Você está na página 1de 3

HUMEDICAS 94 (Damasio 3/2/06 08:40 Página 1

Humanidades médicas Bioética F. Borrell i Carrió


Médico. ICS Gavarra, Cornellà de Llobregat. Universidad de Barcelona. España.

Damasio, neurobiólogo
de la ética
El pensamiento de un emotivista moral

Apuntar que la ciencia nos va a sacar las castañas del fuego es


mucho decir. En realidad lo que sí hace es acercarnos a lo que
somos, retratar parcialmente la naturaleza humana.

Referentes biográficos
Nacido en Lisboa, Antonio Damasio es
doctor en medicina por la universidad de su
N uestro colega portugués, neurobiólogo y reciente ganador
del Premio Príncipe de Asturias de la Ciencia 2005, reali-
za en su último libro1 algunas aproximaciones a la bioética.
ciudad natal (1974). Es profesor de la Procedamos a sistematizar con espíritu crítico algunas de sus
Universidad de Southern California y ideas.
director del Institute for Neurological Study
Para Damasio hay dos grandes explicaciones del hecho
moral. Por un lado lo que él llama “la escuela escocesa”, en-
of Emotion, Decision-Making, and
carnada sobre todo por Hume y Adam Smith, que da preemi-
Creativity. Junto con su esposa Hanna nencia a las emociones de simpatía y solidaridad en la crea-
Damasio, ha creado en la Universidad de ción de una consciencia moral. Y por otro lado la opción
Iowa un laboratorio para la investigación de kantiana, que carga las tintas en la razón, con el proyecto de
sustentar una ética desde postulados incontrovertibles. En
la percepción, usando a la vez el método de lesión y la imagen
ambas escuelas reconoce Damasio ventajas y limitaciones,
funcional. Sus trabajos han tenido gran influencia en la pero acaba por asumir la posición escocesa con ciertos mati-
comprensión de las bases neuronales de la toma de decisiones, las ces: “Considero que el papel de las emociones y sentimientos
emociones, el lenguaje y la memoria. en la justicia va mucho más allá de las emociones morales he-
redadas evolutivamente. [...] La simpatía natural nos ajusta al
problema del otro, pero el dolor sentido personalmente [...]
nos permitiría movernos de la simpatía a la empatía [...]. La
información proporcionada por las emociones y los senti-
mientos no sólo puede ser utilizada para crear mejores instru-
mentos de justicia, sino para crear condiciones en las que la
justicia sea más viable”1 (pág. 297). Es decir, las emociones de
solidaridad pueden impulsar a la razón para que analice y me-
jore sus instituciones, y nos conduzca a una mejora social
progresiva.

60 JANO 10-16 FEBRERO 2006. N.º 1.594 . www.doyma.es/jano


HUMEDICAS 94 (Damasio 3/2/06 08:40 Página 2

“Damasio nos dice que literalmente experimentamos una sensa- La imagen, de Tino Soriano
Una niña ataviada con un traje flamenco se
ción agradable o desagradable antes de ejecutar un acto, es de- relame de placer con una nube de azúcar en la
cir, la mente nos regala con un “trailer” de cómo nos vamos a Feria de Abril sevillana.
sentir haciendo o habiendo hecho el acto que planificamos”.

Experiencia clínica gicos propios de toda decisión. La neurobiología ha identifica-


do daños muy graves en este aparataje, daños que literalmen-
A la luz de estas ideas, Damasio puede ser considerado como te impiden tomar decisiones aun cuando mantengamos intac-
un emotivista moral. Esta posición la deriva de su experien- to el juicio... ¿Cuántas otras lesiones mucho más sutiles —nos
cia clínica. Le impresionó sobremanera la falta de capacidad advierte Damasio— nos quedan aún por descubrir?... Lesiones
decisoria de pacientes con daños neurológicos frontales, y la que vician o corrompen el proceso de decisión. Surge enton-
disociación que sufrían entre “saber que algo estaba bien o ces una duda muy grave: ¿es apropiado hablar de responsabili-
mal hecho” y su incapacidad para realizar el acto apropiado. dad moral en personas que tal vez tengan lesiones de este tipo
Los enfermos con lesión en la superficie orbital prefrontal son “sin diagnosticar”?
incapaces de hacer lo que creen que es su deber, porque se
derrumba una de las piezas que conectan sus valores de vida Darwinismo social
—recordados correctamente— con el impulso de actuar. Sa-
ben lo que debieran hacer, pero son apáticos. Pero no acaban aquí las aportaciones de Damasio. Como buen
Siguiendo a William James, Damasio postula que en el acto conocedor de la obra de E.O. Wilson, y una buena formación
de tomar una decisión —pongamos, por ejemplo, comprar- filosófica, apuesta por cierto darwinismo social. A lo largo de
nos unos zapatos— tenemos un abanico de sentimientos que la evolución, nos dice, los seres humanos más cooperativos se
acuden en nuestra ayuda. La teoría del marcador somático de encontrarían en ventaja frente a los más competitivos, y las
Damasio2 nos dice que, literalmente, experimentamos una emociones empáticas y solidarias serían selectivamente poten-
sensación agradable o desagradable antes de ejecutar un acto, ciadas. Esta idea ya la encontramos en Darwin3, y las conse-
es decir, la mente nos regala con un trailer de cómo nos va- cuencias sociales y éticas han venido a denominarse darwinis-
mos a sentir haciendo o habiendo hecho el acto que planifica- mo social.
mos —o justamente no haciéndolo—. Cuando este gatillo para Hay una versión primitiva del darwinismo social según el
la acción se nos estropea, sencillamente nos volvemos apáti- cual “todo está bien si gana el más fuerte”. El nazismo tuvo
cos hacia todo y todos. cierta inspiración así, y el mismo Darwin comparó a los huma-
Las decisiones éticas no tienen un aparataje diferente, nos nos con rebaños de ovejas susceptibles de selección. Pero la
dice Damasio, sino que aprovechan los recursos neurobioló- posición de Damasio se enmarca en el evolucionismo ético

JANO 10-16 FEBRERO 2006. N.º 1.594 . www.doyma.es/jano 61


HUMEDICAS 94 (Damasio 3/2/06 08:40 Página 3

más avanzado, según el cual tenemos predisposiciones hacia Pero tenemos más preguntas para Damasio. Si nuestro inte-
la empatía como hacia la crueldad, y va a ser el debate social rés fundamental es preservar la vida humana, y así nos viene
y las instituciones de las que nos dotemos las que inclinarán por genética, ¿por qué no adoptar lisa y llanamente una visión
la balanza. En este punto muchos detractores del evolucionis- de especie en los dilemas morales? “Bueno” sería lo que nos
mo ético se frotan las manos: ¡con la razón hemos topado! Por- beneficia como especie. Este utilitarismo de especie ha venido
que, en efecto, ¿cómo vamos a construir el proyecto de perso- en llamarse “especieísmo”, y consiste en primar a los humanos
na humana sin deliberar, sin aportar argumentos y sin apelar a por el simple hecho de que somos más inteligentes y fuertes
razones? ¡Al fin queda claro que las emociones y sentimientos que las otras especies animales. Pero lo útil para nosotros pue-
pueden tener cierto papel instrumental, pero que a la postre de que no lo sea para otras especies animales... ¿qué hacer en-
la humanidad será guiada por la razón! tonces? Pongamos que debiéramos seriamente aplicar políticas
Damasio parece conformarse con este diagnóstico. En el úl- restrictivas de natalidad para salvar a muchas especies anima-
timo capítulo de su último libro1 apela a la nueva oportunidad les de una hecatombe —y tal vez para salvarnos a nosotros
que tiene la humanidad iluminada por el faro de la ciencia. La mismos—... ¿Dónde queda el concepto de dignidad humana en
neurobiología por fin nos descubre nuestra naturaleza más ín- un escenario de este tipo? El valor de la vida humana, ¿no se
tima, “que no es ni buena ni mala”, porque la naturaleza es in- fundamenta precisamente sobre cierto especieísmo?
diferente al bien y al mal. Son los mecanismos de homeostasis Finalmente, si procediéramos a sacar todas las consecuen-
social los que van a funcionar, y en la medida en que el ser hu- cias filosóficas de un emotivismo basado en la neurobiología,
mano funcione de manera equilibrada y gozosa experimentará no podríamos estar de acuerdo en que la última palabra la tie-
alegría. “Lo espiritual es un índice del esquema de organiza- ne la razón. Argumentaríamos con Michael Ruse6 que, efecti-
ción que hay detrás de una vida que está bien equilibrada, vamente, la razón entra con derecho propio en el debate mo-
bien templada y bien intencionada”1 (pág. 263). ral, pero durante y sobre todo al final de cualquier debate van
a generarse nuevas emociones y nuevos sentimientos, y van a
Caer en el cientifismo ser éstos —y no las “buenas” razones esgrimidas— los que a la
postre impulsarán nuestros actos. Los cruzados se lanzaron
No creo que Damasio saque en este punto las conclusiones fi- sobre las praderías moras matando a diestro y siniestro movi-
losóficas a que toda su obra anterior le conducía. Apuntar que dos... ¡por amor cristiano!... Algo similar ocurre ahora mismo
la ciencia nos va a sacar las castañas del fuego es mucho de- en Iraq... ¿No tenemos derecho a dudar seriamente de la ra-
cir. En realidad, lo que sí hace la ciencia es acercarnos a lo zón? ¿No resultaría más convincente que argumentáramos
que somos, retratar parcialmente la naturaleza humana. Pero que el componente emocional en la mayoría de decisiones hu-
en tal caso, ¿qué entender por instituciones “humanas y hu- manas prima y vicia todo el proceso? ¿Por qué necesita Dama-
manizadas”? ¿Cuál es la organización social capaz de hacer sio volverse racionalista en un mundo tan desquiciado?
progresar al ser humano hacia lo mejor de sí mismo, partiendo
de esta naturaleza humana? ¿Y cómo definir lo que tal objetivo Conocer a Spinoza
pueda ser? Eudald Carbonell, en otro libro asaz ambicioso5,
tropieza con las mismas dificultades. Ambos caen en cierto Estas líneas sobre el pensamiento de Damasio no quieren res-
cientifismo, a saber, pensar que la ciencia es el camino de ilu- tarle ni un ápice a su excelente trabajo y a su merecido pre-
minación. Ganan el aplauso de la audiencia, superan un esco- mio. Le ocurre a Damasio, desde la medicina, lo que a Eudald
llo enorme, pero... nadie ha fundamentado seriamente esta Carbonell desde la paleontología: aplican con decisión el bis-
opción. Más bien se ha fundamentado la contraria: es imposi- turí de su inteligencia a las áreas científicas que les compe-
ble definir vida “equilibrada, templada y bien intencionada” ten, pero quedan aturdidos al ver los terremotos que sus ha-
desde la ciencia. llazgos causarían si se extrapolaran a la vida cotidiana. Su-
Una segunda limitación en el discurso de Damasio es su re- cumben entonces a los lugares comunes, por ejemplo al
nuncia a profundizar en la responsabilidad moral de las perso- cientifismo —pensar que la ciencia nos sacará del embrollo—,
nas. ¿Acaso muchas personas condenadas, e incluso ajusticia- y sobre todo a lo que llamo “síndrome del aplauso”, consisten-
das por sus faltas, con todos sus circuitos cerebrales debida- te en ofrecer al final de sus obras suficiente dosis de esperan-
mente reparados, no nos dirían: “Habéis sido injustos conmigo, za y buenas intenciones como para reconciliar a todos los lec-
yo sencillamente fui víctima de un cerebro dañado”? ¿Cuál se- tores y asegurarse el aplauso general. De lo que no cabe duda
ría la frontera entre tener el cerebro mal y ser malo? ¿Debe re- alguna es que Damasio reflota y ayuda a conocer a uno de los
nunciar la neurobiología al concepto de maldad? Porque, si se- más grandes librepensadores de todos los tiempos, Spinoza,
guimos seriamente el argumento que nos ofrece Damasio, re- por cierto vacunado contra el síndrome del aplauso. De alguna
sultaría que una parte de la población reclusa tal vez no sería manera... ¿nos indica Damasio que debemos buscar otros espi-
cien por cien responsable de sus actos. Es lo que ha venido en nozas que nos ayuden a repensar el mundo? Creo que sí, y
llamarse fraude piadoso: la justicia dejaría probablemente de que empieza a ser urgente encontrarlos. Aunque lo que van a
tener una función disuasoria si admitiéramos que hay más en- decirnos, previsiblemente, nos dolerá... ¡y mucho!J
fermedad que maldad, y actuáramos en consecuencia.
Bibliografía
1. Damasio A. En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y de los senti-
Visión de especie mientos. Barcelona: Crítica; 2005.
2. Damasio A. Descartes´ error. Nueva York: Putnam´s Sons; 1994.
3. Darwin C. El origen del hombre. Madrid: ME Editores; 1995. (Véase comenta-
Por otro lado, si es verdad que todo el edificio moral es un
rios a dicho libro en Borrell F. Redescubriendo a Darwin. JANO
truco evolutivo para crear homeostasis social... ¿por qué ra- 2000;1344:2174-5.)
zón creernos los mandatos éticos? ¿No quedarían desnaturali- 4. Harris M. Nuestra especie. Madrid: Alianza Editorial; 1989.
zados, relativizados e incluso superados en el punto en que lo 5. Carbonell E, Sala R. Aún no somos humanos. Propuestas de humanización pa-
ra el tercer milenio. Barcelona: Península; 2000.
descubrimos? ¿No sería este momento el que anunciaría que 6. Ruse M. La significación de la evolución. En: Singer P, editor. Compendio de
el ser humano está tomando las riendas de la evolución? ética. Madrid: Alianza Diccionarios; 2000.

62 JANO 10-16 FEBRERO 2006. N.º 1.594 . www.doyma.es/jano

Você também pode gostar