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Introducción
Los viajes de Descartes son el momento perfecto para que sus reflexiones
puedan dirigirse a objetos, personas y situaciones diferentes a las que estaba habituado.
También, es de gran ayuda que sus estadías hubiesen sido tranquilas y solitarias para
poder analizarlas. La consideración que se desprenderá del análisis de sus reflexiones
será: no existe tanta perfección en obras compuestas de muchos elementos y realizadas
por diferentes maestros, como existe en las obras ejecutadas por uno solo ( A-T, VI, 11).
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En segundo lugar, menciona a los pueblos semisalvajes que han evolucionado
lentamente a un estado más civilizado elaborando sus leyes en la medida en que se han
visto obligados por los crímenes y las disputas que entre ellos surgían. Estos no están
políticamente organizados como aquellos que desde el momento de su reunión han
observado la constitución desarrollada por algún prudente legislador. Es más, el
gobierno de la verdadera religión está incomparablemente mejor regulado, pues sus
leyes han sido dadas únicamente por Dios. Además, pone como ejemplo a Esparta, una
sociedad cuyas leyes, aunque contrarias a las buenas costumbres por promover prácticas
como la celebración del robo no descubierto, fueron elaboradas por un solo hombre y
están ordenadas a un mismo fin (A-T, VI, 12).
En tercer lugar, hace referencia a las ciencias cuyas razones son probables y
carecen de demostración, habiendo sido compuestas y engrosadas por las opiniones de
muchas y diversas personas. Siendo así, estas ciencias no están tan cerca de la verdad
como los simples razonamientos que un hombre de buen sentido puede realizar.
Por último, estas reflexiones serán el preámbulo que llevará a Descartes a desear
reconstruir, el mismo, la casa de sus creencias comenzando por sus cimientos.
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Así mismo, solo ofrece la reforma como ejemplo pero no aconseja imitarlo,
puesto que la resolución de liberarse de todas las opiniones anteriormente integradas a
la creencia no debe ser emprendida por cada hombre (A-T, VI, 15). Descartes describe
dos tipos de personas en el mundo para las cuales no es adecuada esta resolución. Por
una parte, los que se estiman mas capacitados de lo que en realidad son no pueden
impedir la precipitación en sus juicios y no logran concederse el tiempo necesario para
conducir ordenadamente sus pensamientos. Por lo cual, si deciden dudar de los
principios que han recibido y de apartarse de la senda común, nunca encuentran el
sendero para avanzar correctamente y quedan atrapados en el error.
Por otra parte, los que tienen la modestia para apreciar que son menos capaces
de distinguir lo verdadero de lo falso pueden ser instruidos, pero deben contentarse con
seguir las opiniones de sus instructores. Descartes hubiera sido uno de estos sino
hubiese adquirido conocimiento filosófico, sino hubiese viajado y sino hubiese
reflexionado acerca de las cosas que pueden parecer ridículas y extravagantes en el
momento presente.
Para vivir su vida de una mejor manera es necesario establecer el método y este
método estará fuertemente influenciado por la lógica y por la matemática. Por ello,
Descartes comenzará por una critica a estás disciplinas. Por un lado, la lógica
silogística, como disciplina de la filosofía, sirve más para explicar a otro cuestiones ya
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conocidas. También, tienen preceptos verdaderos y muy adecuados, pero que se
mezclan con otros que pueden ser perjudiciales.
Con esto en mente propone cuatro preceptos. El primero: no admitir cosa alguna
como verdadera si no se la ha conocido evidentemente. Se debe evitar la precipitación y
la prevención, admitiendo en los juicios solo aquello que se presenta de manera clara y
distinta al espíritu, tanto así que no tuviera motivo para ponerlos en duda. El segundo:
dividir las dificultades a examinar en tantas parcelas como sea posible y necesario para
resolverlas fácilmente. El tercero: conducir por orden las reflexiones comenzando por
los objetos más simples y más fácilmente cognoscibles para ascender poco a poco a los
más complejos. Y el cuarto, según el ultimo de los preceptos, se deben realizar
recuentos tan complejos y revisiones tan amplias que se pueda estar seguro de no omitir
nada (A-T, VI, 18. A-T, VI, 19).
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concluir el análisis de cuestiones que consideraba de gran dificultad y podía determinar
porque medios y hasta donde era posible alcanzar las soluciones que ignoraba.
Por estas razones, Descartes concluye que “el método” nos enseña a seguir el
verdadero orden y a enumerar exactamente todas las circunstancias de lo que se
investiga y contiene todo lo que confiere certeza a las matemáticas (A-T, VI, 21).
Además, siguiendo el método se utiliza de un modo absolutamente perfecto la razón, al
menos de la mejor forma posible. Igualmente, habituaba al ingenio a concebir de forma
clara y distinta sus objetos. Así mismo, como no lo había limitado a materia alguna lo
podía aplicar a dificultades de otras ciencia, debido a que los principios de las ciencias
no eran ciertos, porque fueron tomados de la filosofía, y era necesario establecerlos.
Por último, es importante mencionar que el método llega a tomar forma gracias a
la madurez intelectual de Descartes y a su preparación, que le permiten desarraigar de
su espíritu las malas opiniones y realizar un acopio de experiencias que deberían
constituir la materia de sus razonamientos ( A-T, VI.22). De la misma manera, esta
madurez le permite un mejor ejercicio del método.
Bibliografía
Descartes, R. 1987. Discurso del método. Madrid. Alfaguara
Natalia Parra
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