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Crítica del juicio

La Crítica del Juicioa o de la facultad de juzgarb o del


discernimientoc es la última de las tres grandes críticas escritas por
Crítica del juicio
Immanuel Kant, publicada en 1790 y reeditada dos veces más en
vida del autor.2 de Immanuel Kant

La Crítica de la razón pura determinó, que el entendimiento


contiene principios constitutivos a priori, en relación a la facultad
de conocer y la Crítica de la razón práctica, que la razón contiene
principios constitutivos a priori, en relación a la voluntad. La
Crítica del Juicio, trata de determinar si el Juicio, facultad de
conocimiento intermedia entre el entendimiento y la razón,
contiene principios a priori, constitutivos o regulativos, en relación
al sentimiento de placer y dolor (enlace entre la facultad de conocer
y la voluntad).3

Índice
Introducción
El Juicio y el principio de finalidad formal
El Juicio estético y el Juicio teleológico
Crítica del Juicio estético
Carátula de una segunda edición de "Kritik der
Analítica del Juicio estético
Urteilskraft", KU (Crítica del Juicio)
Analítica de lo bello
Analítica de lo sublime. Tema(s) Filosofía
Lo bello y lo sublime Idioma Alemán
Lo sublime matemático y lo sublime dinámico
Título original Kritik der Urteilskraft
La posibilidad de los juicios de gusto sintéticos a
priori Fecha de 1791
Filosofía del arte y consideraciones de estética publicación
Dialéctica del Juicio estético Serie
Crítica del Juicio teleológico Crítica de la razón Crítica del

Analítica del Juicio teleológico práctica juicio


La perfección de la naturaleza [editar datos en Wikidata]
Las cosas como fines de la naturaleza y el principio
teleológico
Dialéctica del Juicio teleológico
La problematización del principio teleológico y su
alcance
Notas
Referencias
Bibliografía
Obras de Kant
Introducciones en español
Manuales
Colecciones de artículos
Comentarios generales y ensayos
Enlaces externos

Introducción

El Juicio y el principio de finalidad formal


El Juicio es la facultad de pensar lo particular como contenido en lo universal, subsumiéndolo; es
determinante si lo universal es dado
y reflexionante cuando, inversamente, sólo lo particular es dado y debe encontrar lo universal. Si el primero opera según los
principios del entendimiento, entonces el segundo, en consideración a lo que éstos dejan sin determinar en las leyes generales de la
naturaleza, debe operar según un principio trascendental propio, pensando las leyes empíricas, como prescritas para nosotros, no para
la naturaleza.

Puesto que la finalidad de los objetos es su posibilidad según conceptos, que funcionan como sus causas finales, el
concepto a priori con el que el Juicio reflexionante piensa la forma de la naturaleza, bajo leyes empíricas, es la
"finalidad".4
Ha de haber un principio de la finalidad de la naturaleza, en la diversidad de sus leyes empíricas, con el que el Juicio reflexionante
opere, para allanarle el camino al entendimiento, en su proceder al buscar conceptos empíricos. Un principio trascendental a priori,
de carácter subjetivo y constitutivo del sentimiento del placer.

La necesidad de las máximas, que el Juicio reflexionante coloca a la base de la investigación de la naturaleza y que
hacen referencia a cómo se debe juzgar (no a cómo se juzga de hecho), descartan su origen psicológico o a
posteriori, remitiendo, de inmediato a un principio trascendental y a priori. Principio, que es él mismo subjetivo, o
máxima, ya que tan sólo representa la manera en que hemos de proceder en la reflexión acerca de los objetos de la
naturaleza, "sin añadir" nada a la misma, para tener una experiencia coherente, siguiendo el Juicio, en la búsqueda
d5
de las leyes empíricas su propia "ley de la especificación de la naturaleza".
La consecución del propósito de acomadar la naturaleza, a nuestras facultades de conocer, ha de tener, como la de
cualquier propósito, un vínculo con el sentimiento del placer, limitado precisamente, a la relación del objeto con la
facultad de conocer. Si efectivamente ocurre, que no sentimos placer o admiración en la comprensión de la
naturaleza según conceptos empíricos (de su división unitaria en géneros y especies), es porque la costumbre lo ha
ido confundiendo con el mero conocimiento.
La representación sensible de un objeto, en la cualidad estética o subjetiva, que le es propia, acaba incluyendo
siempre una "validez objetiva"; luego lo que, de suyo, es subjetivo en una representación, "lo que de ningún modo,
puede llegar a ser un elemento de conocimiento", es el sentimiento de placer o dolor, que con ella va unido.Tal
sentimiento va ligado, pues, no a algo que pueda ser percibido en el objeto, como una cualidad, sino a su finalidad:
como lo subjetivo y previo a todo conocimiento del mismo. Placer en la representación de una cosa, significa que
ésta es "final" o adecuada a las facultades de conocimiento, que están en juego en el Juicio reflexionante:
imaginación y entendimiento.6

El Juicio estético y el Juicio teleológico


El carácter, previo a todo concepto empírico, sólo es compatible con una representación a priori de una finalidad formal o subjetiva
de la naturaleza y ha de recaer en el Juicio reflexionante, como facultad particular o: Juicio estético, con lo que no puede tener que
ver, con una representación lógica de la finalidad de la naturaleza, la cual ha de recaer en el Juicio reflexionante en general o: Juicio
teleológico.

En un objeto dado en la experiencia, la finalidad puede ser representada subjetivamente (como concordancia de su
forma en la aprehensión del objeto, antes de todo concepto, con las facultades de conocer) u objetivamente (como
concordancia de su forma con la posibilidad de la cosa misma, según un concepto, que precede y encierra el
fundamento de esa forma). La primera descansa sobre el placer inmediato en la forma del objeto llevada a reflexión,
la segunda, sobre un conocimiento del objeto y nada tiene que ver con el sentimiento del placer .
El Juicio estético es la facultad de juzgar la finalidad formal o subjetiva mediante el gusto (según el sentimiento de
placer o dolor), el Juicio teleológico, la de juzgar la finalidad real u objetiva (mediante el entendimiento y la razón,
según conceptos). Sólo el Juicio estético contiene el principio a priori, que justifica, de antemano, una finalidad
formal de la naturaleza, aunque deja sin determinar en qué casos el juicio ha de ser teleológico o determinante; el
Juicio teleológico puede determinar, sólo tras muchas experiencias, el que un producto de la naturaleza haya de ser
juzgado como un cuerpo organizado.7
Crítica del Juicio estético

Analítica del Juicio estético

Analítica de lo bello
El análisis8 de los juicios del gusto, dará las claves del
predicado "bello" y dado, que al juzgar concurre aquí
también el entendimiento, pues la imaginación ha de
concordar con sus conceptos, pero sin determinar cuáles,
dicho análisis ha de estar guiado por las funciones lógicas
del juzgar.

Según la Cualidad los juicios de gusto no son lógicos, sino


estéticos. Precisan una reflexión sobre el objeto en la que
no median conceptos, haciéndose referencia en ellos no al
conocimiento de objetos, sino a estados del sujeto (la La bella flor.
representación , no es referida al objeto, sino al sujeto);
nada, pues, se designa en un objeto al afirmar o negar que
es bello, sino una satisfacción del sujeto.

No una satisfacción interesada (vinculada a la voluntad del sujeto , de que un objeto exista), sino desinteresada (vinculada al
sentimiento de placer y dolor en la mera contemplación del objeto). Son interesadas, la satisfacción en lo agradable (sentimiento que
descansa totalmente en la sensación) y en lo útil y lo perfecto (sentimiento en el que media el concepto de un fin objetivo externo o
interno, respectivamente).

Según la Cantidad los juicios de gusto poseen una pretensión de universalidad subjetiva, cuya confirmación no puede venir dada por
conceptos, sino por adhesión de los demás.

Para que la satisfacción sea universal , el sentimiento de placer no puede preceder al juicio, sino que ha de ser consecuencia de la
disposción anímica precognitiva, que el propio acto judicativo encierra. Expresión, pues, del estado del sujeto en el libre juego de
imaginación y entendimiento, en cuanto éstos concurren en armonía para un "conocimiento en general".

Según la Relación, los juicos de gusto sólo pueden expresar una finalidad subjetiva: sin fin alguno. Sin fines subjetivos, puesto que
éstos son interesados, y sin fines objetivos, puesto que éstos precisan conceptos.

Los juicios de gusto serán juicios estéticos "puros" y no simplemente empíricos, en la medida en que la belleza se predique sin
consideración a una satisfacción empírica (encanto y emoción) y de modo ajeno a un condicionamiento conceptual: la belleza de una
flor es "libre", en la medida en que no se sustenta en qué es; por el contrario, la belleza humana o de un caballo es "adherente",
porque presupone un concepto del objeto, al cual se vincula su pefección.

Según la Modalidad, los juicios de gusto poseen una necesidad subjetiva, basada en un principio de validez universal, cuyo carácter
tiene que ser sentimental (no conceptual). Hay que suponer, pues, un "sentido común" o "efecto que nace del juego libre de nuestras
facultades ".

Siempre que un objeto es dado, se pondrán en actividad imaginación y entendimiento para, respectivamente, juntar y unir lo diverso;
disponiéndose en diferente proporción, según las diferencias del mismo, hasta que se suscite alguna, que disponga a ambos más
ventajosamente para el conocimiento y que pueda sólo determinarse por un sentimiento, que ha ser comunicable sin más, puesto que
toda teoría del conomiento, si quiere evitar el escepticismo, ha de presuponer la universal comunicabilidad de ese conocimiento.
Analítica de lo sublime.

Lo bello y lo sublime
Si9 lo bello puede tomarse como la exposición de un concepto indeterminado del entendimiento, por hacer referencia a la forma o
limitación del objeto; lo sublime puede tomarse como la exposición de un concepto, también indeterminado, de la razón, por hacer
referencia a un objeto sin forma, en el cual o por causa del cual nos representamos ilimitación y pensamos una totalidad de la misma.

Si en el primero la satisfacción está unida con la representación de la cualidad y un sentimiento de placer positivo (juego de la
imaginación), en el segundo está unida con la representación de la cantidad y un sentimiento de placer negativo (seriedad en la
ocupación de la imaginación: admiración o respeto).

Si la belleza natural parece tener una finalidad en su forma, mediante la cual el objeto parece estar determinado, de antemano, para
nuestro Juicio; lo sublime (lo que en la intuición o aprehensión despierta en nosotros este sentimiento) parece contrario a un fin para
nuestro Juicio, inadecuado y violento para la imaginación. Por eso podemos llamar bello a un objeto de la naturaleza, pero no
sublime. El objeto es meramente propicio para tratar de exponer – siempre sin éxito – lo sublime de una idea de la razón.

Lo bello está conectado con una finalidad de la naturaleza, lo sublime con una finalidad moral , independiente de
aquélla.Los juicios acerca de lo sublime son la expresión del estado del sujeto, en cuanto imaginación y razón
concurren en oposición armónica, no para un conocimiento en general, sino para despertar el sentimiento de una
razón pura.

Lo sublime matemático y lo sublime dinámico


Puesto que en los juicios acerca de lo sublime está implicado el Juicio
estético, su análisis habrá de correr en paralelo al de lo bello. Pero,
mientras que el juicio del gusto lleva aparejado un "reposo" del espíritu
(contemplación), el cual arroja una noción unitaria de lo bello, el juicio
acerca de lo sublime lleva aparejado un "moviento" del espíritu
(conmoción: atracción y repulsión ante su objeto), el cual arroja dos
nociones de lo sublime : matemática y dinámica, según la imaginación
refiera ese movimiento al entendimiento o a la voluntad,
respectivamente.10

La determinación lógica u objetiva de una magnitud (el


número) es, en último término, estética. La determinación
estética de una magnitud infinita, es imposible para la
imaginación (que siempre debe comprehender lo aprehendido) Lo sublime "matemático".
y, sin embargo, a ello le apremia la razón (pues lo infinito o
absolutamente grande – no sólo comparativamente – ha de
ser una idea de la razón) ante fenómenos naturales que se
presentan como inconmensurables o "colosales". 11

Igualmente,12 ante fenómenos naturales, que se presentan


como fuerzas irresistibles o "temibles", es apremiada a
imaginar, desde lugar seguro, en nosotros, como seres
naturales, una fuerza que les contrarreste en absoluto, lo
que resulta imposible (pues esa fuerza, en tanto que
sobrenatural, ha de ser una idea de la razón).

La inadecuación del poder de la imaginación a las ideas de la razón, es


lo que siente el sujeto como su superioridad, respecto a la naturaleza: al
considerarla como matemático-sublime es pensada bajo un sustrato Lo sublime "dinámico".
suprasensible y al considerarla como dinámico-sublime, es pensada
bajo nuestra libre voluntad.e La elevación o carácter sublime, es del
espíritu y corresponde al sujeto , que se la atribuye al objeto, por confusión de un respeto hacia éste , en lugar de a la idea de la
humanidad en nosotros.f Si13 juzgar un objeto como bello expresaba una finalidad de éste en relación al Juicio, juzgar algo como
sublime expresa una finalidad del sujeto en relación a ese algo.

La posibilidad de los juicios de gusto sintéticos a priori


La pretensión de validez universal y necesaria de los juicios estéticos puros, debe apoyarse en algún principio a priori, garante de la
misma y que se borraría del horizonte, si se hubiera acometido, a la manera de E. Burke,14 una exposición empírica de estos juicios
(acerca de cómo se juzga de hecho), en vez de una trascendental (acerca de cómo se debe juzgar).

La exigencia de un principio que justifique la finalidad subjetiva de (la forma de los objetos de) la naturaleza, solo es aplicable a los
juicios de gusto, ya que la finalidad subjetiva de la naturaleza, juzgada como sublime, es sólo un uso, que se hace de ella en
15
conformidad con un principio moral en nosotros, lo que justifica, de inmediato, su pretensión de validez universal y necesaria.

Puesto que los juicios estéticos puros pretenden la validez universal y necesaria de jucios "particulares",16 que no están basados en
conceptos ni son susceptibles de demostración, el principio a priori del gusto no puede ser un principio objetivo, sino un principio
subjetivo del Juicio en general,que ha de solucionar el problema de cómo son posibles los juiciossintéticos a priori del gusto.

Los juicios de gusto, a diferencia del juicio lógico, presentan una universalidad y necesidad subjetivas, porque no
hay en ellos subsunción de intuiciones bajo conceptos, pero han de conllevar, en tanto que productos del Juicio, la
subsunción de la imaginación (facultad de las intuiciones o exposiciones) bajo el entendimiento, en cuanto la
primera, en su libertad (tirando el esquema sin sujeción a concepto), concuerda con el segundo, en conformidad
con leyes .Si en un juicio puro de gusto, la satisfacción no es, sino la finalidad subjetiva – de la forma de un objeto –
para el Juicio en general (sin sensación sensitiva, ni concepto), entonces ello hace referencia a algo, que se puede
presuponer en "todos" los hombres, como condición subjetiva " para un conocimiento posible". 17

Filosofía del arte y consideraciones de estética


El arte bello es la producción "intencionada" de algo, que
plazca en el mero Juicio o reflexión, no en los sentidos (arte
agradable), ni en el entendimiento (artes mecánicas). Como
todo arte, ha de llevar a cabo su producto según una regla,
pero no una, que tenga a su base un concepto y determine la
posibilidad de ese producto , sino dada por " la naturaleza "
al sujeto; regla, pues, cuya paradoja estriba en no ser regla,
pues nace del substrato suprasensible de todas las
facultades del sujeto. Por eso el arte bello es arte de
"genio", del que es su primera cualidad la originalidad
ejemplar (susceptible de ser seguida) en sus obras. La
finalidad de la forma del arte bello, con conciencia de que
La forma"libre".
es arte y no naturaleza, siendo intencionada, debe parecer
tan libre de la violencia de las reglas, como si fuera un
producto de la mera naturaleza .

Con todo, el genio es la capacidad de crear bellas representaciones de cosas, no cosas bellas (belleza natural) y puesto que tampoco
pueden ser aquéllas fruto de la casualidad, sino que su producción ha de conllevar algún componente menestral, habrá que
presuponer un fin en la misma; de manera , que cuando se trata de arte, los juicios de gusto no pueden ser puros, pues como ocurría
18
ya con algunos productos de la naturaleza, ponen a su base un concepto de lo que debe ser la cosa (perfección).
El artista habrá de referir la obra al gusto, hasta dar con una forma, que contente a éste, cabiendo como resultado obras de arte con
genio, pero sin gusto, y viceversa. Preguntar si en el arte debe primar el genio o el gusto, equivale a preguntar, si ha de primar la
imaginación (la producción de ideas estéticas) o el Juicio (la acomodación de aquéllas ideas producidas en libertad a las leyes del
entendimiento).

En orden a conseguir un arte más " bello " que "ingenioso" , debe prevalecer el Juicio, que evita los posibles
"absurdos" de la imaginación; sin que, por ello,sea fútil el papel de ésta, pues precisamente se trata de ella, cuando
19
el arte ha de tener no sólo gusto, sino también "espíritu" o capacidad de vivificar el alma.
La imaginación reproductiva, cuya síntesis está sujeta a las leyes empíricas de asociación, no puede estar implicada en el libre juego
con el entendimiento, con lo que dicho juego ha de ser asunto de la imaginación productiva, única que puede poseer la capacidad
creativa. Sin embargo, el libre juego que ésta se trae con los conceptos del entendimiento, p.e en la poesía, le es vetado, de antemano,
en el conocimiento, porque ha de concurrir a él disponiendo la forma de los objetos en situación de sujeción a las leyes del
entendimiento; de manera, que al juzgar lo bello natural ha de coincidir, que ella hubiera dispuesto, exactamente igual, la forma de
los objetos, lo cual sólo es viable en una situación de "conformidad con leyes, pero sin ley". Esta situación configura, propiamente, la
que puede considerarse la capacidad creativa de la imaginación productiva, consistente en la producción de "ideas estéticas":
intuiciones especiales motivadas por la reflexión, que mueven a pensar hasta en los objetos de la razón. Se llaman "ideas" porque,
sólo pretendidamente, pueden exponer esos conceptos y, fundamentalmente, porque son intuiciones internas, que nunca van a ser
adecuadas a ningún concepto ni , por tanto, puede haber lenguaje (en sentido: cognoscitivo o enunciativo)g que enteramente las
exprese e interprete .

En cualquier caso, esas ideas se solventan en todo lo que llamamos bello, la belleza es su expresión; la belleza natural, la expresión
inmediata de ideas estéticas, que son suscitadas en la imaginación por la reflexión sobre una intuición dada de un objeto, sin
concepto, y la belleza artística, la expresión mediata de ideas estéticas, que son suscitadas en la imaginación por un concepto, lo que
requiere producir los objetos, cuyas bellas formas sean su expresión, disponiéndo así de la naturaleza dada para crear otra "superior" .

El que la belleza natural resulte ser la expresión directa de ideas estéticas, puede llevar a considerarla, a su vez, "símbolo"
(exposición indirecta o por analogía) del bien moral.20 El que la belleza artística sea la expresión indirecta de ideas estéticas – a
través de productos realizados por el hombre – puede conducir a una división de las bellas artes, análoga a los tipos de expresión
humana o lenguaje (en sentido: no cognoscitivo o enunciativo) : articulado (artes de la palabra), gestual (artes de la forma) y
modulado (artes de la sensación).21

Dada la primacía de la forma, que se estableció en la analítica de lo bello, el elemento esencial en las artes de la
forma ha de ser el "dibujo"(vs. el color). Igualmente, según las consideraciones establecidas acerca de la capacidad
creativa de la imaginación, un estilo artístico basado en la estricta regularidad de la forma, en tanto que somete la
imaginación a regla, encierra algo contrario al gusto (invitando sus formas más al conocimiento o a un uso
particular, que a la mera contemplación), a diferencia de otro basado en formas libres.

Dialéctica del Juicio estético


La posibilidad de formular juicios estéticos puros (de validez universal y necesaria) conlleva la ilusión, de que el gusto puede acabar
cayendo en contradicción al hacerlo. Ha de considerarse, pues, si hay solución para la antinomia, según la cual: el juicio de gusto no
se basa en conceptos, porque no admite demostración (estética empirista) y el juicio de gusto se basa en conceptos porque admite
discusión y ésta presupone acuerdo (estética racionalista).

Resulta obligado, como en las otras críticas, mirar por encima de lo sensible para hallar una solución. Ciertamente, el juicio de gusto
no puede basarse en conceptos determinados (como los del entendimiento, que son determinables en la intuición), pero se ha de basar
en algún concepto indeterminado (como las ideas de la razón , que son indeterminables en la intuición), a saber: el de un substrato
suprasensible, que esté a la base del objeto sensible y del sujeto que juzga, constituyendo el "fundamento de la finalidad subjetiva de
la naturaleza para el Juicio".22

La posibilidad a priori de una finalidad subjetiva de la naturaleza para nuestro Juicio, conlleva su idealidad; las
bellas formas naturales y artísticas no son realmente bellas o en sí (favor que nos otorga la naturaleza al mostrarse)
sino formas, cuya belleza está en nuestra disposición anímica (favor que otorgamos a la naturaleza en su
captación).23
Crítica del Juicio teleológico

Analítica del Juicio teleológico

La perfección de la naturaleza
De la naturaleza conocida según principios trascendentales sí se puede deducir, a priori, una finalidad subjetiva o estética de la
misma, en sus leyes particulares, puesto que si el proceder de representación empírica, también es posible a priori en el pensamiento,
entonces puede considerarse la naturaleza como apta para éste en el disfrute de sus formas. Sin embargo, no ocurre así con la
finalidad objetiva, que ni siquiera podemos certificar en la experiencia, sin haberla introducido antes ocultamente, por ser ésta un tipo
especial de causalidad, cuyo fundamento es un ser inteligente, que de suyo es ajeno al mero mecanismo y del que, por otra parte, este
mecanismo tampoco precisa. Se trata, pues, de un principio regulador del Juicio reflexionante, para investigar la naturaleza, mediante
el cual , ésta es pensada "como si" operara en los objetos que produce, según conceptos y, consecuentemente, como "técnica" por sí
misma.

Juzgar la naturaleza corpórea como técnica, "como si" la finalidad en ella fuera intencionada, no implica hacer de
ella un ser de entendimiento (absurdo incompatible con la materia inerte) ni, por supuesto,
el producto de un artífice.
Para que haya derecho al juicio teleológico, la finalidad objetiva ha de ser "material o empírica" (conocida por experiencia y esencial
al concepto del objeto) y no, como la de algunas figuras geométricas, "formal o intelectual" (cognoscible a priori y no esencial a su
concepto). Ha de ser "interna" (efecto inmediato de su arte) y no meramente " relativa" al hombre (utilidad) u a otro ser
(aprovechabilidad).24

Las cosas como fines de la naturaleza y el principio teleológico


Para que una cosa sea considerada posible, sólo como fin (producto
de una causa que obra por conceptos), su forma presupone, por ser
considerada como contingente,conceptos de razón, pero para que sea
considerada como fin de la naturaleza, requiere poder ser pensada
como "causa y efecto de sí misma".h A diferencia de la relación
causal pensada por medio del entendimiento (de las causas
eficientes), la relación causal pensada por un concepto de la razón
(de las causas finales) permite entenderla como recíproca, es decir,
los efectos también como causas.

En consecuencia, las cosas como fines de la naturaleza, no son meros


artefactos (productos de un arte exterior a ellas mismas, en las que
las partes – materia – sólo son posibles, en relación al todo, cuyo
El artefacto.
concepto determina la forma y el enlace de éstas como causa), sino "
seres organizados" (producto de un arte interno a ellas mismas, en la
que las partes son, entre sí, causa y efecto, haciendo posible un todo, cuyo concepto determina la forma y el enlace de éstas "no como
causa", sino como base de conocimiento, para el que juzga). Seres, pues, en los que todo es fin y, a la vez, medio cuando son
25
juzgados de acuerdo al principio de la finalidad interna.

Dialéctica del Juicio teleológico


Así como en el Juicio determinante la operación de subsunción es inequívoca, en relación a la ley, que hay que aplicar (pues viene
dada por el entendimiento), en el Juicio reflexionante, la tarea de subsumir bajo leyes aún no dadas, es susceptible de equívoco, según
eche mano, para ello, como "máximas", de un principio a priori del entendimiento (según el cual toda la producción de la naturaleza
"debe ser juzgada" como posible, según leyes mecánicas) o
de un principio de la razón (según el cual, algún producto
de la naturaleza "debe ser juzgado" según la ley de las
causas finales).

Considerando, que no pdemos conocer un principio interno


(en lo suprasensible), por el cual se explique de modo
unitario la posibilidad de una naturaleza, que se manifieste
con productos mecánicos y cuerpos organizados, la
solución pasa por no confundir las máximas, con principios
constitutivos del Juicio determinante (lo que sí implica
contradicción) o, de modo más preciso, no confundir un
principio del Juicio determinante con uno del Juicio El ser organizado.
reflexionante, la "heteronomía" del primero con la
"autonomía" del segundo.26

La problematización del principio teleológico y su alcance


Cabe preguntarse si el principio teleológico, que es un principio subjetivo o máxima del Juicio, pudiera ser un principio objetivo, de
acuerdo con el cual, la naturaleza produce no sólo según causas eficientes (mecánicamente), sino también según causas finales,
quedando aquéllas como causas medias.

Pero la cuestón resulta indecidible, por ser la causalidad final, sólo pensable por un concepto de la razón, del que no podemos
conocer la garantía de su uso, que es su realidad objetiva (la posibilidad de que un objeto sea conforme a él). Es, por tanto, un
principio subjetivo para el Juicio reflexionante o máxima necesaria del mismo, que le impone la razón.

Kant remite, pues, la cuestión a una "característica propiedad de nuestras facultades de conocer". Por ello, se hace necesario recordar
la eficacia de los principios regulativos, que son tan necesarios para el Juicio "humano", como los objetivos. Del mismo modo, que la
razón debe admitir la idea de una necesidad y una causalidad incondicionadas (un ser absolutamente necesario y la libertad), debe
admitir la de una regularidad de lo contingente (la finalidad). La diferencia con las otras ideas radica, en que ésta no es un principio
de la razón para el entendimiento, sino para el Juicio, pues allí donde al aplicar nuestro entendimiento, el Juicio no consigue ser
determinante, precisamente por la constitución menesterosa del entendimiento discursivo, la reflexión habrá de guiarse por algún
principio. Este guiarse el Juicio reflexionante por una máxima o principio regulador, que es un principio a priori de la razón(porque
en el principio teleológico o de finalidad interna de los seres organizados, la finalidad es enunciada como universal y necesaria27 )
conlleva, que dicho principio, nunca puede tener para nosotros un carácter superfluo: no sólo " ninguna razón humana puede esperar
absolutamente esperar comprender la producción, ni siquiera de una hierbecilla, por causas meramente mecánicas " sino que, además,
28
permite descubrir leyes naturales, que quedarían escondidas bajo la consideración estrictamente mecánica de la naturaleza.

Dada la subordinación29 del principio mecánico al principio teleológico, en la consideración de los seres
organizados, cabe retrotraer los reinos vegetal y animal a seres organizados de formas "menos finales", pero dado
que aquél no puede ser obviado, la materia , según leyes mecánicas (ausencia de forma final) constituye el límite de
esa retrospectiva y nos descubre el"instrumento" indispensable de la natureza para la producción de formas finales.
Una teleología completa parece estar abocada a fundar una teología (de hecho las cosas de la naturaleza, que sólo encontramos
posibles como fines, son la prueba principal, de su propia contingencia y de la de todo el mundo, por tanto, de la necesidad de una
causa inteligente), por lo que conviene tener siempre presente el carácter de máxima del principio teleológico. Por otra parte, aunque
el uso de éste puede hacernos considerar la naturaleza como un sistema de fines y al hombre como su "último fin", no alcanzará a
concebir a éste como su " fin final", pues ningún ser natural puede ser un fin incondicionado. Donde se vislumbra ya, la limitación de
la teleología para fundar una teología.

Notas
a. En mayúscula para diferenciar la actividad (de una facultad, si se quiere) del acto judicativo propiamente dicho; v.,
nota 18 del prólogo de Manuel García Morente a la Crítca del Juicio, ed. , y trad. Manuel García Morente ISBN 84-
239-1967-6Morente recurrió al expediente de la mayúscula, en la medida en que éste se venía utlizando ya en las
traducciones a otras lenguas latinas; A. Garciulo utilizó "Giudizio" en 1907 siguiendo a J. Barni, que había utilizado
"Jugement" en 1846. Aún en 1961 aparece una traducción de J. Rovira Armengol como Crítica del Juicio, ed. Klein
en Buenos Aires.1
b. Trad. de Pablo Oyarzún; Monte Ávila Editores, 1992 (1ª Edición).
c. Trad. de R. R. Aramayo y Salvador Mas,2012 ISBN 978-84-206-6992-2Reseñadapor DEL LUJÁN DI SANZA, Silvia.
El discernimiento reflexionante: el gozne entre el mecanismo de la naturaleza y la libertad de la especie humana.
Reseña: Kant, Immanuel, Crítica del Discernimiento (o de la facultad de juzgar). Edición, traducción y estudio
preliminar por Roberto R. Aramayo y Salvador Mas. Alianza. “El libro de bolsillo”, Madrid, 2012.. Con-Textos
Kantianos. International Journal of Philosophy, [S.l.], n. 01, p. 153-157, nov. 2014. ISSN 2386-7655. Disponible en:
http://www.con-textoskantianos.net/index.php/revista/article/view/32/31.
d. Ordenando sus productos, según especies y géneros, etc.
e. Como algo, cuya fuerza no tiene sobre nosotros ningún poder .
f. subrepción
g. El lenguaje de la botánica no puede decir ya dónde hay bellas flores, ni sirve, por lo tanto, para producir bellas
representaciones de las mismas.
h. Como ponen de manifiesto distintos fenómenos biológicos

Referencias
14. Nota general a la exposición de los j. estéticos
1. R.R. Aramayo El papel del discernimmiento teleológico
en la filosofía práctica de Kant apart.I.1 del Estudio 15. &30
preliminar a la Crítica del discernimiento. Ver nota c. 16. &31
2. apart. III del Prólogo de Manuel García Morente a la 17. &32-&38
Crítca del juicio, ed. , y trad. Manuel García Morente 18. obra cit., &43-&48
ISBN 84-239-1967-6
19. obra cit., &49-&50
3. obra citada. Prólogo de Kant
20. &59
4. obra cit., Introducción de Kant, apart.IV
21. obra cit., &51
5. obra cit., Intr.V
22. obra cit., &55-&57
6. obra cit., Intr. VI y VII
23. obra cit., &58
7. obra cit., Introd. VII y VIII
24. obra cit., &61-&63
8. obra cit., &1-&22
25. obra cit., &64-&68
9. obra cit., &23
26. obra cit., &69-&71
10. obra cit., &24
27. &66
11. obra cit., &25-& 27
28. &72-&78 y sig.
12. obra cit., &28-&29
29. &80
13. Introd. VII

Bibliografía

Obras de Kant
Kant, Immanuel. Crítica del Juicio. Ver notas a, D y c.
Kant, Immanuel. Primera introducción de la Critíca del Juicio . Bilingüe; edición crítica y traducción de Nuria
Sánchez Madrid , 2011 2ª ed. 2017ISBN 9788416020867
Kant, Immanuel. Sobre el uso de principios teleológicos en la filosofía.Traducción de N. Sánchez Madrid. Logos.
Anales del Seminario de Metafísica Vol. 37(7-47), 2004 ISSN 1575-6866 Disponible[1]
Kant, Immanuel. Lecciones de Antropología. Fragmentos de estética y antropología. Edición crítica y traducción de
Manuel Sánchez Rodriguez, 2015ISBN 978-84-9045-261-5. Estudio preliminar disponible[2]

Introducciones en español
Aramayo R.R y Mas S. Estudio preliminar a la Crítica del discernimiento ( El papel del discernimmiento teleológico
en la filosofía práctica de Kant, apart.I y Belleza y moralidad: la crítica del discernimiento estético, apart. II ),2012
ISBN 978-84-206-6992-2
García Morente, M. Introducción a la Crítica del Juicio y Bibliografíacomentada por Agapito Maestre y Luís Martínez
de Velasco. ISBN 84-239-1967-6
García Norro J. J y Rovira R. Introducción y esquema de la arquitectura de la Crítica del Juicio . Prólogo de M.
Garrido La tercera aventura crítica de Kant. 2007 ISBN 978-84-309-4650-1
Oyarzún P, Introducción a la Crítica de la facultad de juzgar1992

Manuales
Abbagnano, N. Historia de la Filosofía vol. II 4ª ed. 1994 ISBN 84-85950-04-6 v. cap.XV , espec.apart. 528 y 529
Bayer, Raymond. Historia de la Estética, 1961; Ed. FCE ISBN 968-16-0572-1 v. Parte tercera, apart. II. B.
Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía. Editorial B.Aires ed.5ª1964 ISBN v. artículos: Bello, Estética, Gusto, juicio
(facultad de), Kant, Sublime y Teleología.
Martínez Marzoa, F. Historia de la Filosofía vol. II, 1994 ISBN 84-7090-274-1 v. cap. 10, espec. Apart. 10.7-10.9
Höffe O. Kant v. apart. V cap. 13, 1986ISBN 84-254-1478-4

Colecciones de artículos
En Diánoia, nº42 1996:
1. P.Guyer: Los principios del Juicio reflexivo trad. E. Lazos Ochoa[3] 2. M.Caimi La función regulativa del ideal de la razón pura
[4] 3. I.Cabrera Verdad y juicio reflexionante en Kant [5] 4. P.Stepanenko Sistematicidad y unidad de la experiencia en Kant [6] 5.
D.Laserre La reflexión trascendental del lenguaje en la facultad de juzgar reflexionante[7] 6. D.MªGranja El juicio reflexivo en la
ética kantiana [8] 7. A.Anderson Juicio reflexionante, superstición y escepticismotrad. I.Cabrera[9]

En Kant's Critique of the Power of Judgment, Critical Essays edited by P. Guyer, 2003 . Rowman & Littlefiel Inc.
Publishers:
1. P.Guyer Kant's Principles of Reflecting Judgment 2. N.Zangwill UnKantian Notions of Disinterest 3. C. Janaway Kant's Aesthetics
and the "Empty Cognitive Stock"4. A.Savile The Idealism of Purposiveness5. E.Schaper Free and Dependent Beauty6. M.Budd The
Sublime in Nature 7. D.W. Crawford Kant's Theory of Creative Imagination 8. B. Sassen Artistic Genius and the Question of
Creativity 9. J.Kneller Imaginative Freedom and the German Enlightenment 10. L.Zuidervaart "Aesthetic Ideas" and the Role of Art
in Kant's Ethical Hermeneutics11. P. McLaughlin Newtonian Biology and Kant's Mechanistic Concept of Causality 12. H. E. Allison
Kant's Antinomy of Teleological Judgment

En Kritik der Urteilskraft, Herausgegeben von Otfried Höffe , Akademie Verlag GmbH , Berlin 2008 ISBN 978-3-05-
004342-5 :
1. O. Höffe Einführung in Kants Kritik der Urteilskraft 2. J.Bojanowski Kant über das Prinzip der Einheit von theoretischer und
praktischer Philosophie ( Einleitung I-V)3. R.Brandt Von der ästhetischen und logischen Vorstellung der Zweckmäßigkeit der Natur (
Einleitung VI-IX) 4. H.Gingsborg Interesseloses Wohlgefallen und Allgemeinheit onhe Begriffe ( &&1-9) 5. J. Rivera de Rosales
Relation des Schönen (&&10-17),Modalität des Schönen (&&18-22) 6. M. Faessel Analytik des Erhabenen ( &&23-29) 7. C. Fricke
Kants Deduktion der reinen ästhetischen Urteile (&&30-38) 8. G. Kohler Gemeinsinn oder: Über das Gute am Shönen.Von der
Geschmackslehre zur Teleologie (&&39-42) 9. A. Kablitz Die Kunst und ihre prekäre Opposition zur Natur (&&43-50) 10. S.
Mathisen Kants System der schönen Künste (&&51-54) 11. B.Recki Die Dialektik der ästhetischen Urteilskraft und die
Methodenlehre des Geschmacks (&&55-60) 12. P.Giordanetti Objektive Zweckmäßigkeit, ojektive und formale Zweckmäßigkeit,
relative Zweckmäßigkeit(&&61-63)13. I. Goy Die Teleologie der organischen Natur (&&64-68) 14. E. Watkins Die Antinomie der
teleologischen Urteilskraft und Kants Ablehnung alternativer Teleologien (&&69-71 und &&72-73) 15. E. Förster Von der
Eigentümlichkeit unseres Verstands in Ansehung der Urteilkskraft (&&74-78) 16. S. Roth Kant und die Biologie seiner Zeit (&&79-
81) 17. O. Höffe Der Mensch als Endzweck ( &&82-84)18. G. Cunico Erklärungen für das Übersinnliche: physikotheologischer und
moralischer Gottesbeweis (&85-89)19. K.Ameriks Status des Glaubens (&&90-91) und Allgemeine Anmerkung über Teleologie 20.
O. Höffe Urteilskraft und Sittlichkeit. Ein moralischer Rückblick auf die dritte Kritik

Comentarios generales y ensayos


Cassirer H. W. A Commentary On Kants Critique of Judgment,1938
Martínez Marzoa F. Desconocida raíz común ( estudio sobre la teoría kantiana de lo bello) ,1987.
Rivera de Rosales J.C.Kant: la "crítica del Juicio teleológico" y la corporalidad del sujeto
,1998. ISBN 84-362-3649-1

Enlaces externos
Critik der Urteilskraft en zeno.org (en alemán)
Erste Einleitung in die Kritik der Urteilskraften zeno.org (en alemán)
Critik der Urtheilskraft en Göttinger Digitalisierungszentrum (ed. 1794, en alemán)

Crítica del juicio en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. (ed. 1876, en castellano, traducción del francés de
Alejo García Moreno y Juan Rovira)
[10] en The Stanford Encyclopedia of Philosophy [11]. Monografía en inglés de Hannah Ginsborg , "Kant's
Aesthetics and Teleology", The Stanford Encyclopedia of Philosophy 2005-2013,Edward N. Zalta (ed.)

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