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Instrucciones:
a) Duración: una hora y treinta minutos.
b) Ha de elegir una opción.
c) Indique, claramente, al comienzo del examen, la opción elegida.
d) La calificación máxima de cada una de las cuestiones es la siguiente: primera, dos puntos; segunda,
cinco puntos; tercera, tres puntos.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
Opción A:
Estimaba correcto que, suponiendo un triángulo, entonces era preciso que sus tres ángulos fuesen
iguales a dos rectos; pero tal razonamiento no me aseguraba que existiese triángulo alguno en el
mundo. Por el contrario, examinando de nuevo la idea que tenía de un Ser Perfecto, encontraba que la
existencia estaba comprendida en la misma de igual forma que en la del triángulo está comprendida la
de que sus tres ángulos sean iguales a dos rectos o en la de una esfera que todas sus partes equidisten
del centro e incluso con mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo menos tan cierto que Dios, el
Ser Perfecto, es o existe como lo pueda ser cualquier demostración de la geometría.
Opción B:
Y así, cada hombre, al consentir con otros en la formación de un cuerpo político bajo un solo
gobierno, se pone a sí mismo bajo la obligación, con respecto a todos y cada uno de los miembros de
ese cuerpo, de someterse a las decisiones de la mayoría y a ser guiado por ella. Si no, ese pacto
original mediante el que un individuo acuerda con otros incorporarse a la sociedad no significaría
nada; y no habría pacto alguno si el individuo quedara completamente libre y sin más lazos que los
que tenía antes en el estado de naturaleza.
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ANDALUCÍA / FILOSOFÍA / JUNIO 11 / EXAMEN RESUELTO
RESPUESTAS:
Opción A:
Estimaba correcto que, suponiendo un triángulo, entonces era preciso que sus tres ángulos fuesen
iguales a dos rectos; pero tal razonamiento no me aseguraba que existiese triángulo alguno en el
mundo. Por el contrario, examinando de nuevo la idea que tenía de un Ser Perfecto, encontraba que la
existencia estaba comprendida en la misma de igual forma que en la del triángulo está comprendida la
de que sus tres ángulos sean iguales a dos rectos o en la de una esfera que todas sus partes equidisten
del centro e incluso con mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo menos tan cierto que Dios, el
Ser Perfecto, es o existe como lo pueda ser cualquier demostración de la geometría.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Descartes (1596-1650) nació en La Haye de Turena en el seno de una familia bien situada
económicamente, esto le permitió vivir con cierta comodidad dedicado a sus investigaciones filosóficas.
Hacia los diez años ingresó en el colegio de La Flèche, dirigido por los jesuitas, más tarde estudió
Derecho en la universidad de Poitiers. Una vez licenciado, se dedicó inicialmente a la profesión de las
armas, pero pronto pasó a moverse en el ámbito universitario. Durante más de veinte años vivió en las
Provincias Unidas (Holanda), donde enseñó en distintas universidades (Leiden, Utrecht) y residió en
varias ciudades (Amsterdam, Deventer). Descartes eligió vivir en Holanda porque era un país más
tolerante con las opiniones contrarias a la tradición filosófica, como fueron muchas de sus
aportaciones. Pese a ello, también allí se condenaron algunos aspectos de su innovadora filosofía en la
que influyó tanto la situación política europea como la revolución científica.
La realidad histórica de la época de Descartes estuvo marcada por los conflictos religiosos. Tras la
Reforma protestante, iniciada en el siglo XVI, la Iglesia católica respondió con la Contrarreforma y las
diferencias religiosas dieron lugar a graves conflictos entre católicos y reformados o protestantes. Los
episodios de guerras y persecuciones se sucedieron a menudo. En Francia se logró acabar con las
llamadas “guerras de religión” mediante la promulgación del Edicto de Nantes (1598) que garantizó la
libertad religiosa. En el siglo XVII, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que afectó a gran parte
de Europa, fue en parte consecuencia de la división religiosa del continente.
La revolución científica se inició, como la reforma religiosa, también en el siglo XVI. Fueron las nuevas
ideas de astrónomos como Nicolás Copérnico las que iniciaron esta revolución que continuó, ya en
tiempos de Descartes, con las aportaciones de Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo Galilei. Todos
ellos contribuyeron a los cambios fundamentales que se produjeron en la concepción del cosmos.
Con Copérnico (1473-1543) se dio el gran paso de sustituir el geocentrismo por el heliocentrismo. Esta
teoría había sido ya formulada en la antigüedad por Aristarco de Samos, sin embargo, la tradición y la
Iglesia habían consagrado la teoría de Ptolomeo que parecía explicar correctamente las apariencias,
pues vemos al sol y las demás estrellas moverse. Copérnico entró en contacto con la astronomía, las
matemáticas y el pensamiento neoplatónico y pretendió aplicar relaciones matemáticas para explicar los
movimientos de los astros. El resultado de sus investigaciones cambió la imagen del Universo y dio
lugar a la llamada "revolución copernicana". Kepler (1571-1630) admitió los planteamientos de
Copérnico y estableció las leyes que rigen el movimiento de los planetas. Galileo (1564-1642) acepta la
teoría heliocéntrica de Copérnico y la concepción de las órbitas de Kepler. En sus investigaciones utilizó
dos caminos que hasta entonces no habían sido suficientemente coordinados: la vía teórica y la
experimental. El hilo conductor de su investigación teórica fueron las matemáticas (no la deducción
racional como hasta entonces), para la experimental construyó máquinas con las que en su laboratorio
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ANDALUCÍA / FILOSOFÍA / JUNIO 11 / EXAMEN RESUELTO
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ANDALUCÍA / FILOSOFÍA / JUNIO 11 / EXAMEN RESUELTO
3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
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ANDALUCÍA / FILOSOFÍA / JUNIO 11 / EXAMEN RESUELTO
Una posición filosófica opuesta a la de Descartes, máximo representante del racionalismo, es la del
empirismo.
El racionalismo establece que los conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden no
de los sentidos, sino de la razón, del entendimiento mismo. Según el racionalismo los sentidos nos
proporcionan información acerca del universo, pero esa información es confusa y a menudo incierta,
por ello los elementos últimos de los que ha de partir el conocimiento científico, las ideas claras y
precisas, no proceden de la experiencia sino del entendimiento. Esta teoría racionalista acerca del origen
de las ideas se denomina innatismo, ya que sostiene que hay ideas innatas (como la idea de un ser
perfecto, de Dios), connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a partir de la experiencia
sensible. Así, se puede afirmar que las características del racionalismo son: la confianza total en el
conocimiento racional, la minusvaloración del conocimiento sensible, afirmación de la existencia de
ideas innatas y de la afirmación de la necesidad de una ciencia universal y necesaria: las matemáticas se
construyen a priori y por eso los juicios son universales y necesarios. La ciencia no es válida si no
posee esa universalidad y necesariedad. El racionalismo defiende también la racionalidad del mundo:
todo tiene una justificación, nada es casual ni fortuito; esa justificación se puede conocer por la razón.
Para el empirismo, en cambio, todo conocimiento surge de la experiencia externa o interna, por ello
rechaza la teoría del innatismo defendida por el racionalismo. Sin embargo, ambas corrientes ponen el
origen del conocimiento en la conciencia, ya sea una conciencia cargada de ideas o vacía de contenidos.
Para los empiristas el conocimiento no trasciende de los límites de la experiencia, el criterio de verdad
es la verificación empírica. La reflexión filosófica no puede traspasar los límites que impone la
experiencia, por ello el problema de la existencia de Dios no tiene especial importancia en el empirismo.
Locke y Berkeley habían utilizado la idea de causa para fundamentar la afirmación de que Dios existe.
Hume lo niega por la misma razón: la relación no va de una impresión a otra, sino de nuestras
impresiones a Dios, que no es objeto de impresión alguna. Si ni la existencia de un mundo distinto de
nuestras impresiones, ni la existencia de Dios son racionalmente justificables ¿de dónde vienen nuestras
impresiones? Para Locke proceden del mundo exterior, para Berkeley de Dios; Hume, el más radical de
los empiristas, no contesta esta pregunta: no lo sabemos, ni podemos saberlo, pretender contestar esta
pregunta es pretender ir más allá de nuestras impresiones y éstas constituyen el límite de nuestro
conocimiento.
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