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1. Antecedentes
1
Lefebvre, H. (1969), El derecho a la ciudad, Anthropos, Parìs.
2
Borja, J. (2003), La ciudad conquistada, Alianza Editorial, Madrid; Guillén Lanzarote, A. (2011), “El
derecho a la ciudad, un derecho humano emergente”. En: Serie Derechos Humanos Emergentes 7: El
derecho a la ciudad. Instituto de Derechos Humanos de Catalunya Barcelona,
3
Harvey, D. (2012), Ciudades rebeldes: Del derecho de la ciudad a la revolución urbana, Ed. Akal,
Madrid, p. 23.
correctora y, lo que no es menos importante, con la mirada puesta en lograr
que los instrumentos diseñados con tal fin incidan al propio tiempo en la
mejora de las condiciones de vida y trabajo de la mujer en la esfera
privada, entendiendo particularmente como tal el ámbito de las empresas”4.
4
Manero Miguel, F. (2010), “Mujer y espacio urbano: Dimensión y operatividad de la perspectiva de
género de las políticas públicas locales en el contexto de la Unión Europea”. En: Revista CIUDADES,
número 88, p. 1.
5
Abramovich, V. y Pautassi, L. (comp.) (2009), La revisión judicial de las políticas sociales. Estudio de
casos. Del Puerto. Buenos Aires.
6
Abramovich, V. (2006), “Los Estándares Interamericanos de Derechos Humanos como Marco para la
Formulación y el Control de las Políticas Sociales”. En: Anuario de Derechos Humanos, pp.13-51
accesibilidad al Derecho a la Ciudad por parte de las mujeres, las cuales, a criterio de la
autora, deben ser representar objetivos de políticas públicas a realizarse de manera
simultánea, en tanto su solución individual no resulta en un cambio verdadero en la
situación de las mujeres. Así, Buckingham (2010) reconoce a la falta de seguridad en
ambientes urbanos, la deficiencia en la infraestructura y transporte públicos, la falta de
proximidad entre viviendas, servicios y empleos, la persistencia de la dicotomía de
esferas públicas y privadas y el déficit de participación en la toma de decisiones,
gobernanza y planificación, como las causas principales de perturbación en la
accesibilidad a la Ciudad por parte de las mujeres.
Jirón y Zunino Singh7 han relevado los principales ejes del debate científico en
materia de movilidad urbana y género en América Latina, partiendo de la afirmación de
Urry de que observar el fenómeno de la movilidad urbana desde la perspectiva de
género revela tanto que la misma es una práctica social como que también es una
relación social y política que expresa, admite, resulta o responde relaciones de poder8.
Así, identifican estudios interdisciplinarios que han abordado temas como transporte y
planificación, teoría del desarrollo, filosofía feminista, teoría postcolonial y teoría
cultural, si bien se reconoce que en el campo “las creencias patriarcales sobre la
adecuada movilidad espacial de las mujeres fuera del hogar, continúa influyendo la
investigación y planificación en el campo de la movilidad y el transporte”.9
7 Jirón, P. & Zunino Singh, D. (2017), “Dossier: Movilidad Urbana y Género: experiencias
latinoamericanas”. En: Revista Transporte y Territorio, N°16, pp.1-8.
8 Urry, J. (2007), Mobilities. Cambridge, Polity Press; Cresswell, T. (2010), “Towards a politics of
mobility”. En: Enviroment and Planning D: Society and Space. Vol. 28, pp.17-31.
9 Jirón, P. & Zunino Singh, D., op. cit., p.1.
10 Law, R. (1999), “Beyond Women and transport: Towars New Georaphies of Gender and Daily
Mobility”. En: Progress in Human Geography, vol. 23, pp.60-72.
los patrones de movilidad cotidiana; b) la visibilización de las relaciones de poder
basadas en género a través del estudio del proceso de movilidad/inmovilidad; y c) la
relación entre sexualidad y transporte urbano. En cuanto a los temas más indagados por
los científicos en la región, los autores identifican: a) violencia de género y movilidad,
en particular, los fenómenos de abuso y acoso sexual en el transporte público; b) la
diferenciación del uso del espacio público motivado en género, principalmente
orientado a los medios de transporte públicos y otros medios de transporte individuales;
y c) la relación entre el uso del tiempo y la interdependencia. El tipo de estudios
realizados en grandes urbanizaciones latinoamericanas ha sido de carácter cualitativo y
cuantitativo con el objetivo de relevar la experiencia de las mujeres en los espacios
público y privado, colocando al género como factor generador de desigualdad y
exclusión espacial.
11
Cabrera Barrios, T. (2014), “Movilidad cotidiana y seguridad urbana desde una perspectiva de género.
Caso de estudio: Troncal Caracas de Transmilenio”. En: Seminario Internacional de Investigación en
Urbanismo. "VI Seminario Internacional de Investigación en Urbanismo, Barcelona-Bogotá, junio
2014". Barcelona: DUOT.
movilidad cotidiana y en las percepciones de inseguridad que presentan
diferencialmente hombres y mujeres” para acceder al transporte público, y como
objetivos específicos “1) identificar y georreferenciar las situaciones de seguridad
objetiva que más influencia tienen en los espacios relacionados a este sistema de
transporte, según sexo, edad y escenario de ocurrencia, 2) caracterizar y visibilizar las
restricciones que tienen hombres y mujeres para usar y acceder a dicho sistema, y 3)
caracterizar los espacios de actividad, seguridad y/o conflictividad que se encuentran
deteriorando los desplazamientos cotidianos de los hombres y las mujeres” en
determinadas estaciones.
Un resumen de los tratados que incorpora el art. 75 como parte del bloque de
constitucionalidad, aplicables al caso, son los siguientes: la Declaración Americana de
Derechos Humanos (arts. I, II, VI, VII, XI, XII, XVI, XVIII, XXIII); la Declaración
Universal de Derechos Humanos (arts. 1, 2.1, 3, 7, 8, 10, 17.1, 22 y 25); la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (preámbulo y arts. 1, 4, 5, 11.1, 17.1, 19, 24, 25.1,
26 y 29.1); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (arts.
10 1.2.3., 11 y 12); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (arts. 3. a.b.c.,
6, 23.1, 24.1 y 26); la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (arts. 1, 2, 3 y concs.); la Convención sobre los
Derechos del Niño (preámbulo y todo su articulado) y el Protocolo de San Salvador
(arts. 1, 3, 4, 5, 10.1, 2.f, 11.1, 12, 15 y 16); 14 bis, 19, 43 y 75 incs. 22 y 23 de la
Constitución nacional; y 20 y 36 incs. 1, 2, 4, 7 y 8 de la Constitución provincial; y
finalmente los dispositivos legales de protección de menores en el ámbito provincial, tal
la ley 13.298 y sus decretos reglamentarios 300/2005, 1558/2005 y 642/2003.
La Constitución Nacional, la provincial y los tratados internacionales aplicables
contienen cláusulas específicas que resguardan un nivel adecuado de vida, tendiente a
asegurar la salud, la alimentación, la vivienda y el cuidado de los niños, ello según
surge de los arts. VII y XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; 25 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre; 4 inc. 1 y 19 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica);
24 inc. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 10, 11 y 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y 23 y 24 de la
Convención sobre los Derechos del Niño; (arts. 2, 10 a 12 del P.I.D.E.S.C.;
Observaciones Generales 4 (1991) y 7 (1997) del Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales).
Entre tales instrumentos internacionales enumerados por el artículo 75, debemos
puntualizar la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 25); la
Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (artículo 14.g. h); la Convención de los Derechos del Niño (artículo 27.3); la
Declaración Americana sobre Derechos y Deberes del Hombre (artículo XI); la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 26) y el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 11) (en adelante PIDESC).
La Constitución Nacional reconoce en su Art. 14, entre otros, el derecho a la
educación, estableciendo “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes
derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y
ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de
entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la
prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines
útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender”.
Es preciso recordar, además, que, entre los grandes logros de la última Reforma
Constitucional debe destacarse la incorporación de los tratados internacionales de
DDHH (a través del artículo 75 inciso 22), los que de esta forma adquieren ‘jerarquía
constitucional’.