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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Ciencias Físico


Matemáticas

Resumen 1

Nombre: José Adrián Castillo Sierra


Matricula: 1664207

Sábado 15 de septiembre del 2018, San Nicolás de los


Garza, N.L.
Para definir la ciencia se requiere comprender la actividad científica, pero se corre el
riesgo de aceptar una definición previa de ella, con el consecuente peligro de no
encontrar lo que buscábamos.

La actividad científica consiste en observar, analizar, relacionar e interpretar


los fenómenos de la realidad para alcanzar algún objetivo relacionado con una
necesidad socialmente determinada.

Quizá podríamos ejemplificar con la agricultura la primera actividad humana


en que se comprometieron todos los elementos que se requieren para hablar de una
actividad científica. La agricultura exigió, en primer lugar, cierta forma de
clasificación de las plantas; conjuntamente, determinado conocimiento del ciclo vital
de las mismas o al menos de la planta que se reproducirá; correspondientemente,
un acompasamiento entre el ciclo vital de esa planta y el ciclo general de la
naturaleza. Lo cual implicaba cierta idea de la astronomía y cierta reconstrucción de
los movimientos cíclicos del Sol y las estrellas.

El problema de los objetivos de la actividad científica es central: algunas


versiones sobre la actividad científica ponen énfasis en la "búsqueda de la verdad" o
en la idea de que la actividad científica es connatural a la especie humana.

El problema de los objetivos de la actividad científica es central: algunas ver-


siones sobre la actividad científica ponen énfasis en la "búsqueda de la verdad" o en
la idea de que la actividad científica es connatural a la especie humana. Sin duda,
es necesario contar con el dispositivo orgánico que sólo los seres humanos
poseemos para poder hacer ciencia; pero eso no es el motor de la ciencia.

La actividad científica comienza con la observación meticulosa y el registro


correspondiente de los cambios en la naturaleza de los fenómenos o de los objetos
que se están observando.

Algunos de esos cambios parecen regulares y entendibles; otros, por el


contrario, irrumpen de manera azarosa e imprevista. En algunas ocasiones se llegó
a pensar que la naturaleza procede de manera caprichosa y voluble, imposible de
ser entendida por los seres humanos, y cuyo conocimiento estaba reservado a sus
creadores: los dioses.

En otras ocasiones, las relaciones se interpretaron de manera metafórica y


las consecuencias fueron similares, aunque la causalidad se pueda entender de
modo semejante. El hecho que cierto grupo humano haya atribuido la condición de
deidad a una rana, a la cual se invoca para obtener lluvia, puede ser el resultado de
una compleja red de vinculaciones simbólicas, donde las metáforas se organizan
dando sentido a algo que es incomprensible en otra dimensión analítica.
Un acontecimiento importante en la historia de la humanidad es el
establecimiento de asentamientos estables. Estos asentamientos, cuando
comenzaron a diversificar las funciones de sus habitantes y permitieron y obligaron
al desarrollo de una división más específica del trabajo, liberaron a algunos de sus
miembros de la pesada carga de ganarse la subsistencia cotidiana mediante el
trabajo directo. La división del trabajo material obligará a la especialización de
algunas perso-nas en ciertas tareas y aparecerán los problemas de formación
correspondientes. Ciertas actividades artesanales podían desarrollarse sin el
dominio de habilidades como la escritura; pero la organización social requería el
registro de determinadas actividades y ello implicaba alguna forma de control y de
archivo.

Para quienes las matemáticas son la expresión más acabada de la ciencia,


ésta habría comenzado en Babilonia hace más de cuatro mil años (Collette, 1985;
Rít-ter, 1989). La civilización babilónica se desarrolló a partir de diversos pueblos
que ocuparon la región conocida como Mesopotamia (actual Irak), desde hace más
de siete mil años. Allí, desde hace unos cinco mil años empezaron a usarse ciertos
símbolos estilizados para representar las cosas y las palabras; se trataba de la
escritura cuneiforme, donde mediante un estilete se hacía una marca en una tablilla
de arcilla, cuyas dimensiones varían entre unos doce y unos 450 cm, que luego eran
cocidas, lo que permitió que se conservarán por mucho tiempo, a diferencia de
materiales como el cuero o los papiros, que se deterioran con más facilidad, por lo
cual se ha perdido la mayoría para siempre. La escritura y la matemática nacen al
mismo tiempo y podría decirse que la una no puede existir sin la otra.

La ciencia es un proceso de construcción colectiva, y si fuera el caso que


algún sabio babilonio se hubiese percatado de la originalidad de organizar los
cálculos de esa manera, éstos tendría que pasar por el tamiz de la aceptación social
de la innovación; sólo después que la comunidad científica acepta el valor de un
nuevo elemento o proceso, éste se incorpora al conocimiento.

En el código de Hammurabi se especifican cinco tipos de expertos:


1. Los"observadores de pájaros", que eran los especialistas en predecir
el futuro a partir del comportamiento de las aves.
2. Los "médicos" y "exorcistas", que acudían en forma conjunta o
separada a las llamadas de familiares en casos de enfermedad o
muerte.
3. Los adivinos.
4. Los "escribas", que eran personas instruidas, con capacidad para leer,
hacer cálculos y escribir.
5. Los astrólogos.

La autoridad real babilónica, estableció patrones o medidas oficiales de


longitud, peso. La ciencia aparece así asociada con el poder político. En el sentido
de organización del Estado, el asunto de la ciencia debe ser un asunto oficial no
puede dejarse al libre juego de las fuerzas sociales o de otro tipo.

En Egipto los avances más importantes se dieron en el campo de la medicina, el


primer médico egipcio conocido se llamó I-am-hotep o Imhotep (“el que viene en
paz”). Algunos manuscritos se refieren a él como consejero de Zoser, faraón que
construyó la pirámide escalonada. Sus trabajo en la medicina fue tan grande que
tiempo después los egipcios y griegos lo consideraron una deidad.

Los egipcios, al igual que los aztecas, tenían un calendario mucho más
racional
que el que usamos ahora, y dividían el año en 36 semanas de diez días cada una.
El inicio del año se hacía coincidir con la aparición del Sol junto a la estrella Sotkis.

La ciencia ha debido enfrentar, desde el principio, la dualidad del


pensamiento religioso: por un lado, el uso que la religión hace del conocimiento
como forma de poder y control, apropiándose y controlandolo y, por otra parte, la
oposición directa de las organizaciones religiosas al desarrollo de la ciencia. En las
tres tradiciones previas al mundo griego que han tenido influencia directa en la
construcción de la llamada civilización occidental -judíos, egipcios y persas
(babilonios), la religión siempre constituyó un obstáculo: el mito bíblico habla del
árbol de la ciencia del bien y dei malo del árbol del conocimiento como el deseo
original que condujo a la perdición de la humanidad. El primer obstáculo
epistemológico es la renuncia consciente y explícita a conocer: entre nosotros suele
haber gente así. personas que cuando se les presenta un conocimiento diferente a
sus creencias y que posee al mismo tiempo determi-nado grado de razonamiento o
complejidad mayor, se niegan a incorporar o interiorizar. Esta actitud, aun cuando
pueda responder al principio de ahorro de energía, ha sido exaltada en algunas
tradiciones culturales y ha provocado y provoca innumerables conflictos.

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