la gracia. Y cada vez que fueron utilizadas, fue en
relación con ese aspecto. Así y repasando las tres citadas ocasiones, se habló en
lenguas en el día de Pentecostés, cuando el Evangelio fue proclamado a la nación
de Israel. Se habló en lenguas en la casa de Cornelio cuando el Evangelio fue
presentado a los no judíos y en Éfeso, cuando el Evangelio comenzó a extenderse
hacia los confines de la tierra.
v. 3. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación espiritual,
exhortación y consolación.
Pablo estaba enfatizando aquí el don de profecía, que les permitiría edificar
espiritualmente a la comunidad, animándola y consolándola.
v. 4. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que
profetiza, edifica a la iglesia.
Aquí da a entender que las lenguas, cuando eran ejercitadas por el individuo,
podían conducir a un uso egoísta del don. Pero el profetizar, o enseñar, resultaba
en la edificación espiritual de la iglesia.
v. 5. Yo desearía que todos vosotros hablarais en lenguas, pero más aún que
profetizarais, porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas,
a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
La profecía consistía en exponer la Palabra de Dios. El que profetizaba,
ensañaba. En ese sentido, tenía más importancia para la comunidad, una reunión
de Estudio Bíblico, que una reunión en la que se diera toda la importancia a las
lenguas. Debemos prestar atención a algo que en el día de hoy no se está
enfatizando y es que nadie debería hablar en lenguas, si no estuviera presente
una persona capaz de interpretar, para que los que escuchen, puedan recibir una
enseñanza.
v. 6. Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué
os aprovechará, si no os hablo con revelación, con conocimiento, con
profecía o con doctrina?
Pablo estaba diciendo: Si lo que digo yo no tiene ningún sentido, porque nadie me
entiende, ¿qué utilidad tendría mi visita?
Vs. 7-8. Ciertamente, las cosas inanimadas que producen sonidos, como la
flauta o la cítara, si no dieran notas distintas, que se pudieran distinguir
¿cómo se sabría lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la
trompeta diera un sonido incierto, ¿quién se prepararía para la batalla?
Aun un instrumento, construido en un material que no tiene vida, debe emitir
sonidos que estén debidamente diferenciados para transmitir un significado a
los que escuchen. La trompeta, por ejemplo, era utilizada para alertar a las
tropas para la batalla. En el día de hoy, debemos tener una presentación clara
del evangelio.
v. 9. Así también vosotros, si por la lengua que habláis no dais palabra bien
comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís?, porque sería como si
hablarais al aire.
Lo que Pablo estaba diciendo apelaba al sentido común.
Vs. 10-12. Tantas clases de idiomas hay seguramente en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el significado de las
palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será
como un extranjero para mí. Así pues, ya que anheláis los dones
espirituales, procurad abundar en aquellos que sirvan para la edificación de
la iglesia.
Hay muchos idiomas en el mundo. Sin embargo, no puede haber comunicación
entre las personas que no hablan el mismo lenguaje. Si alguien hablaba en un
idioma que nadie en la iglesia podía entender, ¿cómo podía esa actitud contribuir
al desarrollo espiritual de los miembros de la congregación? La pregunta clave
era: ¿Se edifica espiritualmente a la iglesia? ¿Contribuye al crecimiento
espiritual de los creyentes?
v. 13. Por lo tanto, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder
interpretarla.
O sea que todo lo que se dijera en otra lengua, debía ser interpretado. De otra
manera, no tendría sentido para nadie. Si el que hablaba no podía interpretar,
entonces tenía que haber alguien presente que tuviera el don de interpretación.
v. 14. Si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi
entendimiento queda sin fruto.
Esta afirmación podría ir dirigida a quienes reconocieran hablar en lenguas en
sus devociones personales. Si el entendimiento quedaba sin fruto, si no se
beneficiaba, ¿podemos hablar de que el E.S estaba actuando en esas personas?
¿No creemos que cuando el Espíritu actúa en un creyente, éste recibe la
bendición de un fruto espiritual?
Vs. 15-16. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el
entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento, porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de
simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias?, pues no sabe lo
que has dicho.
En otras palabras, los creyentes debían decir algo provechoso a lo cual las demás
personas pudieran asentir diciendo así sea, deseando que se cumpliera la
oración.
Vs. 18-19. Tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado.
Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la
iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar
también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.
Creemos que lo que Pablo estaba diciendo es que él, como misionero a otros
pueblos, había hablado en prácticamente una docena de lenguas diferentes o en
más. Cuando estaba en un territorio de misión, él les hablaba en su propio idioma,
lo cual tenía sentido para ellos porque le entendían, aunque el hablar esa lengua
no tenía sentido para el mismo Pablo. Ahora, cuando él estaba en la iglesia, ante
creyentes que hablaban su mismo idioma, se dirigiría a ellos en ese idioma para
que todos le pudieran entender.
v. 20. Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en
cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar.
Otra vez les estaba hablando con severidad. Antes les había llamado niños,
carnales o inmaduros en el conocimiento de Cristo. En este caso les estaba
pidiendo que no actuaran como niños.
Vs. 21-22. En la Ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios
hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que las
lenguas extrañas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos;
pero la profecía es una señal, no a los incrédulos, sino a los creyentes.
Otra versión lo traduce así: Por hombres de lenguas extrañas, y por boca de
extraños, hablaré a este pueblo. Podemos ver aquí que él se refería a un
lenguaje que podía ser entendido. El apóstol usó una cita libre tomada de la ley,
para mostrar que las lenguas tienen como fin ser una señal de la presencia de
Dios también entre los no judíos. En Is. 28:11, de donde se tomó la cita: a los
asirios se les llamó hombres de lengua extraña. Como Israel se había negado
a escuchar el mensaje de Dios transmitido por los profetas, Isaías predijo que
llegaría otro mensaje. Este mensaje sería entregado por una lengua extranjera,
ininteligible para los israelitas, aunque claro y evidente. La lengua extranjera
simbolizó el rechazo de Dios, su respuesta disciplinaria ante la obstinada
rebelión contra Él (Hch. 7:51).
Un pueblo extranjero se convirtió temporalmente en siervo de Dios, en lugar de
Israel (Ro. 10:19-21) y su lengua extranjera fue para Israel una señal del
castigo por lo que había ocurrido. Éste parece ser el significado que Dios
atribuyó a las lenguas. Así, las lenguas no interpretadas no tenían su lugar en la
iglesia. Y el ejercicio de ese don sería de beneficio a la asamblea de los
creyentes, únicamente si fueran interpretadas.
La importancia del orden en la iglesia local para el ejercicio de cualquier don
Vs. 23. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en
lenguas extrañas, y entran recién convertidos o incrédulos, ¿no dirán que
estáis locos?
Si hay algo que necesitamos hoy, es una presentación lógica y significativa de la
Palabra de Dios. Las personas de nuestra generación son inteligentes, bien
preparadas, sofisticadas y muchas de ellas, con ciertos conocimientos
científicos. Y necesitan escuchar un mensaje comprensible y coherente. La
Palabra de Dios necesita ser expuesta de manera que pueda ser bien entendida.
Vs. 24-25. Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o un recién
convertido, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su
corazón quedará al descubierto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará
a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.
En otras palabras, si usted está predicando la palabra de Dios, y entra un no
creyente, experimentará una convicción que le conduzca a la conversión.
Vs. 26. Entonces, hermanos, ¿qué podemos decir? Cuando os reunís, cada
uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación,
tiene interpretación. Que todo se haga para edificación.
Si alguien iba a hablar en alguna lengua, tenía que haber alguien que tuviera el
don de interpretación, para que el mensaje pronunciado resultara de provecho
espiritual.
Vs. 27-28. Si alguien habla en lengua extraña, que sean dos o a lo más
tres, y por turno; y que uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la
iglesia, y hable para sí mismo y para Dios.
No sólo tenía que haber edificación espiritual, pero la intervención pública debía
llevarse a cabo en orden. Si alguien iba a hablar en una lengua, debía haber un
intérprete, el mensaje debía tener sentido en conformidad con la Palabra de
Dios. Si no era así, con toda seguridad, el Espíritu de Dios no estaba actuando en
ese caso. Si no había un intérprete, o si dos o tres creyentes ya habían hablado,
el que quería hablar en una lengua, tenía que permanecer en silencio. También
podía retirarse en lugar apartado, y hablar para él mismo.
Vs. 29-30. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen
lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro que está sentado, que el
primero calle.
Es evidente aquí que en aquellos días en la iglesia había personas que podían
hablar proféticamente. Sabemos que las hijas de Felipe, profetizaron, como se
indicó en los Hch. 21:9. Y en el mismo capítulo, alguien llamado Agabo
profetizó.
v. 31. Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y
todos sean exhortados.
Cada uno podía tener algo que decir sobre la Palabra de Dios. Puedo decir que en
la actualidad, yo he recibido grandes bendiciones al escuchar a ciertas personas
hablando en reuniones de testimonios y creo que muchos otros han sido
bendecidos también.
vs. 32-33. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas,
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.
Vemos que el énfasis general continúa siendo que el culto o servicio en la iglesia
tenía que ser conducido en orden.
Vs. 34. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en
las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que deben estar
sujetas, como también la Ley lo dice.
¿Ahora bien, de qué estaba hablando aquí? Pues de las lenguas. Él no dijo que una
mujer no debía hablar en la iglesia, sino que no debía hablar en lenguas en la
iglesia.
Vs. 35-36. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos,
porque no es correcto que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha
salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?
Por supuesto, que la Palabra de Dios les había llegado.
Vs. 37-38. Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os
escribo son mandamientos del Señor; pero si alguno no reconoce esto,
tampoco él será reconocido.
Ésa era la verdadera prueba y lo sería también hoy. Si una persona en nuestros
días dice que es profeta o que es espiritual, porque puede hablar en lenguas,
entonces tendría que reconocer que lo que Pablo estaba diciendo aquí, era y es
un mandamiento del Señor.
Vs. 39-40. Así que, hermanos, procurad profetizar y no impidáis el hablar
en lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.
Una vez más, somos estimulados para desear los mejores dones. Evidentemente,
enseñar la Palabra de Dios, es el mejor. Y aquí encontramos un gran principio. El
ejercicio de los dones debe llevarse a cabo de una manera apropiada y en el
orden determinado por la enseñanza del apóstol Pablo.
Y esto nos trae al final de esta sección de la Primera Epístola a los Corintios. En
cuanto a la cuestión de la vigencia total o parcial de los dones del Espíritu,
hemos expuesto el punto de vista del profesor McGee, así como la opinión
diferente de otros expositores de la Biblia. El profesor McGee, al terminar su
comentario de este capítulo se dirigió a los oyentes, con estas palabras: "Si
algunos no estuvieran de acuerdo conmigo, deseo que las divergencias nos
motiven a todos a realizar un estudio más intenso de las Sagradas Escrituras. Y
si consideran que estoy equivocado, les rogaría que orasen por mí". De todos
modos, la falta de acuerdo en la práctica de los dones no debiera disminuir el
nivel del compañerismo y la comunión cristiana. A veces, los expositores Bíblicos
que aman la Palabra de Dios y creen en su inspiración llegan, a conclusiones
diferentes en el tratamiento de algunos textos Bíblicos. Esas conclusiones son
sinceras y provienen de quienes aman y respetan profundamente a la Palabra de
Dios. Por lo tanto, deben ser respetadas y contrastadas, bajo el principio
regulador del amor, con una actitud de humildad. De todas formas, las
divergencias de opinión no se refieren a aspectos básicos de la fe, tales como,
por ejemplo la inspiración de las Sagradas Escrituras, la muerte y resurrección
del Señor Jesucristo, y su significado para la salvación de los seres humanos. En
consecuencia, nunca debieran ser un obstáculo para debilitar el testimonio del
Evangelio, tarea que une a todos aquellos que han sido redimidos por la obra del
Señor Jesucristo en la cruz. En todo caso, resulta útil orar los unos, por los
otros, para que el Espíritu, que inspiró las Sagradas Escrituras, guíe a cada uno
en su enseñanza y proclamación de la Palabra, que las personas de nuestra
generación tanto necesitan. Estimado oyente, Dios es un Dios de orden, y no de
confusión. Las instrucciones de este capítulo así lo han puesto de manifiesto. La
luz de Su Palabra disipa todas las tinieblas que invaden la mente de los seres
humanos. Bien dijo el escritor del Sal. 119:105. Lámpara es a mis pies tu
palabra y lumbrera a mi camino.
¿Cuál es el don de hablar en lenguas?"

El primer acontecimiento de hablar en lenguas se produjo en el Día de


Pentecostés; lo encontramos en el libro de los Hch. 2:1-4. Los apóstoles
salieron y compartieron el Evangelio con las multitudes, hablándoles en su propia
lengua, “¡Les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios!” (Hch.
2:11). La palabra griega traducida “lenguas”, literalmente significa “idiomas”.
Por tanto, el don de lenguas es hablar en un idioma que una persona no conoce, a
fin de ministrar a alguien que habla ese idioma. En 1 Corintios capítulos 12 al 14,
donde Pablo habla de dones milagrosos, comenta, “Ahora pues, hermanos, si yo
voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablase con
revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1 Co. 14:6). De
acuerdo con el Apóstol Pablo, y de acuerdo con las lenguas descritas en Hechos,
hablar en lenguas es valioso para aquel que escucha el mensaje de Dios en su
propio idioma, pero es inútil para todos los demás - a menos que sea
interpretado / traducido.

Una persona con el don de interpretar lenguas (1 Co. 12:30) podría entender lo
que uno que habla en lenguas está diciendo, aunque no conozca el idioma que está
siendo hablado. El intérprete de las lenguas comunicaría entonces el mensaje del
que habla en lenguas a todos los demás, de manera que todos pudieran entender.
“Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla”
(1 Co. 14:13). La conclusión de Pablo en cuanto a lenguas no interpretadas es
poderosa, “Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida” (1 Co. 14:19).

¿Es el don de lenguas para hoy en día? 1 Co. 13:8 menciona que cesa el don de
lenguas, aunque asocia la cesación con la llegada de lo “perfecto” en 1 Co.
13:10. Algunos apuntan a una diferencia en el idioma cuando dice “cesando”
respecto a la profecía y el conocimiento y “siendo cesadas” para las lenguas,
como evidencia de que las lenguas cesan antes de la llegada de lo “perfecto”.
Mientras sea posible, esto no es explícitamente claro a juzgar por el texto.
Algunos también apuntan a los pasajes tales como Isaías 28:11 y Joel 2:28-29
como una evidencia de que hablar en lenguas era una señal del juicio venidero de
Dios. 1ª Corintios 14:22 describe las lenguas como una “señal para los
incrédulos”. De acuerdo con este argumento, el don de lenguas era una
advertencia para los judíos de que Dios iba a juzgar a Israel por rechazar a
Jesucristo como Mesías. Por tanto, cuando Dios de hecho juzgó a Israel (con la
destrucción de Jerusalén por los Romanos en el año 70 d. C.), el don de lenguas
dejaría de servir para su propósito deseado. Mientras este punto de vista es
posible, el propósito principal de las lenguas, que ha sido llevado a cabo, no
necesariamente demanda su cesación. La Escritura no afirma concluyentemente
que el don de hablar en lenguas ha cesado.

Al mismo tiempo, si el don de hablar en lenguas estuviera activo en la iglesia de


hoy en día, éste sería ejecutado de acuerdo con la Escritura. Sería un idioma
real y comprensible (1ª Corintios 14:10). Tendría el propósito de comunicar la
Palabra de Dios con una persona que habla otro idioma (Hechos 2:6-12). Sería
en acuerdo con el mandato que Dios dio a través del Apóstol Pablo, Si habla
alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y
uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí
mismo y para Dios (1ª Corintios 14:27-28). También debe ser en obediencia a
1 Co. 14:33. Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.

Dios definitivamente puede dar a una persona el don de hablar en lenguas para
facilitar la comunicación con una persona que habla otro idioma. El Espíritu
Santo es soberano en la distribución de los dones espirituales (1ª Corintios
12:11). Solamente imagínese cuánto más productivos podrían ser los misioneros
si no tuvieran que ir a una escuela de idiomas, e instantáneamente fueran
capaces de hablar a la gente en su propio idioma. Sin embargo, Dios no parece
estar haciendo esto. Las lenguas no parecen ocurrir hoy en día en la forma que lo
hacían en el Nuevo Testamento, a pesar del hecho de que sería sumamente
provechoso. La vasta mayoría de creyentes que demandan practicar el don de
hablar en lenguas, no lo hacen en acuerdo con la Escritura mencionada arriba.
Estos hechos conducen a la conclusión de que el don de lenguas ha cesado, o es al
menos una rareza en el plan de Dios para la iglesia hoy.

Aquellos que creen en el don de lenguas como un “lenguaje de oración” para


edificación propia obtienen su punto de vista de 1ª Corintios 14:4 y/o 14:28,
“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que
profetiza, edifica a la iglesia”. Por todo el capítulo 14, Pablo está enfatizando
la importancia de tener interpretadas (traducidas) las lenguas, vea 14:5-12. Lo
que Pablo está diciendo en el versículo 4 es, “Si usted habla en lenguas sin
interpretación, no está haciendo nada más que edificarse a sí mismo,
apareciendo más espiritual que otros. Si usted habla en lenguas y las interpreta,
usted edifica a todos”. El Nuevo Testamento en ningún lugar da instrucciones
específicas sobre “orar en lenguas”. En ningún lugar en el Nuevo Testamento da
un propósito de “hablar en lenguas”, o describe específicamente a una persona
“orando en lenguas”. Además, si “orar en lenguas” es para edificación propia, ¿no
sería eso injusto para aquellos que no tienen el don de lenguas y quienes por
tanto no están en capacidad de edificarse a ellos mismos? 1ª Corintios 12:29-
30 claramente indica que no todos tienen el don de hablar en lenguas.

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