- Plantea preguntas sobre cosas concretas, no generales
- Haz preguntas abiertas, no cerradas. “¿Puedes hablarme un poco sobre lo que sentiste cuando te dijeron: te tienes que marchar del país?” “¿Dónde estabas, en qué momento, qué recuerdas de ese día?”....Pero nunca cosas como: “¿Se sintió usted mal cuando le echaron de la sala?” Porque a esto sólo se puede contestar sí o no. - Ten en cuenta que la mayoría de las entrevists se desarrollan de forma no lineal, por asociación de ideas. No te preocupes, porque, si la terminas utilizando en tu documental, podrás ordenarla en el montaje. - No dejes de mirar a los ojos de tu entrevistado - Ten el cuestionario a mano, en una tarjeta, en un folio, y no te preocupes si tienes que mirarlo, no tienes por qué recordar todas las preguntas - No pienses cuál va a ser tu próxima pregunta, porque eso te impedirá escuchar atentamente. Si dejas hablar al entrevistado, te darás cuenta incluso que contesta a más preguntas en una sola intervención, y que algunas no tendrás ni siquiera que hacérselas - Estate atento para ver cuándo debes reconducir el tema, porque el entrevistado puede perderse, o desviarse a historias que no te interesan. Pero no le interrumpas, espera una pausa y propón amablemente el tema que te interesa pero sin decir “creo que nos estamos yendo del tema” o “es que no es eso lo que yo le estaba preguntando” o “tiene que hablar más brevemente”. - Sólo si escuchas con atención puedes estar atento al “subtexto”, al significado implícito de las palabras, a lo que el entrevistado esquiva o le cuesta trabajo decir. Si escuchas atentamente puedes guiarle con otra pregunta hacia lo que en ese momento no ha sabido decir. - Sigue tu intuición y tu instinto, pero no avasalles a la persona que tienes enfrente, hay tiempo para todo, no se puede dar la impresión de prisa, de necesidad de completar todas las preguntas. - Para cambiar de tema, o para profundizar en lo que el entrevistado ha dicho, o cuando sientes que se está saliendo del tema y hablando demasiado de algo que no necesitas, puedes hacer un resumen de lo 2
que has entendido de su intervención, centrándote en aquello que
quieres que desarrolle. - Una entrevista no son sólo palabras. Fíjate en su actitud y sus gestos ante determinadas preguntas y temas. Siempre puedes decir: “Creo que (tal cosa, tal persona, tal situación) le sigue enfadando...” o “¿Le resulta difícil hablar de cuándo ocurrió...? - Si el entrevistado se calla, respeta su silencio, y espere a que vuelva a ponerse en marcha. Si está muy nervioso, o preocupado, y tú sabes que la conversación va a ser larga, proponle una pausa en la que podéis seguir hablando pero de forma más distendida, quizá sin cámara o sin grabadora. - Sigue explorando y sigue preguntando hasta que creas que lo has entendido todo perfectamente. Explora sentimientos y sensaciones, no sólo hechos, fechas, datos, pues esto es algo que el entrevistado te puede facilitar incluso cuando la cámara no está presente, no importa que se equivoque en una fecha o en un dato, pero sí es importante que queden claros sus sentimientos hacia los hechos. - En general, funciona mejor hacer que el entrevistado se sienta bien antes que provocar que se sienta mal. Si le contradices, es cierto que puede “saltar” y decir cosas interesantes. Pero, si le elogias, si le animas, probablemente se sienta más libre, con más ganas de contar cosas sobre tu vida. - No pienses que estás utilizando al entrevistado, que le estás presionando, que él no quiere en realidad estar ahí. A la mayoría de la gente le gusta hablar de su vida, contar cómo es, definirse. Para ti es un trabajo, pero para él es una oportunidad para hablar de sí mismo, para reflexionar, incluso para “curarse” al nombrar determinados sentimientos, al atreverse a decir cosas que quizá ni siquiera las personas cercanas le han preguntado. Dar testimonio de la propia vida “tiene propiedades curativas”.