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¿Qué es el autismo y cuáles son sus síntomas según la edad?

Cada año, el 2 de abril, el movimiento asociativo del autismo de todo el mundo


celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo con el objeto
de concienciar a la sociedad sobre este tipo de trastorno y promover la
inclusión social de las personas con Trastorno del Espectro del Autismo
(TEA).

La tasa del autismo en todas las regiones del mundo es alta y tiene un gran
impacto en la vida de los niños, sus familias, las comunidades y la sociedad. A
pesar de que hace más de 100 años que se empezó a usar la palabra autismo,
más de medio siglo después de su clasificación médica y de que la divulgación
sobre este trastorno seacada vez mayor, es aún un gran desconocido.

Hoy se sabe que no es un problema social sino que tiene un origen neurológico
y que se trata de una alteración -el término correcto es Trastornos en el Espectro
del Autismo (TEA)- que abarca muchas afectaciones.

¿Qué es el Trastorno en el Espectro del Autismo (TEA)?


Es difícil dar una única definición para el concepto de TEA.
Las clasificaciones que se realizan están en continua modificación y, con
frecuencia, la información que se encuentra en las diversas fuentes se refieren
al autismo clásico. Sin embargo, hay todo un espectro de trastornos con
diferente gravedad que se engloban dentro de los llamados TEA.
El autismo es un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits del
desarrollo, permanentes y profundos, que afectan a la socialización, la
comunicación, la imaginación y la conducta, entre otras cosas. La incidencia
es de unos 60 casos por cada 10.000 niños.
El Síndrome de Asperger y el Trastorno Generalizado de Desarrollo, son
alteraciones dentro de los TEA.
La Confederación de Autismo de España destaca que cuando hablamos de
autismo y de personas que lo sufren estamos hablando de un conjunto de
alteraciones semejantes, pero la manifestación varía mucho en grado y en forma
en función de cada individuo. Por lo tanto, la idea de tomar el autismo como un
espectro continuo, más que como una categoría única, nos ayuda a entender
que estamos empleando términos comunes para hablar de personas muy
diferentes. Podemos decir que, si en otros trastornos ya hay grandes
diferencias entre los diferentes pacientes, en el autismo ocurre mucho más. Así,
se puede decir que hay “autismos”, ya que cada paciente es singular.
El autismo es pues un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits
del desarrollo. Afectan a la socialización, a la planificación y a la reciprocidad
emocional, y a veces provoca conductas repetitivas o inusuales.

El término TEA fue empleado por primera vez por Lorna Wing, quien en 1988
expuso que las personas situadas en el espectro son aquellas que presentan:
1- Trastorno en las capacidades de reconocimiento social.
2- Trastorno en las capacidades de comunicación social.
3- Patrones repetitivos de actividad, tendencia a la rutina y dificultades en
imaginación social.

En España, con una estimación de 13.000 niños afectados, las estadísticas


constatan que existen entre uno y dos casos por cada 1.000 niños. Debido a
este aumento, la vigilancia y evaluación de estrategias para la identificación
temprana, podría permitir un tratamiento precoz y unos mejores resultados.

Su origen se halla en una anomalía en las conexiones neuronales que es


atribuible, con frecuencia, a mutaciones genéticas. Sin embargo, este
componente genético no siempre está presente, ya que se ha observado que los
trastornos que sufre una persona autista pueden tener diversos factores, dado
que se ha descrito la implicación de varios elementos de riesgo que actúan
juntos.

El grado de severidad del autismo varía mucho. Los casos más graves se
caracterizan por una completa ausencia del habla de por vida y comportamientos
extremadamente repetitivos, inusuales, autodañinos y agresivos. Este
comportamiento puede persistir durante mucho tiempo y es muy difícil de
cambiar. Así, se convierte en un reto enorme para aquellos que deben tratar y
educar a estas personas. Las formas más leves de autismo pueden ser casi
imperceptibles y suelen confundirse con la timidez, la falta de atención y la
excentricidad.
Síntomas de un niño con autismo
Hasta la fecha una de las mayores dificultades a la que se enfrentan los
médicos es un habitual retraso en el diagnóstico.Aunque cada vez hay una
mayor sensibilización por parte de los médicos y de la sociedad en general, hay
ciertos factores que dificultan el diagnóstico precoz como son la variabilidad
individual de cada niño, la variabilidad a lo largo del desarrollo, el miedo de los
médicos a equivocarse (son niños de aspecto normal e incluso algunos niños
tienen habilidades hipertróficas) y la ausencia de criterios diagnósticos
consensuados para niños muy pequeños (menores de tres años). Además
muchos profesionales de la pediatría no tienen formación especializada en estos
rasgos y necesitan de una mayor familiarización con las herramientas
diagnósticas.
Hablaremos de algunos signos precoces que pueden hacer sospechar del
diagnóstico en este artículo.
Primeros meses de vida
Los niños nacen ya con algunas habilidades. Les gusta mirar las caras, imitar,
presentan cierta sincronía motora y un llanto que resulta informativo de lo que
les ocurre. Se dice que los niños pequeños son “comunicativos antes que
intencionales” y son sociales por naturaleza. Los niños antes de nueve meses
ya pueden seguir la mirada de su madre.

En estas edades tan precoces ya hay unos signos tempranos de autismo. Los
más tempranos son el pobre contacto ocular, es un contacto visual reducido, la
sonrisa es escasa, no responden a su nombre, no hay un seguimiento visual...
con frecuencia son niños “muy tranquilos”, “no demandantes”.

Más adelante aparecen signos como la no imitación o simbolización (dar


de comer a los padres, a los muñecos, ponerlos a dormir…), la ausencia de
atención compartida (disfrutar, por ejemplo, de que un cuento se lea con la
madre o el padre), la ausencia de juego con los demás (compartir con otros
niños) o el dedicar pocas miradas a las personas.
Se trata de unos déficits tempranos que persisten en el tiempo,
probablemente porque tienen que ver con el aprendizaje social que está
alterado.
Entre los 18 y los 36 meses de edad
Así, entre los 18 y 36 meses de edad se pueden percibir signos como
 Sordera aparente, no responde a llamadas o indicaciones. Parece que oye
algunas cosas y otras no.
 No persigue por la casa a los miembros de la familia ni alza los brazos cuando
está en la cuna para que le cojan. Parece que nos ignora.
 Cuando se le coge de la cuna o el parque no sonríe ni se alegra de ver al adulto.
 No señala con el dedo y mira al adulto para comprobar que éste está también
mirando donde él señala.
 No señala con el dedo para compartir experiencias ni para pedir.
 Tiene dificultades con el contacto ocular, casi nunca lo hace y cuando mira hay
veces que parece que "atraviese con la mirada", como si no hubiera nada delante
de él.
 No mira a las personas ni lo que están haciendo.
 Cuando se cae no llora ni busca consuelo.
 Es excesivamente independiente.
 Reacciona desproporcionadamente a algunos estímulos (es muy sensible a
algunos sonidos o texturas).
 No reacciona cuando se le llama por el nombre.
 Prefiere jugar solo.
 No dice adiós.
 No sabe jugar con los juguetes.
A partir de los 36 meses
 Tiende a ignorar a los niños de su edad, no juega con ellos ni busca interacción.
 Presenta un juego repetitivo y utiliza objetos y juegos de manera inapropiada;
como por ejemplo gira constantemente los objetos, juega con trocitos de papel
delante de los ojos, alinea objetos,...
 Puede presentar movimientos esteriotipados o repetitivos como aleteo con las
manos, saltitos, balanceo, caminar de puntillas,…
 Ausencia de lenguaje, o este es repetitivo y sin significado aparente, con tono de
voz inapropiado. No dice cosas que antes decía.
 No existe imitación.
 Evita la mirada y el contacto.
 Parece cómodo cuando está solo y tiene problemas para aceptar cambios en su
rutina.
 Tiene apego inusual a ciertos objetos.
 Tiene muchas rabietas.
 Está en su mundo.
En caso de presentar uno de los siguientes síntomas, es necesario consultar
con el especialista:
 No balbucea o no hace gestos de interacción con 12 meses.
 No dice palabras aisladas con 16 meses.
 No dice frases completas con 24 meses.
 Cualquier regresión o pérdida de habilidades adquiridas a cualquier edad.
Por último, FAROS recomienda la película «María y yo», una historia de un padre
que se va junto a su hija autista de vacaciones a las Islas Canarias y en la cual,
de una forma original, con sentido del humor y con un toque de sinceridad
nos relatan cómo se convive con una discapacidad.
Si quieres aprender más sobre el trastorno y saber con más detalle qué se
celebra y reivindica el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, te
aconsejamos visitar la web de este movimiento asociativo y sumarte a la
campaña #DiaMundialAutismo.

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