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Las personas son vistas y juzgadas en base a las características del grupo sexual
al que pertenecen (hombres = masculinos o mujeres = femeninas), sin tener en
cuenta las diferencias que puedan darse entre ellos y dentro de ellos.
En los grupos sociales que han luchado por la discriminación contra la mujer, el
machismo se expresa en actitudes más sutiles, como pagar mejores salarios a los
varones por desempeñar funciones similares o iguales a las de las mujeres, o
conceder a los hombres los mejores accesos a puestos de responsabilidad
gerencial, política o religiosa. También se observa en mensajes publicitarios que
de un modo u otro denigran a la mujer o la relegan a funciones como el hogar y
la familia.
Desde una edad temprana, los varones son llevados a estar conscientes de su
conducta que puede hacer que otros sospechen que ellos no son “hombres
verdaderos”. Esta conciencia puede hacerse casi de una forma paranoica hacia los
adolescentes varones que no cumplen las normas. Esa conciencia es producto de
un proceso orientado hacia la construcción de un varón dominante. Los padres
temen fuertemente que sus hijos varones eventualmente pudieran exhibir
características consideradas femeninas e indeseables para su propia imagen
social. Por ello, la madre tiende a conducirse como la guardiana de la sexualidad
del hijo, probablemente para evitar cualquier posible cuestionamiento de la
misma masculinidad del padre. De esta forma, los varones dominicanos son
criados en un ambiente fuertemente restrictivo y prohibitivo, que seguramente
deteriora su espontaneidad, autenticidad y alegría, produciendo mucha hipocresía
y neurosis.
– Educación sexista: por mucho tiempo se “educó” sólo a varones, por considerar
que las mujeres no eran aptas para aprender. Sin embargo, aunque hoy no se
practica dicho modelo en la mayoría de los países, aún se privilegian modelos de
enseñanza donde el centro es el varón.
Si. Hoy en día se reconoce que el machismo puede afectar tanto a hombres como
a mujeres, y que de una manera u otra, todos somos más o menos machistas en
una sociedad que toma al hombre como medida para todas las cosas, como
prototipo del ser humano. Tanto las relaciones sociales de los hombres con otros
hombres, y de las mujeres con otras mujeres, pueden estar marcadas por el
machismo.
En la medida que un hombre humilla, abusa, maltrata o explota a otro por parecer
a sus ojos más masculino, está siendo guiado por el machismo. El machismo ha
sido un elemento de control social y explotación sexista en muchas culturas
porque castiga, por ejemplo, cualquier comportamiento que se considere
femenino en los varones, lo que es la base de la homofobia, que entendemos
como temor a adquirir las propiedades de la mujer. Este temor a convertirse en
mujer, de “degenerarse”, ayuda a construir la heterosexualidad obligada del
varón.
La relación social entre hombres parece tener una clasificación de acuerdo a sus
características y conductas. Establece quién es más hombre que quién, y quién
ejercerá el rol dominante y el dominado. En nuestro país, podemos pensar en
cuatro categorías de poder para jerarquizar las relaciones sociales entre los
hombres.
3. Los hombres subordinados bisexuales: son los que tienen una aparente
atracción hacia parejas de uno y otro sexo, y un presunto interés en “someter” o
“ser sometido” por otro hombre.
– Violencia de género. Existe cuando las mujeres les exigen o los violentan para
que no se comporten como “mujercitas” o “afeminados”, cuando se interesan en
aspectos que no son tolerados por los “machos de la manada”. Esto favorece,
entre otras prácticas, la homofobia.
– Educación sexista. Se los educa para comportarse como machos y para tratar a
las mujeres como seres inferiores, provocando con eso serias distorsiones en su
desarrollo e identidad personal.
Conclusión
El machismo en las sociedades en las que el hombre es el centro del universo, y
se toma como medida de todas las cosas, es un fenómeno complejo que cambia
constantemente de forma, para no cambiar en su esencia discriminatoria. Como
los demás mitos, unen el pasado con el presente y el futuro. Son
“transhistóricos”.