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“Diario de un adolescente de pelo raro” por Baptiste
Bleu (Jorge Heras García)

© Jorge Heras García (Baptiste Bleu)

Prólogo de Adriana Bañares Camacho


Epílogo de José Ángel Conde Blanco
Todos los derechos reservados. Editado digitalmente
por Groenlandia con permiso de su autor.

Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez


Corrección: Ana Patricia Moya Rodríguez
Maquetación: Ana Patricia Moya Rodríguez
Diseño: Felipe Zapico Alonso (portada y contraportada,
f o tograf í as de interior) \ Ana Patricia Moya

Depósito legal: CO 855 - 2013


Córdoba, 2013
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DESCUARTIZAMIENTO

“El descuartizamiento en siete, catorce, veintiuna o más


partes, siempre múltiplos de siete, es equivalmente
jeroglífico del principio cabalista que separa las letras del
alfabeto hebreo y la Cábala misma. Osiris, por ejemplo,
fue despedazado en catorce partes, como la
Coyolxauhqui, diosa lunar azteca. Soñar con la visión de
personas o animales despedazados implica siempre la
necesidad de destruir algo para rehacerlo mejor y por
regla general alude a la propia vida de quien sueña, en
el sentido de que debe renunciar a muchas cosas que
considera esenciales en su vida a fin de poder esperar
algo positivo de ella. Es otra de las formas en que los
sueños indican al durmiente la conveniencia de una
actitud de borrón y cuenta nueva”.

(Armando Carranza, Enciclopedia de los Sueños)


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Yo he sido yo por unos ratitos. Cuando no he


estado aquí. He sido yo de camino a casa por
Wittelsbacherring a bajo cero comiendo patatas
fritas y escuchando Klaus & Kinski. No ahora.
Trataba de ubicarme, perdón. Hola, Jorge. He
leído y releído “Diario de un adolescente de pelo
raro” y todavía trato de centrarme. Hacía
tiempo que no leía algo así. Ya sabes cómo están
las cosas. La gente pide cosas claras y directas,
y el aquí y el ahora, y bueno, no voy a ir por
ahí, no me gusta comparar, sólo diré que he
disfrutado mucho de este viaje, como si hubiera
sido un sueño lúcido. Diría pesadilla incluso, y
esto no es peyorativo, sino todo lo contrario.
Esta noche, víspera de día de fiesta, no salí.
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El insomnio es siempre muy solitario, pero


cuando sabes que la mayoría de la gente
también está en vigilia, pero fuera de sus casas,
como que se hace más patente, no sé si me
explico. El caso es que esta noche me estoy
sintiendo especialmente sola. He leído de nuevo tu
poemario, he soñado con él, lo que no puedo
porque no duermo, y me he acordado de la
primera semana que pasé en Bayreuth. La
primera semana que pasé en Bayreuth, y todas
las que siguieron, la verdad, pas(e)aba mucho
sola. Se hacía de noche pronto (o de pronto
anochecía). Llovía. Llovía.
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Y fue el sonido de la carretera mojada lo único


que me recordó al resto de lugares en los que
he estado en la vida.

Tú mencionas la lluvia siete veces en el poemario


y esta noche llueve. Es el mayo más inestable de
la (mi) historia, y el frío parece patentar la
soledad. Dices: “mi soledad de piscina en invierno”.
Espera, quiero parar un momento.
Hacemos un corte.
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Leo en mi Enciclopedia de los Sueños que el siete


es el número de “la feminidad cósmica que
determina y actúa en cada mujer y que sus
múltiplos señalan las diversas etapas de la vida:
niñez hasta los 7 años, adolescencia hasta los 14,
juventud hasta los 21, integración hasta los 28,
plenitud hasta los 35, dominio hasta los 42,
meseta hasta los 49, madurez hasta los 56,
mundología hasta los 63 y recolección durante
tres sietes más, hasta los 84 años”.
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Hacemos un corte, así, sin venir a cuento. Trato


de hacerlo limpio; sin embargo, porque las letras
no sangran, pero el resultado es tan inquietante
como podría haberlo sido de haber derramado
sangre. “La verdad es que me duele”. Paseo a
rastras sin cuerpo bajo esta lluvia sacada de
contexto. Como mi cuerpo, que también está fuera
de. Me balanceo en los columpios de estos
parques sin niños.
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De estas ferias en las que ya no hay nada que


celebrar, solo dar vueltas con este corazón que
“se hizo similar a la noria”. Hacemos un corte,
otro más. Porque “Diario de un adolescente de
pelo raro” tiene muchas mutilaciones. Ya no sé si
estoy hablando con Jorge o contigo: sólo soy
una cabeza rodante, o una mujer sin pomo ni
gozne. Pero sigue l oviendo.
Y la calle no pertenece a ningún sitio - es la
calle como yo -, sino la palma de una mano con
la línea de la vida demasiado corta.
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Este poemario se vive en cuarenta y cinco


minutos, como un sueño lúcido. Se interpreta a
gusto del consumidor. ¿Es dolor, infancia, desamor
o un estado de sitio?

Yo te cojo de la mano al final, eso sí, para


pedirte que salgas conmigo bajo la l uvia.
Dónde queden nuestros cuerpos quiénes seamos
o dónde estemos será lo de menos.
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En el vértigo de tu pecho
Catorce equis iluminando el árbol de Navidad
Mientras te hablo huelo las vísceras
del animal muerto
Más muerto que un párpado lívido
Mañana Ana saldrá por la puerta
Esa puerta que tiré ayer a patadas
Mi puño cerrado muy cerrado
Como tus piernas a las dos de la tarde
El oso trepa por mi columna vertebral
Y alcanza el pilar de oro
No te amo lo suficiente
Te golpeé tan fuerte que aniquilé tu garganta rosa
En mi funeral dos velas y un barco cojo
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Ana
Saldrás por la puerta
Rápidamente
Segura de ti
El vigilante vetusto corretea por el parque
Desnudo y chiflado
Como un domingo en la calle
Por no defraudar al caníbal me corté
la mano izquierda
Y se la ofrecí de primer plato
La verdad es que me duele
La realidad es que me duele

Me duele mucho.
Inacabado
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Los soldados con los puños


infinitamente entornados
Cabalgan hacia el norte de la medusa
Tan arraigados a la torpeza infante de mis huesos
Me conforma el cristal roto de espejo
Tan ofuscado con todas esas plumas
Su letanía igual a la mía
Moribundo soy bajo el pino
El pino abriga pero da miedo
como el monstruo del armario
No hay más playas en tus senos
En tus senos dulces como melocotones
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Tu playa se la tragó el mar


Su silueta de mercado
Apenas revienta aparecen los viejos
de la Tierra
A tirar sus capirotes con su pus
Y su virulento tapizado negro
Esos ancianos que dormían en casas
de quinqués encendidos
Esos veteranos del dolor que mantenían
relaciones sexuales
con sus esposas muertas
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Momificadas
El cristal de sus gafas está roto
Más roto aún que mis piernas
Y luces de Pub
Mi playa en la retina del pescado capturado
Un jardín de señales de tráfico
Mi rostro extenuado de mirarte
Y mi alma de quererte
Y mi cuerpo de desearte
¡No me das tregua maldita!
Vivo en este jardín de señales de tráfico
Jardín sin fin
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Nunca he entrado ni salido


A veces imagino que tú también
eres una señal de tráfico
Pero me entristece pensar que sin duda serías
la de Prohibido El Paso
Todo lo que me rodea son señales de tráfico
Y quince años después todo será anacrónico
Y yo estaré de más
Con mi corbata pasada de moda
Y mi peinado con forma de señal
de tráfico.
Inacabado
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El pino con sus dos maletas


Renqueante apresa su talle con un fanal
de hojas pardas
Aquella tarde pude rodar colina abajo
Con una de tus maletas en la palma de la mano
Entraré tu equipaje no sea que coja frío
Y me enamoré de una farola
En la repisa de la estancia
una cacharra de neopreno
Teje movimientos ninja
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Bucólicos amarrados al engranaje de una noria


Vivo delante de la feria
Noche tras noche oigo el alboroto del gentío
A los nerviosos niños que huelen a caramelos
Chillando y riendo sin cesar
Y la oigo también a ella noche tras noche
Ella haciendo palmas
Tengo muchas de sus palmas envasadas
en frascos de vidrio
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Que en tardes como ésta destapo para así


enchufar mi corazón al maniquí de tetas dulces
Patizambo descalabro su peinado
Siendo sus maletas las raíces de este pino
Las raíces de este pino de hojas
con máscaras de hierro
Atentando como hace
contra mi sistema nervioso
Con esa forma tan suya de columpiarse
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Muchos cañones apuntan hacia el vidrio rojo


de tus uñas
Eres la Supervillana que dispara estanques
de agua podrida
Me enfermas viniendo a mí la corteza
de las maletas del pino
Encaramado a tu frente prendo fuego
a todos los taxis del mundo
Las farolas así escalan los edificios
introduciéndose en las casas
Con sus cabezas todas machacando misiles
Y las raíces de los astronautas
están arraigadas en sus poros
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Desarrollando la única función


de mantener el equilibrio
Las farolas caen del cielo
Y se alimentan de pinos
Algunas tienen la facultad
de transformarse en edificio
Nunca sé si un edificio es de verdad
un edificio o una farola disfrazada
Eso sólo lo sabes tú que eres una farola
con la facultad de transformarse en mujer
Me caigo al suelo y reboto
Reboto porque el suelo está sucio
Reboto para ensuciarme lo menos posible
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Ese giro de volante brusco casi violento


para virar lo antes posible y no chocar
de bruces con el suelo sucio
Con esa suciedad de tejado
Yo siempre camino con un volante
de coche entre las manos
Despacio el vidrio rojo de tus uñas
se despeña comercio abajo
Muy abajo
Hasta las profundidades de la golosina
Saben mucho más a fresas los barcos
anudados entre sí de puerta roja
Que las tetas de la Supervillana de Ana
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Me acosté con la Supervillana


porque así ella lo quiso
No tenía elección
Me amenazó con dispararme un estanque
de agua podrida si me negaba
Tuve que hacerlo
Y las ponzoñosas entrañas de su marido
chorreando por las paredes
En las manos de mi niña
todas las calles de París
Toda su vida tocando la guitarra
debajo del mismo árbol
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De esa manera vio cómo Rebeca besaba


a un idiota de pelo rubio
Vio cómo las calles de París de sus manos
se transformaban en sucias calles de Detroit
Vio cómo mi cuerpo se derretía para tocar
la suela de sus zapatos.

Inacabado
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Ni los peces con sus bigotes rozando


el techo de mis pies
Eyacularon viejos fabricando bicicletas
La tarde me amputaba las manos
Esas manos mías que balbuciendo ayer
susurraban penachos de gallina en tu vientre
Ni los ornamentos florales olían tan bien
Cada piano chorreaba langostas que derretidas
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Penetraban en la rueda amorfa del excremento


Que una vez sitiado
Explotó esparciendo su radio
y la comisura de su boda
A lo largo de los huesos del mar
La tarde sentía el impacto del jefe
Contra el picor de un desfile.
Inacabado
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Calor entre sus piernas


Calor mucho calor entre sus piernas
Por lo que dice me parece que soy pequeño
Diminuto
Con todas esas bocas mirándome y riendo
Con esos bocados de asco y cisnes muertos
Todos frente a mí
Frente al ser diminuto
Por lo que dices debo de estar
Ya sabes
Muerto de miedo
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Porque siempre me dieron miedo los ascensores


Y vivo en uno
Tajante
Fuiste tajante cuando me dijiste que no
Sonreías sin decir palabra
Fuiste tajante
Fuiste por un segundo esa chica
que me pisa el cráneo
Recuerdo tus coletas y ese olor
a filete de ternera
Me dijiste que no con tus manos sobre mi cráneo
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Sólo podía oír a tus manos cercenando


mi cráneo desnudo
Destrozando mi cráneo con tu fusil
de la Primera Guerra Mundial
Desde entonces te odio porque no tengo cráneo
¡No me dejaste ni una pizca!
Tan lácteo como una de tus piernas
Pisas
Pisas una y otra vez mi cráneo que huele a pie
Huele como esas norias grandes de las ferias
Y una copa de champán derramada en mi sien
Y tu perro cagando sobre mi cráneo
Las cabezas se derriten
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Su flujo vaginal se desliza por la pared


alcanzando el adoquín roto
Mi cabeza es una de ellas
Es una cabeza que despide humo
Es una cabeza que huele a casa abandonada
Mi mano sostiene el tejado
En el tejado se posan las chimeneas
En el futuro me dolerá el alma
A ti no te importará
Hoy te doy igual
Espero mi turno para morir como todo el mundo
Mi sangre mancha las paredes
de la casa de tu familia
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Agarras mi cabeza por el pelo


Mi cabeza sin cuerpo
La muestras a los invitados
Me muestras a los invitados
Soy la atracción de la fiesta
Sus reacciones son diversas
Unos dicen que es horrible
otros preguntan si es de verdad
Todos coinciden en sus caras de asco
Me pregunto dónde estará mi cuerpo
Cuando me decapitaste
sólo te interesaba la cabeza
“Más fácil de l evar” dijiste riéndote
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Mi cuerpo se lo estarán comiendo las ratas


O los invitados
Cuando me decapitaste me preguntaste la hora
Eran las tres de la madrugada
Dijiste “Buena hora” mientras afilabas el hacha
Me asestaste un golpe limpio en el cuello
Las últimas palabras que escuché fueron
“Buena hora”
Y mi cabeza en tu mano siendo
observada por los invitados
Ahora son las cinco de la madrugada
Buena hora.
Inacabado
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Alguien mira por la ventana


Su cara es una rueda
Y sus cabellos zanahorias clavadas
en una corbata roja
Desde la ventana mira a los caballos
que no tienen patas sino ruedas
Cuatro enormes ruedas
Desde la ventana mira cómo los caballos con
ruedas mastican el cuerpo sin vida de Napoleón
Alguien escupe sobre el suelo de la estancia
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Y todos resbalan y caen al suelo


Con sus trajes elegantes
Con sus sombreros rojos
Con sus zapatos negros
Manchan sus mejillas de pantalón vaquero
Una gran vagina escupe su flujo por el suelo
Llenando de asco las bofetadas
más bailarinas.
Inacabado
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Su corbata siempre pendía de las cejas


Se frotaba los senos
Y la tijera bajo el agua es un tiburón voluble
con cáscaras de huevo
En los bolsillos del frac
El lóbulo se derretía alcanzando en su fluir
La estación de las moscas
cuyas orejas carecían de patas
Formando la comunión de las coces
La hierba se explaya en el hocico de la vaca
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Pintando su tez transparente de maniquíes


pelando fruta
Porque presencié tu nacimiento
Y en la estancia había gente
con banderas alemanas
Una persona introducía asientos
en el ano de tu madre
También recuerdo
que las localidades eran baratas
Muy baratas
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Al nacer te expliqué en el idioma


de los recién nacidos que morirás
Que todos morimos algún día
Juraste que me odiarías
durante el resto de tu vida
Y es verdad
Nunca me has querido
Siempre me has odiado
Hay hendiduras en el mueble
donde solías esconderte de mí.

Inacabado
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En la penumbra se quejó
Le faltaban ambos brazos para abrazarse
Su lengua era un bastón enchufado
a una mano inerte
Se quejó con un número y un pico de montaña
Lejos su linterna había alcanzado el muelle
Había mitigado el caudal aceroso del Te quiero
Su linterna era una concha con ano
Olía igual que los barcos que paren aviones
En la penumbra me quejé y me faltaban
piernas para salir corriendo
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Mi cráneo era un periódico doliente


hasta los topes de migas de pan
Caudaloso de acero y lluvia parda
En mi casa los pájaros cagan colegiales
ya maduros dispuestos a morir
quemados por el sol
Mi casa es un hospital hasta los topes
de viejos que no terminan de morir
Leen el periódico
Esperan su turno
Esperan la vacuna contra la vida con la
lengua llena de verdín
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Con las manos entornadas


Con la verga en erección
Y la queja se emancipa de la boca
Choca contra las paredes de los inmuebles
Esforzada y discreta se arrastra
por los bulevares
Toma diversos medios de transporte
Hasta que por fin se adentra en tus oídos
Pero tú ignoras
Callas
Inmóvil en tu vertical edificio
de más de cuarenta pisos
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Y la queja muere en tus oídos de mármol


La queja ha dejado un rastro de saliva
por inmuebles bulevares medios
de transporte…
Saliva que se seca por momentos
Bajo las pisadas
Bajo la mierda que se acumula
por todo Madrid
Hasta que no queda nada
De la queja un cadáver
Y de mi saliva un enfermo líquido solapado
Y en la penumbra me quejo de nuevo.

Inacabado
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Con dos piernas blandas


Mejunje desorbitado
Cada ojo
Uno en Madrid
Otro entre tus piernas
Funestas manos que no te tocan
Fútil aliento que no se esparce
por tu nuca y por tus senos
Cada mil meses me cuelgo del tejado
para dejar correr la sangre
Tirado en el suelo te veo desde abajo
Y pareces más alta
Mucho más alta
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Y entre mis manos un pescado


muere de insolación
Mi soledad de piscina en invierno
¿Qué puedo hacer?
Sentarme en la escalera con Bea
a esperar a que alguien me propine
un botellazo en la cabeza
A esperar a que las nubes
se derramen y manchen de blanco
las paredes de los edificios
Su coleta en la comedia
era el personaje principal
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Esa coleta rubia que invitaba a ponerse


en mangas de camisa
Esa coleta que las puertas
no dejaban de mirar
Yo como una puerta más la miraba
Embelesado absorto anonadado
Miraba esa coleta rubia
que se dejaba caer
por tu blanca espalda de actriz
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Miserable es el ruido de coches que se van


Para no volver jamás a ser vistos
por mis ojos abiertos
Mis ojos siempre abiertos
y siempre clavados a tu entrepierna
Coches que se van haciendo mucho ruido
Hacia el enjambre de brazos amputados
Brazos cuyas muñecas visten de todo
Desde relojes a pulseras
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Desde venas a dedos


Y tú siempre con tu coleta rubia
Con tus pantalones vaqueros
Con tus bragas negras
Mis venas
El ladrillo que me regalaste
Tu cráneo
Mis poemas de amor
Tu coleta rubia
Mis cromos de fútbol
Mi mano abierta
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Tus pantalones vaqueros


Mi camiseta del Atleti
Mi antojo de cerveza
Mis películas de vídeo
Tu novio
Todo se quema
He dejado de ser un hombre
Lo he dejado para siempre
A partir de ahora
soy una cabina telefónica
Mi cerebro es el auricular
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Y mi sistema nervioso el cable telefónico


Para hablar conmigo tendréis
que marcar un número de teléfono
Y os costará dinero
Pero soy más barato por la noche
El piano se deshace en mi cerebro
de auricular telefónico
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El piano se derrite hasta el hueso


Que está asomado a la ventana del músculo
El piano derretido le pregunta
por la calidad del paisaje
Y el hueso le describe un paisaje cojo
Porque lo vio sólo con un ojo
Le describe mis quince años en agosto
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La gigantesca flor
que antes habitaba en mi cerebro
Tu sonrisa hace dos años.

Inacabado
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Me quito la mano y salen soldaditos ingleses


Del canuto cuyo penacho
se transfiere al vertical bebé
que mama de una teta
De la otra teta succiona un televisor
Una patata se pudre en la cochera
Pero nadie lo sabe pero yo no lo ignoro
La mano que me quité está
en lo más profundo de tu ano
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La metí ahí mientras dormías


Pero nadie lo sabe pero yo no lo ignoro
Y me quito de en medio
de un puñetazo en la nariz
La sangre sale despedida
de mi órgano olfativo
Y todos salen corriendo
Si mi sangre toca a alguien
le transforma en una peonza
con una mano pegada a un árbol
y un pene con rostro de mujer
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Por eso todos huyen a toda prisa


Se alejan de mi maltrecha nariz
expulsa sangre
Mi sangre tiene vida propia
Huesos órganos músculos
y un cuerpo capaz de adquirir
innumerables formas
Ahora es un avión de combate
Pero nadie lo sabe pero yo no lo ignoro
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Y despega en busca de inocentes


a los que metamorfosear en peonzas
cuyos penes tienen cara de mujer
Y manos pegadas a un árbol
Pero mi sangre
sólo tiene diez minutos de vida
Y el avión de combate cae
sobre un centro comercial
matando a mucha gente
Los soldaditos ingleses meten sus cabezas
en urinarios porque tienen branquias
y sólo así pueden respirar
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Desfilan con las banderas arriadas


y con las galaxias enchufadas a tu vagina
Con un cigarrillo cosido a una muleta
el teniente seduce a la camarera
que le dice cantando:
“Será el urinario que l evas en la cabeza
Será tu lengua con pies y cañones
Serán las ventanas que manan de tus cejas
Pero esta noche fol aría contigo”.
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Y el teniente se arranca un vello púbico


y se lo clava en la frente al ama de llaves
Que cae muerta no sin antes
lamer la flauta de golosina
que traía en la mano izquierda
La camarera horrorizada
se tira del lóbulo izquierdo
y del techo llueven diez jarrones
que se estampan en la sesera
del teniente inglés.

Inacabado
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En mi planeta las cabezas


viven sin el cuerpo
Palmeras en la Gran Vía hablando en inglés
Sus hostales son una risa de pelo rubio
Qué haría esa belleza en la calzada
de la Gran Vía
Y mis nubes cogen chimeneas
para orinar su litoral de gallinas muertas
en el pulso social de un anciano encinta
La camarera huele a escaleras aéreas
Las ciudades de sus venas tienen caras
expuestas al bebé que mamó
de un pene en 1925
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Sus caderas enchufadas a un tanque alemán


Mi garganta las traga y mi pene
se enchufa a cualquier vagina
Siempre leo revistas de aviones
porque me amputaron los dedos
de las manos y los usaron
para fabricar aviones
“Máquinas más humanas” dijeron
Leo una revista tras otra con gran avidez
para ver si salgo en alguna
Pero no me encuentro en ninguna
Y tampoco puedo volar.
Inacabado
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Tu corazón siempre me cupo


entre las manos
Era blando y similar al engranaje
de una noria
Te amé tantas veces en lo alto de una noria
Que tu corazón se hizo similar a la noria
Antes te desnudabas enseguida
Ahora tengo que amenazarte
con un arma y no es lo mismo
No siento lo mismo
¡Esa brizna tejana
luchando contra mis neuronas!
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“Hoy todo va mal, y según pasan los días será
peor, hasta que venga lo peor de todo”.
Arthur Schopenhauer

Aquellas ballenas en tropel hacia mi infancia


Mi infancia es un enorme campo de golf
Donde el venado corre en círculos
Formando círculos
que se beben con pajitas gigantes
En el dormitorio todo es de cuero
Y el resultado es la brizna tejana
Hilvanada con infartos estivales
Fútil será la carcajada del inmueble
Cuando mi trono erguido regrese a la Tierra
Cabizbajo me arrancaré la pierna
para alimentar
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(Una vez derretida)


Los agujeros de plasma de tu moneda inflada
Que contiene infancia
Que contiene la más remota de las playas
Y tu vientre olerá a remo
¡Morderé si es menester
las esquinas de la bofetada!
Un busto lacerado por el paso del tiempo
Aniquilado por el cielo y su lluvia
Y su inclemente nieve
Tu abrazo de sangre
con esas manos minúsculas y saladas
La parodia de mi vida a escena
cada dos días
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Los peces de colores de la yerma botella


Apenas dejaban gusto a cordero en la boca
Esa boca con todos esos dientes
Paseándose por el aparcamiento abandonado
Tu falda tejana llovió anoche de mi techo
Mi techo con su gaznate pidiendo auxilio
Tu pecho con guijarros pidiendo colores
Mi luna hoy más blanca
que nunca derritiéndose
Sobre coches e inmuebles
Suena a pisadas de automóvil
Suena a todo un día de acá para allá
pidiendo limosna
Ese pliegue de pescado sobresale de mi alma
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Es un relieve del que nacen flores


Y escamas
Y Napoleón haciéndole muecas a mi esposa
Mi esposa se sirve en platos
De primero sus senos
De segundo su sexo
Y de postre su alma
Me he comido a mi esposa
La he masticado
Yo que siempre sudo agua sucia del retrete
De ella ya no queda nada
Mientras observo
la exposición de puertas pienso
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Que las mujeres no deberían


ser modelos de pasarela
Deberían serlo las puertas
Ya que las puertas son las únicas verdes
y rojas de verdad
Y las mujeres carecen de gozne y pomo
Toco la guitarra mientras observo
la exposición de puertas y pienso
Que debería haber más museos de puertas
Más exposiciones de puertas
Pero tras reflexionar admito
que no somos suficientemente hermosos
Para ellas
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Las puertas nos prohibirían la entrada


a sus museos y exposiciones
Ya nadie podrá volver a mirar
de forma obscena a las puertas
Esas hermosas puertas verdes y rojas
Esta fría mañana volveré al páramo
de las máquinas de hacer café
Volveré a caer por la cuneta
de las carreteras
Volveré al Stop donde suspendí
el carnet de conducir
Volveré a vagar sin objeto
por los bulevares del puerto
Porque no puedo tocar la guitarra
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Porque no puedo introducir el puño


En el órgano de la palabra del pan
Si al menos pudiera mirarte
Antes te miraba durante horas y horas
sin decir palabra
Te miraba con los ojos y con las manos
No te quería sólo quería mirarte
Pero esa verdad lo estropeó todo
Pensabas que te quería
cuando en aquellos años te miraba y te miraba
Y tú sonreías
Ahora no puedo mirarte
Te has ido y lo único que puedo mirar
es esta cafetería de vidrios sucios
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Debí decirte que te quería


Así hoy podría seguir mirándote
en vez de mirar esta cafetería
Que se derrite manchándome los zapatos
Con esa brizna tejana como ramas
de elefante muerto
Mis células en fila y despacio
se disponen a evacuar la nave
Me detestan como yo las detesto a ellas
Me pierdo en este muelle de metal
Puedo ocuparme del alma para matar el rato
O de la carne
Pero exige mucho esfuerzo
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Creo que me sentaré delante de la cafetería


de vidrios sucios para mirarla
El cielo se derrite precipitándose a la Tierra
en forma de pantalón vaquero
Miles de personas morirán en su lava
Lava de pantalón vaquero
Pantalón vaquero que penetra
por sus gaznates asfixiándolos lentamente
Yo me escapo en mi coche de carreras
junto a Napoleón
Él no lleva casco
Dice que su cabeza tiene más de dos mil siglos
Y que está hecha de piel de dinosaurio
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De sus orejas salen despedidos


viejos bibliotecarios
Que mueren en la lava del pantalón vaquero
Napoleón tiene un ojo cerrado y otro abierto
Y la nariz es de quita y pon
por lo que tiene varios ejemplares
Ahora lleva una chata
“Para ir más deprisa” dice
Yo obedezco todas sus órdenes
Napoleón calcula que llegaremos
a París enseguida
Si no hay tráfico
Dice que París me gustará
Le gusta a todo el mundo en cualquier época
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Estoy deseando llegar


Pienso tan intensamente
en todas las cafeterías que podré mirar
Que me sangra la nariz
Entonces Napoleón me ordena que baje
del coche de carreras
Yo obedezco y él se va
A Napoleón no le gusta la sangre
Odia la sangre
No podré ir a París
No debí sangrar
Pero me consuelo porque al menos
podré mirar esta cafetería de vidrios sucios
El cielo se ha derretido ya y no corro peligro
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Me acuerdo de ti
De tu forma de coger el tenedor
De cómo solías abrir la puerta
De la manera que tenías de taparme
los ojos para que dejara de mirarte
Todo eso se acabó para siempre
El viejo que lee el periódico
me aconseja que espere
Que no salga todavía
Que espere a que escampe
Llueve con mucha intensidad
Seguro que las gotas de lluvia
serían como balas en la piel de este anciano
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Que si saliese moriría


a los pocos metros del local
ACRIBILLADO
Lee su periódico tranquilo
Ajeno al peligro que supone para él
esta lluvia torrencial
Quizá deba hacerle caso
Quizá también para mí
Que carezco de células
Esta lluvia sería mi final
Pero sería un hermoso final
Fantaseo mientras ojeo
una revista pornográfica
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Con que salimos el anciano y yo


de este local salvador
Y morimos bajo la lluvia
Imagino lo que pondría en los diarios
Los centenares de programas televisivos
al respecto
La idea casi me convence
Pero no
Seguro que el anciano se negaría
Diría que no quiere morir
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Que tiene hijos y nietos


¡Cobarde!
En este estúpido local para viajantes
hay poco que mirar
Una cajera gorda un viejo cobarde
leyendo el periódico
Una chica joven con aspecto punk
No hay nada interesante que mirar
Si estuvieses aquí podría mirarte
Mirarte y mirarte
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Pero eso se acabó para siempre


Cómo odio el verano
Con sus playas
Con sus chicas enseñando las tetas
Con sus modas en trajes de baño
Cómo odio el verano
Ese puto viejo se niega
a salir conmigo bajo la lluvia.

Inacabado
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"La 'Otra Mitad' es la palabra.


La 'Otra Mitad' es un organismo.
La Palabra es un organismo.”
Wil iam S. Burroughs
"El ticket que explotó"
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Si quisiéramos sacrif i car en el altar del aséptico ritual
crítico el cuerpo y la mente contenidos en “Diario de
un adolescente de pelo raro", no tendríamos más que
servirnos de calif i cativos tan def i nitivos como
“surrealista” o “vanguardista”, para, acto seguido,
apuntillarlo con ref e rencias a un puñado de escritores
de renombre que se correspondieran a las etiquetas
anteriores. Pero en este caso el que suscribe ni es un
asesino a sangre f r ía, ni un crítico prof e sional, sino tan
sólo un lector y, como tal, mi objetivo es intentar
describir con la mayor sinceridad las múltiples y
poderosas sensaciones que revelan sus páginas. El
segundo poemario de Jorge Heras no puede
considerarse una obra accesible, por supuesto, como
tampoco lo era su opera prima, “Apol o gí a de l a muñeca
de Bellmer”. Tampoco se puede negar que su poesía
participa en gran medida del espíritu surrealista, pero
tal af i rmación sólo puede sostenerse estableciendo en
que términos se produce esa correspondencia.
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El f i n último del Surrealismo era llegar a la expresión de


lo que se conoce como “súper-realidad”(“sur-real i té”),
concepto mediante el que se quería englobar todas las
percepciones que del mundo o de la “realidad” recoge la
mente humana, tanto en su apartado consciente como
en el inconsciente. Los surrealistas buscaban sublimar
su propio interior, lo sentido y lo pensado, lo vivido y
lo imaginado, estableciendo así una nueva vía de
conocimiento (o “súper-conocimiento”). Jorge Heras ha
tenido que bucear previamente en el plasma de esa
“súper-realidad” para llegar a la revelación personal
que supone “Diario de un adol e scente de pel o raro”. Su
poemario podría bien considerarse como una especie de
autoanálisis terapéutico, resultante de una f u sión entre
lo experimentado materialmente y lo sugerido mentalmente
por dicha experiencia.
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Pero su lenguaje no surge de una “pose” estética


vanguardista, una escritura automática o una
búsqueda f r ía del “arte por el arte”. Su elección
estilística es la que el poeta considera como la más
adecuada para realizar su particular ejercicio de
desnudez y sinceridad, aquí una auténtica “apertura
en canal”. Jorge Heras recupera la f u nción de la
palabra como instrumento alquímico de primer orden
para destilar, paraf r aseando a Paul Éluard, esos
mundos que están en éste. El “adol e scente de pel o
raro” posee una chamánica “cabeza borradora” que
suprime el f i ltro racional y libera las endorf i nas de las
palabras con un método marcadamente sinestésico, un
inf o rme cargado de sensorialidad que transcribe en su
diario las imágenes que la experiencia vivida despierta,
independientemente de su sentido “lógico” (“Ni l o s
peces con sus bigotes rozando el techo de mis pies /
Eyacularon viejos fabricando bicicletas” ).
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El poeta vive en su palabra, que describe así su


propio paisaje subjetivo, y lo hace con toda
contundencia, sin rebuscados juegos lingüísticos ni
retóricas paralizantes, con la expresión llana y
cortante de una sierra, surgiendo espontáneamente de
la amputación del sentido un genuino lirismo (“Desde l a
ventana mira cómo los caballos con ruedas mastican el
cuerpo sin vida de Napoleón”). Las imágenes se
suceden en una concatenación sinf ó nica de
enumeraciones, juegos de palabras y metáf o ras a
veces de dif í cil comprensión (“La hierba se expl a ya en
el hocico de la vaca / Pintando su tez transparente
de maniquíes pelando fruta” ), pero que consiguen
imponer un prodigioso sentido rítmico en el momento en
que nacen unas de otras y se suceden en progresión
aritmético-perceptiva.
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Y todo marcado por un tempo que af e cta a las


transf o rmaciones y movimientos de personas y
objetos en vertiginoso ascenso / descenso hacia lo
belleza terrible de lo insólito (“La tarde me amputaba
las manos / Esas manos mías que balbuciendo ayer
susurraban penachos de gallina en tu vientre” ).
“Diario de un adolescente de pelo raro” articula todo
este arsenal expresivo con el resultado último de una
particularísima atmósf e ra de sustantivos y adjetivos
poderosamente vivos, tan reales que parecen
peligrosos.
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El poemario de Jorge Heras exuda carnalidad de


principio a f i n, propone cadenas de versos extraños e
impactantes que palpitan y se convulsionan como
cuerpos susceptibles de una autopsia en vida, tanto
por su más que patente sexualidad cuasi-pornográf i ca
( “Una gran vagina escupe su f l u jo por el suel o ” ),
como por su inteligente utilización lírica de lo
escatológico (“Yo que siempre sudo agua sucia del
retrete” ), o incluso el recurso al sadismo más
empíricamente sangriento ( “Y l a s ponzoñosas entrañas
de su marido chorreando por las paredes” ).
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Versos como intestinos que se despliegan en una


anatomía icónica que desestabiliza y desasosiega,
atacando por igual no sólo nuestra percepción
inmaterial, sino también la más directamente visceral.
En este auténtico quiróf a no lírico, la “súper-realidad”
descrita u operada surge del desgarro que el poeta
ef e ctúa con el bisturí en la tela de su piel material,
poemas como restos de epidermis aparentemente
muerta en la mesa de disección del papel, traumatismo
de la experiencia que genera su correspondiente
hemorragia perceptiva, desde el autor hacia el lector.
La sangre de este universo se rige por una
particular mecánica de f l uidos.
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Es un mundo quintaesencialmente terrenal, pero es un


nuevo planeta Tierra gobernado por el caos como
f u erza inevitable, descrito por imágenes imposibles que
se suceden con indif e rencia y f r ialdad casi taquigráf i cas
(“Las farolas caen del cielo / Y se alimentan de pinos” ),
con unas leyes de la f í sica completamente trastocadas,
en las que lo absurdo es parte de la normalidad, sin
atisbo de intento de explicación o huida del mismo (“A
esperar a que las nubes se derramen y manchen de
blanco las paredes de los edificios” ); (“A partir de
ahora soy una cabina telefónica / Mi cerebro es el
auricular y mi sistema nervioso el cable telefónico” ).
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Tales simbiosis se suceden en un sentido y en el


otro, a la manera de un proceso químico, hacia la
cosif i cación (“Eso sól o l o sabes tú que eres una f a rol a
con la facultad de transformarse en mujer” ) o hacia
la personalización (“En l a s manos de mi niña todas l a s
calles de París” ) , cambios físicos que se
corresponden directamente con los vaivenes del
sentimiento y la experiencia, en algunos casos con
una absoluta identif i cación (“La queja ha dejado un
rastro de saliva por inmuebles bulevares medios de
transporte…” ), en un cambio total hacia “otra cosa”.
Los mutantes resultantes son una suerte de nuevos
cyborgs f a bricados con palabras. El “adol e scente de
pelo raro” y el infinito bestiario de seres y conceptos
que le rodean generan un plancton biomecánico
cambiante, la “súper-realidad” sublimada, que aquí
revela una materialización de la desesperación (“Me
conforma el cristal roto de espejo” ).
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Materialización porque dicho sentimiento de abandono es


expresado directamente mediante las evoluciones de la
materia y el cuerpo que lo compone, mejor dicho
mediante su desmembración y su descomposición más
patentemente f í sicas (“En mi pl a neta l a s cabezas viven
sin el cuerpo” ), generando un angustioso inventario de
amputaciones corporales antinaturales (“Por no
defraudar al caníbal me corté la mano izquierda / Y se
la ofrecí de primer plato” ), que es en realidad la
crónica f o rmalmente f r ía de un abatimiento y una
reducción emocionales.
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La entropía grotesca del cuerpo tiene su verdadera
causa en el rechazo amoroso, que es el gran tema
subyacente en las tripas del poemario, una tragedia
tan inevitable como asumida con impotencia, y por ello
se realiza un inf o rme crudo sobre sus ef e ctos
demoledores, que son la reducción y el desarme,
aunque los miembros amputados son reutilizados
inmediatamente en el implacable devenir del proceso
cotidiano (“Siempre l e o revistas de aviones porque me
amputaron los dedos de las manos y los usaron para
fabricar aviones / “Máquinas más humanas” dijeron” ),
en el que nada se detiene.

Y en el centro de esta orgía carnal se sitúa la Mujer,


como la gran dinamo de la Materia, el ser que
desmonta y al que se le of r endan las consecuencias de
dicha deconstrucción sacrif i cial (“La mano que me quité
está en lo más profundo de tu ano / La metí ahí
mientras dormías” ).
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La mujer se nos muestra como una vampira de


emociones y esperanzas que se emparenta con la
tradición de la omnipotente e implacable f e mme f a tal e ,
que va desde Lilith a la arquetípica decapitadora Salomé
/ Judith (“Mi cabeza sin cuerpo / La muestras a l o s
invitados / Me muestras a los invitados / Soy la
atracción de la fiesta” ).
La Mujer es aquí la Materia misma, el objeto supremo
que nace del f e tichismo (“Tu f a l d a tejana l o vió anoche de
mi techo” ) hacia la total identificación con la cosa (“Y l a
queja muere en tus oí d os de mármol ” ), un centro de la
“realidad” totalmente alienado del proceso de mutación
pese a haberlo provocado, pero necesario y cierto
como la Naturaleza.
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La carne del poeta queda atrapada inevitablemente en


la “súper-realidad” descrita como se deduce del
extenso poema-coda que cierra “Diario de un
adol e scente de pel o raro”. Al final todo está encerrado
en la Materia, hasta el tiempo, y no parece que la
consciencia de ello f u era suf i ciente para liberar la
“Otra Mitad”. Pero de vez en cuando es inevitable que
ésta se disuelva a través de las palabras.
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El poemario “Diario de un adolescente de pelo raro”, de


Jorge Heras (pseudónimo: Baptiste Bleu), ha sido diseñado
con la obra f o tográf i ca de Felipe Zapico (portada,
contraportada y f o tograf í as correspondientes a las páginas
10, 13, 20, 28, 38-39, 40, 56, 72, 80-81, 82, 104-105, 117,
118 y 127) y retocadas por Ana Patricia Moya.
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Sal conmigo bajo la l uvia (prólogo) 8
Precipitado a la candidez del Te Quiero 22
California o los árboles incendiados 24
La supervil a de Ana 29
Aquella tarde tu mirada tenía manos… 42
Tu cráneo 44
El teatro de la vagina 50
A mi esposa muerta 52
Arrebato lírico 57
Con dos piernas blandas… 62
Me quito la mano y salen soldaditos… 73
Los reptiles raptaron la muñeca de la niña 84
Tu corazón siempre me cupo… 86

La carne en la súper-realidad (epílogo) 12


Nota de edición 129
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OTROS TÍTULOS DE POESÍA
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Poemas fundidos, Marchena & Amézaga


El ruido de los cuerpos al caer, José Pastor González
Poesía de guerril a, Eric Luna
Herrumbre, Ana Vega
La carretera roja, David González
No frenes la lengua de los pájaros, Begoña Leonardo
Bocaditos de Realidad, Ana Patricia Moya (reedición)
Desde momentos encapsulados, Francisco Priegue
Luna en mi lectura, Amancio de Lier

(Próximamente)
Para qué sirve Jorge Barco, Jorge Barco
Eso que revienta, Juan Andrés Herrera
La guerra ajena, David Morán
Recopilatorio de lo absurdo, Antonio Fernández Sánchez
Material de Desecho, Ana Patricia Moya (segunda edición)
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135

Editorial Groenlandia

www.revistagroenlandia.com
http://elblogderevistagroenlandia.com.es
http://www.scribd.com/RevistaGroenlandia
http://issuu.com/revistagroenlandia
http://es.calameo.com/accounts/1891265
También estamos en:
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Baptiste Bleu (Jorge Heras García). Madrid, 1981. Licenciado en


Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Sus poemas
han aparecido en revistas literarias digitales (“El cuervo”,
“Palabras Malditas”, “Escáner Cultural”, “Alex Lootz”, “Dulce
Arsénico”, “Revista Voces”, “Palabras Diversas”, “Almiar”, “La
bolsa de pipas”, “Arte Suburbano”, “Vinalia Trippers”, “Creatura”,
“Agitadoras”, “LaFanzine”, etc), así como en blogs y páginas Web
(“Hank Over”, “La Vida Rima”, “Insólitos”, etc). Autor del poemario
“Apología de la muñeca de Bellmer” (Groenlandia, 2010).

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