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Inicialmente el autor hace un recuento los hechos que se han determinado como ciertos
sobre la exploración de Gonzalo Jiménez de Quesada en 1536, donde aparecen de forma
clara los 7 mitos a estudiar.
En primera instancia nos presenta el mito de que fue un ejército profesional el que vino a
conquistar el territorio muisca. Una idea que queda desmentida en seguida por tener un
carácter mucho más moderno. Según Gamboa, los conquistadores no eran soldados
profesionales ni tenían en su mayoría experiencia militar alguna, con lo que estamos de
acuerdo, pues las fuerzas armadas como él explica aparecen solo hasta el siglo XVII.
En este sentido, sería mucho más coherente que en su lugar se refiriera al grupo de personas
que acompañaban a los conquistadores con la palabra “hueste”. Es muy interesante que
además aclare el perfil de los conquistadores como jóvenes, entre los 17 y los 47 años,
nacidos generalmente en Andalucía, Castilla, Extremadura o Portugal, donde predominaban
los artesanos y campesinos. Así, nos ayuda a establecer parámetros de quienes y en qué
condiciones pretendían conquistar.
La siguiente idea se pregunta por la cantidad de hombres que llegaban en las exploraciones
y su supuesta capacidad de dominar a los indígenas que los superaban por mucho en
población. Al respecto Gamboa revela una característica que la mayoría han tratado de
ignorar y es que generalmente los españoles contaban con la compañía y el respaldo no solo
de negros esclavos, sino de muchos indios que se fueron sumando a su ejército. De esta
forma, resultó siendo más una pelea entre los mismos indígenas, lo que él denominó una
“guerra civil indígena” con el resultado de la dominación española. Lo que propone todo
una nueva imagen del indio como protagonista en el proceso de conquista, incluso más que
el español
Esta idea que Gamboa propone es muy cierta, pues a los que les tocó pelear las batallas fue
a los indígenas en su mayoría, que vieron la oportunidad de atacar o vengarse de otros
aliándose con los españoles. Por esto se sabe que los indígenas también obtuvieron
beneficios, claramente menores comparados a los de los españoles.
También es enriquecedor que el autor especifique que no solo fueron españoles quienes
llegaron al territorio muisca, como se nos ha hecho creer, sino que estos llegaron
acompañados por indios con los que se aliaron desde la costa de la actual Colombia y
también por algunos del interior. Nos llama la atención cuando Gamboa habla de los
esclavos negros y algunos moriscos que traían los españoles, y nos deja la duda de ¿por
qué si ya traían esclavos o sirvientes venían a buscar más? Como lo establece cuando dice:
“Otro paso importante era conseguir aliados que sirvieran como intérpretes, guerreros,
cargueros, sirvientes y se encargaran de todas las labores de apoyo”.
El tercer mito sobre el talento militar excepcional que tenían los españoles y las hazañas
heroicas de los conquistadores, ha sido uno de los más divulgados. En este caso Gamboa
nos recuerda el carácter legítimo de la empresa conquistadora, donde superadas las
primeras exploraciones, los conquistadores con interés de quedarse en américa se dedican
simplemente a seguir un modelo establecido por la corona donde se establecen
requerimientos como la supervisión de escribanos sobre los ataques a los indios, la
posesiones de tierras y las fundaciones de las ciudades entre otras. Todo bajo la necesidad
de aumentar siempre el botín.
Por lo que sabemos la única referencia de conquista por parte de los españoles anterior a
estas expediciones fue la de las islas Canarias, que funcionó para tener algo de experiencia
pero esto no los hacía excepcionales en cuanto a su talento militar, incluso hallamos la
razón cuando Gamboa dice que las tácticas que usaron no tenían nada de extraño que los
hiciera excepcionales. Otro tema que surge a partir de esta idea es que hicieron hasta
manuales de expedición de conquista, donde a tomar medidas legalistas y si se quería
someter a un grupo se debía capturar al jefe máximo con algunos alardes de violencia, pero
esto tampoco los hace excepcionales.
En cuanto a la conquista como un proceso rápido y total, queda en seguida desmentido este
postulado porque fue un arduo trabajo el simple hecho de adentrarse lo suficiente en el
territorio y mucho peor el de lidiar con las poblaciones de indios que no mantenían siempre
el mismo trato a los españoles ni se adaptan de la misma forma a su llegada. Así mismo,
afecta el hecho de que los conquistadores mentían a la corona sobre el territorio que tenían
bajo su jurisdicción, lo cual como nos demuestran las crónicas es verdad. Por lo que los
españoles sentían que los indios querían escapar del rigor de sus antiguos jefes por lo que se
dejaban someter, pero esto no es válido pues es solo la apreciación de los españoles más no
lo que de verdad sintieran los indios.
En este punto, Gamboa, hace una crítica a los historiadores que dicen que el fin de la
conquista se dio cuando murieron los gobernantes indígenas, o cuando fundaron ciudades o
hicieron una repartición de encomiendas, pues no fueron procesos con resultados a corto
plazo sino que duraron muchos años. En esto también estamos de acuerdo con el autor.
Algo que no sabíamos y que Gamboa nos explica es que al final los indios se negaron a la
dominación española por lo que los españoles tuvieron que cambiar de estrategia, atrayendo
a los indios con regalos, negociaciones y buenos tratamientos.
Si bien se ha tratado de dar la visión de los indígenas como menos inteligentes que los
españoles, nosotras creemos que es un argumento inválido pues, aunque manejan
“tecnologías” y comprensiones del mundo supremamente diferentes, los indios sabían
adaptarse a la mentalidad de los españoles y sacarles provecho del mismo modo como los
españoles hacían con ellos.
El sexto mito lo consolida la leyenda negra al entender la conquista como una catástrofe
traumática para el indígena. Para Gamboa la idea de que los indios vivían en un mundo
feliz y fueron víctimas de los españoles es equivocada porque con esto se menosprecian las
capacidades de los indígenas y se subvaloran como actores históricos. Cree además, que la
llegada de los españoles no significó una catástrofe traumática ni un momento de
desesperación, sino que fue un episodio más en una larga historia.
La idea de que el indigna encontraba al conquistador como una especie de dios o parte su
narración mitológica, es más bien para el autor, una concepción que estipulan
posteriormente los cronistas, y que por ende se debe más a un problema de mala
interpretación de los ritos y las creencias. Por esto, piensa que después de la conquista hubo
quienes cambiaron el significado de la palabra (Sua) como dios y no como, viajero de paso,
que es la significación correcta.
Sobre esto creemos que la llegada de los conquistadores no fue vista como algo malo para
los indios. Gamboa nos hace ver como el surgimiento tanto de la leyenda negra como de
leyenda rosa afectan el estudio de una historia sobre la conquista. Ya que esta establece el
rol de un “bueno” y un “malo” en cada versión, según la perspectiva que se estudie.
Finalmente, el el último mito sobre la idea de la superioridad española. Gamboa sugiere que
todas las malas interpretaciones del proceso de conquista surgen a raíz de la idea de que los
españoles eran superiores a los indios en cuanto a lo cultural, técnico y religioso, pues este
último les daba un “permiso sagrado” para castigar a los indios. También expone los que
cree que fueron los dos factores que influyeron en el resultado final de la conquista: las
enfermedades infecciosas, que para las que los indios eran nuevas e inmanejables y la falta
de unidad entre grupos indígenas, que los españoles supieron aprovechar para sacar ventaja
de las diferencias que los separaban y así, buscar alianzas y enfrentar unos con otros.
Sobre lo último consideramos que no solo fueron esos dos factores los que influenciaron el
final de la conquista sino que faltaron algunos más como la creación de ciudades, que
indicaron el inicio de la época colonial, y lo que llevó al proceso del sometimiento total de
los indios hacia los españoles. Sin embargo, el análisis que propone Gamboa en su artículo,
nos ayuda a desmentir el imaginario del proceso de conquista en América que se ha
implementado como conocimiento innato en nuestro aprendizaje sobre la historia del
descubrimiento de América.
De esta forma, nos permite entender la conquista desde una perspectiva mucho más amplia
y coherente, donde no hay solo un interés de dominio español, sino también unos intereses
de los indígenas y una compresión de estos como actores activos dentro del proceso de
conquista. Este postulado nos plantea nuevas preguntas y temas para acercarnos a este
periodo como un proceso más natural que evite caer solo en la lógica del bueno y el malo, o
del dominante y el dominado.