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Un repaso sobre sus antecedentes podrá darnos una mayor capacidad de análisis de la
institución y de sus características. Así, en la antigua China, la conciliación era el
principal recurso para resolver desavenencias. Según Confucio, la resolución óptima
de una desavenencia se lograba a través de la persuasión moral y el acuerdo, y no
bajo coacción. Confucio aludía a la existencia de una armonía natural en las relaciones
humanas que no debía interrumpirse. La conciliación a gran escala se sigue ejerciendo
en la actualidad en la China.
La conciliación en el Japón tiene una larga tradición. De allí la reducida proporción de
abogados respecto a otras profesiones en dicho país. Cuestión cultural.
En algunas partes de África, la costumbre de solucionar los conflictos a través de una
junta de vecinos es un mecanismo utilizado históricamente. Cualquier vecino puede
convocar a esta junta donde una personalidad respetada actúa como “autoridad” en
calidad de conciliadora, para ayudar a las personas a resolver el conflicto.
En América Latina, en la época pre-hispánica, es conocida la solución de conflictos a
través de la conciliación con la participación de un anciano del lugar. Esta forma de
solución de conflictos se encuentra arraigada en las costumbres del hombre del Ande.
Durante siglos, la Iglesia ha desempeñado un papel de conciliadora, trátese del
Párroco, el Ministro o el Rabí. La Biblia afirma que Jesús es un mediador entre Dios y el
hombre, así leemos en Timoteo 2, 5-6 “porque hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres”. Es más, cuando Pablo se dirige a la comunidad en Corinto,
les pide que no resuelvan sus desavenencias en el Tribunal, sino que nombren a
personas de su propia comunidad para conciliar. (I Cor. 6, 1-4)
Con la aparición en la Edad Moderna de los nuevos Estados, los conciliadores
asumieron el papel de intermediarios formales.
En general, en América Latina, en la época de hegemonía española, se adopta un
modelo de conciliación a través, por ejemplo, del Tribunal de las Aguas.
Desde el principio del Siglo XX, la conciliación se ha institucionalizado y ha adquirido
las características ya descritas. Fue en Estados Unidos que en 1913 se creó el
Departamento de Trabajo y se designó un panel denominado De los Comisionados de
Conciliación, para atender los conflictos entre obreros y patrones. Luego se convirtió
en el Servicio de Conciliación y en 1947 adoptó el nombre de Servicio Federal de
Mediación y Conciliación.
III. MARCO CONCEPTUAL
A diferencia de la heterocomposición donde el conflicto es resuelto por un tercero, la
autocomposición es la solución del conflicto por las mismas partes sin que una
imponga su decisión a la otra mediante el uso de la fuerza o la amenaza de su
utilización. Así, la autocomposición busca una salida reflexiva y no instintiva, de allí
que se concreta mediante acuerdos entre las partes en conflicto.
Las formas de autocomposición podemos clasificarlas en directas e indirectas. Las
primeras se caracterizan porque las partes solucionan el conflicto sin la ayuda de
terceros. En estos casos tenemos tres supuestos: a) la transacción, que es el acuerdo
entre las partes para solucionar el 3
Conflicto mediante el otorgamiento de concesiones recíprocas; b) el allanamiento, que
es la sumisión del interés de la persona contra la que se dirige la exigencia, quien
llega a reconocer la prevalencia del interés del otro y; c) el desistimiento, cuando el
pretendiente renuncia a su pretensión en beneficio del interés del otro, sacrificando
con ello su propio interés.
Estas tres fórmulas están previstas por nuestro ordenamiento legal, pudiendo
presentarse dentro de un proceso (artículo 1302 del CC y artículos 334, 330 y 340 del
Código Procesal Civil, respectivamente).
La autocomposición indirecta se realiza con la ayuda de un tercero ajeno a las partes,
un componedor a quien las partes aceptan mutuamente para que, actuando como
medio de acercamiento, incentive en ellas una solución que se plasme a través de uno
de los tres medios de autocomposición directa antes mencionados.1 Los medios a
través de los cuales la autocomposición indirecta intenta arribar finalmente a una
autocomposición directa son: a) la mediación, donde es un tercero quien intenta
comunicar a las partes entre sí para que éstas logren un acuerdo sobre el punto en
discrepancia; y b) la conciliación, donde el tercero busca el mismo fin que el mediador,
sólo que a diferencia de aquél, propone mecanismos de solución --también llamadas
fórmulas conciliatorias-- a las partes e intenta persuadirlas para arribar a una solución
negociada. De allí que la palabra “CONCILIACIÓN” deriva etimológicamente del latín
“CONCILIATIO”, que proviene a su vez del verbo “CONCILIARE” que significa concertar,
componer o poner de acuerdo a dos o más partes que se debaten en una controversia
de intereses.
Los resultados alcanzados por la conciliación han llevado a que muchas legislaciones
dispongan que tal actividad la debe realizar incluso el mismo juez dentro de un
proceso, dependiendo siempre de las partes el que acepten o no la fórmula propuesta
por éste. Así está regulado en el artículo 326 del C.P.C. (conciliación intra proceso),
mientras que la Ley 26872 ha impuesto la conciliación previa al inicio de un proceso,
exigencia que es materia de crítica en este trabajo.
Volviendo a centrarnos en la autocomposición, si bien implica entendimientos
racionales, éstos no se identifican necesariamente con la subsunción de los hechos en
una norma jurídica. Como expresa Gozaíni,2 “persiguen la solución concertada,
pacífica, sin tener que hallar el encuadre jurídico donde insertar la motivación
fundante”. En este orden de ideas, no sólo se prescinde del sometimiento a las
formalidades procedimentales, sino incluso de las mismas normas materiales (lo que
no quiere decir que la solución sea ilegal o antijurídica), solución que es
perfectamente posible en la medida que nos encontramos ante derechos disponibles;3
lo que demuestra que las formas
1 ALVARADO VELLOSO, Adolfo. La conciliación como medio para solucionar conflictos
de intereses. En: Revista Uruguaya de Derecho Procesal. N°3. 1986. pp.235 y ss. Cit.
por GOZAÍNI, Osvaldo Adolfo. Formas alternativas para la resolución de conflictos.
Buenos Aires: Depalma, 1995. p.12.
2 GOZAÍNI, Osvaldo Adolfo. Formas alternativas para la resolución de conflictos.
Buenos Aires: Depalma, 1995. p.p.10-11.
3 Artículo 9 de la Ley de Conciliación Extrajudicial.- Materias Conciliables.- Son materia
de Conciliación las pretensiones determinadas o determinables que versen sobre
derechos disponibles de las partes.
Concordancia:
Regl.L.Con.: Art. 9
En asuntos relacionados al derecho de familia se someten al procedimiento
establecido en la presente ley las pretensiones que versen sobre alimentos, régimen
de visitas y violencia familiar.
Concordancia:
Regl.L.Con.: Art. 10, 23, 29
No se someten a Conciliación Extrajudicial las controversias sobre hechos que se
refieran a la comisión de delitos o faltas, con excepción de las controversias relativas a
la cuantía de la reparación civil derivada de la comisión de delitos, en cuanto ella no
hubiera sido fijada por resolución judicial firme.
Concordancia:
Regl.L.Con.: Art. 7
auto compositivas no son formas de solución “técnicas” del conflicto, sino que más
bien están regidas por la “equidad” y digámoslo... por la creatividad.
autocompositivas no son formas de solución “técnicas” del conflicto, sino que mas
bien están regidas por la “equidad” y digámoslo... por la creatividad.
4 Artículo 325 del C.P.C.- Requisito de fondo de la conciliación.- El Juez aprobará la
conciliación que trate sobre derechos disponibles, siempre que el acuerdo se adecúe a
la naturaleza jurídica del derecho en litigio.
El Diccionario de Términos Jurídicos del Doctor Pedro Flores Polo, (pg.318) define al
proceso de conciliación como el “acto de componer los ánimos de personas cuyas
posiciones o criterios o intereses resultan opuestos entre sí...” Sostiene además que
“...la doctrina reconoce que la conciliación no es una figura creada por el derecho
social; su origen debe buscarse en el derecho internacional público, donde junto con el
arbitraje constituyen los procedimientos más típicos para buscar la solución a los
problemas entre dos o más Estados”.
Por su parte, la ley de Conciliación Extrajudicial define a este instituto como una
institución que se constituye como un mecanismo alternativo para la solución de
conflictos, por el cual las partes acuden ante un centro de conciliación o al Juzgado de
Paz Letrado a fin de que se les asista en la búsqueda de una solución consensual al
conflicto, la cual tendrá los mismos efectos que una sentencia.
IV. SOBRE EL PAPEL DEL CONCILIADOR
Si sabemos que la conciliación es el proceso por el cual dos personas en conflicto
logran recuperar la relación rota, gracias a la intermediación de un tercero
denominado conciliador... ¿Cuál es el rol que le toca asumir a este personaje? A
nuestro entender el conciliador no es sino un facilitador de la comunicación, un
creativo y sano componedor, un descifrador de intereses por encima de la liminar
rigidez de posiciones. En este orden de ideas, no ejerce la función de Juez ni de árbitro
(posición vertical), sino la de un mediador--componedor (posición horizontal) que
enfila sus destrezas persuasivas en base a la previa dilucidación de los intereses, con
prevalencia sobre las posiciones de las partes. Está por tanto presente la intención de
solucionar pacíficamente el problema mediante proposiciones creativas que pueden
trascender el ámbito del conflicto en sí, a diferencia de la rigidez que caracteriza a la
conciliación judicial en donde las prestaciones a cargo de las partes están delimitadas
por la naturaleza jurídica del litigio.4
Es por esta concepción que para nosotros los abogados, el oficio conciliador resulta
más heterodoxo que para otros profesionales, en la medida que como operadores del
derecho se nos ha formado en base a la defensa y sustento de posiciones académicas
dentro del marco de la legalidad, prevaleciendo la técnica sobre el interés recóndito de
las partes; peor aún si la componenda conciliatoria no va de la mano con la proyección
legalista, vale decir, cuando no coincide con el diagnóstico técnico-jurídico que los
profesionales del derecho asignamos al hecho controvertido.
¿Contexto psicosocial beligerante? Cierto, en la medida que se puede apreciar que
para los abogados procesalistas muchas veces el conflicto se despersonaliza y se
vuelve una lidia de posiciones profesionales en donde ambos contrincantes (por decir
lo menos) pretenden la imposición de sus argumentos y/o tecnicismos. Este hecho ha
motivado que en un gran número de Audiencias de Conciliación Extrajudicial, se limite
el acceso de los abogados quienes usualmente esperan en una sala contigua, en la
medida que su presencia puede dificultar el acercamiento entre las partes. ¿Razones?
Muchas, tanto académicas como económicas, conforme veremos más adelante.
A diferencia de un abogado en una Corte, el conciliador no asume una posición rígida,
sino que prefiere escuchar, preguntar, sondear, intercambiar ideas en forma negativa
y, a veces, provocar, 5
desafiar y confrontar. En este sentido la conciliación es una negociación asistida. El
conciliador es un “moderador entre las partes”.
V. PRINCIPIOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA CONCILIACIÓN EXTRAJUDICIAL
Una manera de resaltar los atributos de esta institución, es a través de la explicación
de sus principios inspiradores, los mismos que nos pueden ir delineando las
necesidades y carencias de su aplicación que se vienen detectando en la práctica,
necesidad por ejemplo de la participación activa, conciente, cívica, justa, y ---diríamos
nosotros-- principista de las partes, para la búsqueda de una solución que las satisfaga
a ambas o por lo menos con una solución en la que ambos estén de acuerdo.
Entre los principios podemos citar los siguientes:
⇒ No formalidad del procedimiento: El procedimiento conciliatorio es libre en cuanto a
la presentación de pruebas, argumentos e intereses. Salvo la formalidad que debe
revestir el acuerdo conciliatorio (pues debe tenerla ya que se trata de un acuerdo con
efecto de cosa juzgada), no hay fases ni momentos definidos para el desarrollo del
procedimiento en sí. En algunos casos las pruebas no son necesarias; basta con la
voluntad de las partes, con la comunicación y la confianza.
Debe entenderse entonces por buena fe y veracidad como la obligación de las partes,
representantes, asesores y todos los que participen en una audiencia de conciliación a
conducirse de forma tal que no se utilice este mecanismo como un instrumento de
beneficio personal, la ética profesional y personal deberá primar entonces sobre los
intereses de las partes.
† Voluntariedad: Las partes son las únicas que tienen la potestad de tomar una
decisión final a favor de alguna alternativa de solución. El conciliador está obligado a
responsabilizarse por asistir a las partes a llegar a un acuerdo satisfactorio, no a
forzarlo.
† Neutralidad: No debe existir vínculo personal alguno entre el conciliador y una de las
partes en conflicto, evitando con ello, el surgimiento de un conflicto de intereses o que
se afecte la imparcialidad percibida o real en el ejercicio de las funciones
conciliatorias. De presentarse algún vínculo distinto al de resolver la litis, el conciliador
por sí solo o a pedido de una de las partes deberá eximirse inmediatamente (Art. 33º
del Decreto Supremo No. 001-98-JUS), salvo que las partes, al conocer del vínculo
existente, acepten la participación del conciliador.
¿Por qué es tan criticada en estos días? ¿Cuál es la explicación de esta indigestión?
¿Cómo este plato tan bueno no nos causa deleite? ¿Será que nuestro paladar aún no
está preparado para tan refinado manjar? ¿Siendo así, es razonable que nos impongan
su ingesta? Realmente creemos que debería ser regulada como un mecanismo
VOLUNTARIO, conforme a su propia naturaleza.
De las características esbozadas ha quedado claro que la conciliación es una
institución consensual y en tal sentido los acuerdos adoptados deben obedecer única
y exclusivamente a la voluntad de las partes. En nuestra opinión esta naturaleza no
sólo debe circunscribirse al proceso conciliatorio en sí, sino a su inicio, a su utilización
como mecanismo alternativo de solución de conflictos, mecanismo que en nuestro
país no tiene nada de consensual ni de voluntario, en tanto el Estado lo ha
condicionado como un requisito de procedibilidad previo al otorgamiento de tutela
jurisdiccional.
La dación de la Ley No. 27398, publicada el 13 de Enero de este año (ley que modificó
a la Ley de Conciliación No. 26872), precisó que a partir del 1º de Marzo del presente
año, los asuntos relativos a derechos de libre disposición de las partes, deberán
previamente tramitarse de manera obligatoria ante los Centros de Conciliación en el
distrito conciliatorio de Lima y Callao, y en las ciudades de Arequipa y Trujillo, que
conjuntamente con la corte del Cono Norte ya se encontraban bajo la obligatoriedad
desde el 02 de Noviembre pasado. Con ello nuestro legislador ha pretendido dar un
impulso notorio al Sistema de Conciliación Extrajudicial. Pero a la fuerza. Es por ello
que decimos que “han pretendido”, toda vez que a nuestro entender han tergiversado
la naturaleza jurídica, doctrinaria y hasta etimológica de la conciliación, que
contrariamente a lo previsto ha propiciado la proliferación de un sinnúmero de
detractores quienes ven en esta imposición un pretexto facilista del Estado para
destugurizar el ineficiente Poder Judicial, cuando pudo ser simplemente optativa. Flaco
favor que se le hizo a la institución.
Así tenemos que la conciliación en el Perú consiste en un acercamiento forzoso previo,
una obligación impuesta que hace desaparecer en los justiciables su carácter de tal
(ya no son “justiciables” en tanto no trasunten por el tamiz previo del procedimiento
de conciliación extrajudicial). Esta ley ha hecho desaparecer de manera automática el
denominado interés para obrar, CONDICIÓN DE LA ACCIÓN indispensable para acudir
en pos de tutela jurisdiccional ante el 8
Poder Judicial. Ya no se puede demandar sin agotar el trámite previo de acudir
forzosamente a un centro conciliatorio y realizar un gasto que en las actuales
circunstancias, irrita aún más a quien pretende la obtención de justicia. A este
sinsabor se acumulan otros factores que nadie se atreve a sostener en público, a
saber:
a) La poca disposición de los abogados procesalistas, en tanto no existe una cultura de
retribución económica adecuada cuando el conflicto se soluciona vía conciliación.
Siendo objetivos, la satisfacción de un conflicto de intereses personal tiene un precio
en el mercado. Así, el conflicto en esencia es una fuente de ingresos para miles de
abogados quienes mediante un proceso judicial (dos años promedio) obtienen el
resultado requerido por el justiciable, a cambio de una retribución dineraria, sea
periódica, escalonada, cuota litis o bono de éxito). La cuantía de la pretensión, la
duración y complejidad del proceso judicial tiene relación directa con el honorario del
abogado patrocinante. Sin embargo, si el conflicto se llega a solucionar vía conciliación
extrajudicial, el honorario se reducirá ostensiblemente, al extremo de llegar al simple
“agradecimiento” por el apoyo o al pago de una cuota mínima por asistencia a la
Audiencia. No existe una cultura de pago que persuada al justiciable promedio a
retribuir al abogado con similar importe dinerario al que se estila pagar cuando se
soluciona judicialmente el conflicto. Tampoco existe la suficiente creatividad (en
abogados y justiciables) para establecer contractualmente un honorario MAYOR que
persuada al abogado a propiciar la solución negociada, esto es, un emolumento que
retribuya con mayores beneficios económicos al profesional abogado, si el resultado
se obtiene “sin necesidad de proceso judicial”. El cliente promedio no lo puede prever.
Esta cruda realidad hace que un gran sector de los abogados procesalistas deseen
--en su fuero interno-- que la conciliación extrajudicial no prospere, en la medida que
esta solución implicará “un caso rentable menos”. En tiempos de aguda recesión
económica, desempleo, excesiva oferta de abogados en el mercado y valores
alicaídos, el manjar de la conciliación extrajudicial es visto como una exquisitez
europea, un remedio impertinente que sólo representa una fuente de ingresos para
abogados no procesalistas o recién egresados que hasta antes de la vigencia de esta
ley, estaban desempleados, carecían de clientela fija o que no estaban asociados a
algún estudio jurídico de proyección promedio.
5. Control del proceso: a diferencia del gran control que posee el juez en el proceso
judicial, la conciliación plantea una relación horizontal entre el conciliador y las partes.
TEMPRANO SIEMPRE, SIEMPRE SALE A LA LUZ ... ¿Y cómo quedará nuestra reputación
y credibilidad?
Conseguir la satisfacción del interés de nuestro patrocinado en el menor tiempo es un
éxito del Abogado Procesalista, y la Conciliación es un medio para ello.
(*) Comentario: Con este tipo de razonamientos religiosos alejados de la realidad del
foro, no se colabora en lo absoluto con la institución de la conciliación. Para afrontar
un problema se debe ser realista y realista es quien asume un problema en su real
dimensión. Y la real dimensión debe encararse propiciando un cambio drástico en la
cultura de pago. Mientras los justiciables no estimulen retributivamente al abogado
pro-conciliador, tendrán proceso.
Que, NO podrán hacer “si tienen un sin número de diminutos e ínfimos casitos
judiciales, que distraen su valiosísima atención, gastando su preciado y escaso
tiempo”.
(*) Comentario: Irónico, pero el autor no conoce de aritmética, pues sin estos “casitos”
la “valiosísima atención” de muchos abogados procesalistas dejará de ser valiosa. No
hay tal pérdida de tiempo, pues ningún abogado rechaza un gran caso por falta de
tiempo. En el peor de los eventos, siempre puede sub contratar a otro abogado para
que se encargue de sus casos pequeños.
LOS ABOGADOS SIEMPRE CRITICAMOS LA BAJA CALIDAD DE LOS JUECES AL
ADMINISTRAR JUSTICIA ... PERO ¿ALGO HACEMOS PARA SUPERAR ESTO.? AHORA
TENEMOS LA OPORTUNIDAD REAL DE APOYAR A LOS JUECES (Descongestionando el
Poder Judicial), Y ELLOS LO RETRIBUIRAN EN UNA MEJOR CALIDAD DE ADMINIS-
TRACIÓN DE JUSTICIA.
El Juez, para proponer una FORMULA equilibrada, justa, pacífica, negociadora,
convincente para ambos, que no cause perjuicio a un tercero o a terceros, debe
conocer debidamente el Proceso y por tanto, el problema social – económico – jurídico
que hay entre los justiciables. Debe buscar una “Visión Global” de los hechos
controversiales.” 12
7 MONROY GALVEZ, Juan. En “Para mi otro corazón. Sobre Derecho, Proceso y otras
Angustias”. Palestra Editores, Lima, año 2000.
(*) Comentario: Y la seguiremos criticando en tanto se detecten casos patológicos en
la administración de justicia. La cantidad de trabajo no es pretexto para que la calidad
decaiga. El problema no es ése. El problema está en el decaimiento de los valores en
nuestro país y en la modesta formación de un gran número de nuestros magistrados.
Miremos la década pasada. Tenemos vocales en la cárcel que traficaban con la justicia.
Y cuántos más habrán. Tenemos vocales y jueces nombrados por el anterior regimen
que aún siguen administrando justicia y cuya calidad profesional deja mucho que
desear. A eso nos referíamos cuando aludíamos a las “ventajas” del proceso judicial,
aspectos que el conciliador no puede preveer, haciendo atractivo el proceso para
quien no quiere cumplir, volviendo en necesario “el mal arreglo” para quien clama por
justicia. Reza el dicho... “mas vale una mala avenencia que una buena sentencia.”
Así, no nos cabe duda que el problema está en la mentalidad de las personas, en la
avidez de lucro de los principales representantes de nuestro empresariado. El culto al
resultado en desmedro de los medios. Nadie quiere perder ni desea contratar
abogados perdedores. Y esa avidez es la que orienta a la gran mayoría hacia las lides
judiciales, a buscar a los abogados que no suelen perder procesos judiciales, a los más
ingeniosos y suspicaces. He allí la fuente. Nadie en su sano juicio quiere perder un
juicio. Es CULTURA. Y si ésta no es enfrentada objetivamente con educación
progresiva, si no logramos sustituir “de a poquitos” el clima confrontacional-
adversarial por el negocial, siempre tendremos un Poder Judicial tugurizado para
nuestro gusto. Esa es nuestra mesa y el manjar lógicamente causa “indigestión”.
Razón tiene Juan MONROY, cuando ya en la década pasada sostuvo que “Estamos
padeciendo los estragos de una sociedad caliente. Esta es la razón por la que cuando
nos encontramos con un ser humano íntegro nos parece de otra época. Cómo estarán
las cosas que actuar con decencia se ha convertido en una excentricidad. Ser gentil es
ser quedado, ser honesto es ser mongo, ser responsable es ser lorna, ser prudende es
no ser mosca. La sociedad caliente devora a los seres dignos con la misma intensidad
con que premia a los aventureros que actúan al borde de la línea. Inclusive en las
oportunidades en que sanciona a estos últimos, no los castiga por los actos que
cometieron, sino por la negligencia incurrida al haber sido descubiertos.” 7
Dentro de este contexto, el manjar debe ser difundido opcionalmente por el Estado,
quien de esta forma a la vez de difundir un mecanismo alternativo idóneo (no
imponiéndolo), alentaría a largo plazo un cambio en la mentalidad de la ciudadanía.
Los abogados serán pro-conciliadores en la medida que las retribuciones por la
solución negociada sean más alentadoras que las del conflicto judicializado.
Lógicamente nunca se podrá desterrar el proceso judicial. Pero el manjar no causará
indigestión y no será visto como un sobrecosto, sino como una oportunidad alternativa
a la que voluntariamente (dependiendo de LA PERSONA que se tenga por contraparte)
podamos acceder. No todos merecen la oportunidad que se les cite a una conciliación,
pues hay gente que no tiene remedio. Esa prerrogativa será parte de la estrategia de
cada justiciable.
IX. CONCLUSIONES
1. El conciliador no es sino un facilitador de la comunicación, un creativo y sano
componedor, un descifrador de intereses por encima de la liminar rigidez de
posiciones. En este orden de ideas, no ejerce la función de Juez ni de árbitro (posición
vertical), sino la de un mediador--componedor (posición horizontal) que enfila sus
destrezas persuasivas en base a la previa dilucidación de los intereses, con
prevalencia sobre las posiciones de las partes.
2. Resulta indispensable comenzar a crear una cultura pro-conciliadora en nuestro
país. Solo encarando objetivamente y de modo realista el problema, haremos que este
mecanismo alternativo tenga mayor presencia. Lo bueno no necesita ser impuesto.
Basta con publicitarlo adecuadamente con una agresiva campaña de persuasión,
asumiendo como reales los siguientes aspectos:
XI. BIBLIOGRAFIA
� EL PROCEDIMIENTO CONCILIATORIO. Marianella Ledesma Narváez. (Gaceta Jurídica)
2001.
Por otro lado, mal haríamos en decir que la conciliación extrajudicial ha fracasado en
nuestro país. Quienes estudiamos la teoría del conflicto, sabemos que estos escalan y
las partes no siempre reaccionan igual frente a ellos y su postura es determinante
para hallar una solución o no, pese al trabajo del conciliador extrajudicial. Finalmente,
los resultados de una conciliación extrajudicial, no solo son medibles en base a los
resultados, a la obtención de acuerdos, sino si las partes pudieron comunicarse
efectivamente y si pudieron o no tomar una decisión informada sobre su conflicto.
Todo lo indicado anteriormente ha sido muy significativo para el desarrollo de la
conciliación extrajudicial en nuestro país, sin embargo consideramos que no ha sido
suficiente, pues el enfoque sobre los aspectos normativos respecto de los documentos
emitidos y demás, ha soslayado una adecuada implementación respecto de las
funciones de los operadores del sistema conciliatorio nacional, creándose –
infortunadamente– profundas diferencias entre ellos, pese a que tienen la misma
función dentro de un procedimiento conciliatorio, la de brindar a la colectividad un
servicio público.
Como se habrá podido advertir, la pretensión del presente trabajo, no es una loa a la
conciliación extrajudicial en nuestro país, resaltando sus virtudes y minimizando sus
yerros, ni examinar sus cifras para determinar a partir de allí su éxito o fracaso, sino
más bien mostrar un lado poco mentado y conocido del sistema conciliatorio nacional,
el lado del sector privado.
Respecto del sistema conciliatorio nacional, conforme con la precitada norma, estpa
conformada por los conciliadores extrajudiciales, los capacitadores, los centros de
conciliación extrajudicial (aquí la norma no hace distingos entre los centros de
conciliación extrajudicial privados y los fiscales o públicos o también denominados por
ley y reglamento como gratuitos del MINJUS) y los centros de formación y capacitación
de conciliadores extrajudiciales.
Marco esta diferencia entre los centros de conciliación extrajudicial privados y
públicos, debido a que estos últimos tienen ciertas ventajas respecto de los primeros,
ventajas aparecidas a partir de la ley y su reglamento, la cual torna en una tarea
compleja el prestar el servicio público que brindan los centros de conciliación
extrajudicial privados. Estas diferencias que crea la norma en sí son de tipo
económicas y también de tipo funcionales, las cuales no pueden ser adecuadamente
resueltas, debido a lo que interpreto como un vacío de representación. Es sabido que
los centros de conciliación privados solo pueden ser creados a partir de entidades sin
fines de lucro, por lo que lo indicado viene de la mano con los ilimitados recursos del
Estado que sostiene a los centros de conciliación públicos, frente a los limitados
recursos que tienen los centros de conciliación privados, en adelante, CCP –y esto no
es un juego de palabras–, pues básicamente los CCP en nuestro país se sostienen a
partir de los recursos que obtienen a partir de los procedimientos conciliatorios
conducidos por ellos, a diferencia de los que son subvencionados por algún organismo
no estatal.
2. Desarrollo de la problemática de los Centros de Conciliación Privados (CPP) en el
ámbito nacional
En adelante trataremos algunas de ellas, buscando una solución a la problemática
planteada en la parte de conclusiones y propuestas.
2.1. Costos ocultos para los CCP en los procedimientos conciliatorios iniciados por las
partes al amparo de la legislación vigente
2.2. Nula defensa funcional en los ámbitos judicial y administrativo para los CCP
En el tercer párrafo del artículo 19-B° de la Ley 26872[10] se indica que tanto “el
Director, el Secretario General, el Conciliador Extrajudicial y el Abogado verificador de
la legalidad de los acuerdos conciliatorios de los Centros de Conciliación Privados son
responsables de los daños y perjuicios que ocasionen en el ejercicio de sus funciones
que señale el Reglamento”. Es evidente que un daño solo podría provocarse a un
tercero, pues las partes que acuden a un procedimiento conciliatorio, difícilmente
podrían pedir una indemnización por actos propios. Otra situación que podría ser
materia de indemnización, sería la disposición de inmuebles vía una suplantación.
Podemos afirmar que ningún CCP del país, cuenta con un sistema de verificación en
línea; este punto y su problemática, lo veremos con detalle más adelante.
En ambos casos indicados, sea doloso o culposo, mediará para descubrir la verdad, un
proceso judicial, probablemente, tanto en la vía civil, como en la vía penal. Así, sin
más culpa que el ejercer su función, un director, el secretario general, el conciliador
extrajudicial y el abogado verificador puede ser inmiscuido en un proceso judicial a
merced de las partes. A mí me paso algo similar, al no continuarse con un
procedimiento conciliatorio por indicación de la Dirección de Conciliación y Medios
Alternativos en respuesta a una consulta nuestra, la parte afectada –la parte
solicitante en este caso– interpuso ante el Poder Judicial un proceso de amparo, el que
felizmente fue declarado improcedente. Pero ¿y si el proceso hubiese sido de
indemnización en la vía civil? Según el artículo precitado, esto solo procede cuando un
centro de conciliación extrajudicial es privado y se da únicamente en razón de su
función.
2.3. Nula representación colectiva tanto de los CCP como los gratuitos
La Ley 26872, en su capítulo V (De la Junta Nacional de Centros de Conciliación),
derogado por la Única Disposición Derogatoria del Decreto Legislativo 1070, planteaba
inicialmente la creación de una Junta Nacional de Centros de Conciliación. Dicha Junta
se constituía como una persona jurídica de derecho privado y se integraría por los
centros de conciliación, no haciendo distingos entre CCP y gratuitos. Entre sus
funciones más importantes, se encontraba la de difundir la institución de la
conciliación extrajudicial como MASC, promover la eficiencia de los Centros y coordinar
con el Ministerio de Justicia, los asuntos derivados de la aplicación de la ley de
Conciliación. Posteriormente, la Ley 27398[12] que continua con la ejecución del plan
piloto iniciado con el Decreto Supremo 007-2000-JUS[13], al Ministerio de Justicia, la
convocatoria de la Junta Nacional de Conciliación, a fin de la asamblea de esta
apruebe el estatuto y proceda a la elección de su directiva. Pese a todo el articulado,
sorpresivamente, con la dación de los decretos legislativos, esto quedó derogado, sin
ningún tipo de explicación mayor. Estamos hablando de algo que paso hace casi 16
años.
El espíritu original de la norma, era a través de la Junta Nacional de Conciliación, crear
vasos comunicantes entre quienes aplican directamente la norma –vale decir,
Conciliadores Extrajudiciales y otros operadores del Sistema Conciliatorio Nacional a
través de los Centros de Conciliación– con el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos como ente rector, con el fin de viabilizar la correcta aplicación de la norma y
el mejor servicio a los ciudadanos, a todas luces una situación ventajosa para todos,
sin embargo, como reseñáramos, esto fue derogado.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos acostumbra realizar a lo largo de los
años, eventos académicos de tipo participativos, en los cuales se invita a los
operadores del sistema conciliatorio, donde un ponente expone un tema en particular
–normalmente referido a la ejecución de actas de conciliación extrajudicial o arbitraje–
y termina entre aplausos del auditorio. Cero reflexión, cero retroalimentación de la
realidad. Los académicos pueden teorizar en amplios niveles sobre la problemática y
posibles soluciones, pero la única real problemática en este caso concreto, la pueden
exponer únicamente los operadores del sistema conciliatorio.
Con gran expectativa se realizó en Lima, en noviembre del año 2014, la presentación
de la propuesta normativa “Nueva ley de conciliación”, en la cual se convocó a los
centros de conciliación a alcanzar sus opiniones y propuestas[14].
Desafortunadamente, el evento fue meramente expositivo, no hubo intercambio
sustantivo de opiniones ni recojo de propuestas en el auditorio. Algunas de ellas se
pudieron alcanzar vía documento, pero como vemos, han pasado más de dos años y
no tenemos mayores noticias ni del estudio de viabilidad o la aplicación de las
propuestas alcanzadas. La crisis de representación que indicáramos antes, este
divorcio real entre los operadores y el ente rector, donde no existe un ente colectivo
que pueda representar válidamente a los operadores del sistema conciliatorio, no solo
no nos permite comunicarnos válidamente con el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, sino también nos hace perder oportunidades que pueden ser aprovechables
por todos los operadores, como la defensa jurídica y administrativa de operadores del
sistema conciliatorio ante la interposición de procesos promovidos por las partes, la
utilización de herramientas tecnológicas que nos permitan facilitar nuestra labor,
como la tan anhelada verificación de la identidad en línea o el uso del Sistema de
Seguimiento de Procesos de Conciliación Extrajudicial (Siscone), que ya va por su
versión 3.0.
En la parte introductoria del manual básico de conciliación extrajudicial que recibí
cuando incoé mi acreditación en la ENCE, dice “… la conciliación… se basa en el
dialogo y en la creatividad para buscar soluciones satisfactorias…”, utilicemos esas
herramientas en esta oportunidad y construyamos una mejor institución, todos juntos.
3. Conclusiones y propuestas
La ciudadanía debe saber que el Centro de Conciliación Extrajudicial, sea este privado
o público, es el lugar donde puede resolver cualquier tipo de controversia
judicializable. Sería positivo que esto no quede como un reglón más de la ley. Esto solo
pasará si se realiza una campaña efectiva de información en medios de comunicación
masiva al respecto, como se ha visto en otras actividades promovidas por el Estado.
En casi 20 años del procedimiento conciliatorio, han sido loables los esfuerzos del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos a través de la Dirección de Conciliación
Extrajudicial y Medios Alternativos, respecto de campañas que buscan acercar a la
gente los MASC.
Igual ha sido importante la difusión del arbitraje popular en nuestro país, sin embargo,
esto no ha sido suficiente, pues el desconocimiento de esta institución aún existe.
Quizás los esfuerzos deban ser apuntados en quienes median –o mediarán en unos
años– con los conflictos que sus clientes les alcancen. Me refiero a los abogados en
ejercicio y los estudiantes de derecho. Se debe apuntar con mayor incidencia tanto en
los colegios de abogados del país, así como también en las facultades de derecho,
donde desfortunadamente, en algunas de ellas, los cursos de conciliación y arbitraje
siguen siendo cursos electivos.
Veo con esperanza las reuniones que sostienen los decanos de las universidades del
país con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, donde se firman convenios
respecto de eventos jurídicos de naturaleza académica, sin embargo, como indicara
anteriormente, el ente rector debe dar un paso más allá potenciando el uso de la
Conciliación Extrajudicial, incluyendo una modificación importante en el currículo
universitario, buscando que se logre tal fin.
Recientemente[15], se ha creado el Grupo de Trabajo encargado de elaborar una
propuesta de “Plan Nacional para la mejora de la calidad de la educación jurídica”.
Consideramos que es el espacio perfecto para viabilizar esta propuesta. Es necesario
anotar en este punto lo que dice LEDESMA NARVAEZ (2000, p. 13)[16] “…la
experiencia legislativa y operativa sobre la Conciliación en sede nacional nos lleva a
señalar que el éxito de ella no reside en un desarrollo legislativo, sino en condiciones
supralegales…No basta para el éxito de ella la institucionalización, no la declaración
del interés nacional para promoverla… en ese sentido, se debe dirigir principalmente
la atención hacia los estudiantes, quienes deben conocer los principios y
procedimientos de conciliación en momentos tempranos de su formación, de modo a
que puedan integrarla y aplicarla a su vida personal y profesional…”
El Sistema de Seguimiento de Procesos de Conciliación Extrajudicial (Siscone 3.0),
solucionaría la problemática respecto de la redacción de las controversias y de la
redacción de acuerdos conciliatorios, facilitaría la ejecutabilidad de un acta de
conciliación extrajudicial en caso de incumplimiento ante el fuero Judicial, pues
inclusive se le podría asignar un numero único de expediente, que inicie en etapa
prejudicial y, de ser el caso, concluya en etapa judicial. Ello también facilitaría el tema
de estadísticas, pues podríamos saber exactamente, qué actas se llevaron a ejecución
y con cuáles se solucionó la controversia planteada. Hoy no existe un centro de
conciliación en la república que no use una computadora. Incluso, facilitaría la entrega
de copias certificadas o del expediente, puesto que todo sería electrónico.
Las submaterias dentro de las materias civil, comercial y de familia son tipo, es decir
comunes entre ellas, lo que cambia son los protagonistas y la forma de conclusión del
procedimiento conciliatorio, por lo que un sistema que facilite la labor del conciliador
extrajudicial, sería importante, en el sentido que se le da una herramienta para
trabajar mejor en servicio de la ciudadanía[17].
Ese sistema en línea, también podría responder consultas de los operadores en tiempo
real y podría ser gratuito –actualmente es oneroso–, ya que no todos los conciliadores
extrajudiciales, son abogados. Diariamente, las partes concurren con sus
procedimientos conciliatorios, unos tan distintos como otros y la ley y reglamento, en
algunas situaciones, no son de aplicación inmediata, pues la razón supera en algunos
casos la lógica.
El uso que se daría a este sistema en línea, sería de exclusividad de los operadores del
sistema conciliatorio, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos tiene registrados a
todos, por lo que no sería difícil hacerlo; esto también podría ser utilizado como una
herramienta de gestión para determinar que conciliadores extrajudiciales están
habilites y quiénes no lo están. Si bien es cierto, actualmente la Dirección de
Conciliación y Medios Alternativos de Solución de Conflictos usa un sistema vía
telefónica, este no se puede mostrar a la parte que consulta determinado punto (sobre
todo, de aplicación de la normativa). Algo imprimible –tangible– serviría también de
respaldo para la actuación del Conciliador Extrajudicial.
4. Bibliografía utilizada
ABANTO Torres, Jaime. La conciliación extrajudicial y la conciliación judicial. Un puente
de oro entre los MARC’s y la justicia ordinaria. Grijley, 2010, 443 pp. ISBN: 978-9972-
04-321-5.
LEDESMA Narvaez, Marianella. El procedimiento conciliatorio. Un enfoque teórico-
normativo. Gaceta Jurídica, 2000, 374 pp., ISBN: S/N.
MINISTERIO DE JUSTICIA, 2012. Compendio sobre conciliación, 196 pp., ISBN: S/N.
MINISTERIO DE JUSTICIA, 2008. Decretos Legislativos: Justicia para más peruanos.
Bejarano Álvarez. 332 pp., ISBN: S/N.
ORTIZ Nishihara, Freddy. Conciliación extrajudicial. Justicia formal y arbitraje. Jurista
Editores, 2010, 416 pp., ISBN: 978-612-4066-37-5.
PEÑA Gonzales, Oscar. Conciliación extrajudicial. Teoría y práctica. Asociación Peruana
de Ciencias Jurídicas y Conciliación, 2013, 861 pp., ISBN: 978-612-46068-8-5.
[1] Conciliador extrajudicial, capacitador y Centro de Conciliación Extrajudicial
aparecen en la Ley 26872, incluso antes de la modificación referida.
[2] El Poder Ejecutivo, en uso de las facultades contenidas en Ley 29157, expidió entre
enero y junio del año 2008, 99 Decretos Legislativos.
[3] Título Tercero del Reglamento (Decreto Supremo 014-2008-JUS): De los operadores
del sistema conciliarorio.
[4] Existen disposiciones contenidas en la Constitución de Cádiz de 1812. En sus
artículos 282, encarga al alcalde de cada pueblo el oficio de conciliador en negocios
civiles e injurias y en el 284, se prescribe que no se entablará pleito ninguno sin hacer
constar que se ha intentado el medio de la conciliación.
[5] Ley 26872, la sétima de las Disposiciones Complementarias, Transitorias y Finales,
señala que el procedimiento de conciliación creado en dicha Ley, se realiza de modo
independiente de aquel que regula el Código Procesal Civil.
[6] Artículo 18º de la Ley 26872 (Mérito y ejecución del acta de conciliación).
[7] En mi experiencia personal de más de cinco años ejerciendo la función conciliadora
y con más de medio millar de casos conducidos, puedo asegurar que normalmente la
forma de conclusión de los Procedimientos Conciliatorios se da en segunda sesión y no
precisamente con la Falta de Acuerdo, sino más bien por inasistencia de la parte
invitada.
[8] Artículo 16-Aº de la Ley 26872 (Rectificación del Acta).
[9] Artículo 50º del Reglamento de la Ley 26872 (Del tarifario del Centro de
Conciliación).
[10] Artículo 19-Bº de la Ley 26872 (De la facultad sancionadora), en su parte
correspondiente, señala lo siguiente: “… El Director, el Secretario General, el
Conciliador Extrajudicial y el Abogado verificador de la legalidad de los acuerdos
conciliatorios de los Centros de Conciliación Privados son responsables de los daños y
perjuicios que ocasionen en el ejercicio de sus funciones que señale el Reglamento. La
sanción de desautorización impuesta aún Centro de Conciliación Extrajudicial o Centro
de Formación y Capacitación de Conciliadores produce la cancelación de su registro…”
[11] Decreto Supremo 018-2002-PCM y Directiva 002-2004-JUS/OGAJ.
[12] Publicada en el año 2001.
[13] Implementan Plan Piloto de obligatoriedad de la Conciliación Extrajudicial en
distritos conciliatorios de Trujillo y Arequipa y distrito judicial del Cono Norte de Lima
[14] Mediante Oficio Múltiple 005-2014-JUS/DGDP-DCMA.
[15] Resolución Ministerial 0171-2017-JUS, de julio del presente año.
[16] LEDESMA Narváez, Marianella. El procedimiento conciliatorio. Un enfoque teórico-
normativo. Gaceta Jurídica, 2000, 374 pp., ISBN: S/N.
[17] El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, alcanzo en forma electrónica una
Guía Rápida con preguntas y respuestas comunes sobre el procedimiento conciliatorio
y casos concretos.
[18] En enero del presente año, mediante D.S. N° 001-2017-JUS, en provincias de
Arequipa, Ayacucho, Huánuco, Cajamarca, Lima, Huancavelica, Lambayeque y otros.
[19] ORTIZ Nishihara, Freddy. Conciliación extrajudicial. Justicia formal y arbitraje.
Jurista Editores, 2010, 416 pp., ISBN: 978-612-4066-37-5.
[20] PEÑA Gonzales, Oscar. Conciliación extrajudicial. Teoría y práctica. Asociación
Peruana de Ciencias Jurídicas y Conciliación, 2013, 861 pp., ISBN: 978-612-46068-8-5.