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En estas últimas semanas se devela dónde iban los fondos argentinos, no los de
los buitres internacionales, sino de los buitres nacionales; los obtenidos de coimas:
iban a los buches kirchneristas, y fue un chofer, encargados de trasladar a uno de
los buitres, el que, posiblemente cansado de ocultar los olores carroñeros que
soportó durante el tiempo de prestó sus servicios, quien dio a conocer la
procedencia y destino de esos recursos que al ser producto de coimas, encarecían
el costo de las obras emprendidas por el gobierno, cargando más las espaldas de
los argentinos, que como una vez dijera el presidente Avellaneda: “Hay dos
millones de argentinos que ahorrarán hasta sobre su hambre y sed para
responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en
los mercados extranjeros.”
Claro que ahora son muchos más los argentinos que tendrán que ahorrar sobre su
hambre y sed para sacar adelante su país. Trágica historia que no acaba ahí, tiene
una continuación tan deprimente que asquea, y es que senadores argentinos se
oponen a que las autoridades ingresen en la vivienda de la ex, a buscar pruebas
de sus supuestas pillerías. ¡Lloren por ustedes argentinos! debiera decir la frase,
porque los políticos allí, al igual que en muchas partes de nuestra América, se
llenan los bolsillos a costa del hambre y la salud de las mayorías a las cuales
engañan haciéndoles pensar que defienden sus intereses, o tal vez se trata de un
malentendido, lo que quieren decir, quizá, es que defienden “sus intereses” es
decir los de ellos mismos y el pueblo esperanzado entiende que se trata de sus
intereses.