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Introducción
Las experiencias se viven a través de los sentidos, los pasos que damos en
nuestro aprendizaje y la forma en la que nos relacionamos con el entorno es
captado mediante los órganos de los sentidos.
Una historia natural de los sentidos, texto escrito por Diane Ackerman que
nos lleva a transitar por la poética de los sentidos a su manera de ver el mundo,
que hace que nosotros lo miremos parecido a ella.
Olfato
No hay como el aroma agradable del café para alegrar mis días, o el aroma
a humedad que me recuerda a mi abuela Lidu y su enfermedad, esa casa donde
pase mi infancia entre lo húmedo de las paredes y el olor a medicina, o el aroma
de madera del taller de carpintería de mi abuelo Leonardo; sí esas dos esencias
me hacen recordar que los dos partieron el mismo año, los dos se fueron con sus
aromas y yo me quedé aquí contemplando sus recuerdos.
¿Por qué empecé así el texto? Lo primero que pienso mientras leía el
capítulo del olfato era esos recuerdos que tengo marcados de mi infancia, de dos
personas que murieron el mismo año, esos olores tan peculiares que me hacen
sentirlos cerca, que me acompañan. Mis memorias olfativas, mis recuerdos que se
han quedado impregnados en mi corporalidad. El oler evoca a sensaciones y
emociones. “El olor es el sentido mudo, que no tiene palabras”1, frase que me
hace pensar y reflexionar que no se puede describir un olor, decimos huele a
naranja, huele a húmedo, no es como el gusto que dices -sabe a dulce o salado-,
con los aromas es diferente, incluso se hacen metáforas o analogías, -huele a
tristeza-, utilizamos de otro sentido para describirlo.
El olfato es directo, las moléculas suben por la cavidad nasal pero llegan a
la parte del cerebro en la que se interviene con un proceso emocional, en el que
nos hace sentir placer, gozo o repulsión. Es el sentido de mi memoria que me
hace volver a vivir, que me hace recordar a esa persona o aquel momento, justo
1
Ackerman D. (1993) Una historia natural de los sentidos. Anagrama, Barcelona p. 22
donde se despiertan las memorias olfativas, los recuerdos olvidados, las
experiencias en clase, esos recorridos de olores que tuve que darme cuenta que
bloqueo algunos para poder funcionar, o el reconocer que me agradan algunos de
mis aromas corporales, como mi sudor.
Tacto
La piel una gran capa que nos recubre, nos aísla de temperaturas,
experimenta el contacto con otra materia, la textura, la forma; es el contenedor de
nuestro cuerpo, la limita, nos pone alerta, se estimula, se sensibiliza; nos
individualiza, se renueva, atrae a otros y también se adorna.
Tocar, sentir la piel del otro, sentir lo frío del piso, lo frío de la pared, el calor
de los rayos del sol. También me hace pensar ¿quién toca a quién? Yo toco al
momento de escribir al teclado de la computadora, o son las teclas de la
computadora que me tocan a mí, o las dos cosas, toco y me toca. No sólo
físicamente, tocar no solo implica el contacto físico, viaja por otras sendas, como
ahora que escribo y pienso que fui tocada por el contexto y la situación en la que
me encuentro, ese toque que me llevo a mantenerme quieta, estática, pero que
dentro de mí, cada célula se movilizaban, tratando de entender que era lo que me
había llegado a tocar tanto que me hizo cuestionarme sobre mí, y mis relaciones
afectivas.
2
Ibídem p.120
Gusto
Mientras leía las páginas del apartado del gusto, mientras observaba la
frase “La comida debe saber bien… debemos comer para vivir” 3 recuerdo que un
pasado no podía disfrutar de la comida o rechazarla cuando no me gustaba, era
como si suprimiera el poder de saborearla y me llegó a la mente que cuando iba
en la secundaria, mi padre cocinaba y mientras estábamos en la mesa, se
platicaba mucho y yo en muchas ocasiones no quería hablar o no podía, solo
quería que me dejaran comer tranquila, me hacía sentir inferior, y es cuando
entiendo que la memoria se relaciona con los sentidos, hasta que pasé por un
proceso terapéutico en el que disfruto la comida y puedo decir que algún sabor no
me agrada, también tiene que ver con el placer de hacerlo.
3
Ibídem p. 157
saliva era una sensación extraña que no logro describir pero después de eso me
hizo más alerta sobre lo que consumo y bebo.
También el gusto es hacía el otro, incluso hemos dicho “te quiero comer”,
yo le he dicho, lo he sentido, es placentero esa sensación de comerse a alguien,
de degustarlo, más allá de una atracción sexual, o cuando alguien se nos antoja,
implica el gusto, el gozo. Lo relaciono con la práctica del festín, degustar una
galleta con cajeta en la soledad de mi cuarto, es consentirse, apapacharse, darse
placer y reconocer que siento placer al hacerlo, comer algo que me agrada y me
satisface me hace sentir plena, mejora la química de mi cerebro y aumenta mis
endorfinas.
Oído
Ackerman habla del corazón que oye, la escucha no sólo con el oído con
todo el cuerpo, menciona el canto de cuna de las madres, esa voz y melodías que
calman, que hacen que uno entré en paz; escuchamos con todo el cuerpo porque
somos tocados por vibraciones que son emanados por una fuente de sonido, ese
sonido viaja como una onda de moléculas que avanzan por el aire. Los sonidos
nos ponen en alerta, como lo sucedido el 19 de Septiembre, soy más receptiva a
las alarmas sísmicas, ese sonido lo tengo muy identificado y claro.
Visión
Utilizamos los ojos para mirar, para observar que hay a nuestro alrededor,
pero no solo visualizamos con los ojos, la visión va más allá de observar con la
pupila. En efecto el primer órgano que utilizamos para ver son los ojos, pero hay
condiciones que nos llevan a mirar desde otro punto, se mira desde algo más
interno.
Con lo que me quedo de este apartado del libro es con eso que uno puede
mirar de distintas formas, e incluso no todos miramos igual, la luz que observamos
no es la misma para todos, podemos ver la energía y sentirla. Estamos en una era
visual, nos atacan con miles de estímulos visuales que no percibimos los más
esenciales, como me ocurrió en un practica de clase; sufro de agudeza visual,
tengo miopía y tenía que ver y observar a mis compañeros siendo parte de un
círculo, no tenía mis lentes, pero pude distinguir cada ser, cada esencia, los vi de
otra manera en la que no estaba acostumbrada.
Conclusiones
Literatura consultada