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Pontifica Universidad Católica Argentina

Santa María de los Buenos Aires

FACULTAD DE TEOLOGÍA

PASTORAL LITÚRGICA

Proceso de preparación
para la Confirmación de Adolescentes

TP FINAL
SANTIAGO OBIGLIO

Julio 2018 - 6º Año Bachillerato

Teología Pastoral IV

Prof. Sergio Alberto Martín


INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo intenta exponer una reflexión litúrgico-pastoral para la preparación de


jóvenes al sacramento de la Confirmación desde una perspectiva curativo-sanante del
sacramento.

Considero esta dimensión como la esencia de una catequesis centrada en el kerygma, Buena
Noticia de un Dios que nos salva, que se acerca al hombre y lo encuentra, así como está,
muchas veces lastimado, desconociendo a Dios, por falta de responsabilidad de otros,
distracciones o por haber recorrido libremente caminos equivocados. Dios suscita en el joven
el deseo de acercarse a pedir el sacramento, para levantarlo, sanarlo, salvarlo, y para
fomentar su crecimiento integral, acompañándolo con la gracia sobreabundante,
especialmente dispensada en los sacramentos de la Iglesia.

“La confirmación, como todo sacramento, es un sacramento de la fe, un encuentro de Dios con el hombre
creyente en la Iglesia. Para suscitar y alimentar esta fe, la Iglesia necesita poner los medios adecuados de
evangelización, catequesis, catecumenado, en la medida que lo exige la actual situación. Pues es claro que
esta fe ha de ser lo suficientemente madura y consciente como para comprender lo que se celebra, y lo
suficientemente responsable como para asumir los compromisos que se derivan. La confirmación es un
sacramento que exige un grado tal de personalización en la fe, que permita la realización plena del
bautismo (cuando es recibido en la infancia) y posibilite una participación plena en la celebración por
antonomasia de la comunidad adulta: la eucaristía”.1

Es esta “personalización en la fe” la que reclama un itinerario que tenga en cuenta al joven
destinatario y lo lleve, sin ahorrar esfuerzos ni sobre-exigir frutos sin siembra, comenzando
tal vez desde lo más básico del kerygma, a una experiencia afectiva y efectiva de Jesús y de la
Iglesia.

Propongo, así, una catequesis litúrgico-pastoral, que aborde los misterios más básicos de la
fe cristiana, incorporando la Palabra de Dios y los gestos de la liturgia sacramental e
integrando, también la vida cotidiana de los jóvenes, tal como nos invita el desafío de la Nueva
Evangelización en este tiempo.

“Insistimos en la necesidad de una auténtica pedagogía de la santidad que la presente como ideal atractivo,
posible con la ayuda de la gracia, en cada momento de la existencia personal. Así se promoverá un
itinerario de formación permanente para la maduración de la fe. Al proponer este ideal, queremos estar
atentos a las situaciones y a los procesos de las personas y de las comunidades.”2

1
BOROBIO, DIONISIO, “La Iniciación Cristiana”, Salamanca, Ediciones Sígueme, 2009, p. 516.
2
COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA ACTUALIZACIÓN DE LAS LÍNEAS PASTORALES PARA LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN, “Navega Mar Adentro”, 2003, 79 (en adelante: NMA).

2
DESTINATARIOS DE UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN

A| Diagnóstico de la realidad juvenil

Una preparación adecuada para recibir el sacramento de la Confirmación sólo puede ser
encarada desde la realidad de sus destinatarios, en este caso, desde la realidad de unos
jóvenes determinados. Ciertamente no existe el joven genérico; sin embargo, creo valiosos
los estudios interdisciplinarios que abordan la realidad para analizarla y exponerla. De allí que
apoyo este diagnóstico en el documento del CELAM, “Civilización del Amor, Proyecto y Misión
– Orientaciones para una Pastoral Juvenil Latinoamericana” (en adelante: CAPyM) del año
2013, no sólo científicamente exhaustivo sino, además, realizado con espíritu creyente.

El documento comienza señalando diferentes aspectos de la realidad juvenil latinoamericana


de nuestros tiempos, para proponer, luego, una pastoral juvenil encarnada en dicha realidad.
Integrando, entonces, los aportes del CAPyM con mi experiencia pastoral, deseo proponer, a
continuación, algunas características comunes a los jóvenes de este tiempo, situados más
específicamente en el espacio porteño -y especialmente, en el barrio de Villa Urquiza, en el
cual hoy trabajo pastoralmente.

Asumiendo el riesgo que implican las generalizaciones, creo que los jóvenes que llegan a la
parroquia pidiendo el sacramento de la Confirmación, no vienen con pretensiones en cuanto
a la preparación. Esto significa que no exigen ser preparados, ni enseñados, ni acompañados;
tal vez sólo esperan la recepción del sacramento. Sin embargo, esta falta de pretensiones, o
el desconocimiento de las diferentes posibilidades de preparación, puede ser tomado a favor
de la evangelización. Ellos saben que “aprender no significa sencillamente recibir información,
sino experimentar, probar, transformar, reconfigurar, juzgar, intercambiar.”3 Quien tenga la
habilidad para entusiasmarlos con el proceso previo a la recepción del sacramento, podrá
sacar fruto de estas capacidades de los jóvenes, puestas al servicio del aprendizaje. Y siendo
“el aprendizaje” principal de la catequesis de Confirmación el encuentro con la persona de
Jesús, y con los misterios que de Él se desprenden, logrará lo que toda formación cristiana
anhela -o debería anhelar- con más profundidad: no adoctrinar sino enamorar de Jesús y de
su Evangelio, y así transformar la vida.

Asimismo, los jóvenes están sedientos de identidad y de pertenencia. Por un lado por lo
propio de su etapa evolutiva; por otro, por las características propias de estos tiempos en los

3
CELAM – DEP. FAMILIA Y VIDA, “Civilización del Amor: Proyecto y Misión”, Bogotá, 2013, 40 (en adelante:
CAPyM).

3
que la imagen es sobrevalorada y la globalización y el individualismo han despersonalizado
las comunidades.4

Así, nuevamente, la fragilidad de este tiempo puede volverse fortaleza de una pastoral
creativa y acogedora, donde se descubra la belleza -y con belleza- del Evangelio, donde lo
comunitario-eclesial sane el dolor de la soledad5, donde las palabras de vida eterna de Jesús
(cf. Jn 6, 68) den sentido en la desesperanza existencial.6

Respecto a la fe, “se nota una carencia de fundamentos y motivaciones objetivas y, por tanto,
una ruptura entre experiencia religiosa, concepción de vida y opciones éticas. También las
verdades religiosas se reducen a opiniones. La mediación de la Iglesia resulta problemática y
mucho más la de sus ministros o representantes, la que se aprovecha en forma selectiva.”7
Jesús no está de moda entre los jóvenes; ni siquiera en nuestro país, en nuestra ciudad de
Buenos Aires, con una historia tan marcadamente religiosa. El desafío es el ya propuesto por
el Papa Beato Juan Pablo II, el de una Nueva Evangelización.8 Solo una minoría “profundiza,
gusta y madura la experiencia cristiana y la expresa en la fe, en el sentido eclesial y en el
compromiso social.”9

Encontrar a los jóvenes en este momento de sus vidas es, lamentablemente, en la mayoría de
los casos, encontrar heridos. Heridos en la estima personal, heridos en el sentido, heridos en
la esperanza social y laboral10, heridos en la soledad y la falta de pertenencia, heridos,
también en su corporeidad, tan exigida en la sobre exigencia de estar a la altura de las
mentiras de la publicidad, heridos en la confianza a las instituciones, que los dejan de lado,

4
En las nuevas formas de expresión de sí mismo, tienen espacio la imagen, la moda, los géneros musicales, el
arte, etc., se nota una nueva búsqueda de sentido, de pertenencia, de relación entre la dimensión local y aquella
global. Nos movemos entre modos reales y modos virtuales que a menudo se confunden dando nuevos
significados a lo que es real y a lo que es virtual (CAPyM 42).
5
MARTÍN, SERGIO A., “¿Sabías que los sacramentos tienen un poder curativo-sanador?”, Buenos Aires, Editorial
Claretiana, 2018, p. 53 (en adelante: “¿Sabías que…?”).
6
A los jóvenes se les ofrece un mundo donde lo que era vital, ha perdido sentido; donde se va desvaneciendo la
integralidad del ser humano, la solidaridad, la justicia, la visión; donde hay una marcada carencia de Dios, de
Jesús, porque ya no llena las “expectativas” y donde la “felicidad” que se siente es una felicidad enmascarada,
pasajera, ficticia, opaca, lúdica y compleja, propia de eventos, acontecimientos, fantasías, que no provocan
ninguna reflexión ni gozo. Todo ese oscuro escenario ocasionado por este fenómeno, los coloca en un péndulo,
llevándoles a una crisis de sentido. No deja de ser una crisis de búsqueda, pero al mismo tiempo, constituye una
oportunidad que debe ser utilizada para la evangelización de la juventud (CAPyM 52).
7
CAPyM 136
8
Cf. NMA 1
9
Ídem
10
Estos acontecimientos que surgen, propios de un sistema neoliberal capitalista y de movimientos
neosocialistas y neopopulistas, coloca a los jóvenes en una situación social agobiante de marginalidad, exclusión,
violencia, desempleo, pobreza, falta de una buena educación, pérdida de identidad, inseguridad, movilidad, falta
de oportunidades y de espacios de participación a pesar de ser una fuerza de vital importancia. Hoy, poco se les
toma en cuenta en espacios decisorios (CAPyM 54).

4
les mienten o sólo los convocan para utilizarlos; heridos en la confusión que las nuevas
tecnologías generan en la sobre exposición de las redes sociales, en la voracidad y
dependencia que generan, en la ilusión de ofrecer un “todo” virtual, instantáneamente, que
sólo los deja vacíos.11

Pero también, encontrar a los jóvenes, en este momento de sus vidas, es un regalo. Es
encontrarlos ricos en búsquedas, sedientos de futuro; es encontrarlos apasionados por sus
dones, que van descubriendo día a día, fascinados por los amigos que aprenden a conocer y
a amar en el otro, distinto, aunque cercano; es encontrarlos fuertes en una lucha por su
autonomía e independencia. Es encontrarlos corajudos para salir a enfrentar el mundo, pero
tímidos en un hogar que no quieren dejar del todo, pues no quieren -como nadie quiere- vivir
a la intemperie. Es encontrarlos dispuestos a soñar sus vidas, sus estudios, sus viajes; en el
fondo, es encontrarlos dispuestos y deseosos de aventura. Quien pueda, con la elocuencia de
Dios (cf. I Co 2, 5), presentarles el Evangelio como una verdadera aventura de Vida abundante,
será para estos jóvenes puerta del fuego del Espíritu que el día de Pentecostés encendió
llamas en cada uno de los apóstoles (cf. Hch 2), y podrá responder con profunda paz al
momento de la presentación del obispo: “Creo que son dignos de recibir el sacramento del
Espíritu Santo que confirmará su Bautismo”, y escuchar agradecido: “En el nombre del Señor
los aceptamos para la recepción de este sacramento admirable que los confirmará en la vida
del Espíritu Santo que recibieron en el Bautismo”.12

B| Oír la Palabra de Dios: Kerygma, primer anuncio.

Estoy profundamente convencido de la necesidad de una nueva evangelización. Porque


muchos, hoy, en nuestras ciudades, no escucharon nunca hablar de Jesús y de su Evangelio,
o escucharon falsedades. Es más, muchos bautizados, incluso, desconocen la verdad de la fe
que creen profesar. Y sería complejo echar culpas o buscar responsables, pero sin duda, la

11
“rostros de jóvenes urbanos que, cada día, viven en la incertidumbre de quedar relegados de las instituciones
que ofrecen posibilidades para construir su identidad; rostros de jóvenes que son presa de la violencia (DP 33-
38) y el exterminio, de una cultura consumista provocada por los medios de comunicación social que los
manipula a “satisfacer las necesidades”, a “disfrutar las cosas con abundancia”, a estar de moda para ser
aceptados. Son jóvenes envueltos en un hedonismo, con una connotación impredecible; son los rostros
dolientes de aquellos que han caído en la maraña de las drogas que les crea una dependencia síquica y biológica,
sin posibilidad de poder salir porque han hecho de ellas su vida. Son jóvenes heridos por las crisis familiares y
por la ausencia de modelos verdaderos de matrimonios. Son jóvenes que, confusos en su identidad sexual, no
realizan un proceso sereno de formación integral en la afectividad. Son jóvenes que se sienten marginados por
las dificultades de acceso a las redes sociales y al mundo de la comunicación. Son jóvenes que sufren por la falta
de modelos significativos de liderazgo para la construcción de su proyecto de vida. A pesar de todo eso –de
forma increíble y misteriosa– no dejan de ser la alegría de la comunidad. (CAPYM 56)
12
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, “Ritual Romano de los Sacramentos”, p. 484 (en adelante: Ritual de la
Confirmación).

5
Iglesia sigue responsable de la misión, que hoy reclama con urgencia una nueva
evangelización, una nueva presentación de Cristo a los hombres.

¿Cómo van a creer si nadie les ha predicado? (cf. Rom 10, 14), se preguntaba Pablo en una de
sus cartas. Pues, llegó la oportunidad. Cuando alguien se acerca buscando algún sacramento,
llega la oportunidad de hacer presente la nueva evangelización. Las mismas notas
preliminares del rito comprenden la centralidad de este anuncio, condensado de modo
supremo en la liturgia de la Palabra del sacramento:

“Es de suma importancia la celebración de la Palabra de Dios con la que comienza el rito de la
Confirmación. Porque de la audición de la Palabra de Dios proviene la multiforme acción del Espíritu Santo
en la Iglesia y en cada uno de los bautizados o confirmandos, y se manifiesta aquella voluntad del Señor
respecto de la vida de los cristianos”.13

Esta apertura a la Palabra reclama su concreción pastoral en que los jóvenes, durante su
proceso de preparación a la recepción del sacramento, entren en contacto con la Escritura,
especialmente con los Evangelios. Que se encuentren allí con los relatos de Jesús, que
aprendan a rezar con ellos; incluso, no daría por seguro de que los tengan en sus casas, por
lo tanto, se puede dedicar algún encuentro a celebrar la Palabra -familiarizándolos además
con su ritualidad- y regalarles el libro de los Evangelios.

El acercamiento de los jóvenes al sacramento de la Confirmación es la oportunidad para


anunciarles a Jesús. Y no hay que tener miedo de arrancar de cero. Ni vivirlo como frustración,
ni con enojo por lo poco que “saben” estos bautizados acerca del cristianismo. Es una
oportunidad tan valiosa que reclama inteligencia, creatividad, esfuerzo, profundidad; no
puede hacerse improvisadamente ni de cualquier modo. Lo claro, e innegociable, es que es
necesario partir del Kerygma.

¿No es esencialmente sanante este kerygma, este primer anuncio de salvación? Semejante al
primer anuncio de Jesús en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar
la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar
un año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19). En este mismo Espíritu serán consagrados los
confirmandos; ¿cómo no basar toda la preparación al sacramento desde esta perspectiva
sanante y transformante que acontece en el encuentro con el Dios de la Ternura (cf. Lc 1, 78),

13
Notas preliminares en Ritual de la Confirmación, p. 468.

6
con el Hijo que nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), con el Espíritu de amor derramado en
nuestros corazones (Rom 5, 5)?

La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas
partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la
verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad
armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas.
Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al
diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena.14

Estoy convencido de que es esta la base segura para la gestación, el crecimiento y la


maduración de todo verdadero cristiano. Y si bien, los cristianos a confirmar ya han “renacido
por el bautismo”15, la realidad pastoral demuestra, como afirmábamos anteriormente, que
llegan a la juventud sin la experiencia existencial y afectiva de Dios. Es por ello fundamental
la preparación al sacramento desde esta base kerygmática, y esto no contradice,
necesariamente, que la Confirmación sea el sacramento de fortalecimiento en la fe, de la
perfección cristiana.16 Al contrario, sólo desde ese conocimiento verdadero y afectivo de
Cristo y del cristianismo -lo cual implica experiencia pero implica también contenido
conceptual- podrán los jóvenes renovar con honestidad y fructuosidad las promesas
bautismales, y responder, no sólo de palabra sino con la vida: sí, renuncio; sí, creo.17

14
EG 165
15
Homilía o alocución en Ritual de la Confirmación, p. 485.
16
“por medio de la Confirmación, el Espíritu Santo completará en vosotros la obra del Bautismo. Así seréis
cristianos perfectos”, Cf. Ritual de la Confirmación, p. 490.
17
Renovación de las promesas bautismales en Ritual de la Confirmación, p. 486-493.

7
LITURGIA DEL SACRAMENTO: PRINCIPALES SIGNOS

Imposición de las manos


“La imposición de manos es el símbolo de una invocación a lo alto, por medio del movimiento de las manos,
que se alzan hacia el cielo, en un movimiento dirigido al destinatario de la invocación, para luego posarlas
sobre el candidato al sacramento. La imposición de manos manifiesta, de manera física, un contacto
espiritual”18

Aunque a lo largo de la historia se consideró este gesto como secundario y como más central
el de la unción, con el tiempo fue dándosele mayor importancia. Creo que puede resultar
especialmente significativo para los jóvenes de hoy día, para quienes la corporeidad es tan
esencial. Lo cual es una ganancia de esta época: el haber integrado en mayor grado la
corporeidad, superando antropologías excesivamente racionalistas.

“En la vivencia de la interioridad de los jóvenes cabe especial mención la corporeidad. El cuerpo, la
corporalidad, es una mediación posible por la que el joven se conecta los otros, con el mundo, con el Otro.
Se relaciona desde dentro, siendo perceptivo del estar de los otros, del ser del mundo, del Otro. Dado que
el cuerpo es ‘el’ modo de conexión y contacto, será interesante ver cómo trabajamos con los jóvenes la
corporalidad, el conocimiento de sí, para adentrarse, sin distraerse, sin fugarse, sin perderse.” 19

Pienso que puede ser valioso incorporar dinámicas que impliquen la corporeidad en el
transcurso de la preparación. Asimismo, encontrar a Jesús y a sus apóstoles tocando e
imponiendo las manos en los Evangelios y en las primeras comunidades. Todos estos recursos,
debidamente aplicados, favorecerán la experiencia integral de crecimiento humano y
espiritual, y así, una mayor disposición a la gracia sacramental.

Unción con el óleo

La unción con óleo es altamente rica en simbolismos. El abordaje de este signo puede servir,
ciertamente, para profundizar en la persona del Espíritu Santo, en quién es, qué hace, cómo
obra en cada uno.

“El aceite, por sus propiedades naturales, es utilizado por los deportistas para fortificar sus músculos y hacerse
escurridizos del adversario. Además, devuelve frescura a lo que toca y preserva a la madera de toda corrupción.
¡Cuánto más si ese aceite no solo está consagrado por el poder de Dios para dejar una huella indeleble, es decir,
una marca que no se borrará nunca jamás en la persona que es ungida con ella sino que, además, va acompañado
con la ‘efusión del Espíritu Santo’ que penetra hasta las entrañas del creyente y lo fortalece, lo llena de su energía
para convertirlo en un ‘testigo’ de Cristo y de su Buena Noticia!” 20

18
SESBOUË, BERNARD, “Invitación a Creer”, Madrid, San Pablo, 2010, p. 129.
19
CAPyM, 46.
20
¿Sabías qué…?, p. 55.

8
El perfume del aceite es también un detalle importante y atractivo:

“El bautizado, signado por la mano del Obispo con óleo perfumado recibe un carácter indeleble, el sello del Señor,
juntamente con el don del Espíritu que lo configura más perfectamente con Cristo y le confiere la gracia de exhalar
‘el buen olor de Cristo’ entre los hombres”.21

El don del Espíritu Santo transforma en el sacramento de la Confirmación transformará la


propia vida, “perfumándola”, y transformará también, con ese aroma, las realidades
habitadas por cada confirmado. Es este un momento propicio para proponer la dimensión
social de este acontecimiento; el compromiso será gracia y esfuerzo, don y tarea, que
necesariamente invitará a una vida notoriamente más servicial, a imagen de Cristo, el ungido.

21
Notas Preliminares en Ritual de la Confirmación, p. 466.

9
PROPUESTA PASTORAL
El siguiente itinerario propone un proceso de preparación para la confirmación de jóvenes
adolescentes, entre 14 y 17 años, de un barrio de clase media -Villa Urquiza, por ejemplo- de
la ciudad de Buenos Aires. Si bien podría replicarse en otros contextos, creo justo y más real,
ubicarlo en uno particular. Además de que no es un mero proyecto elaborado en la
abstracción sino dentro de mi misma experiencia parroquial.

El año en nuestro país comienza en torno al mes de marzo, después de las vacaciones de
verano. La Semana Santa se suele celebrar en ese tiempo; por ello, creo que un comienzo
ideal para la catequesis de Confirmación podría ser un retiro-convivencia durante la misma,
comúnmente llamada “Pascua Joven”. Ello permite una experiencia inicial, kerygmática,
experiencial, centrada en torno los misterios principales de la fe cristiana, al misterio de la
Pascua de Jesús. De este modo, dentro de la experiencia compartida con otros jóvenes, es
una oportunidad propicia para acercarlos a las celebraciones litúrgicas de la comunidad,
integrando así los ámbitos personal-juvenil y social-comunitario. Esta experiencia de “Pascua
Joven” logra, además, cohesionar el grupo y así fomentar la perseverancia y el compromiso
en los encuentros que se propongan a continuación.

Como se expuso a lo largo del trabajo, los encuentros han de ser creativos, dinámicos a la vez
que profundos y con contenidos conceptuales. Esto implicará incorporar recursos tales como
videos, música, imágenes, dinámicas corporales, etc. En cuanto al itinerario temático, basado
en un anuncio kerygmático, propongo:

- Escuchar: ¿quiénes, cómo son? ¿Cómo están en sus vidas, en su camino de fe? ¿Qué
saben, dudas, entusiasmos, gustos tienen?
o Encuentro con uno mismo: mi historia. Sentido: preguntas existenciales (quién
soy, de dónde vengo, a dónde voy).
- Encuentro con Dios:
o Dios amor. Dios de la vida: creador-salvador. Dios en mi interior: oración.
Palabra de Dios. Pecado y perdón. Jesús. Reino: civilización del amor. Pascua:
de la muerte a la vida.
o Iglesia. María y los santos. Sacramentos. Confirmación.
- Encuentro con los demás:
o Familia, noviazgo, amigos.
o Elección del padrino.
o Vocación, misión.

10
- Preparativos para la Confirmación:
o Encuentro con los padrinos.
o Preparación de la celebración litúrgica.

Si la Confirmación fuera a fin de año, una buena opción para la continuidad de los jóvenes en
la pertenencia a la comunidad eclesial y en el servicio podría ser, aprovechando el tiempo de
Navidad, por ejemplo, la preparación de un pesebre viviente solidario, o alguna otra actividad
en torno al misterio de la Navidad y la misión; podría ser también la preparación de alguna
misión a realizarse durante los días de verano.

11
CONCLUSIÓN

Decía al comenzar este trabajo que encontrar a los jóvenes en este momento de sus vidas es,
lamentablemente, en la mayoría de los casos, encontrarnos con heridos. Lo cual no es
dramático sino todo lo contrario, oportunidad. Es un momento propicio para encontrarlos
con Jesús, Buen Samaritano (cf. Lc 10) que viene a sanar y reanimarlos en esta etapa tan frágil
de sus vidas, fortaleciendo sus estimas con la afirmación de su bondad original y del amor
incondicional de Dios, reconciliando sus vínculos, reanimando su esperanza por el anuncio de
una vida con sentido.

Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte
y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve
a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu
lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando a este primer anuncio se le llama
«primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos
que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre
hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma
o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos.22

Todo esto podrá ser dispuesto por quienes se dediquen a la tarea evangelizadora de estos
jóvenes, pero sólo el fuego del Espíritu Santo derramado en el sacramento logrará consumar
la obra, haciendo de la Confirmación un verdadero acontecimiento pentecostal, desde lo la
perspectiva de todo lo que significó pentecostés verdaderamente. Necesitamos procesos e
itinerarios que partan del kerygma pero que puedan dar también una síntesis de la
experiencia cristiana uniendo formación y misión. Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de
lo que pasó en el acontecimiento pentecostal. El desafío será acompañar a los jóvenes en este
proceso sacramental, para que luego del sacramento, ellos mismos, como los mismos
apóstoles, confirmados por el Espíritu Santo, puedan hacerse cargo de la Pascua que acontece
en sus vidas, de la sanación recibida, y dar fruto,el fruto del Espíritu recibido, siendo testigos
de Cristo desde el seno de la comunidad hacia los confines de la tierra (cf. Hch 1).

22
EG 164

12
Bibliografía

- BOROBIO, DIONISIO, “La Iniciación Cristiana”, Salamanca, Ediciones Sígueme, 2009.


- CELAM – DEP. FAMILIA Y VIDA, “Civilización del Amor: Proyecto y Misión”, Bogotá, 2013.
- COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA ACTUALIZACIÓN DE LAS LÍNEAS PASTORALES PARA LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN, “Navega Mar Adentro”, 2003.
- CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, “Ritual Romano de los Sacramentos” (Ritual del
Sacramento de la Confirmación, 449-522).
- MARTÍN, SERGIO A., “¿Sabías que los sacramentos tienen un poder curativo-sanador?”,
Buenos Aires, Editorial Claretiana, 2018.
- S.S. FRANCISCO, “Evangelii Gaudium”, 2013.
- SESBOUË, BERNARD, “Invitación a Creer”, Madrid, San Pablo, 2010.

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