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PERTENENCIA Y TRANSPARENCIA

TRANSPARENTAMOS LO QUE NOS HABITA EN EL CORAZÓN

Las personas somos “seres de encuentro” como dice Don Alfonso López Quintás, nos
encantan las relaciones de todo tipo, porque las relaciones nos llenan el alma y nos dan
sentido de pertenencia: a los amigos, a la familia, a la pareja, a los grupos de trabajo, a la
iglesia, a la comunidad religiosa y al mundo. Esto no es una cualidad ni un defecto,
simplemente somos así:

Dice Leonardo Boff, sin querer definirla, que la esencia humana surge como un nudo de
relaciones vueltas hacia todas las direcciones: hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro y
hacia fuera. Es como un rizoma, un bulbo con raíces en todas las direcciones.

La transparencia es el mejor pegamento de las relaciones, el mejor adhesivo para una


comunidad. Un grupo pasa a ser comunidad cuando crece la confianza y la confianza se
construye de transparencias, se construye cuando los miembros del grupo son
transparentes el uno con el otro. Cuando cada integrante del grupo se siente con la
libertad de mostrarse tal como es, cuando lleva consigo, de la piel para afuera, su “matriz
FODA” (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas) sin temor al rechazo, el grupo
está comenzando a ser una comunidad.

Como seres humanos deseamos establecer relaciones en las que podamos ser
transparentes, en las que podamos mostrarnos tal como somos sin miedo a que el otro
nos juzgue, nos critique o huya de nosotros. Es por esto que nos entristece el fracaso en
las relaciones cuando esperamos demasiado del otro y nos duele cuando nos oculta algo
o es poco transparente

Nos duele también la falta de transparencia de los gobernantes o de muchos líderes


sociales: nos duelen los wikileaks y los vatileaks o las fotos “filtradas” a la prensa que
muestran la realidad de lo que son quienes pretenden guiarnos o gobernarnos, así va
disminuyendo nuestra confianza poco a poco.

En nuestro país incluso existe una Ley de Transparencia que obliga a las instancias de
gobierno a dar cuenta de los recursos que manejan pero ¿Llegamos a ser transparentes
por decreto, por la insistencia de la autoridad civil o los consejos morales de la autoridad
religiosa? ¿No será que de hecho somos transparentes y que deliberadamente tratamos
de tapar lo que nos habita en el interior, sobre todo cuando se trata de nuestras heridas y
debilidades? Lo que decimos, lo que no decimos, la forma en que miramos o no miramos
al otro, transparenta lo que nos habita (Lucas 6, 45).

LÍDERES TRANSPARENTES

El apóstol Pablo, quien puede ser considerado el educador por excelencia de la


comunidad cristiana primitiva, luego de su fracaso al dar una conferencia magistral en
Atenas, logra hacer discípulos y fundar una comunidad cristiana en Corinto; tan famosa y

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llena de vida que les dedica cuatro cartas, de las cuales se conservan dos en la Biblia. En
una de ellas Pablo recuerda la actitud con la que se presentó al llegar a la ciudad:

Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no
llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no quise
saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. Por eso, me presenté
ante ustedes débil, temeroso y vacilante. Mi palabra y mi predicación no tenían
nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran
demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (2 Corintios 2, 1-5).

San Pablo se presenta vulnerable, “débil y temblando de miedo”, no intenta ocultar ni


aparentar nada. Su transparencia hace de él un líder que genera comunidad alrededor
suyo, que invita a pertenecer a ella con entusiasmo y confianza.

Como papás, como maestros, somos líderes educativos y tenemos el reto, no solo de ser
nosotros mismos transparentes, sino también de cultivar la transparencia en nuestros
hijos y alumnos, empeñándonos en proponer medios para eliminar las opacidades que
ocultan la claridad que nos habita.

La transparencia no puede desligarse de la rectitud, la bondad y la sencillez, valores sin


los cuales, decía Santa Ma. Eugenia, no es posible vivir en la Asunción. La transparencia
es importante y difícil, pero es posible:

UN SOLO MENSAJE

Dile al otro que lo que lo habita desde siempre es el amor incondicional de Dios, que la
plenitud a la que está llamado ya está en él, que Jesús vino para transparentar el amor y
la misericordia de Dios por nosotros.

Dile al otro que puede tener una relación personal y transparente con Jesús porque a
Dios no le importa cuán opacos nos veamos a nosotros mismos ni cuán opacos seamos
para los otros.

A San Pablo lo habitaba el “poder de Dios”: el Espíritu Santo que recibe todo aquel que
cree en Jesús. Como educador, formador o líder confía en el Espíritu Santo que te habita
y si no estás seguro de que traes consigo a tremendo huésped es hora de pedirle a Él
mismo que te haga más consciente, pero sobre todo más transparente ante su presencia.

¡Qué el Espíritu Santo que nos habita como discípulos de Jesús nos ayude a eliminar los
obstáculos que opacan lo que ya somos y nos permita serlo con la mayor plenitud posible
como soñaba Santa Ma. Eugenia!

Carlos A. Jardón
Coord. Gral. de Formación

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