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La luz es una forma de energía que ilumina las cosas, las hace visibles y
se propaga mediante partículas llamadas fotones, en otras palabras, la luz nos
permite ver lo que nos rodea. Hay diferentes fuentes de luz: La natural y artificial.
La luz que proviene del Sol es la principal fuente natural para la Tierra; mientras
que la luz de una bombilla, de una vela, de una lámpara de aceite, etc., son
artificiales. Es imposible concebir la vida moderna sin la energía eléctrica. Desde
la invención de la bombilla, los hábitos y costumbres de las personas cambiaron
completamente.
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A nivel espiritual la luz es de vital importancia porque Dios es luz y mora
en la luz (1 Tim. 6:16) “y la luz mora con Él” (Dan. 2:22). David reconoció esta
verdad cuando dijo: “Tú eres mi lámpara, oh Jehová, mi Dios alumbrará mis
tinieblas” (2 Sam. 22:29). Jesús se presenta como la luz del mundo (Jn. 8:12;
9:5) y para eso se encarnó, para que todo el que cree en él no permanezca en
tinieblas (Jn. 12:46). La luz y las tinieblas no tienen comunión (2 Cor. 6:14). En
la eternidad, cuando haya sido destruido Satanás y los impíos, ya no habrá más
oscuridad, tampoco tendremos necesidad de alumbrarnos artificialmente ni con
luz solar, porque el Señor Dios nos iluminará (Apoc. 22:5). La oscuridad es
símbolo de misterio, caos, desorientación, negatividad, injusticia, dificultad y aún
dolor y muerte; así como la luz proviene de Dios (Gén 1:3), la oscuridad proviene
del enemigo (Col. 1:13). La luz es símbolo de vida, amor, verdad, justicia,
seguridad, estabilidad y triunfo.
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tenerla o leerla. Cada vez más la Biblia llega a muchas partes del mundo en
mayor cantidad, aún en aquellos países donde el cristianismo está prohibido. Si
no estamos familiarizados con nuestras biblias es porque no lo deseamos,
porque es sumamente fácil conseguir un ejemplar, aún gratis.
Abrazando la luz
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que poseían los escritos que contenían los rayos de luz. Julianillo adoptó el oficio
de vendedor de telas para que su verdadera misión no fuera descubierta. Así fue
como cumplió su alta vocación de iluminar las mentes de los españoles que
habían abrazado la verdad. Buscaba grupos de protestantes ocultos y les llevaba
el pan de vida así como noticias de la hermandad. Un escritor católico escribió
en su libro “Historia de la Compañía de Jesús en Sevilla”, aludiendo a Julianillo:
“Con increíble habilidad, encontraba entradas y salidas secretas, y el veneno de
la nueva herejía se divulgó con gran velocidad por toda Castilla y Andalucía”.
Parecería que los terribles torturadores se habían salido con la suya y que
la voz del humilde Julianillo se había acallado para siempre. Pero no fue así, sino
que la semilla que había sembrado dio su fruto. Resulta que Julianillo dejó
escondidos en un convento algunos ejemplares del Nuevo Testamento. Algunos
monjes los encontraron y leyeron; esto ocurrió en el Monasterio de San Isidoro
del Campo, en Sevilla. La luz de las páginas sagradas atravesó el corazón de
los monjes Cipriano de Valera, Casiodoro de Reina y otros. Estos tuvieron que
huir de España para buscar refugio en tierras seguras. Casiodoro de Reina
tradujo la Biblia al español y posteriormente fue corregida por Cipriano de Valera.
Esta Biblia es la que uso hoy para auxiliarme a la hora de escribir estas líneas.
Es conocida esta versión como la “Biblia Reina-Valera” y ha llevado en el mundo
hispano a miles y miles de creyentes a los pies de Jesucristo. Vemos que el
trabajo, el sacrificio y la muerte de Julianillo no fue en vano. ¡Qué maravillosa es
la luz del Evangelio! Miles estuvieron dispuestos a morir para percibir aunque
fuera uno solo de sus rayos.
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