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Sócrates
Di Gerónimo (2000) recupera de Cortázar algo vital para la «teoría literaria» cuando éste
recuerda que:
[…] un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en el combate que
se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos,
mientras que el cuento gana por knockout. Es cierto, en la medida en que la novela
acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es
incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases (p. 78-79).
Hiperrealismo
Jameson (1992) concibe la experiencia estética del hiperrealismo como la forma artística
paradigmática de nuestra época, el capitalismo avanzado, en la cual la imagen se configura
en posibilidad y límite de la expresión.
[…] [sic] nuestros hijos está creciendo en un mundo donde la muerte, la tortura y el
asesinato pasan como si fuesen incidentes virtuales de los juegos de computadora.
Muchas veces los efectos especiales resultan más reales que la realidad misma;
estamos presenciando una confusión total en la que la ficción se mezcla con lo que
aparece en los noticiarios. Yo busco retratar esa confusión (Fierro, 2008).
Al respecto de la estética hiperrealista (aunque no ahondaremos en ella) y la crítica
que realiza Jameson, Gottfried comenta que:
· Estética medieval
Sobre la cita anterior, Gottfried se acopla casi perfectamente a la idea de los rigoristas,
mencionada por Eco (1999), donde se menciona que el adorno excesivo resulta en un
distractor para el desarrollo de virtudes más profundas.
Así la obra de Gottfried se presenta, como una directa, que muestra, sin ningún tipo
de distractor, el objeto de interés. Y, al mismo tiempo, comprende que la actual sociedad
vive en una serie de distractores «idiotas» que sólo nos sumergen en una enajenación.
Así pues, la obra de Gottfried, como se comenta en Eco (1999) y en Le Goff (2008)
no se refiere sólo a un concepto abstracto sino que se remite a experiencias concretas, tal
como lo confirma el mismo pintor:
[…] «ante la perecedera belleza, la única garantía está en la belleza interior, que no
muere, y al recurrir a esta belleza, la Edad Media efectúa, en el fondo, una especie
de recuperación del valor estético ante la muerte».
[…] «los medievales usaban el arte con fines didascálicos y utilitarios… y poco
advertían una contemplación desinteresada de una obra de arte» (Eco, 1999).
[…] «la conciencia del goce estético del medieval es similar a la expresión que hoy
podemos esperar de un hombre de pueblo asombrado».
Con lo que respecta al color Gottfried no falla al coincidir con lo que comenta Eco
(1999), Le Goff (2008) y Lomba (1999) sobre este tópico en la edad media:
[…] «el mismo arte figurativo de la época no conoce el colorismo de los siglos
posteriores y juega sobre colores elementales; lo mismo que en poesía medieval: la
hierba es verde, la sangre roja…».
· Estética aristotélica
Conforme al naturalismo aristotélico, Gottfried podría «pecar» de ello, puesto que su obra
lo lleva al extremo y, como afirma Santoro (2007):
[…] «naturalmente tal imitación no puede ser vulgar ni trivial» (Farré, 1949, p.
1446).
«Es aquel que sirve de medio, es el bien que sólo se desea para algún otro fin»
(Bayer 1980).
Por lo que Gottfried aterriza adecuadamente en la «estética» aristotélica al realizar
una obra contestataria, rebelde, de protesta y denuncia ante la desmesurada sociedad
consumista que ignora lo trascendental de la muerte de la inocencia:
«lo bello es la síntesis de algo moral (el desinterés) y algo estético (la grandeza)».
Si sólo nos aproximáramos a la obra de Gottfried de una manera muy «simple», caeríamos
en lo que Platón comenta sobre lo bello desde Sócrates:
Puesto que Gottfried no sólo provoca o estimula, incluso, no intenta ser bueno, por
lo que no es su fin en sí mismo: el pintor crea un puente comunicativo para transferir un
poderoso mensaje que, paradójicamente, resulta bueno y bello.
La obra de Gottfried, por último, cabe muy bien desde la idea platónica (socrática)
sobre:
«Sócrates indica que lo bello es un asunto de perspectiva del objeto, es decir, que
según su punto de comparación será más o menos bello».
Y, la comparación no vendrá frente a otras obras, más bien, sobre el concepto que
Gottfried comunica:
Por todo lo anterior la obra de Gottfried gana por nocaut, como el cuento, y no por
puntos, como en la novela. Coincide muy bien dentro de estas tres estéticas (y otras) y
trasciende en concepto, dejándonos claro que, una obra de arte que trascenderá, es
importante y resulta digna de admiración, quizá –y muy probablemente– cumplirá y
encajará en la mayoría de los postulados estéticos a lo largo del tiempo.
Bibliografía