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Análisis estético

«Gottfried Helnwein: el hiperrealismo como nocaut estético»

«La hermosura es una tiranía de corta duración»

Sócrates

Di Gerónimo (2000) recupera de Cortázar algo vital para la «teoría literaria» cuando éste
recuerda que:

[…] un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en el combate que
se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos,
mientras que el cuento gana por knockout. Es cierto, en la medida en que la novela
acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es
incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases (p. 78-79).

Y, en el caso de Gottfried, sucede lo mismo (en sus dos exposiciones: Head of a


child y The Disasters of War) ya que es una obra contundente, una representación visual
que vence a quien la mira por nocaut (como en la idea de cuento de Cortázar), por ser
directa, precisa y, simplemente, penetrante, no sólo por su formato –que sí–, sino por la
pulcritud del pincel, al extremo de la realidad: hiperrealismo.

Desglosando lo anterior, comencemos…

Hiperrealismo

Jameson (1992) concibe la experiencia estética del hiperrealismo como la forma artística
paradigmática de nuestra época, el capitalismo avanzado, en la cual la imagen se configura
en posibilidad y límite de la expresión.

Asimismo Jameson (1992) destaca el estatuto sintomático del hiperrealismo como


acontecimiento determinante del ascenso vertiginoso hacia los límites de la «era de la
imagen».
Por su parte, Jean Baudrillard (1998) concibe a la cultura mediática como
generadora de una conciencia social de hiperrealidad. Es decir:

[…] la representación de lo real es remplazada por un simulacro simbólico… el


hiperrealismo de la simulación se expresa en todas partes por la impresionante
semejanza de lo real a sí mismo.

De igual forma, apunta Baudrillard (1998), que el hiperrealismo sería el momento


culminante de la supremacía del ojo como modo de conocer el mundo:

[…] el momento en el cual los mecanismo de construcción de lo real y su tendencia


ocularcéntrica son puestos en crisis por el agotamiento de su propia materialidad
expresiva.

En el caso de Gottfried –y estas dos exposiciones– ciertamente vemos el acontecer


de una cultura mediática, provocada por un capitalismo avanzado, que no distingue y
confiere situaciones de violencia frente a una juventud, sin ningún tipo de censura, lo cual,
en Gottfried (y como así lo comenta el pintor) provoca un punto de partida estético:

[…] [sic] nuestros hijos está creciendo en un mundo donde la muerte, la tortura y el
asesinato pasan como si fuesen incidentes virtuales de los juegos de computadora.
Muchas veces los efectos especiales resultan más reales que la realidad misma;
estamos presenciando una confusión total en la que la ficción se mezcla con lo que
aparece en los noticiarios. Yo busco retratar esa confusión (Fierro, 2008).
Al respecto de la estética hiperrealista (aunque no ahondaremos en ella) y la crítica
que realiza Jameson, Gottfried comenta que:

[…] esta es la edad del materialismo, el consumismo y la decadencia. Nuestro


héroes son unos idiotas, como la basura de Paris Hilston, la princesa triste en sus 15
minutos de fama. Los niños se matan a tiros en las escuelas (Fierro, 2008).

El hiperrealismo de Gottfried desde Platón, Aristóteles y la estética medieval

· Estética medieval

Sobre la cita anterior, Gottfried se acopla casi perfectamente a la idea de los rigoristas,
mencionada por Eco (1999), donde se menciona que el adorno excesivo resulta en un
distractor para el desarrollo de virtudes más profundas.

Así la obra de Gottfried se presenta, como una directa, que muestra, sin ningún tipo
de distractor, el objeto de interés. Y, al mismo tiempo, comprende que la actual sociedad
vive en una serie de distractores «idiotas» que sólo nos sumergen en una enajenación.
Así pues, la obra de Gottfried, como se comenta en Eco (1999) y en Le Goff (2008)
no se refiere sólo a un concepto abstracto sino que se remite a experiencias concretas, tal
como lo confirma el mismo pintor:

[…] Cuando me enteré de lo que la gente de mi país le hizo a personas inocentes


durante el régimen nazi, comenzó en mí una especie de obsesión por la justicia. He
perdido la confianza en el mundo de los adultos y su sistema de valores. En un niño
veo el pleno potencial de los valores y las virtudes humanas, de la inocencia, la
confianza, del amor, la compasión y la creatividad. En un niño lo ético está intacto,
por eso me parece que son sagrados (Fierro, 2008).

De igual forma y como se menciona en Eco (1999), un tópico importante en la


estética medieval es la idea de la muerte, una belleza interior:

[…] «ante la perecedera belleza, la única garantía está en la belleza interior, que no
muere, y al recurrir a esta belleza, la Edad Media efectúa, en el fondo, una especie
de recuperación del valor estético ante la muerte».

Y esta idea se presenta en la obra de Gottfried, no sólo visualmente, sino en lo dicho


por el pintor mismo:

[…] He estado investigando acerca de los abusos a niños en Alemania; he visto


cientos de fotografías de cuerpos de niños muertos, cuerpos de niños torturados
hasta la muerte, en su mayoría por sus propios familiares. Son imágenes que jamás
podría olvidar. En ese sentido, mis narraciones visuales hablan de la lucha de la
existencia humana, y los niños, sin duda, son los héroes de esta historia.
Cuando Gottfried habla sobre: «… mis narraciones visuales hablan de la lucha de la
existencia humana, y los niños, sin duda, son los héroes de esta historia». Pareciera
comulgar con la idea medieval de:

[…] «los medievales usaban el arte con fines didascálicos y utilitarios… y poco
advertían una contemplación desinteresada de una obra de arte» (Eco, 1999).

Al mismo tiempo y como lo comenta Eco (1999) al mencionar a Huizinga:

[…] «la conciencia del goce estético del medieval es similar a la expresión que hoy
podemos esperar de un hombre de pueblo asombrado».

Asimismo la experiencia estética de muchos frente a la obra de Gottfried es esa: el


asombro de un pueblerino al ver una obra tan directa, penetrante, vertiginosa, prodigiosa e
impresionante… que da muestras de una realidad precisa, sin ornamentos y que declara una
serie de mensajes a esta sociedad ultra capitalista que no se inmuta frente a ningún tipo de
horror, al contrario, lo promueve y venera.

Con lo que respecta al color Gottfried no falla al coincidir con lo que comenta Eco
(1999), Le Goff (2008) y Lomba (1999) sobre este tópico en la edad media:

[…] «vivacísimo por los aspectos sensibles de la realidad; el gusto de las


proporciones llega ya como tema doctrinal y sólo gradualmente se transfiere al
terreno de la constatación práctica y del precepto productivo: el gusto por el color y
la luz es, en cambio, un dato de reacción espontánea, típicamente medieval, que
sólo sucesivamente se articula como interés científico y se sistematiza en las
especulaciones metafísicas…».

Ni tampoco sobre lo que Eco (1999) menciona sobre la inmediatez y la simplicidad:

[…] «el mismo arte figurativo de la época no conoce el colorismo de los siglos
posteriores y juega sobre colores elementales; lo mismo que en poesía medieval: la
hierba es verde, la sangre roja…».

· Estética aristotélica

Conforme al naturalismo aristotélico, Gottfried podría «pecar» de ello, puesto que su obra
lo lleva al extremo y, como afirma Santoro (2007):

«lo estético aristotélico se afirma en la esencia de las cosas» (p. 4).

Así pues, para Aristóteles, el arte aspira a imitar la naturaleza y su esencia


consistiría en la imitación, por lo que el valor estético sobrevendría a las cosas en cuando
éstas imitan con fidelidad y:

[…] «naturalmente tal imitación no puede ser vulgar ni trivial» (Farré, 1949, p.
1446).

Lo cual podemos encontrar inequívocamente en la obra de Gottfried:


Ahora bien, en la obra de Gottfried encontramos lo que es una base para la
«estética» sobre la belleza moral aristotélica:

[…] «una estética del bien» (Bayer, 1980, p. 46).

Cuando el pintor comenta al respecto de estas dos exposiciones:

[…] [sic] cuando me enteré de lo que la gente de mi país le hizo a personas


inocentes durante el régimen nazi, comenzó en mí una especie de obsesión
por la justicia (Fierro, 2008).

Por lo citado anteriormente, Gottfried comulga con el «bien cósmico» aristotélico:

[…] «lazos indisolubles entre el bien y la finalidad» (Santoro, 2007, p. 6).

Con el bien práctico:

«aquel principio de acción y de actividad que está ligado al esfuerzo y a la


voluntad y se encuentra en la acción humana» (Bayer, 1980, p. 46).

Y con el bien útil:

«Es aquel que sirve de medio, es el bien que sólo se desea para algún otro fin»
(Bayer 1980).
Por lo que Gottfried aterriza adecuadamente en la «estética» aristotélica al realizar
una obra contestataria, rebelde, de protesta y denuncia ante la desmesurada sociedad
consumista que ignora lo trascendental de la muerte de la inocencia:

«lo bello es la síntesis de algo moral (el desinterés) y algo estético (la grandeza)».

· Estética platónica (o socrática)

Si sólo nos aproximáramos a la obra de Gottfried de una manera muy «simple», caeríamos
en lo que Platón comenta sobre lo bello desde Sócrates:

«lo bello no es lo bueno, ni lo bueno es lo bello. Si produce belleza se vuelve útil


para estimular, pero no es su fin en sí mismo» (Peñuela, 2007).

Puesto que Gottfried no sólo provoca o estimula, incluso, no intenta ser bueno, por
lo que no es su fin en sí mismo: el pintor crea un puente comunicativo para transferir un
poderoso mensaje que, paradójicamente, resulta bueno y bello.

La obra de Gottfried, por último, cabe muy bien desde la idea platónica (socrática)
sobre:

«Sócrates indica que lo bello es un asunto de perspectiva del objeto, es decir, que
según su punto de comparación será más o menos bello».
Y, la comparación no vendrá frente a otras obras, más bien, sobre el concepto que
Gottfried comunica:

«comenzó en mí una especie de obsesión por la justicia» (Fierro, 2008).

La belleza nace no sólo de observar al objeto, que en sí es asombroso por la técnica


empleada, sino por el concepto y lo que motiva al artista.

Asimismo, y como menciona Sócrates, la obra de Gottfried:

[…] «produce algo en el ser… una emoción o un sentimiento, no importando de


qué esté hecho o cómo se presente, si es bello provocará algo en quien lo observe
(Peñuela, 2007).

Por todo lo anterior la obra de Gottfried gana por nocaut, como el cuento, y no por
puntos, como en la novela. Coincide muy bien dentro de estas tres estéticas (y otras) y
trasciende en concepto, dejándonos claro que, una obra de arte que trascenderá, es
importante y resulta digna de admiración, quizá –y muy probablemente– cumplirá y
encajará en la mayoría de los postulados estéticos a lo largo del tiempo.
Bibliografía

 Bayer, R. (1980). Historia de la estética. México: Fondo de Cultura Económica.


 Di Gerónimo, M. N. (2000). Poética del cuento de Julio Cortázar. Revista de
Literaturas Modernas, 30: 67-86.
 Eco, U. (1999). Arte y belleza en la estética medieval. España: Lumen.
 Farré, L. (1949). Los valores estéticos en la filosofía aristotélica. Actas del Primer
Congreso Nacional de Filosofía. Argentina.
 Fierro, A. (2008). Entrevista a Gottfried Helnwein. Revista JOIA. Recuperado de
https://www.enkil.org/2009/02/05/gottfried-helnwein-la-humanidad-del-arte-
extremo/
 Jameson, F. (1992). El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo
avanzado. Buenos Aires: Paidós.
 Le Goff, J. (2008). Lo maravilloso y lo cotidiano en la Edad Media. Barcelona:
Gedisa.
 Lomba, J. (1999). La naturaleza y el espacio en la estética medieval. Revista
española de Filosofía Medieval, (6), 11-24.
 Platón (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen I: Apología.
Critón. Eutifrón. Ion. Lisis. Cármides. Hipias menor. Hipias mayor. Laques.
Protágoras. Madrid: Editorial Gredos.
 Peñuela, J. (2007). Pensar en Platón. Lo problemático de lo bello contemporáneo.
Investigación en el campo del arte, 1(1), 112-127.
 Santoro, F. (2007). Sobre la estética de Aristóteles. Cuadernos de estética aplicada,
I(2), 1-13.

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