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CONCURSOS
HETERODOXIA
ESPECIALES
Hace ya un tiempo que se le rinde homenaje a los años `60 del siglo pasado y a quienes
fueron sus protagonistas. En primer lugar habría que poner de relieve lo siguiente: la
euforia cultural sufrió un quiebre con el golpe de Estado de1966. Se fue diluyendo, hasta
que muchos de los nombres de primo cartello se deshicieron en el olvido. Cuando esa
década terminaba, Sergio Mulet (Marsella, 1942-Eya, Rumania, 2007) publicó su
novela TIRO DE GRACIA –Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1969, 106, pgs- . No
se ha reeditado y es ahora casi imposible de conseguir. Mulet, junto a Reynaldo Mariani y a
Ruy Rodríguez conformaba el primer y tal vez único movimiento beat de poesía a través de
OPIUM.
Esa juventud de TIRO DE GRACIA tiene, según se nos informa, entre 25 y 30 años, y
ama el jazz –algunos nombres están escritos por fonética-, el alcohol, el deambular sin
rumbo, la necesidad de ver su libro impreso, su disco editado, su cuadro en una exposición.
Mientras tanto, deben conformarse con trabajos rutinarios o bien con changas que
proporcionan unos pesos para seguir bebiendo. Daniel, el protagonista, se llega hasta
Belgrano y el otro barrio mencionado en la novela es el de Caballito donde, según se dice,
la población está por completo aburguesada. Eso sí, no falta un departamento en Arenales,
lugar no ubicado en el arrabal, claro,
A pesar de la calle Arenales es al orden burgués al que se ataca y se lanzan dardos contra
las instituciones que lo caracterizan. Mientras tanto, Daniel tiene como pareja a Josefina,
una directora de arte que trabaja con Rodolfo Khun y con Fernando Ayala. No vacila en
robarle dinero mientras le hace creer que colabora con los gastos del departamento. Por fin,
la muchacha lo expulsa, algo harta de las borracheras y del parasitisimo .Esto de las
mujeres resulta interesante porque en el texto de Mulet son poco menos que vaginas que
aguardan ser explotadas convenientemente.
Las discusiones sobre política exterior, el cine –hay una gresca por LA
FELICIDAD (Agnès Varda-1965), se observa al protagonista de SIN ALIENTO (Jean-
Luc Godard-1960) con veneración- y las reflexiones corren por cuenta de los muchachos.
Así, Mario le dice a Daniel: “- No hay amor en la gente, no hay amor, la muy cabrona se
las tomó y te juro que gozábamos como locos (…) son mujeres para días y lo peor es que
uno se entrega con todo”.
Y la posición de otro integrante de este grupo, Ricardo, es clara: “- Hay que meterse en
algo muy grande y rajar”.
Por fin, alguien triunfa: puede ser Jaime Jaimes o bien el propio Daniel quien le escribe al
autor del libro la carta final desde Nueva York. El remitente ha logrado ubicarse en el país
que le merece gran admiración, a pesar de las contradicciones que relata. Y así lo
aclara:”Prefiero esto a la mediocridad de Sud América”. Con esta carta, que es la de un
triunfador, se asesta el tiro de gracia a un lector ya algo cansado de seguir a esta juventud
errática.
CEREMONIAS
Sergio Mulet colaboraba con el realizador y novelista Ricardo Becher (Buenos Aires, 1930-
2011) desde el corto CRIMEN (1962), un ejercicio de estilo hoy día muy buscado.
Intervino luego en la no estrenadaRACCONTO (1962) donde Becher reunió una serie de
nombres que incluían los de Graciela Borges, Lautaro Murúa y María Vaner. Aplausos de
la élite intelectual sesentista para una película de veras imposible en todo sentido. Lo más
chic de aquel Buenos Aires pasado por Antonioni. El canal Volver suele pasarla. Y ahora es
necesario aclarar algo: a TIRO DE GRACIA, estrenada en el Paramount en octubre
de1969 no la prohibió nadie. Sencillamente, no hubo espectadores, algo muy común con el
cine de los sesenta, incluido el ahora archifrecuentado blanco y negro de Leonardo Favio.
Lo curioso es que el guión de Becher-Mulet se aparta ligeramente de la novela. Los
encuadres rara vez se preocupan por panorámicas –el momento en que los tres amigos
aguardan el tren en Belgrano es una de ellas-. La mayoría de las veces los encuadres
trabajan en espacios muy reducidos privilegiando los rostros y las actitudes de quienes
frecuentan los bares o deambulan por un Buenos Aires nocturno.
Se suprimieron las alusiones al cine francés que figuran en la novela –esta película guarda
alguna relación con LES TRICHEURS (Marcel Carne-1958), película odiada por
Truffaut-.Es evidente que a la cámara le gusta mostrar el cuerpo de Mulet, un muchacho de
27 años en el esplendor de su belleza física. La época y no la censura obligaron a Becher a
un cierto recato en las relaciones heterosexuales del protagonista. La broma sobre el
aprendiz de taxi boy no está en el código escrito, aún cuando uno de los personajes se
dedique a obtener dinero de esta forma. Las mujeres, eso sí, continúan siendo ofrecidas
como maniquíes sin cabeza y dignas de todo tipo de explotación.
Tampoco el segmento dedicado al campo –en uno de cuyos desolados caminos y de manera
surrealista aparece un enano- es tan extenso en el texto literario. El mayor de los problemas,
más allá de que la pareja de Daniel, Josefina, aparezca iconografiaza como la Monica Vitti
de aquellos años, es el final. Porque Mulet termina su novela con la carta enviada desde
Nueva York.
Es indudable que desde la llamada Semana Trágica, esos grupos estuvieron muy activos
durante el siglo XX en Argentina. El inconveniente es que no fueron tratados con la
profundidad necesaria. En los ´80 la película de Ricardo Becher comenzó a ser reivindicada
de manera algo estruendosa. Como si en medio del posmodernismo los jóvenes tuvieran
que aferrarse a tablas de salvación algo lejanas en el tiempo. Incluso en 2010 Tomás Lipgot
dedicó a este realizador un documental llamado RICARDO BECHER: RECTA FINAL.
Sergio Mulet moriría asesinado por una mujer rumana con la que se había casado por civil
en España. El hecho, ocurrido en 2007, pasó casi desapercibido para los medios argentinos.
No ocurrió lo mismo en España, país en el que Mulet se había radicado. Hubo, entre
aquella gente que frecuentaba el Moderno, una verdadera diáspora. Algunos de ellos –
Gregorio Kohon, psicoanalista en Londres, Reynaldo Mariani, mendigo alcohólico y poeta
en Buzios, Brasil, antes de regresar para morir en Zapala- no tuvieron interés en asistir a los
años de plomo. En realidad y según lo que puede leerse en la novela o ver en la película,
siguieron el consejo de aquel Ricardo: – Hay que meterse en algo muy grande y rajar.
¿Dónde? Esa ya es una cuestión personal. Tal vez lo importante es lo que supieron decir y
la manera en que lo dijeron.
NOTA: Este artículo surge de una investigación que sobre NOVELA Y CINE
ARGENTINOS están llevando a cabo quien esto firma, Mónica Landro y Marta Speroni.
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