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El Concilio de Nicea (325)

(Publicado en: Facies Domini 3, 2011, 401-443)

Al problema del monoteísmo no dio Nicea una solución ‘fácil’ y ‘clara’. Más bien interpretó el
kerygma cristiano sobre Dios, Padre, Hijo y Espíritu, en el sentido de una lectio difficilior1. Lo
que preocupa a Nicea no es el problema de la unidad divina, sino la cuestión de la coeternidad
del Hijo con el Padre, negado por los arrianos, la plenitud de su divinidad en oposición a la
condición de criatura que los arrianos le atribuían. Es decir, que el Hijo es perfecta y
verdaderamente Dios, en el mismo sentido en que lo es el Padre, y, por tanto, que no es criatura.
Si se le llama Dios, se lo está llamando en el sentido literal de la palabra, sin metáforas, y no
“Dios” entre comillas2. Lo que interesa a Nicea no es la cuestión de la unidad de Dios, sino la
plena y absoluta divinidad de Cristo. Del Espíritu Santo se profesa escuetamente la fe en Él. En
realidad la relación del Espíritu con las otras divinas personas se planteará formalmente más
tarde. Con Nicea (325) y Constantinopla (381) se define claramente que al monoteísmo cristiano
pertenece la fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Las discusiones arrianas y semiarrianas sobre la consustancialidad de las tres personas de la


Trinidad, así como también de la vinculación de la cristología apolinarista con el arrianismo de
primera hora llenan todo el siglo IV. En esta sede nos ocuparemos de la doctrina de Arrio y de
la respuesta que ofrece el Concilio de Nicea.

I.- Arrio

Los orígenes de Arrio3 son oscuros. No podemos precisar la fecha ni el lugar de su nacimiento.
Los patrólogos suelen datar su nacimiento hacia el 256. Es de origen libio. Su padre -quizá su
padre espiritual- se llamaba Ammonios4. Muere el 336 en Constantinopla, en vísperas de ser
readmitido a la comunión eclesial.

A principios del siglo IV se encuentra ya en Alejandría5. Pedro I de Alejandría (300-311) le

1
Cf. A. G RILLM EIER , Cristo en la tradición cristiana, Sígueme, Salamanca 1997, pág. 425.
2
Cf. J. R ATZIN GER , “El Credo de Nicea y de Constantinopla: historia, estructura y contenido”, en Teoría de los
principios teológicos. Materiales para una teología fundamental, Herder, Barcelona 1985, págs. 134 y 138.
3
G. B ARD Y , Recherches sur saint Lucien d'Antioche et son école, (Etudes de Théologie Historique), Paris 1936:
de gran interés para el análisis de los fragmentos conservados de Arrio; E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi
de Nicée, vols I-II, Paris 1972: amplio estudio sobre la teología de Arrio: sus fuentes bíblicas, teológicas y filosóficas;
el vol. II estudia con detenido análisis el Credo de Nicea; I. O RTIZ D E U RBIN A , El Símbolo Niceno, Madrid 1947: libro
fundamental; enorme acumulación de datos patrísticos para el estudio de cada término utilizado en el Niceno; I.
O RTIZ D E U RBIN A , Nicea y Constantinopla, (Historia de los Concilios Ecuménicos 1), Vitoria 1969; M . S IM O N ETTI,
La crisi ariana nel IV secolo, (Studia Ephemeridis Augustinianum 11), Roma 1975: libro fundamental, un clásico,
para el estudio de las controversias trinitarias del siglo IV; H. I. M ARRO U , “L'arianisme comme phénomène
alexandrine”, Patristique et Humanisme, (Patristica Sorbonensia 9), Paris 1976, págs. 321-330; R. L O REN Z , Arius
judaizans? Untersuchungen zur dogmengeschichtlichen Einordnung des Arius, Göttingen 1980; W . R OW AN , Arius:
Heresy and Tradition, Londres 1987; R. P. C. H AN SO N , The Search for the Christian Doctrine of God. The Arian
Controversy 318-381, Edinbourgh 1988; C H . K AN NEN GIESSER , “Alexander and Arius of Alexandria”,
Compostellanum 35, 1990, 93-105; C H . S TEAD , “Arius in modern Research”, Journal of Theological Studies 45,
1994, 24-36.
4
Arrio lo menciona como portador de su carta a Eusebio de Nicomedia. Podría tratarse de un monje.
5
Cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris 1972, págs. 13-21.

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ordenó diácono. Arrio criticó a su obispo por las severas medidas adoptadas contra los melecianos
y fue excomulgado. El 25 de noviembre del 311 Pedro I moría decapitado durante la persecución
de Maximino Daia, precisamente en el barrio de Baukalis, donde más tarde Arrio sería presbítero.

Bajo Aquilas -muerto el 13 de junio del 313, después de cinco o seis meses de episcopado-,
Arrio es admitido nuevamente a la comunión eclesial y ordenado presbítero. Se le encargó
explicar las Escrituras.

Bajo Alejandro I de Alejandría (313-328) comienza la polémica arriana y tendrá lugar el


Concilio de Nicea (325). Alejandro encargó a Arrio la parroquia de Baukalis. El influjo de Arrio
iba creciendo: sobre el pueblo, sobre las 700 vírgenes alejandrinas y sobre parte del clero de la
ciudad. San Epifanio6 pinta el carácter de Arrio como el de ‘un hombre lleno de doblez, con
apariencia de santón, lleno de disimulo’ y brillante en su elocuencia. Conocía el arte de la
dialéctica -según el historiador Sócrates7- y se enroló en discursos insensatos -nos dice el
historiador Sozomeno8.

No hay acuerdo entre los especialistas para datar el inicio de la disputa entre Arrio y su obispo
Alejandro. Hacia el 318 -según Opitz y Ortiz de Urbina-, el otoño del 323 -según E. Schwartz,
Battifol, Bardy-, en los primeros meses del 322 según Boularand9.

El enfrentamiento de Arrio con su obispo Alejandro lo presenta Teodoreto como ‘envidia’ por
no haber sido él elegido obispo10. Pero el enfrentamiento fue doctrinal: la cuestión del Verbo. Las
referencias -Epifanio, Sócrates, Sozomeno, Teodoreto- son tan vagas y discordantes que no se
puede reconstruir con certeza los orígenes de la disputa. Según Sozomeno, Alejandro habría
tenido una homilía sobre la Trinidad, y Arrio lo habría acusado de sabelianismo. Pero según el
mismo Sozomeno, Arrio habría sido ya acusado ante Alejandro por algunos fieles escandalizados
de su predicación. Según Epifanio, fue Melecio de Tebaida el primero en acusar a Arrio, quizás
por celos.

Alejandro reúne al presbiterio y enfrenta a Arrio con sus acusadores. Alejandro condena a
Arrio y lo hace público por medio de la Carta Encíclica, `Eno.j Sw,matoj, en la que Alejandro
expone las razones que le han llevado a escribir, aclara todo el asunto, nombra a los depuestos
y presenta un resumen de los errores condenados11 y un esquema de la argumentación bíblica

6
E PIFAN IO , Panarion, Haer. LXIX 3: PG 42, 205C-208A.
7
S Ó CRATES , Historia Eclesiástica I 5,2: SC 477, págs. 60-61.
8
S O ZO M EN O , Historia Eclesiástica I 15,3: SC 306, págs. 184-185
9
Para las referencias a los autores citado cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris
1972, págs. 21-24.
10
T EOD O RETO , Historia Eclesiástica I 1: PG 82, 885B Cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée,
vol. I, Paris 1972, págs. 24-27.
11
Su primera parte es un resumen de la doctrina arriana: “He aquí lo que dicen inventando contra las Escrituras:
No siempre Dios ha sido Padre, sino que alguna vez el Dios no era Padre. No siempre existía el Verbo de Dios, sino
que existió de la nada. Porque Dios hizo de la nada al que no existía. Por eso alguna vez no existía. Así que el Hijo
es criatura y cosa hecha. Ni es semejante en la esencia al Padre, ni es verdaderamente y por naturaleza Verbo del
Padre, ni verdadera sabiduría del Padre; sino que es una de las cosas hechas y venidas a ser. Impropiamente se le
llama Verbo y Sabiduría; él mismo existe por el verbo propio de Dios y por la sabiduría de Dios, por la que Dios lo
ha hecho todo y también a él. Por eso, cuanto a su naturaleza, está sujeto a cambios y alteraciones, como todos los
seres racionales. Además el Verbo es extraño al Dios y difiere de él y está completamente alejado de la sustancia de

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contra los errores. Conjura a los obispos a no recibir a los apóstatas y a no creer a Eusebio de
Nicomedia, adepto y defensor de Arrio12.

Alejandro tuvo el desacierto de nombrar en la Sinodal a Eusebio de Nicomedia. Esto va a


convertir la controversia dogmática en una lucha política. Arrio se refugiará junto a Eusebio de
Nicomedia y comenzó a ganarse al episcopado de Oriente escribiendo a los obispos y enviándoles
su profesión de fe, para que si era ortodoxa la aceptaran y escribieran en su favor a Alejandro y
si no para que le dijeran cómo había de creer ortodoxamente. Era un juego psicológico y un
método estupendo para propagar la herejía. Los obispos se sintieron halagados de ser
considerados árbitros de un conflicto muy grave: los condenados estaban apelando del tribunal
de Egipto al de la Iglesia universal. Y como tenían que tomar partido se dividieron. Unos
escribieron a Alejandro para que no reconciliara a los arrianos y otros para que les levantara la
condena.

II.- Escritos de Arrio13

Al ser quemadas posteriormente todas las obras de los herejes, se conserva poco de la supuesta
gran actividad literaria de Arrio. Los textos que tenemos están fuera de su contexto original, ya
que nos han sido trasmitidos por sus opositores ortodoxos. Aunque por este origen haya que
sopesarlos maduramente, hay que prejuzgar que nos trasmiten lo nuclear del pensamiento de
Arrio.

Carta a Eusebio de Nicomedia: uno de los más antiguos documentos de la controversia.

“Arrio, a quien el Papa Alejandro persigue injustamente por causa de la verdad que vence todo y que tú mismo
defiendes, saluda en el Señor a Eusebio, señor amadísimo y hombre fiel a Dios y ortodoxo. Debiendo ir a
Nicomedia mi padre Anmonio, me pareció justo y razonable dirigirme a ti por medio de él… El obispo nos
maltrata y persigue muy severamente y nos causa mucho dolor: nos ha expulsado de la ciudad como a ateos, por
no estar de acuerdo con él en lo que públicamente predica, a saber: que el Padre lo fue siempre y que el Hijo lo
fue siempre, que el Hijo es igual al Padre; que el Hijo es ingénito como el Padre; que siempre está siendo
engendrado, engendrado ingénito, que Dios no es anterior al Hijo ni por concepto ni por ningún intervalo de
tiempo, ya que Dios y el Hijo han existido siempre y que el Hijo procede del mismo Dios . Y pues Eusebio, tu
hermano que está en Cesarea, y Teodoto y Paulino y Atanasio y Gregorio y Aecio y todo los orientales dicen que
Dios existe sin principio antes que el Hijos, fueron anatematizados… ¿Pero nosotros qué decimos y pensamos
y hemos enseñado y seguimos enseñando? Que el Hijo no es ingénito ni en modo alguno parte del ingénito , ni
proviene de un substrato; sino que existe por voluntad y querer antes de los tiempos y de los siglos, lleno de
gracia y de verdad (Jn 1,14), Dios, unigénito, inalterable. Y antes de que fuese engendrado o creado o delimitado
o fundado, no existía. Porque no es ingénito. Nos persiguen porque decimos que el Hijo tiene comienzo, pero
que Dios es sin comienzo. Por esto nos persiguen; y, asimismo, porque decimos que es de la nada. Y esto lo
decimos porque El no es ni parte de Dios ni de otra materia subyacente. Por esto nos persiguen; lo demás ya lo

Dios. Y el Padre es inefable para el Hijo. El Hijo no conoce perfecta y exactamente al Padre, ni puede contemplarle
perfectamente. Como que ni siquiera sabe el Hijo a ciencia cierta cómo es su misma esencia; porque ha sido
producido para nosotros, para que Dios nos creara por él como instrumento; ni hubiera existido si Dios no hubiera
querido crearnos. Alguno les preguntó si el Verbo de Dios podría cambiar como cambió el diablo; 'Sí, podría'. Porque
es de naturaleza mudable ya que él es producido y mudable. Nosotros los obispos de Egipto y Libia, reunidos en
número de un centenar hemos anatematizado a los partidarios de Arrio que tenían la imprudencia de proferir tales
afirmaciones y a sus seguidores” (S Ó CRATES , Historia Eclesiástica I 6,9-13: SC 477, págs. 66-69).
12
Cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris 1972, págs. 27-30.
13
Cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris 1972, págs. 39-65 que ofrece el texto griego
con traducción y comentario.

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sabes. Adiós. Como condiscípulo en la escuela de Luciano sulloukianista. y como hombre verdaderamente
piadoso que eres, no olvides nuestros sufrimientos” 14.

Es interesante observar que la descripción que Arrio hace de la doctrina sobre el Verbo de su
Obispo es ortodoxa y manifiesta su desacuerdo con ella. También es digno de notarse la serie de
sinónimos sobre el término ‘engendrado’ que especifican el sentido en que debe tomarse, a saber,
en el de crear. Hay que tenerlo en cuenta para que no consideremos ortodoxa su profesión de fe
a Constantino.

Carta-Profesión de fe a Alejandro de Alejandría: documento capital, porque Arrio formula su


doctrina con términos precisos, con argumentos y se rechaza la doctrina de Alejandro. Es de hacia
el 329.

“A nuestro bienaventurado papa y obispo Alejandro, los sacerdotes y los diáconos, salud en Cristo. La fe que
hemos recibido de nuestros mayores y de tí, bienaventurado papa, es la siguiente: Conocemos un Dios, el único
ingénito, único eterno, único sin principio, único verdadero, único posesor de la inmortalidad, único sabio, único
bueno, único señor, juez de todos, moderador y gobernador, inmutable e inalterable, justo y bueno, el mismo
Dios de la Ley y los Profetas y del Nuevo Testamento; el cual ha engendrado al Hijo unigénito antes de los
tiempos eternos, por medio del cual ha hecho los siglos y todas las cosas; engendrado no en apariencia sino en
verdad, subsistente por su propia voluntad, inmutable e inalterable, criatura perfecta del Dios, pero no como una
de las criaturas; engendro, pero no como uno de los engendros, ni como enseña Valentín, un engendro emisión
del Padre, ni como el M aniqueo que interpreta el engendro como parte consustancial del Padre, ni como Sabelio
que divide la unidad llamando al Hijo Padre, ni, a la manera de Hieracas, antorcha de antorcha, ni como lámpara
que se duplica, ni que habiendo existido al principio más tarde fue engendrado o fue hecho Hijo. Tú mismo,
bienaventurado papa, en medio de la iglesia y de la asamblea has refutado muchas veces a los que daban esas
explicaciones. Sino que, como decimos, antes de los tiempos y antes de los siglos ha sido creado por voluntad
del Padre, y ha recibido del Padre la vida, y el ser y los honores que le corresponden. En efecto no porque le haya
dado la herencia de todo, el Padre se ha privado de lo que le compete, el ser sin principio en sí mismo; porque
El es la fuente de todo. Así que tres son las hipóstasis, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Dios, siendo causa
de todo, es absolutamente el único principio sin principio. El Hijo, engendrado fuera del tiempo por el Padre,
creado y producido antes de los siglos, no existía antes de ser engendrado, sino que, engendrado fuera del tiempo
antes que nada, es el único que subsiste bajo el Padre. Porque no es eterno ni coeterno, ni coincide con el Padre
en carecer de principio; ni tiene el ser junto con el Padre, como dicen algunos del uno y del otro, afirmando dos
principios ingénitos . Sino que, como unidad y principio de todo, el Dios es ante todo. Por eso es también antes
que el Hijo, como lo aprendimos de tí al predicarlo en medio de la Iglesia. Por eso, dado que debe al Dios el ser
y los honores y la vida y todo le ha sido dado por El, según eso el Dios es el principio de él. El le es superior
como Dios suyo y tiene el ser antes que él. Y si el ‘de El’ y el ‘del seno’ y el ‘he salido del Padre y voy’ (Jn
16,28) han sido interpretados por algunos como significativos de una parte consubstancial y como una emisión,
entonces el Padre sería compuesto y divisible y mudable y cuerpo, según ellos, y en cuanto está de su parte, el
Dios incorporal vendría a padecer en un cuerpo. Te deseamos salud en el Señor, bienaventurado papa (siguen
las firmas)” 15.

El Banquete qa,leia: es la obra principal de Arrio16. Una especie de exposición sitemática, pero
popular de su teología. Escrito en Nicomedia. San Atanasio nos trasmite algunos fragmentos,
especialmente en Oratio contra Arianos I 2-10; De decretis Nicaenae Synodi 16; De sententia

14
A RRIO , Carta a Eusebio de Nicomedia, en H.-G. O PITZ , Athanasius Werke, III-1, Urkund 1, págs. 1-3; E PIFAN IO ,
Haer., 69,6: PG 42,209; GCS 37,156-157; T EOD O RETO , Historia Eclesiástica I 4: PG 82, 909D-913A..
15
H.-G. O PITZ , Athanasius Werke III, Urkunde 6, pág. 12-13; A TAN ASIO , De synodis, 16: Athanasius Werke II
1 págs. 243-244; E PIFAN IO , Panarion 69,7: PG 42,213-216; H ILARIO , De Trinitate 4,12-13; 6,5-6.
16
Cf. G. C. S TEAD , “The Thalia of Arius and the Testimony of Athanasius, Journal of Theological Studies n.s.
29, 1978, 20-52.

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Dionysii 6; De synodis 15. Para hacer más popular su doctrina Arrio compuso canciones para los
marineros, los arrieros, carpinteros, viajeros, etc. con música apropiada17.

“Según la fe de los elegidos de Dios, conocedores de Dios, hijos santos, rectos, receptores del Espíritu Santo de
Dios, esto es lo que yo he aprendido de los que tienen sabiduría, espirituales, enseñados por Dios, sabios en todo.
Siguiendo sus huellas he caminado yo sintiendo con ellos, yo el famoso, el que ha sufrido mucho por la gloria
de Dios; instruido por Dios, conociendo la sabiduría y la ciencia... El Dios no siempre fue Padre; sino que alguna
vez el Dios estaba solo sin ser Padre y más tarde se hizo Padre. No siempre existió el Hijo; porque habiendo sido
hechas todas las cosas de la nada, y siendo todas las cosas criaturas y obras, también el Verbo de Dios fue hecho
de la nada, y hubo un tiempo en que no existía; ni existía antes de ser hecho, sino que también él tuvo principio
al ser creado. Porque Dios estaba solo y no existían aún el Verbo y la Sabiduría. Más tarde, cuando quiso
crearnos, entonces hizo a uno y lo llamó Verbo y Sabiduría e Hijo, para crearnos a nosotros por su medio... Hay,
pues, dos sabidurías: una la que es propia del Dios y coexiste en él, y el Hijo fue hecho en esta misma sabiduría
y por tomar parte en ella sólo él lleva el nombre de Sabiduría y Verbo. Porque la Sabiduría ha existido por la
Sabiduría, por la voluntad del sabio Dios. Así también hay en el Dios otro verbo junto al Hijo que está en Dios,
y por participar de él se llama asimismo Verbo e Hijo por gracia... Hay muchas potencias; una es la que por
naturaleza es propia de Dios y eterna. Ahora bien, Cristo no es verdadera potencia de Dios, sino que es una de
las llamadas potencias, como el saltamontes y la oruga; pero no se le llama potencia a secas, sino gran potencia.
Las demás y numerosas son semejantes al Hijo, de las cuales canta David diciendo: ‘Señor de las potencias’ (Sal
24,10)... Por naturaleza el Verbo está sujeto a mudanzas, como todos, pero siendo dueño de sí, es bueno
mientras lo quiere. Si lo quiere, puede cambiar como nosotros, ya que es mudable por naturaleza. Por eso,
previendo Dios que él había de ser bueno, le ha preferido dándole esa gloria que, como hombre y por su virtud,
ha tenido posteriormente; de suerte que por sus obras previstas por Dios hizo que existiera él luego... El Verbo
no es verdadero Dios. Aunque se le llama Dios, no lo es de veras, sino sólo por participación de gracia, como
todos los otros; así él es Dios sólo de nombre. Y como todas las cosas son diversas y diferentes de Dios por
esencia, así también el Verbo es completamente ajeno y diverso respecto a la esencia y propiedad del Padre;
es propiamente una de las cosas hechas y creadas... El Padre es invisible para el Hijo; el Verbo no puede ver
ni conocer perfecta y exactamente a su Padre. Lo que ve y conoce tiene analogía con sus propias medidas, así
como nosotros conocemos conforme a nuestra potencia. Y el Hijo no sólo no conoce exactamente al Padre pues
no llega a comprenderle, sino que el Hijo no conoce su propia esencia... Las esencias del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo son entre sí naturalmente divididas, segregadas, distanciadas, diversas, aisladas; son
completamente diversas en sus esencias y glorias hasta el infinito. El Verbo, cuanto a la semejanza de la gloria
y la esencia es del todo diverso a las del Padre y el Espíritu Santo...” 18.

“Por consiguiente, el mismo Dios, en su propia naturaleza, es inefable para todos los hombres. Sólo Él no tiene
nadie que le sea igual o parecido de igual gloria. Le llamamos ingénito a causa de Aquel que es engendrado por
naturaleza. Le ensalzamos como a quien no tiene origen y le adoramos como eterno por razón de Aquel que
empezó a existir en el tiempo. El que no tiene comienzo hizo al Hijo, comienzo de todas las cosas creadas, y se
le ofreció a Sí mismo como Hijo y lo adoptó. Nada tiene propio de Dios según su propia subsistencia, ya que
no igual ni consubstancial con Él… Hay pruebas evidentes de que Dios es invisible para todos los seres que traen
su origen del Hijo y es también invisible para el mismo Hijo. Diré claramente cómo ve el Hijo al Invisible: por
aquel poder por el cual ve Dios y en su propia medida, así puede el Hijo ver al Padre, como es justo. Hay, pues,
una Trinidad, pero no con glorias iguales; sus subsistencias no se entremezclan; una es infinitamente más gloriosa
que la otra. El Padre, por no tener origen, es, en cuanto a esencia, ajeno al Hijo. Comprende que la Mónada
existía; en cambio, la Díada no existía antes de que empezara a existir. Ahora bien, aun no existiendo el Hijo,
el Padre es Dios. Por consiguiente, no existiendo el Hijo -pues empezó a existir por voluntad del Padre-, es Dios
unigénito y ajeno a los dos. La Sabiduría existió como sabiduría por beneplácito del Dios sabio. Se concibe,
pues, de mil maneras: Espíritu, Poder, Sabiduría, Gloria de Dios, Verdad, Imagen y Palabra. Comprende que
también se concibe como Resplandor y Luz. El Todopoderoso puede engendrar a uno que sea igual Hijo, pero

17
A imitación de Sótades (s. III a. C.), cf. A TAN ASIO , Discursos contra los arrianos I 2,2; 4,2 M adrid 2010, págs.
25.28-29. También Bardesanes de Edesa (154-222), adepto de Marción y de Valentín, compuso canciones para
difundir su doctrina (R. D UVAL , La littérature syriaque, 3 e éd., Paris 1907, pág. 237). Bardesanes fue el inventor de
esta técnica pastoral, utilizada también por los Donatistas, Ambrosio de M ilán, Agustín y otros.
18
A TAN ASIO , Apologia contra Arianos I 5-6: PG 26,21-24.

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no es capaz (de engendrar) a otro más excelente, superior o mayor. Lo que es y cuanto es el Hijo lo es por
voluntad de Dios. Desde que ha existido y siempre que ha existido, ha existido de Dios. Siendo un Dios fuerte,
alaba en parte al Superior. Para decirlo brevemente, Dios es inefable para su Hijo. De suerte que el Hijo no
puede expresar nada de las cosas que son según la comprensión, porque no puede investigar al Padre tal cual es
en Sí mismo. Porque el mismo Hijo no conoce su propia esencia. Pues siendo Hijo existió en realidad por
voluntad del Padre. ¿Qué argumento hay para afirmar que quien procede del Padre no pueda conocer a su propio
padre por comprehensión? Porque es evidente que uno que haya tenido comienzo no puede entender o
comprender, tal como es, al que no tuvo principio” 19.

Carta de Arrio a Constantino: Después de Nicea, Arrio guarda silencio. Pero rehabilitado por el
Concilio de Jerusalén (335) rompe su silencio. El credo que envió a Constantino para que lo
admitiera en la Iglesia está firmado por Arrio y Euzoios. Sobre las relaciones del Padre y del Hijo
es breve y oscuro. No se olvide que, para Arrio, ‘engendrado’ significa ‘creado’. El Verbo ha
tomado carne humana, pero no al hombre. Cuando habla de la Iglesia omite el a`gi,an y la remisión
de los pecados. (Como es obvio no incluye los término propios del Credo de Nicea).

1. Al religiosísimo y muy amado de Dios emperador Constantino, señor nuestro, Arrio y Euzoio.
2. Como ha ordenado tu piedad amada de D ios, señor emperador, presentamos nuestra fe y confesamos por
escrito ante Dios que nosotros, y todos los que están con nosotros, creemos como sigue a continuación:
3. Creemos en un solo Dios Padre omnipotente. Y en el Señor Jesucristo, su Hijo, engendrado de él antes de
todos los siglos, Dios Verbo, por medio del cual han sido creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra,
que ha descendido, ha tomado carne, ha padecido, ha resucitado, ha subido a los cielos y vendrá de nuevo a
juzgar a los vivos y a los muertos. Y [creemos] en el Espíritu Santo, y en la resurrección de la carne, y en la vida
del siglo futuro, y en la única iglesia católica de Dios de un confín al otro del mundo.
4. Hemos recibido esta fe de los santos Evangelios, donde el Señor dice a sus discípulos: Id y enseñad a todos
los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).
5. Si no creemos de esta manera estas doctrinas y no recibimos verdaderamente al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santocomo enseñan toda la iglesia católica y las Escrituras, a las cuales creemos en todo, Dios es nuestro juez
ahora y en el día futuro. 6. Por eso, dado que somos hombres de iglesia y tenemos la fe y el pensamiento de la
iglesia y de las Sagradas Escrituras, rogamos a tu piedad, emperador muy amado de Dios, que nos reúnas con
nuestra madre, la iglesia, gracias a tu piedad pacificadora y temerosa de Dios, después de poner fin a las
discusiones y a las sutilezas provocadas por las discusiones; 7. para que nosotros y la iglesia, en paz los unos
con los otros, hagamos todos juntos las oraciones habituales por tu reino pacífico y piadoso y por toda tu
familia” 20 .

Estos son los escritos de Arrio que se nos conservan. Había comenzado por afirmar claramente
la doctrina de la creación del Verbo. Luego la disimula o quizá la atenúa. Constantino lo iba a
recompensar readmitiéndolo en la Iglesia, pero la muerte sorprendió a Arrio (336).

III.- Teología de Arrio

Arrio parte de la Escritura y su principio es no hay más que un solo Dios21. El arrianismo procede
del monoteísmo judío: ‘Escucha, Israel, el Señor tu Dios es único’ (Deut 6,4). Único en el sentido
de solitario. El monoteísmo excluye a la Trinidad. La economía que predica la Iglesia le parece
a Arrio estar en contradicción con la Escritura. El monoteísmo es el artículo fundamental del
credo arriano.

19
Arrio en A TAN ASIO , De Synodis 15: Athanasius Werke II 1, págs. 242-243 -traducción tomada de J. Q U ASTEN ,
Patrología II, BAC 217, Madrid 1977 3, págs. 14-15.
20
S Ó CRATES , Historia de la Iglesia, I 26,1-7: SC 477, 220-223.
21
Para esta parte cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris 1972, págs. 67-81.

91
Para Arrio, Dios, es decir, el Padre, es avge,nnhtoj en el sentido no tanto de inengendrado
cuanto en el de increado (como equivalente de avge,nhtoj) y es también a;narcoj no tanto en el
sentido de sin principio cuanto en el de sin comienzo. El Hijo es, pues, una criatura que había
comenzado a existir por la voluntad de su autor. Arrio rechaza la posibilidad de una generación
eterna en el seno de Dios, no admitiendo otro modo de comunicación en él que la acción creadora.
Y esto por tres razones:

* La generación eterna supondría una división de la sustancia divina y, por tanto, un cambio:
pero Dios es simple, inmutable, indivisible, incorporal.
* El Hijo existiría al mismo tiempo que el Padre, es decir, desde toda la eternidad. Habría dos
principios sin comienzo, con la contradicción de ser el Hijo inengendrado-simul-engendrado
avgennhtogenh,j.
* El Hijo, al nacer, emanaría del Padre como los eones de los Gnósticos.

Por tanto, una generación en Dios destruiría a Dios. Nacimiento implica comienzo. El Hijo
ha comenzado a existir cuando fue creado de la nada por voluntad del Padre.

El postulado de Arrio es, por tanto, que fuera del Dios solitario, inengendrado (= increado)
y sin principio (= sin comienzo temporal), no hay más que criaturas.

Como consecuencia del principio anterior se deducen las siguientes afirmaciones sobre el
Verbo:

1.- El Hijo no es eterno: ‘Hubo un tiempo en que no existía’ h=n pote o[te ouvk h=n. ‘Antes de
ser engendrado no existía’ prin. gennhqn/ai ouvk h=n. Arrio entiende el término engendrado en el
sentido de creado o determinado o fundado, teniendo, por tanto, un comienzo cronológico. El
Hijo es engendrado antes de los siglos eternos, fuera del tiempo y antes de todas las cosas, pero
esto no significa eterno. No pueden existir dos principios inengendrados avge,nnhtoj.

2.- El Hijo ha sido creado de la nada evk ouvk o;ntwn por Dios y esto voluntariamente: El
Verbo es un elemento del mundo creado. Ha salido de la nada. No por necesidad de la naturaleza
divina, sino por voluntad del Padre qelh,mati kai. boulh/| $tou/ patro,j% como los otros seres. Dios
lo creó como instrumento en la creación del mundo, como demiurgo intermediario entre su
soledad y el universo de las criaturas. Cristo es una de las potencias de Dios como la langosta y
la oruga [locusta et cavalletta] (Joel 2,25).

3.- El Hijo no es Dios verdadero, igual y consustancial al Padre: El único Dios verdadero es
la mónada inengendrada. Si llaman a Cristo Dios, en realidad le rehúsan que posea la esencia
divina. Es decir, no es consustancial al Padre. Es Dios sólo por participación gratuita de Dios. El
Logos es diferente y desemejante en todo a la esencia del Padre y a sus propiedades. Es un ser
creado. El Padre es diferente al Hijo en cuanto a la esencia.

Los Padres de Nicea se verán obligados a introducir el término o`moou,sioj, no contentándose


con las fórmulas bíblicas que proclaman la divinidad del Hijo, dada la interpretación que de ellas
hacían los arrianos.

4.- El Verbo es imperfecto y cambiante: En este punto Arrio se contradice: el Hijo es Dios

92
unigénito, inmutable (Carta a Eusebio de Nicomedia) y el Padre lo ha hecho subsistir por su
propia voluntad, inmutable e invariable, criatura de Dios perfecta, pero no como una de las
criaturas (Profesión de fe a Alejandro). Sólo Dios es inmortal, inmutable e invariable (Profesión
de fe a Alejandro). Pero en la Thalia Arrio revela su verdadero pensamiento: por naturaleza el
Verbo, como todos nosotros es cambiante. Cristo es bueno por su propia voluntad, libremente.
No sólo cambiante. El Verbo es imperfecto por los límites de su ciencia. El Verbo no puede ver
ni conocer22 perfectamente al Padre, sino sólo parcialmente. El Hijo no puede escrutar al Padre
en sí mismo.

5.- El Logos ocupa en Cristo el lugar del alma humana: El Verbo ha tomado un cuerpo
inanimado, sin alma a;sucon, o si tiene alma ésta es a;logoj, irracional o no-racional. Arrio
preludia así la herejía de Apolinar.

6.- El Espíritu Santo no es Dios: Es sólo en torno al 360 cuando los más o menos radicales
discípulos de Arrio, los trópicos23, los semiarrianos y los anomeos, atacarán la divinidad del
Espíritu. Todos estos pneumatómacos hacen del Espíritu una criatura del Hijo, una especie de
ángel superior. Arrio no había insistido en este punto, pero afirmaba que el Espíritu es una
sustancia diferente a la del Padre e, incluso, a la del Hijo, lo cual supone negar su divinidad y
situarlo entre las criaturas. Afirma que hay tres hypóstasis en el sentido de tres sustancias ousíai
concretas, diversas y separadas, sin unidad numérica ni incluso específica de esencia. Arrio no
distingue la esencia ousía de la hypóstasis, sino que las identifica. El Padre es extraño al Hijo
según la esencia, porque el Padre es sin principio. “Las esencias del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, están por naturaleza divididas, son extrañas, separadas, diferentes e incapaces de participar
entre ellas... son entre ellas total e infinitamente diversas por sustancia y gloria”24.

La Trinidad de Arrio no es el Dios único en tres personas iguales y consustanciales. Es una


Tríada en la que el segundo término no posee la naturaleza del primero, el único Dios verdadero,
y el tercero es completamente desemejante del segundo y le está subordinado.

Para Arrio, el Espíritu es una criatura del Hijo. El Hijo también es criatura, pero es
“engendrado-creado”, mientras que el Espíritu es sólo creado. Arrio afirma que hay tres
hypóstasis en el sentido de tres sustancias ousíai concretas, diversas y separadas, sin unidad
numérica ni incluso específica de esencia. El Padre es extraño al Hijo según la esencia, porque
el Padre es sin principio. Las esencias del Padre y del Hijo y del Espíritu son por naturaleza
extrañas, separadas, incompatibles y no participan la una de la otra. Son completamente
desemejantes. La Trinidad de Arrio se resuelve en una Tríada en la que el segundo término no
posee la naturaleza del primero, el único Dios verdadero, y el tercero es completamente
desemejante del segundo y le está subordinado.

IV.- Apoyatura bíblica del arrianismo

22
Esto le será criticado por el arriano extremo F ILOSTORGO , Historia Eclesiástica, II 3: PG 65, 468A; X 1: PG
65, 584CD. En realidad, si el Hijo no sabe completamente lo que hay en Dios, ¿cómo se puede rechazar la generación
eterna del Hijo? Para poder afirmar que el Hijo es de naturaleza distinta al Padre, habría que decir que nosotros
podemos conocer adecuadamente a Dios: diciendo que es ingénito y que su agennesía es su esencia entera. Pero esto
es ya el arrianismo de segunda hora (Aecio, Eunomio).
23
Cf. A TAN ASIO , Epístolas a Serapión sobre el Espíritu Santo, Madrid 2007.
24
A TAN ASIO , Contra Arianos I 6,4 tomado de la Thalia.

93
Como sacerdote fue encargado de explicar las Escrituras. Sus explicaciones dividieron a los
fieles. La Escritura le proporcionó el punto de partida de sus tesis y muchos de sus argumentos25.

Arrio se apoya en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Utiliza los textos que tratan de la
eternidad, unicidad, inmutabilidad, indivisibilidad e incomprehensibilidad de Dios. Tales
propiedades son atributos de la Mónada, y Arrio las opone a las del Hijo para demostrar que éste
no podía ser el verdadero Dios.

En la argumentación escriturística de Arrio encontramos tres grupos de textos:

1.- Textos que subrayan la unicidad de Dios: Deut 6,4; 1 Tim 2,5; Jn 17,3; Mc 10,18. Y
algunos otros que subrayan el origen en Dios del poder concedido al Hijo: Jn 3,35; 5,22; Lc
10,22.

2.- Textos que subrayan la referencia a Cristo, en sentido pasivo, de expresiones como hacer,
crear, criatura: Hech 2,36; Hebr 1,4; 3,1-2; Col 1,15; Jn 12,27; Mt 26,39; Lc 2,52.

3.- En la argumentación escriturística de Arrio, Prov 8,22-25 representa el engarce entre textos
que presentan al Hijo de Dios como criatura y textos que presentan a los hombres como hijos de
Dios. En ese pasaje aparecen creó (éktisen) y engendra (gennâ) como equivalentes -la tradición
había insistido sobre el engendrar. Arrio insistirá sobre el crear. Y considera engendrar como
sinónimo de crear, con lo que todo texto que hable de engendrar quiere decir crear.

4.- El Hijo es menor que el Padre (Jn 14,28). Los arrianos lo confirman con los datos de la
Escritura: el Hijo progresa, tiene hambre, sed, fatiga, tristeza, llora, tiene ignorancia, es ungido,
todo lo recibe del Padre, es exaltado por su obediencia. Y si se dice que el Hijo es uno con el
Padre (Jn 10,30; 14,10), se trata de una unidad de afecto y obediencia pero no de naturaleza.

La herejía arriana, inicialmente trinitaria, termina siendo cristológica y pone en cuestión el


misterio de la encarnación redentora. Los católicos le oponían otros textos para demostrar por las
Escrituras la divinidad del Hijo: Jn 1,1. 3.18; 10,15.30.38; 14,9; Sal 45,2; 110,3; Malaq 3,6; Hebr
2,10; 13,8.

Es significativo que Arrio y Alejandro centraran la discusión sobre la divinidad en un pequeño


número de textos muy bien escogidos. Más tarde los anomeos y los nicenos no utilizarán muchos
más.

V.- El Sínodo de Antioquía (principios del 325)

A diferencia de los credos y sumarios de fe anteriores al siglo IV cuya autoridad dependía de la


iglesia local respectiva y que se relacionaban con la profesión de fe bautismal y el precedente
catecumenado, a comienzos del siglo IV surgen los credos sinodales o conciliares con una
autoridad mayor que la meramente local y, cuando contenían anatemas, servían como criterio de
ortodoxia de los cristianos en general y de los teólogos en particular. Disentir de estos credos

25
Cf. E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi de Nicée, vol. I, Paris 1972, págs. 85-93.

94
implicaba la excomunión26.

Con el comienzo del siglo IV tiene lugar una gran revolución teológica al introducirse los
credos sinodales o conciliares. Los nuevos credos intentaban tener una autoridad mayor que la
meramente local. A veces contenían anatemas y servían para examinar la ortodoxia de los
cristianos en general. En su elaboración no prescindían de las controversias teológicas de la
época.

En la elaboración de Nicea, el credo elaborado por el Sínodo de Antioquía (325) se puede


considerar como un antecedente importante27 e ilustre. Este sínodo estuvo presidido por Osio de
Córdoba28. En este sínodo se condenó la herejía arriana, se redactó una carta sinodal en la que
anunciaban las resoluciones tomadas y se hacía profesión de fe en forma de credo. A los obispos
que no habían querido firmar29 se les excomulgó de modo provisional, dándoles la oportunidad
de que cambiaran de opinión antes de que tuviera lugar el ‘grande y santo sínodo’ que se
celebraría en Ancira (y que luego tuvo lugar en Nicea).

Aquí nos interesa el símbolo de este sínodo:

“(I) La fe es ésta: Creer en un solo Dios, Padre todopoderoso, incomprensible, inmutable e inalterable, protector
y gobernador del universo, justo, bueno, creador de cielo y tierra y de cuanto en ellos se contiene, Señor de la
ley, los profetas y de la nueva alianza;
(IIa) y en un solo Señor Jesucristo, Hijo único, engendrado no de lo que no existe sino del Padre, no como hecho
kti,s ma sino propiamente como un Hijo kuri,w j ge,n nhma, pero engendrado de un modo inefable, indescriptible,
pues lo conocen únicamente el Padre que engendró y el Hijo que fue engendrado (porque ‘nadie conoce al Padre
excepto el Hijo, nadie conoce al Hijo más que el Padre’), el cual existe eternamente sin que hubiera tiempo en
que no existiera. Porque de las Sagradas Escrituras hemos aprendido que sólo él es la imagen expresa, no
ciertamente como si hubiera podido no ser engendrado por el Padre, ni por adopción, pues decir esto es impío
y blasfemo; al contrario, las Escrituras lo presentan como real y verdaderamente kuri,w j engendrado como Hijo,
de manera que creemos que es inmutable e inalterable, y que no fue engendrado ni vino por voluntad o adopción,
como si procediera de lo que no es, sino que fue engendrado como convenía que lo fuera; no ocurrió, cosa que
no está bien ni pensarla, a semejanza, por naturaleza o mezcla con algunas de las cosas que comenzaron a existir
por él, sino de un modo que sobrepasa toda capacidad, concepción o razonamiento, así es como profesamos que
fue engendrado del Padre-no-engendrado el Logos divino, luz verdadera, justicia, Jesucristo, Señor y Salvador
de todos. Porque él es la imagen eivk w,n expresa de la verdadera sustancia u`p osta,s ewj de su Padre y no de la
voluntad o de cualquier otra cosa.
(IIb) Este Hijo, el Logos divino, habiendo nacido en carne de M aría, la M adre de Dios qeoto,k oj, habiéndose
encarnado, habiendo padecido y muerto, resucitó de entre los muertos y fue llevado al cielo, está sentado a la
derecha de la majestad altísima y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
(III) Además, y lo mismo que en nuestro Salvador, las Sagradas Escrituras nos enseñan que creamos también
en un solo Espíritu, una sola Iglesia católica, la resurrección de los muertos y un juicio de desquite según lo que
el hombre haya hecho en la carne, bueno o malo.
(IV) Y nosotros anatematizamos a cuantos digan, piensen o prediquen que el Hijo de Dios es una criatura, que

26
Cf. J. N. D. K ELLY , Primitivos Credos Cristianos, págs. 247-249; E. B O U LARAN D , L'héresie d'Arius et la foi
de Nicée, vol. II, Paris 1972, págs. 189-191.
27
L. A BRAM OW SKI, “Die Synode von Antiochien (324-5) und ihr Symbol”, ZKG 86 (1975) 356-367; J. N. D.
K ELLY , Primitivos Credos Cristianos, págs. 250-254; R.P. H AN SO N , The Search for the Christian Doctrine of God,
págs. 146-151; L. P ERRO N E , “De Nicea (325) a Calcedonia (451)”, en G. A LBERIGO , Historia de los Concilios
Ecuménicos, Sígueme, Salamanca 1993, págs. 17-103.
28
El sínodo se había reunido para la elección del sucesor de Filógonos (+24/12/324). La elección recayó en
Eustacio de Berea, desde ahora obispo de Antioquía.
29
Teodoto de Laodicea, Narciso de Neronias y Eusebio de Cesarea.

95
comenzó a existir, que ha sido hecho y no verdaderamente engendrado o que hubo un tiempo en que él no existía.
Porque nosotros creemos que existió y existe y que es luz. Además, nosotros anatematizamos a cuantos supongan
que es inmutable gracias a su propio acto de voluntad, lo mismo que a aquéllos que derivan su nacimiento de
lo que no es y niegan que sea inmutable del mismo modo que el Padre lo es. Porque así como nuestro Salvador
30
es la imagen del Padre en todo, así se ha proclamado que es la imagen del Padre en este aspecto particular” .

Señalemos las partes del símbolo antioqueno:

1) sobre Dios Padre


2a) sobre Jesucristo en su relación intratrinitaria: engendrado.
2b) sobre la encarnación
3) sobre el Espíritu, la iglesia, la escatología.
4) anatematismos.

En esta profesión de fe se proponen y se rechazan las principales tesis arrianas. Faltan todavía las
típicas fórmulas nicenas: de la esencia del Padre y homooúsios. Pero se dice lo más importante
y esencial: la generación del Hijo y su semejanza total, es decir, en todos los sentidos con el
Padre. El texto insiste en subrayar que el Hijo es genna/n y esto en sentido estricto kuri,wj como
contrapuesto a la paridad de significado de los arrianos entre kti,zein y genna/n.

Los anatematismos, que representan la teología de Alejandro de Alejandría31, anatematizan


una serie de tesis arrianas tomadas de la Thaleia de Arrio. La añadidura de los anatematismos al
final de la profesión de fe creará todo un estilo para el futuro.

VI.- Apertura del Concilio de Nicea

El concilio comienza el 20 de Mayo del 325, con la máxima solemnidad, como lo describe32
Eusebio de Cesarea en la Vita Constantini III 10. Los participantes se distinguían unos por su
ciencia y elocuencia y otros por su santidad y heroísmo33. Después de su discurso, Constantino
dió la palabra a los presidentes próedroi de la asamblea, quizá Osio de Córdoba y Eustacio de

30
H. G. O PITZ , Athanasius Werke III,1 Urkunde 18, págs. 36-41. Traducción tomada de J. N. D. K ELLY , Primitivos
Credos Cristianos, págs. 252-253 el cual advierte que la traducción sigue la retroversión griega del texto siríaco
realizada por Schwartz.
31
Cf. J. N. D. K ELLY , Primitivos Credos Cristianos, pág. 253.
32
Texto en I. O RTIZ D E U RBIN A , Nicea, págs. 257-258.
33
Cf. E U SEBIO D E C ESAREA , De vita imperatoris Constantini III 9: PG 20,1064A. “Además de éstos se habían
reunido también, de diversas provincias, un gran número de obispos: unos estaban dotados de los talentos de la
inteligencia y de la palabra, notables por sus conocimientos de las Escrituras y de otras disciplinas, o bien se
distinguían por la excelencia de sus vidas; otros tenían fama bajo esos dos aspectos. Los obispos sobrepasaban el
número de unos 320. También había, como es natural, un gran número de sacerdotes y diáconos que les
acompañaban. También estaban presentes con ellos hombres expertos en el arte de la dialéctica” (S O ZO M EN O , Hist.
Ecl., I 17,2-3: SC 306, pág. 194). “Sauf qu’à ceux-ci il manque d’avoir tous fait partie des ministres de Dieu, alors
que dans le choeur présent il y avait une multitude d’évêques, dépassant la chiffre de trois cents, et que les
accompagnaient des prêtres, des diacres et de très nombreux assistants, dont le nombre ne pouvait même pas être
compté. Parmi les ministres de Dieu, les uns se distinguaient par leur parole de sagesse, les autres par l’austérité de
leur vie et leur courage persévérant, les autres étaient remarquables par leur modération. Parmi eux, les uns étaient
honorés de longues années, d’autres brillaient para la jeunesse et la vigueur de l’âme, d’autres venaient à peine
d’entrer dans la course du ministère. À eux tous l’empereur avait ordonné qu’on fournisse chaque jour de la
nourriture avec largesse” (S Ó CRATES DE C O N STAN TIN O PLA , Historia Ecclesiástica I VIII 9-11: SC 477, pág. 93).

96
Antioquía.

El concilio se clausura el 19 de Junio del 325 con la solemnidad de la apertura. Era el 25


aniversario de la elección imperial de Constantino.

Participan obispos de Egipto, Palestina, Siria, Fenicia, Asia Menor, Grecia, Macedonia y
regiones vecinas. Del occidente latino: Ceciliano de Cartago, los dos sacerdotes romanos Vito y
Vicente como representantes de Silvestre de Roma, y Osio de Córdoba.

Número de los Padres conciliares: 250 según Eusebio34; 270 según Eustacio de Antioquía35;
300 según Constantino36; 318 según Hilario de Poitiers37. Intervienen también, aunque no
directamente, Arrio, Atanasio38 y algunos filósofos paganos.

No se han conservado actas oficiales ni siquiera fragmentarias. Sólo se conservan tres


documentos oficiales: el Símbolo, 20 cánones y la Carta Sinodal.

VII.- Desarrollo del Concilio

Aunque no tenemos mucha información, pues no se conservan las actas del concilio, si es que
alguna vez existieron, quizá se desarrolló en dos momentos principales39:

1.- Se puso en claro la fundamental heterodoxia de la doctrina arriana en relación con la fe


tradicional de la iglesia. Esto basándose en la lectura de una carta de Eusebio de Nicomedia40, en
la que se decía que si se afirma que Cristo es verdadero Hijo y no creado, se le considera
homooúsion (entendido en sentido corporal) al Padre y esto supondría que la mónada divina se
había dividido en dos partes al momento de la generación.

“Cuando comenzaron a hablar de la naturaleza de la fe fue presentado el formulario de Eusebio (de Nicomedia)
con pruebas claras de su blasfemia. Al leerlo delante de todos causó una pena profunda al auditorio por su
oposición a la fe, avergonzando necesariamente a quien lo escribió. Una vez que la chusma eusebiana fue

34
Vita Constantini, III 8.
35
Apud T EOD O RETO , Hist. Ecl., I 7: PG 82, 921A.
36
Cf. A TAN ASIO , Hist. Arianorum ad monachos, 66; Apologia contra Arianos, 23.
37
Contra Constantium, 27 (SC 334, pág. 220 l. 13-14 y nota en p. 252); De Synodis 86: PL 10, 538B-539A;
A M BRO SIO , Sobre la fe I Prol. 3.5; I 18,21 (Biblioteca de Patrística 77) M adrid 2009. Cf. M . A UBINEAU , “Les 318
serviteurs d'Abraham (Gen., XIV,14) et le nombre des Pères au concile de Nicée (325)”, RHE 61, 1966, 5-43 (=
Recherches patristiques, Amsterdam 1974, pág. 267-288).
38
“Fue entonces cuando Atanasio de Alejandría, todavía simple diácono y que acompañaba al obispo Alejandro,
pareció jugar un papel principal en el debate sobre estos problemas” (S O ZO M EN O , Historia Eclesiástica I 17,7: SC
306, p. 196).
39
Sigo la exposición de M . S IM O N ETTI, La crisi ariana nel IV secolo, págs. 81-83; f. E. B O U LARAN D , L'héresie
d'Arius et la foi de Nicée, vol. II, Paris 1972, págs. 223-230.
40
A M BRO SIO , Sobre la fe III 15,125: Biblioteca de Patrística 77, págs. 178-179: “¿Qué otra razón hay, para que
no quieran decir que el Hijo es homoúsion al Padre, si no es porque no quieren confesar que es verdadero Hijo de
Dios? Como su maestro Eusebio de Nicomedia describió en una de sus cartas, al afirmar: Si decimos que es
verdadero Hijo de Dios e increado, comenzamos a confesar que es homoúsion al Padre. Cuando fue leída esta carta
en el concilio de Nicea, los Padres introdujeron dicho término en la exposición de la fe, porque vieron que esta
palabra era objeto de temor para los adversarios, como si ellos mismos desenvainaran la espada y cortaran la cabeza
de la nefanda herejía”

97
rechazada claramente y se hizo pedazos ante todos aquel escrito impío, algunos se juntaron y, para preservar la
paz, impusieron silencio a aquellos que estaban acostumbrados a hablar muy hábilmente” 41.

2.- Ahora había que afirmar la doctrina ortodoxa, eliminando todo equívoco. Esto era más
difícil, porque había obispos, como Eusebio de Cesarea, que se movían entre dos aguas. De esto
informa Atanasio, De Decretis Nicaenae Synodi, 19-20. El problema era encontrar una
formulación bíblica de la fe, pero que excluyera todo equívoco. Decir que el Hijo procede de Dios
evk tou/ Qeou/ también lo podían admitir los arrianos (expresión bíblica 1 Cor 8,6; 2 Cor 5,18), por
eso se dice en el Símbolo que el Hijo proviene de la esencia evk th/j ouvsi,aj de Dios, de modo que
no se pensara que la exprexión ‘de Dios’ fuera común e idéntica para el Hijo y para las cosas
creadas. Sólo el Verbo es ‘del Padre’, mientras que todas las cosas son creadas de la nada. Lo
mismo se diga de expresiones como imagen de Dios (1 Cor 11,7), siempre viviendo en Dios (2
Cor 4,11; Hech 17,28), inmutable en Dios (Rom 8,35), potencia de Dios (Joel 2,25), también
aceptadas por los arrianos.

Entonces tuvieron que acudir al término no bíblico o`moou,sioj: si los arrianos lo aceptaban,
renunciaban así a su opinión, y si lo rechazaban se expondrían a la condena.

Este es el momento en que Eusebio de Cesarea propone el Símbolo bautismal de su iglesia42.


Quizá sea el que esté en la base del de Nicea, pero con la introducción de los términos que le
quitarían toda equivocidad y posibilidad de interpretación arriana.

VIII.- Decisiones y sanciones

Aprobado el símbolo43 de fe había que firmarlo. No suscribirlo era condenarse al exilio. También
lo firmó Eusebio de Nicomedia. Rechazaron Arrio y los obispos Segundo de Tolemaida
(Pentápolis) y Teona de Marmarica (Libia) (éstos habían sido invitados al Concilio a pesar de que
habían sido condenados en Alejandría, como también estaban presentes Eusebio de Cesarea y los
condenados en Antioquía del 325).

El Concilio se ocupó también de la fecha de la Pascua44 y sobre el cisma meleciano, así como
de la organización y disciplina eclesiástica (los 20 cánones).

Con los melecianos, el Concilio fue benévolo: Melecio conservó la dignidad episcopal, pero
se le prohibió ordenar, y a los que había ordenado se les sometió a una nueva imposición de
manos con la condición de que se sometieran al obispo de Alejandría.

41
E U STACIO D E A N TIO Q U ÍA apud T EOD O RETO , Historia Eclesiástica I, 7: PG 82, 921A-B (traducción tomada de
K ELLY , Primitivos credos cristianos, pág. 256).
42
Quizá se trate de un Credo de familia antioquena (cf. F. K ATTENBU SCH , Das Apostolische Symbol II, Leipzig
1900, pág. 197 nota 24) o de Jerusalén u otro de Palestina (cf. K ELLY , Primitivos credos cristianos, págs. 271ss).
43
La fórmula del Concilio de Nicea no es en sentido estricto un Símbolo, es decir, una expresión de la fe
tradicional susceptible de ser empleada tal cual por los candidatos al bautismo, sino que es una definición destinada
a combatir la herejía arriana. Cf. P. T H . C AM ELO T , “Symbole de Nicée ou Foi de Nicée”, Orientalia Christiana
Periodica XIII 3-4 (Mélanges G. D E J ERPH AN IO N II), Rome 1947, p. 425-433.
44
Cf. L . D U CH ESN E , “La question de la Pâque au concile de Nicée”, Revue des Questions Historiques 28, 1880,
5-42; V. G RU M EL, “Le problème de la date pascale aux III e et IV e siècles”, Revue des Études Byzantines 18, 1960,
163-178.

98
El Concilio escribe también una Epístola Sinodal45, dirigida especialmente a Alejandría con
las medidas tomadas: sobre los arrianos, Melecio y la Pascua46. Arrio fue exiliado a la Iliria.

IX.- El Símbolo Niceno

El texto del Símbolo47 es la fórmula de fe en uso en la praxis bautismal de una de las iglesias de
Oriente, probablemente Cesarea de Palestina, con omisiones, cambios y añadidos48 para perfilar
la doctrina trinitaria de modo que queden excluidas las tesis arrianas, incluyendo las
formulaciones que se condenan en los anatematismos que siguen al Símbolo. El Concilio no entra
en discusión especulativa con Arrio, sino que habla desde el punto de vista de la confesión de fe:
sólo puntualiza la fe transmitida y recibida en la Iglesia.

Los Padres nicenos pretendían excluir todo equívoco en el kerygma de la iglesia y en su


confesión, pues los arrianos se servían también de él, pero lo interpretaban a su manera.

La intención principal del Concilio fue, sin perjuicio de la fe en un solo Dios, confesar en ese
mismo único Dios al verdadero Padre y creador de todas las cosas visibles e invisibles y a su
verdadero Hijo. Del Espíritu Santo no se dice más que lo que indicaba el símbolo tomado como
base. Se preserva al monoteísmo cristiano de la helenización arriana, y la fórmula bautismal
recibe una interpretación decisiva para todo el futuro de la Iglesia49. Se aclara en su verdadero ser
divino y en su relevancia soteriológica la Trinidad económico salvífica, lo que significa que el
Padre se nos comunica en el verdadero Hijo y en el Espíritu Santo. Jesucristo es el único y
verdadero Hijo del Padre, no una criatura. Esto se aclara con una serie de expresiones que no
dejan escapatoria posible a los arrianos.

Antes de entrar en el estudio de las diversas fórmulas del Símbolo, conviene tener presente
su estructura: es directamente trinitaria, es decir, que en la construcción de las frases no se
advierte ante todo la confesión del monoteísmo y luego la de la Trinidad50. El esquema del
Símbolo no es

Padre omnipotente
Creemos en un Dios: Hijo unigénito
Espíritu Santo

sino este otro:

45
Texto en S Ó CRATES , Historia Eclesiástica I 9: SC 477, págs. 126ss. y en T EOD O RETO , Historia Eclesiástica
I 9: PG 82, 932-938.
46
L. D U CH ESN E , “La question de la Pâque au concile d Nicée”, RQH 28,1880,5-42; V. G RU M EL, “Le problème
de la date pascale au III e et IV e siècles”, Revue des Études Byzantines 18,1960, 163-178 .
47
G REGO RIO N AZIAN CEN O , Oratio 33,15: SC 318, p.190, líneas 25-28; Oratio 11,7: “Quiera el cielo que
profesemos hasta el último respiro con toda libertad el hermoso depósito [= la fe Nicea] de nuestros Santos Padres,
los más cercanos a Cristo y a la fe primera, que nos es familiar desde la infancia, la primera que hemos pronunciado,
aquella con la que al final nos iremos, llevando con nosotros, de aquí abajo, más que ninguna otra cosa, la verdadera
devoción”. A Nicea lo llama “la hermosa herencia paterna” en Oratio 6, 10.
48
Informa A TAN ASIO , De decretis Nicaenae Synodi 19-20: Athanasius Werke II 1, págs. 15-18.
49
Cf. A. G RILLM EIER , Cristo en la tradición cristiana, pág. 447.
50
Cf. I. O RTIZ D E U RBIN A , El Símbolo Niceno, Madrid 1947, pág. 54.

99
en un Dios Padre
creemos: en un Señor Jesucristo
en el Espíritu Santo.

He aquí el texto del Símbolo:

Pisteu,omen eivj e[na Qeo,n( pate,ra pantokra,tora( pa,ntwn o`ratw/n te kai. avora,twn poihth,n(

kai. eivj e[na ku,rion vIhsou/n Cristo,n( to.n ui`o.n tou/ Qeou/( gennhqe,nta evk tou/ Patro.j monogenh/(
toute,stin evk th/j ouvsi,aj tou/ Patro,j( Qeo.n evk Qeou/( fw/j evk fwto,j( Qeo.n avlhqino.n evk Qeou/
avlhqinou/( gennhqe,nta ouv poihqe,nta( o`moou,sion tw|/ Patri,( di v ou- ta. pa,nta evge,neto( ta, te evn
tw|/ ouvranw|/ kai. ta. evn th|/ gh|/( to.n di v h`ma/j tou.j avnqrw,pouj kai. dia. th.n h`mete,ran swteri,an
katelqo,nta kai. sarkwqe,nta( evnanqrwph,santa51( paqo,nta( kai. avnasta,nta th|/ tri,th| h`me,ra( $kai.%
avnelqo,nta eivj tou.j ouvranou.j( evrco,menon kri/nai zw/ntaj kai. nekrou,j(

kai. eivj to. a[gion pneu/ma.

Tou.j de. le,gontajA “h=n pote o[te ouvk h=n”, kai. “pri.n gennhqh/nai ouvk h=n”, kai. o[ti “evx ouvk o;ntwn
evge,neto”, h' “evx e`te,raj u`posta,sewj h' ouvsi,aj” fa,skontaj ei=nai h' “ktusto.n h h' trepto.n h'
avlloiwto.n” to.n ui`o.n tou/ Qeou/( avnaqemati,zei h` kaqolikh. kai. avpostolikh. evkklhsi,a52.

Creemos en un solo Dios Padre Todopoderoso, creador de todas las cosas, visibles e
invisibles: “Creemos” es una profesión de fe. El concilio confiesa lo que cree y lo que hay que
creer. Esta confesión recoge la revelación monoteísta del AT, la del único Dios, que se
contrapone a la multiplicidad de los falsos dioses. Ese eivj e[na ‘en un único Dios’ no significa aquí
directa y formalmente la sustancia divina, sino que se refiere al ‘Dios-persona’, en concreto a la
persona del Padre. La preposición eivj puesta ante ‘un solo Dios’, ‘un solo Señor Jesucristo’, ‘en
el Espíritu Santo’ indica la estructura del símbolo en tres artículos. `O Qeo,j es el título divino que
en al AT y en el NT recibe el Padre53. No hay, pues, en ese término algo así como una previa
afirmación de la única sustancia divina en cuanto es común a las tres personas. Esa manera de
hablar vendrá más tarde. Único tiene valor antipoliteísta y antignóstico. Se llama Padre, porque

51
Aunque el Símbolo de Nicea no menciona el nombre de la Virgen M aría, sin embargo se trata de un concilio
no sólo cristológico (Jesús es tan Dios como el Padre e Hijo suyo de su misma esencia), sino también mariológico
que se basa precisamente en la afirmación conciliar de la filiación divina de Jesús, con lo que tenemos un presupuesto
fundamental para la comprensión de la maternidad divina de María. No se tuvo que mencionar porque los arrianos
admitían tanto la concepción virginal como el nacimiento a partir de María y no arremetían contra la maternidad
divina de María. El problema de los arrianos estaba en otro punto: negar que el Verbo fuera Dios y afirmaban que
al encarnarse sólo había asumido un cuerpo sin alma. A esto sí responde el concilio: afirmando la filiación divina
de Jesús y su consustancialidad con el Padre; y también hablando de: se encarnó y se hizo hombre.
52
G. L. D O SETTI, Il simbolo di Nicea e di Costantinopoli, edizione critica, Roma, Herder 1967, págs. 226-240.
53
Cf. K. R AH N ER , “Theos en el Nuevo Testamento” , Escritos de Teología I, Taurus, Madrid 1961, 93-167
(Madrid 2000) 89-156; F.X. D U RRW ELL, Nuestro Padre, Sígueme, Salamanca 1990, 15-20.

100
tiene un Hijo54. Creador de todas las cosas, o todopoderoso pantokra,tora55 sentido antignóstico
y antimarcionita; el título es bíblico, aparece en 2 Cor 6,18; Apoc 1,8; 4,8; 11,17; 15,3; 16,7.14;
19,6.15; 21,22. La primera vez que se encuentran juntos los términos path,r pantokra,twr es en
el Martirio de Policarpo 19,2: Policarpo “glorifica al Dios y Padre Pantocrátor y bendice al Señor
Jesucristo”. Y es interesante saber que Pantocrátor presupone la idea de paternidad, lo que
explicaría que antes no se unieran los términos patér y pantocrátor. El Martirio de Apolonio 46
muestra que pantocrátor implica no sólo el sentido cosmológico, sino también el trinitario y es
el sentido trinitario el que aparece en este pasaje: “Doy gracias a mi Dios (...) junto con los que
han confesado a Dios Pantocrátor y a su Hijo unigénito (=único) Jesucristo y al Espíritu Santo su.n
pa/si toi/j o`mologh,sasi Qeo.n patokra,tora kai. to.n monogenh/ auvtou/ ui`on. vIhsou/n Cristo.n kai.
to. a[gion Pneu/ma”56. De todas las cosas visibles e invisibles (cf. Col 1,15-16) Dios es creador,
mientras que de su Hijo es Padre y, por tanto, no se puede arrianamente colocar al Hijo entre las
criaturas. Creador de lo visible y lo invisible, piénsese en lo material y en lo espiritual, en lo
terreno y lo celestial, en las almas y en los ángeles.

Jesucristo: Nótese que todo lo que se dice en el segundo artículo del Símbolo se refiere a
Jesucristo, en el que sólo hay una única persona, la del Verbo57.
Un solo Señor Jesucristo: Contra el politeísmo (1 Cor 8,4-7). Decir Señor es lo mismo que decir
Dios.

To.n ui`o.n tou/ Qeou/: el Hijo de Dios con artículo. Sentido propio, técnico, real y verdadero. Es
el Hijo propio y natural del Padre (contra Arrio) No adoptivo y por gracia como lo somos
nosotros58. Es la segunda persona en Dios y se distingue realmente del Padre (contra Sabelio). Si

54
Incluso si como estima A. H ALLEU X , “Dieu le Père tout-puissant”, Revue Théologique de Louvain 8, 197, 401-
422 los credos prenicenos reflejaran el monoteísmo popular de los primeros siglos de modo que el título de padre
no expresaría más que la solicitud divina por el mundo, con Nicea estamos en otra perspectiva, la paternidad divina
tiene una plenitud de sentido al confesarse la estricta divinidad de Cristo, el Hijo, cf. L. M . A RM EN D Á RIZ , “Creo en
Dios Padre Creador”, en: Dios Padre de Jesucristo, (Cuadernos de Teología Deusto, 22) Bilbao 1999, 31–46 esp.
32-33.
55
Aunque el Símbolo atribuye el título de pantocrátor sólo al Padre, es interesante un texto de O RÍGENES , Peri
Archon I 2,10: “Es por su Hijo como el Padre es pantocrátor”. Uno y otro se hacen mutuamente pantocrátor, cf.
Jean-Pierre B ATU T , Pantocrator “Dieu le Père tout-puissant” dans la théologie prénicéenne, (Coll. des Études
Augustinennes, série Antiquité 189, Paris 2009, pág. 11 y 13. Lo podríamos traducir más que por “todopoderoso”,
por esto otro “dueño y señor del universo” (ibid. pág. 12).
56
Ibid. pág. 58.60.
57
“En la encarnación queda la humanidad de Cristo referida al Padre con la misma relación subsistente que
constituye la persona divina del Verbo; no hay en Cristo, aun en cuanto hombre, otra filiación que la divina. Dios
se da al hombre Cristo, como Padre, en virtud de la misma generación intratrinitaria, al encarnarse el Verbo (es decir,
al subsistir en la humanidad la persona del Hijo, eternamente engendrado por el Padre), la paternidad eterna de Dios
tiene por término a Cristo, Verbo encarnado. La filiación divina pertenece a la gracia increada de Cristo; es la
donación personal del Padre al hombre Jesús, como su verdadero Padre; donación tan real, que Cristo solamente es
persona en cuanto Dios es su Padre. Este es el misterio de Cristo: es un hombre, que es Hijo de Dios (en el sentido
más pleno de la palabra) y que es persona, precisamente en cuanto tiene respecto de Dios la misma relación
subsistente de filiación constitutiva del Verbo eterno” (J. Alfaro, Cristología y Antropología. Temas teológicos
actuales, Biblioteca Teológica Cristiandad 1, Madrid 1973, pág. 362 [“Persona y Gracia”, 345-366]).
58
“La filiación de nuestro Salvador no tiene nada que ver con la filiación de los demás. Pues así como se ha
probado que su inexplicable subsistencia está por encima de todos los demás seres, a quienes ha dado él la existencia,
con una superioridad que no admite comparación, así también su filiación, que es según la naturaleza de la divinidad
del Padre, trasciende, con una superioridad que no cabe explicar, la filiación de aquellos que han sido adoptados por
Él” (A LEJAN D RO D E A LEJAN D RÍA , Epístola a Alejandro de Tesalónica: Athanasius Werke III 1, Urkunde 14, 28-29,

101
Dios Padre no tiene concretamente este Hijo, queda reducido al Dios del monoteísmo judío.

Gennhqe,nta evk tou/ Patro.j monogenh/: Engendrado del Padre, como unigénito: El término
gennhqe,nta se repetirá de nuevo en el Símbolo y se explicará de modo que quede excluida la
interpretación arriana de engendrar como sinónimo de crear. Se dice engendrado porque es Hijo.
Monogenh/: El Hijo es el único engendrado del Padre y, por tanto, no es criatura, no es hijo
adoptivo. VEk tou/ Patro.j: esta procedencia del Hijo es una generación. Esta primera cláusula se
va a perfilar más en la siguiente, que aclara el sentido del engendrado del Padre.

Toute,stin evk th/j ouvsi,aj tou/ Patro,j: O sea, de la sustancia del Padre: Esta frase es un añadido
que explica59 lo anterior. Se trata de una afirmación netamente antiarriana. Con ella se da una
explicación más concreta al gennhqe,nta evk tou/ Patro.j. Es decir, se especifica el concepto
general de generación. Los arrianos no tenían dificultad en aceptar engendrado del Padre,
siempre que se les dejara en libertad para interpretarlo de acuerdo con su teoría de que el Hijo
venía del fiat creador por parte de la divinidad. Precisamente para rechazar de plano una
interpretación así, la cláusula del símbolo subraya que el Hijo, lejos de haber sido creado de la
nada como si fuera una criatura, había sido engendrado de la mismísima sustancia, ser o
naturaleza del Padre60. Esto significa que el Hijo participa en toda su plenitud de la naturaleza
divina. En ello se insistirá todavía más en la cláusula del consustancial. VEk th/j ouvsi,aj: en los
anatemas del Símbolo aparece como sinónimo de u`po,stasij. Pero ouvsi,a significa aquí sustancia
o esencia. Porque el problema no era si el Hijo procedía del Padre, sino si se trataba de una
verdadera generación con comunicación de naturaleza o si era una generación metafórica. Y aquí
se trata de una estricta generación con comunicación interna del propio ser vivo. El Hijo nace de
las intimidades del Padre61. Filiación divina estricta de Jesús que procede por generación de la

pág. 24). “El Hijo unigénito del Padre posee ciertamente una filiación indefectible; en cambio, a los hijos racionales
la adopción no les pertenece por naturaleza, sino que se les concede por la integridad de sus vidas y como don
gratuito de Dios” (Athanasius Werke III 1, Urkund 14, 34, pág. 25).
59
“Con l'inizio del linguaggio dogmatico si operò una svolta decisiva per la storia succesiva. Nicea, infatti,
legittima il "cioè" (toutéstin), la spiegazione necessaria, autoritativa e univoca di un particolare contenuto del
kerygma neotestamentario, che non riusciva più da solo a comunicare l'interpretazione autentica dell'essere del Verbo,
dal momento che anche gli ariani ricorrevano alla Scrittura per le loro tesi erronee. Nicea rinuncia alla ripetizione
equivoca del kerygma e adotta un nuovo linguaggio. Opera una traduzione autorevole della fede biblica per impedire
l'emorragia di significato dell'interpretazione ariana. A differenza della Scrittura che narra l'evento Cristo con le
parole e le opere di Gesù, il nuovo linguaggio dogmatico è prevalentemente speculativo. Esso tende a spostare
l'accento dell'evento Cristo dalla sua narrazione e proclamazione alla sua spiegazione. La perdita dell'immediatezza
biblica viene, tuttavia, compensata dalla precisione linguistica e contenutistica” (A. A M ATO , I quattro Concili: Le
grandi controversie trinitarie e cristologiche, en E. D AL C O VO LO , Storia della Teologia, I Dalle origini a Bernardo
di Chiaravalle, Edizioni Dehoniane, Roma Bologna 1995, pág. 221).
60
“Y en un único Señor Jesucristo, Hijo unigénito JÎ< :@<@(,<Z (Jn 1,18) de Dios: engendrado (,<<02X<J"
no de la nada, sino de lo que el Padre es •88 ¦6 J@Ø Ð<J@H A"JD`H; no al modo de los cuerpos por corte o
división, como piensan Sabelio y Valentín, sino de un modo inexplicable e inenarrable, según las palabras del profeta
referidas antes: ¿Quién declarará su generación? (Is 53,8)” (A LEJAN D RO D E A LEJAN D RÍA , Epístola a Alejandro de
Tesalónica: Athanasius Werke III 1, Urkunde 14, 46, pág 27).
61
“Añadiendo y diciendo: ‘Y de la bendición del seno de tu padre y de tu madre’ (Gen 49,25), el profeta proclama
de antemano un misterio espiritual. El profeta podía en realidad decir: ‘Y de la bendición del seno de tu madre’, para
indicar con esta expresión a María, por cuyo seno fue llevado el Verbo durante nueve meses. Ahora bien, no es eso
lo que dijo, sino que dice de esta manera: ‘Y de la bendición del seno de tu padre y de tu madre’. De estas dos cosas,
habiéndolas unido de esta manera, ha hecho una sola, para que se comprendiese bien que a esta persona pertenece
tanto lo que es según el espíritu como lo que es según la carne. En efecto, el Verbo procedía de un corazón de Padre
y de santas entrañas, porque había nacido del seno del padre evk mh,t raj tou/ patro,j . Lo dice por boca del profeta:

102
sustancia de su Padre natural62. La procedencia divina del Hijo no es como la nuestra que tiene
como punto de partida la nada63.

Qeo.n evk Qeou/( fw/j evk fwto,j: Dios de Dios, Luz de Luz. Se afirma que el Hijo es Dios con pleno
derecho, por naturaleza, como lo es el Padre, y no un dios de segundo categoría. VEk Qeou/ y sin
artículo: es interesante observar que la ausencia del artículo en referencia a Dios (Padre) muestra
que, incluso bíblicamente, se justifica que el término Qeo,j, hablando del Hijo, conserva en uno
y otro caso el mismo sentido. Luz de Luz, lo es Jesucristo porque tiene su origen en aquel que es
Luz eterna, inaccesible y sin tinieblas. Y si la Luz es eterna, también lo será aquella otra Luz, que
es su Resplandor. Nada extraño que Arrio rechazara esta imagen en su carta a Alejandro de
Alejandría atribuyéndola a un tal Hieracas.

Qeo.n avlhqino.n evk Qeou/ avlhqinou/: Dios verdadero de Dios verdadero: Esto no lo podía admitir
Arrio, pues él definía al Padre como el único verdadero Dios Qeo.j avlhqino,j. La unicidad absoluta
de Dios Padre es el principio fundamental del arrianismo y si al Verbo se le llama Dios es sólo
de nombre y por gracia metoch, ca,ritoj como nosotros, decía Arrio. La cláusula, de que tratamos,
afirma que el Hijo es verdaderamente Dios en toda la extensión y profundidad que el término
tiene referido al Padre. Con verdadero no cabe ya tergiversar el sentido del término Dios aplicado
al Verbo. El Concilio no reflexiona sobre cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu sean auténticamente
distintos y participen al mismo tiempo de la única naturaleza divina indivisa. “Nicea es aquí -
como en general las antiguas decisiones eclesiásticas- una solución ad hoc. No se reflexiona sobre
las implicaciones de una afirmación. Se habla y se piensa kerygmáticamente. Este es el elemento

‘Mi corazón ha proferido una Palabra buena’. En efecto, debía ser concebido según la carne en los últimos días por
un seno virginal para que del seno de una madre evk mh,t raj mhtro,j pudiera hacerse visible. ... Desde el momento en
que el Verbo debía nacer según el espíritu y según la carne, puesto que era Dios y era hombre, hizo bien el profeta
(Jacob) en servirse de la palabra seno para el padre y para la madre. Si no se comprendiese de este modo, podría
resultarles ridículo a algunos. La palabra seno mh,t ra no puede referirse más que a una naturaleza femenina. Por tanto,
haber dicho: Y de la bendición del seno de tu padre y de tu madre, es en función de tu comprensión, para que sepas
que el Verbo es engendrado de dos sustancias, de Dios y de la Virgen” (H IPÓ LITO , Benedictiones Isaac et Iacob I
27: PO 27, págs. 108-112).
62
“De entre tantas denominaciones con las que la fe había ya circundado el misterio de Jesús, había una que
sobresalía reiteradamente como el centro que abarcaba todo lo demás: la palabra Hijo. Arraigada en la oración de
Jesús, remite a lo más íntimo de él mismo. Pero considerada desde el pensamiento humano, sigue siendo, en tanto
se aplica a Dios, una imagen. ¿Cuál es su extensión ? ¿con qué literalidad se la puede o debe tomar? Todo el mundo
es distinto, mi vida y la de todos cambia fundamentalmente, según que esta sea lírica religiosa o bien una declaración
de seriedad taxativa. El vocablo homousios es, en el sentir de los padres nicenos, la simple traducción conceptual
de la metáfora Hijo. Dice sencillamente esto: Hijo no es mera semejanza, sino realidad literal. En su médula más
íntima, cuando da testimonio de Jesucristo, hay que tomar la Biblia al pie de la letra. El vocablo tiene un valor literal,
no otra cosa significa llamar a Jesús consustancial. No es una filosofía al lado de la Biblia, sino la protección de la
Biblia contra el ataque de la filosofía. Es la protección de su literalidad en el debate de la hermenéutica. De hecho,
es una respuesta de pescadores la que los padres dieron aquí: hay que tomar por la palabra a esa palabra. Vale según
está. Esa es la osada magnitud de esta expresión, que es algo más que un logro humano en el esfuerzo conceptual:
del debate por los conceptos, nos devuelve al corazón de la palabra. La palabra vale en su sencillez, y precisamente
en ella tiene su estimulante grandeza. No es pensamiento sino realidad. El Hijo es verdaderamente el Hijo. Por ello
murieron los mártires, de ello viven los cristianos de todos los tiempos: sólo tal realidad es consistente” (J.
R ATZIN GER , El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca 1979, p. 84-85 [Cap. 2, § 3: De la misma sustancia que el
Padre].
63
Cf. A TAN ASIO , De Decretis Nicaenae Synodi 19,1-5: Athanasius Werke II 1, págs. 15-16. Cf. Tmabién los textos
citados en nota 58.

103
auténtico y valioso de este Concilio”64.

Gennhqe,nta ouv poihqe,nta: Engendrado, no creado: Los arrianos no tenían inconveniente en


emplear el término engendrado, puesto que le daban el sentido de creado. Cierto que el Verbo
era, decían, una criatura, perfecta y muy por encima de todas las demás criaturas, pero también
él había sido creado por Dios de la nada. Afirmar que había sido engendrado en sentido real,
equivaldría a afirmar que la divinidad estaba sujeta a una especie de necesidad. Los arrianos
decían que su existencia se había debido a un acto voluntario por parte del Padre. La cláusula del
símbolo excluye interpretar arrianamente el término engendrado. Por ello explica que esta
generación no es una creación. La derivación del Hijo es una generación que no tiene nada en
común con el procedimiento con que vienen a la existencia las criaturas. Nicea toma el término
engendrado en su acepción plena.

El engendrado es de la misma sustancia del generante. El Hijo es de la misma sustancia que el


Padre. Con identidad específica de sustancia, contra los que decían que la sustancia del Hijo era
inferior o desemejante a la del Padre. (Y prácticamente, -aunque no está formalmente dicho, sino
que hay que deducirlo-, de la misma sustancia con identidad numérica, ya que la sustancia divina
no se divide). El Hijo es tan Dios como el Padre. Pertenece al mismo nivel de ser.

`Omoou,sion tw/| Patri,: Consustancial al Padre: Es la expresión más antiarriana del Símbolo
Niceno65. Término expresamente rechazado por Arrio. Con este término se rechaza absolutamente
la postura arriana, afirmando la plena divinidad del Hijo. Se puede fácilmente comprender que
más tarde la fragmentación del arrianismo en diversos grupos se distinguiera según el término que
los identificara como contrapuesto al o`moou,sioj: o`moiou,sioj (el Hijo es semejante al Padre en la
ousía), o`moioj (el Hijo es semejante al Padre, añadiendo según la Escritura o en todo), avno,moioj
(el Hijo no se parece en nada al Padre). Con el término o`moou,sioj se sostenía que el Hijo
compartía el mismo ser o esencia del Padre. Así que era totalmente divino: cuanto pertenecía o
era característico de la divinidad, pertenecía y caracterizaba al Hijo. Dado que en Nicea había
gente de diversas escuelas o tradiciones teológicas y que podrían desde sus propias categorías
interpretar diversamente el término, debían de estar de acuerdo en una significación fundamental
del o`moou,sioj: pretendían con él puntualizar solamente la naturaleza auténticamente divina del
Hijo igual a la del Padre, es decir, no se pretendía proponer un concepto de ouvsi,a con sentido
técnico y preciso, sino más bien esclarecer lo que el Nuevo Testamento dice del Hijo en relación
al Padre66. Como los arrianos podían interpretar cualquier pasaje de la Escritura en el sentido que
les conviniera, los Padres de Nicea se vieron obligados a elegir un término no bíblico, pero que
aseguraba la formulación de la fe al abrigo de toda mala interpretación.
***

64
A. G RILLM EIER , Cristo en la tradición cristiana, p. 448.
65
Con esta expresión se cierra la puerta al subordinacionismo preniceno que estaba tomando unas consecuencias
inadmisibles. “Quelle est la porte fermée par le Concile de Nicée? Pour le dire d’un mot un peu barbare, c’est celle
du subordinatianisme, c’est-à-dire d’une attitude théologique qui n’est pas nécessairement hétérodoxe, ni même
seulement maladrote. Elle consiste à prendre pour point de départ, non la préexistence éternelle du Verbe auprès du
Père, mais l’obéissance du Christ, qui l’a conduit pusqu’à l’abaissement extrême de la mort sur la croix. Dans cette
perspective, le Fils n’apparaît pas d’abord comme Celui qui est ‘consusbstantiel’ au Père, mais comme Celui qui a
parfaitement accompli sa volonté” (Jean-Pierre B ATU T , Pantocrator, pág. 15).
66
A. M ILAN O , Persona in teologia. Alle origini del significato di persona nel cristianesimo antico, Dehoniane,
Napoli 1984, p. 114-115.

104
Nos detendremos un poco en el estudio del término o`moou,sioj67. El término es un tanto equívoco.
La equivocidad le viene de la polivalencia del término ouvsi,a, elemento principal en el adjetivo
o`moou,sioj (compuesto de o`mo,j, -h, -o,n [que significa: *similis, par; **communis; ***idem] y de
ouvsi,a). Pocas palabras tienen tantos significados y relativamente tan confusos como ouvsi,a. Su
idea fundamental puede decirse que es ser, esencia, realidad, pero estos sinónimos no hacen sino
manifestar la causa de la ambigüedad.

En los anatemas que siguen al Símbolo Niceno aparecen como sinónimos u`po,stasij y ouvsi,a. Esto
plantea la equivocidad del término mismo. Ouvsi,a puede significar:

* la sustancia individual de un objeto (= u`po,stasij( prw,th ouvsi,a)


* la esencia común a todos los seres de un mismo género o especie deu,tera ouvsi,a.

De aquí el peligro de interpretar la expresión nicena en el sentido de que el Hijo participa de la


misma esencia individual, es decir, de la misma u`po,stasij del Padre, afirmación que a muchos
orientales resultaba sabeliana.

Si ousi,a puede significar varias cosas, lo mismo ocurrirá con su compuesto. Prescindiendo de
todo tecnicismo teológico, o`moou,sioj significa hecho de la misma materia. Materia tomada en
sentido digamos cualitativo. Por tanto, en el sentido de clase de materia.

El término o`moou,sioj lo usan los gnósticos en sentido técnico, pero en contexto antropológico:
el espíritu del hombre (espiritual) es consustancial con el mundo divino del pleroma; el alma
(hombre psíquico) es consustancial con el demiurgo; la carne (hombre material) es consustancial
al diablo.

En la Apología en favor de Orígenes Pánfilo cita un texto del Comentario de Orígenes a los
Hebreos. El texto se conserva sólo en la traducción latina de Rufino68, pero mantiene el término

67
F. R ICKEN , “Das Homousios von Nikaia als Krisis des altchristlichen Platonismus”, en B. W ELTE , Zur
Frühgeschichte der Christologie, (Quaestiones Disputate 51), Freiburg-Basel-Wien 1970, pág. 74-99; C H . S TEAD ,
Divine Substance, Oxford 1977, 190-266; I D ., “The significance of the Homoousios”, en F. L. C RO SS , Studia
Patristica III (TU 78), Berlin 1961, 397-412; F. D IN SEN , Homoousios. Die Geschichte des Begriffs bis zum Konzil
von Konstantinopel (381), (Diss.) Kiel 1976, pág. 57-184; W . A. B IENERT , “Das vornicaenische Ò:@@bF4@H als
Ausdruck der Rechtgläubigkeit”, ZKG 90, 1979, 151-175; A. M . R ITTER , “Zum Homousios von Nizäa und
Konstantinopel. Kritische Nachlese zu einigen neuen Diskussionen”, en I D ., Kerygma und Logos, Fs. C. A N D RESEN ,
Göttingen 1979, pág. 404-423; A. M . R ITTER , Das Konzil von Konstantinopel und sein Symbol. Studien zur
Geschichte und Theologie des II. ökumenischen Konzils, Göttingen 1965, pág. 270-293; A. T U ILIE R , “Le sens du
terme Ò:@@bF4@H dans le vocabulaire théologique d'Arius et de l'École d'Antioche”, Studia Patristica III (TU 78),
Berlin 1961, pág. 421-430.
68
“¿Q ué otra cosa podemos suponer que es la luz eterna sino Dios Padre, de quien nunca se pudo decir que,
siendo luz, su esplendor no estuviera presente con El? No se puede concebir la luz sin el resplandor. Y si esto es
verdad, nunca hubo un tiempo en que el Hijo no fuera Hijo. Sin embargo, no será como hemos dicho de la luz eterna,
sin nacimiento (parecería que introducimos dos principios de luz), sino que es, por decirlo así, resplandor de la luz
ingénita, teniendo a esta misma luz como principio y como fuente, verdaderamente nacido de ella. No obstante, no
hubo un tiempo en que no existiera. La Sabiduría por proceder de Dios, es engendrada también de la misma sustancia
divina. Bajo la figura de una emanación corporal, se le llama así: Emanación pura de la gloria de Dios omnipotente
(Sap 7,25). Estas dos comparaciones manifiestan claramente la comunidad de sustancias entre el Padre y el Hijo. En
efecto, toda emanación parece ser o`m oou,s ioj, o sea, de una misma sustancia con el cuerpo del cual emana o procede”
(Fragm. in Hebr.: PG 14,1307 BC).

105
o`moou,sioj en griego. Pánfilo estaba mostrando que, para Orígenes, el Hijo es consustancial al
Padre, con la misma sustancia del Padre y no con la sustancia propia de las criaturas, y, por tanto,
verdadero Hijo por naturaleza, engendrado del Padre69.

En el asunto de los dos Dionisios aparece también el término o`moou,sioj. Los fieles de Alejandría
acusan a su obispo ante Dionisio de Roma de no usar el término cuando habla del Hijo70. El
Alejandrino se defiende diciendo que no lo había usado porque no es término bíblico, pero que
había usado imágenes prácticamente equivalentes para expresar la relación de origen entre Cristo
y el Padre (fuente-río, luz-resplandor, engendrador-engendrado), así que está dispuesto a aceptar
el término en el sentido de homogéneo o`mogenh,j y de la misma naturaleza o`mofuh,j, con tal de que
ouvsi,a no se interprete en el sentido de la sustancia individual, es decir, u`po,stasij, lo que sería
sabelianismo.

El sentido en que el término aparece en Orígenes y en Dionisio de Alejandría es el siguiente:


subraya que lo que el Padre es, lo es también el Hijo. Diríamos que es el sentido profano corriente
aplicado a Dios. Pero estos autores no aluden con el término al problema de la unidad numérica
en la sustancia de los seres que son o`moou,sioi.

Los arrianos entendían el término en sentido material y negaban que el Hijo fuera o`moou,sioj al
Padre, porque esto sería dividir al Padre. El Hijo no es igual al Padre ni, por tanto, o`moou,sioj con
Él71. Decían que el Verbo es una criatura y lo que le distingue es ser la única criatura directamente

69
P Á N FILO , Apologia pro Origene, V 74-78: PG 17, 581C.
70
Las acusaciones fueron las siguientes: 1.- Establece una distinción tan fuerte entre Padre e Hijo que los divide,
aleja y separa diairei/ kai. makru,n ei kai. meri,x ei to.n ui`o .n avp o. tou/ patro,j (A TAN ASIO , De sententia Dionisii 16,3).
2.- Niega la eternidad del Hijo y dice que el Padre no ha sido siempre Padre y que el Hijo no existía antes de venir
a la existencia: «Dios no ha sido siempre Padre y no ha existido siempre el Hijo, sino que por una parte Dios existió
sin el Logos y, por otra, el mismo Hijo no existió antes de ser engendrado. Más ún, hubo un tiempo en que no existía,
pues él no es eterno, sino que vino más tarde» (ibid., 14,4). 3.- Nombra al Padre sin el Hijo y al Hijo sin el Padre,
como si no fueran inseparables en su ser mismo: «Cuando Dionisio habla del Padre, no menciona el Hijo y viceversa,
cuando habla del Hijo, no menciona al Padre» (ibid., 16,3). 4.- Rechaza, al menos virtualmente, la expresión
homooúsios del Hijo con el Padre: «Dice que el Hijo es una de las cosas venidas a la existencia y no es Ò:@@bF4@H
al Padre» (ibid., 18,1). 5.- Afirma que el Hijo es una criatura poi,h ma kai. genhto,n , tan diferente del Padre según la
sustancia xe,n on kat ov uvs i,a n como la viña lo es del viticultor y la nave del carpintero que la ha construido: «El Hijo
de Dios es una obra y un producto respecto al Padre, no le es propio por naturaleza, sino sustancialmente extraño,
como el agricultor respecto a la vid y el carpintero respecto a la barca y puesto que es obra, no existió antes de ser
hecho» (ibid., 4,2; 18,1). Cfr. The Letter and other remains of D IO N ISIU S O F A LEXAN D RIA , edited by C H . L . F ELTO E ,
Cambridge 1904, págs. 166-167; A. VO N H ARNACK , Lehrbuch der DG I, 768s; A. G RILLM EIER , Cristo en la tradición
cristiana, p. 313-3200; W . A. B IENERT , Dionysius von Alexandrien. Zur Frage des Origenismus im dritten
Jahrhundert, Berlin-New York 1978, págs. 200-221; M. S IM ON ETTI, “Il problema dell'unità di Dio a Roma da
Clemente a Dionigi”, Rivista di Storia e Letteratura Religiosa 22, 1986, 466ss.; H. P IETRAS , «La difesa della
monarchia divina da parte del papa Dionigi (+268)», Archivum Historiae Pontificiae 28, 1990, 335-342; H. P IETRAS ,
«”L'unità di Dio in Dionigi di Alessandria”, Gregorianum 72, 1991, 459-490; L. A BRAM OW SKI, “Dionys von Rom
(+268) und Dionys von Alexandrien (+264/65) in den arianischen Streitigkeiten des 4. Jahrhunderts”, Zeitschrift für
Kirchengeschichte 53, 1982, 240-272: pretende que los fragmentos citados por Atanasio son elaborados en el siglo
IV durante la crisis arriana con la idea de apoyarse en una autoridad del pasado contra el arrianismo. Precisamente
la dificultad que experimenta Atanasio para interpretar esos textos en sentido post-niceno, se convierte en una
confirmación de que se trata de textos auténticos y no falsos, cf. M . S IM O N ETTI, “Aspetti della cristologia del III
secolo: Dionigi di Alessandria”, Bessarione 7, 1989, 37-65.
71
A RRIO en su carta a Alejandro de Alejandría rechaza dos veces el o`moou,sioj (Athanasius Werke III 1, Urkunde
6 págs. 12 línea 11 y pág. 13 línea 18.

106
creada por el Padre.

De estas rápidas observaciones históricas se puede deducir que el término o`moou,sioj era ambiguo.
Vamos a resumir las razones por las que se ofrecía resistencia al uso del término72:

1.- Algunos pensaban que el término se resentía de una concepción materialista de la


divinidad, puesto que al Padre y al Hijo se les consideraba como partes o porciones de una
sustancia concreta.
2.- Si al Padre y al Hijo se les consideraba como de la misma sustancia, a muchos les parecía
que no podía estar muy lejos el sabelianismo con todos sus peligros.
3.- El término había sido rechazado en el sínodo de Antioquía, porque tanto Pablo de
Samosata como Malquión lo entendían en sentido material73.
4.- El término no se encuentra en las Escrituras y si ahora se introducía en el Símbolo se
violaba la tradición de que las fórmulas contenidas en los credos tenían que formularse en un
lenguaje bíblico, es decir, inspirado. En realidad con la introducción en el Símbolo de un término
no bíblico se está reconociendo que a una cuestión bíblicamente discutida no se puede responder
simplemente acudiendo a la Escritura74.

Repitamos que cuando Nicea lo incorpora al Símbolo lo que quiere expresar con el término es
que el Hijo de Dios es Dios en el mismo sentido en que el Padre es Dios. El problema que tienen
delante no es el de la unidad numérica de Dios, sino que el término dios tiene el mismo sentido

72
Cf. K ELLY , Primitivos credos, p. 285ss.
73
Cf. P. D E N AVASCU ÉS , Pablo de Samosata y sus adversarios. Estudio histórico-teológico del cristianismo
antioqueno en el s. III, (Studia Ephemeridis Augustinianum 87), Roma 2004. Antes de la conclusión final el Autor
nos ofrece un estudio sobre el o`m ooou,s ioj en el contexto antioqueno del siglo III. He aquí las líneas generales: El
término Ò:@@bF4@H no aparece en las fuentes directas sobre el Sínodo del 268-269 y la información al respecto nos
llega a través de Hilario, Atanasio y Basilio Magno. Ninguno de estos tres ha tenido en mano las actas del Sínodo.
Según Hilario, el Sínodo rechazó el término porque el Samosateno lo habría usado en sentido estrictamente
monarquiano modalista de impronta sabeliana (P. Galtier, Loofs, Bardy, Riedmatten defienden la interpretación de
Hilario). Según Atanasio, y poniendo al descubierto el sofisma de Pablo (“Si Cristo no es Dios a partir del hombre,
entonces es homooúsios con el Padre y es necesario que haya tres ousías: una la primera y dos, a partir de
aquella”) por haber sido usado en sentido somático (Prestige). Según Basilio, por haber implicado en el uso de Pablo
un concepción corporal de la ouvs i,a . Si el Sínodo rechazó (más que condenar oficialmente) el término fue porque en
el ámbito católico preniceno y en los tiempos del Samosateno (y también por parte de él) se veía en el vocablo
o`m oou,s ioj una connotación negativa de generación animal, corporal o material que no se podía aplicar a la generación
del Hijo por parte del Padre. Y, por tanto, lo que se rechaza del término, en el sínodo antioqueno, es su uso corpóreo.
De admitir la consustancialidad, supondría que en Dios existiría una ouvs i,a principal, en sentido ontológico y
cronológico, que luego se escindiría en dos ouvs i,a i, la del Padre y la del Hijo consustancial o`m oou,s ioj (aquí hay
escisión, corporeidad) con el Padre. Pero esto es inadmisible, porque pone en juego la monarquía divina o único
principio. Por eso, Pablo dice que Cristo deviene Dios a partir del hombre (y no de Dios) y, por tanto, no es
consustancial a Dios. No olvidemos que Pablo distingue entre Cristo, Logos, Hijo. Por el contrario, para Malquión:
Cristo es Dios por generación divina y eterna, no estrictamente consustancial (porque el término implica división).
Según Atanasio, tanto Pablo como Malquión rechazan el término o`m oou,s ioj (no por suponer un sentido sabeliano,
sino por implicar división). Todos rechazan que Cristo sea o`m oou,s ioj con el Padre, porque sería absurdo. Pablo había
subrayado la generación inmaterial y espiritual del Logos y aplicarle el término “no le reportaba ningún beneficio
y tan sólo le podía acarrear problemas” (pág. 453).
74
Cf. L. S CH EFFCZY K , «Die Bedeutung des ersten allgemeinen Konzils in Nikaia für die Gegenwart», Klerusblatt
55, 1975, 185-188; B. D E M ARGERIE , La Trinité chrétienne dans l’histoire, Paris 1975: la experiencia de Nicea
“montrait justement l’imposibilité de se contenter d’un style biblique et la nécessité de recourir aux catégories de la
raison pour défendre efficacement la vérité révélée et protéger le sens authentique du texte biblique” (pág. 300 n. 73).

107
aplicado al Padre y aplicado al Hijo.

Pero si el término ofrecía dificultades ¿por qué lo aceptó Nicea? Pueden darse varias razones:

1.- Quizá por influjo de Constantino, el cual buscaría precisamente un término ambiguo que
pudieran aceptar todos, ya que a él le preocupaba sólo la unidad política del imperio.
2.- Esto no quita, que lo hiciera por influjo de Osio y de los Asiáticos, en los que la tendencia
monarquiana los llevaba a subrayar poco o nada la personalidad del Hijo y que por esto no debían
alimentar prevenciones específicas contra el término.
3.- Pudo ser la causa de su introducción en el Símbolo el hecho mismo de que Arrio lo
rechazara con tanta insistencia y energía75. Este hecho sugeriría a los Padres su introducción.
4.- Si la idea primera fue la de redactar una fórmula en terminología bíblica, pronto hubo de
abandonarse la idea, pues no había texto bíblico al que los arrianos no le dieran la vuelta para
interpretarlo según las propias especulaciones.

Interesa tener presente dos interpretaciones que se dieron del o`moou,sioj por parte de testigos o
participantes en el Concilio de Nicea.

Eusebio de Cesarea (260-339): Escribió una carta a su Iglesia narrando lo ocurrido en el concilio
e intentando justificar también su propia conducta76 en él. Concretamente por qué había suscrito
el o`moou,sioj (PG 20,1535-1544).

1. Lo concerniente a la fe de la Iglesia que ha tenido lugar en el magno Concilio reunido en Nicea, es natural que
vosotros, amadísimos míos, lo hayáis sabido también por otra fuente, puesto que la fama suele preceder a la
exacta información sobre los hechos. Ahora bien, para que de tales habladurías no se os anunciase una verdad
alterada, he considerado necesario enviaros antes el texto relativo a la fe presentado por mí y, a continuación,
el segundo que ha sido publicado con la inserción de algunas añadiduras a nuestras palabras.

2. El texto presentado por mí, que fue leído ante nuestro emperador, amadísimo de Dios, y que se juzgó correcto
y que fue declarado como justo, es de este tenor:

3. Como hemos recibido de los obispos que nos han precedido y en la primera catequesis y cuando hemos
recibido el bautismo, tal como habíamos aprendido de las Sagradas Escrituras, y como habíamos creído y
enseñado como sacerdotes y como obispos, también ahora creemos del mismo modo y os presentamos nuestra
fe. Hela aquí:

4. Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas visibles e invisibles. Y en
un solo Señor, Jesucristo, Logos (=Verbo) de Dios, Dios de Dios, luz de luz, vida de vida, Hijo
unigénito, primogénito de toda la creación, engendrado del Padre antes de todos los tiempos, por medio
del cual han sido creadas todas las cosas. Se encarnó por nuestra salvación, vivió entre los hombres,
padeció, resucitó al tercer día, subió al Padre y vendrá de nuevo con gloria a juzgar a los vivos y a los
muertos. Creemos también en el Espíritu Santo.

5. Creemos que cada uno de estos es y existe, el Padre verdaderamente Padre, el Hijo verdaderamente Hijo, el
Espíritu Santo verdaderamente Espíritu Santo, como también nuestro Señor, al enviar a sus discípulos a anunciar

75
Cf. nota 71 también A TAN ASIO , De Synodis 15: Athanasius Werke II 1, pág. 242 línea 17..
76
El texto de la carta en H.-G. O PITZ , Athanasius Werke III, 1 Urkunde 22, págs. 42-47; M . S IM O N ETTI, Il Cristo
Págs. 102-113 y 555-557; cf. J. N. D. K ELLY , Primitivos Credos Cristianos, Secretariado Trinitario, Salamanca 1980,
pags. 220-221.257-258; H. VO N C AM PENH AU SEN , “Das Bekenntnis Eusebs von Caesarea (Nicaea 325)”, ZNW 67,
1976, 123-139.

108
el mensaje, dijo: Id y enseñad a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo (Mt 28,19). Hemos confirmado también ser de esta idea sobre tales argumentos y lo hemos sido desde hace
mucho tiempo y permanecemos firmes sobre esta fe hasta la muerte, condenando cualquier impía herejía.

6. Confesamos con toda verdad, en presencia de Dios omnipotente y de nuestro señor Jesucristo, haber pensado
siempre así en el corazón y en el alma, desde que nos conocemos a nosotros mismos, y lo pensamos y decimos
también ahora, pudiendo demostrároslo con pruebas y persuadiros que también en el pasado así hemos creído
y enseñado.

7. Una vez que acabamos de exponer esta fe, no se puso el más mínimo reparo. Nuestro mismo emperador,
amadísimo de Dios, fue el primero en testificar que era totalmente ortodoxa y declaró que él había mantenido
exactamente las mismas opiniones e invitó a todos a aprobar la profesión de fe, a suscribir su doctrina y estar
de acuerdo con ella, añadiendo únicamente el término consustancial, que él mismo interpretó diciendo: “Hay
que decir que el Hijo es consustancial no en sentido corporal, ya que no ha recibido la subsistencia del Padre ni
por división ni por escisión alguna. De hecho, la naturaleza inmaterial, intelectual e incorpórea no puede estar
sujeta a lo que sucede a los cuerpos. Y también hay que pensar de este modo en razón de las palabras divinas
y secretas”. El sapientísimo y piísimo emperador nos ofreció tales explicaciones. Por el contrario, ellos con el
pretexto de añadir consustancial han compuesto este texto:

“Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un
solo señor Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado del Padre como unigénito, es decir de la sustancia
del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado,
consustancial al Padre, por medio del cual han sido creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra. Por
nosotros los hombres y por nuestra salvación ha descendido y se ha encarnado, se ha hecho hombre, ha
padecido y ha resucitado el tercer día. Ha subido al cielo y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creemos en el Espíritu Santo. Aquellos que dicen: ‘Hubo un tiempo en que no existía’ o ‘no existía
antes de ser engendrado’ o ‘ha sido creado de la nada’ o afirman que proviene de otra hypóstais o
sustancia o que el Hijo de Dios es creado, o mudable, o alterable, a todos ellos los condena la iglesia
católica y apostólica”.

Una vez que habían propuesto este texto, en qué sentido afirmaban de la sustancia del Padre y consustancial
al Padre, no se lo hemos dejado pasar sin examinarlo. Hubo un debate con preguntas y respuestas en el que se
examinó con toda atención el sentido de aquellas expresiones. En cuanto a de la sustancia, declararon que
indicaba la procedencia del Padre, pero no la existencia como parte del Padre.

10. También yo he considerado oportuno aceptar esta interpretación de la doctrina ortodoxa, que afirma que el
Hijo deriva del Padre, pero no es parte de su sustancia. Por eso también yo he estado de acuerdo con esta
interpretación y no he rechazado el término consustancial, porque tenía ante los ojos la finalidad de la paz y la
exigencia de no apartarme de la interpretación recta.

11. En el mismo sentido he aceptado también engendrado y no hecho, porque decían que el término hecho es
común con todo el resto de las criaturas que han sido creadas por medio del Hijo y con las cuales él no tiene
nada de semejante. Por lo cual él no es una hechura semejante a las que han sido creadas por medio de él, sino
que es de sustancia superior respecto a cualquiera cosa hecha, que las palabras divinas enseñan que ha sido
engendrada del Padre, aun siendo inexpresable e inconcebible por parte de toda naturaleza creada el modo de
su generación.

12. Así también, en la discusión se examinó también la expresión el Hijo es consustancial al Padre, y se
estableció que no es al modo de los cuerpos y de modo semejante a los seres animados mortales, ni por división
de la sustancia ni por escisión y tampoco con pasión o cambio o alteración de la sustancia y de la potencia del
Padre. De hecho, la naturaleza ingenerada del Padre es extraña a todo esto.

13. Por el contrario, consustancial al Padre indica que el Hijo de Dios no tiene semejanza alguna con las
criaturas creadas, sino que es semejante en todo únicamente al Padre que lo ha engendrado, y no deriva de otra
hypóstasis o sustancia sino del Padre. Pareció bien condescender con el emperador que daba personalmente estas
aclaraciones, dado que llegamos a saber que antiguamente también algunos doctos e ilustres obispos y escritores
habían hecho uso del término consustancial en la doctrina del Padre y del Hijo.

109
14. Todo esto en relación a la profesión de fe, con la cual todos estuvimos de acuerdo no sin examen, sino según
los conceptos expuestos, que fueron examinados en presencia del mismo emperador, amadísimo de Dios, y
resultaron concordes con las explicaciones que he dicho.

15. En cuanto al anatematismo que añadieron a la profesión de fe, consideré que era sin daño, porque prohibía
usar términos no testimoniados en la Escritura, a causa de los cuales suele nacer casi siempre desorden y
confusión en la iglesia. Por eso, dado que en ninguna escritura divinamente inspirada se hace uso de de la nada
y de hubo un tiempo en que no existía y de lo que sigue, no pareció bien decir y enseñar tales cosas. Por eso,
estuve de acuerdo con el emperador que era de este parecer, puesto que ni siquiera en el pasado se solía usar tales
expresiones.

16. Además no pareció fuera de lugar condenar la proposición no existía antes de ser engendrado, en cuanto que
todos estuvieron de acuerdo en que el Hijo de Dios existe antes de nacer según la carne. Además, nuestro
emperador, amadísimo de Dios, explicó con sus palabras que el Hijo según su nacimiento divino es anterior a
todos los tiempos, ya que, también antes de ser engendrado en acto, existía en potencia en el Padre sin
generación, porque el Padre es siempre Padre, como también es siempre rey y siempre salvador, en cuanto lo
es todo en potencia y siempre es igual a sí mismo.

17. Carísimos, he considerado necesario enviaros estas noticias para aclararos cuál ha sido el criterio de mi
examen y de mi aprobación, y cómo a veces he resistido con coherencia hasta el momento, cuando encontraba
dificultad en expresiones escritas de modo diverso, y, por el contrario, otras veces he aceptado sin plantear
dificultades expresiones que no provocaban daño, cuando, examinados atentamente los término, su concepto me
pareció de acuerdo con cuanto yo mismo había profesado en la fórmula de fe que había propuesto antes”.

Eusebio escribe a sus feligreses para justificar ante ellos por qué había suscrito el símbolo de
Nicea. Seguramente ya era público que él había firmado una fe diversa de la que había recibido.
Y había que parar los chismes. Que él había leído ante el emperador y la asamblea el símbolo de
su iglesia y que había sido aceptado por todos. Sólo que había que añadirle una palabrita
o`moou,sioj, que no tenía una importancia especial y que el mismo emperador había explicado. Pero
no se trataba de una sola palabra, sino de varias de la sustancia del Padre y engendrado, no
creado. Y una serie de omisiones y sustituciones, además de los añadidos. Si pretendía decir que
los dos símbolos, el suyo y el de Nicea, eran fundamentalmente lo mismo, basta compararlos para
ver que no se identificaban. Y cuando interpreta los anatemas nicenos da unas explicaciones
totalmente inaceptables.

Atanasio de Alejandría (295-373): Atanasio es el paladín de la ortodoxia nicena. Gregorio


Nazianceno lo llama columna de la Iglesia. Sin embargo, llama la atención su actitud frente al
símbolo niceno y al término o`moou,sioj. Sobre todo si se tiene en cuenta la cronología de sus
obras.

En sus escritos teológicos primeros: Contra Gentes y De incarnatione no menciona Nicea ni el


homooúsios. Lo mismo cuando escribe el Contra Arianos y las Cartas Festales. Más aún, en el
Contra Arianos dice que el Hijo es semejante al Padre, semejante en todos los sentidos, semejante
en la sustancia, expresiones que luego se llegarían a proscribir como arrianas o semiarrianas.

Sólo hacia los años cincuenta se convierte en el defensor de la fórmula nicena. Es el tiempo de
su De sententia Dionysii y su De decretis Nicaenae Synodi. ¿Lo hizo con intención?
Probablemente. Conocía muy bien las falsas ideas que se asociaban con el homooúsios. No le
interesaba, por tanto, un término que era una provocación. Defendía y propagaba la doctrina sin
esclavizarse con el término. Señal que le interesaban más las ideas que las palabras. Si lo había

110
evitado, no tenía el más mínimo reparo en escribir expresiones como éstas: su unicidad con el
Padre th.n pro.j to.n path,ra e`nw,thta, la única e indivisible naturaleza de Padre e Hijo h` fu,sij
mi,a kai. avdiai,retoj, vástago íntimamente unido a la sustancia del Padre i;dion th/j tou/ patro.j
ouvsi,aj ge,nnhma, íntimamente unido perteneciente en propiedad a la sustancia del Padre ivdi,wj th/j
ouvsi,aj tou/ patro,j, identidad en la divinidad y unicidad en la sustancia th.n me.n tauto,thta th/j
qeo,thtoj( th.n de e`nwthta th/j ouvsi,aj, expresiones todas sinónimas de la doctrina nicena; es decir,
que su reticencia a usar el término es más bien el resultado de su fino tacto teológico.

Podemos resumir de algún modo la doctrina de Atanasio: Con el término o`moou,sioj se pretende
eliminar toda expresión que hiciese de Cristo una criatura y suprimir toda fórmula
específicamente arriana. La plena y absoluta divinidad de Cristo implica identidad de sustancia
con el Padre y no sólo semejanza77. No es simplemente semejante, sino idénticamente semejante.
La generación divina es diversa de la humana ya que es inseparable de la ouvsi,a. El Logos es
diverso de los genhta,. Esto está implicando unidad de divinidad por la identidad de la ouvsi,a (pero
esto no estuvo explícito en Nicea78). Resumiendo aún más, o`moou,sioj significa para Atanasio de
una única sustancia contra Arrio; y de un único o mismo contenido contra Pablo de Samosata.

Por cuyo medio fue hecho todo lo que hay en el cielo y en la tierra: Al igual que del Padre se dice
que es creador de todas las cosas visibles e invisibles, también en paralelo a aquella afirmación
se dice del Hijo que es creador de todo. Existiendo con anterioridad a todas las cosas, todas ellas
fueron hechas por medio del Verbo. No puede ser contado entre sus propias obras.

Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre: Se
podría pensar que Arrio, en esta serie de afirmaciones, no encontraría dificultad alguna. Y que
las admitiría todas. Sin embargo, si considera que el Verbo es una criatura, quedan desvirtuados
todos los misterios salvíficos de la encarnación. Por ello, una herejía, ante todo, trinitaria
terminaba siendo también una herejía cristológica. Todos los misterios del Señor tienen como
objeto la salvación de los hombres, en cuyo favor se llevaron a cabo. El que bajó o descendió se
encarnó, que no es simplemente tomar o asumir la carne humana, desprovista de alma, sino que
encarnarse es hacerse hombre completo, hecho realidad y no mera apariencia doceta. Se hizo
hombre: así hay que interpretar el inmediato ‘se encarnó’. Se hizo hombre entera, total, completa
y plenamente hombre. Padeció: con una sola palabra se resume toda la pasión narrada en los
Evangelios. Padecer, sufrir es señal de humanidad, de ser hombre real y verdadero, completo, con
cuerpo y alma. Se sintetiza tanto la pasión que no menciona la muerte ni la sepultura del Señor.
Aunque se sobreentienden. Resucitó al tercer día: el mismo que padeció resucitó de entre los
muertos al tercer día según las Escrituras. Se sometió a la muerte, pero volvió por sí mismo a la
vida como Dios y Señor. Subió a los cielos: el que bajó de los cielos, de nuevo por sí mismo
subió a los cielos. Descendió el Hijo de Dios, ahora asciende él mismo, hecho hombre, a la gloria
del Padre. Entre el descenso y el retorno, el Verbo ha asumido todos los misterios salvíficos de

77
Para Atanasio, ser semejante o[m oioj a Dios se es por cualidades morales no por sustancia. Por tanto, cuando
hablamos del Hijo, si no queremos que sea semejante a Dios, como lo somos nosotros, es decir, por participación,
hay que hablar de identidad de sustancia y, por eso, o`m oou,s ioj (cf. De Decretis Nicaenae Synodi 20,3: Athanasius
Werke II 1, pág. 17).
78
El Concilio de Toledo XI (675) interpreta el término en sentido de unidad numérica: «Hic (filius) etiam unius
cum Patre substantiae creditur, propter quod et o`m oou,s ioj Patri dicitur, hoc est eiusdem cum Patre substantiae; o[m oj
enim graece unum, ouvs i,a vero substantia dicitur, quod utrumque coniunctum sonat una substantia» (DS 5636).

111
su vida que aplica a la salvación de los hombres. Una nueva venida del Señor, ahora en el
esplendor de su gloria, como juez supremo y universal de toda la humanidad. Ya no en la
humildad de la carne, sino coronado de gloria y de poder, si bien es verdad que Nicea omite estos
datos, vendrá a juzgar a vivos y muertos. Los vivos son aquellos que en el momento del juicio
sean encontrados aún con vida. Los muertos son los ya difuntos. El Señor resucitado vendrá y
emitirá un juicio definitivo e inapelable sobre las acciones de todos y cada uno de los hombres.
El que hace la profesión de fe espera y confía en el Señor confesado, creído y amado, en que el
mismo Señor haya triunfado en su misión “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”.

El tercer artículo del Credo: la fe en el Espíritu Santo

El Concilio de Nicea, que define la consustancialidad o`moou,sioj del Hijo con el Padre y que
es Dios verdadero en el mismo sentido en que lo es el Padre y, por tanto, que no es criatura en
manifiesto rechazo del pensamiento arriano, en lo que se refiere al Espíritu Santo se limitó
escuetamente a profesar la fe “y [creemos] en el Espíritu Santo kai. eivj to. a[gion pneu/ma”. Hay
que notar que la fe promulgada en Nicea es de carácter estrictamente trinitario, con lo que el
Espíritu pertenece a la Trinidad, aun cuando no dice nada explícito sobre la divinidad y la
procesión del Espíritu. Como dice Orígenes y repite san Atanasio, el Espíritu completa la
Trinidad79, sin Él queda destruida. Probablemente Nicea no se extiende más sobre este artículo,
porque no había herejía en este punto que combatir, si bien para Arrio el Espíritu era una criatura
del Hijo o acaso habría que pensar en el monarquianismo modalista sabeliano de principios del
siglo III. Toda la problemática arriana sobre el Hijo se aplicará más tarde al Espíritu por parte de
los pneumatómacos, así como también los pasos dados para fundar la divinidad del Hijo se
aplicarán para explicitar la fe en la divinidad del Espíritu, que culminará en el Concilio de
Constantinopla del 381.

X.- Los anatemas del Símbolo Niceno

El texto del Símbolo rechaza completamente la doctrina arriana. Los anatemas que se recogen al
final del Símbolo condenan una serie de proposiciones arrianas o, más bien, a los que sostengan
una o más de tales afirmaciones, formuladas aquí en su misma literalidad. No ya de manera
general, sino con todo detalle. Todas y cada una de las frases que se condenan eran lemas
típicamente arrianos. En parte, estos lemas se recogían en los anatemas del símbolo del Sínodo
de Antioquía del 325. Estas doctrinas o frases arrianas no se deben usar, no porque no sean
bíblicas (así Eusebio de Cesarea), sino porque son heréticas, por ello la Iglesia católica y
apostólica anatematiza, es decir, expulsa de su seno a los sostenedores de esas doctrinas.

Se condenan las siguientes doctrinas y a sus sostenedores:

«Hubo un tiempo en que él no existía» h=n pote o[te ouvk h=n) Es la doctrina arriana que niega la
eternidad del Hijo y su afirmación de que era posterior al Padre. Orígenes había negado ya las
especulaciones en ese sentido. Lo mismo Dionisio de Roma.

«No existió antes de ser engendrado» pri.n gennhqh/nai ouvk h=n) Es otra manera de expresar la

79
Cf. O RÍGENES , De Principiis I 3,4: SC 252, págs. 150-152; A TAN ASIO , A Serapión I 25,5.

112
fórmula anterior. El error de Arrio consistía en hablar de la generación del Hijo como si se tratara
de un acto temporal, o, al menos, de un acto que comenzó en un momento concreto de la
eternidad. Pero el Padre engendra eternamente al Hijo (Orígenes). Eusebio de Cesarea al explicar
su postura sobre los anatemas dice que no tiene nada que oponer, puesto que todos concedían que
el Hijo de Dios existía antes de la concepción humana. Es decir, estaba tomando engendrado en
el sentido del nacimiento histórico de Cristo, cosa que jamás se había mencionado en la
controversia. Y dice también que Constantino explicando los anatemas había insistido en que el
Padre, en cuanto Dios inalterable, tiene que haber sido siempre Padre, así que el Hijo tiene que
haber existido potencialmente duna,mei y sin generación avgennh,twj con el Padre antes de
comenzar a existir actualmente evnergei,a|. No se trata sino de un intento astuto de desentenderse
de la doctrina nicena, consistente en la afirmación de que el Hijo había existido como Hijo en el
sentido más pleno que el término tiene.

«Comenzó a existir de la nada» evx ouvk o;ntwn evge,neto) Una generación más tarde la frase
condenada vino a convertirse en el santo y seña de los anomeos, que por las palabras griegas ¦>
@Û6 Ð<JT< serían apodados los exukontianos. El Concilio había rechazado esta blasfemia
afirmando que el Hijo tiene su origen en la esencia, ser o naturaleza del Padre y no que hubiera
sido creado de la nada. Es la diferencia entre el origen del Hijo y el nuestro que somos creados
de la nada.

«Es de una hypóstasis o ousía diferente» h' evx e`te,raj u`posta,sewj h' ouvsi,aj) Los arrianos decían
que el Hijo era de una sustancia distinta de la del Padre. Aquí se usan como sinónimos los
términos u`po,stasij y ouvsi,a80, precisamente para cerrar el paso al arrianismo. En el Concilio de
Alejandría del 362 se establece la distinción: u`po,stasij significa persona y con ese término se
acentúa la individualidad de cada uno de los modos o formas de existencia en la esencia divina.
Ouvsi,a se reservó para designar la esencia o sustancia divina como tal, el ser propiamente tal de
la divinidad. Achacar a la sinonimia de los dos términos el peligro de un larvado sabelianismo
en el símbolo niceno, es negarse a ver la clara afirmación de la existencia de (al menos, como en
una ocasión dijo san Justino) dos en el seno de Dios en el corpus del símbolo.

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Esto es seguro, a pesar que de Basilio Magno, Epístola 125,1 diga otra cosa: «En réalité, les Pères n'ont pas dit
ici que substance et hypostase ouvs i,a n kai. u`p o,s tasin sont une même chose. En effet, si ces mots exprimaient une seule
et même idée, quel besoin y avait-il de l'un et de l'autre? De toute évidence, comme les uns niaient que le Fils fût de
la substance to. evk th/j ouvs i,a j ei=n ai du Père, et que les autres disaient qu'il n'était pas de sa substance mais de quelque
autre hypostase evx a;l lhj tino.j u`p osta,s ewj( les Pères ont rejeté l'une et l'autre opinions comme étrangères à la pensée
de l'Église» (Traducción de Y. Courtonne, tomo 2, p. 31-32). A propósito del anatema niceno que presenta como
sinónimos u`p o,s tasij y ouvs i,a hay que notar que el desarrollo de la teología oriental hasta prácticamente
Constantinopla (381) girará, dentro de los diversos grupos que podemos llamar ortodoxos, en torno a la distinción
o identificación de ambos términos. T. Z AH N , Markellus von Ancyra, 1867, propuso la teoría del Jungnizänismus
(neo-nicenismo): según esta teoría, en Nicea se habría definido conscientemente el o`m oou,s ioj en el sentido de unidad
e identidad numérica de la ouvs i,a divina (W esenseinheit) (pero sabemos que esto es falso). Ahora bien, y según la
misma teoría, los Padres Capadocios se habrían apartado de Nicea al interpretar el o`m oou,s ioj en el sentido del
o`m oiou,s ioj, con lo que las personas divinas tendría una igualdad de esencia (W esensgleicheit) con unidad genérica.
Más bien hay que considerar que hay un veteronicenismo que pretende identificar ouvs i,a y u`p o,s tasij, comprendiendo
esta última en el sentido de esencia y que para expresar el concepto de «persona» se servían del término pro,s wpon.
Y hay también un neonicenismo que distingue los términos ouvs i,a y u`p o,s tasij y entiende este último en el sentido de
«persona». La disputa estaba también centrada en distinguir u`p o,s tasij y pro,s wpon . Cf. B. S TUD ER , “Neonicenismo”,
DPAC 2, cols.1508-1509.

113
«Sujeto a alteración o cambio» h' trepto.n h' avlloiwto,n) Los arrianos no se paraban en nada.
Llegaban a afirmar que el Hijo de Dios podría hasta pecar. Si de hecho no pecó fue por su
voluntad, por su libertad tw/| ivdi,w| auvtoexousi,w|( pero si lo decide, puede cambiarse, lo mismo que
ocurre con nosotros, puesto que su naturaleza es mudable. El Concilio no podía callar ante tamaña
blasfemia y no pudo menos de anatematizar a los que sustrajeran al Hijo la inmutabilidad de la
divinidad.

Reflexión final

¿Qué juicio podemos dar sobre el conjunto del Símbolo y de los anatemas? Ciertamente presenta
imperfecciones. No menciona al Espíritu Santo y la Virgen María en relación con la encarnación.
Si presenta al Espíritu como divino por pertenecer a la Trinidad y al llamarle santo, no dice nada
explícito sobre su procesión. Veremos más adelante que toda la problemática sobre el Hijo se
aplicará más tarde al Espíritu con los pneumatómacos.

Otra imperfección es la equivalencia dada a los términos u`po,stasij y ouvsi,a. En tiempos de Nicea
esto es legítimo. En Oriente, u`po,stasij se irá entendiendo en el sentido de pro,swpon y se
entenderá como persona. De este modo se irá acentuando la incomprensión entre Latinos y
Griegos en la formulación de la fe.

Otra imperfección, el término o`moou,sioj traerá a la memoria de los obispos de Oriente -a muchos
de ellos- el recuerdo de los Gnósticos y de Pablo de Samosata. Se suscitará una lucha en la que
se acusarán de sabelianismo -a los defensores del término-, o de politeístas -a los detractores del
mismo.

Con todo, Nicea es un documento de una importancia única e inestimable. De hecho, ni el favor
de los emperadores al arrianismo podrá hacer que el término se olvide. Nicea había formulado
con toda precisión la fe en la divinidad de Jesucristo, el Hijo natural de Dios.

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