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INTRODUCCIÓN BÍBLICA II.

EL HECHO DE LA INSPIRACIÓN
Carlos Allec Cordero.
La iglesia primitiva tuvo siempre la convicción de que el AT habla de Jesucristo, y que en
este radica su verdadero sentido:” ellas pueden darle la sabiduría que conduce a la
salvación mediante la fe en Cristo Jesús”.
Una parte fundamental del AT son los libros de los profetas, que revelan ocasionalmente
aspectos significativos de la inspiración profética. Algunas veces los profetas son poseídos
por el Espíritu de Dios, y la palabra penetra en ellos hasta el punto de hacerles violencia.
Pero la manera en que Dios se dirige a ellos puede variar. A veces se habla de una visión;
otras veces, de una inspiración anterior; de Moisés en cambio, se dice que Yahvé le habló
<<boca a boca>>.
Los profetas eran conscientes de haber recibido un mensaje divino y se sintieron llamados
a comunicar ese mensaje, no aun pequeño grupo, sino al pueblo entero. Al proclamarlo,
ellos se comprometen de tal modo con lo que dicen que su seguridad podría parecer
irresponsable sino procediera de una inconmovible convicción.
La expresión así habla Yahvé se emplea habitualmente en los escritos proféticos como
introducción al mensaje que el profeta anuncia en nombre de Dios.
El NT cita las palabras del AT con frases como Dios dijo o lo que el Espíritu Santo anunció
por boca de…, dando así a entender que son una y la misma cosa lo que dice la Escritura
y lo que ha sido revelado por Dios.
No hay ningún pasaje de los evangelios en que Jesús hable expresamente de la inspiración
de la Biblia, pero está claro que él atribuía una indiscutible autoridad a lo que hoy llamamos
el AT.
Los padres de la iglesia no subrayan demasiado el aspecto humano de la Escritura. Al
contrario, parecería que las imágenes que utilizan se acercan más bien a la idea del dictado
mecánico.
La inspiración puede ser considerada en Dios, de quien procede; en el autor inspirado, que
la recibe; y en el texto, que es su término y su razón de ser.
En Dios, la inspiración es una acción, común a las tres personas divinas, aunque por
apropiación se atribuye al Espíritu Santo. Esta moción divina es propiamente un carisma,
porque no está destinada primordialmente a la santificación personal del autor inspirado,
sino al bien de la comunidad.
Por el carisma de la inspiración Dios interviene en la producción de una obra literaria, pero
interviene como Dios, no como escritor, que es lo peculiar del hagiógrafo. El hecho de que
Dios sea el autor del texto inspirado no significa que sea su autor literario.
En el escritor inspirado, el carisma influye en la voluntad, en la inteligencia y en todas las
facultades que intervienen en la elaboración de un texto escrito.
Dios interviene para que cada autor tome la decisión de escribir un texto, que recoja los
materiales, que elabore un plan de composición y que redacte el texto en consonancia con
su propia personalidad y su estilo propio.
Revelación e inspiración son dos hechos distintos. El contenido de la revelación es la verdad
que Dios quiere comunicarnos. La inspiración, en cambio, es el carisma del que se vale
Dios para comunicar sus designios por medio de un escrito.
La verdad, en el sentido que la Biblia suele asignar a ese término, no es Dios en su infinita
trascendencia, sino la revelación de Dios que llega a su cumplimiento en Cristo.
La verdad es ante todo el Verbo eterno de Dios que vive junto al Padre y se hizo hombre.

Conclusión y comentarios.

La Biblia contiene la verdad, esta verdad es expresada en toda la Escritura y es enfocada o


direccionada a una persona, Jesucristo.

Cada uno de los libros son de autoría divina, pero la redacción es humana, Dios respetó cada
personalidad de los diversos escritores, por ello está impregnada en las palabras el estilo de cada
quien.

A lo largo del tiempo se desarrolló el canon bíblico y una regla para ello es que nos dirijan a
Jesucristo.

Una recomendación para el lector es que consulte distintas fuentes sobre cómo se desarrolló el
canon bíblico y como es que cada libro que contiene las Sagradas Escrituras se determinó como
inspirado. Esto sirve especialmente al creyente para que en el estilo e cada autor y el género literario
que desarrolla en un libro específico pueda determinar su interpretación para una aplicación en el
siglo presente, pero sobre todo una aplicación del tipo personal, a fin que llegue a la madurez
espiritual.

Levoratti, A. (Ed.) (2005), Comentario Bíblico Latinoamericano. Antiguo Testamento I. Estella,


Navarra, España: Verbo Divino.

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