Você está na página 1de 2

Fe

 Mt 14, 24-33
 Los creyentes tenemos el riesgo de ser como ese Pedro que
pone a prueba la fe y que la instrumentaliza. Dios se nos ha
revelado, nos ha dicho Soy Yo, y aún así hurgamos más
pruebas. Parece no bastarnos su propio testimonio; parece
que hemos perdido el más elemental sentido de confianza o
que ya no somos capaces de reconocer su singular timbre de
voz, ese que suena sonoro y con nítida claridad en lo
profundo del alma, ese que escuchamos un día cuando
reconocimos con el pasar de los años la fe que nos había sido
dada. Y lo más triste y dramático de una situación así es que
esa búsqueda desconfiada, que esa sordera voluntaria, pueda
venir precisamente de quienes reconocemos como de hecho
es a Cristo como Dios: de sus discípulos.
Pedro pone a prueba su fe cuando no le bastan las palabras de
Jesús ¡Animo!, soy yo; no temáis y duda: Si eres tú. Pedro
instrumentaliza la fe cuando condiciona al maestro a hacerlo ir hacia
Él sobre las aguas. ¿No es este Pedro el que había visto la
multiplicación de los panes y de los peces? ¿No es este Pedro el
que había bebido del agua hecha vino delicioso? ¿No es este Pedro
aquel que confesó de Jesús: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo?
¿No hay muchas similitudes en la vivencia de la fe de Pedro y en el
modo como la vivimos o podemos llegar a vivir muchos de
nosotros? Cuántas veces tentamos a Dios: Si eres Dios podemos
llegar a decirle que sane mi madre, si eres Dios que pase mis
exámenes, incluso ponemos fecha límite para la sanación y para el
examen, pero cuando vemos un obstáculo o una dificultad nos
desanimamos porque nos falta fe. Hombre de poca fe, ¿por qué
dudaste?. Si de verdad creyésemos; si tuviéramos fe como un
granito de mostaza moveríamos las montañas Bajo estas
perspectivas, ¿no es justo reflexionar y meditar cómo es o cómo
está actualmente nuestra fe?
Pedro había recibido la fe en Jesús y había visto los milagros de
Jesús. Pero quizá se conformó, en esa etapa de su vida, con vivir
con la fe sin cultivarla. ¿Y es que la fe también se cultiva?
Ciertamente. Dios es el jardinero que la pone como semilla en el
jardín de la existencia de cada uno de los hombres que la
aceptamos con humildad. Él siembra pero depende de nosotros, de
los jardineros, regarla, cuidarla, hacerla crecer fuerte, sana, recta y
vigorosa. Y es un don tal alto la fe. Ninguna otra criatura en la tierra
es capaz de creer, de tener fe, sino el hombre que la abraza en un
acto libre y personal.
Con fe los éxitos y los fracasos son vistos de otra manera porque se
es consiente de que Dios está con nosotros y si Él está con
nosotros quién estará contra nosotros. Sí, la fe nos viene dada por
Dios como don gratuito y condición necesaria para salvarnos. No
nos viene impuesta ni es un acto irracional: la fe es un acto de la
inteligencia del hombre quien bajo el impulso de la voluntad movida
por Dios asiente libremente a la verdad divina, a la verdad cierta
que se fundamenta sobre la palabra de Dios, actúa por medio de la
caridad, está en continuo crecimiento y hace pregustar del gozo del
cielo.

La fe no es un escudo para vencer el miedo; es la amorosa


conciencia y confiada certeza de la existencia del Dios al que no
vemos. ¡Cuántas veces Dios ha salido al encuentro, a ayudarnos a
vencer nuestros miedos muy a pesar de las tempestades que por
todas partes nos asechan! ¡Cuántas veces nos ha hecho ir hacia Él
no por voluntad nuestra sino por generosa invitación suya!
Sólo hace falta reconocerle; y para ello hace falta cultivar la fe.

Cultivar la fe es estar atento a la escucha de lo que Dios quiere;


frecuentar los sacramentos, ser Iglesia. Y es que si bien la fe es un
acto personal no significa que sea vivencia particular aislada.
La fe es un acto personal donde la respuesta libre del hombre es la
iniciativa de Dios que se revela.

Você também pode gostar