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JESÚS EUCARISTÍA ES FUENTE DE ALEGRÍA

Tú me enseñas el camino que lleva a la vida. Hay mucha alegría en tu presencia; a tu


derecha hay placeres que duran para siempre (Salmos 16,11).

Muchas personas en el mundo, buscan una fuente de alegría en donde puedan saciar el
vacío que hay en sus corazones, es allí cuando tratamos de llenar con cosas superficiales y
pasajeras aquello que en realidad es mucho más profundo.

Si alguna vez tuviste mucha hambre, y trataste de llenar tu estómago comiendo una
bolsa de doritos, entonces sabes bien de lo que estoy hablando. Cuando una persona está
hambrienta, sólo una buena comida hecha en casa o en un restaurant podrá calmar el hambre,
fortalecer, y producir una sensación de llenura en la persona hambrienta. De lo contrario,
cuando comemos una chuchería en lugar de comida real, entonces ¿qué sucede? Vamos a
quedar inflados, débiles, con una sensación de llenura, pero hambrientos en lo profundo.

¿Cuántas veces tratamos de saciar el hambre espiritual que tenemos con aquellas cosas
que no pueden satisfacernos y que en realidad nos perjudican? En la biblia, se registra un
momento en el que los hijos de Israel abandonaron a Dios, y trataron de saciar su sed
espiritual con cosas pasajeras, por eso dice: “Mi pueblo ha cometido dos pecados en mi
contra: Me ha abandonado a mí, fuente de agua viva, y luego ha cavado sus propias
cisternas; pero esas cisternas están rotas y no pueden darles agua”. (Jeremías 2,13). Sin
embargo, Jesús nos muestra el camino a la fuente correcta.

En el tiempo en que estuvo en la tierra, Jesucristo dijo a uno de sus discípulos: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino es por mí”. (Juan 14:6). Entonces, el
Señor es el camino a la fuente de agua viva que puede satisfacer todo nuestro ser, no de una
forma temporal, sino de forma prolongada y continua. Es una fuente que no se rompe y que
puede llenar a todo aquel que se acerque cansado y sediento, por eso, no trates de cavar tus
propias cisternas o pozos, que al fin y al cabo no pueden saciarte. ¡Acércate al Señor! Y sé
saciado de la alegría que hay en su presencia, tal como lo vimos al principio: “hay mucha
alegría en tu presencia”.

Todo lo que hay en el mundo es pasajero, por eso, si nuestra fuente de alegría es cualquier
cosa de éste mundo, cuando eso ya no esté, entonces nuestra alegría se acabará también. Pero,
tenemos un Dios eterno, que quiere convertirse en la fuente de nuestra alegría aún en los
momentos difíciles, tal como lo dice su palabra: “yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en
ti, Dios de mi salvación!” (Habacuc 3,18)

Dejémonos iluminar por el Santo Evangelio con este bello texto de la boda en Caná de Galilea.

Lectura del Evangelio según San Juan 2, 1-11

¿Qué es la alegría? Es ese sentimiento o efecto del amor, dice santo Tomás. Pero hay tantas
clases de alegría como clases de amor, unas más profundas, otras más superficiales.
Está la alegría de quien ganó la lotería; la alegría de haber encontrado algo perdido, la alegría
de tener un hijo, la alegría de una curación, la alegría de volver a ver a alguien querido, la
alegría de haber recobrado la gracia y la amistad con Dios, la alegría de haber aprobado un
examen, la alegría de estar enamorado, la alegría del casamiento, la alegría de una ordenación
sacerdotal.

El Evangelio está lleno de manifestaciones de alegría: La alegría por haberse encontrado con
Jesús, la alegría de los pastores al ver al Niño, la alegría de Simeón, la alegría de los Magos, la
alegría en el Tabor al ver a Jesús, la alegría de María Magdalena, la alegría de los discípulos de
Emaús, la alegría de María: “Mi alma canta...”.

Pero hay una alegría secreta e íntima en la eucaristía. Es fracción del pan, banquete. Nos
encontramos en comunidad. La comida produce euforia. Quien participa de la misa debería
experimentar esa euforia y alegría espiritual. Es el clima de la vida cristiana. ¡Nunca nos
faltará!

Por eso Jesús escogió el signo del vino y el vino alegra el corazón.

Caná es el primer anuncio del Nuevo Testamento de la eucaristía: el agua se convirtió en vino.
El vino alegra el corazón del hombre, dice la Sagrada Escritura. La parábola del festín es otro
anuncio: “Vengan y coman”. Cuando uno come está satisfecho y feliz. A un banquete va la
gente feliz y risueña.

La eucaristía es fuente de alegría porque festeja la Alianza que hizo Jesús con nosotros, porque
es imagen del banquete celestial, porque da sentido a nuestros dolores ofrecidos al Señor.
“Nuestra tristeza se convertirá en alegría” (Jn. 16, 20).

Es una alegría que se abre a los demás, para compartir con ellos un gozo superior a los demás.

“¿No tienes dinero? ¿No tienes nada para regalar? ¡Qué importa! No olvides que puedes
ofrecer tu alegría, que puedes regalar esa paz que el mundo no puede dar en tu lugar. Tus
reservas de alegría deberían ser inagotables”.

“Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior
calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento” (Jn 2, 10).

La felicidad nace del encuentro con Jesús

Muchas de las cosas que hacemos están motivadas por el deseo de ser felices. Tanto nosotros,
como nuestra familia o las personas a quienes queremos. La búsqueda de felicidad expresa el
deseo de vivir en plenitud, de hacer que nuestra vida tenga sentido. Buscamos la felicidad y
creemos encontrarla en cosas que no nos hacen realmente felices o a medias; es entonces
“cuando nuestro vino comienza a escasear”.

Así como los padres quieren lo mejor para sus hijos, y sueñan que algún día lleguen a crecer,
desarrollarse y ser felices. Por ello, envía a su Hijo Jesucristo para mostrarnos y abrirnos el
camino de la verdadera felicidad.
“La felicidad verdadera es un don, nace del encuentro con la persona viva de Jesús” (Papa
Benedicto XVI).

El buen vino representa a Dios que se hace presente en nuestras vidas a través de su Hijo
Jesucristo, con el deseo de celebrar una alianza de amistad y amor semejante a lo que celebran
estos novios. Es Él quien con su vida, obras y palabras, nos comunica que nuestra felicidad se
da al vivir en comunión con Dios, con los demás y con la creación. Ese es el proyecto de Dios
al crearnos, aquello que responde a nuestra identidad y el sentido que nos realiza como
personas. Por eso, en el texto bíblico se compromete y actúa para que la fiesta ¡siga siendo
fiesta!, renovando la felicidad de los novios y sus invitados, haciendo de la comunión entre
nosotros, el modo de celebrar y vivir la alegría de Dios.

Hoy estamos llamados a compartir con Jesucristo nuestras alegrías y felicidades, y al igual que
los criados, escuchar lo que nos tiene que decir y hacer lo que Él nos diga. Con su ejemplo
Jesús nos enseña que la vida feliz se da cuando dejamos entrar a Dios en la fiesta de
nuestra vida, cuando somos capaces de vivir esa comunión con los demás, colocando en
común lo que somos, estando atentos a las necesidades de los demás y actuando a favor
de ellos.
En este retiro queremos mirar nuestra vida y mirar a Jesús, reflexionar sobre las preguntas
fundamentales del ser humano, como la búsqueda de lo que nos hace felices, y descubrir que
Jesús nos invita a vivir en amistad y junto a Él abrirnos a lo que Dios quiere para nosotros, su
proyecto de felicidad, que es vida en comunión con todo y con todos.

“Jesucristo es plenitud de vida que eleva la condición humana a condición divina para su
gloria. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). Su amistad no
nos exige que renunciemos a nuestros anhelos de plenitud vital, porque Él ama nuestra
felicidad también en esta tierra” (DA 355).

La Eucaristía es la celebración de la alegría cristiana por la presencia de Jesús vivo. Todos


deberíamos acercarnos a Jesús, fuente de nuestras alegrías, en la Eucaristía dominical o
cuando tengamos la oportunidad de participar.

“Solo en Dios encontrará el ser humano la verdad y la alegría que no cesa de buscar”.

Por eso no dejes que se acabe el vino de la alegría, de la paz, del gozo en tu vida.

 ¿Qué es lo que me hace estar alegre?


 ¿En qué consiste la felicidad verdadera?
 ¿Qué importancia tiene Jesús en mi vida para ser plenamente feliz?

Canto para meditarlo: “El Consejo de María” (Dei Verbum)

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