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Código: 17020197
Lima, 2018
Richard Kagan – Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500 – 1700
Ensayo sobre la litigiosidad y el “boom” de litigios en la Castilla de los siglos XVI y XVII
Los pleitos, definido por Antonio Liñon y Verdugo, serían el “pedir uno a otro la hacienda y
litigar sobre cuál de los la posee, justa o injustamente”; a pesar del cierto descontento que
causaban los pleitos en el periodo del siglo XVI y XVII, se seguía recurriendo más y más en ello;
la mayoría castellana consideraba que los abogados eran la causa principal del boom de los
pleitos, a tal punto que la corona llegó a acordar en 1529 excluir a los abogados de la colonia
española “Perú”, se tenía también criticas morales hacía los pleitos aludiendo a estos un
carácter discordioso y que por estas razones morales y hasta cristianas se debían reducir el
número de pleitos; sin embargo, los cambios demográficos, sociales y económicos jugaban en
contra de los reformadores que a voz del descontento de la gente buscaban reducir el inmenso
número de pleitos que conseguía en suma, el retraso de la administración de justicia en Castilla
de aquella época.
Estos pleitos, según las Cortes de esa época, duraban entre veinte y treinta años, el boom de los
pleitos que significó un aumento masivo de pleitos en Castilla, significó también que los
tribunales creados en la Alta Edad Media alcanzaran su auge, pues “nunca habían sido
utilizados tanto, por tanta gente por tan diferentes razones” menciona Kagan. Una de las
pruebas del aumento de pleitos en el periodo estudiado es el registro de pleitos en la
chancillería de un partido (categoría administrativa usada para clasificar los pleitos entrantes)
denominado villa que indica un total de 2584 pleitos en 1560 y un incremento del 50% para el
año 1594 que ascendía la cifra hasta 3880 pleitos registrados ese año, otro índice encontrado
por Kagan es el aumento de las cartas ejecutorias de 530 hasta 1400 entre los años 1500 y
1580. La chancillería de Valladolid solía recibir entre 6000 y 7000 demandas al año, creando un
“diluvio de causas” que explica por qué el tribunal no lograba mantener sus archivos al día,
menciona Kagan. Esto no era un caso aislado que solo competía a la chancillería de Valladolid,
en la chancillería de Granada, con una población menor que de la que tenía jurisdicción la
chancillería de Valladolid, se estaba empezando a percibir el mismo fenómeno que traía como
consecuencia los mismos problemas de retraso de la administración de justicia registrados en la
chancillería de Valladolid.
Una de las probables razones por las que se dio este boom de pleitos en la Castilla de aquella
época, como ya se ha mencionado, puede ser el aspecto económico. Kagan nos menciona que
en 1572, Felipe II se quejó con su presidente de consejo, Diego de Covarrubias y Leyva, que el
tiempo empleado por sus consejeros para resolver los pleitos era extensivamente demasiado
dentro del Consejo Real de Castilla, tribunal superior del reino, y demasiado corto para
cuestiones importantes de política y de la administración del reino. Así es entonces que da
instrucciones a Covarrubias para que corrigiera este desequilibrio aumentando el costo del
depósito que se exigía a los apelantes, luego antes de 1598 ordenó la creación de una sala de
justicia especial dedicada a las causas civiles.
Las ciudades de Castilla también padecieron del mismo problema, en 1555, Kagan bis menciona
que “Sevilla tenía ochenta y cinco diferentes pleitos simultáneamente pendientes en la
chancillería de Granada y para administrar esta y otras causas, el municipio contrató los
servicios de por lo menos doce abogados”. La ciudad de Teba, en 1576, pidió permiso al rey
para cobrar un nuevo impuesto y así pagar los derechos debidos a los relatores y secretarios y
los salarios prometidos en el proceso judicial. Así diversos sectores de la sociedad castellana,
tuvieron que recurrir a la ayuda de la corona.
A parte del rey, de la aristocracia y las ciudades representadas legalmente, el pueblo castellano,
es decir, el sector empobrecido de Castilla, también llevaba pleitos; y gracias a una ordenanza
de la corona desde finales del siglo XIII, el pobre tenía acceso a un servicio jurídico gratuito,
manteniendo un abogado y un procurador en los tribunales superiores del reino. Sin embargo,
Kagan nos comenta que esto era en “teoría”, dado que en la práctica, el sector empobrecido
era obligado por la necesidad a vender sus pertenencias para lograr pagar los altos honorarios
que estos llamados “abogados de los pobres” cobraban ilegalmente. Sin embargo, el sector
empobrecido aunque importante solo representaba el 10% de los que llevaban al tribunal un
pleito, deduciendo el escaso acceso que tenían los pobres de Castilla a la administración de
justicia. Un ejemplo que nos da Kagan es el caso de Marita que en el año 1551 pide a Antonio
Alonso su libertad y el despoje de su condición de esclava.
La respuesta que es más factible es que fue el mismo desarrollo de la sociedad, los cambios
demográficos y los cambios económicos como la inflación de mediados del siglo XVI que
llevaron a que el acceso a la administración sea más amplia y que la participación en los litigios
sea de más estamentos de la sociedad castellana. También lo que Balatazar Alamos comenta
diciendo que una gran parte de la población castellana estaba acostumbrada a litigar, es decir,
participaba o participó en un pleito, lo que Kagan desarrolla y concluye que los pleitos eran
familiares para los castellanos de diversos estamentos de la sociedad, si bien esta “costumbre
de litigar” puede ser una consecuencia en primera instancia de las causas antes mencionadas,
también se convierte en una causa del progresivo aumento de los pleitos en castilla, siendo así
una causa y consecuencia del boom de pleitos en Castilla. Otro punto a analizar también es las
causas por las cuales se acudía a los pleitos, estas eran en su mayoría por deudas y aspectos
económicos de la vida social. Esto una vez más, nos lleva a concluir que la proliferación de
pleitos también es debido a que los castellanos tenían posible llevar a los tribunales, casos
insignificantes u ordinarios.
Kagan nos comenta que los pleitos empezaban a ser criticados, y en busca de culpables y
razones de su abundancia, encuentran a los letrados y a los abogados la razón principal de que
los pleitos se hicieran inmortales o sean extensos en duración, o por otro lado, aumenten en
cantidad, tanto así que en 1529 por acuerdo de la corona, los abogados son excluidos de la
colonia española “Perú”. Esto nos lleva a pensar en la “situación paradójica” de los castellanos
mencionada por Kagan: “detestaban los pleitos, pero parece que se embarcaban en ellos más
que antes”, dando a entender que era una cuestión inevitable el aumento de pleitos en la
sociedad castellana.
La razón final la encontramos en las causas, estas empezaron a ser ordinarias, el acceso a los
tribunales y la participación en ellos fue mucho mayor, hubo un crecimiento demográfico y
cambios económicos que trajeron consigo lo que es conocido por los estudiosos del derecho
como el “boom de litigios” en Castilla entre el siglo XVI y el siglo XVII.
Bibliografía:
Kagan, R. (1991). Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500 – 1700. Junta de Castilla y León.
Salamanca.