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de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía
y el tratamiento informático.
ISBN: 978-980-354-223-8
Depósito legal: lf5042008150345
Diseño de colección
Ulises Milla Lacurcia
Diagramación
Rocío Jaimes
Corrección
José Delpino
Impresión
Editorial Melvin C.A.
Prínted in Venezuela
EDITORIAL ALFA
Las tres caras de la mente
El desarrollo de las inteligencias mentales,
emocionales y del comportamiento
Elaine de Beauport con Aura Sofía Díaz
LISTA DE ILUSTRACIONES
Fig. 1. Axón y dendrita 36
Fig. 2. Las dos fases del proceso del pensamiento racional 48
Fig. 3. El cerebro límbico 108
Fig. 4. La visión y el cerebro límbico 114
Fig. 5. Diagrama simplificado del sistema nervioso autónomo 118
Fig. 6. El territorio de las emociones 138
Fig. 7. Relación del sistema límbico con el sistema inmunológico, el sistema endocrino
y el sistema nervioso autónomo 167
Fig. 8. Una escala emocional 171
Fig. 9. Cuando tu poder está bloqueado 173
Fig. 10. Sistema aferente y eferente. Circuito piel-cerebro-acción 242
Fig. 11. Sistema reticular activador 245
Fig. 12. El aprendizaje y el comportamiento como una onda repetitiva de movimiento….
249
Fig. 13. La onda básica 277
Fig. 14. El perfil de energía 290
Fig. 15. El zodíaco humano 336
LISTA DE EJERCICIOS
Para la inteligencia racional
De los planes a la acción 54
La matemática personal o la autoestima continua 55
AGRADECIMIENTOS
Antes que nada, quiero agradecer a mis dos hijos Patrície y Pierre de Beauport su
continua compañía. Sin ellos no me hubiera inspirado a buscar los múltiples caminos del
desarrollo humano reflejados en este libro. Estoy en deuda con ellos por su paciencia y
sentido del humor durante esta larga exploración. Han enriquecido mi vida con su
presencia y junto con sus familias espero tener nuevas aventuras.
Estoy especialmente en deuda con Paul MacLean por sus largos años de
investigaciones científicas que me hicieron posible entender los diferentes procesos
humanos en relación con su investigación al elaborar una estructura triuna del cerebro.
Mary Schmitt fue quien atrajo mi atención a la investigación de MacLean y dio
respuesta a mis interminables cuestionamientos. Su amor por la vida y su conocimiento
de la neurociencia me inspiraron el interés en el estudio del cerebro.
Otros grandes maestros me permitieron experimentar las diferentes capacidades
humanas involucradas en este modelo de múltiples inteligencias:
Jacinto Validado, filósofo español, quien me ayudó a creer en el poder de mi
mente.
Ross Hainline, terapeuta junguiano, quien me ofreció una guía cuidadosa para mi
vida y me abrió al mundo de los sueños.
John Lilly, gran explorador de estados de conciencia, quien abrió el mundo más
pequeño de mí misma.
Jean Houston, filósofa y comadrona del ser humano en las múltiples presencias
del espíritu, me brindó su energía mítica, que me permitió experiencias claves en el
desarrollo de mi vida y en el concepto del ser humano como energía.
Michaeleen Kimmey, cuya dedicación a los rangos emocionales me abrió la
capacidad de encontrar el camino de sentir cuidadosamente en esta tierra y distinguir entre
las vibraciones de pensar y las de sentir.
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años han estado cerca y entusiastas de este trabajo, lo que me ha motivado continuamente.
PREFACIO
Este libro, uno entre la media docena realmente importantes que he leído en mis
cortos setenta años, podría ser una destacada obra de vanguardia, en los crecientes
intentos de nuestra especie para hacerse consciente de sí misma. Con una destacada
simplicidad y claridad, de Beauport abre ante nosotros un cofre de tesoros, pleno de
insights sobre el trabajo de la mente, tal como han sido revelados a través de las
investigaciones actuales realizadas sobre el cerebro-mente. El libro contiene unos
ejercicios sencillos para convertir esa información en conocimiento transformativo propio
de cada quien. Por trabajos de esta naturaleza (y estatura), vislumbro la posibilidad de
que emerja nuestra sombra y se proyecte, en un profundo proceso evolutivo, la esencia
mítico-religiosa, con todas sus guerras y terrores, y nos ubique en la entrada hacia la luz,
hacia una plena conciencia de nosotros mismos y de nuestro propio poder. El verdadero
final de nuestra niñez y la entrada a la madurez.
De lograrse, gran parte del crédito por este cambio recaería en la ciencia, y en su
ausencia, en interpretaciones de autores tales como de Beauport y Díaz. A pesar de que
la ciencia como actividad nos ha provisto de amplios medios para nuestra destrucción
individual o global (medios que parecemos ansiosos de emplear al máximo), también nos
ha proporcionado un conocimiento de nosotros mismos nunca antes a la disposición y,
ciertamente, no con el nivel de generalidad con que lo interpreta este libro (del cual
debemos aprender y al cual debemos utilizar para sobrevivir).
Muchos de los descubrimientos científicos permanecen fuera del dominio común
debido a su complejidad y a la generalizada indecisión de los científicos para hacer
declaraciones u observaciones filosóficas o «metafísicas» sobre sus propios trabajos. De
Beauport llena esta brecha comunicacional con una cascada de brillantes observaciones,
síntesis, y pautas funcionales para aplicación personal. Ella presenta estos hallazgos de
forma tan clara y lógica como para satisfacer cualquier crítica académica, mientras que a
la
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vez nos conduce e ilumina sobre asuntos no científicos tales como el espíritu humano.
Entre las investigaciones que contribuyen a este cambio evolutivo está aquélla
dirigida al cerebro-mente; así como aquéllas sobre la dinámica corazón-cerebro (el
corazón surgiendo como una inteligencia muy importante en nuestra experiencia), el
desarrollo del niño, la energía «no-local» de la física cuántica, y su corolario, el
descubrimiento de los «campos de inteligencia» no localizados, sobre los cuales nuestro
cerebro dibuja para configurar nuestra experiencia vital. De Beauport es versada en estas
disciplinas, con la excepción del novísimo, ampliamente desconocido y más
extraordinario de todos los descubrimientos hasta la fecha, la dinámica corazón-cerebro
(tal como es sintetizada plenamente por el The Institute of HeartMath*). Lo que me
intriga, sin embargo, es que la autora esté verdaderamente familiarizada con la
inteligencia del corazón en sí, por medio de su propia comprensión intuitiva y experiencia,
aunque ella no la denomina ni la describa en un lenguaje tan directo y formal como lo
hace The Institute of HeartMath.
Entonces, Las tres caras de la mente dibuja y elabora desde aquellas áreas de la
investigación sobre el cerebro que abren nuevos panoramas acerca del entendimiento y
potencial humanos. Entre las áreas más importantes de dicha investigación, yo
enumeraría la teoría de Karl Pribram de que el cerebro funciona traduciendo desde un
«reino de frecuencias que no está en el tiempo-espacio», un reino desde el cual es
descifrada nuestra experiencia de un mundo de tiempo-espacio. De Beauport,
habilidosamente, incorpora este «aspecto de la frecuencia» de la función cerebral a sus
propias presentaciones creativas, al igual que incorpora otro aspecto relacionado, el de
las energías no locales de la física cuántica. Igualmente importante para el trabajo de
interpretación del cerebro es la teoría del «campo neural» de Gerald Eddleman, la cual
explica cómo los «mapas sensoriales» del cerebro se desarrollan (información crítica para
nuestra comprensión del desarrollo del niño). Por último, pero no menos importante,
tenemos la «naturaleza triuna» del cerebro y el comportamiento, como el neurocientífico
Paul MacLean la presenta en su vida y obra, que arroja tanta luz sobre el desarrollo del
niño y la naturaleza humana en general como ningún otro trabajo contemporáneo. A la
luz de
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leído como hipótesis entretenida de «los potenciales humanos» ni sólo como información,
sino para ser vivido, contemplado, trabajado, aún cuando, o particularmente porque
invada los límites de la imagen de nosotros mismos y genere incomodidad.
Seguramente este libro tiene acompañantes con méritos semejantes, aunque desde
diferentes escenarios mentales y diferentes disciplinas, cada cual complementa y fortalece
al otro. Aquéllos que para mí son de mayor importancia y más cercanos en espíritu al de
Elaine de Beauport son Journey of the Heart, de John Welwood; Finite and Infinite
Gantes, de James P. Carse; y las publicaciones y los programas de entrenamiento del
Institute of HeartMath. También tiene mucha resonancia para mí la historia fascinante de
Chris Mercagliano Makinglt Up As We Go Along sobre el Albany Free School.
Curiosamente, todos estos trabajos, tan ampliamente dispares en su aproximación,
contenido y textura, apuntan, como lo hace Las tres caras de la mente, hacia un
renacimiento singular de la mente y el espíritu, generándose por doquier. Por lo tanto,
tenemos fácilmente disponible aquí, como lectores que anhelan crecer y expandirse en
espíritu y conocimiento, una rica vena de oro, y yo los insto a sumergirse en la riqueza, a
responder con verdadera intención a lo que se nos ofrece, y cosechar abundantes y ricas
satisfacciones.
INTRODUCCIÓN
Es que nuestra conciencia normal, la que tenemos cuando
estamos despiertos, la que llamamos conciencia racional,
es solamente un tipo especial de conciencia, mientras que
a su alrededor, separadas de ésta por pantallas más
transparentes, yacen formas potenciales de conciencia
completamente diferentes... ningún cómputo del universo
en su totalidad puede ser definitivo mientras deje de lado
éstas otras formas de conciencia...
fueron capaces de tratarlo con amabilidad. Otro ejemplo fue el de la supervisora que,
teniendo dificultades con el manejo de sus subalternos, fue finalmente capaz de elaborar
una lista de todo lo que apreciaba en sus enfermeras. Sin perder la capacidad crítica de su
inteligencia racional, se movió hacia la inteligencia asociativa para asociarse con aquello
que la ayudaría a relacionarse con las personas que trabajaban con ella.
El cerebro es como una fiesta muy concurrida donde todos hablan a la vez. Tienes
la idea de que todos están diciendo algo importante, pero no sabes exactamente qué es.
Al tratar cada sistema cerebral de forma independiente más que como una totalidad
integrada, estamos en mejor capacidad de escuchar la conversación de cada uno. Explorar
las diferentes inteligencias nos enseña a enfocarnos sobre nuestras emociones y nuestro
comportamiento y cuándo cambiar el foco para utilizar nuestras habilidades mentales
reflexivas. Según la inteligencia en la que nos enfocamos, podemos tener acceso a las
diferentes estructuras del cerebro de forma independiente. Cuando estoy con otra persona,
puedo enfocarme sobre el pensamiento racional o desplazarme a la imaginación; puedo
disminuir el ritmo y dejarme afectar por la persona, o actuar en cooperación con el otro
sin tomar en cuenta lo que pienso o siento. Es importante el acceso independiente a cada
sistema cerebral.
Mientras tanto, podemos recordar que cada sistema no solamente es
independiente, sino también interactivo e interdependiente. Uno de ellos puede ser el
dominante, pero los otros dos siempre están involucrados. Mi tratamiento de cada
estructura cerebral de forma independiente no implica la negación de las interconexiones
obvias. Lo que sentimos afecta aquello que estamos dispuestos a pensar o a hacer, y
ciertamente lo que hacemos; afecta cómo nos sentimos y contribuye con nuestros
procesos de pensamiento como humanos reflexivos que somos.
Aún cuando estaba entusiasmada con las investigaciones sobre el cerebro, aún me
quedaba pendiente la espinosa cuestión de cómo tratar la predominante concepción
mecanicista del cerebro que, para mí, obstaculizaba una comprensión más compleja del
desarrollo humano y de la educación. Para trascender esta visión limitada del cerebro e
involucrarme en una búsqueda de la plenitud de la conciencia humana, tuve que ir más
allá de una descripción puramente fisiológica, hacia las investigaciones de la nueva física.
Según la nueva física toda materia es energía y la energía no se mantiene en un estado
fijo, sino mas bien en un estado de movimiento continuo. La materia del cerebro,
entonces, es energía y consecuentemente también está en movimiento continuo. En vez
de seguir investigando los detalles de
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una manera cada vez más fina, hasta descubrir algunas características fijas y específicas,
tales como el cociente intelectual, el nuevo paradigma nos abre a la energía,
permitiéndonos así trabajar con las inteligencias como diversos procesos de energía en
continuo movimiento.
También tomé muy en serio la famosa fórmula de Einstein, E=M*C2, como una
invitación a ver toda la materia como energía: una roca, una planta, una serpiente, un
animal y los seres humanos. Hemos dividido el átomo y liberado su energía en forma de
un fuego destructivo. La fórmula que amenaza con destruirnos, podría ahora también
guiarnos hacia una visión mayor del aprendizaje humano. Ahora la energía nos ofrece
una perspectiva unitaria de toda manifestación de vida y, desde esta perspectiva singular,
podemos comenzar a apreciar las múltiples y diversas realidades. La fórmula de Einstein,
que se aplica a toda materia es por lo tanto aplicable a tí y a mí. Yo soy igual a la materia
multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado. Tu energía es igual a tu materia
multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado. Tú eres energía en constante
vibración.
Toda vida es energía. Yo soy energía y mi cerebro es energía y la energía es
vibración. ¿Qué tipo de vibraciones gobiernan mis estructuras cerebrales? ¿Qué tipo de
vibraciones me permitirán tener acceso a ellas? Resulta obvio que mi mano vibra a una
velocidad mucho menor que la de mis ojos, mi corazón a una velocidad a la de mi pierna.
Cada una de estas estructuras físicas es diferente y por lo tanto vibra a velocidades
diferentes. Debido a que las tres estructuras cerebrales son físicamente diferentes,
también deben vibrar a velocidades diferentes. La velocidad del proceso racional del
hemisferio izquierdo de la neocorteza no podría darme acceso a las otras dos estructuras
más profundas de las emociones y el comportamiento, que son subyacentes a la
neocorteza. Así pues, la búsqueda se dirigió a cómo descubrir los procesos vibratorios
que me darían acceso a las tres estructuras cerebrales diferentes, para hacerme más
consciente y conducir mejor las diferentes realidades de mi vida. Más precisamente,
considerando que el cerebro no es materia fija sino energía en continuo movimiento,
comencé a enfocarme en las diferencias físicas y químicas existentes entre los sistemas
cerebrales, para buscar cuáles serían los procesos que podrían darnos acceso a más
capacidades dentro de nuestro cerebro.
Los diez procesos resultantes de esta búsqueda toman en cuenta tanto las
principales características descritas por la investigación actual sobre el cerebro, como las
capacidades humanas que, por muchos años, he estudiado en los otros y en mí misma.
Las constantes investigaciones sobre el cerebro y su química sin lugar a dudas arrojarán
una nueva luz sobre el funcionamiento
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del cerebro como totalidad de varios sistemas, o en referencia a cada uno de los tres
sistemas. Ciertamente una mayor investigación mostrará la interrelación de cada una de
estas estructuras, y espero que con ello se enriquezca cada inteligencia. Sin embargo,
independientemente de las investigaciones sobre el cerebro, siempre han existido el
pensamiento, el sentimiento y la actuación de los seres humanos. Las tres caras de la
mente han estado presentes en todas las culturas a lo largo de la historia. Las
investigaciones sobre el cerebro ahora nos aportan explicaciones, invitándonos a hacernos
más conscientes de estos tres elementos de nuestro ser.
Este libro trata al cerebro como un sistema de energía en vez de verlo como un
sistema de partes fijas. Percibido como energía, el cerebro nos abre a la propuesta de
diferentes procesos que vibran desde las ondas gruesas de lo finito hasta las ondas más
finas del infinito.
El reconocimiento del cerebro como un sistema de energía compuesto por trillones
de células también nos permite abandonar la búsqueda de un cociente de inteligencia fijo
para cada individuo. En la primera etapa del siglo pasado, nuestra creencia en un sistema
cerebral de características fijas, más que en un sistema cerebral de energía, le dio soporte
a todos esos años de mediciones que han hecho daño a los individuos y han atormentado
los sistemas escolares, para ser finalmente rechazados por las autoridades más destacadas
a medida que nos acercamos al final del siglo._2.
Hay estimaciones de que actualmente utilizamos sólo el diez por ciento de nuestro
poder cerebral. Sin embargo, sólo hemos formalizado un único proceso para el acceso a
nuestro cerebro y para aumentar nuestro poder cerebral: solamente la inteligencia racional
ha sido entrenada y validada. No obstante, en individuos diferentes, podemos apreciar
fácilmente las múltiples capacidades del ser humano -exquisitas aptitudes visuales y
musicales, sensibilidad espiritual, profundidad emocional, la habilidad para actuar,
moverse y sobrevivir—; todas ellas nos indican que en nuestras capacidades humanas
está involucrado mucho más que la inteligencia racional.
Muchas inteligencias están disponibles, latentes dentro de todas las estructuras
cerebrales, esperando por tu interés y poder de concentración. Cada una de ellas puede
ser aprendida y practicada tal como una vez aprendiste y practicaste el proceso racional.
Cada una puede abrirte a nuevos horizontes, a un aumento de la inteligencia y a una mayor
conciencia.
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REDEFINICIÓN DE LA INTELIGENCIA
Primera parte
CAPÍTULO 1
RED DE POSIBILIDADES
LA NEOCORTEZA
Conocí a la neurofisióloga Mary Schmitt dos años antes de que Roger Sperry
recibiera el Premio Nobel de Medicina, en 1981, por sus investigaciones sobre la
inteligencia del hemisferio derecho. Schmitt me habló sobre los hallazgos derivados de
las investigaciones en la separación de los dos hemisferios cerebrales que venían siendo
reseñadas en las revistas profesionales desde 1979 y manifestó gran interés en la Escuela
Mead que yo había fundado en 1969. Ante la gran variedad de trabajos con imágenes y
trabajos creativos que se llevaban a cabo allí, así como los avances logrados en
asignaturas como matemáticas y ciencias, Schmitt se entusiasmó al considerar que estos
resultados surgían debido a la riqueza de nuestra estructura educativa, la cual de alguna
forma estaba estimulando los dos lados del cerebro. La escuela estaba completamente
dedicada al logro del desarrollo pleno del potencial del estudiante, y hasta ese momento
no tenía interés particular en los estudios sobre el cerebro. Mary Schmitt, sin embargo,
estaba tan convencida de la importancia del hemisferio derecho para la inteligencia, que
logró persuadir al director de un laboratorio de Boston para que nos prestara un
electroencefalógrafo por un mes. Una tarde lluviosa de octubre, acompañada por Mary,
conduje hacia el laboratorio, donde con la ayuda del conserje montamos aquella pesada
máquina en la parte trasera de una ranchera y volvimos con nuestro trofeo hasta el colegio
en Greenwich.
Le preguntamos a doce estudiantes de sexto grado si estarían interesados en
estudiar su propio cerebro. Discutiendo previamente el proyecto, Mary y yo decidimos
que no estábamos interesadas en un grupo de control, por lo que el estudio no sería una
investigación formal. Entonces, les propusimos a los estudiantes un taller sobre el
cerebro, como uno de los tantos talleres del colegio. Así como tenían a su disposición
talleres de cocina, de matemáticas y de grabado, éste se llamaría taller del cerebro.
Comprometiendo su tiempo de forma voluntaria, Mary le aplicó los electrodos en el lado
izquierdo y derecho
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de la cabeza a cada uno de los estudiantes, y les propuso diversas tareas, de lenguaje, de
matemáticas, de arte, así como también una en la cual se mantendrían en silencio. Ellos
estaban fascinados con todo el procedimiento.
La escuela Mead tenía centros para el lenguaje, el arte, las ciencias, las
matemáticas, las humanidades y la música, así que tenía recopilada la información
académica de los boletines de evaluación generados a lo largo de seis años. Esta
información mostraba cuándo el niño había aprendido a leer, y cuan bien cada uno se
desempeñaba en matemáticas, ciencias o arte. En otras palabras, se disponía de un reporte
completo del proceso de aprendizaje de cada estudiante. Cuando pude ver los resultados
de los sencillos estudios hechos por Mary Schmitt con el EEG y los comparé con los
reportes del aprendizaje de los estudiantes quedé asombrada. Aquellos estudiantes que
habían tenido dificultad en el aprendizaje de la lectura pero que se habían desempeñado
bien en el arte, producían suaves ondas alfa en el hemisferio derecho cuando se les
solicitaba realizar tareas artísticas y emitían ondas beta, agudas e irregulares en el
hemisferio izquierdo cuando se les pedía que leyeran. Los que habían aprendido a leer
tempranamente registraron ondas beta en el hemisferio izquierdo, tal como lo habíamos
esperado. Lo que Mary Schmitt decía acerca de las características del hemisferio derecho
y del izquierdo parecía ajustarse a la realidad. Los estudios sobre el cerebro se asemejaban
a los reportes académicos recopilados a lo largo de seis años. Desde ese momento me
convertí en una entusiasta seguidora de las investigaciones del cerebro.
Uno de mis mejores recuerdos es el momento en que me sentaba a discutir los
resultados con los estudiantes. Ellos se entusiasmaron al comprender por qué uno había
tenido dificultad para leer, por qué otro había leído más rápidamente, por qué otro se
destacó más en arte, otro en deporte, otro en matemáticas. Entonces estuvieron en
capacidad de discutir por qué algunos trabajaban sus problemas de matemáticas
escribiendo las respuestas, mientras que otros lo hacían viendo en su mente las respuestas.
Con este solo experimento pudimos borrar seis años de presión, dudas y confusión de la
mente de los niños. Yo estaba profundamente conmovida al ver la sinceridad con la que
discutían entre ellos el experimento. Estaban curiosos e interesados en desarrollar más
efectivamente una especialidad en un área que en otra.
Supe entonces que los estudios sobre los hemisferios derecho e izquierdo serían
famosos algún día. Ciertamente, sólo habían transcurrido dos años cuando leí en los
periódicos que Roger Sperry había recibido el Premio Nobel; me vinieron lágrimas a los
ojos mientras pensaba: «ahora todos sabrán y comprenderán».
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células. Aunque usualmente pintado como gris y muerto en nuestros libros de texto y
revistas, cuando está vivo es irrigado por venas y arterias que llevan sangre oxigenada a
las células nerviosas a través de la vasta red.
El axón manda impulsos a través de un área abierta llamada «la brecha sináptica»,
y dichos impulsos son recibidos por las dendritas de las otras células. Este proceso, que
establece conexiones entre axones y dendritas, crea una amplia red de vibraciones o de
inteligencia mental que se va expandiendo de célula a célula. Recientes investigaciones
químicas se han centrado en el estudio de los neuro-transmisores y cómo éstos afectan el
proceso de conexión entre axón y dendrita.
¿Qué es la inteligencia? Los impulsos enviados por el axón y recibidos por la
dendrita y la sinapsis resultante constituyen la actividad de la neocorteza, lo que llamamos
comúnmente la inteligencia o el pensamiento. Cualquiera que sea el nombre que le demos
a esta actividad mental de la neocorteza, al incrementar las conexiones aumentamos
nuestra actividad mental y, por lo tanto, nuestra inteligencia.
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Lo que es significativo para ti y para mí, como seres humanos en la búsqueda del
desarrollo del vasto potencial de la neocorteza, es saber que cruzar la brecha sináptica
consiste en hacer conexiones entre estos diez a cien billones de células que conforman
nuestra neocorteza. Todo lo que pueda propiciar e incrementar esas conexiones hará
aumentar el poder, la habilidad mental y la inteligencia en nuestro sistema neocortical.
Nosotros nacemos con este inmenso territorio neocortical. Depende de nosotros
hacer las conexiones entre axones y dendritas. Sin nuestra participación consciente
tendríamos billones de cuerpos celulares compactados, con vida, pero sin puentes entre
ellos, sin nada que cruce las brechas sinápticas, es decir, sin conexiones. Nosotros
hacemos las conexiones. Nosotros creamos los impulsos que cruzan las brechas sinápticas
y, por lo tanto, aumentamos nuestra inteligencia. Tú y yo, sin duda, tenemos la «materia
gris» necesaria para ser inteligentes. La interrogante es: ¿cuántas de estas conexiones
vamos a ser capaces de lograr durante nuestro ciclo de vida? ¿Cuán inteligentes vamos a
ser? Lo importante está en valorar todo tipo de conexiones que tengan lugar y todo tipo
de actividad que pueda estimular estas conexiones.
IZQUIERDO DERECHO
Secuencial Simultáneo
Lineal Espacial
Lógico Asociativo
de las partes al todo del todo a las partes
Temporal Atemporal
ciadas con este cerebro, primero quiero describir las características de cada hemisferio
para mostrar cómo éstas se relacionan con las inteligencias.
SECUENCIALIDAD Y SIMULTANEIDAD
Lo secuencial es la característica más obvia del pensamiento racional asociado
con el hemisferio izquierdo. Hablamos secuencialmente, una palabra tras la otra. También
intentamos el cómputo en forma secuencial, primero un número y luego el próximo. La
secuencia es paso a paso. Es una sucesión donde cada operación precede a una y sigue a
otra. En el pensamiento racional procesamos en una continuidad secuencial ligada por
razones, causas y efectos. Intentamos concluir o cerrar un proceso antes de iniciar una
nueva actividad: «Déjame terminar lo que estoy haciendo antes de pasar a lo que me
pides».
Por contraste, la habilidad para procesar simultáneamente, abarcar la totalidad de
un vistazo, captar en un abrir y cerrar de ojos, se asocia con el hemisferio derecho. La
persona que tiene tendencia a procesar en este hemisferio, recibe vistazos de la realidad,
percibe campos más y más amplios, reconoce instantáneamente, experimenta momentos
de «¡ajá!», percibe el todo a la vez. En vez de preferir la exactitud, tiene una preferencia
por la generalidad, por ir suavemente y tener vistazos; una preferencia por dejar el proceso
abierto en vez de llegar a conclusiones y poner límites.
LINEALIDAD Y ESPACIALIDAD
Una persona que piensa secuencialmente, ve la realidad en forma lineal; en
cambio, una persona que tiene tendencia a procesar en el hemisferio derecho, la ve en
forma espacial. Nosotros usualmente escribimos linealmente mientras que los vistazos de
pintores, escultores, poetas, músicos y artistas usualmente se presentan en el espacio
interior. Las imágenes pueden estar elaboradas en el espacio exterior en pinturas o
texturas o en las múltiples dimensiones del espacio conocidas como arte. También las
imágenes son elaboradas en el espacio interior de la mente humana y esto sería el arte
interior del soñar despierto, imaginar, visualizar, intuir, o las revelaciones que se nos dan
en experiencias religiosas.
A veces nos sentimos más cómodos en el mundo del espacio, en vistazos
interminables y otras, en la más estricta secuencia lineal, explorando con exactitud hasta
llegar a un cierre o una conclusión.
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LÓGICA Y ASOCIACIÓN
La lógica, el enlace exacto de causa y efecto en el pensamiento racional, es la base
fundamental de la civilización occidental. Es esencial a toda investigación y es la
fundamentación de la ciencia y la academia. La lógica está en la semilla de nuestras
instituciones. El pensamiento lógico es básico para la libertad política. Nos permite
criticar y dudar de las generalidades de los conceptos y programas prometidos por
nuestros políticos en su lucha por el poder.
La mayoría de nosotros tratamos de ser lógicos aunque ésta no sea nuestra
tendencia, porque es el proceso mental dominante en nuestro entrenamiento intelectual y
social. Utilizamos la lógica para defendernos en situaciones difíciles ya sean éstas
profesionales, comerciales, familiares, sociales o políticas.
Por su parte, asociación es característica del hemisferio derecho. Asociar es la
habilidad de hacer conexiones no de tipo secuencial sino de tipo fortuito: vuelos libres,
saltos, relaciones hechas por gusto o tendencia, por preferencias, formas y matices.
Asociar es relacionar con el propósito de que podamos permanecer abiertos a nuevas
conexiones; o descubrir casualmente, deteniéndose a lo largo del camino, saltando
obstáculos, yendo alrededor o más allá de cualquier cosa que parezca ser un
procedimiento fijo. El lector puede identificar fácilmente estos procesos creativos,
evocando la imagen de un artista o de un inventor. Sin embargo, bien podemos
preguntarnos si este proceso creativo es exclusivo de los artistas o necesita estar a la
disposición de todo ser pensante.
antes de siquiera empezar el libro. Algunos podemos hablar pacientemente por frases
hasta llegar a las conclusiones, otros nos aceleramos y tartamudeamos a medida que
vemos vistazos y tratamos de pintar imágenes con nuestras palabras.
Algunos vemos el bosque, otros vemos los árboles. Algunos vemos el fondo, otros
el primer plano. Algunos entramos en un salón y vamos mirando a las personas una por
una; otros ven de un solo vistazo todo el salón y esto les es suficiente.
Una persona con predominio de su hemisferio izquierdo ve las partes primero y
va construyendo una totalidad que para ella se llama «conclusión», «plan» o «sistema».
Llega a la totalidad por medio de las partes, las cuales son denominadas «razones».
Una persona con predominio del hemisferio derecho percibe de un vistazo lo que
para ella parece una totalidad y lo llamará una imagen, una panorámica, una revelación o
también un sistema. El hemisferio derecho llega a las partes luego de haber enmarcado el
todo penetrando o descubriendo las partes en un proceso aleatorio de descubrimiento y
asociación.
Dentro de una misma familia, en una misma oficina, algunos prefieren el conjunto,
el todo; y otros, las partes. Los conflictos surgen a menudo no por el contenido del
problema, sino por la dificultad para lograr un acuerdo sobre cómo comenzar a tratar el
problema. Algunos prefieren empezar enseguida con un detalle o una parte del problema,
confiados de llegar poco a poco al final. Otros necesitan obtener una visión general antes
de empezar a actuar.
Se pueden también generar conflictos cuando se pretende definir cuál de las partes
es más importante para empezar a resolver un problema. De esta manera, una persona de
hemisferio izquierdo podría perderse en definiciones y posponer la acción. Una persona
de hemisferio derecho también puede generar un conflicto, cuando ve un todo y no quiere
que el otro actúe hasta tanto vea la situación tal como él la ve: «Si ni siquiera ves el
problema como yo, entonces, ¿cómo podemos empezar a solucionarlo...?».
Yo veo una parte que necesita atención inmediata; tú ves otras partes o ves «la
totalidad» y no deseas que yo actúe hasta que perciba la situación como tú lo haces. ¿Qué
viene primero, las partes o el todo? Si estás en desacuerdo, ¿tienes que seguir en un
conflicto sin fin o sería posible que apreciaras el lente que el otro está usando?, ¿podrías
aprender del otro o ser capaz de usar ambos lentes tú mismo? Mientras tanto, ¿podremos
nosotros apreciar y utilizar la tendencia más arraigada del otro, ya sea ésta una preferencia
por las partes o una preferencia por las totalidades?
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TEMPORALIDAD Y ATEMPORALIDAD
Algunos tenemos una visión cronológica de la vida separando la realidad en partes
que llamamos: pasado, presente y futuro. Otros vemos todo como eternamente presente
rehusando hacer distinciones de tiempo.
En el hemisferio izquierdo, la medida del tiempo es otro aspecto de lo secuencial.
Imponemos secuencia a la realidad en forma de tiempo. Decidimos que hubo un ayer, hay
un hoy y habrá un mañana. Mientras que el hemisferio derecho percibe en vistazos y
establece su orden por medio del arte o las revelaciones de las religiones, el izquierdo
quiere establecer el orden por medio del tiempo.
Aun dentro de la secuencia de un día, numeramos la hora: «Cierto, son las 4.20
pm». Primero esto, después aquello; ahora son las 6.00 pm, luego las 7.00, después las
8:00. En la semana, ciertamente es necesario saber que hoy es jueves para ver a alguien,
para poder cumplir con nuestros compromisos sociales o para sentirnos seguros. El
tiempo es una construcción social que nos ayuda ante las convenciones sociales. Fue, sin
duda, inventado por el hemisferio izquierdo. En todo caso, el tiempo sólo existe en un
proceso racional y secuencial. Para una persona con tendencias del hemisferio izquierdo,
el tiempo es una realidad. Para una persona con tendencias del hemisferio derecho, la
eternidad es la realidad.
Aquí nuevamente la preferencia o la indiferencia por el tiempo, puede ocasionar
divisiones en una oficina o una familia. «Hay tiempo para todo» dice el hemisferio
derecho de la esposa mientras se maquilla, cuando el izquierdo del marido sabe que faltan
sólo diez minutos para que empiece la película para la cual compraron boletos. Algunos
padres condenan a sus hijos por no actuar «a tiempo» cuando en realidad, un niño que
viva predominantemente en su hemisferio derecho, percibirá como una tontería la
solicitud del padre o más probablemente, ni siquiera captará la orden. Niños, e incluso
algunos adultos de tendencia derecha, toman como inteligente su «soñar despiertos»,
porque dentro de su cerebro hay una plenitud y una riqueza de imágenes que los hacen
sentir inteligentes. Hay para ellos un lugar donde el transcurso del tiempo no interrumpe
ni puede intervenir en su procesamiento mental.
Incluso como intelectuales y religiosos discutimos sobre el origen del universo:
evolución versus creación. El hemisferio izquierdo viendo la realidad a través de una
secuencia de pasado, presente y futuro percibe al universo a través del lente evolutivo,
mientras que el hemisferio derecho percibe la realidad como Un hecho de creación
eternamente presente, la vida sucediendo toda-a-la-vez.
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CAPÍTULO 2
EL PROCESO
El proceso racional nos invita a hacer conexiones de tipo secuencial, lógicas y
precisas, en contraste con el proceso asociativo que nos estimula a hacer conexiones más
generales, de relación y aleatorias.
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nosotros mismos o vamos donde el terapeuta con la esperanza de que otra persona vuelva
a poner todas las piezas juntas.
Es triste que este proceso racional, que ha sido el origen y nacimiento de grandes
filosofías y descubrimientos científicos, pueda dejar al individuo, aun a aquel que está
preparado académicamente, en estado de desorden o conducirlo a un orden rígido,
encasillante, carente de toda flexibilidad. ¿Qué será lo que estamos haciendo mal o no
estamos haciendo? ¿Qué falta?
de entrenamiento adicional. ¿Cuál parece ser la mejor alternativa? ¿Cuál de las hipótesis
tendrías más interés en ensayar?
Procede entonces a comprobar tu hipótesis lógicamente, en forma precisa, paso a
paso, hasta verificarla y ver que funciona en la vida real. Si es así, ¡bien! Si no funciona,
comienza de nuevo con otra hipótesis. No te desanimes, busca alternativas. Los mismos
«quién, qué, cómo, cuándo, dónde y por qué» que utilizaste en el análisis, te sirven ahora
en la búsqueda de una solución. Sigue buscando hasta llegar a una solución que no sólo
te sirva para resolver la situación sino que te capacite para actuar.
Para aplicar la inteligencia racional a ti mismo, hazlo de manera específica. Por
ejemplo: «yo no sé manejar el computador, a veces suenan alarmas o el teclado no hace
que las cosas sucedan de manera correcta». Si lo que falta es entrenamiento, si ése es el
factor crítico, entonces, «puedo llamar a un técnico para que el lunes próximo venga entre
4 y 6 de la tarde a enseñarme lo que necesito saber». Busca lo que falta, busca la persona
que puede ayudarte y el tiempo para estar en contacto con ella. Debes tener como objetivo
final no sólo la comprensión de tu dificultad sino la solución y la acción correspondiente.
Las dudas y las críticas, cuando se combinan con soluciones, pueden ser útiles en nuestro
desarrollo social así como en el personal. Tal como hemos evolucionado desde la mera
crítica de las condiciones del medio ambiente en que vivimos hasta lograr efectivamente
mejorar esas condiciones a través de un método científico, así mismo podemos ahora
evolucionar hacia un proceso racional más completo para desarrollar acciones en la
sociedad humana. Lo que funciona en el ambiente físico externo también lo hará en el
ambiente físico interno ya que todos somos vibraciones físicas. Este proceso racional, en
el que todos estamos parcialmente entrenados, podemos ahora ampliarlo para utilizarlo a
favor de nuestras vidas. El análisis, la comprensión y el entendimiento logrados en la
primera fase del proceso racional pueden ser extendidos a la segunda fase del proceso.
Podemos guiarnos conscientemente hacia nuevas soluciones, inventos y acciones tanto
en nuestra vida personal como social, tal como lo ilustra el siguiente ejemplo.
Marta era la gerente exitosa de una oficina importante de importaciones y
exportaciones en Miami; era su propio jefe y estaba en capacidad de viajar con cierta
frecuencia. Tenía un sueldo excelente y un apartamento sofisticado. A pesar de todo esto,
ella no estaba contenta, no se sentía feliz. ¿Qué estaba faltando? Ella deseaba trabajar en
forma más directa con el público y menos con documentos de oficina. Capaz de aislar
esta situación como el factor crítico, ella nunca perdió de vista las múltiples ventajas que
su trabajo le ofrecía,
52
sino que más bien continuó en su búsqueda e inventó varias posibilidades para ella. ¿Qué
tal si se entrenara en psicología o terapia, o volviera a la escuela de medicina? Entre
muchas alternativas eligió ensayar la posibilidad de que ejercer como masajista
terapéutica podría hacerla feliz. Después de un año de estudio ya estaba convencida que
tenía la base de una nueva carrera y que podía arriesgarse a dejar su trabajo y su
apartamento. Ella pasó dos años aprendiendo y disfrutando. Ahora no solamente trabaja
como terapeuta de masaje, sino que también encontró un segundo esposo y está viviendo
en una bella casa nueva. Este es un ejemplo maravilloso de cómo llevar el pensamiento
racional de la fase analítica hasta el planeamiento cuidadoso de una acción.
crítico al menos durante doce años, y más probablemente a lo largo de los dieciséis años
de todos los estudios escolares. Tengamos presente que este entrenamiento actúa como
un filtro, como un lente a través del cual miramos, esencial para tratar la política, las
ciencias y el descubrimiento, pero demasiado agudo para mirar a los seres humanos.
Cuando conocemos a una persona o cuando nos relacionamos con seres humanos
dondequiera que sea, en el seno de la familia, en la oficina, o en las calles, estamos
mirando a través de ese mismo lente, producto de un intenso entrenamiento. Primero
descubrimos las partes o características importantes y luego llegamos a una conclusión.
Aunque la conclusión sea favorable, aunque la persona nos agrade, vamos a tener una
predisposición automática a criticar o a dudar. «Serán buenos, pero no tanto...» o «ella es
buena en esta destreza, pero me pregunto si sabrá hacer...». «Él es muy interesante o logró
hacer bien tal cosa, pero, ¿no crees que ha debido tomar en cuenta también a...?». Es
exactamente aquí, en nuestra incapacidad o poca habilidad para creer en nosotros o en los
demás, donde podríamos encontrar la causa de una buena parte del sufrimiento humano.
¿Estamos haciéndonos pedazos unos a otros tan fría y específicamente como lo haríamos
con un motor o con un concepto político?
Si continuamos cuestionándonos, ¿terminaremos desmembrados en un millón de
piezas, sin un proceso mental esencial capaz de guiar y relacionar esos millones de piezas?
¿Será que nuestra lógica aplicada al ser humano contribuye a nuestra muerte por entropía,
un proceso de deterioro causado por la práctica de la duda, que va erosionando nuestra
autoestima hasta llevarnos a una rendición y preferir la insensibilidad o un mundo
impersonal? Al no saber cómo vivir bien con las otras personas, puede parecernos
preferible ignorarlas y controlar nuestras vidas por medio de objetos o problemas.
Éste era el caso de Juan. Él se sentía cómodo con el dinero pero no así con la gente
y aún menos cómodo cuando alguna calamidad ocurría a algún miembro de su familia.
Lo vi sobreponerse a una debacle financiera con una lógica cuidadosa y persistente.
Cuando la economía lo golpeó fuertemente, fue capaz de retirarse, analizar las causas,
seleccionar los asuntos principales y desarrollar una visión completa de su situación. Más
importante aún, no se rindió. Fue capaz de comprometerse sistemáticamente en acciones
osadas y conducirse a sí mismo hacia el éxito a través de la crisis. Él sabía cómo
relacionarse con las finanzas.
Sin embargo, cuando su familia fue afectada por la adversidad, aún cuando Juan
podía aplicar sus capacidades analíticas a la situación, fue incapaz de tomar una acción
personal. Podía manejar las dificultades financieras pero
54
no así la posibilidad de que su hija estuviera embarazada sin estar casada. Se atascó en la
fase analítica del pensamiento racional, siendo incapaz de continuar hacia la fase de la
acción porque se trataba de acciones dirigidas a cambiar su propia conducta, así como la
de su hija y su familia. Se molestó mucho con su hija, con su esposa, y buscó
explicaciones racionales. Dudó de todos excepto de sí mismo. Fue incapaz de aceptar que
había algo que estaba faltando en su familia y de tomar una acción, tal como la de ver a
un terapeuta de familia. Dos meses de inactividad le restaron a su familia y a él una gran
cantidad de energía, así como también demoraron una efectiva ayuda emocional para su
hija. En vez de darle esa ayuda, se refugió en el patrón del «orgullo familiar»: «Esto no
puede estar pasándome a mí». Transcurrieron dos años en los que la familia evadió la
situación hasta que el padre le tuvo que prestar atención a la hija debido a un severo
accidente automovilístico que implicó daños a la propiedad pública, y por lo tanto se
había visto ella involucrada con la autoridad. Esta situación derrumbó los muros del
orgullo familiar, y Juan, eventualmente, pudo relacionarse de nuevo con su hija y el bebé.
El proceso racional, que le había servido tan bien a Juan cuando estaba manejando
dinero, le falló cuando tenía que «manejar» a su hija. Aunque el relato ilustra su poca
habilidad para moverse hacia la fase de la acción desde el pensamiento racional, también
puede ilustrar bien su incapacidad para desplazarse a algún otro proceso mental. El mundo
occidental se enamoró del proceso racional porque dio buenos resultados al aplicarlo
sobre el medio ambiente físico. Pero, ¿es seguro, es apropiado depender solamente de
este proceso para el desarrollo de nuestro medio ambiente humano? Existen otros
procesos, otras maneras útiles de hacer conexiones en la neocorteza, tal como veremos en
el próximo capítulo.
Ejercicio
Ejercicio
CAPÍTULO 3
sin permitir interrupciones por crítica, oposición o explicaciones. Cuando la gente trabaja
con «lluvia de ideas» no discute ni considera la causa de sus ideas o posibles efectos de
las mismas, simplemente ofrece sus opiniones y pensamientos sin explicaciones. Los que
escuchan no argumentan con ideas, sino que continúan ofreciendo más ideas. Las
investigaciones recientes sobre el cerebro escindido apoyan la propuesta hecha por de
Bono acerca del pensamiento lateral, de la misma manera que las inteligencias asociativa,
espacial e intuitiva propuestas en este libro complementan su trabajo.
enorme que le da sombra a tu casa y que al verlo te recuerda que «estás llegando a casa».
Este significado puede acompañarte toda tu vida.
Las conversaciones. Si en conversaciones en la casa o en reuniones de oficina
tiendes a aburrirte, puede ser que estés esperando por la conclusión de lo que los otros
están diciendo, en lugar de asociar lo que dicen con tu propia vida. El proceso asociativo
te concede libertad para acercarte a lo que te interesa y buscar el significado que ello tiene
en tu vida. Entonces, si lo deseas, haz asociaciones con todo lo que te rodea, para que el
ambiente se convierta en una fuente de recursos activos para tu vida.
La religión. También puedes utilizar la inteligencia asociativa para darle
significado a tu religión. La iglesia o el templo no están hechos sólo de piedra sino de
todos los sucesos que tú has vivenciado allí y valoras lo suficiente como para recordarlos.
La estatua de la Virgen María no está hecha sólo de yeso y pintada de azul y blanco, sino
que está allí, de pie ante ti, para inspirarte con tus asociaciones acerca de la feminidad, y
la bondad. A medida que te asocias con su bondad u otras de sus características, ella se
vuelve más cercana a ti y su significado se profundiza en ti. Por lo tanto, una estatua de
piedra puede convertirse en una guía para tu vida por medio de tu inteligencia asociativa
activa. Es tu cerebro, tu enfoque en las asociaciones, el que la convierte en algo
significativo para ti.
La oficina. El computador en tu oficina puede ser un frío cajón gris frente al que
estás obligado a sentarte. O puedes convertirlo, con tu proceso asociativo, en un mago
que aparece al toque de la punta de tus dedos. Repentinamente aparece frente a ti ese
lenguaje que, segundos antes, estaba escondido profundamente en tu cerebro. Era
difícilmente visible para ti mismo, sin hablar del público que lo verá tan pronto como el
mago lo deje pasar a través de las manos de su asistente favorita, la impresora.
El cuerpo. Este proceso de asociación no tiene fin, es un proceso de convertir algo
aparentemente impersonal en algo nuevo y rico en significado para tu vida personal.
Considera tu cuerpo, ese contexto personal en el cual vive tu poder de concentración.
Puedes darle nuevos significados a las partes de tu cuerpo, aun cuando ya han sido
previamente definidas y clasificadas. Tu mano derecha puede ser, por ejemplo, una mano
de carne y hueso o puede tomar un significado más amplio si la asocias con tu actuar en
el mundo consciente. Tus pies pueden ser pies o pueden «estar de pie» en el mundo.
Michaeleen Kimmey, terapeuta y sanadora de Hartford en el estado de Connecticut,
Estados Unidos, y cuyo libro sobre el mapa del cuerpo está en proceso, ha dibujado
asociaciones para cada una de las partes del cuerpo. Tú puedes hacer tu propio
62
mapa corporal relacionando las partes de tu cuerpo, bien sea a sus funciones físicas
naturales o a cómo dichas partes interaccionan con el mundo.
Sólo necesitas entender que esas asociaciones constituyen tu propio lenguaje, el
lenguaje que tu cerebro ha decidido utilizar en relación a tu cuerpo. Esto no es nada
misterioso. Es tu cerebro, y no el de otro, el que está estableciendo las etiquetas y esto
puede permitirte estar más alerta a las señales de dolor o de emoción. Este proceso de
asociación e interpretación no excluye el proceso convencional de etiquetar y de
interpretar del médico. Es más bien un proceso adicional que puede ponerte alerta al
lenguaje de tu cuerpo antes de que te sea necesaria la ayuda profesional de un médico.
Haciendo asociaciones con tu cuerpo, estimulas y enriqueces la relación mente-cuerpo.
El planeta. Este mismo proceso de asociación activa es el que nos inspira a mirar
hacia la luna y las estrellas en busca de orientación y guía para nuestro diario vivir. Las
partículas de luz y la gran esfera blanca que ilumina nuestra tierra por la noche, han
iluminado por siglos la mente de hombres y mujeres. A lo largo de la historia y en todas
las culturas, el sol y la luna, el cielo y la tierra, lo finito y lo infinito, han inspirado
asociaciones humanas registradas en diversas formas de arte y religión. Ahora la imagen
de un planeta azul-verdoso suspendido en el espacio nos llama a establecer nuevas
asociaciones, así como a la unión de asociaciones provenientes de diversas culturas.
Existen muchos tipos de historia: la historia de las naciones, de las culturas, de las
guerras, del arte y de la ciencia. Los arquetipos son historia registrada por medio de las
personas más que a través de los eventos. La conexión con los arquetipos por medio de
la inteligencia asociativa nos permitirá llegar más allá de nuestra cultura particular para
lograr un mayor aprecio por la vida en este planeta. Los arquetipos son historia humana,
una historia grabada a través de la forma humana y, por lo tanto, disponible a nosotros
como un recurso humano.
Los arquetipos son configuraciones de energía derivadas de la experiencia de
grandes culturas que capturaron la esencia de la energía vivida a lo largo de la historia
humana. Son patrones permanentes de asociaciones registrados y mantenidos a lo largo
del tiempo que ahora están a nuestro alcance para guiarnos. En las obras de Joseph
Campbell y Jean Houston, filósofos y psicólogos líderes en el campo de la mitología y la
historia, encontramos registrados los arquetipos o figuras sabias más importantes
extraídas de las culturas orientales y occidentales de Grecia, Egipto, India, China,
Indonesia y de los pueblos indígenas del mundo. Depende de nosotros seleccionar
arquetipos para nuestra información y enriquecimiento. ¿Con cuáles nos identificamos?
¿Vamos a aprender de Isis de Egipto, de Perséfone de Grecia o del Coyote de
63
Por otra parte, en su arte y sus acciones, sus mentes están llenas de ricas imágenes, quizás
demasiado ricas para ser colocadas en un orden secuencial. ¿Son incapaces? o ¿son
meramente más fuertes en las capacidades del hemisferio derecho las cuales no están
incluidas ni en el curriculum ni en la enseñanza de la escuela básica? Yo creo que hemos
creado «la enfermedad» de la dislexia y de las dificultades de aprendizaje por la estrechez
del curriculum y la exclusión de capacidades del hemisferio derecho desde los primeros
años escolares. ¿Será el estudiante el incapaz, o será que la escuela es incapaz de ponerse
al día con las investigaciones recientes acerca del cerebro?
En la Escuela Experimental Mead para el Desarrollo Humano que fundé con la
ayuda de muchos otros en Greenwich, Connecticut, Estados Unidos, se les ofrecía a los
estudiantes arte, música y otras materias, para su elección, desde el primero hasta el sexto
grado. Aunque se les recordaban «sus obligaciones» de lectura y matemática, se les
permitía pasar más tiempo en deportes y arte, si ellos escogían hacerlo así. Al final del
quinto grado, todos los alumnos estaban nivelados y algunos llegaban hasta estar tres años
por encima del nivel del grado. Basada en esta experiencia, pienso que podemos eliminar
la etiqueta «dificultad de aprendizaje», ofreciendo a los estudiantes la oportunidad de
escoger materias que favorezcan el hemisferio derecho, mientras que al mismo tiempo,
mantenemos ante ellos la necesidad de completar tareas en el izquierdo. Al obligarlos a
ir directamente al hemisferio izquierdo cuando es su lado más débil, estamos creándoles
la dificultad de aprendizaje. Durante los primeros años, deberíamos reforzar la tendencia
mental más fuerte en todos los estudiantes, ofreciéndoles tareas y materias para ambos
procesos, el del hemisferio izquierdo y el del derecho.
¿Puedes imaginar cómo serían nuestra educación y nuestra sociedad si el
desarrollo del hemisferio derecho fuese igualmente exigido en nuestras escuelas?
Imaginemos que fuera tan importante escribir poesía como escribir párrafos; tan esencial
observar y experimentar con los seres vivos de la naturaleza como la capacidad de leer
textos de ciencias; tan importante el arte como la matemática; tan importante hacer
trabajos espaciales en geometría básica como trabajar en computación; tan importante
tomar fotografías y dibujar, como leer libros; tan necesario hacer asociaciones libres no
secuenciales como hacer conexiones de tipo secuencial. ¿Cuánto hemos perdido, como
cultura, por no enfatizar el desarrollo de ambos hemisferios?
Las relaciones humanas. Finalmente, la inteligencia asociativa es la forma de
inteligencia que yo creo necesitamos si vamos a relacionarnos mejor unos con otros como
seres humanos, si es que alguna vez vamos realmente a
67
lograr una sociedad más humana más que una simple sociedad compuesta por humanos.
Nuestro pensamiento racional con su énfasis en las conclusiones y su requerimiento de
una duda y cuestionamiento continuos está inhibiendo el desarrollo de una sociedad más
humana.
Cuando alguien que te es presentado por vez primera trata de comprenderte
añadiendo esto y lo otro o peor aún, resume lo que es aparente en ti y concluye que ya te
conoce, tú, ¿cómo te sientes? ¿No sientes profundamente dentro de ti que eres mucho más
complejo que cualquier resumen que alguien pueda hacer de ti? ¡Solamente tú puedes
conocer tu propia complejidad! Cuando intentamos compartir nuestras conclusiones
acerca de cada uno de nosotros, las fallas en la comunicación se vuelven inevitables.
¿Quién puede sumar, restar, analizar las partes de un campo en constante movimiento
como es el ser humano, un campo de energía constituido por billones de células? Con el
pensamiento racional hemos aprendido a identificar algunas partes de la persona, hemos
aprendido a resumir esas partes, y luego a proceder a criticar y dudar. «¿Será verdad que
ella es así.,.? Aunque ella sabe esto, probablemente no será capaz de hacer esto otro...».
Con el pensamiento racional, tenemos la tendencia a creer cada vez que
conocemos a alguien que la experiencia es completa: «Sí, conocí a una persona que es
así, que hace tal cosa..., creo que podría... o debería...». Creemos conocer a esa persona,
cuando lo que conocemos realmente son solamente sus características más obvias. Más
aún, nuestro entrenamiento mental racional nos predispone a criticar, dudar y concluir.
La conclusión es un juicio y una trampa mental que limita severamente nuestro viaje de
exploración y descubrimiento del otro ser humano.
Considera esta alternativa: el uso de la inteligencia asociativa con los otros seres
humanos. ¿Cómo comenzar? A medida que te encuentres mirando a otro ser humano,
registras una vasta área de movimiento, una posibilidad sin fin de descubrimiento,
billones de células. Alguna energía del otro es evidente, otra está oculta, disponible sólo
por vistazos. Pregúntate a ti mismo, qué puedes encontrar allí que te agrade. ¿Qué te
gusta? ¿Qué puedes intuir? ¿Con qué puedes relacionarte? ¿Qué es lo que te afecta, te
conmueve, te emociona, te interesa y enciende la chispa de tu curiosidad? Miras a la otra
persona buscando lo que te intriga de ella. No puedes conocer al otro, medirlo,
comprenderlo de verdad, pero sí puedes captar una ráfaga de él. ¿Qué hay allí? ¿Qué está
pasando? Tus ojos, tus oídos, tus sentimientos, tus hemisferios cerebrales están todos
despiertos en este viaje de descubrimiento, el cual comienza con una conexión, con un
eslabón. Comienza
68
con algo que te guste, como una blusa bonita, unos ojos oscuros, una idea expresada, algo
bien hecho, la amabilidad o la sensibilidad de la otra persona. El proceso continúa
mientras tú expresas lo que está pasando dentro de ti y entonces le das tiempo a la otra
persona para responderte. Los dos van y vienen como en un relevo, relacionándose
primero uno, luego el otro, en continua conexión.
Cuando concluyes o cierras tu mente a lo que está sucediendo, pierdes este proceso
de conexión. Puedes continuar una relación cuando encuentras nuevos aspectos que te
interesan, que te emocionan o que aprecias en el otro. Solamente tienes que expresarlos
y esperar una respuesta, para continuar explorando la relación.
El asunto no está en qué tipo de persona es alguien, sino cómo será tu relación con
ella. El punto tampoco es si la otra persona es tediosa o interesante, sino en cómo están
juntos. ¿Cómo es la energía o la comunicación que emerge entre ustedes? ¿Será la
comunicación entre ustedes una comunión agradable o bloqueada, plena o mínima, de
alta calidad o con interferencias? Comiencen el contacto con un proceso de asociación y
sigan su comunicación buscando asociaciones, buscando maneras de relacionarse el uno
con el otro.
Tú y yo queremos ser percibidos directamente, con una percepción fresca; no
queremos ser categorizados, comparados, resumidos. Lo que nos encantaría es que la otra
persona se enlazara con algún aspecto que le agrade, que disfrute, que le interese o le
despierte la curiosidad. Queremos unas conexiones precisas a medida que nos exploramos
el uno al otro.
Lo que me entusiasma y lo que estoy tratando de promover es lo conectivo de la
vida. Lo que estoy proponiendo con la inteligencia asociativa es que la comunicación se
vuelva exploración y descubrimiento. Lo que yo deseo es alcanzar, acercarme y
asociarme con cualquier aspecto que me interese de otro ser humano. Lo que me
emociona es que al entrar en el pensamiento asociativo, tengo a mi disposición un proceso
para explorar, descubrir, hallar algún aspecto que pueda apreciar de cada ser humano.
Cuando estoy con otra persona, ando buscando algo que pueda disfrutar de él. De este
modo el contacto con todo ser humano se torna exploración y descubrimiento. Asociar
—nótese el contenido social en la palabra misma— es un proceso mental necesario para
incrementar nuestras conexiones humanas dentro de la sociedad. Con esta herramienta,
puedo apreciar algo de todo ser, de toda cosa. Yo no viviría más en este mundo sin ella.
Con ella, me siento a salvo y capaz de encontrarme con cualquier persona, de ir a
cualquier sitio.
69
a quienes ella dirigía, y con quienes trataba de relacionarse todos los días. Estaba
confundida con las acusaciones que ellos le hacían de ser demasiado fuerte y
manipuladora. Se veía a sí misma como inteligente, interesada en el bienestar de su
equipo, y razonablemente diplomática al hacer sugerencias. Cuando llegué a conocerla
descubrí que había desarrollado su inteligencia racional como un medio de sobrevivencia
en su niñez. Su madre había fallecido a muy temprana edad, el padre faltaba desde su
nacimiento y sus hermanos vivían con familiares. No era sorprendente que ella tratara de
controlar su medio circundante y todos los que estaban en él con sus habilidades
racionales. Era una solucionadora de problemas y una gerente. Las posibilidades de
establecer asociaciones amistosas, de usar la inteligencia asociativa, no formaba parte de
su educación.
Cuando Luisa comenzó a darle tanta importancia a las asociaciones como le daba
a la razón, comenzó a mirar a la gente de su oficina de una manera diferente.
Conscientemente escribió lo que apreciaba de cada uno y comenzó a sentirse más cómoda
con la gente, a su alrededor, le encontró significado a cada uno y el ambiente cambió.
Personalmente, Luisa pasó de ser una persona tímida con una recia apariencia fuerte, a
ser una persona que ahora se relaciona con facilidad.
Ejercicio
Construyendo significado
Practica este ejercicio en cualquier reunión social o de trabajo. Es especialmente
importante practicarlo en cualquier momento que sientas que estás perdiendo el interés o
en situaciones en las que te sientas aburrido.
a. Abre tu sistema de creencias a la idea de que todo está interconectado y, más
precisamente, a la posibilidad de que cualquiera puede ser un recurso activo para ti y
relevante para el bienestar de tu vida.
b. Limita la tendencia de escuchar para criticar, comparar, concluir, dudar o
cuestionar.
c. Cuando otros hablen, intenta asociarte con lo que están diciendo. Deja pasar lo
que no es de tu interés para poder seleccionar y enfocar en las conexiones que tienes con
lo que ha sido dicho.
d. Integra lo que has seleccionado, dándole sentido para tu vida. Siéntete con libertad
para otorgarle tu propio significado.
72
Ejercicio
El pensamiento apreciativo
Practícalo con todas tus relaciones humanas.
a. Aclara tu sistema de creencias en relación a la complejidad del ser humano.
Encuentra una manera de entender que los seres humanos son algo más que su forma
visible, bien sea que te refieras al ser humano como un sistema de energía irradiando
diferentes vibraciones o como un ser compuesto de innumerables células. Encuentra tu
propia manera de interesarte en todo lo que puedes descubrir en el otro.
b. Mira y escucha activamente a la otra persona. Busca algo que puedas escuchar o
ver que te guste del otro.
c. Cuando encuentres algo que te guste, disfrútalo dentro de ti y exprésaselo a la otra
persona.
d. Recordando algo que aprecias puedes mejorar tu estado de ánimo en cualquier
momento del día.
NOTAS
1. Edward de Bono, Lateral Thinking, New York, Harper y Row, 1973.
2. Jean Houston, «Concept louses up percept», The Possible Human, Los Ángeles,
J.P. Tarcher Inc., 1982, P-33.
3. Citado en The Brain: Mystery of Matter and Muid, Washington, US News Books,
1981, p. 77.
73
CAPÍTULO 4
También existen las conexiones táctiles, formadas por el tacto; las olfatorias, formadas
por los olores y las sensaciones de sabor que aparecen cuando colocamos un nuevo
alimento sobre la lengua. La lengua recibe una variedad de estímulos, pero sólo cuando
esos estímulos llegan a la neocorteza es que podemos comunicarlos, lo cual podemos
hacer por medio de la palabra, por un profundo sonido de placer, por alguna imagen visual
que sirve para compararlos con la experiencia, o alargando nuestra mano para tomar otro
pedazo de esa tarta de manzana.
Algunas personas reciben principalmente sonido, verbal o musical; otros,
imágenes visuales; otros, fragancias. Algunos reciben una mezcla de todos los sentidos.
La sinestesia es el fenómeno de esta mezcla, a menudo descrita por individuos altamente
creativos2. Algunos perciben los colores de los sonidos, algunos los colores de las
palabras, algunos imaginan con colores, algunos sienten los sonidos, y otros escuchan
palabras asociadas con sonidos. ¿Será ésta una habilidad innata? o ¿será que la gente
creativa trabaja más fuertemente para crear y al hacerlo estimula más a sus sentidos, que
inundan los axones y dendritas y producen así nuevas conexiones? ¿Será que ellos son
capaces de sintetizar las entradas de los diversos canales de los ojos, nariz, oído, boca y
piel? ¿Serán ellos personas que han desarrollado ambos lados del cerebro como también
grandes áreas del hemisferio derecho? o ¿será la sinestesia una versión más desarrollada
de la inteligencia espacial?
Hemos descrito a la neocorteza como una vasta área de axones que envían energía
y de dendritas que la reciben. A pesar de que los científicos han asociado las funciones
con ciertas áreas, también hay vastas zonas que todavía permanecen sin asociar. Si
nuestros billones de células son capaces de producir cuatrillones de conexiones, entonces
éste sería el espacio al que debemos atender. Es aquí, en la neocorteza, que existe un
espacio infinito dentro de nosotros.
Mi propia experiencia me sugiere que este infinito parece relacionarse con ambos
espacios, tanto con el espacio externo como con el interno. Algunas veces con mis ojos,
oídos u otros sentidos abiertos y dirigidos hacia afuera, en exploración del mundo; otras
veces orientado hacia dentro con mis ojos y sentidos cerrados para así poder lograr una
concentración y exploración más profunda dentro de mí. El espacio externo es aquel que
recibimos por medio de los sentidos. El espacio interno está ubicado dentro del cerebro.
Cuando yo busco y veo, con mis ojos abiertos, estoy usando mi inteligencia visual
en un nivel externo, y el resultado puede ser una interpretación
75
artística de lo que veo o una acción basada en ello, o que por lo menos toma en cuenta lo
que estoy viendo. Algunas personas procesan los datos visuales de una manera rápida y
pueden aprehender variados aspectos de una situación compleja solamente estudiando la
situación visualmente. Podríamos decir que son personas capaces de medir la situación
fácilmente, o tomar todo en consideración. Sin embargo, la inteligencia visual también
existe en el plano interno. Para algunos, la riqueza de imágenes visuales constituye un
proceso de pensamiento; ellos llegan a conclusiones procesando series de imágenes
internas. Un pensador visual interno entonces puede necesitar comunicar esos resultados
a otros por medio de dibujos o trasladando las imágenes a palabras utilizando metáforas
o descripciones verbales variadas.
INTELIGENCIA ESPACIAL-AUDITIVA
Todo lo que he escrito en este libro he tratado de experienciarlo antes. Propongo
lo que es posible aprender en cada inteligencia. En este caso, como no soy una artista
musical, no me siento capaz de elaborar mas profundamente este proceso de pensamiento.
Aún así, estoy convencida que existe esa capacidad de oír internamente, en la que los
músicos reciben imágenes de sonido con las que componen su música. Aquellos que oyen
sonidos internamente, tienen una inteligencia espacial auditiva que es más profunda que
la capacidad media de escuchar.
Quiero decir, que ambos espacios, el externo y el interno, también existen en el
sentido auditivo. En el plano externo, algunos de nosotros somos unos escuchas muy
alertas, conectando e interpretando una variedad de sonidos. Un oyente alerta no sólo
escucha el sonido sino que lo conecta con un significado. Un escucha tanto alerta como
activo es capaz de oír por un largo período de tiempo, captar las palabras y tonos de voz
y llegar a significados comprensivos o muy sofisticados. En contraste, el oyente
impaciente oye unas pocas frases y reacciona antes de haber tenido tiempo para encontrar
ya sea el mensaje o el significado. El escuchar activamente —esperar hasta oír el mensaje
que una persona está tratando de enviar-, forma parte de la mayoría de los cursos sobre la
comunicación. Escuchar adecuadamente no sólo significa tener paciencia; también
consiste en tener inteligencia auditiva, -conectar el significado interno a un sonido
recibido del ambiente externo-. Los músicos tienen una habilidad con el sonido que refleja
ambas dimensiones, la externa y la interna. Ellos oyen sonidos y música y son capaces de
76
comunican este nivel interno por medio del movimiento de sus cuerpos, lo cual es
considerado por muchos como una forma de arte, a pesar de que no es expresado a través
del sonido ni de la vista.
Algunos de nosotros disfrutamos de los olores, tomando el aroma de las flores o
los olores de la cocina o el perfume de un ser querido. ¿Cuán profundamente permitimos
que los olores nos afecten? La aromaterapia afirma que nos podemos sanar a nosotros
mismos integrando a un nivel más profundo las esencias de las flores. Sabemos que los
bulbos olfatorios forman parte de nuestro sistema cerebral de las emociones, luego
ciertamente las fragancias afectarán nuestro estado emocional. Aquellos que integren
estas conexiones de una manera más exhaustiva dentro de sí mismos pueden también
producir alguna forma de sanación.
Lo que está ocurriendo en los ejemplos anteriores es algo más que una conexión,
ya sea que el origen esté en los sentidos o provenga de las otras estructuras cerebrales
hacia la neocorteza. En el pensamiento racional utilizamos la palabra comprender para
comunicar que a unnivel de pensamiento ha tenido lugar un tipo de conocimiento más
incluyente, amplificado y sofisticado. Las experiencias de los atletas, músicos y pintores
indican que necesitamos una palabra similar a la comprensión que tome en cuenta los
procesos más profundos del hemisferio derecho así como lo que se recibe de los otros
sistemas cerebrales. El término inteligencia espacial es el más apropiado para este
fenómeno que integra o sintetiza las entradas de los sentidos o de los otros sistemas
cerebrales de una forma que va más allá del pensamiento racional o asociativo.
Nuestra neocorteza es una red espacial en potencia esperando a ser activada. En
el juego depinball uno trata de dirigir la pelota para que ésta le pegue al mayor número
de estaciones como sea posible. De la misma manera, con la neocorteza, nosotros
debemos enfocar nuestra atención para que se activen o enciendan tantas áreas como sea
posible. La inteligencia mental habrá avanzado cuando veamos que nuestra labor consiste
en hacer o establecer tantas conexiones como sean posibles, más que en tratar de
determinar un cociente fijo o una capacidad fija. Nuestro cociente puede cambiar
diariamente si ejercitamos la red mental, si permitimos que se establezcan conexiones
desde todos los sentidos o si nosotros conscientemente dirigimos nuestra atención hacia
la activación de unas áreas después de las otras. Podemos desarrollar más el sentido de la
vista o de percibir sonidos, la habilidad de la palabra o la música, el sentido del olfato o
del tacto, el sentido del gusto o la habilidad de sentir cualquier sentimiento, o lograr un
sentido del esta-
78
do de alerta del cuerpo propio. Sin embargo, tomando como imagen de la neocorteza un
telar encantado o la máquina de pinball —la que prefieras— lo que importa es permitir
todo tipo de entradas, de estímulos, que informen a nuestra neocorteza lo más a menudo
posible. Lo que interesa es el hecho de enviar impulsos a los axones y dendritas de manera
que una mayor cantidad de sinapsis se puedan formar y sintetizar. Lo importante es usar
nuestra concentración sobre el plano interno de la realidad tanto como sobre el plano
externo. «Los dos tipos de espacio, el espacio íntimo y el espacio exterior, siguen, en su
desarrollo, animándose el uno al otro»3.
Una representación completa de la inteligencia espacial de por sí se llevaría un
libro, que incluiría no solo la espacial-visual como aparece descrita a continuación, sino
también las inteligencias espacial-auditiva, espacial-olfatoria, espacial-táctil y espacial-
kinestésica, reuniendo así la experiencia de artistas, pintores, músicos y clari-audientes,
como también la de aquellos que poseen un alto desarrollo de sus otros sentidos como el
del olfato, gusto y tacto4.
LA INTELIGENCIA ESPACIAL-VISUAL
Después de ver en la televisión el noticiero de la noche, algunos recordamos las
palabras y casi todos recordamos al menos algunas de las imágenes presentadas. Los
espectáculos de la televisión y las películas están compuestos por imágenes y las palabras
se añaden para detallar, describir y a veces hasta pienso que están allí sólo porque estamos
acostumbrados a la voz humana. Generalmente los presentadores son escogidos por la
buena impresión visual que ofrece su aspecto físico. Los relatores de noticias también son
escogidos por su impacto visual, y en general son pocos los que ha habido que sean
brillantes racionalmente y que no sean atractivos visualmente. Tanto los programas de
televisión como las películas cinematográficas son presentaciones visuales en las cuales
la comunicación del pensamiento se realiza a través de la imagen.
Mientras que las palabras y los números requieren una presentación lineal a través
de la escritura o la voz, la imagen requiere de una presentación
79
espacial a través de la pantalla del televisor, la pantalla del cine, o del arte bidimensional
o tridimensional.
Cuando leemos novelas o poesía, las imágenes que tienen lugar dentro de nosotros
son a menudo más poderosas que las imágenes que vemos proyectadas por la televisión
o el cine. Cuando leemos una novela, somos directores de nuestro propio cine interior,
visualizando imágenes para enriquecer el contenido de lo que estamos leyendo. No cabe
duda que tenemos más tiempo para inventar imágenes leyendo en las páginas de un libro,
que viendo un programa de televisión o una película.
Las imágenes fueron el medio de comunicación anterior a la escritura. Las
pinturas de las cavernas de Lascaux en Francia o las pinturas sobre piedra descubiertas
en Guri (en la Guayana venezolana), y en el mundo entero, revelan nuestras formas
tempranas de inteligencia espacial-visual. Siglos después, con la invención de la
imprenta, las palabras tomaron la delantera a las imágenes.
Fue el libro el que le confirió poder a la palabra y al pensamiento racional,
restándole poder al arte y a la música que eran las tradicionales formas de pensamiento.
Ahora la televisión y el cine han revertido esta tendencia. Así como los libros hicieron
ampliamente accesibles a las palabras, ahora la televisión y el cine hacen que las imágenes
estén más a la disposición de todos. Hoy en día las imágenes de la televisión parecen tener
más poder que la palabra, o ¿será que pasamos más tiempo viendo la televisión que
leyendo libros?
Nuestra educación y nuestra élite intelectual ha quedado rezagada en esta lucha
entre libro y televisión. Valoramos y enseñamos la palabra por medio de la inteligencia
racional mientras que fuera de la escuela, los estudiantes pasan mucho más tiempo frente
al televisor, con unas imágenes que hacen poco por desarrollar las sutilezas de la
inteligencia espacial-visual. ¿Cómo sería tener un país con una población visualmente
inteligente? ¿Cómo sería la vida si aprendiéramos a discernir lo provechoso de la imagen
de la televisión, del mismo modo como lo hemos aprendido a hacer con las palabras del
periódico o de libros? ¿Pudiéramos visualizar tanto como razonar las soluciones los
problemas del mundo? ¿Sería posible aprender a inventar a través de conexiones visuales
continuas? ¿Se tornarían más estéticos nuestros hogares y ciudades si pudiésemos
visualizarlos internamente antes de construirlos? Si valoráramos verdaderamente lo
visual, en vez de utilizarlo casualmente, estaríamos educándonos visualmente y esto se
reflejaría en nuestra manera de tratar los espacios de nuestro ambiente. La riqueza de lo
visual no se limi-
80
taría al artista y al museo; lo estético sería la norma. ¡Qué retroalimentación tan poderosa
sería vivir en la belleza!
Debemos sobrepasar esta lucha de opuestos elevando el pensamiento visual a
igual categoría que el pensamiento racional, educándonos o desarrollándonos en ambos,
para sanar la separación existente entre la élite artística y la élite intelectual, entre el
museo y la biblioteca, entre la televisión y el libro.
El intelecto y la imaginación están ubicados en partes diferentes del mismo
cerebro humano. Ellos son dos procesos del mismo sistema cerebral, ambos contribuyen
a nuestra inteligencia.
En el proceso visual vemos imágenes, ya sea externamente como ocurre cuando
vemos un crepúsculo, una buena película o una obra de arte en un museo, o internamente,
cuando imaginamos o meditamos. Podemos utilizar nuestra capacidad de visualizar,
imaginar, pensar internamente sobre cómo será un proyecto, cómo lucirá un producto, un
plan, o incluso considerar cómo será el día o el mes siguiente. La visualización es otra
forma de planificación, y se puede utilizar sola o junto con el análisis. El análisis se enfoca
sobre los datos evidentes en el presente, mientras que la inteligencia visual se enfoca en
ver una imagen interna de cómo va a resultar algo en lo inmediato o en el futuro. Por
ejemplo, una vez analizada la información que deseo presentar en un taller, entonces
comienzo con un proceso de visualización en donde veo cómo voy a presentar los
ejercicios, qué respuestas puedo recibir o los cambios que debo realizar y cómo se va a
ver en el momento de la presentación final. El proceso de visualización me aporta una
mayor seguridad, tal cual como si se hubiera llevado a cabo un ensayo de todo ello.
¿Qué son las imágenes? Las imágenes son configuraciones de energía así como
los pensamientos y los sentimientos también lo son. En una imagen, la energía se forma
como retrato en vez de como frase o sentimiento. Las imágenes no son necesariamente
imaginarias. Algunas reflejan la verdad externa, mientras que las imaginarias son pura
inventiva. Por ejemplo, puedes tener una imagen de una casa que refleja una casa que
realmente existe o puedes tener una imagen imaginaria, que es la de una casa que no
existe en la realidad externa sino que sólo existe en tu realidad interna. Tenemos el hábito
de identificar el proceso total de la visualización con la imaginación, y tendemos a
identificar las imágenes tanto con la imaginación como con el arte. Más aún, estamos
acostumbrados a llamar a nuestras imágenes internas «fantasías» o alucinaciones, lo que
lleva a negar el poder de nuestra inteligencia espacial-visual.
La fantasía y la alucinación pueden ser dañinas si nos quedamos atados a ellas o
las identificamos como pertenecientes a la realidad externa. Si tengo
81
la fantasía de ser Napoleón, y así lo creo, esto ciertamente puede llevarme a cometer
acciones externas extrañas o dañinas. Pero sería tan dañino «pensar» que soy Napoleón,
como «imaginarme» a mí mismo como Napoleón. El asunto está en darnos cuenta que
ambos, el pensamiento y la imagen, son realidades internas que pueden corresponderse o
no con realidades externas. Tanto el pensamiento como la imagen pueden ser imaginarios.
Sólo podremos saber qué son si estamos dispuestos a verificar ambos, pensamiento e
imagen, con los hechos externos.
Socialmente estamos acostumbrados a identificar al pensamiento con la realidad
y a la imagen con lo imaginario o la fantasía. Por costumbre creemos que uno de esos
elementos es real y el otro no lo es. Lo que debemos hacer, ahora que conocemos las
dinámicas del hemisferio derecho, es reconocer a ambos como configuraciones mentales
que deben ser verificadas cuidadosamente con la realidad externa. Si estamos interesados
en nuestro desarrollo mental, sería importante despojarnos de los prejuicios racionales en
contra de la visualización. Una imagen es una configuración mental tan clara como lo es
un pensamiento. Una se expresa como retrato; lo otro, como frase. Ambos, pueden
conformar o no la realidad.
Hasta la hipótesis, tan central en el pensamiento científico, es una proyección de
la imagen de lo posible. La ciencia tiene el hábito y los procesos para verificar hipótesis
hasta probarlas como ciertas. ¿Cuántas hipótesis o imágenes proyecta la mente antes de
lograr una que sea verificable y útil? Este proceso de proyectar continuamente imágenes
es la inteligencia espacial-visual.
La configuración de imágenes, lo imaginario, la fantasía y la hipótesis son todas
funciones mentales de la inteligencia espacial-visual que puedes honrar, hacer realidad y
hacer parte de tu habilidad mental. Formando imágenes en tu mente, no sólo puedes
enriquecer tu vida y mejorar el poder de tu cerebro, sino que también puedes utilizar esas
imágenes para que te guíen en tu vida diaria. Las imágenes son información, información
real, utilizable en cualquier rango de la realidad que desees vivir: en lo imaginario, lo sutil
o lo externamente real. La inteligencia espacial-visual es un proceso mental que activa la
neocorteza a un nivel más profundo que la inteligencia asociativa. Utilízalo para tener
acceso a una mayor información acerca de tí mismo.
¿Cómo podemos estimular el desarrollo de una población visualmente inteligente?
No sólo a través de la «expresión creadora» en los primeros grados sino también
incorporando el pensamiento visual a las matemáticas, a las clases de castellano y de
literatura, de historia y de ciencias a todo lo largo
82
del sistema educativo. Un ejemplo impresionante del uso del pensamiento visual en clase
de matemáticas surge de una experiencia en la Escuela Mead. Carlos amaba el arte y los
deportes. Aprendió a leer tardíamente y estaba interesado en las matemáticas, pero con
poco éxito. Cuando estaba en el quinto grado, la maestra de matemáticas decidió enseñar
la materia por medio de la visualización interna. Nadie podía tocar el lápiz hasta tener la
respuesta del problema, lista para ser escrita. Ella le dijo a los estudiantes que algunos
niños necesitan usar un lápiz para discernir todo en el papel, pero que otros eran tan
inteligentes que podían solucionar los problemas a ojos cerrados y sin escribir. Carlos lo
creyó así. Aparentemente liberado de la necesidad del procesamiento secuencial, él fue
capaz de procesar numerosos y complicados problemas de multiplicación y división,
llegando a las respuestas correctas.
Yo no sé exactamente qué tipo de planeamiento visual interno fue usado por
Carlos, pero sí sé que en todas sus materias él tenía una preferencia por el hemisferio
derecho. Sólo puedo suponer que cuando él trataba en forma escrita de desarrollar el
proceso secuencial involucrado en las matemáticas, se sentía constreñido y forzado a
utilizar el hemisferio izquierdo, donde él había desarrollado un número inferior de
conexiones sinápticas que en el derecho. Resumiendo, él se veía forzado a utilizar su lado
menos brillante. Una vez liberado para asociar y visualizar números dentro de su mente,
él debe haber sentido la misma independencia, poder y conexiones en el hemisferio
derecho que sentía cuando trabajaba en el Centro de Arte y en los deportes. Él era uno de
los doce estudiantes que se habían escogido por sus pobres ejecuciones en matemáticas,
quienes al darles la oportunidad de ejercitar sus procesos visuales internos, se hicieron
exitosos estudiantes de matemáticas, tan exitosos que fueron presentados en el programa
Today de la televisión norteamericana, en representación de la Escuela Mead en el año
1979.
La imaginación, o pensamiento visual interno, por sí misma es una forma de
pensar. Sin embargo, podemos mejorar el desempeño en los salones de clase, al hacer que
la imagen se convierta en la constante compañera de la palabra. «Pienso esto y veo esto».
Existen por lo menos dos maneras de comprender cualquier información: una procesada
racionalmente, secuencialmente, usualmente por medio del hemisferio izquierdo, y
expresada por «yo pienso»; y una segunda manera procesada visual-espacialmente, lo que
se hace usualmente por medio del hemisferio derecho, y es expresada por «yo veo».
Ambos procesos están registrados en nuestra memoria. Algunas veces recordamos la
imagen, otras veces la palabra. En relación con los resultados escolares, podemos decir
que si enseñamos por medio de ambos procesos, los
83
estudiantes tendrán dos maneras de lograr el acceso a su memoria, o por lo menos estarán
en capacidad de usar su forma más desarrollada y por lo tanto la más fuerte. Para aquellos
estudiantes con un hemisferio derecho dominante, esto resulta esencial y para los
estudiantes con preferencia izquierda, lo menos que se logra es aumentar su capacidad
cerebral.
Esta visión es una invitación a los gobiernos y la empresa privada, no sólo a ser
patrocinantes del arte, sino a utilizar el pensamiento visual en las sesiones de
planificación. ¿Puedes visualizar el resultado de este proyecto o plan que estás
proponiendo, en cinco meses o un año? No se trata solamente de aquellas proyecciones
financieras preparadas por artistas gráficos involucrados en el pensamiento visual original
sino de la capacidad de visualizar internamente por parte de quienes están conectados
íntegramente con el inicio y el mantenimiento de proyectos administrativos o
empresariales.
«¿Cómo se verá?» es la pregunta vital involucrada en el pensamiento visual, tanto
como «¿cuál es la causa y cuál será el efecto?» son las preguntas vitales del pensamiento
racional.
LA VISUALIZACIÓN EXTERNA
La creación de imágenes para acompañar los pensamientos es una manera sencilla
de ampliar nuestras capacidades cerebrales, logrando así un acceso a parte de ese 90% de
tu cerebro en desuso. No es necesario culminar un pensamiento con un punto final cuando
puede acompañarse de una bella imagen. Cada vez que digamos «pienso», también
podemos entrenarnos en imaginar. «Cuando pienso en ti, puedo ver tu sonrisa. Cuando
pienso en una guerra también veo gente sufrir».
Al estar alertas a nuestra manera de hablar, podemos invitar a nuestras mentes a
extender los pensamientos incipientes en imágenes visuales y expresarlos en palabras:
«Imagino que... Veo que... Tengo una imagen de ti... Lo que está sucediendo es... El
vistazo que me viene es... Se ve como...».
No digamos «yo pienso», cuando en realidad estamos imaginando. Esta es una de
las maneras como distorsionamos el pensamiento racional. Cuando estamos imaginando,
podemos expresarlo diciendo así: «puedo ver que...» o «la imagen que tengo de eso es...»
o «la foto que tengo de cómo solucionar esto es...».
Cuando estamos escuchando palabras o pensamos racionalmente, podemos
igualmente añadirle imágenes: yo pienso y yo visualizo; yo oigo y
84
Ejercicio
LA VISUALIZACIÓN INTERNA
Para practicar la visualización interna es muy útil cerrar los ojos. Aunque cerrar
los ojos se ha identificado a menudo con eventos religiosos o esotéricos, es en realidad
un acto que te provee de una mejor oportunidad para concentrarte. Cerrar los párpados
inhibe los estímulos exteriores, a la vez que te permite ir más profundamente dentro de ti.
Al cerrar los ojos y relajar tu cuerpo, empiezas a darte cuenta de tus espacios internos y
gradualmente, de longitudes de ondas más generalizadas. Mientras más te calmas, más
profundamente penetras en tu ser interior.
Por ejemplo, puedes imaginar activamente tu casa o un amigo hasta que sientas
como si estuviera presente. Es sentir la imagen aunque la forma de la imagen no esté
clara. Es una forma de empezar a visualizar. Para llegar más profundamente a ese espacio
de ondas internas, quédate en la misma postura hasta que te lleguen imágenes en las que
no está involucrada tu voluntad. Esta es la práctica esencial de la meditación, sin sus
aspectos religiosos. Las imágenes se presentan en la pantalla de tu mente. Continúas
dejándolas pasar, sin apegarte a ellas. Mientras más te quedes en la postura de quietud y
enfoques en esa pantalla sin perder la concentración, más se te presentarán imágenes o
colores. De repente te pueden llegar también algunos olores. Surgirán dentro de tu ser
interno vistazos más profundos o más comprensibles de los que usualmente se producen
con los ojos abiertos.
Esta visualización interna constituye gran parte de lo que los religiosos llaman la
vida interior. Enfocándose cada vez más profundamente en este
86
espacio interno de ondas finas y rápidas, se producen otras dimensiones de la vida. Estoy
segura, por mi propia experiencia, que enfocarse con amor en una figura como Jesús o
Buda, o un gurú o maestro que admiramos y amamos, también nos ayudará a profundizar
en las ondas más finas.
No obstante, es importante saber que este espacio interno está abierto a todo el
mundo. Tú puedes aprender a disfrutar de él, con o sin una conexión religiosa. Aunque la
meditación se ha desarrollado más amplia y popularmente en el Este que en el Oeste, es
la herencia cerebral de todos, sea cual fuere su religión.
PREVISUALIZACIÓN
Puedes utilizar también la inteligencia espacial-visual para previsualizar el día o
cualquier evento o proyecto. Previsualizar es crear imágenes de lo posible antes de que
suceda. A través de la visualización, puedes realizar conexiones más profundas que te
permitirán revisar o ajustar tu plan original. Por ejemplo, puedes previsualizarte dando
una conferencia importante para tu trabajo. Te ves presentando el material, contestando a
preguntas y relacionándote con la gente que estará presente. Esta actividad visual te
permitirá sentirte más seguro con la gente y con el evento antes de experimentarlo. Te
ayuda a darte cuenta de lo que falta e imaginar de antemano cómo cambiar tu presentación
o ajustar tu actuación. Es ver y jugar el juego antes de que ocurra, ensayar previamente,
ajustar, re-enfocar o cambiar el plan por completo. Los atletas profesionales ahora utilizan
la previsualización para ganar sus competencias. ¿Lo utilizarán los pensadores para
sacarle más provecho al cerebro y a la vida?
Tú puedes preferir desarrollar lógica y racionalmente los planes: «Si hago esto,
entonces sucederá aquello; esto causará esto otro y las razones son...». Sin embargo,
después de que hayas construido lógicamente tu plan, también puedes previsualizar cómo
se va a desarrollar para darte cuenta de detalles o generalizaciones que no eran evidentes
antes de visualizar el plan en acción.
Previsualizar una jornada puede ser usado para lograr más tranquilidad o más
eficiencia. Es entrar en el día conscientemente, alerta a las necesidades obvias,
previniendo lo que puedes hacer para que ése sea un mejor día, estando pendiente de
cualquier ajuste necesario o en qué puedes ser más flexible.
Previsualizar contribuye a que ambos, tu cuerpo y tu vida, estén menos estresados
y más calmados.
87
Ejercicio
Previsualizar
Puedes hacer este ejercicio antes de empezar un proyecto o antes de empezar el
día. Practícalo también antes de hacer un trabajo especial, de participar en una
competencia deportiva, empezando una obra de arte, antes de dar una conferencia o asistir
a una reunión importante. Se usa para cualquier tipo de planificación.
1. Cierra tus ojos y relájate.
2. Deja pasar pensamientos o imágenes por la pantalla de tu mente para ir eliminando
todo lo que no sea el proyecto que te interesa.
3. Enfócate en el evento o el proyecto como si estuvieras viendo una película.
Visualiza cada etapa a través de distintas imágenes.
4. Cuando consigas una etapa o una imagen que no te guste, tómate el tiempo de
reflexionar y visualizar una forma alterna de realización. Arregla la imagen en tu mente
una vez que hayas conseguido cómo realmente quieres que suceda.
5. Visualiza todo de nuevo y permítete dejarte afectar por la «nueva película» para
estar listo a llevarla a la acción.
LA ESPERANZA
No sólo puedes recapturar el pasado para vivir más ricamente tu presente, sino
que también puedes vivir en el futuro. La esperanza es la capacidad de visualizar un futuro
mejor. Entonces, con esa visualización, con esa nueva imagen, tu propio proceso mental
puede guiarte para lograr un mañana tangiblemente maravilloso o por lo menos algo
mejor que el presente. La mente posee capacidades increíbles. No hay razón para limitar
tu procesamiento mental
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2. Diane Ackerman, A Natural History of the Senses, New York, Vintage Books,
1995, p. 290.
3. Gastón Bachelard, The Poetics of Space, Boston, Beacon Press, 1969, p. 201.
CAPÍTULO 5
¿QUÉ ES LA INTUICIÓN?
La intuición es saber desde adentro, saber sin recurrir a la lógica o a la razón. Es
el «conocimiento directo o aprender algo sin el uso consciente del razonamiento;
aprehensión o entendimiento inmediato»2.
92
La intuición es utilizada por los psíquicos, los curanderos, los líderes religiosos,
los místicos, los científicos experimentales y los que ganan en los juegos de azar. Algunos
la llaman «suerte»; otros, «fe»; algunos, «relación especial con Dios»; otros, «percepción
extrasensorial». Hay muchos rangos de intuición. Un intuitivo avanzado es un psíquico;
un psíquico avanzado es un místico. Entre estos dos tipos hay los muchos rangos
utilizados por sanadores, chamanes, médiums, canales, clarividentes, clariaudientes y
todos aquéllos que no poseen una denominación específica.
Tendemos a distanciarnos de este mundo de vibraciones finas, concediéndole su
exclusividad a los místicos, espiritistas o esotéricos, como si no fuera posible para todos
el desarrollo de esta capacidad. Incluso, esta tendencia de separar las ondas más finas de
las vibraciones más gruesas de la cotidianidad ha causado divisiones en el seno de las
grandes religiones. En el cristianismo están las organizaciones de las Iglesias y por otro
lado, los místicos. En el judaísmo están los que van al templo, por un lado, y los místicos
de la cabala, por el otro. Entre los musulmanes hay los que van a las mezquitas y están
los que siguen la tradición mística de los sufís. En China está el confucionismo, una
filosofía que trata de las ondas gruesas de la vida diaria; y el Tao, sendero de las ondas
más finas. En Japón, la religión shinto trata con las ondas más gruesas, tangibles, mientras
que el Zen honra especialmente a las vibraciones más finas.
En tiempos recientes se ha incrementado el interés por lo extrasensorial, la
mediumnidad, los canales, la telepatía, la paranormalidad, la parapsicología; todos
nombres para nuevas y viejas maneras de abrir las puertas a las ondas finas. Mi interés
está en que el individuo se dé cuenta y se entrene tanto en las ondas gruesas como en las
finas. Rehuso la separación entre lo práctico y lo esotérico. En momentos claves de la
vida, las ondas finas se vuelven tan prácticas como las gruesas. Si queremos dejar de
dividirnos y separarnos los unos de los otros, tenemos que abrir todo el rango vibracional
de la energía, en cada ser humano.
Tendemos a estar tan fascinados con este proceso intuitivo, que lo ritualizamos
dentro de religiones, a menudo prestándole más atención al rito que a lo que se recibe.
Llámese religión o misticismo, devoción en el Occidente o iluminación en el Oriente,
hemos considerado al proceso intuitivo como especial, sagrado, espiritual o religioso. Las
enseñanzas intuitivas han sido transmitidas exclusivamente por jerarquías religiosas o
prácticas esotéricas. El acceso a estos estados más profundos y tranquilos ha sido
reservado para unos pocos.
Lo que es urgente es que este proceso extremadamente bello, útil y espiritual ya
no se reserve más a unos pocos, sino que sea accesible a muchos. Somos todos
extraordinarios, capaces de realizar billones de conexiones.
93
Practicar la inteligencia intuitiva en nuestra vida diaria comienza por darle crédito
y escuchar a nuestra voz interior. Yo tengo un presentimiento, una intuición de que un
amigo que vive en el otro lado del país está triste porque alguien cercano a él está enfermo.
Lo llamo para verificarlo y encuentro que sí es verdad. «Lo debo haber intuido», digo,
pero, ¿cuál fue el proceso que utilicé para llegar a ese conocimiento?.
El teorema de Bell sugiere que la conexión cuántica existe, que la energía viaja
por caminos aún no conocidos. Eso explicaría un poco la intuición, pero conectarnos a
nivel de partículas subatómicas todavía no constituye un procedimiento de consenso en
nuestra realidad cotidiana3.
La parapsicología ha estudiado numerosos casos de psíquicos, o de personas que
son capaces de conocer desde adentro, sin ninguna referencia obvia del procedimiento
que utilizan. Sin embargo, los psíquicos no han sido capaces de repetir sus éxitos, de
duplicarlos de la manera requerida para ser considerados predecibles y satisfacer el
mundo científico. No obstante, la parapsicología ha registrado múltiples casos diferentes,
donde los psíquicos exitosamente han tenido conocimientos y han hecho predicciones a
través de espacio y tiempo con una precisión increíble. Por lo tanto, independientemente
de la consistencia de dichas predicciones, no hay razón alguna para que dudemos de la
existencia de esta forma de inteligencia como una capacidad humana.
Los relatos referentes a inventos científicos revelan que, detrás del procedimiento
racional, el científico también utiliza una capacidad intuitiva. El científico puede ordenar
los datos hasta cierto punto pero entonces tiene que recurrir a una suposición, a un
presentimiento, para poder descubrir la posible solución. A pesar de que los científicos
pueden ordenar los datos hasta un cierto punto, luego deben dar un salto hacia lo
desconocido, recurrir a la conjetura o premonición para descubrir lo que pudiera ser
verdad. Los científicos llaman a este salto, «hipótesis», es decir, una suposición cuya
factibilidad ellos proceden a probar y verificar. Ese es posiblemente el momento más
elegante para el científico: enfrentarse a lo desconocido y abrirse al mejor presentimiento.
Quizás el mejor momento sea cuando es verificada la hipótesis y se convierte en un
descubrimiento científico. Nosotros enfocamos el logro científico como si todo él
emanara de un procedimiento racional. Oímos poco acerca del proceso intuitivo que
alimentó a los procedimientos racionales. En momentos críticos, aún los doctores en
medicina deben tratar
94
de hacer su mejor conjetura sobre lo que será beneficioso para el paciente. Ellos llaman a
esto el sexto sentido y admiten usarlo cuando todo lo demás falla. También ellos deben
enfrentar lo desconocido y tratar de lograr lo mejor para ayudar a sus pacientes.
Por lo tanto, ya es tiempo de reconocer la existencia de la inteligencia intuitiva y
al hacerlo, atender a su educación consciente. Sara es una mujer joven quien podía
haberse beneficiado de su habilidad intuitiva si hubiera sabido de ella a una temprana
edad. Ella nunca valoró su inteligencia intuitiva. Ciertamente, no se le había ocurrido
nunca enlazar la intuición con la inteligencia. Ella se veía a sí misma como espiritual,
como interesada en la humanidad. Sus padres la veían como una hija encantadora pero no
muy práctica, que no podía concentrarse, saltando de un interés a otro, siempre como una
hija complaciente. Aunque Sara estaba graduada en Trabajo Social, sus padres la
continuaban viendo como la hija grácil y poco práctica.
Cuando conocí a Sara, era todavía una mujer encantadora, pero desalentada,
encubriendo sus angustias y su baja autoestima. Ella siempre se había considerado a sí
misma como menos inteligente que su hermana, que tenía una gran inteligencia racional.
Nunca le había pasado por la cabeza que ella poseía un tipo diferente de inteligencia. A
medida que se hizo consciente de su inteligencia visual, fue capaz de llevar a cabo
proyectos artísticos, tanto de naturaleza personal como comercial. Pero lo que se convirtió
en su tesoro, su identidad y el origen de una nueva autoestima, fue el reconocimiento de
su inteligencia intuitiva. Mientras más practicaba con sus conjeturas y verificaba su
veracidad, mayor se hacía su fuerza. Sus amistades y, con el tiempo, sus padres
reconocieron esto como una habilidad positiva de su hija. Su inteligencia intuitiva ahora
guía su vida y nutre e informa a su arte.
Aun en uno de mis talleres sobre la intuición, en el que muy pocos de los
participantes se consideraban a sí mismos como psíquicos, la mayoría de ellos fueron
capaces de intuir lo que estaban pensando sus parejas escogidas al azar. La experiencia
fue llevada a cabo con tarjetas que contenían el nombre y las características principales
de alguna persona ausente. Los que sostenían la tarjeta la leían para sí mismos, se
concentraban en ella mientras los compañeros las adivinaban una a una. De las diez
parejas, todos adivinaron algo y ocho de las parejas acertaron las características
principales de los ausentes.
La inteligencia intuitiva está potencialmente disponible para todos. Puede ser
desarrollada. Tú estás sentado frente al panel de los controles. El acceso a la inteligencia
racional o a la intuitiva es cuestión de entrenamiento,
95
de tener el deseo de seguir instrucciones diferentes para tener acceso a estos caminos
diferentes. Los ejemplos y los procesos de cada inteligencia están allí para ti. Puedes
aprender a elegir entre estos diferentes procesos de inteligencia. Puedes comenzar a
moverte hacia tu propia libertad mental y hacia tu propia orquestación de estas
inteligencias, para así lograr una mayor información o experimentar una sensibilidad
mayor, ya sea del cielo o de la tierra.
límites. Está disponible donde sea que lo busquemos y nos permitamos ser afectados por
él. Realmente, el elemento protector es el calor que viene con el amor, como también el
sentido de seguridad que viene del hecho de estar rodeado por el ser amado.
Muchas personas, no protegidas por una religión, o no amadas por los maestros o
amigos, andan por un camino delicado y caen en dificultades mentales cuando exploran
o avanzan en la vía hacia volverse psíquicos. Capaces de disociarse fácilmente de la
realidad visible, pueden perderse y ser clasificados como caóticos, alejados de la realidad
o como enfermos mentales. O bien no han integrado el amor o no han aprendido el
proceso, igualmente valioso, de ser capaces de asociarse con la realidad finita. Lanzados
hacia una sola realidad, se han mantenido allí. Alguien que tiene la experiencia de
identificarse con Jesucristo o Napoleón puede volverse incapaz de identificarse con su rol
de la vida diaria.
Al llegar a los 19 años de edad, ya Teresa estaba teniendo visiones y
premoniciones que sentía como cósmicas, tal como si fuera abrazada por el universo.
Decía palabras de una gran sabiduría, lo cual hacía que pareciera de una madurez no
cónsona con su edad. Sus padres estaban muy impresionados y convencidos de que de
cierta manera ella era excepcional. Rechazó el ingreso a una de las mejores universidades
del país y, en su lugar, decidió viajar.
Por su propia cuenta, y con la ayuda de drogas, sus experiencias continuaron.
Teresa reportaba haber visto a Jesús y haber recibido sus instrucciones. Anunciaba sus
premoniciones intuitivas a aquellos que estaban cercanos, los cuales se burlaban de ella
y no tomaban en cuenta para nada sus anuncios. Cuando ya estaba muy cerca del daño
físico, su familia la trajo de regreso a casa, perturbada y confundida. Las experiencias
intuitivas de Teresa estaban mezcladas con su fuerte deseo emocional de exteriorizarlas
en su medio cotidiano. Lucía agitada, caótica, y no deseaba ayuda, ya que estaba
plenamente convencida de que estaba recibiendo y hablando la Palabra de Dios. Sus
emociones y acciones quedaron finalmente bajo control por medio del uso de drogas
fuertes, hasta que tuvo la capacidad de reflexionar de nuevo sobre su conducta.
Éste es un relato trágico del uso negativo de la inteligencia intuitiva, o más bien,
del desarrollo insuficiente y poco claro de la inteligencia intuitiva. Desafortunadamente,
las premoniciones intuitivas pueden fácilmente convertirse en absolutos y constituyen
unos vistazos tan sobrecogedores, impactantes e involucrantes que ¿cómo puede dudarse
de ellos? Se sienten profun-
100
damente y como si fuesen correctos. Son los demás los que están errados o que no
comprenden. Cuando los intuitivos se desarrollan sin alguna guía o protección, pueden
fácilmente tornarse confusos acerca de la realidad. Un aspecto de la realidad los invade y
domina. Cualquier persona puede experimentar un daño como el que sufrió Teresa,
cuando su inteligencia intuitiva es liberada antes de lograr el desarrollo de la inteligencia
de los parámetros o no es guiada cuidadosamente por la inteligencia espacial.
La mayoría de las personas tienen experiencias inusuales de recibir, de ver, de
percepción directa en su temprana niñez. Las miradas de incredulidad y asombro de los
padres son usualmente suficientes para que muchos de nosotros nos cerremos estos
caminos de acceso. A los que tienen experiencias más fuertes en este lado derecho del
cerebro, les es bien difícil mantener su equilibrio ante el rechazo o la negación de los
padres. El amor se pierde, así como la calidez y la seguridad que lo acompañan. Las
experiencias continúan pero sin el permiso y el conocimiento para integrarlas a su sistema
de creencias y a la realidad finita de la vida diaria. ¿Cómo sería la inteligencia total si
pudiésemos proteger este camino particular en la niñez temprana?
La capacidad de los intuitivos de «leer nuestras mentes», de intuir mucho de lo
que estamos pensando o sintiendo, también ha ocasionado dificultades. ¿Qué padre podría
soportar que su hijo le leyera la mente? Para la mayoría de nosotros, esa es una
experiencia que atemoriza, que negamos y reprimimos. A través de los tiempos, algunos
psíquicos también han empleado mal esta inteligencia. Si la capacidad intuitiva se
desarrolla sin la inteligencia afectiva, sin amor, puede ser utilizada para interferir en otras
vidas en vez de sintonizarse con ellas. Lo llamamos magia negra o maldad. Es el mal
empleo del poder.
Es urgente que tengamos un enfoque múltiple hacia las inteligencias y más
precisamente hacia la inteligencia intuitiva. Muchas personas se enferman por no
entender ni saber cómo manejar sus capacidades mentales. Si esta inteligencia se
desarrolla sin tomar en consideración a las demás inteligencias de la persona,
específicamente a aquellas conectadas con el corazón y el amor, pueden resultar grandes
desequilibrios. Uno se pregunta: ¿cuántas personas estarán en nuestras instituciones
psiquiátricas con alguna combinación del superdesarrollo de las inteligencias espacial e
intuitiva con un subdesarrollo de las inteligencias afectiva, motivacional y de los
parámetros?
Mi esperanza es que, conociendo todos estos caminos de acceso al cerebro,
tengamos una nueva manera de ver tanto a las enfermedades mentales
101
Ejercicio
La práctica diaria
Las siguientes prácticas pueden prepararte para experimentar la inteligencia
intuitiva. Realízalas cotidianamente o lo más frecuentemente posible.
1. Algo más allá de ti mismo. Tener un sistema de creencias que te permita buscar
más allá. El puente hacia horizontes más lejanos puede ser la fe, la confianza en Dios, un
sistema de creencias o una curiosidad que te invite a buscar más allá de ti mismo o más
profundamente dentro de ti mismo. Relaciona tu amplio sistema de creencias sobre lo
infinito con tu existencia finita cotidiana.
2. Maravillarse. Empieza por admirar, por tener la capacidad de sorprenderte y
especialmente por maravillarte. Un dicho que me ha guiado y que he apreciado mucho
es: «Al vagar por el mundo me maravillo de sus maravillas»6.
3. Todo es posible. Empieza a confiar en tus pálpitos y corazonadas. Permítete
incluir tus pálpitos, corazonadas, suposiciones y conjeturas en las conversaciones diarias.
No tienes que aferrarte a lo correcto todo el tiempo. Concédete la libertad de adivinar.
4. La observación. Observa tu mente cuando se están formando tus pensamientos y
permite que éstos surjan aun sin estar completos.
5. La relajación. Aprende a relajarte en cualquier contexto o en las situaciones que
sea posible.
6. La receptividad. Aprende a recibir. Es importante poder cambiar la energía de
activa a receptiva, de yang a yin, y aceptar lo que recibes. No enjuicies; no digas que no
es lo que buscabas. La inteligencia intuitiva no es para dirigir sino para recibir. Lo que
recibes, valorízalo.
7. El silencio, concédete a tí mismo la experiencia del silencio tan a menudo como
sea posible o apropiado.
102
Ejercicio
3. Gary Zukav, The Dancing Wu Li Masters. An Overview of the New Physics, New
York, William Morrow Y Co. Inc., 1979, pp. 313-323.
5. Sri I.N. Venkataraman, Bhagavan Sri Ramana, Madras, Prasad Process, 1981.
7. Ver «rezar» en María Moliner, Diccionario de uso del español, Madrid, Gredos,
1991.
105
Segunda parte
CAPÍTULO 6
1. Tálamo
2. Región septal
3. Bulbos olfatorios
4. Amígdala
5. Hipotálamo
6. Hipocampo
Cada área del cerebro límbico está asociada con al menos una característica
específica:
El tálamo, con el afecto.
La región septal, con la sexualidad.
Los bulbos olfatorios, con el olfato y la respiración.
La amígdala, con la agresividad oral.
El hipotálamo o núcleo hipotalámico, con el placer y el dolor.
El hipocampo, con la memoria a largo plazo.
EL TÁLAMO Y EL AFECTO
La estructura más grande del cerebro límbico, el tálamo, está localizada en el tope
del tallo cerebral del sistema-R o cerebro básico. «Es el centro retransmisor de impulsos
sensoriales a la corteza cerebral»3. De acuerdo a MacLean, el tálamo es la primera
evolución de la vida reptil a la vida mamífera, asociado con la comunicación madre-hijo
y el instinto materno4. Sabemos que el mamífero difiere del reptil en su relación con la
familia; mientras que la mayoría de los reptiles ponen huevos y se alejan, los mamíferos
se quedan cerca del recién nacido, nutriéndolo hasta que éste es capaz de sobrevivir por
sí mismo.
¿Es esta disposición de «quedarse con» el inicio de lo que en la vida humana
llamamos familia? Esta podría ser la interrogante humana más importante, no sólo sobre
el afecto familiar sino sobre todo afecto. ¿Estoy dispuesto a dejarme afectar por ti? ¿Cuán
profundamente? ¿Cuánto tiempo? ¿En qué medida estás tú dispuesto a dejarte afectar por
mí? En momentos difíciles, ¿me «alejo de» o «me quedo con»...? Quedándome contigo,
cerca de ti, ¿continuaré dejándome afectar por ti?
Nuestra elección consciente de permitirnos «ser afectados por» es la que abre
nuestra capacidad de sentir, nuestra capacidad de ser afectados por otra persona, por una
flor, el cielo, una piedra o un animal, por el trabajo, ideas, música o arte, por el crimen o
grandes logros humanos, por el sufrimiento o la alegría. El estar profundamente afectados
nos lleva al querer, al deseo y luego al rango completo de los estados de ánimo, desde la
tristeza y la rabia, hasta el éxtasis y el amor. En resumen, el afecto, que es el resul-
110
tienen con vida. Sin embargo, durante el día la mayoría de nosotros continúa relegando
la respiración a los procesos automáticos, rara vez dándonos cuenta de cómo estamos
respirando en un momento dado o interesándonos en aprender a respirar conscientemente
o efectivamente.
Cuando estamos inmersos en estados emocionales intensos, respiramos
profundamente o tenemos dificultad para respirar. Ante el miedo, tensión o ansiedad,
restringimos e inhibimos nuestra respiración; en las emociones placenteras de amor y
alegría, nos relajamos y expandemos nuestra respiración. Si deseamos vivir todo el rango
de las emociones, necesitamos una inteligencia respiratoria: la capacidad de usar nuestras
fosas nasales, pulmones y diafragma para orquestar nuestras vibraciones emocionales.
negar más la conexión inherente entre nuestro cerebro, nuestra supervivencia, nuestro
miedo y nuestra agresividad. A pesar de todos nuestros esfuerzos de tipo intelectual,
artístico y espiritual realizados para civilizarnos por medio de la educación de la
neocorteza, no hemos logrado obtener éxito. Ni el análisis neocortical, ni la discusión, ni
siquiera la comprensión, han encarado directamente a nuestras emociones de rabia,
violencia y agresividad. Aunque disfrutamos pensando que somos superiores a los
animales, esto ha tenido para nosotros, un costo no solo muy alto, sino también mortal.
Nuestra falta de educación emocional límbica es aparente por doquier: en nuestras
ciudades, nuestros hospitales, nuestras prisiones y aún en nuestra inherente inestabilidad
interna.
Si deseamos hacernos plenamente conscientes, es crucial tener presente que la
boca está ligada al cerebro emocional. Lo que decimos siempre está coloreado por
nuestras emociones, o más precisamente, lo que decimos es siempre emocional o
subjetivo. Lo que decimos nunca podrá ser objetivo a menos que estemos dictando a una
grabadora datos que ya han sido verificados. No poseemos una boca localizada en nuestra
frente que sea utilizada sólo para el habla de la neocorteza. En cambio, tenemos sólo una
boca y todas nuestras palabras tienen que pasar por nuestro cerebro límbico de las
emociones. Por lo tanto, todo lo que decimos está siendo afectado por nuestras emociones
en el mismo momento en que lo estamos diciendo. No sólo las palabras que
pronunciamos, sino también los tonos y las vibraciones de nuestra voz, llevan el
verdadero mensaje emocional. La emoción está mezclada con el mensaje mental, algunas
veces de manera sutil, otras veces de manera abierta y otras, agresivamente.
Los núcleos hipotalámicos son conocidos popularmente como el centro del placer
y del dolor del cerebro límbico. Los sentimientos son estados de ánimo que se extienden
sobre un rango vibracional muy amplio incluyendo tanto el dolor como el placer. En un
momento podemos estar deprimidos y al siguiente instante sentirnos felices o bravos.
Según MacLean, continuamente se están descubriendo en este cerebro, químicos
naturales demasiado numerosos y complejos para enumerar aquí, relacionados con el
placer y el dolor13. Lo que es evidente del estudio de estos químicos, como las endorfinas
y la serotonina, es que los químicos naturales se extienden en un rango que va desde la
quietud hasta la excitación. Es muy importante notar que los químicos artificiales o drogas
también se extienden en este mismo rango.
¿Cómo podemos tener acceso a nuestros químicos naturales del cerebro? Primero,
al aceptar que el cerebro es un sistema de energía, podemos aproximarnos a las emociones
como estados vibratorios en flujo continuo, en vez de considerarlas como una descripción
de una realidad fija. Seguidamente, podemos darnos cuenta de que las emociones son
vibraciones' que se extienden sobre el mismo rango energético que los químicos naturales
del cerebro. Cuando estamos deprimidos, tenemos muy poca energía. Cuando estamos
tristes tenemos un poco más de energía; cuando nos enojamos, mucho más. La felicidad
es una vibración fuerte; la excitación lo es aún más. Puede ser que hayamos inventado el
enojo para experimentar esta excitación: cualquier cosa es buena para sacarnos del
fastidio o de la entropía continua. Podríamos haber inventado la depresión para
experimentar la quietud auténtica: finalmente una oportunidad para cortar con el mundo
y todas sus exigentes vibraciones. ¿Tenemos necesidad de ambos extremos? ¿Cuál
emoción necesitamos más? ¿Qué estado de ánimo nos daría la mayor satisfacción: la
quietud o la excitación?
El estado de ánimo es el desafío de este cerebro emocional. ¿Podemos ser
emocionalmente inteligentes, lo que significa usar consciente y hábilmente nuestros
estados de ánimo para hacerle frente a la vida? Las emociones contienen información al
igual que un pensamiento, una imagen o una acción. Podemos leer la información que
tienen nuestros sentimientos en vez de sólo tolerarlos o tratar de escapar de ellos. La
inteligencia de los estados de ánimo es el proceso que yo propongo para aprender a entrar
en los sentimientos, aprender de ellos, expresarlos cuando sea apropiado y salir de ellos.
Sin esta inteligencia de los estados de ánimo, tendríamos que seguir dependiendo
fuertemente de las drogas artificiales para regular este cerebro.
116
Las culturas siempre han creado drogas. En nuestra cultura, los psiquiatras están ahora
regulando conscientemente los estados extremos de este cerebro con drogas. Tanto la
gente común como las personas más sofisticadas de nuestra sociedad están teniendo
acceso a los estados de quietud y de excitación por medio de las drogas. Aprender a
orquestar los estados de ánimo, en vez de regularlos a través de las drogas, podría darnos
a todos una nueva libertad mental así como también un sentido de control consciente
sobre nuestras vidas.
EL HIPOCAMPO Y LA MEMORIA
Dos estructuras curvas conforman el hipocampo y rodean los otros órganos del
sistema límbico. Ellas están asociadas primordialmente con la memoria a largo plazo.
MacLean encontró en sus investigaciones que el mal funcionamiento del hipocampo está
relacionado con la falta de memoria. Él también señala que desde hace mucho tiempo ya
otros investigadores han venido asociando al hipocampo con la memoria a largo plazo14.
En diferentes partes del cerebro se localizan distintos tipos de memoria. Todos
hemos tenido experiencia con la memoria a largo plazo y con la memoria a corto plazo.
La experiencia común más obvia es cuando estudiamos para un examen en la escuela.
Recuerdas lo aprendido el tiempo suficiente para aprobar el examen (memoria a corto
plazo) pero aún recuerdas hoy lo que realmente quisiste aprender (memoria a largo plazo).
Incluso ahora leyendo este libro, recordarás sólo lo que realmente quieras recordar.
Con la inteligencia visual podemos tener acceso a los momentos buenos y
placenteros que hemos vivido. Saber que están archivados en nuestra memoria puede
añadir una nueva dimensión a nuestra vida. No obstante, las experiencias de dolor también
están registradas en nuestra memoria, a pesar de que la mayoría de nosotros preferiríamos
olvidarlas. Ciertamente, podemos recordar ciertas experiencias dolorosas de nuestra niñez
o experiencias adultas traumáticas, sólo cuando un terapeuta nos convence de que quizás
quisiéramos recordar lo que ocurrió en el pasado para darle sentido al presente. El querer
es la llave de acceso a nuestra memoria a largo plazo. El saber que nuestras experiencias
están grabadas y siempre disponibles si queremos tener acceso a ellas, puede darnos una
nueva libertad tanto para experimentar nuestras emociones como para expresarlas. Ya no
necesitamos escoger entre ser una bomba de tiempo o un ser humano repri-
117
Por muchos años los médicos han sabido que el cerebro límbico gobierna las
emociones. Algunas veces incluso se han referido a él como el cerebro intermedio y a
veces como el «cerebro visceral», indicando su relación con los órganos viscerales.
Cualquier persona sabe que la emoción se relaciona con las vísceras. A menudo
experimentamos contracción en los intestinos, en el plexo-solar o inclusive en el área del
corazón. Desafortunadamente nos referimos a estas contracciones como tensión o estrés
en vez de entender que son emociones. Hemos armado toda una campaña médica contra
el estrés como si estuviéramos luchando contra un nuevo adversario, cuando en realidad
estamos tratando con algo muy viejo llamado emociones.
¿Cuándo vamos a tomar las emociones en serio? ¿Por qué todavía las evitamos,
prefiriendo así la etiqueta común del estrés, sugiriendo relajación, pero nunca manejando
el poder total de las emociones? La relajación no va a lograr que desaparezca la rabia,
aunque sí ayuda a evitarla. No nos ayuda con la tristeza y tampoco nos permite alcanzar
la excitación. Estos son aspectos fundamentales de las emociones que tanto la medicina
como la psicología deben tomar en cuenta muy seriamente.
Eso que gobierna todos los órganos de nuestro cuerpo merece un mejor trato. Las
emociones son las vibraciones del cerebro límbico, así como el pensamiento y la
imaginación son las vibraciones de la neocorteza. Los estados de ánimo son a la salud lo
que el pensamiento es a la planificación: ¡son necesarios! Si éste se llamara el cerebro de
la salud, en vez del cerebro emocional, quizás nos podría ayudar a romper las barreras de
nuestra resistencia a las emociones.
NOTAS
1. MacLean, Triune Brain. Ver también MacLean, P.D., «Psychosomatic Disease
and the 'Visceral brain'. Recent development Bearing on the Paper Theory of Emotion»,
Psychosom. Med. 2 (1949): 338-53.
2. Ver Daniel Goleman, Emotional Intelligence, New York, Bantam, 1995; Joseph
E. LeDoux, «Emotional Memory Systems in the Brain», Behavioral Brain Research 58
(1993): 69-79; y A Compendium of IHM Research Papers and Abstracts, vols. 2-3,
Boulder Creek, Institute of Hearth Math.
5. Ibid., p. 345.
6. Ibid., p. 291.
7. Ibid., p. 341.
9. Eric R. Kandel y James H. Schwartz, Principies of Neural Science, 2nd ed., East
Norwalk, Appleton y Lange, 1985.
11. Robert L. Isaacson, The Limbic System, New York, Plenum Press, 1982, p. 10.
CAPÍTULO 7
Ante cualquier escena emocional, buscamos las razones para tratar de entender lo
sucedido. ¿Qué ha ocasionado todo esto? ¿Quién va a detenerlo y cuándo? Tratamos de
lidiar con los estados de ánimo con nuestro análisis usual de causa y efecto. Es un esfuerzo
racional para ayudar, pero empeora la situación: «Yo comprendo que tú estás bravo
conmigo porque tú eres...» «¡Yo no soy!» y el mal humor aumenta. Es como si
sumergiéramos una daga al rojo vivo dentro del agua: chirrea y echa vapor. En el caso de
emociones hostiles, estos esfuerzos racionales de comprensión no apagan el fuego.
Incluso cuando tratamos de calmar a alguien que está bravo, puede suceder que la rabia
de esa persona se vuelva en contra de nosotros.
¡Qué triste escena! Resulta claro por qué hemos tratado de suprimir nuestras
emociones; por qué hemos clasificado algunas de ellas como positivas, otras como
negativas; por qué no somos capaces de expresarlas o no deseamos hacerlo. Todos hemos
experimentado, de una forma u otra, la angustia de las emociones, el recorrido mental a
través de los sufrimientos del pasado y lo inadecuado del presente, el sarcasmo verbal y
los ataques, las crecientes tensiones y allá en el fondo, siempre al acecho, la posibilidad
de la violencia física: golpes, pérdida del autocontrol y heridas a amigos o seres amados.
122
la información que aporta cada una de nuestras emociones, tal como hacemos con
nuestros pensamientos. Pero debemos recordar que las emociones no son pensamientos.
Las emociones son un fenómeno cerebral; y de la misma manera como una vez nosotros
aprendimos y elaboramos el proceso del pensamiento, ahora podemos aprender y elaborar
un proceso emocional completo.
Es necesario encontrar una nueva perspectiva que nos dé la libertad de sentir, así
como tenemos la libertad de pensar. Este nuevo acercamiento nos daría la posibilidad de
celebrar todas las emociones como positivas, como fuerzas constructivas en nuestras
vidas. Nos puede guiar a sentir nuestras emociones sin la necesidad de expresarlas,
dándonos el mismo espacio interior para entrenar nuestra habilidad de sentir, así como lo
hemos tenido para entrenar nuestra habilidad de pensar.
Esta nueva mirada sobre cómo llegar a nuestras emociones debe centrarse en el
cerebro humano y debe reconocer la base fisiológica de todas las emociones. Todos los
órganos de nuestro cuerpo están controlados por nuestro cerebro límbico. Nuevas
investigaciones indican que los órganos,
124
cesan sino hasta que morimos. Así pues, debemos identificarlas con nuestra propia
existencia y aceptar la base fisiológica que tienen todas nuestras emociones -buenas y
malas, positivas y negativas- de manera que podamos tratarlas como señales de la vida
misma y ser capaces de buscar conscientemente una manera inteligente de procesarlas.
Una vez que hayamos identificado nuestras emociones con nuestra existencia
física, podremos relacionar las emociones con nuestra seguridad, salud, poder, e incluso
con nuestra creatividad y energía. Revisar el cerebro límbico como el segundo cerebro,
con sus propias funciones vitales -proveer información bajo la forma de emociones y
suministrar energía a los órganos de nuestro cuerpo- nos dará un acercamiento nuevo
basado en la fisiología.
vitalidad y promover nuestra sanación. Cuando llamamos a todos los procesos cerebrales
«vibración-formas de inteligencia», estamos recordándonos a nosotros mismos que
podemos desprendernos de la excesiva confianza en el pensamiento racional y superar
nuestro prejuicio moderno contra las emociones.
Ejercicio
embargo, no es este estado de quietud o de llanto el que nos puede causar dificultad. Lo
que causa problemas es la conclusión o la acción que sigue a continuación. «Estoy triste
porque el jefe no me aumentó el salario. Él probablemente no me aprecia o no piensa que
yo soy competente. Por lo tanto (conclusión), no voy a hacer más esfuerzos. Realmente,
ahora sí que voy a cambiar de empleo (acción)».
La neocorteza continúa rumiando, imaginándose la crítica del jefe, y luego
defendiéndose de lo que tú imaginas; así, cada pensamiento te va alejando cada vez más
de tu propia emoción triste y tranquila. Sientes la necesidad de pensar o de actuar y no
tienes experiencia en la práctica de sentir la tristeza hasta que ella te revele algo
importante. También es posible que sientas rabia, pero en vez de permitirte sentirla para
ver lo que te dice desde un nivel interior más profundo, reaccionas solamente ante los
estímulos externos y decides cambiarte de empleo.
En el amor, las reacciones inmediatas pueden ser igualmente desastrosas. Yo me
siento mal porque un amigo muy especial no me telefoneó. Yo concluyo, «él realmente
no me ama», o todavía peor, «nadie me va a amar... nunca seré feliz otra vez»; hago
juicios y creo absolutos. De esta forma, lo que hacemos es usar los pensamientos
racionales o los no tan racionales en contra de nosotros mismos.
Nos precipitamos a concluir o a actuar porque no tenemos experiencia con
nuestras emociones. O nos hacen sentir incómodos o no nos tomamos el tiempo para
sentir la emoción profundamente, para obtener su mensaje, lo que nos permitiría
comprender qué es aquello que trata de decirnos y que puede afectar de manera profunda
nuestra vida. Estamos condicionados para pensar o actuar, pero no para sentir. No tiene
por qué ser así. Nuestros sentimientos, nuestros estados de ánimo, son estados de
conciencia. Ellos pertenecen a nuestro mundo interno y privado. Podemos aprender a
quedarnos en nuestro mundo interno emocional sin interferencias. Aprender a sentir es
aprender a viajar en nuestro mundo interno.
sonas tienen más habilidad para hablar, otras ven imágenes y utilizan metáforas para
expresar sus sentimientos. El arte es, muy a menudo, la expresión tangible de sentimientos
profundos. Estos sentimientos se expresan a través del cuerpo del bailarín, a través del
cuerpo y del habla del actor, a través de los ojos y las manos del escultor, a través de los
sonidos del músico y a través de las palabras del escritor y del poeta.
Algunas veces liberamos nuestros sentimientos por medio del habla, otras veces
por acciones, por sueños, por medio del tacto y por el lenguaje del cuerpo. Nuestro cuerpo
es la cara de nuestras emociones. El lenguaje de las emociones está escrito no sólo en el
movimiento y gestos del cuerpo, sino también en la formación misma de ese cuerpo tal
como se ha desarrollado en su interacción con la vida a través de los años. El cuerpo
revela nuestra experiencia emocional y demuestra la forma como nos hemos estado
expresando. «La vida hace formas... Si pudiéramos fotografiar nuestras vidas y mostrarlas
cuadro a cuadro, veríamos que somos secuencias en movimiento de diferentes formas
emocionales»2. Podemos descubrir nuestra historia emocional por medio del estudio de
las fotografías de nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestra figura, en distintos períodos de
nuestra vida. Podemos entender nuestra historia emocional no por edad cronológica sino
por las diferentes formas que las fotografías ponen en evidencia.
¿Cómo podemos aumentar la libertad de expresión de nuestro cuerpo? Podemos
volvernos conscientes de los gestos y formas de nuestro cuerpo y darles significado.
También podemos interesarnos en el sentir y permitirle al sentimiento moverse
conscientemente dentro de todas las áreas de nuestro cuerpo, e incluso llegar a expresarse
por el movimiento de nuestro cuerpo. Finalmente, podemos darnos cuenta de que nuestro
cuerpo expresa nuestros sentimientos tal como el lenguaje y la voz expresan nuestras
palabras.
Hemos estudiado el cuerpo en la medicina como herencia genética, como objeto
de salud e indispensable para el movimiento. Ahora también necesitamos estudiar el
cuerpo como la expresión de los sentimientos. Cómo nos vemos afecta cómo nos
sentimos; cómo nos sentimos afecta cómo nos vemos a nosotros mismos; cómo nos
sentimos afecta a cómo nos damos forma y también a cómo nos expresamos. Esto puede
incluir la vestimenta como expresión externa del cuerpo, pero el lenguaje de lo somático
es verdaderamente más sutil. El desarrollo de los músculos, la forma, los gestos, la piel,
las configuraciones que rodean la estructura de los huesos, cada parte de tu
130
Quizás no hay necesidad de dejar de lado las sutiles artes del subterfugio, tan
intrincadamente involucradas en nuestra seducción y nuestros juegos. Sin embargo,
ciertamente existe la necesidad de darnos cuenta que esconderse es solamente un juego,
mantenido por años de pensar en nosotros mismos como cuerpos separados en un sistema
mecanicista de partes diferentes, en lugar de creer que formamos parte de un sistema de
energía vibratoria interconectado. Los sentimientos y su expresión son la base para una
intimidad continua y pueden añadir honestidad y profundidad a nuestra vida juntos. Para
manejar y expresar mejor las emociones sin causar daño a los demás, veremos en el
capítulo diez la inteligencia de los estados de ánimo.
nes de dolor como de placer, están registradas en la memoria a largo plazo de este cerebro
límbico y, más específicamente, en el área conocida como el hipocampo. Esto significa
que nuestra historia emocional está registrada dentro de nuestro cerebro, a nuestra
disposición, para un acceso inmediato o para cuando la queramos expresar. Ya no
necesitamos seguir siendo víctimas de la expresión inmediata o víctimas de la represión
y sus subsecuentes enfermedades. Podemos tener acceso a cualquier situación emocional
y expresar nuestros sentimientos cuando decidamos que sea apropiado. La expresión
instantánea no es necesaria. Ya no se trata de la expresión versus la represión: se trata de
expresar cuando lo consideremos apropiado o de acceder a emociones para el
conocimiento personal. Si reprimimos nuestras emociones en un determinado momento
por no saber expresarlas sin hacer daño, podemos ahora tomar el tiempo de sentir nuestros
sentimientos dentro de la situación y encontrar la manera bien sea de lidiar con ellos
internamente o de expresarlos si es apropiado.
Hasta ahora las posibilidades que teníamos eran: o expresar y causar problemas
externos, o reprimir y causar problemas internos. Desde que sabemos que la información
es almacenada en nuestro cerebro, la expresión puede ocurrir en el momento que nosotros
elijamos. De esta manera, podemos ahorrarnos a nosotros y a nuestros seres queridos, las
terribles cosas que podemos decir cuando ventilamos nuestros sentimientos como una
inmediata reacción a una situación. La amenaza de la represión y la trampa de la expresión
inmediata han sido ambas superadas con el conocimiento de la existencia de la memoria
a largo plazo, ubicada en nuestro cerebro límbico de las emociones. Ahora es posible un
nuevo enfoque.
Hagamos una distinción entre sentir y expresar los sentimientos. Para hacernos
conscientes de lo que sentimos, necesitamos darnos permiso de sentir nuestras emociones:
estar dentro de ellas, sentirnos libres para explorarlas, intensificarlas, dejarlas correr y
salirse o mantenerse en su vibración hasta que disminuya su significancia o inteligencia.
Así, la libertad de sentir requiere primero la libertad de sentir sin la obligación de una
expresión inmediata.
Yo pienso que nuestro énfasis en expresar los sentimientos ha inhibido nuestra
libertad para sentir. Supongamos que nos sintiéramos obligados a expresar todos nuestros
pensamientos, ¿qué clase de mundo sería éste? Nosotros pensamos continuamente y sólo
expresamos algunos de nuestros pensamientos. Entonces, ¿por qué sentirnos obligados a
expresar todos nuestros sentimientos? Comencemos a tener acceso a este cerebro de una
manera más profunda, enfocándonos primero sobre el sentir, sin añadir la carga de la
expresión consciente.
133
seremos capaces de caer en una trampa, nosotros y nuestra personalidad total, quedando
a merced de un estado de ánimo y de una sola realidad. Estoy bravo y ésta es mi verdad.
Sin embargo, es sólo una de mis verdades, una de mis realidades dentro de la que yo me
he enfocado profundamente y de la cual me niego a salir. Nuestro disgusto o nuestra
alegría se siente como si fuéramos NOSOTROS MISMOS. Nos llena hasta que se siente
como nuestra integridad y NUESTRA VERDAD. Al convertirse en nuestro ORGULLO,
por supuesto que nos quedamos atascados en el sentimiento.
No podemos llegar a ser emocionalmente inteligentes a menos que tengamos
ambas habilidades, la habilidad para enfocarnos en una emoción y la igualmente
importante habilidad para desenfocarnos o desplazarnos de ella. Por la naturaleza misma
de las emociones, ellas se esparcen dentro de nosotros y nos colman. Las emociones
pueden llegar a ser intensas. No tienen límites y por ello fácilmente podemos quedar
atrapados dentro de ellas. Es difícil recordar la posibilidad del desenfoque de las
emociones, porque nos involucramos de tal forma que sentimos como si nuestra emoción
fuera la única realidad. Es más fácil desplazarse fuera del pensar, imaginar o intuir porque
no nos llenan ni nos permean como lo hacen las emociones.
La naturaleza del sentir implica involucrarse y dejarse envolver, y por lo tanto hay
una tendencia a que nuestro orgullo se enganche fácilmente al insistir en una sola realidad,
aquélla que estamos sintiendo en ese momento. Necesitamos creer anticipadamente en la
existencia de múltiples realidades para ayudarnos a desenfocar de una emoción. La
práctica del desenfoque de las emociones y del enfoque sobre otro sistema cerebral se
vuelve más fácil y más real, cuando nuestro sistema de creencias incluye la existencia de
realidades múltiples.
No hay necesidad de ser víctimas de nuestras emociones. Podemos aprender a
enfocarnos en ellas y a desenfocarnos cuando sea apropiado. Podemos gobernar
conscientemente nuestro cerebro límbico.
NOTAS
1. Candace Pert, entrevistada por Bill Moyers, Healing and the Mind, New York,
Doubleday, 1993, pp. 186-187.
CAPÍTULO 8
Este mapa es un intento para trazar una ruta a través del territorio límbico; puedes
usarlo para volver a terreno seguro cuando te sientas en peligro o experimentes algún
daño. Hay una vía principal y claras indicaciones de los caminos adyacentes para ayudarte
a saber por dónde estás viajando y, a la vez, tener alguna indicación de lo que encontrarás
más adelante si continúas en la misma dirección.
INVOLUCRÁNDOSE: LA ACEPTACIÓN
Las emociones fuertes parecen sorprendernos. ¿Cómo puedo estar tan bravo? ¿Por
qué estoy tan entusiasmado? ¿Cómo llegué a involucrarme tanto? Existe un proceso por
medio del cual podemos representar gráficamente nuestro involucramiento emocional.
Nos involucramos primeramente al aceptar la existencia de algo: la presencia de una
persona, el sonido de la música, el ocaso del sol, un requerimiento de la pareja o la tristeza
de nuestro hijo. Muy a menudo pasamos por encima de estos eventos diarios y de las
personas en nuestras vidas, con la esperanza de que no nos molesten. Si continuamos
haciendo esto, podemos evitar involucrarnos de una manera consciente. Sin embargo,
aunque neguemos la existencia de personas y eventos significativos,
139
éstos tendrán algún efecto sobre nosotros. Más particularmente, absorberán nuestra
energía sin estar nosotros conscientes de ello; diremos que estamos fastidiados o
cansados.
Si deseamos hacernos conscientes de nuestro proceso emocional, debemos
comenzar aceptando la existencia de otras personas, objetos o situaciones. Luego nos
permitiremos conscientemente ser afectados, quizás poco a poco, o quizás todo de un
golpe. Podemos seleccionar un sólo aspecto de la situación, o podemos dejar que toda
ella nos bombardee. Para dejarnos afectar, necesitamos ir más despacio, parar nuestro
proceso rápido de pensamiento, y prepararnos a ser afectados. Necesitamos cambiar
nuestra energía de activa a receptiva. Si deseo dejarme afectar por mi familia cuando llego
al hogar en la noche, debo ir bajando el ritmo durante el camino a casa. Cuando ponga mi
mano en la manilla de la puerta de entrada, debo conscientemente invitarme a ser afectado
y desplazarme a un rango más lento de vibración de mi energía, que me permitirá sentir.
De la expansión a la motivación
Mientras más deseemos y mientras más expandidos lleguemos a estar al satisfacer
nuestro deseo, lograremos estar más motivados. Queremos hacerlo más, mejor, de una
manera más profunda, hacerlo de nuevo. Ciertamente nos motivamos a ganar otros
juegos, solucionar más problemas, escuchar con mayor cuidado a nuestro hijo, acercarnos
más aún a la persona querida. Queremos, nos satisfacemos, nos expandimos, y esta
expansión conduce el proceso emocional hacia la motivación. La inteligencia afectiva
comenzó el proceso; ahora nos movemos hacia la inteligencia motivacional.
es buscar compararnos con otros, concluyendo que somos los únicos que pueden y que
otros no pueden.
Hacia el amor
Cuando estamos contentos, felices y alegres, estamos preparados para sentir amor.
Es como si estuviésemos utilizando lentes de color rosa. No solo yo puedo, sino que tú
puedes, ellos pueden, y todos podemos. Éste es el estado inicial del amor. A pesar de
nuestros intentos de bombardear con nuestras dudas y dificultades a unos nuevos amantes,
ellos están seguros de poder satisfacer sus deseos, y continúan estando motivados, fuertes
y alegres. Ellos expresan alegría, y todo su ser comunica alegría. Es fácil detectar cuando
alguien está sintiendo amor y es amado. Es fácil comprender por qué todas las grandes
filosofías y religiones predican el amor. Es importante, sin embargo, darse cuenta de que
el amor no surge de la nada.
Estás de buen humor, sintiendo cierta satisfacción contigo mismo cuando «miras
a través del salón repleto de personas» y encuentras al otro. Estás dispuesto a desear,
querer y moverte para acercarte aún más. Percibes un trabajo o idea que te atrae, y estás
dispuesto a desear y querer. Te acercas hasta que te enamoras del trabajo, idea o persona.
El amor es un sentimiento y ciertamente el más expansivo y poderoso de todos los
sentimientos. Yo puedo; tú puedes; todos podemos. El amor es importante
142
El proceso de pérdida
Perdemos energía cuando creemos o sentimos que no podemos o hemos intentado
y fallado en satisfacer nuestro deseo. La energía expandida del deseo se contrae, y
comenzamos a sentirnos bajos de energía, fastidiados, cansados o tristes.
143
El proceso de lucha
Podemos tener una respuesta activa cuando nuestro poder está siendo bloqueado;
podemos luchar. Primero surgen los sentimientos de frustración: estamos conscientes de
lo que queremos y al mismo tiempo, de que no podemos alcanzarlo. Muy a menudo,
dirigimos nuestros sentimientos de frustración a culpar a los demás. Estamos tratando,
pero ellos no nos lo permiten; estamos haciendo lo mejor posible y ellos no cooperan, o
peor aún, están contra nosotros porque están dedicados a impedir que lo logremos. Si esto
continúa, podemos desplazarnos desde enfocarnos en que el otro es el causante de nuestra
circunstancia hasta llegar a una paranoia claramente desarrollada.
Rabia. A medida que la frustración se intensifica se convierte en rabia. Ahora
estamos comprometidos en la lucha. La rabia es las dos cosas: «yo puedo» y «yo no
puedo». Es la angustia, la mezcla de pensar y sentir de que sí podemos y, a medida que
experimentamos rechazo, pensar y sentir a la vez que no podemos. Si hubiéramos
decidido que no podíamos, habríamos caído en la tristeza. Esta lucha positiva por la vida
es la que nos da el fenómeno de la rabia. La rabia es realmente una señal de vida porque
por lo
144
menos estamos luchando por alcanzar lo que queremos, en vez de rendirnos. Sin embargo,
mientras más obstruidos nos encontremos, más rabiosos nos ponemos. La dinámica entre
el yo puedo y el yo no puedo continúa hasta resolver algo. Necesitamos entrenarnos en
no descargar nuestra rabia sobre otros, sino a aprender a ser dueños de nuestra rabia como
una expresión de nuestro deseo y aprender cómo manejarla de forma pacífica para no
dañar a los demás. No niegues la rabia; aprende a manejarla con la inteligencia de los
estados de ánimo.
Los celos. Si no puedes manejar o sanar tu rabia, ésta puede extenderse hacia los
celos y la envidia, dos sentimientos que realmente son iguales que la rabia, sólo que se
enfocan directamente sobre una persona. Yo puedo tener lo que ella tiene, o es que
realmente no puedo, pero quizás si puedo... Así continúa la lucha.
El odio. La rabia constituye la base del odio. El odio es fundamentalmente «yo
puedo, pero no puedo lidiar contigo, y por lo tanto te voy a aislar. Voy a ir a mi neocorteza
a buscar las razones que hacen que no valga la pena asociarse contigo». De esa forma yo
disfrazo mi «yo no puedo» y me satisfago al rechazarte. Mi conclusión es que te odio y
por lo tanto no necesito relacionarme contigo. Detrás de todo odio, no importa cuántas
razones o justificaciones se ofrezcan, existe un viejo sentimiento de rabia que la persona
o grupo o país no desea manejar o no sabe cómo hacerlo.
La violencia. «Yo puedo, y no puedo lidiar contigo, así que me aseguraré de que
tú tampoco puedas». De nuevo es la misma rabia que la persona, grupo o país ha sido
incapaz o no estaba dispuesto a manejar. Esta vez la rabia se dirige hacia el cerebro básico
de la acción y explota en una expresión física de violencia. Puede estar acompañada por
las ya pensadas y elaboradas justificaciones denominadas odio, o puede ser una expresión
directa e inmediata de rabia-convertida-en-violencia.
Lo más importante de reconocer acerca de estas vías alternas, es que ellas
comienzan con un deseo, que puede haber inclusive alcanzado el nivel del amor. Si
estamos afectados por algo, aún en sus primeras etapas, lo deseamos y lo queremos. Pero
si el amor es bloqueado, el proceso emocional nos puede llevar directamente hacia la
tristeza y la depresión o hacia la frustración, rabia, celos, odio y violencia. Una
implicación práctica del hecho de reconocer que el amor y el deseo están ocultos bajo la
violencia, es la necesidad que existe no sólo de proveer un refugio temporal a una mujer
abusada, sino también de proveer a ambos, mujeres y hombres, de una educación sobre
el amor y la rabia que están determinando su violencia. Lo que se necesita no es
145
precisamente un castigo, sino más bien una educación sobre la rabia. En los Estados
Unidos, casi por un año se enfocó la atención sobre O.J. Simpson, aguantando la
respiración mientras se esperaba el dictamen final de culpabilidad o inocencia; algunos
esperaban el castigo; otros, se alegraron por su absolución. ¿No se nos habrá escapado el
meollo del asunto que está en que el amor puede convertirse en abuso físico y puede
ciertamente terminar, de forma extrema, en el asesinato? ¿Podríamos tomar esa
experiencia larga y prolongada y traducirla en una acción nacional en favor de una
educación emocional? ¿En vez de clamar por justicia y castigo, no sería mejor clamar por
la educación de una inteligencia emocional?
Si vamos a ser emocionalmente inteligentes, debemos hacernos conscientes del
proceso emocional que lleva hasta el amor, o la pérdida de amor que cae en tristeza y
depresión, o el amor bloqueado que se convierte en rabia, odio y violencia. Todas éstas
son variaciones de la sinfonía emocional que están conectadas, y podemos aprender a
escogerlas y hacerlas sonar de manera consciente, entrando en ellas y saliendo de ellas.
Estoy segura de que existen descripciones de otros procesos emocionales y territorios
emocionales. Bienvenidos sean todos ellos a medida que buscamos penetrar dentro de
nuestro mundo interior emocional.
He descrito el proceso emocional solamente en relación con las respuestas más
importantes al deseo: la respuesta de satisfacción que lleva al amor, la respuesta de
pérdida que lleva a la tristeza, y la respuesta de lucha que lleva a la rabia. El amor es
tratado de una manera más extensa en los capítulos sobre las tres inteligencias
emocionales. La tristeza y la rabia están elaboradas en el capítulo de la inteligencia de los
estados de ánimo. Existen muchas otras emociones que no están diagramadas en este
territorio y que se describen en las escalas emocionales de la inteligencia de los estados
de ánimo.
Faltan tres grandes emociones en este diagrama: la preocupación, el miedo y la
culpa, que son consideradas usualmente como emociones, y ciertamente existe un
sentimiento fácilmente distinguible de preocupación, otro de miedo y otro de culpa. Sin
embargo, la preocupación, el miedo y la culpa parecen estar más relacionados con el
proceso de la acción o más precisamente con nuestra inhabilidad para actuar. Forman
parte de un proceso de ansiedad que ciertamente puede sentirse, pero que puede ser
sanado principalmente yendo al proceso de la acción y a las inteligencias
comportamentales del cerebro básico. Pasa al último capítulo e incluye el proceso de la
ansiedad para lograr una mayor comprensión de su relación con las emociones y el
comportamiento.
147
CAPÍTULO 9
Recuerdo los momentos apasionados de mi vida con gran emoción. Yo digo que
amo la pasión. Pero, ¿cuánta pasión me atreveré a vivenciar? ¿Dónde puedo conseguirla?
¿La reservo para enamorarme o puedo apasionarme también frente a un plato de pasta?
¿Necesito tener un problema, un pleito o una discusión para provocarme y estimular la
pasión en mí? o ¿puedo decidir conscientemente cuándo apasionarme? ¿Siento pasión
con la gente, con ideas o solamente con mis tradiciones y mis valores? ¿Es bueno ser
apasionado? o ¿es que las personas muy apasionadas son demasiado emocionales,
demasiado desordenadas o inestables?
La inteligencia afectiva es la capacidad de dejarse afectar por una persona, idea,
objeto, el arte, la música o cualquier otra situación. El proceso se extiende desde la
atracción hasta la pasión e incluye la capacidad de iniciar y de terminar el
involucramiento. Nosotros gobernamos la extensión, la intensidad y la duración del
proceso afectivo. La inteligencia afectiva es el proceso de amar: permitirnos ser atraídos,
afectados y luego profundamente afectados. Cuando dejamos de estar afectados por la
grandeza del otro, dejamos de amar. Dejarse afectar por algo o alguien es sentir: sentir
profundamente, sentirse conmovido, sentirse conectado, o simplemente «sentir» sin
ninguna descripción. Sentimos, nos conmovemos profundamente, sin caracterizarlo más.
La gente se hace afectivamente inteligente por la manera de manejar su proceso
de sentir, así como se hace inteligente racionalmente por la manera de manejar su proceso
de pensamiento racional. En la inteligencia afectiva está implícita la capacidad para
seleccionar aquello por lo que la persona se va a dejar afectar y hasta qué grado. Esta
inteligencia implica el poder empezar conscientemente el proceso de sentir y
conscientemente salirse de él. A pesar de que las personas afectivamente inteligentes
pueden ser atraídas y enganchadas en una reacción inmediata de sentir, se dan cuenta que
ésta es sólo una de sus muchas realidades, y son capaces de desplazar su enfoque y
148
concentración hacia otra alternativa atractiva. Esta inteligencia ayuda a no ser víctimas
de lo que, en la red externa de circunstancias llamamos la providencia, el destino, en el
mundo occidental y maya o karma en el oriental.
La inteligencia afectiva es clave para la vida interna consciente en relación con el
resto del mundo. Así como actuamos y pensamos en relación con el mundo, así también
sentimos con respecto a él. Nacemos en un medio ambiente determinado y aprendemos a
actuar en relación a él. Vamos a la escuela para aprender a pensar en relación con nuestro
medio ambiente. Vamos a las iglesias y templos para aprender a relacionarnos con las
ondas más finas de ese medio ambiente. Pero no hay un aprendizaje consciente sobre
cómo sentir en relación a nuestro medio ambiente. Simplemente nos dejamos afectar por
él y tratamos de controlar nuestras reacciones emocionales por medio de aquello que
sabemos hacer muy bien: pensar, imaginar, e intuir en nuestra neocorteza o actuar con
nuestro cerebro básico.
Pero, a pesar de todo, las vibraciones siguen sucediéndose en nuestro cerebro
límbico, estemos o no conscientes de ellas. Desafortunadamente no nos hacemos
conscientes hasta que ocurren eventos realmente perjudiciales que demandan nuestra
atención: un divorcio, la pérdida de trabajo, un ataque cardíaco, o una enfermedad seria
de uno de nuestros órganos digestivos internos. Si no estamos conscientes de nuestros
sentimientos, las vibraciones de la contracción continuarán hacia la constricción hasta
que esto provoque una reacción física de enfermedad o una reacción psicológica de crisis.
Debido a nuestra falta de educación emocional desde nuestro nacimiento, terminamos
buscando ayuda en la práctica privada de psicólogos o médicos. Ciertamente necesitamos
solucionar las crisis y sanar las enfermedades cuando aparecen. Sin embargo, con el
conocimiento sobre el cerebro límbico, ahora sabemos que una educación emocional
formal desde nuestros primeros años, podría prevenir una gran parte de las crisis y
enfermedades.
Si tu expectativa cuando estás triste es que nunca vas a parar de llorar y que tu
mundo se va a poner aún peor, entonces esa expectativa no te ayuda a darte permiso para
sentir tristeza. Si esperas llorar cuando estás triste y crees que el llanto te ayudará a
relajarte, entonces tendrás permiso para sentir tu tristeza.
Sin embargo, si como Roberto has asociado el llanto con la debilidad femenina,
no vas a permitirte sentir la tristeza. Roberto insistía en vivir dentro de los muy estrechos
parámetros de su negocio, rehusando dejarse afectar por las otras personas o eventos de
su vida. Sus actividades de trabajo lo consumían. Solamente sabía cómo analizar
continuamente y trataba de aplicar su enfoque racional a todo, incluyendo sus hijos. Sin
embargo, lo que funcionaba para los negocios no funcionaba muy bien con su familia:
sus hijos estaban siempre buscando afecto, mientras que él les ofrecía sugerencias para
mejorar. No importa si les ofrecía consejos sobre relaciones, matemáticas, lenguaje, o
sobre cómo ser un mejor hijo o un negociante astuto. Estaba seguro de amar a sus hijos,
pero le faltaba dejarse afectar por ellos, ya que consideraba el afecto como una señal de
debilidad. Nunca se le ocurrió que el afecto era una forma de inteligencia que podría
mejorar sustancialmente la capacidad de su propia mente y la de sus hijos.
Desafortunadamente, esta historia puede tener resonancia en muchos hombres
porque nuestra cultura se ha dedicado a clasificar el afecto y el amor como un asunto
femenino. Los hombres pueden ser afectuosos, pero principalmente en el contexto de la
actividad sexual. Sin embargo, tanto hombres como mujeres pueden ahora elegir lo que
sea necesario o apropiado sentir para mejorar sus vidas. No tenemos que seguir
reprimiendo los sentimientos o escondernos del sentir, si conocemos el secreto de
seleccionar conscientemente y enfocarnos en aquello que hará que nuestra vida sea mejor
cada día. Seleccionar implica que podemos evitar sentir o escoger no sentir mucho de lo
que está pasando durante el día. Significa darse cuenta de que no podemos dejar que todo
lo que pasa a nuestro alrededor nos afecte demasiado. Si vamos a evitar crisis continuas
y ser genuinos en nuestro sentir, debemos elegir por qué nos vamos a dejar afectar.
También podemos seleccionar el momento en el que vamos a dejarnos afectar por
emociones difíciles pues se necesita disponer del tiempo suficiente para profundizar en
nuestros sentimientos y descubrir su información o mensaje.
Cada día creamos nuestro propio paraíso o nuestro propio infierno, dependiendo
de lo que decidimos permitir que nos afecte. Nuestra capacidad neocortical para
seleccionar sabiamente es crucial. Son la neocorteza y el cerebro límbico funcionando
juntos, los que pueden liberarnos de simples reacciones en cadena
150
LA SALUD Y LA VITALIDAD
El problema relacionado con la inteligencia afectiva es que puede resultar algo
semejante a abrir la compuerta de una represa sin saber luego cómo cerrarla. Si decidimos
dejarnos afectar, ciertamente podemos entonces ser tocados por todas las emociones.
Usualmente cerramos esa compuerta del afecto, del amor y de la pasión, porque hemos
tenido experiencias amargas al sentirnos en peligro e incapaces de nadar en aguas tan
turbulentas. Usualmente nos salimos de los sentimientos con decisiones neocorticales
tales como: «más nunca», «la vida es muy corta», «no vale la pena», «no hay necesidad
de eso». Estamos aprendiendo que, en efecto, todos podemos necesitar la experiencia de
las emociones. Es posible que necesitemos aprender cómo dejarnos afectar, cómo amar
con todo lo que ello implica, si no por otras razones, al menos sí por razones de salud.
La mayor causa de muerte de seres humanos en Norteamérica es el corazón. El
ejercicio entrena el sistema muscular y estimula la circulación de la sangre. Sin embargo,
¡los sentimientos son un ejercicio interno! Son nuestros sentimientos o estados de ánimo
los que están continuamente expandiendo o contrayendo nuestro corazón, y es nuestro
corazón el que bombea la sangre a través del cuerpo y hasta dentro de nuestro cerebro.
De esta forma, la prevención de derrames cerebrales, ataques cardíacos y otras
enfermedades relacionadas con nuestros órganos internos puede depender de nuestra
capacidad de sentir nuestras emociones, guiándolas a través de un proceso continuo de
expansión y contracción.
A menudo nos enamoramos, entramos en un proceso hermoso de expansión y
contracción, hasta que algo sale mal y entonces renunciamos.
Nos expandemos y luego entramos en un proceso de retiro y contracción que, si
no cambiamos, puede convertirse en constricción, entropía, parálisis e incluso hasta en
muerte. ¿Qué más podemos hacer? Podemos dejarnos afec-
151
tar, aunque sea por cortos períodos de tiempo, y luego desenfocar antes de ir más
profundamente. También podemos aprender a seguir avanzando hacia una afectividad
más profunda e inclusive hacia profundos estados de amor, si sabemos vivir a través de
los estados de ánimo involucrados y cómo cambiar o salirnos de ellos cuando sea
necesario. Sabiendo que sentirse afectado es sólo una de nuestras realidades, podemos
aprender a cambiar hacia otras realidades que involucren el pensamiento, la imaginación
o la acción, pero de poca emotividad. Tenemos la posibilidad de escoger entre profundizar
más dentro de la emoción o salirnos de la emoción hacia otro sistema cerebral.
Saber que podemos enfocarnos y desenfocarnos conscientemente es, sin duda, una
de las principales razones para mantenernos conscientes de que poseemos tres sistemas
cerebrales, cada uno accesible de forma independiente. Sentir es una elección, una
libertad, una decisión de entrar en el campo de los sentimientos, tan clara como cuando
escogemos leer un libro (neocorteza) o decidimos hacer un viaje (básico).
El cerebro emocional registra las heridas del pasado en nuestra memoria a largo plazo.
Así, nuestra memoria emocional nos previene para que no repitamos los mismos
dolorosos errores, pero desafortunadamente no posee un lenguaje verbal y nos habla a
través del miedo, la evasión o simple bloqueo de la energía. Nos enlentece, nos fatiga, o
nos roba la energía. El cerebro emocional busca ser escuchado. Así como nuestra
neocorteza nos provee de un constante parloteo de pensamientos e imágenes, nuestro
cerebro emocional nos provee de constantes señales. Si no las escuchamos o atendemos,
aumentarán su efecto en nuestro cuerpo para captar nuestra atención. Si seguimos sin
reconocer el obstáculo del bloqueo de energía, las señales aumentarán hasta hacernos
sentir realmente agotados, y si seguimos ignorándolas, aumentarán hasta un nivel de dolor
-lo que sea necesario para conseguir nuestra atención-.
La segunda razón para quedarnos en nuestro sentir es que si entramos profundo
nos dan ganancia. Los sentimientos dan calidez y energía a nuestro cuerpo y también
brindan información: dan conocimiento, revelaciones-insights, pensamientos y datos
claves de nuestro comportamiento, patrones y rutinas. Si podemos mantenernos en
nuestros sentimientos y elegimos ser afectados por ellos, estaremos en capacidad de notar
los momentos, conductas, ideas, sentimientos y personas que evitamos. Nuestros patrones
más profundos de comportamiento empiezan entonces a emerger y en lugar de temerle a
la información, podemos hacernos receptivos, aprender de ella, y abrirnos a aspectos más
amplios de nuestro ser.
Tercero, si nos quedamos sintiendo y vamos aún más dentro de nosotros,
desarrollamos empatía por nosotros mismos y por los demás. Nos sentimos en el pathos
de la vida misma. Experimentamos nuevos pensamientos, vistazos, insights y
posibilidades, así como otras decisiones o acciones que podremos tomar en el futuro para
quedarnos en la energía de la situación, persona o idea que encontremos. Aprendemos
una forma de acercamiento más profunda y más empática para guiarnos. Nos haremos
más conscientes de honrarnos por haber superado tanta dificultad y haber sido
perseverantes hasta ahora.
Cuando tenemos nuestra energía bloqueada, ¿cómo podemos recuperarla?
Encontrando la situación que evadimos, reviviéndola en nuestra mente y descubriendo
qué es lo que necesitamos para poder afrontarla. Cuando experimentes una pérdida de
energía, mira hacia atrás y revisa el día, la semana o aún más, tu vida pasada y pregúntate:
¿Dónde dejé mi energía? A un cierto punto no quisiste dejar entrar la energía; no estuviste
dispuesto a dejarte afectar por una persona, por cierta idea o algo que pasó en tu medio
ambiente. Quizás ni siquiera te diste cuenta del bloqueo, pero tu cerebro
153
emocional registró una desaprobación o una falta de conexión y el resultado fue una
pérdida de energía. No es que la otra persona o evento se haya adueñado de tu energía,
como muchos de nosotros inconscientemente sentimos cuando culpamos a otros de
nuestras heridas. Lo que ocurre es que consumimos una gran cantidad de nuestra energía
para mantenernos no conscientes, para evitar sentir o ser afectados, para rehusar darle la
cara a una persona, idea o situación determinada o lo que quiera que «eso» sea. Puedes
recobrar tu energía enfrentando ahora las cosas y dándote cuenta de qué es aquello por lo
que rehusas dejarte afectar.
La inteligencia afectiva nos invita a recuperar conscientemente ese momento en
el que perdemos la energía y a tomarnos el tiempo necesario para dilucidar qué es lo que
necesitamos para ayudarnos a manejar conscientemente la situación. Aprende a recobrar
la energía perdida por medio de la práctica del ejercicio «¿Donde dejé mi energía?»,
ubicado hacia el final de este capítulo.
Aunque el propósito de la inteligencia afectiva es poder entrar en las emociones,
también hay momentos o circunstancias en las que no soportamos sentir. Hemos
aprendido a tomar pastillas para tranquilizarnos o para entusiasmarnos. Tenemos el hábito
social del uso del alcohol o de las drogas para cambiar nuestros estados de ánimo. Es
crucial adquirir la destreza natural de desenfocar de nuestro cerebro límbico para enfocar
en nuestros otros dos cerebros, el neocortical y el básico. Podemos evadirnos hablando
demasiado o distanciándonos a través de las imágenes o deseos. O podemos escapar por
medio de nuestro cerebro básico, simplemente moviendo nuestro cuerpo hacia otras
circunstancias que nos afecten de una manera más agradable. Practica el ejercicio de
enfoque y desenfoque incluido al final de este capítulo.
María estaba participando en un taller de tres días y gradualmente se estaba
sintiendo frustrada conmigo. No lo expresaba, pero se mantenía distanciada hasta que
finalmente me dijo que estaba muy afectada porque yo le estaba prestando mucha
atención a Pedro. Le parecía que yo no estaba siendo imparcial y que Pedro era mi
favorito. Por tres días se sintió muy frustrada ante mis atenciones con él. Se permitió
dejarse afectar hasta que finalmente se dio cuenta de cómo un patrón de su pasado estaba
influyendo en su percepción: había crecido en un orfanato y había llegado a pensar que
todos, menos ella, habían recibido afecto. Como adulta, esta idea continuaba afectándola
negativamente. Cuando aprendió sobre la inteligencia afectiva descubrió que podía
conscientemente enfocarse en sentirse querida, que podía permitirse ser afectada por el
amor que la rodeaba y que podía
154
pedir amor así como también amarse a sí misma en lugar de esperar que el amor se
dirigiera hacia ella.
Es posible estar afectado demasiado profundamente. Ana era tan sensible al medio
ambiente interno y externo, que sentía el dolor del mundo y sentía que realmente no quería
vivir. Sus mensajes parentales fueron extremadamente contradictorios: la madre trataba
de llevar una vida social superficial y el padre, un tosco y hosco chofer de camión, trataba
de adaptarse a la sedentaria vida de su retiro. Él deseaba que su hija fuera tan dura y fuerte
como él, pero la innata habilidad musical de ella la hacía más bien extremadamente
sensible. Todo a su alrededor la afectaba y la llevaba cada vez más dentro de su ser
interior. Claramente se dejaba afectar tanto que ponía en peligro su vida. Lo que
finalmente la ayudó fue el reconocimiento y el aprecio de su propia sensibilidad y poder
relacionar ésta con su habilidad y capacidad para ser afectada. Aprendió que sus
emociones eran como su música, plenas de tonalidades y resonancias, así como también
de disonancias, y que todo eso era normal. Más específicamente, aprendió a manejar la
tristeza y la rabia (expuestas en el capítulo sobre la inteligencia de los estados de ánimo).
Ahora es capaz de modular su inteligencia afectiva, disfrutando del mundo más que
padeciéndolo.
ahora ésta tristeza me está haciendo sentir... Así puedes continuar en un proceso de sentir
aún más profundo y te darás cuenta de que hay nueva información, que no estaba
suficientemente clara como para poder ser alcanzada la primera vez que viviste la
experiencia.
9. Cuando la experiencia sea de sentimientos agradables como la relajación, el placer
o el amor, utiliza tu poder de enfocar para amplificar ese sentir por todo el cuerpo.
Quédate en el sentimiento y luego mueve tu foco muy suavemente hacia cada una de las
partes de tu cuerpo, esparciendo y disfrutando el sentimiento.
10. Si el sentir es desagradable, como la venganza, los celos, la rabia, la tristeza, la
depresión, la culpa, la preocupación o el miedo, mantente suficientemente consciente para
sacar la información que ellos te aportan, pero ten cuidado de no llegar a conclusiones
con tu neocorteza o de actuar basándote en estas conclusiones. Confía en que hay muchas
realidades en tu vida, y si un sentimiento desagradable te sorprende y no quieres
explorarlo o manejarlo en ese momento, salte de él hasta que dispongas de tiempo para
manejar esa información desagradable. Recuerda, la forma de salir consiste en enfocarte
en cualquier realidad agradable de tu vida, ya sea por medio de sentir otra cosa, o de
pensar, imaginar o actuar en algo diferente.
Puedes comenzar la práctica del sentir, ya sea enfocándote en tu vida presente o
también recordando situaciones del pasado. Cuando estás pensando o actuando y desees
ir más lentamente hacia las emociones, resulta más fácil comenzar sintiendo las
sensaciones de tu cuerpo. ¿Dónde siento algo: en mi rodilla, en mi brazo? Concéntrate en
diferentes áreas de tu cuerpo para recibir todas las sensaciones que están sucediéndose.
Si hay señales de dolor, tómate el tiempo de detenerte y relajarte, y respirar por el
abdomen. A medida que vas sintiendo, sé delicado y apreciativo contigo mismo. Después,
muy lentamente, cubre y masajea el área dolorosa con el calor de tus manos. También es
posible comenzar a sentir preguntándote qué sientes frente a tus pensamientos o frente a
situaciones en las cuales estás involucrado en el presente. Pregúntate:
¿Qué estoy sintiendo?
Esta situación en que me encuentro me hace sentir. Estoy sintiendo.
Y este sentimiento me hace sentir.
157
LA SEGURIDAD
Sin el cerebro emocional no habría protección para la neocorteza ni para el cerebro
básico: los dos corren rampantes, pensando activamente, imaginando y actuando,
prestándole poca o ninguna atención a nuestros sentimientos. Esta es una descripción
general de nuestro mundo actual: pensamos grandes ideas, tenemos visiones, hacemos
presupuestos y construimos ciudades para un mundo que nunca ha vivido el cerebro
emocional. Seguimos adelante con nuestras ideas y acciones; tratando desesperadamente
de verificar y controlar nuestros pensamientos y acciones, tratando de relacionarlos con
estándares o límites pero sin darnos cuenta de que estamos ignorando nuestro recurso más
profundo: la capacidad humanizadora, sensitiva y cálida de nuestro cerebro límbico. El
cerebro del corazón y de las entrañas, nos hace internalizar y reflejar las dimensiones
humanas de la vida. Sin sentir, no podemos tener acceso a esta información y sin esta
información, no podemos estar a salvo.
La frase «que la paz empiece conmigo» sólo será posible si podemos aprender a
acercarnos a la vida con los sentimientos. A menos que yo sea capaz de ver cómo me
hago daño y cómo uso la violencia conmigo mismo, ¿cómo voy a ser capaz de moverme
en una forma pacífica con los demás? Si no detecto cómo me ignoro y me hago daño,
¿seré capaz de detectar cómo ignoro, hago daño o hasta soy violento con los demás? Es
obvio que puedo ser violento con un arma en la mano pero, ¿cuáles fueron los pasos que
me llevaron hasta la violencia? ¿Me fui apartando de ti primero con mis pensamientos?
¿Te fui categorizando, juzgándote equivocadamente, imaginándote poco a poco diferente
a mí? ¿En qué momento rehusé dejarme afectar por ti? Tenemos que recuperar nuestra
facultad de sentir, nuestra capacidad para dejarnos afectar por la cotidianidad. El cerebro
límbico es tan necesario para nuestra salud personal como lo es para mejorar la calidad
de vida.
Usualmente, antes de que el mundo nos aniquile, somos muy efectivos
matándonos a nosotros mismos. Los constantes bloqueos de nuestros
159
Ejercicio
camente. Busca primero el momento en el que tenías mucha energía y de pronto no tenías
o tenías muy poca. Fíjate con detenimiento en qué situación o con quién fue que perdiste
la energía. Encontrarás un lugar en el que estabas con mucha energía y después un
sentimiento de desánimo, con poca energía.
3. ¿Qué fue lo que ocurrió en ese espacio o tiempo? Visualízate en ese momento y
busca qué es lo que no quieres sentir. Conscientemente, en este momento, en la seguridad
de este ejercicio, date el permiso de revivir el evento, ésta vez para sentirlo y ser afectado
por ello. Nota que el tiempo físico, el momento cuando pudiste sentirte obligado a actuar,
ya pasó, y ya no estás amenazado por él. Déjalo entrar en tí. Míralo y di claramente: «yo
perdí mi energía cuando...».
4. En esa situación lo que yo necesitaba o quería era...
5. Volviendo a la situación pasada, ahora podrás ver qué hacer para recuperar tu
energía. ¿Qué necesitarías para ser capaz de dejarte afectar? ¿Qué te haría sentir bien?
Imagínate y siéntete llevándolo a cabo. Muévete a actuar en la situación tan pronto como
te sea posible o revísalo en tu mente para que esté programado así para la próxima vez
que te encuentres en la misma situación.
Ejercicio
Elportero
Selecciona una música relajante. Ponte cómodo, con un lápiz y el siguiente
diagrama a tu lado.
Ejercicio
Cielo o infierno
Si eliges dejarte afectar por las situaciones difíciles o dolorosas, por la fealdad, el
miedo o el odio, sentirás las repercusiones emocionales de tu enfoque. Si seleccionas la
belleza, la paz o cosas amigables, la quietud o el amor, sentirás el impacto de esta otra
elección. Experimenta esa diferencia en la habitación donde estás leyendo este libro.
1. Deja que tus ojos recorran el cuarto. Busca dos o tres objetos o personas que no te
gusten. Entra en el proceso de dejarte afectar por uno de ellos hasta sentir lo que sientes
por esa persona u objeto.
2. Ahora selecciona uno que sí te agrade y por el que te gustaría dejarte afectar.
3. Nota cómo las vibraciones de tu cuerpo cambian en relación con lo que te permites
sentir. Trata de darte cuenta de cuáles son las señales de tu cuerpo cuando piensas en algo
que te disgusta o en algo que amas.
Ejercicio
centración (desenfocando). El siguiente ejercicio también está hecho para indicarte cómo
tus pensamientos e imágenes afectan tus sentimientos (recuerda que tus sentimientos
también afectan tus pensamientos e imágenes).
Estoy pensando en
(un pensamiento negativo)
y esto me hace sentir.
Cuando pienso en
(pensamiento interesante)
yo siento
Cuando me imagino.
(imagen horrible, desagradable, perturbadora)
yo siento
Y cuando me imagino
(algo muy bonito)
siento
Cuando experimento
(algo doloroso)
esto me hace sentir
Cuando hago.
(algo que no me gusta)
mi cuerpo se siente
CAPÍTULO 10
C. G. JUNG
The Archetypes and the Collective Unconscious
Las emociones existen como señales internas de nuestras reacciones ante el mundo y
proveen una información personal diferente de aquellas reacciones físicas o mentales del
cerebro básico o de la neocorteza.
Nosotros mismos nos hemos alejado de ciertas emociones, especialmente de la
tristeza y la rabia al denominarlas como «negativas». Es verdaderamente cierto que si las
expresamos podemos causarle daño a otros o por lo menos afectar su felicidad. Sin
embargo, entrar en estos estados de ánimo y sentirlos hasta captar lo que nos quieren
decir, puede ser para nosotros no sólo positivo, sino vitalizante y urgentemente necesario.
¿Por qué estás triste? Déjate entrar en tu tristeza y siéntela. Como dijimos en el
capítulo sobre la inteligencia afectiva, la tristeza es un indicador de información que está
registrado en nuestro cerebro y que afecta nuestro cuerpo bloqueando nuestra energía
hasta que le prestamos atención. Le prestamos atención al entrar y mantenernos en ese
sentimiento hasta obtener la información. Lo aparentemente negativo se convierte en
positivo cuando es tratado como información, tal como veremos en el ejercicio llamado
«¿cuál es el mensaje?» al final de este capítulo.
La inteligencia de los estados de ánimo nos permite involucrarnos en todas
nuestras emociones, incluyendo aquéllas que hemos etiquetado como negativas. ¿Es que
tú pondrías en la lista negra algunos libros o evitarías otros y te privarías de su lectura,
sin siquiera haber explorado lo que los libros pueden darte? La libertad intelectual es la
lucha por la libertad de toda información. Las emociones te dan acceso a la información
emocional al igual que los libros te dan acceso a la información intelectual. No juzgamos
los libros antes de haberlos leído; no necesitamos juzgar las emociones antes de sentirlas.
La inteligencia de los estados de ánimo es en relación con las emociones lo que la
inteligencia racional es con los pensamientos: el proceso de un respetable viaje a través
de toda información que se manifieste.
El segundo propósito de la inteligencia de los estados de ánimo es el de preservar
y mejorar nuestra salud física. Así lo expresa Candance Pert en una entrevista con Bill
Moyers:
MOYERS: Pero, ¿hacia dónde nos lleva este camino en relación con las
emociones y la salud?
PERT: Nos lleva a pensar que los químicos que hacen funcionar nuestro cuerpo y
nuestro cerebro son los mismos químicos que están involucrados en la emoción. Y esto
me dice que debemos manejar seriamente teorías
166
muy serio, urgente o desagradable: pierdes a un ser querido, te despiden del trabajo o
alguien te roba el carro. Creemos que este tipo de sucesos le ocurren solamente a los
demás, «pero no a mí». Repentinamente se presentan en tu vida y explotas rabioso u
hostil. Finalmente le das cabida a la expresión de tus emociones, pero ahora ya tienes 42
años y tu cuerpo no tiene experiencia con estas emociones fuertes. La rabia entonces se
convierte en un choque: es un terremoto en tu sistema.
Estoy convencida de que a menos que los órganos -el corazón, el colon, el hígado
y los demás- tengan permiso para vibrar, para ejercitarse, para expandirse y contraerse
durante el transcurso de una vida, gradualmente se constreñirán y debilitarán, haciendo
posible que las situaciones difíciles de la vida te causen daños importantes. Los
sentimientos son el ejercicio de los órganos del cuerpo, igual que nadar o correr son los
ejercicios para los músculos del cuerpo. Nuestro gimnasio emocional está dentro de
nosotros. Para desarrollar gradualmente nuestra fuerza emocional, necesitamos practicar
de una manera consciente los sentimientos, por lo menos veinte minutos cada día.
Necesitamos revivir las grandes emociones de la confianza y el amor así como también
practicar los ejercicios que se encuentran al final de este capítulo, para sentir la tristeza y
la rabia de manera consciente.
El diagrama anterior presenta una visión más específica de la conexión del cerebro
límbico con el sistema nervioso autónomo, el sistema endocrino y el sistema
inmunológico. No podemos permitirnos seguir ignorando o mantenernos congelados
fuera del calor de las vibraciones del cerebro límbico, ya sean éstas las lentas o las más
caóticas. Para informarnos o para conservar la salud, debemos mirar de nuevo al
fenómeno emocional.
El tercer propósito de la inteligencia de los estados de ánimo es el acceso a los
químicos naturales del cerebro. En la entrevista con Bill Moyers, Candace Pert describe
la relación de los químicos cerebrales con las emociones de la siguiente manera:
.. .la revelación sorprendente es que esas endorfinas y otros químicos como ellos
no se encuentran sólo en el cerebro sino en el sistema inmunológico, el sistema endocrino
y por todo el cuerpo. Estas moléculas están involucradas en una red psicosomática de
comunicación. ... éstas moléculas están siendo liberadas de un sitio y se están difundiendo
por todo el cuerpo, y están haciendo cosquillas a los receptores que están en la superficie
de cada célula de tu cuerpo. Hemos llegado a elaborar la teoría de que esos neuropéptidos
y sus receptores son las correlaciones bioquímicas de las emociones4.
Los nuevos descubrimientos de los químicos naturales del cerebro se suceden en
forma tal, que llenarían muchos libros si se pudieran escribir con la suficiente rapidez. Un
vistazo a los químicos naturales del cerebro, como las endorfinas, serotoninas, dopaminas
y otros, nos demuestran que los efectos de todos ellos se pueden describir a través de una
escala que va desde la quietud hasta la excitación. Si esta escala ya existe químicamente
dentro del cerebro, ¿son las emociones simplemente la manera en la que el cuerpo humano
expresa esta química natural? O por el contrario, ¿es el sentir las emociones lo que
produce los químicos naturales? o, ¿es que la interacción tiene lugar en ambas
direcciones?
Si estoy deprimido y me niego a expandirme o inclusive a ponerme bravo con
cualquier cosa, estoy privando mi cerebro y mi cuerpo de los excitantes naturales. Si
siempre estoy rabioso y frustrado y me rehuso a enfocarme en lo que podría calmarme y
darme una tranquila sensación de bienestar, mi cerebro y mi cuerpo están siendo privados
del estado de la quietud como el que produciría un químico natural tal como la endorfina.
169
tar los químicos naturales, porque no hemos sabido cómo entrar dentro de los estados
emocionales, cómo aprovecharlos sin hacernos daño a nosotros o a los demás, y luego
cómo desenfocarnos de ellos. Creo que hemos sido ignorantes respecto a que el propósito
de las emociones es liberar los químicos naturales.
Ahora que estamos conscientes de la necesidad de estos químicos naturales para
nuestro sistema nervioso autónomo, nuestro sistema endocrino y nuestro sistema
inmunológico, debemos buscar activamente los procesos que nos permitirán el acceso
pleno a nuestros sentimientos. Estoy proponiendo que la inteligencia de los estados de
ánimo es uno de estos procesos.
La inteligencia de los estados de ánimo es una invitación para recobrar nuestro
poder al vivenciar todas nuestras emociones con la finalidad de tener acceso a nuestros
químicos naturales, gobernar, proteger y ejercitar los órganos de nuestro cuerpo y recibir
información para guiar nuestra vida apropiadamente.
Ejercicio
debemos tomar en cuenta la condición emocional del paciente cuando estamos estudiando
las enfermedades. Gastamos millones en la búsqueda de los virus causantes de muchas
enfermedades inexplicables. El resfriado común es un virus y sabemos que nos saca de
nuestra vida de excitación imponiendo el descanso y la quietud. Puede ser que otros virus
sirvan para sacarnos de nuestros estados de ánimo excitados. Pudiera ser que el cuerpo
no tolerara la misma condición interna de atascamiento en excitación sin fin o en
tranquilidad sin fin, y produjera las condiciones ideales para que un virus se desarrolle.
Para citar de nuevo a Bill Moyers y Candace Pert:
MOYERS: ...Como hombre occidental que soy, pienso en la enfermedad como
algo causado por una bacteria o un virus. Si me contagio con una bacteria, probablemente
me voy a enfermar.
PERT: Bueno, por supuesto que tu sistema inmunológico responde, pero nada más
que para tomar un ejemplo, los virus usan estos mismos receptores para penetrar una
célula y dependiendo de la cantidad del jugo natural o del péptido natural disponible para
ese receptor, el virus tendrá una mayor o menor dificultad en penetrar la célula. Luego,
ante una misma carga viral, nuestro estado emocional afectará el hecho de que
enfermemos o nó. Tú conoces la información sobre la alta frecuencia de ataques cardíacos
de los lunes por la mañana, cómo sube la tasa de mortalidad entre los cristianos el día
después de Navidad y entre los chinos al día siguiente del Año Nuevo Chino. Yo nunca
me resfrío cuando voy a esquiar. Otro ejemplo: el virus del SIDA utiliza un receptor que
es usualmente usado por un neuropéptido. Luego, el virus del SIDA podrá penetrar o no
en la célula dependiendo de la cantidad disponible de este péptido natural, el cual, según
esta teoría, estaría en función del estado de expresión emocional en que esté el organismo.
Las fluctuaciones emocionales y el estatus emocional influyen directamente en la
probabilidad de que el organismo se enferme o esté bien7.
Cuando nos sentimos bien o excitados por la vida o por lo que está sucediendo,
las endorfinas u otros péptidos llenan a los receptores y les dejan así pocas posibilidades
a los virus para entrar a las células receptoras. Si no
176
podemos salir a esquiar todos los días para prevenir los resfriados, sí podemos estar
profundamente conscientes de la importancia de nuestros estados emocionales. Esto
significa, o bien, vivir en la vía principal, en la línea del amor-a-la-vida del mapa del
territorio emocional, o bien, aprender qué hacer cuando caemos en las emociones de la
tristeza o la rabia.
Cuando estamos atascados ya sea en quietud o en excitación, nuestro estado de
ánimo se convierte en nuestra realidad. La gente nos aconseja estar más animados o más
equilibrados, pero esto es difícil de conseguir. Muchos cursos de manejo de estrés nos
enseñan a relajarnos, lo cual es muy importante para aquellos que tienen una adicción a
la excitación. Pero a los que son adictos a la tristeza y la contracción, les recomiendan los
medicamentos como antidepresivos u otras drogas que mejoran el ánimo.
Sugiero que necesitamos enseñarnos, a nosotros mismos, cómo fluctuar, cómo
movernos en un rango continuo de expansión a contracción y luego de regreso a la
expansión. Necesitamos las dos respuestas, la de la relajación y la de la excitación. Es la
experiencia del rango completo la que nos liberará de permanecer en un sólo estado de
ánimo y abrirá el sentir a muchas realidades emocionales diferentes.
Siguen y siguen, pero de todas formas siempre hay que hacer más -una fórmula
comprobada para producir una continua contracción y estrés-.
Las acciones. Las acciones también producen reacciones emocionales. Algunas
acciones nos hacen sentir bien, otras mal. Generalmente lo que sabemos hacer nos hace
sentir bien mientras que lo que no sabemos hacer nos hace sentir mal y a menudo confusos
y temerosos. Cuando quieres ayudarte a ti mismo a sentirte bien, ¿qué acciones te podrían
ayudar? Considera el deporte, los pasatiempos, la limpieza o el mantenimiento de la casa,
todas las artes, la jardinería, el medio ambiente. Conoce aquellas acciones que, en tu
comportamiento diario, te ponen de buen humor. Programa tus acciones y disfruta más
cada actividad, permitiéndote conscientemente dejarte afectar por ellas. Ten presente que,
cuando ya estás demasiado calmado o aburrido es hora de intentar algo más difícil. Así
como también que, cuando estás demasiado frustrado, es el momento de la pausa y de
buscar algo en lo que puedas sentirte calmado.
Incluso la felicidad que decimos que valoramos tanto consiste en variaciones de
contracción y expansión, tranquilidad y entusiasmo. La felicidad es una palabra y un
concepto que tratamos de congelar con nuestra neocorteza: debemos recordar que, como
emoción, la felicidad es un movimiento que incorpora los dos puntos de la escala: la
quietud y la excitación.
Cuando conocemos el rango de las emociones podemos programar mejor nuestras
actividades. Podemos ayudarnos por medio de la orquestación consciente del día,
concediéndole tiempo y espacio a las actividades que nos calman y a las que nos excitan.
En vez de sentirse víctima de cualquier cosa que ocurra en nuestro medio ambiente,
podemos orquestar la jornada con actividades que nos ayuden a sentirnos contentos.
El arte y la música. La forma más rápida de cambiar nuestro estado de ánimo es
la de desplazar la atención hacia alguien o algo bello del medio ambiente, o poner música
y permitirse ser afectado por los sonidos.
Todo lo que trata de acción, pensamiento, sexualidad, respiración, nutrición, arte,
música o drogas artificiales produce un registro emocional en nuestro cerebro límbico,
afecta nuestra química natural y en consecuencia, nuestros estados de ánimo. Los estados
de ánimo son como un termómetro que permite seguir los altos y bajos de nuestra química
interna. Podemos leer nuestra temperatura emocional y guiar nuestras acciones,
pensamientos, imágenes, arte, música, relaciones, sexualidad, respiración y nutrición
diarios, para guiar mejor nuestros estados de ánimo y así sentirnos mejor. Finalmente
recordemos que este termómetro registra los dos extremos de los estados de ánimo: la
quietud y la excitación.
179
normal que estuviera triste y deprimida. Tendría que haber sido una persona fría e
insensible para no haber tenido esta reacción. Considerar a la depresión como una
enfermedad le atemorizaba, así como también le parecía lógica la necesidad de tomar
medicinas antidepresivas. Al verse a sí misma como una persona normal más que como
una persona enferma, comenzó a experimentar sus sentimientos y gradualmente fue
dejando los medicamentos.
Puede ser que este tipo de éxito no ocurra en todos los casos. No estoy tratando
de negar la categoría de la depresión clínica, pero sí estoy tratando de indicar que la
depresión es una tristeza intensificada y que necesitamos darle a la gente la oportunidad
de manejar la tristeza real antes de recurrir a la medicación.
Ejercicio
¿Cuál es el mensaje?
La importancia de quedarse con cualquier emoción buscando la información o el
mensaje que te brinda es especialmente valedera con la tristeza. Concédete permiso para
entrar en la tristeza conscientemente por medio de la práctica de este ejercicio.
1. Toma tu tiempo, concéntrate en tu abdomen y respira profundamente.
2. Siente las dificultades de la pérdida, lo que significa para tí. Siente el «no puedo»;
siente tu incapacidad para actuar. Siente la tristeza, siente la pérdida.
3. ¿Qué es lo que quiere transmitirte este sentimiento? Siéntelo y espera. No
analices; nada más quédate en él.
4. Mantente con la tristeza hasta que te relajes o hasta que broten las lágrimas.
Mantente con el llanto y con la tristeza hasta que surja la información. Permítete que las
lágrimas te relajen.
Ejercicio
mente todos se sintieron aliviados cuando finalmente murió. Carol realizó lo que muchos
tratan de hacer, volver a una vida activa «normal». Ella no deseaba seguir ninguna de las
estrategias para sentir y desplazarse apropiadamente de la tristeza, especialmente aquella
sugerencia de esperar por un «yo puedo». Estaba inclinada a insistir de una manera
forzada. Esperar por un «yo puedo» significa darte permiso para sentir la tristeza y la
pérdida de poder más que decidir que puedes ser poderoso bajo cualquier circunstancia.
La tristeza es realmente una respuesta inteligente ante la pérdida. Pretender que no estás
triste es una estupidez emocional.
Carol decidió apresuradamente que ya había sufrido por demasiado tiempo e
inmediatamente se inscribió en algunos cursos que eran mental y físicamente exigentes.
Adoptó una actitud optimista de pensamiento positivo, pero lo que estaba escondido
debajo de la superficie era un viejo patrón de «yo puedo manejar cualquier situación».
Todos alabaron su optimismo, incluyendo su nueva boda acaecida seis meses más tarde,
pero sus habilidades de manejo emocional fueron sometidas a una prueba severa cuando
no encontró felicidad en ese matrimonio. En los seis meses posteriores ella enfermó con
cáncer, y ahora ya no había tiempo para que ella le diera descanso a su sistema
inmunológico, ni para intervenir de manera efectiva sobre su patrón de toda la vida de
«yo puedo manejar cualquier situación». Yo no puedo aseverar que Carol no hubiera
desarrollado cáncer si ella hubiera tomado en cuenta sus sentimientos y se hubiera dado
tiempo para sentir su tristeza. Pero puedo decir que su patrón y su esfuerzo para ser
positiva sí estresaron su sistema, al igual como lo habían hecho en otros momentos tristes
y serios de su vida, tales como la pérdida de su madre y luego de su padre, así como
también la severa enfermedad de su hermano. A través de todo esto ella desempeñó el
papel de «la persona que todo lo puede». Desafortunadamente, el concepto de ser
inteligente emocionalmente vino demasiado tarde para ayudarla.
Todos podemos beneficiarnos de la idea de enfocar la tristeza de una manera más
gentil cuando nos ocurren cosas desagradables a nosotros o a nuestras familias. A veces,
cuando se logran evitar las consecuencias graves, nuestra reacción inmediata es la de
sentirnos contentos o por lo menos aliviados. Sin embargo, primero necesitamos
experimentar la tristeza y la pérdida. Tal fue el caso de Mirna. Unos ladrones habían
atracado a mano armada a su hija y le habían quitado su automóvil. Por supuesto que
Mirna estaba contenta, porque la vida de su hija había sido respetada y consideró que su
tarea consistía en convencer a su hija de que ella estaba bien. Sin embargo, lo que se nece-
184
sitaba era que la ayudara con sus sentimientos de tristeza por la pérdida del vehículo, así
como también con el temor y la impresión que el cerebro emocional de su hija había
registrado. Ella también necesitaba tomarse un tiempo para experimentar sus propios
sentimientos en relación con el infortunio de su hija. Luego, tanto Mirna como su hija
hubieran podido beneficiarse de las sugerencias del ejercicio para sentir y desplazarse de
la tristeza. Para sanar tu tristeza tienes varias opciones:
• Puedes enfocarte en el pensamiento de la pérdida y dejarlo prolongarse hacia un
sentimiento de tristeza, o puedes enfocarte en el sentimiento de amor por la persona o la
situación perdida hasta que produzca un cálido sentimiento de amor
• Puedes enfocarte en el deseo de aquello que perdiste, hasta que se te produzca el
deseo y el impulso para moverte a la acción para conseguir aquello o algo parecido.
• Puedes concentrarte en el sentimiento y el reconocimiento del amor, hasta que
produzca una inspiración hacia más vida.
Explora las diferentes opciones para sanar la tristeza a través de los siguientes
ejercicios.
Ejercicio
Ejercicio
De la tristeza al deseo
1. ¿Qué era lo que querías y que ahora piensas que no puedes obtener? Lo que perdí
fue... y lo que quería era...
2. Permítete ver el «yo no puedo» y también busca encontrar el «yo puedo» o varios
«yo puedo».
3. Siente la lucha entre el «yo puedo» y el «yo no puedo».
4. Siente el deseo por lo que quieres.
5. Quédate con tu deseo hasta tener nuevos vistazos o pensamientos que puedan
ayudarte a lograr lo que quieres.
6. Siente el deseo hasta que te lleve a la acción.
Ejercicio
más vida. Puedes terminar el reconocimiento con los símbolos o puedes continuar al
siguiente punto.
6. Coloca una o más de estas características de la otra persona en tu memoria y
corazón.
7. Si así lo deseas, disponte a cultivar estos aspectos destacados en tu propia vida y
así te aseguras que lo mejor del otro continuará viviendo sobre esta tierra a través de tu
amor y apreciación consciente.
Una vez que hemos aprendido a reconocer las variaciones de la rabia, quizás la
destreza más necesaria a ser aprendida es la de cómo defenderse de la rabia de otros sin
aumentarla por nuestra propia reacción hostil. Cuando explota la rabia, todos tenemos el
hábito de defendernos: lo llamamos sobrevivencia, y es sin duda primordial. Pero, como
táctica de sobrevivencia ello se traduce en echar más leña al fuego. «Yo no lo hice y
además, es tu culpa, porque tú...». ¡Así no se para una pelea! Con siglos de experiencia
en éste método ya debíamos haber averiguado que no funciona ni para calmar a la otra
persona, ni para delimitar el campo de batalla. Todo lo contrario. Cuando se responde a
una agresión con otra agresión, sea verbal, emocional, física o de cualquier forma, se
aumenta la guerra.
El descubrimiento de la memoria a largo plazo en el cerebro límbico te permite
entender que cada frustración de tu vida está registrada en tu propio cerebro. Cada nueva
frustración, la sumas a las que ya tenías registradas. La frustración del momento es la
última de una larga historia. Cada uno de nosotros tiene una historia de rabia. No es
necesario seguir negándola, ya que un cirujano puede poner electrodos en el cerebro de
cualquiera y descubrirla. Primero lo que tenemos que hacer es aprender a reconocerla a
través de sus diferentes expresiones descritas anteriormente o reconociendo el tono
molesto de una voz, y luego defendernos de esta normalidad humana.
Practica el siguiente ejercicio para aprender a defenderte de la rabia de otros.
Practícalo tan a menudo como lo harías con las artes marciales. Es un arte emocional y se
merece tu práctica repetida si deseas ser capaz de elevarte por encima de tu reacción
condicionada de supervivencia frente a la rabia.
Ejercicio
prepararte y recordar que tú eres solamente el detonante más reciente de esa historia de
rabia de la otra persona. La verdadera causa estaría enterrada debajo de las innumerables
veces que el otro se sintió frustrado en una situación semejante y que están grabadas en
su memoria a largo plazo. Es ese recuerdo el que aumenta la presión: lo puedes captar en
ese tono de voz rabioso tan distinto al tono usual de voz.
3. Desplaza tu observación al otro pero manteniéndote centrado en ti. Repite,
internamente, «está herido y quiere algo». No lo digas en voz alta: la otra persona no te
puede oír en este momento. Recuerda que la definición de la rabia es no conseguir lo que
quieres. Puedes expresar una explicación, excusarte u ofrecer ayuda.
4. Desplázate de nuevo hacia ti mismo. Busca activamente lo que puedes hacer y lo
que no puedes hacer.
5. Desplázate hacia el otro. Exprésale de manera específica lo que puedes o no
puedes hacer. Por ejemplo: «puedo lavar los platos mañana en la noche, porque hoy tengo
una práctica de canto a las 7:30». Haz énfasis en lo que puedes hacer, y continúa
repitiendo el proceso hasta lograr suavizar la situación con el ofrecimiento de lo que
puedes hacer.
Ejercicio
un deporte o la meditación. También sirve lavar platos u ordenar los armarios. No hagas
deportes fuertes.
3. Busca una habitación silenciosa para sentir y expresarte a las paredes o a ti mismo;
para quedarte en tu rabia, o para sanarla si tienes tiempo.
4. Usa expresiones no verbales. Evita expresar el contenido de tu rabia para evitar
engancharte más profundamente. Utiliza sonidos sin contenido, gruñidos, refunfuños,
murmullos y rezongos de insatisfacción para descargar tu tensión.
5. Solicita una tregua o tiempo para reconsiderar. Probablemente necesitas conseguir
qué es lo que realmente te molesta y lo que realmente quieres.
6. Expresa tu confusión. «No estoy seguro de lo que me sucede», «no me siento
bien» y «no sé lo que me pasa».
7. Expresa tu rabia disculpando al otro. «No es tu culpa». «Siempre tengo dificultad
con...». «Esto me ha pasado antes y yo me pongo...».
Yo creo que los seguros de «no culpabilidad» de los vehículos son una de las
grandes ideas de nuestro tiempo y fueron inventados por la industria automovilística para
ahorrar el costo de constantes litigios sobre los accidentes. Me pregunto cuánto tiempo
nos tomará hacer algo semejante en la industria humana para descubrir cuánto nos
ahorrará en sentimientos heridos y desintegración de relaciones. Ahora que sé que mi
rabia es causada por mi propio historial de rabia, y es sólo «estimulada» por los otros
cuando me chocan o me sacan de quicio. Yo estoy lista para sacar los seguros de «no
culpabilidad» para todas mis relaciones humanas. Tu rabia no es mi culpa, mi rabia no es
tu culpa: es sólo nuestra rabia almacenada en la memoria que sale cuando es estimulada
por acciones de nuestro mundo exterior.
Ejercicio
persona: «Ella siempre...», «nunca más te volveré a hablar», «jamás lo volveré a ver». Tu
cerebro límbico te ayuda a sentir lo sucedido más profundamente permitiendo las
lágrimas, los lamentos y gruñidos. Tu cerebro básico te lleva a actos como golpear
almohadas, gritar y caminar repetitivamente.
¿Por qué toda esta actividad? ¿Con qué fin? Para aliviar tu energía constreñida y
para sacar los efectos corrosivos de la rabia fuera de tu cuerpo tan pronto como sea
posible. La catarsis, como es llamada comúnmente. Pero además, hay cuatro objetivos
que yo considero los más importantes, si no los únicos valederos, para expresar la rabia
en privado:
1. Encontrar cómo tu rabia puede estar tapando o encubriendo lo que realmente
quieres. Buscar lo que quieres verdaderamente.
2. Descubrir los patrones de tu rabia involucrados en ese momento. Aprender sobre
los patrones de tu rabia.
3. Ver, oír, sentir cualquier cosa positiva que tú puedas hacer; saber que la rabia es
la lucha entre «yo puedo» y «no puedo» y buscar con cuidado hasta encontrar un «yo
puedo» que te va a ayudar a salir del conflicto con una acción positiva a tu favor.
4. Permitirte agotarte hasta que desees quedarte quieto para poder ir dentro de tu
rabia y sanarla (ver próximo ejercicio).
Para mí estos cuatro puntos son tan preciosos como el oro. Creo que es realmente
lastimoso gastar mi energía gritando y golpeando cojines sólo para descargar la energía,
cuando al mismo tiempo puedo conseguir conscientemente lo que realmente deseo y ver
lo que puedo hacer al respecto.
Cuando ya tenga claro qué es lo que realmente quiero, más que saber qué fue lo
que hizo que mi rabia se desencadenara de esa manera, entonces ya podré estar listo para
expresarle mi frustración a la otra persona. Cuando ya sé de algo que puedo hacer con
respecto a mi rabia, ya no soy más una víctima; ya no dependo de las acciones del otro.
Ahora soy capaz no sólo de expresar sino también de entablar y estar presente durante
todo un proceso de negociación.
Ejercicio
quedarte para negociar con la otra persona. Si no es así, más bien puedes expresarte en
privado. Nadie desea escuchar tu insatisfacción a menos que por lo menos estés dispuesto
a buscar alternativas.
• Comienza la frase con un «yo» y no con un «tú». La aseveración «yo» demuestra
que yo soy el dueño de mi rabia y que la otra persona no es la causa de ella. Una
aseveración con un «tú» enciende el fuego, pone al otro a la defensiva, mantiene la guerra
y trae como resultado el argumento y la desconexión. Conoce cómo te gustaría iniciar.
Entrénate en el uso del «yo». Existen varias posibilidades: yo lo siento, o yo no quería
gritarte así a tí, o yo estoy molesto... estoy teniendo dificultades..., o no es tu culpa... yo
no puedo soportar cuando...
• Para expresar tus sentimientos:
*Para acceder a la figura que se presenta como parte de este ejercicio, consultar el
original.*
Hay algunas rabias que cargamos como heridas por muchos años. Siguen
causándonos daño y molestando nuestras relaciones. Liza se negó a ver a su padre por
cinco años, y cuando yo la conocí no se planteaba verlo de nuevo. No cabe duda de que
su rabia con él tenía una larga historia, pero el evento que más la enfureció y estaba más
presente en su memoria había sido la vez que él había tomado posición por su hermano y
la había echado a ella de la casa, considerándola a ella y no a su hermano como la causante
del pleito. Liza había decidido no perdonárselo jamás. A pesar de que con-
192
tinuó relaciones con el hermano, decidió que las acciones de su padre eran imperdonables.
El llamado de su hermano para que entrara en razón y comprensión cayó en oídos sordos.
A cierto nivel, Liza se dio cuenta que esta herida era muy profunda y que había
cargado con esa rabia por demasiados años. Cuando ella asistía a mi curso sobre auto-
cuidado (Self-Care), sintió que podría experimentar con el ejercicio sobre la sanación de
la rabia. Después de la experiencia encontró que ya no estaba interesada en una acción
contra su hermano, sino que lo que deseaba profundamente era que su padre le
reconociera sus esfuerzos en la escuela. Cuando descubrió que la disyuntiva estaba entre
continuar odiando a su padre o estar dispuesta a darse ella misma el reconocimiento por
sus esfuerzos, entonces se decidió por esto último.
A lo largo del mes siguiente ella practicó el darse a sí misma el reconocimiento y
se fue convenciendo de que sí era posible la sanación de esa vieja herida. Entonces se
sintió diferente. Le envió una tarjeta postal a su padre, quien contestó con otra tarjeta
postal. Ella tomó el próximo paso al invitarlo a cenar: la comunicación se ha mantenido
abierta desde entonces. Podría añadir que ella debe haber logrado una reprogramación
excelente en la segunda parte del ejercicio, ya que ahora ha tomado la iniciativa de
reconocerse sus capacidades y hasta ha seguido un curso para el Doctorado en Psicología,
lo cual me reasegura de cierta manera que ahora sabrá cómo proteger su poder en el futuro
(ver la tercera parte del siguiente ejercicio).
Si quieres sanar alguna rabia de existencia prolongada, toma el tiempo de hacer el
siguiente ejercicio. Es más como una meditación, y se puede realizar mejor cuando se
hace en tres partes, con descanso entre cada una de ellas, y acompañándote con una bella
música. Después de haberlo practicado a menudo y haber memorizado la secuencia,
podrás aplicarlo fácilmente en tu diario vivir.
Ejercicio
Si tienes éxito en poder darte ahora aquello que tú querías, entonces te sentirás
bien. El propósito de la parte I es la de sanar tu cerebro límbico. Por favor continúa a la
parte II para la reprogramación de la decisión que has tomado en tu neocorteza.
tante. ¿Cómo puedes ocuparte mejor de esta actividad en particular? ¿Necesitas ayuda, o
más tiempo, o más sensibilidad, o más planificación, o la voluntad para evadir los
obstáculos? ¿Cómo puedes proteger este poder específico?
Cuando te des cuenta de la profundidad de tu resentimiento ante la obstrucción de
tu poder, también caerás en cuenta que realmente te importa este poder y que necesitas
manejarlo mejor. Entonces, en vez de concentrarte en cuánto el mundo exterior te está
ofendiendo, puedes comenzar a concentrarte en ocuparte conscientemente de tí y de lo
que realmente te importa. La rabia puede mostrarte tus verdaderos intereses. Tus
reacciones de frustración pueden servir como señal de alarma que indican que no has
protegido cuidadosamente tu poder. Ahora te es posible manejar tu poder de una manera
diferente, que sortees los obstáculos y sobre todo que cuando te sientas frustrado, lo tomes
como una señal y veas cómo esquivar los obstáculos, en lugar de reaccionar cada vez con
mayor rabia.
Durante un taller de trabajo que yo dirigía, alguien llamó a mi puerta y la esposa
de Roberto me rogó que acudiera a su habitación. Su esposo estaba «perdido»; estaba
murmurando para sí, gesticulando e indicando hacia arriba como si quisiera comunicarse
con seres desconocidos. Después de yo haber mostrado una considerable empatía e
identificación con él, comenzó a hablar conmigo de su vida. Aunque su esposa conocía
su historia, se sentó pacientemente a escucharlo como si fuera la primera vez. Él habló de
no haber sido querido por su madre soltera que se había enamorado de su padre, un
personaje importante del pueblo. Ella prefirió la atención de su amante y no quiso
avergonzarlo con el nacimiento de un hijo. Escondió a Roberto en la casa de sus padres y
volvió a disfrutar de su asunto amoroso. ¿Cuál sería el mensaje que recibió Roberto en
esos primeros siete años de su vida? «Me quieren pero no me desean». «Mi padre es
poderoso, pero yo no puedo ser su hijo». «Mi madre me ama pero no me quiere consigo».
No podremos tener la certeza de cuál de estos mensajes fue el que recibió. Pero lo que sí
es cierto es que, mientras más me lo contaba, se iba poniendo cada vez más bravo,
comenzando a gritar y a mover sus brazos. Vio a su esposa y le propinó un golpe. La
agarró y yo traté de impedirle que siguiera. Su violencia iba en aumento. Lo sostuve por
los brazos hasta que su esposa y yo pudimos salirnos de la habitación. Fue una larga y
difícil noche. Eventualmente Roberto aceptó tomar unas pastillas que lo calmaron, por lo
menos temporalmente. Recibió más ayuda y ahora presenta de nuevo un aspecto
197
2. Ibid., p. 193.
4. Candace Pert, entrevistada por Bill Moyers, Healing and the Mind, p. 178.
7. Candace Pert, entrevistada por Bill Moyers, Healing and the Mind, p. 190.
8. Judith J. Wurtman, Managing your Mind and Mood Through Food. New York,
Harper y Row Publishers, 1988.
9. Michio Kushi, The Cáncer Prevention Diet, New York, St. Martin's Press, 1983.
199
CAPÍTULO 11
CANDACE PERT
También es verdad que si nuestras metas o deseos van contra los valores o contra el
condicionamiento profundo de nuestro cerebro básico, es probable que no seamos capaces
de motivarnos a nosotros mismos, por más que tratemos. Aunque todos los sistemas
cerebrales ayudan, yo creo que el secreto de la motivación es el amor, el deseo, el querer
y la pasión que están asociados solamente con el cerebro límbico. Querer y desear son
términos comúnmente empleados para identificar las vibraciones básicas que gobiernan
al cerebro límbico.
¿Será que yo estoy condicionado a desear algo, o es que realmente deseo ese algo,
independientemente de mi condicionamiento? Una frase que oímos a menudo es: «no
puedes desear algo que nunca has conocido». Lo que quiero es llamar la atención sobre
la conexión vital existente entre los patrones del comportamiento y el deseo (tema
también discutido en el capítulo sobre la inteligencia de los patrones). A una edad muy
temprana mi cerebro básico comenzó a ser condicionado. Más precisamente, los patrones
que fueron registrados entonces en mi memoria, todavía continúan hoy en día afectando
mi sistema nervioso. Los conductistas afirman y yo también lo creo, que podemos
continuar actuando a lo largo de muchos años o de toda la vida siguiendo esos patrones
que pueden determinar el querer. Sin embargo, también podemos querer algo
independientemente de nuestro condicionamiento más profundo. Lo que me resulta más
importante es que podemos enfocarnos en este desear -fenómeno único del cerebro
emocional- para poder ser capaces de apartarnos de los patrones condicionados. Aunque
esos patrones pueden habernos ayudado a sobrevivir en un momento dado, actualmente
pueden ya ser obsoletos, e inclusive ser dañinos para nuestra vida.
La función más importante de un terapeuta o de un facilitador puede ser la de
despertar este querer, este deseo de vivir a pesar de esos patrones que están determinando
el comportamiento que llevó a la persona a la consulta. El terapeuta puede estar perdiendo
su tiempo y el del paciente si no puede percibir y tener acceso a ese querer profundo de
la persona que está requiriendo su ayuda. Rollo May se refería a este querer profundo
como «la intencionalidad», el descubrimiento de las intenciones reales o del querer
verdadero del paciente cuando las sesiones comienzan1. En la búsqueda de este «querer
real», el terapeuta algunas veces intuye, otras veces pregunta y otras enfoca en las
dinámicas de la emoción. Saber que el querer existe independientemente del proceso
repetitivo involucrado en el condicionamiento, puede animar-
201
nos a dejarnos afectar por el deseo y el placer mientras trabajamos en el largo proceso de
superación de los condicionamientos tempranos.
Nuestros patrones pueden, por lo tanto, afectar nuestro desear, pero también
nuestro desear puede existir independientemente de los patrones. Más importante aún es
nuestro «querer», «desear» y la «pasión» que necesitamos estimular para darnos la fuerza
de vivir y la fuerza para desenredarnos de patrones debilitantes y establecer nuevos que
realmente nos ayuden.
dosamente a que vuelva a nuestra vida. La lucha comienza por convencer a la neocorteza
de la relación que existe entre el querer y una administración sana y alegre de nuestra
salud y nuestra vida.
Yo creo que no le hemos concedido atención, ni hemos honrado ni entendido el
fenómeno del querer y desear. Con el descubrimiento del sistema del cerebro límbico
podremos ver finalmente que el querer es un fenómeno clave de la vida y aún más, que
puede ser el fenómeno principal que gobierna los otros fenómenos de los otros sistemas
cerebrales. Entendemos si queremos entender. Percibimos si queremos percibir. Soñamos
si queremos soñar, escuchamos, vemos y recordamos lo que realmente queremos, nos
alimentamos o hacemos el amor si queremos. Actuamos si queremos hacerlo.
También podemos enterrar nuestros deseos pues al no reconocerlos y admitirlos
preferimos permanecer inconscientes de que a algún nivel estamos siempre haciendo lo
que queremos. El cerebro límbico sigue funcionando sin nuestra participación consciente.
Si no fuera así, es posible que no estuviéramos vivos. Lo que realmente pasa es que sólo
hemos enterrado nuestra excitación porque estamos más condicionados a decir que
estuvimos trabajando todo el día, o ayudando a los demás o cumpliendo un deber, o
haciendo lo que era lógico hacer. Hemos enterrado el más valioso fenómeno del querer,
porque suena más aceptable en nuestra cultura decir que «estaba ocupado» en vez de decir
que «estaba haciendo lo que quería hacer». Honramos y valoramos nuestras ocupaciones
pero no nuestros deseos.
Para tratar de encontrar lo que estás queriendo vas a tener que ir en búsqueda de
lo que realmente te emociona. Tendrás que estudiarte conscientemente a tí mismo para
encontrar lo que estás queriendo, lo que te hace sentir excitado y expandido, lo que te
hace estremecer con emoción y lo que te lleva al movimiento. El conocimiento de lo que
te emociona y de lo que siempre te ha excitado se convierte en los fósforos o cerillas que
tienes que seguir encendiendo para iluminar el fuego del querer. El deseo es el
combustible para la motivación. Sólo ese combustible te puede mantener motivado o te
puede mantener realmente enamorado de la vida.
«El querer» es la vibración constante del cerebro límbico. «Pensar» es en relación
con el hemisferio izquierdo, lo que «imaginar e intuir» son al derecho, y lo que «querer»
es en relación al cerebro límbico. Cuando el querer disminuye, también lo hacen las
vibraciones del cerebro límbico, y en consecuencia son afectados la salud y el interés por
la vida.
Creo que el querer es el fuego profundo al que Teilhard de Chardin aludía en su
libro Toward the Future (Hacia el futuro).
203
El día vendrá cuando, después de haber dominado el éter, los vientos, las mareas
y la gravedad, consideraremos como Dios las energías del amor. Y en ese día, por segunda
vez en la historia del mundo, el hombre habrá descubierto el fuego2.
El querer es el fuego lento que, mientras quema, va llevándonos cada vez más
profundamente dentro de las emociones. Si aprendemos cómo permanecer en ese fuego
y cómo movernos a través de él, llegaremos al amor, al amor personal y a la compasión.
Si apagamos el fuego del deseo nunca dominaremos, ni para Dios ni para nosotros, a las
energías del amor. Es solamente el deseo insistente y ardiente el que nos permite avivar
el fuego del amor que comienza a morir. Solamente nuestro deseo de amar es el que puede
mantener vivo el amor.
Hemos honrado el amor y la compasión. Ahora debemos honrar el proceso de
querer y desear, tan íntimamente conectado con el amor y la compasión. No podemos
permitirnos estar confusos respecto al deseo. La vida está en juego y el deseo es nuestro
combustible.
bico. El querer del cerebro límbico se puede sentir en el cuerpo, decimos que es a nivel
de las entrañas.
Otro problema es que la propaganda ha comercializado el querer. La continua
seducción visual de la publicidad en la televisión nos bombardea, tratando de hacernos
querer lo que vemos. Es dudoso, sin embargo, que estas respuestas que llamamos deseos
sean a ese nivel profundo del fenómeno de las entrañas o ni siquiera a nivel del corazón.
Podremos decir que, quisiéramos poder tener, pero raramente podremos sentir que:
«Estoy verdaderamente deseando». A menudo si nos preguntamos dos veces si realmente
queremos algo, solo éso es suficiente para hacernos abandonar el deseo. Realmente era
sólo una aspiración, una impresión o atracción de la neocorteza. Otras personas pueden
fácilmente hacernos olvidar nuestro deseo, o nos pueden persuadir que algo no nos
conviene. Preferimos cambiar nuestras mentes en vez de comprometer nuestras entrañas.
Mariposeamos suavemente de deseo en deseo, de anhelo en anhelo, rehusando sentir
profundamente aquello de lo que tan libremente hablamos o imaginamos.
La acción tampoco es una indicación total y clara del querer. Algunas veces las
acciones de alguien indican lo que está queriendo; sus deseos pueden haberlo movido y
motivado a actuar. No obstante, también podemos querer algo profundamente y aún
disipar la energía del querer, ya sea a través del hemisferio derecho sólo soñando al
respecto, o por medio del hemisferio izquierdo, planeándolo con tanto detalle que nunca
se llega a actuar al respecto. También podemos disipar nuestro querer en rituales bien
establecidos o en obligaciones del cerebro básico, lo que encubre nuestra pasión o nos
permite evitar lo que realmente estamos deseando. Muchos de nosotros nos despertamos
un buen día, en la edad mediana, descubriendo que hemos estado ocultando nuestros
deseos más profundos bajo nuestros rituales de trabajo y familia. Lo solemos llamar «una
crisis», pero es sólo un llamado de alerta para que, finalmente, incluyamos en nuestras
vidas lo que realmente hemos estado deseando.
Existen muchas maneras para encubrir nuestro querer sin darnos cuenta de que lo
estamos haciendo. El querer también afecta la totalidad del cuerpo y a medida que no
podemos obtener lo que deseamos, somatizamos, ponemos el cuerpo en un estado de
somnolencia. El querer puede fácilmente disminuirse hasta llegar a una dinámica muy
poco clara que a veces admitimos como querer y a veces ni siquiera logramos reconocer
como tal.
Con nuestra neocorteza y especialmente con nuestra mente racional, concluimos
muy a menudo que lo que queremos no es algo inteligente.
205
¿Por qué quererlo cuando sé que no puedo tenerlo?, concluye la neocorteza. Pareciera
razonable, pero ¿qué pasa con el interés y entrega a lo que se quiere? ¿Qué tal quedarnos
con nuestro querer, mantener el deseo y recibir la retroalimentación de la realidad, en vez
de evadirla? En lugar de quedarse en el proceso de querer, hacemos juicios apresurados.
En vez de mantenerse en el deseo hasta tener éxito, decidimos que el éxito realmente no
nos interesa. En vez de continuar queriendo a alguien, decides que no vale la pena tanto
problema, que es mejor buscar otra persona. Y así, en cada aspecto de la vida, puedes ir
dejando pedazos de tu corazón y de tus entrañas.
Preferimos juzgar antes que vivenciar una retroalimentación o respuesta difícil.
Lo que queremos se vuelve menos importante que lo que estimamos, lo que juzgamos, o
lo que adivinamos que es factible de lograr. Todo se vuelve más importante que poder
lograr lo que queremos. Nos enfocamos en el resultado, en vez de enfocarnos en el
proceso de vivir sin tratar de calcular los resultados a priori. Nos quedamos adheridos al
objetivo de amar a alguien o de obtener dinero, más que involucrarnos en el proceso para
llegar a aquel resultado. Así nos perdemos frecuentemente en un laberinto de pequeñas
calles desviándonos de la vía principal. Debemos darle suficiente importancia al proceso
de querer y a cómo motivarnos a vivir todo el proceso a fin de llegar al resultado deseado.
Muy a menudo, el miedo a fallar reduce nuestro entusiasmo y es la razón solapada
por la cual cortamos el proceso de vivir plenamente nuestro querer. Debemos tener muy
en cuenta que fallar no es un riesgo. Es una parte necesaria del proceso de ir adelante. El
proceso científico es un ejemplo de un ritual bien desarrollado que no sólo valora y reporta
las fallas para que otros aprendan donde no deben ir, sino que presupone que alguien
seguirá el camino, seguro de que existen muchas alternativas.
Sin embargo, si no eres científico no estás entrenado en este ritual, y aun así los
mismos científicos fallan en asociar este proceso del desear continuo con sus vidas
personales. Los científicos que lean este libro se pueden sentir incómodos de que yo haya
identificado su proceso científico altamente neocortical con este proceso límbico de
querer y desear. ¿Por qué?
¿Por qué nos sentimos incómodos con el querer? Insistir en nuestros deseos
frecuentemente se llama egoísmo. Cuando niños se nos instruyó que era egoísmo el querer
demasiadas cosas. El «demasiado» nunca fue aclarado. Algunas veces era acompañado
con frases que nos hacían sentir culpables, tales como: «tú sabes que no podemos
permitírnoslo», «tu padre trabaja día y noche y tú quieres...», «no todos los niños tienen
eso...». Los padres u otras personas dedicadas a nuestro cuidado hacían alusiones a niños
de países o
206
tierras lejanas, mientras nosotros teníamos los ojos puestos en el niño del vecindario que
sí tenía eso que deseábamos.
Siento rabia cuando veo cómo nos hemos condicionado a nosotros mismos y a
nuestros hijos a encubrir este fenómeno proporcionador de vitalidad, al enseñarles a ellos
que querer algo es egoísmo, en vez de enseñarles la forma de obtener eso que desean o
por lo menos de sentirse entusiasmados con ese deseo. Cuando dejamos de querer,
morimos. Hay numerosos ejemplos de personas gravemente enfermas que se han
mantenido vivas un mes más o un año más, sólo porque querían ver a un ser amado o
querían ser testigos de un evento importante. A pesar de esto, cuando oímos a alguien
decir claramente «yo quiero», pensamos que es egoísta y cuando lo oímos decir «no
quiero», lo tildamos de mimado o consentido. Es nuestro concepto del «ego» junto con el
de sus afiliados negativos, el egoísmo y la malacrianza, los que nos han impedido tomar
una visión positiva del deseo y descubrir cómo éste nos puede ayudar a proteger y nutrir
nuestra vida.
Las acusaciones del egoísmo y consentimiento han sido sostenidas, a menudo, por
aquellos mandatos religiosos de servir a los demás en vez de servirnos a nosotros mismos.
No obstante, yo creo que cuando tratamos de debilitar el desear como algo egoísta o
antireligioso, estamos yendo contra un fenómeno de la vida que nutre constantemente a
la creación. Realmente el deseo es básico a toda creación.
El deseo y anhelo profundo de cualquier persona es tanto un asunto
profundamente religioso como material. Jesús fue un explorador apasionado de todo
aquello que lo movía y tenía claro qué era lo que quería en este mundo. Quería limpiar al
templo de los usureros y así lo hizo. Quería entrar en Jerusalén y lo hizo. Quería curar a
los enfermos y lo hizo. Él mantuvo su deseo continuo de unir a la gente con Dios, aún a
costa de soportar el sufrimiento a mano de sus captores. Quería ser testigo de Dios y hasta
su muerte y resurrección, no dejó su querer ni abandonó su deseo. ¿No son éstos,
magníficos ejemplos del desear?
También Buda, cuyos seguidores a menudo nos invitan a dejar de lado todo deseo,
era otro explorador apasionado. Él deseó más que el resto de nosotros: deseó conocer a la
naturaleza absoluta de la realidad hasta que lo consiguió. Ustedes me responderán que
sólo encontró lo absoluto cuando se sentó bajo el «Árbol Bodhi» pero yo me pregunto:
¿Sería la pasión que hervía dentro de su ser la que hizo abrir las células de su cerebro, de
forma tal que lo hizo capaz de experimentar la realidad absoluta? Si hubiera nacido bajo
el árbol y nunca se hubiera movido, nunca hubiera anhelado la verdad, ¿la experiencia
hubiera sido la misma? Yo no lo creo así, porque estimo que el cerebro límbico nunca se
207
hubiera afectado, ni sus órganos nunca hubieran sido movidos y sin el calor que se genera
dentro del cuerpo y de las células del cerebro, no hubiera visto la luz.
Cuando la neocorteza capta una experiencia, habla acerca de ella y los seguidores
quieren continuar explicándola, yo creo que tenemos que recordar que ésa no es la
experiencia original que fue sentida y actuada, sino un reportaje verbal. Los tres sistemas
cerebrales nos permiten distinguir entonces que el pensamiento emana de la neocorteza;
que el querer, asunto del corazón, está gobernado como ahora sabemos por el cerebro
límbico; y, finalmente, que los esfuerzos de los discípulos por repetir la experiencia
constituyen la repetición del cerebro más profundo, el cerebro básico. Así, para
comprender la profundidad religiosa de querer algo, hay que enfocarse en el corazón de
Jesús y de Buda y en sus largos y continuos procesos de querer y desear.
También tenemos dificultad con el desear porque está asociado en nuestras mentes
con el placer. Deseamos placer porque nos hace sentir bien, pero nos frenamos frente a
las preguntas: ¿no es éste prohibido?, ¿no estamos llegando muy de cerca al hedonismo?
El placer fue rechazado por las raíces calvinistas del cristianismo, así como por la ética
del trabajo tan fuerte en la sociedad norteamericana. Los valores sociales y religiosos
parecen poner barreras en el camino. De nuevo estamos atrapados en la percepción de
una sola realidad y de un solo sistema cerebral, el del cerebro básico de los valores y
obligaciones.
Pero no se trata de una escogencia entre el trabajo fuerte o el placer: podemos
tener los dos. Nuestro cerebro límbico y más particularmente los órganos de nuestro
cuerpo, necesitan el estado expansivo de relajación de lo que llamamos placer. Como ya
hemos visto en el capítulo sobre la inteligencia de los estados de ánimo, si no producimos
placer de manera natural, hay la posibilidad de que nuestro sistema sienta la carencia
química y busque entonces satisfacerla con el medio artificial de la droga.
El concepto del placer necesita ser revisado y reconsiderado como dador de vida
en vez de ser considerado como hedonismo, codicia o pereza. Esta revisión es posible
cuando nos damos cuenta de que estamos manejando tres sistemas cerebrales en vez de
uno solo. Entonces, no necesitamos utilizar nuestra neocorteza para hacer un absoluto de
nuestro enfoque de la vida, ni permanecer indulgentemente para siempre en el cerebro
límbico del placer, ni abandonar esa necesidad más profunda del cerebro básico por el
orden y la repetición que nos aporta el trabajo.
Quizás la mayor dificultad que tenemos con el querer, es pensar que tenemos que
satisfacer todos nuestros deseos. Yo creo que esto es lo que hace que mandemos a callar
a los niños cuando expresan lo que quieren: pensamos
208
que tenemos que satisfacerlos. Lo mismo ocurre con los adultos, pues no nos gusta oír a
un ser querido, esposa, esposo o amigo manifestar un deseo porque pensamos que
tenemos que satisfacerlo. En vez de tildar a la persona de mimada o de pensar que tenemos
que satisfacerle sus continuos deseos podemos honrar el deseo, reconocerlo y animar a la
persona a que lo consiga o ayudarle a lograrlo. Éste es el cambio profundo que
necesitamos lograr para poder honrar tanto los propios deseos como los deseos de los
demás.
Primer proceso
Empéñate en sentir lo que quieres, en querer lograr ese querer y en dejar que ese
querer te mueva. Ten cuidado de no perder el proceso de sentir por seguir un plan
preestablecido. A veces intercambiamos el sentir por el plan. Se puede perder el sentir,
imaginando o enfocando una meta eventual. La motivación se convierte entonces en
estrés porque pasamos por encima de nuestros sentimientos y le damos prioridad a las
nuevas visiones mentales.
Los sentimientos pueden ayudarte a ser eficiente porque dan una retro-
información real e inmediata. En vez de usar sólo tu neocorteza para desarrollar un plan
y proseguir directo hacia la meta, es importante a menudo interrumpir en la mitad de un
proyecto y preguntarse qué es lo que realmente se está sintiendo. ¿Cuál es el mensaje
ofeedback que estás recibiendo y cómo te hace sentir éste? En este preciso momento del
desarrollo del proyecto ¿qué es lo que realmente estás deseando? En ese momento, para
reajustar los planes puedes aclarar los sentimientos, ya que ignorarlos pueden llevarte a
perder el esfuerzo, quedar herido o entrar en un sabotaje sutil del proyecto mismo.
Sabiendo lo que realmente quieres, ahorras tiempo, dinero e inútiles sinsabores. A medida
que el proyecto continúa y tienes claro qué es lo que deseas, puedes invitar a tu neocorteza
a elaborar planes más exactos, más eficientes y menos ilusorios. Si no puedes sentir las
sutilezas de lo que está ocurriendo, procederás sin la información que el sentimiento
puede brindar. En cambio, sintiendo los bloqueos, y las interferencias, podrás moverte
alrededor de ellos o a través de ellos. Dentro de esos bloqueos puedes encontrar el poder
necesario así como importante información para el logro exitoso de tu proyecto.
La clave de este proceso de la inteligencia motivacional está en sentir lo que
quieres, experimentar el deseo, y vivir lo que anhelas. Algunas veces piensas que algo es
doloroso. Otras veces sientes el dolor e inmediatamente te desvías a pensar en lo que estás
haciendo o piensas en lo que estás queriendo, pero no experimentas ese querer a un nivel
visceral. El querer entonces se intelectualiza o se pospone o se encuadra en el
establecimiento de metas.
En todo caso, la verdad de la experiencia es la misma aquí que en cualquier otra
circunstancia: yo sé cómo querer sólo experimentando lo que es querer. Necesitamos
experimentar el querer para ser capaz de motivarnos a nosotros mismos.
211
Segundo proceso
El segundo proceso implica observar lo que nos entusiasma y, más
específicamente, observar lo que nos excita. Para motivarnos conscientemente
necesitamos mantenernos en un estado de ánimo alto. Tenemos que saber
deliberadamente cómo adentrarnos en experiencias que nos excitan. Motivarse
conscientemente es excitarse conscientemente. Por lo tanto, necesitamos saber si nos
excitamos por medio de situaciones, personas, comidas, bebidas, ideas, música,
sexualidad, retos, artes, deportes, hobbies, climas, reconocimientos, coqueteos, alabanzas
o premios. ¿Qué es exactamente lo que nos entusiasma? ¿Qué nos excita? Tenemos que
observar nuestras propias reacciones frente a la vida para conocer esto conscientemente:
de otro modo seremos víctimas del ensayo y el error o de la experiencia inconsciente que
a lo largo de la vida eventualmente nos agotará.
El deseo es un sentimiento profundo, apasionado e impreciso. La observación es
una habilidad aguda y sutil. Dos habilidades muy distintas: sentir y observar. Necesitas
mirar con atención y observar tu cuerpo para ver qué lo mueve a actuar. ¿Qué te hace
levantar el teléfono, tomar un avión, escribir un libro, ver algún cliente? ¿Qué te hace
hacer alguna acción una y otra vez? Es como si la mente neocortical revoloteara sobre el
fuego y viera lo que lo hace encenderse. Sólo observando muy de cerca nuestro cuerpo
notaremos lo que lo estimula a moverse: una buena compañía, alguien con una necesidad,
el dinero, un buen piropo, Dios, la posición social, hacer el amor, los sueños de juventud.
A medida que consigamos los indicios de lo que nos motiva, y querramos continuar
estando excitados-motivados, utilizaremos esos indicios como fósforos para encender una
y otra vez nuestro fuego.
Por ejemplo, si yo respondo bien a los cumplidos, yo puedo pedirlos. Me los doy
a mí mismo o consigo a alguien que pueda decirme que soy una maravilla. Yo no recurro
a mi neocorteza para dudar de su veracidad o para decidir si lo que estoy pidiendo es
objetivamente la verdad. Sólo me lo doy a mí misma. Alimento las llamas para seguir
adelante, para continuar viviendo.
Yo creo que este es el secreto de la motivación consciente: tener la voluntad y ser
capaz de saber cuáles son los fósforos que funcionan y luego, seguir utilizándolos para
seguir avivando la llama. Para poder quedarse en el querer, en el anhelo, en el deseo, a
través de los caprichos, de las dificultades y también de las intensidades de la vida,
necesitamos avivar las llamas del
212
fuego para que no se extinga. Primero, necesitamos los fósforos, que son el conocimiento
de lo que exactamente nos motiva. Luego, necesitamos utilizarlos para quedarnos en el
calor, el deseo y la pasión.
Ejercicio
Los fósforos
Para conseguir tus propios fósforos debes valerte de la observación. Ponte en un
estado de relajación en el que te sientas libre para observarte desde lejos. Prepárate para
detener todo tipo de juicio o prejuicio contra lo observado y para fijarte en los detalles de
aquello que te entusiasma o te excita.
1. Si alguien quiere hacerte feliz, ¿cómo lo hace? Actúa de una manera específica,
dice algo o te enseña algo... Visualízate en la presencia primero de un ser querido, después
de un amigo y luego de tus hijos. Visualízate de mal humor y entonces observa cómo
cada uno sabe entusiasmarte con algo. ¿Qué métodos utilizan?
2. Cuando estás de mal humor, ¿cómo te recuperas? ¿Qué sabes hacer por ti mismo
para motivarte de nuevo? Lo que me hace sentir bien es...
3. Revisa lo ocurrido durante las dos últimas semanas. Fíjate detenidamente en los
momentos felices. ¿Qué es exactamente lo que te emocionó de tus actividades en el hogar,
en el trabajo, en el tiempo libre? ¿Qué fue lo que más te gustó durante este período?
4. Realiza un recorrido de tu vida buscando observar los momentos de oro: lo que
hiciste estupendamente bien o lo que más te excitó en las diferentes etapas de tu infancia,
en tu escuela primaria, secundaria, en tu familia, en tu adolescencia, en tu universidad.
En tu primer trabajo, en el segundo trabajo, en tus mejores vacaciones, en tus relaciones,
en tus amores, en tu trabajo actual y en tu vacación más reciente. Anótalo.
5. Revisa todo lo que has escrito. Acompañado de música, date el tiempo de sentir
cada anotación disfrutando de lo mejor de tu vida.
6. Selecciona 5 cosas que tú puedes darte a ti mismo para entusiasmarte es decir que
puedes iniciar sin la ayuda de otra persona. Ésos son tus fósforos. Si el día va mal, puedes
utilizar uno de tus fósforos para motivarte y asegurarte de que siempre puedes terminar
teniendo un buen día.
213
Tercer proceso
El tercer proceso de la motivación es encontrar alguna manera de identificar
nuestra vida con toda otra vida.
¿Cuál es ese fuego que estamos tratando de mantener vivo? Es la vida misma. Es
la energía o cualquier concepto que uses para definir la energía: Dios, el trabajo, el amor...
Vida es energía en la forma que sea. Necesitamos ver esto más profundamente, porque es
exactamente la vida misma la que estamos cuestionando cuando no estamos motivados.
Cuando cuestionamos la vida, lo que experimentamos es una pérdida de energía. «No hay
razón para hacer nada hoy: no hay razón para moverse o para actuar. Además, no me
siento como para eso y no quiero hacer nada». Con nuestra neocorteza dudamos y
cuestionamos cualquier aspecto de la vida que tengamos frente a nosotros. Con nuestro
cerebro básico profundo podemos envolver la vida en un paquete de obligaciones. Nuestra
energía queda enterrada bajo un sin fin de tareas y obligaciones que debemos llevar a
cabo. La neocorteza duda la vida, el cerebro básico construye paredes a su alrededor y el
límbico simplemente se agota.
¿Cómo puede ayudarnos el cerebro límbico? Una manera es liberándolo de sus
«primos» neocorticales y reptilianos que lo están persiguiendo insistentemente con dudas
y obligaciones. Pero, ¿liberar al límbico con cuál propósito? Para que cumpla su rol en
relación con la energía o con la vida misma, es decir: animarnos a sentir tanto como ser,
sentir tanto como hacer, sentirse bien o mal o indiferente o bravo o amoroso, cuando y
donde sea, hasta que se pueda penetrar en estas emociones y descubrir lo que realmente
se desea, lo que se está queriendo realmente.
214
Cuarto proceso
El último proceso de la motivación es estar dispuesto a enamorarse de cualquier
aspecto de la vida.
215
2. Teilhard de Chardin, Toward the Future, trans. Rene Hague, New York, Harcourt
Brace Jovanovich, 1975, pp. 86-87.
217
CAPÍTULO 12
Con cada abertura estamos expuestos a las otras vidas. Estamos en resonancia,
disonancia, contacto y conexión, ya sea con las velocidades más altas y vibraciones sutiles
de la luz, o con las cada vez más densas vibraciones con forma de vida humana y nuestro
medio ambiente.
Todas estas variaciones de vida interactúan con nosotros. Nos afectan, nos
mueven hacia estados de ánimo diferentes, y nos motivan. Estas aberturas límbicas
permiten la entrada de todo aquello que impacta a nuestra inteligencia emocional. ¿Cuán
sensitiva o inteligentemente manejamos nosotros aquello que vemos, oímos, olemos,
respiramos, ingerimos, así como aquello con lo que hacemos el amor o de lo que nos
rodeamos? ¿Podremos nosotros modular, moderar, administrar, u orquestar la forma
como todos estos input nos afectan? ¿Es que nuestros estados de ánimo dependen de todo
aquello que vemos, escuchamos, o comemos, de cuán profundamente respiramos, de con
quién estamos haciendo el amor, o del medio ambiente en que nos encontramos? ¿Es que
nosotros podremos motivarnos a nosotros mismos por medio de nuestro enamoramiento
con la luz, con el sonido, con las plantas y animales, con los humanos, con todo aquello
que nos rodea así como también con el aire que respiramos? Nuestra inteligencia
emocional viene siendo algo así como un compuesto de todas nuestras respuestas a estas
preguntas. La inteligencia emocional consiste en cuán profundamente nos permitiremos
a nosotros mismos ser afectados, cuán ricas, diversas y apropiadas serán nuestras
respuestas anímicas y cuán exitosamente podremos nosotros movernos a través de la vida
motivados por esa vida que nos llega a través de estas aperturas. Las inteligencias
afectiva, motivacional y de los estados de ánimo pueden ahora ser aplicadas de acuerdo
con cada una de estas aberturas físicas que nos conectan con el mundo.
218
Por miles de años hemos venido estudiando los ojos y los oídos. Se han escrito
por lo menos un millón de libros sobre la percepción. Hemos estado pensando y sacando
conclusiones sobre el mundo y la realidad basándonos en cómo lo VEMOS o lo OÍMOS.
Pero, ¿qué pasa con las otras aberturas? ¿Qué pasa con lo que sentimos y cómo lo
SENTIMOS? Podemos relacionarnos a nosotros mismos con la inteligencia visual y con
la auditiva, pero ¿qué pasa con las inteligencias oral, nasal o sexual?
La nariz, la boca y los genitales se relacionan estrechamente con el cerebro
límbico. Pero lo que ocurre en este cerebro lo llamamos «sentir» en vez de «percepción».
De allí surge una diferenciación muy importante: honramos la percepción como algo
intelectual y negamos el sentir, rechazando así estas tres aberturas que están
continuamente percibiendo al mundo y dándonos una retroalimentación emocional.
La nariz está conectada con el cerebro límbico a través de los bulbos olfatorios, la
boca a través de la amígdala y los genitales a través de la región septal. Nuestra escasa
habilidad para manejar estas tres aberturas de una manera sensitiva está ocasionando al
menos tres de los problemas mayores en nuestra sociedad: la cocaína inhalada a través de
la nariz; el alcohol y el tabaco tomados a través de la boca; y los genitales responsables
del gran número de niños nacidos de madres solteras, así como también del número
creciente de personas con SIDA, un virus transmitido primordialmente a través del
contacto sexual.
Ya ha llegado el momento de ver más allá de nuestros ojos y nuestros oídos y
empezar a enfocar nuestra atención en el desarrollo de nuestras inteligencias conectadas
con la nariz, la boca y los genitales. Las inteligencias emocionales: la afectiva, la de los
estados de ánimo y la motivacional, constituyen un comienzo, pero necesitamos prestarle
una mayor atención a estas tres aberturas físicas. Estas aberturas, cuando se combinan
con el factor repetitivo del cerebro básico, constituyen la base que está detrás de los
problemas de adicción, ya sean éstos las adicciones a drogas, al alcohol, al sexo o también
los crímenes que se cometen para poder mantener estas adicciones.
Lo que hacemos con estas tres aberturas expande nuestros niveles de excitación o
los baja hasta la quietud o la tranquilidad y afecta a la química de nuestro cerebro.
Estemos conscientes o nó de nuestras emociones, de todas formas somos afectados por
ellas. Para determinar cómo eres afectado en relación con cada una de estas aberturas de
tu cuerpo responde a las preguntas del siguiente diagrama y lograrás una mayor
conciencia.
219
estamos haciendo con estas aberturas, ya sea para producirnos felicidad o para causarnos
sufrimiento. Más aún, quizás podríamos hasta lograr sanar ciertas dolencias que todavía
los médicos no pueden lograr. Por ejemplo, yo ahora considero que cualquier irritación
de mis senos nasales es un indicador de que estoy emocionalmente sobresensitiva o de
que estoy bloqueando algo relacionado con mis emociones. Busco determinar qué es lo
que está ocurriendo dentro de mí -rabia, tristeza, pérdida de energía- y trato de atenderlo
como lo he indicado en el capítulo de la inteligencia de los estados de ánimo. O me
pregunto a mí misma ¿qué será lo que estoy dejando que me afecte tan profundamente en
forma tal que estoy bloqueando mi sistema emocional?, o también me pregunto ¿qué será
lo que estoy queriendo de verdad y que no me lo estoy dando a mí misma? Durante casi
un año le achaqué el problema de mis sinusitis a mis frecuentes viajes por avión y, por
consiguiente, a los cambios de clima. Ahora comprendo que aunque éstos pueden ser
elementos influyentes en el problema, las pastillas no me lo van a poder prevenir. Con
esta información emocional me he hecho más consciente y alerta ante mi sensibilidad y
más gentil conmigo misma mientras me movilizo a hacer algo al respecto.
Como podrás ver a través de las preguntas del diagrama anterior, cada una de las
inteligencias emocionales (afectiva, motivacional y de los estados de ánimo) puede servir
para hacerte más consciente de lo que está ocurriendo dentro de tí en relación con estas
aberturas. Cada una de estas inteligencias también indican qué hacer al respecto. Por
ejemplo, podrías estar demasiado afectado por la contaminación de la atmósfera o por
algo que está sucediendo en tu vida amorosa, o por algo que estás ingiriendo, viendo,
escuchando, haciendo o no haciendo. Cualquier aspecto, el que sea que te está afectando
tan fuertemente que está causando una sobrecarga sobre tu sistema, necesita ser
modificado. Quizás es que te has hecho demasiado intenso en lo referente a tu situación
amorosa o quizás no lo suficientemente. ¿Cómo te está afectando tu vida amorosa?
¿Necesita modificarse? Esto podría implicar el uso de tu neocorteza para seleccionar lo
dañino o quizás lo que no es necesario amar en tu persona amada. También podría
significar la necesidad de permitirse amar más profundamente.
La inteligencia afectiva abarca una escala que vá desde el afecto inicial, cubriendo
todos los rangos hasta el afecto profundo. Si somos inteligentes afectivamente, estaremos
conscientes de aquello que nos está afectando y deseosos de modificarlo antes de que se
convierta en algo dañino.
La inteligencia de los estados de ánimo implica no sólo estar consciente y alerta
de nuestros estados de ánimo sino también saber qué hacer por
221
para que te ayuden, pero antes que nada debes estar dispuesto a utilizar tu propia
inteligencia emocional para ayudarte a ti mismo. Utiliza la inteligencia antes de llegar a
la enfermedad. Tu estado de alerta continuo y disposición a ser inteligente
emocionalmente resulta el mejor método de prevención. Una vez que la señal se
transforma en enfermedad, disponte a buscar ayuda.
Vamos a dedicarle una mirada más específica a cada una de estas aberturas para
así poder ver cómo podemos ser más inteligentes emocionalmente con respecto a ellas.
Aunque estoy comentando cada una de ellas en forma separada, no hay que olvidar que
ellas juntas constituyen un sistema emocional interconectado. Por ejemplo, una dificultad
con la nariz o la respiración podría indicar que existe una sobrecarga sexual o en la
alimentación; una dificultad con la boca podría indicar un asunto relacionado con la
respiración o lo sexual, y una dificultad con los genitales podría indicar un problema con
la comida o la respiración. Podemos ver a nuestro sistema emocional como una totalidad,
o podemos ver más específicamente a cada apertura como un indicativo de lo que está
ocurriendo dentro del sistema total.
LA BOCA
Sabemos que los ojos se relacionan con la inteligencia de leer y ver y los
entrenamos conscientemente. Colgamos móviles en las cunas de los infantes para
comprometer sus mentes a través de sus ojos. Entrenamos los oídos para escuchar los
sonidos y hacer distinciones, primero relacionadas con los padres y luego con las
instrucciones de la escuela primaria y secundaria y las conferencias en las universidades.
En resumen, somos entrenados para hacernos inteligentes por medio de los ojos y oídos.
¿Qué hacemos con la boca? Ciertamente estamos felices cuando la boca del
infante se cierra alrededor del pezón y chupa leche para nutrirse. Nos sentimos seguros
de que esa vida sobrevivirá. Sin embargo, nuestra conciencia empieza y se queda en el
nivel de la supervivencia. Nunca buscamos enseñarle a esta boca que haga distinciones
entre los sabores o enseñarle las conexiones entre el sabor y la vida. Cualquier objeto que
el niño ve, lo investimos de significado: sabemos cuando nota la maraca, el libro, el osito,
la alfombra, todo lo que hay en el cuarto. A la comida la despojamos de significado y
desesperadamente tratamos de que el niño acepte todo, de que no haga distinciones, de
que lo coma todo porque es bueno para él. Le enseñamos al niño a que distinga objetos,
sonidos, pero nunca a que lo
223
haga con los alimentos. Cuando lo hacen espontáneamente, nos irritamos, y para el
momento cuando tienen 6 o 7 años, somos nosotros, como representación de la autoridad,
los que nos ganamos de parte de ellos una mirada pasiva-agresiva al insistir que el niño
no debe expresar ninguna preferencia por ciertos sabores. Al principio establecemos un
patrón de supervivencia y luego un patrón de autoridad con la comida. ¿Cómo puede
volverse inteligente nuestra conexión con la comida?
El patrón de comida-supervivencia continúa. A medida que tratamos de liberarnos
del patrón de autoridad en los años adolescentes, ciertamente experimentamos con la
comida, finalmente permitiéndonos tanto la selectividad como llegar hasta la exageración.
Más adelante, algunas veces, encontramos una manera balanceada de comer, bajo nuestro
propio ojo censor de adulto. En la mediana edad adoptamos dietas como substitutos de
las figuras de autoridad, la propia o la de los padres. A medida que cambia nuestra química
y se producen ciertos efectos en la mitad de la vida, nos entregamos a comer en exceso,
a hacer trampa y luego a arrepentirnos, siendo perseguidos a menudo por la culpa y por
la voz autoritaria de «yo sé que no debo pero...». Esta batalla contra el comer en exceso
también se presenta en nuestros cincuenta años o tardíos sesenta, pero esta vez
acompañada de enfermedades reales o al menos de severas advertencias de nuestro
médico.
¿No constituye esta continua dependencia de la autoridad un real abandono a la
ignorancia? ¿No existirá un posible enfoque inteligente? Si podemos volvernos
inteligentes con los objetos como lo hacemos con el arte, con las palabras como en la
lógica, la poesía y el lenguaje, con el sonido como con la música, ¿no habrá manera de
volvernos inteligentes con la comida?
La comida y la agresión
El enlace entre nuestras emociones agresivas y nuestra boca tiene muchas
implicaciones prácticas. Cuando estamos disgustados o frustrados y sentimos que no hay
seguridad para expresar nuestra rabia, o cuando nos sentimos incapaces de salir de nuestra
frustración, intentamos tratar de satisfacer o calmar nuestra agresividad con la comida.
Aún más, podríamos comer para impedirnos ser agresivos física o verbalmente. ¡La
comida tranquiliza! Nos proporciona una sensación de bienestar, o por lo menos un
sentimiento de relajación y placer. Es como un tranquilizante que está a nuestra
disposición, que es aceptable socialmente y al cual estamos condicionados desde nuestro
nacimiento.
224
hemos logrado sentir de una manera adecuada, podemos responder a la tensión del
sistema del nervio trigémino que rodea a la boca, así como también a cualquier patrón de
agresión recurriendo a la seguridad de un cigarrillo. Al haber realizado esto miles de veces
y haberlo asociado con la relajación, ante cualquier situación en que estuviéramos
involucrados, nos hemos condicionado a relajarnos a la mera señal de un cigarrillo. ¿Qué
podemos hacer en vez de ello? Una manera sería aprendiendo la respiración abdominal y
practicándola a lo largo del día, especialmente en momentos de tensión. Mantenga
ocupada la boca con objetos que no son conocidos como productores de cáncer pulmonar.
El cigarrillo nos ha servido durante el día, mientras que el alcohol ha sido la
elección nocturna. Llegar al hogar y tomarse una cerveza o cualquier otra bebida hace
que todo parezca bien. Ciertamente produce una relajación de los músculos y, además, la
asociación mental con el happy hour le envía señales al cuerpo para que se relaje. La
ubicación de una persona en ese rango que va desde una simple relajación hasta la
intoxicación etílica es un asunto de salud. Lo que si es seguro es que, al usar el método
adictivo del alcohol, la persona remueve la posibilidad de hacerse consciente de sus
propios sentimientos. Encubre, entierra o mata sus reacciones emocionales del día. Estas
personas no están interesadas en hacerse inteligentes emocionalmente. Esto puede ser
debido a una falta de experiencia con las emociones, a malas experiencias con ellas, o a
un sistema de creencias que considera que los sentimientos no tienen nada importante que
revelarnos por ser una simple reacción, sin una información valiosa para nuestra vida.
Durante el día puede ser que tengamos que vivir en nuestros cerebros mentales y de acción
no reconociendo nuestra experiencia emocional. Sin embargo, estoy convencida de que
nuestras emociones constituyen nuestra vida interior; ellas poseen una información vital
para nuestros deseos y para la habilidad de disfrutar y llevar una vida satisfactoria. ¿Qué
se puede hacer al respecto? Una reflexión de quince minutos antes de tomar una bebida o
de cenar nos permitiría el acceso a nuestros sentimientos. Echarnos sobre nuestro lecho
para tratar de encontrar lo que está ocurriendo dentro de nuestro estómago nos haría más
bien que llenar nuestros estómagos antes de obtener la información a través de la emoción.
Si estamos tensos o constreñidos, una larga ducha que haga salir nuestra tensión, también
nos permitiría expresar nuestros sentimientos en privado mientras buscamos sus
significados. Entonces la información estará a la disposición de nosotros, nos relajaremos
y podremos proceder con nuestra velada y con la comida y bebida de nuestra escogencia.
226
EL HABLA Y LA AGRESIÓN
Nuestra boca no solamente es usada para ingerir alimentos, fumar cigarrillos y
beber alcohol, sino que también es utilizada para expresarnos verbalmente. El mismo
patrón de la agresión puede emerger en nuestra conversación al igual que en nuestra
ingesta de comida. Todos nosotros hemos tenido experiencia con la supresión de
emociones difíciles, con mordernos la lengua en el trabajo o tragarnos palabras de
molestia en un evento social, para luego encontrarnos explotando de rabia en los
momentos más inesperados con la familia, con personas queridas o más débiles que
nosotros. Éstos son ejemplos obvios de la agresión verbal.
Puede ser que la boca esté relacionada con el patrón de la agresión desde nuestra
historia como mamíferos. Una leona no va de compras al supermercado, ni lee una lista
ni estudia los precios para poder alimentar a sus cachorros. Ella sale a cazar, buscando
agresivamente el alimento y para ello tiene que matar. Observe la ubicación de la
amígdala, tan cercana al tálamo; casi es parte de él. Es fácil imaginarse que la agresión es
inherente a la afectividad. Si la leona no hubiera sentido afecto, ¿sería ella suficientemente
agresiva para matar y así poder alimentar a sus cachorros?
Sería difícil determinar si este patrón de los mamíferos es el que todavía influye
para que nos gritemos y ataquemos verbalmente. Lo que sí es seguro es que somos
agresivos verbalmente. En la búsqueda para hacernos inteligentes emocionalmente,
necesitamos darnos cuenta de que la agresividad está relacionada con nuestro cerebro
límbico. Cualquier proposición sobre una inteligencia emocional debe tomar en cuenta la
influencia de la amígdala sobre las emociones al igual que los usos múltiples que posee
la boca: para nutrirnos, para expresar emociones tanto agresivas como amorosas y para
proveer una expresión verbal a nuestro cerebro neocortical de la razón y la imaginación.
¿Cómo podremos manejar esta conexión con nuestras emociones? Primero que
todo, podemos hacernos conscientes de que la boca está asociada con la agresividad.
Segundo, podemos aprender que el hecho de colocar algo en nuestra boca puede ser con
el fin de calmar nuestras frustraciones. Tercero, tomar en cuenta que cada cosa que sale
de nuestra boca lo hace con el tinte de nuestro estado de ánimo y quizás también de
nuestra agresividad, ya sea ello de una manera intencional, sutil o reprimida. Una vez que
ya estamos conscientes de todo esto, se vuelve muy importante aprender a orquestar
nuestros estados de ánimo. Más específicamente, se hace impor-
227
tante que nos coloquemos en buenos estados de ánimo y no culpemos a los demás por
nuestros malos humores. La inteligencia de los estados de ánimo implica que seamos
capaces de entrar y salir de todos los diferentes estados de ánimo. La inteligencia oral
pudiera tener que ver con la posibilidad de colocarnos en buenos estados de ánimo antes
de comer o hablar, más que hablar o comer para ponernos de buen humor.
El desarrollo de una inteligencia oral podría resultar crucial para desenredar
aquellas conexiones entre nuestro deseo de vivir y la necesidad de amenazar a los otros
cuando estamos frustrados o molestos. La boca puede ser tan crucial para las inteligencias
emocionales como los ojos y oídos son para la inteligencia visual y la auditiva.
LA NARIZ
Una vez que tomamos esa profunda inspiración al nacer para comprobar que
estamos vivos, pareciera que quedamos satisfechos. De allí en adelante, en vez de
explorar el poder expansivo-contractivo de la respiración en relación con la vida y toda
emoción, funcionamos automáticamente o utilizamos la respiración para indicar una
reacción a una emoción. Constreñimos nuestra respiración con el miedo, causando
irregularidades en nuestro ritmo cardíaco y en el fluir de nuestra sangre. Nos contraemos
en la tristeza, declarándonos tristes e indefensos en vez de bajar nuestra respiración a un
ritmo más suave y gentil para acompasar la tristeza. Esperamos que el destino o los
sucesos de la vida nos levanten y aumenten nuestra energía en vez de saber que,
conscientemente, podemos expandir nuestra respiración y levantarnos a nosotros mismos
para sentirnos mejor.
Esta inhabilidad de comprometernos en el proceso de expansión-constricción de
la respiración, lleva a una condición que hemos llamado el estrés. El estrés, como ya se
ha dicho, es estar constreñido o no querer o ser capaces de expandirnos a través de la
respiración o de cualquier otro medio. El estrés es un indicador serio de nuestra
inhabilidad de lidiar en forma apropiada con nuestras emociones o de modular nuestras
formas de vivir.
The Relaxation Response de Herbert Benson1 indica claramente el camino a
seguir. Cuando estemos estresados, Benson nos dice que nos relajemos. ¿Cómo? La
práctica de la respiración inicia el proceso de la expansión que
228
nos permite abrirnos y ser afectados por realidades menos inmediatas que aquellas que
nos están presionando. La respiración nos libera de cualquier tensión generada por lo que
estemos pensando, imaginando, sintiendo o actuando. La respiración nos relaja.
La respiración nos aporta aún más. Aumenta el flujo del oxígeno hacia las
diferentes áreas del cuerpo, dependiendo de hacia dónde nos concentremos y de cómo
nos expandemos y contraemos con nuestra respiración. La respiración es como un masaje
interno. Dirigiendo nuestra respiración podemos relajar no solamente nuestros músculos,
sino también nuestros órganos internos, especialmente las áreas alrededor del estómago,
páncreas e hígado, es decir, en todas las áreas potencialmente constreñidas debido a su
conexión con el proceso digestivo. La respiración profunda o la concentración sobre el
abdomen mientras permitimos que la respiración expanda y contraiga toda esa área, relaja
los músculos y afecta el flujo de sangre hacia los intestinos al tiempo que relaja a todo el
cuerpo. Concentrándonos también podemos orientar nuestra respiración hacia otras áreas
del cuerpo tales como la garganta y el corazón, ya sea para mantenerlos saludables o para
fortalecerlos si se han debilitado. Si usted tiene antecedentes familiares de una cierta
enfermedad o debilidad en una área particular del cuerpo, la respiración consciente
dirigida a esa área resulta una sabia práctica preventiva
El área pulmonar puede haberse tornado constreñida debido a largos años de una
respiración superficial, por fumar o por las dos cosas. Si los fumadores hubieran
aprendido las variaciones de respiración en sus primeros años de vida, quizás ellos no
hubieran constreñido sus áreas pulmonares hasta el punto que se hicieron insensibles al
humo. Para ellos, la inhalación del humo se convirtió en un sustituto de la inhalación de
oxígeno. El no fumar puede liberarlos de unos carcinógenos importantes, pero no los
provee del positivo remedio expansivo que un programa de respiración consciente puede
proveerles.
De cualquier forma, respirar es un fenómeno aún más amplio: afecta directamente
a toda emoción. Todos hemos experimentado una respiración rápida a medida que
hacemos el amor. Hemos experimentado hiperventilación cuando estamos emocionados,
más lenta cuando estamos tristes, caótica cuando tenemos miedo. Conociendo este hecho,
¿debemos aceptar una identificación pasiva de la respiración con la emoción? o ¿debemos
tomar la iniciativa y entrar en el aprendizaje del proceso de la respiración, de la misma
forma como aprendimos a pensar? La respiración podría convertirse en un arte humano
que todos podemos aprender tal como aprendimos a escribir.
229
LOS GENITALES
La necesidad de reexaminar nuestro acercamiento a la apertura sexual de nuestro
cuerpo es tan grande o mayor que la necesidad de reconsiderar la sensibilidad y
complejidad de la boca y la nariz. La lucha entre padre e hijo para entrenar los genitales
en un funcionamiento regular en tiempos y lugares determinados, domina los primeros
tres años de la vida. La primera gran prueba para los padres es la limpieza del bebé, lo
que muy pronto se vuelve la primera batalla campal de
230
voluntad, confusión, culpa y obligación. No es una sorpresa que aunque Freud ligó el
entrenamiento del retrete a la relación sexual adulta, la mayoría de nosotros bloqueamos
esta memoria temprana de lucha con nuestros padres y nuestros genitales. ¿Vamos a ser
conscientes o inconscientes de nuestros genitales? ¿Cuándo comenzaremos y qué
haremos con la historia de nuestros primeros años?
Control, regulación, obligación, deseo de complacer a los padres, mas la
culpabilidad por los fracasos inevitables constituyen la herencia de nuestros esfuerzos por
lidiar con nuestros genitales. Esta no es ciertamente una herencia favorable para comenzar
un proceso de búsqueda de amor y de hacer crecer el amor que se extiende a lo largo de
toda la vida. Sin embargo, ésta sí es la herencia con la cual comenzamos nuestras vidas
sexuales adultas. A todo esto le agregamos las advertencias de no tocarnos «por allá» a
una edad temprana o las falsas amenazas de locura utilizadas para impedir que los jóvenes
adolescentes exploren las sensaciones placenteras asociadas con sus genitales.
La presencia de la región septal en el cerebro límbico y su asociación con la
excitación sexual evidencia que no podemos esperar un acceso pleno o hacer uso de este
sistema del cerebro límbico sin una elaboración más clara y consciente del poder pleno
de la sexualidad y de su relación inextricable con todas las emociones. Si aspiramos a
hacernos emocionalmente inteligentes, necesitaremos hacernos sexualmente inteligentes.
Es difícil imaginar por dónde comenzar. Hemos relacionado a la sexualidad con
el placer, con el crimen, con las enfermedades, con la identidad y con el nacimiento de
nueva vida... pero, ¿la hemos relacionado con la inteligencia? Hemos tratado la educación
sexual, pero no tenemos claro si ésta debe contener solamente descripciones biológicas o
si debería incluir una variedad de otros tópicos tales como sensualidad, moralidad,
fatalidad, enfermedad, elección de pareja, elección de género, ejemplos de conducta
sexual, pornografía, edad apropiada para la sexualidad, abuso sexual.
No tenemos acuerdos sobre lo que se puede considerar una conducta sexual
apropiada, o una pareja sexual apropiada: heterosexualidad, homosexualidad,
bisexualidad. Las culturas, religiones y grupos étnicos están enredados en una pelea por
lo que cada uno considera como clave a toda moralidad. Y como si esto no fuera
suficiente, el resultado de la sexualidad es a menudo una vida que no pueden o no están
dispuestos a cuidar la madre, el padre o la sociedad. Estamos profundamente divididos
ante el hecho de prevenir la concepción de la vida o eliminar la vida antes de su
nacimiento. Enfrentamos la lucha entre la vida de la madre y la vida del bebé. Poseemos
capacidad tecnológica para prevenir la vida, pero no consenso sobre el uso
231
Cuarto, desde la infancia tocarse los genitales produce una energía placentera.
Quinto, entre los 10 y 13 años «se abre» la glándula pituitaria, causando una
«explosión» en el cerebro límbico que ocasiona un cambio en la química cerebral y
determina el desarrollo físico de vellos y senos que asociamos con la adolescencia. La
persona se siente diferente, el cuerpo y el cerebro están diferentes y una energía
dominante se libera, produciendo una atracción o impulso hacia lo sexual, hacia el
contacto genital con otros seres humanos. A esa edad el contacto genital con alguien del
género opuesto puede crear vida.
Sexto, no existen explicaciones verbales adecuadas para preparar a un adolescente
para el poder de esa atracción o contacto sexual. Existen muchas descripciones
ampliamente desarrolladas, prevenciones, mandatos y amenazas, pero no hay manera de
experimentar de lo que tanto se habla. La sexualidad segura no ha funcionado para
millones de madres solteras porque no pudieron nunca imaginarse lo fuerte de la atracción
sexual. Creo que la única sexualidad verdaderamente segura es la autosexualidad, que
además prepararía al adolescente para ese poder de la atracción energética que
probablemente sienten. Por autosexualidad no quiero referirme al hecho de estimularse a
sí mismo con el objeto de liberar tensión. Me refiero a la capacidad de hacer el amor
consigo mismo, de explorar y aprender de una forma amorosa y sensual a partir del cuerpo
propio. De esa forma, los adolescentes estarán más preparados para amar a otra persona
y a la vez estarían en capacidad de esperar para elegir una pareja apropiada.
Séptimo, estar dispuesto a amarse a sí mismo no es apropiado solamente para los
adolescentes, sino también para todos aquellos adultos, que por distintas razones, se
encuentran solos sin una pareja. Si la elección radica entre ser dependiente de la presencia
de otro para que nos ame o la de amarnos a nosotros mismos, la escogencia necesita estar
a favor de nuestro propio bienestar y salud.
Octavo, las endorfinas son los químicos de nuestro cerebro límbico relacionados
con el placer y son importantes para sustentar nuestra salud y para la prevención de
enfermedades. El placer es vital para la salud y la sexualidad es una forma primaria del
placer. Creo que la sexualidad necesita estar a la disposición de todas las edades sin la
amenaza de crear una vida de la cual no podemos hacernos cargo, sin la amenaza de poner
en peligro la vida de otros al traspasarles el virus del SIDA y también sin la amenaza de
unos años de soledad durante los cuales abandonamos nuestros cuerpos porque estamos
dependientes de otros para lograr el placer.
233
almacenan energía. Cuando las partes más bajas del cuerpo no están relajadas y
expandidas, están contraídas. Si están constreñidas, la energía creará distorsiones en otras
aberturas, tratando de lograr la calma por medio de la comida o de la actividad. Mi punto
es que toda la energía desea circular, llenando y Balanceando el cuerpo. Deseamos sentir
esa energía de los genitales. Deseamos el sexo, lo admitamos o no. Algo más importante
aún: si esta energía de los genitales no está gobernada conscientemente explotará
dominando no solamente nuestro comer y nuestra actividad, sino nuestros estados de
ánimo y deseos de vivir. La inteligencia motivacional honra a la existencia del deseo y
establece que algunos de nuestros deseos necesitan ser satisfechos. La inteligencia
motivacional no solamente reconoce el hecho de que el deseo es básico para el cerebro
límbico, sino que insiste en que debemos ser responsables de movernos y motivarnos a
nosotros mismos a lo largo de la vida. Nosotros debemos encender la llama interna que
cada uno lleva dentro de sí para poder llevar adelante esta creación de vida que somos
nosotros mismos, pero también para preservar este fuego y compartirlo con los otros.
La búsqueda de la inteligencia sexual debe seguir adelante si queremos alcanzar
la inteligencia emocional y en consecuencia ser capaces de proteger nuestra salud y a la
vez darnos cuenta de la capacidad tan tremenda de la vida humana para amar y conectarse
con toda otra vida. Hemos logrado unirnos frente a grandes causas como la lucha contra
el cáncer y el SIDA. Ahora necesitamos unirnos frente a esta triple amenaza fisiológica
que está afectando nuestro comportamiento y fragmentando nuestra sociedad: estamos
tomando parte en las muy bien organizadas batallas sobre el problema del aborto y
estamos disparándonos los unos a los otros; los crímenes sexuales están forzando a las
organizaciones ciudadanas a proteger sus vecindarios ante el hecho de que los tribunales
están dejando libres a los enjuiciados que no poseen antecedentes penales. Todo esto
sucede en vez de que combinemos nuestros esfuerzos en la búsqueda de la inteligencia
sexual.
La obesidad acorta la vida; lo mismo hace el alcohol y el cigarrillo. El alcohol y
las drogas arrastran consigo no solamente la vida del consumidor, sino miles de otras
vidas no involucradas en esas actividades de forma directa. El problema de la droga es un
problema de consumo: es un problema del cerebro emocional. Nuestros esfuerzos para
regular la entrada al país del tráfico de drogas suenan bien, pero en ello se está pasando
por alto el hecho de que se necesita que un cerebro humano quiera la droga y actúe
robando para conseguirla. Estamos invirtiendo billones para reglamentar el tráfico de
drogas y el consumo del alcohol y quizás estas cantidades estarían mejor
236
invertidas si lo hiciéramos para desarrollar una inteligencia oral-nasal que nos aportara
alternativas y reglamentaciones a nivel del consumo humano.
Tales batallas continuarán destruyendo nuestra sociedad, hasta que reconozcamos
y nos unamos alrededor de la verdadera causa del problema: las tres aberturas que llevan
hasta el sistema central del cerebro límbico. Si no somos educados con respecto a esto,
estas aberturas serán mucho más destructivas para nosotros que lo que es el analfabetismo
para la sociedad.
Los comentarios en este capítulo son sólo unos esbozos presentados para llamar
nuestra atención sobre la necesidad y las posibilidades existentes. Quizás también estos
esbozos puedan servirte a tí, lector, permitiéndote tomar ciertos pasos en tu vida personal
y la de tus hijos mientras esperamos por soluciones más amplias y totales.
NOTAS
1. Herbert Benson, The Relaxation Response, New York, Avon Books, 1975.
237
Tercera parte
CAPÍTULO 13
NIKO KAZANTZAKIS
The Saviors of God
a través de un grupo de fibras conocido con el nombre de sistema reticular activador y así
llegan al cerebro límbico y luego a la neocorteza. Desde allí los impulsos son entonces
devueltos a través del sistema nervioso eferente a los músculos para efectuar la acción en
el mundo exterior.
Es de hacer notar que nuestra médula espinal nos une con el medio ambiente por
medio del sistema aferente y eferente que recibe continuamente impulsos desde nuestros
músculos y nuestra piel. Vemos también que nuestra piel está cubierta de poros, los cuales
constituyen un sistema de aperturas que nos exponen constantemente al mundo. Aunque
estamos acostumbrados a pensar que nuestra piel es un cobertor para nuestro cuerpo, casi
como una defensa, sería más apropiado verla como nuestro intermediario, nuestra
«interfase» con el mundo.
Nuestros poros son los ojos de nuestro cuerpo. Ellos son las aperturas que
permiten que la energía entre en este cerebro profundo; así como la nariz, la boca y los
genitales son las aperturas hacia el sistema límbico y los ojos y los oídos
243
son las aperturas más relacionadas con la neocorteza. Por supuesto que todas las aperturas
están interrelacionadas dentro de los tres sistemas cerebrales.
Lo que está implícito en esta descripción es que estamos constantemente
expuestos el uno al otro y todos a nuestro medio ambiente. La conexión entre el mundo
exterior, nuestra piel, y este cerebro más profundo nos aporta una base fisiológica que
apoya la famosa frase del monje trapense Thomas Merton: «Ya todos somos uno»3. Esto
también ayuda a explicar el inconsciente colectivo propuesto por Carl Jung que tanto
afecta nuestra vida interior. Podemos tratar de no dejarnos afectar por los otros o de no
pensar en ellos, pero en el cerebro más profundo no podemos mantenerlos fuera,
ignorarlos. Siempre estarán allí. Seamos conscientes o no de estas conexiones, todos
estamos conectados colectivamente.
La información procedente de nuestro medio ambiente penetra, por lo menos,
hasta nuestro tallo cerebral sin nuestro consentimiento consciente. Somos conscientes de
ello en forma de sentimiento solamente a medida que pasa por nuestro sistema límbico, o
posteriormente como pensamiento o imagen o intuición al entrar en la neocorteza. Estas
señales podrían mantenerse «inconscientes» hasta que aparecen como información en
nuestro hemisferio izquierdo o en el derecho.
Todo lo que nos circunda y las personas cercanas a nosotros nos están
condicionando continuamente. El contexto completo en el cual vivimos y trabajamos está
informando a nuestro cerebro a través de los poros de nuestra piel, del mismo modo que
una sinfonía informa a nuestro cerebro a través de las aperturas de nuestros oídos. Lo que
podemos deducir de estos procesos es que necesitamos mirar al contenido de nuestro
medio ambiente tan cuidadosamente como veríamos el libro que leemos, la música que
escuchamos o el arte que observamos. Nuestro entorno está impactándonos
continuamente.
Nuestro cerebro básico no solamente es afectado por el entorno en que vivimos,
sino también está a la vez afectándolo y creándolo. La importancia del entorno en nuestro
desarrollo me ha llevado a concebir a la inteligencia de los parámetros, como una
búsqueda de los parámetros que definen y circunscriben el entorno o los diferentes medios
ambientes de nuestra vida, tales como nuestro hogar, nuestro trabajo, nuestras relaciones
y nuestra salud.
Dado que nuestro medio-ambiente nos está «imprimiendo» constantemente,
surgen ciertas preguntas en relación a nuestro grado de conciencia. ¿Hasta qué punto
estamos involucrados activamente en aceptar esta graba-
244
decisión de tu neocorteza. Esta red de resistencia explicaría por qué la fuerza de voluntad
sola, independientemente de su fortaleza o buenas intenciones, no puede hacer mucho
para cambiar la conducta.
La inteligencia de los patrones fue concebida como una manera de descubrir estos
eslabones tempranos formados como resultado de la exposición e interacción continua de
este cerebro básico con su medio ambiente.
alerta. La mente no puede funcionar sin este paquete catalítico de células. El resultado de
su daño es el estado de coma, la pérdida de la conciencia5.
¡Cien millones de impulsos asaltan tu cerebro por segundo! ¿Qué pasa con estos
impulsos? Entran al menos hasta el tallo cerebral y entonces, a través del sistema reticular
activador, la energía puede pasar hasta el cerebro emocional o límbico y luego hasta la
neocorteza, tal como se muestra en la figura 11.
Cuando estos impulsos se registran en nuestro cerebro límbico, comenzamos a
sentir o a permitirnos estar conscientes de lo que estamos sintiendo. Al registrarlos en la
neocorteza comenzamos a pensar, imaginar o intuir. También es posible que no nos
hagamos conscientes de buena parte de la energía que nos está llegando sino hasta más
tarde. En la noche, entrando en la relajación más profunda al dormir, quizás nos
permitamos tener acceso a más información, la cual puede aparecer en imágenes o
mensajes verbales que llamamos sueños, el lenguaje más sutil de este cerebro.
La energía puede también surgir como una comprensión repentina o como un
darse cuenta de forma inesperada. Puede ocurrir que semanas o aún años después,
ocupados en otras actividades, de repente, tengamos un acceso a los impulsos, un «¡Ajá!».
De alguna forma, nos hemos concedido el permiso para tener acceso a la información que
estaba almacenada dentro de nosotros, estructurándose ésta de una manera nueva y
significativa.
El ganglio basal
El ganglio basal se forma alrededor del tallo cerebral e incluye al cau-date nucleus,
al putamen y al globus pallidus. El daño a alguna parte de esta área puede traer como
consecuencia la incapacidad de controlar el movimiento del cuerpo.
Aunque creemos controlar nuestras acciones y aunque queramos controlarlas, para
hacerlo, tenemos que contar con la participación del ganglio basal de nuestro cerebro
básico. Como describe Richard Restak en The Brain, podemos decidir escribir nuestro
nombre y queremos escribirlo, pero para hacerlo, nuestro ganglio basal tiene que estar
involucrado6.
No obstante, MacLean pone énfasis en que el ganglio basal está involucrado en
mucho más que la mera actividad motora. En vez de esperar por
247
los resultados de nuevas investigaciones sobre el cerebro, decidí elaborar más, basándome
en los estudios del comportamiento humano. Me pregunté entonces: ¿es que el ganglio
basal guarda ciertos datos que fueron aprendidos como acción instintiva para la
protección de la vida?, ¿es que los primeros datos de estímulos-respuestas están
guardados en este cerebro como patrones que luego siguen dirigiendo nuestro
comportamiento?, ¿podrá ser que los impulsos, básicos a la vida misma, se archivan a sí
mismos como un patrón sensorial disponible para ser recuperado automáticamente?
Por ejemplo, aprendimos a caminar siendo niños en interacción con nuestro medio
ambiente y por medio de respuestas al estímulo. Archivamos el patrón de cómo caminar,
y ahora caminamos sin pensar en cómo hacerlo. De la misma manera, fuimos impactados
por diferentes tipos de comportamiento en general, no solamente de un comportamiento
motor, de la gente a nuestro alrededor, y aprendimos a actuar en respuesta a lo que estaba
sucediendo. Nuestra reacción al estímulo puede haber sido imitativa o una reacción
contraria. Todo lo que sabemos es que estábamos expuestos y que nuestro cerebro básico
registró nuestra reacción. Así pues, la memoria sensorial, el mensaje o el patrón, como
queramos llamarlo, está registrado en nuestro cerebro básico.
Aunque los reptiles pueden tener acceso a estos patrones directamente, a través de
sus cerebros reptilianos, quizás los seres humanos solamente pueden recuperar estos
patrones instintivos cuando hay el mandato del centro neocortical en colaboración con el
deseo del sistema límbico. O quizás es aquí, en el cerebro básico, que todos los patrones
están archivados y pueden en un nivel más sutil, ser activados por estímulos del medio
ambiente, aun sin el acuerdo consciente del sistema neocortical o del sistema límbico.
Todos hemos vivido la experiencia de decidir no tomar otro trago o no comer más torta
creyendo que realmente no queríamos más, hasta encontrarnos, sin darnos cuenta, con
más bebida o postre en nuestras manos. Decimos luego: «No sé cómo pasó». Hemos
decidido innumerables veces que definitivamente no vamos a reaccionar frente a la
persona que nos pone furiosos, pero algo ocurre y reaccionamos. ¡Y de qué manera!
Algo en nosotros es estimulado por algo de la otra persona. Hasta ahora hemos
llamado a esto el inconsciente, y de esa manera nos hemos sentido liberados de conocer
y aceptar nuestro propio comportamiento, o peor aún, nos hemos sentido liberados para
culpar a la otra persona, a la situación o a la vida misma. Ahora bien, conociendo nuestro
cerebro básico, podemos hacernos conscientes de que lo estimulado es el mensaje o
patrón que tenemos archivado en nuestra memoria.
248
del mar, ¿qué produciría esto en el aprendizaje del ser humano? Si la vida fuera una
pulsación repetitiva de energía, ¿cómo se llevaría a cabo el aprendizaje?
Así surgió en mi mente un diagrama (ver la Figura 12) en la que el centro se ve
como una onda que se mueve hacia algo y se aleja de algo, ilustrando así los movimientos
básicos o la conducta de un aprendiz. Las líneas horizontales sugieren a la energía del
aprendizaje moviéndose en forma de onda repetitiva, cada onda representando a una fase
más intensa o acumulación de aprendizaje. Una y otra vez nos lleva la fuerza del
movimiento y de la repetición. Recibimos continuamente una retroalimentación sensorial,
que, si es favorable, nos mueve hacia adelante en el aprendizaje y nos aleja si es
desfavorable. Yo concebí a la onda como energía neutra en un ritmo continuo y repetitivo.
Por favor léelo de abajo hacia arriba como si estuvieras leyendo un proceso neutro,
repetitivo, que comienza con atracción y repulsión y que a lo
250
largo de la repetición continua, se convierte en una ruta y luego en rutinas. Una vez que
las rutinas son repetidas, se vuelven hábitos y luego adicciones, valores, rituales,
religiones, profesiones y finalmente instituciones7.
Día y noche, nos acercamos y alejamos, sutilmente o no tan sutilmente, de gente,
sitios, situaciones, ideas, colores, sentimientos, etc. Esto lo conocemos como instinto,
aunque a menudo nos referimos a este proceso básico sensorial como al inconsciente.
Aunque no sabemos cómo sucede dentro de nuestro cerebro, nuestro comportamiento
revela un ritmo continuo y repetitivo. Cuando nos acercamos a algo una y otra vez,
vibramos con ello, pulsamos con ello, somos atraídos a ello, lo imitamos una y otra vez,
entonces comprobamos la capacidad para hacerlo. Si podemos una y otra vez,
perseveramos y entonces seremos capaces de actuarlo y de repetir esas actuaciones.
Cuando hemos hecho esto suficientes veces, se transforma en nuestra ruta, rutina o hábito,
algo que valoramos profundamente.
Al añadir pensamientos conscientes, arte y música a una rutina, tenemos un ritual.
De estas rutinas y rituales vienen nuestros valores y la conciencia. Si construimos una
rutina en el espacio, se convierte en una organización o una institución. A mayor escala
y a través del tiempo, estas rutinas, rituales, valores, e instituciones emergen como
nuestras rutas, nuestra cultura o la nación. Si miramos hacia atrás en nuestras historias
personales, familiares o institucionales podemos detectar las rutas que hemos trazado a lo
largo del tiempo.
De la misma forma que nos acercamos a algo, también nos alejamos. Cuando
repetimos ese proceso de retiro o distanciamiento una y otra vez, ya no estamos pulsando
con ello, lo rechazamos, nos distanciamos y nos engañamos a nosotros mismos, decimos
que ya no somos capaces, que no queremos hacer la acción y la evitamos. Continuamos
evitándola hasta que nos desplazamos, lo que quiere decir que ni siquiera nos damos
cuenta de nuestra propia evasión. Podremos desarrollar hábitos de engaño,
escondiéndonos de nosotros mismos y de los demás. A medida que nos alejamos de las
personas, cosas, ideas, o grupos, podemos llegar a desarrollar rutinas antisociales, que
pueden luego convertirse en rutinas criminales.
Creo que este movimiento sutil y neutro del cerebro básico explica por qué estas
rutinas, hábitos, rituales y valores antisociales se arraigan tan profundamente al igual que
cualquier valor socialmente aceptado. También desarrollamos profesiones y
organizaciones antisociales tales como las pandillas
251
o grupos organizados del crimen, para continuar con este comportamiento. Observemos
el alto índice de reincidencia cuando tratamos de cambiar el comportamiento criminal. Ni
el castigo ni los premios han tenido mucho éxito en erradicar el comportamiento
antisocial. Muchos programas bien elaborados por la neocorteza acompañados de la
mejor buena voluntad, corazón y deseo del cerebro límbico, no tienen éxito. Creo que
obtendremos buenos resultados con la conducta criminal solamente cuando aprendamos
a tomar en consideración a este cerebro básico de los patrones y condicionamientos.
4. Diagrama simplificado tomado de The Brain: Mystery of Matter and Mind, p. 123.
CAPÍTULO 14
Para aquellos que tienen dificultad en comparar a los humanos con los reptiles o
animales, MacLean dice: «En ningún caso la intención es de igualar animales y humanos.
Más bien está visto como una suposición razonable que si cierto tejido cerebral de una
variedad de especies es generalmente semejante en sus componentes, construcción y
conexiones, podría tener funciones correspondientes»2. Es de hacer notar que no estamos
igualando a humanos y reptiles, sino más bien utilizando información sobre reptiles para
ver si nos ayuda a aclarar nuestras acciones humanas y nuestro cerebro básico. Después
de estar lidiando con la oscuridad y el inconsciente por siglos a través de la mitología y
la religión y ahora la psicología moderna, estamos en la búsqueda de todo aquello que
pueda ayudar a hacernos conscientes en este cerebro. El hecho de que una de nuestras tres
estructuras cerebrales esté conformada de manera similar a la estructura del cerebro reptil,
implica que, por lo menos, deberíamos estar dispuestos a buscar semejanzas en algunas
funciones que se correspondan. Y... después de haber descubierto y admitido estas
asociaciones, ¿qué hacer entonces? Propongo utilizar la aceptación, el humor, el respeto,
la curiosidad y la flexibilidad, todas importantes para permitirnos un acercamiento a estas
otras formaciones de vida.
La aceptación es el opuesto de la negación. Es la disposición a ver lo que es, sin
necesidad de defensa o explicación. El propósito o valor de la aceptación, como opuesto
a la negación, radica en que nos permite tener información sobre nuestras acciones, en
vez de esconderlas de nosotros mismos o permitir que los demás vayan descubriéndolas
poco a poco. La aceptación es más fácil de describir que de realizar. La aceptación de mi
territorialidad, o la de los otros incluyendo la de mis hijos, no es fácil. El próximo paso
sería aprender a respetar el territorio ajeno en vez de invadirlo. «El escritorio de mi marido
es de él, a pesar de todo lo desordenado que esté».
El sentido del humor es también vital en el manejo de estos comportamientos
naturales y primordiales. Puede no ser divertido ver a tu hijo de dos años de edad arrebatar
en vez de compartir el juguete al amiguito con el que quisieras que se llevara bien. El
conocimiento de que esta conducta es el cerebro básico en acción territorial primordial,
puede ayudarte a comprenderlo. En ningún momento esto es un indicio de que ese niño
va a ser un adulto frío, calculador y egoísta. Cuando te encuentres a ti mismo siendo
territorial y no queriendo compartir, puede que tengas aún mayor dificultad en tomarlo a
la ligera. Toma tiempo desarrollar un sentido del humor contigo mismo, pero es vital para
llevar a cabo la auto-observación, es la clave para vivir con el cerebro reptil propio.
256
Imitación
Los animales se involucran en el comportamiento imitativo para reconocerse unos
a otros, para la autopreservación y procreación4. El ser humano
257
que aprendan en equipos. Luego podrían utilizar exámenes individuales para asegurarse
de que cada estudiante ha logrado la comprensión necesaria.
la carrera de artista de su papá. Mary grabó esa reacción como una huella que impidió
que ella adoptara la carrera de artista a pesar de su gran talento. Aunque era capaz de
comprender lo que motivaba la desaprobación de su madre -la necesidad de la madre de
tener un ingreso seguro para la familia- ella no era capaz de sobrepasar una resistencia
básica para convertirse en artista. Retornando mentalmente a sus recuerdos de la niñez,
pudo ponerse en contacto con el amor por su padre (sistema límbico). Apoyada en este
amor, pudo revisar su temprana decisión y el patrón, y tomar una nueva decisión (ver el
capítulo sobre la inteligencia de los patrones). Estableció nuevos parámetros que le
sirvieron de soporte a su cambio exitoso hacia la nueva carrera de arte (ver capítulo sobre
la inteligencia de los parámetros). Su éxito en la nueva profesión refleja su inteligencia
básica, que le ayudó a cambiar una decisión congelada en su mente desde la niñez.
Es relevante recordar que esto puede ser igualmente cierto cuando grabamos
reacciones positivas a una edad temprana. Aunque quisiéramos atribuirnos la grandeza
de nuestra vida adulta a nosotros mismos o a nuestros esfuerzos, es posible que la mayor
influencia provenga de las grabaciones positivas recibidas de alguno de nuestros padres
durante la niñez. En los humanos, estas huellas que hemos estado llamando innatas,
inexplicables o inconscientes, son lo que yo creo puede aclararse por medio de la
inteligencia de los patrones y cambiarse, si se desea, por medio de la inteligencia de los
parámetros.
Decepción
MacLean hace énfasis en la decepción, el engaño, como una destreza necesaria de
todos los reptiles para su supervivencia. Ellos utilizan el comportamiento engañoso para
adquirir alimento, así como para cubrir otras necesidades tales como la morada o la pareja.
También se usa el engaño para evitar la muerte6. En los humanos, mientras predicamos
contra el engaño en nuestra religión y en charlas sobre los valores, enseñamos el engaño
en todos los deportes. Practicamos el engaño en todos los grandes sucesos, bien sean
diplomáticos o militares, financieros o amorosos. En la sociedad sofisticada
frecuentemente reconocemos al engaño como una destreza.
Aquí de nuevo, podríamos avanzar a grandes pasos si reconociéramos
conscientemente la existencia del engaño y lo admitiéramos abiertamente como una
medida para preservar la vida. Si la palabra engaño está demasiado
260
vinculada con el delito, deberíamos por lo menos reconocer al engaño como una manera
de evasión.
Por ejemplo, ante la televisión los domingos por la tarde, toda una nación mira
cautivada la táctica engañosa de un jugador de fútbol que le ayuda a salvar y evitar
obstáculos para finalmente alcanzar la meta. Sin embargo, en el hogar nos dirigimos a
nuestra esposa e hijos sin darnos cuenta de que evitar hábilmente o evadir un tema, puede
ser necesario para lograr una cena tranquila, sin batallas o un programa de televisión sin
interrupciones. Una crítica es lanzada por la esposa o el esposo, y el otro o la otra cae
enseguida en una defensa racionalizada o bien se engancha en el orgullo y tropieza con
un montón de quejas como «esta familia es imposible» o «las cenas familiares son
siempre un tormento».
Efectivamente, necesitamos esta inteligencia reptiliana aunque fuese necesario
darle otro nombre. He incluido «el evitar» dentro de la inteligencia básica, como la
capacidad de acercarnos y de alejarnos de algo o alguien. ¡Es básico!
«Rutinización»
Según MacLean los animales no sólo tienen rutinas principales que ellos siguen
sino una serie de subrutinas, que pueden llegar a ser estructuras rígidas en términos de
patrones y tiempos en que ocurren. Por medio de estas rutinas, ellos escogen territorios y
se ocupan reiteradamente en la misma función en las mismas temporadas7.
Todos conocemos a alguien que tiene rutinas establecidas o las tenemos nosotros
mismos en relación a algún área de la vida. Si no es sentarse en el sillón de la televisión,
podría ser tomar el aperitivo antes de comer, o nuestra taza de café o la lectura matutina
del periódico.
MacLean evidencia que los animales son esclavos de sus rutinas y subrutinas.
¿Somos nosotros también esclavos de nuestras rutinas, sólo que somos renuentes a
admitirlo? Aunque como humanos decimos que valoramos la creatividad y la razón, la
manera más fácil de molestar a un ser humano es interrumpirle una rutina. Si me
interrumpen el café de la mañana, aun con la más inocente de las preguntas, surge en mí
la rabia o la evasión.
Encabezando la lista de las mayores causas de estrés están las interrupciones de
las rutinas básicas, tales como un cambio de trabajo o de hogar o de pareja. Cualquier
persona o grupo que ha sobrevivido un cambio importante
261
de casa u oficina, jura que nunca más repetirá la experiencia. Es claro que valoramos las
rutinas aunque no queramos reconocerlo así. Las rutinas son para este cerebro básico lo
que la racionalidad es para el hemisferio izquierdo de la neocorteza: lo que sabe hacer
mejor.
En este cerebro básico ordenamos, arreglamos y organizamos en rutinas las
vibraciones en las que podemos confiar y con las que podemos contar. Este fenómeno, el
de ordenar las vibraciones en este nivel, es algo tan importante que lo he considerado en
sí mismo una inteligencia con derecho propio. La inteligencia de los parámetros es el
proceso por el cual nos volvemos conscientes de nuestras rutinas y podemos ver cuáles
son los parámetros espaciales y temporales apropiados para establecer rutinas para guiar
la energía en las actividades básicas de la vida.
Tal vez deberíamos estudiar las siempre cuidadosas rutinas de muchos animales.
Ellos no cuentan con una neocorteza para buscarle excusas a sus rutinas. La atención
asidua de un pájaro haciendo un nido y la cooperación de las hormigas cargando alimento
son sólo dos ejemplos. Todo el mundo reptil y animal ofrece elegantes ejemplos de
parámetros y rutinas. Ojalá pudiéramos tratar las rutinas con el mismo respeto que los
animales lo hacen o con el mismo amor y conciencia que nosotros concedemos a la
creatividad. Las rutinas y la creatividad son muy diferentes entre sí, sin embargo, ambas
son necesarias y apropiadas en las diversas circunstancias de la vida humana.
Repetición
Los animales a menudo utilizan el despliegue o el señalamiento de forma
repetitiva. La persistente repetición de la ostentación frecuentemente gana la hembra
deseada8. Quizás la diferencia en el cortejar humano es que la hembra puede manifestar
una persistencia igual o mayor que la del hombre.
MacLean también hace referencia a que las repeticiones son utilizadas como
desplazamiento, es decir, cuando el comportamiento no es apropiado a la situación. El
pájaro empolla aunque el peligro esté cerca9. Ocurre de forma similar en nuestras vidas.
El ejemplo más famoso de la historia es el de María Antonieta, que continuaba sus rituales
evitando así darse cuenta de la inminente Revolución Francesa. Todos tenemos la
tendencia a la eva-
262
una y otra vez. Lo que nos da seguridad continúa dándonos esta seguridad ya sea que lo
llamemos rutinas, actuación repetida, adicciones o valores. Creo que tendremos éxito en
el cambio de la conducta humana sólo cuando reconozcamos la necesidad de hacernos
inteligentes en este cerebro básico.
2. Ibid., p. 228.
3. Ibid., p. 142.
4. Ibid., p. 143.
5. Ibid., p. 146.
6. Ibid., p. 148.
7. Ibid., p. 142.
8. Ibid., p. 147.
9. Ibid.
CAPÍTULO 15
MARTHA GRAHAM
EL COMPORTAMIENTO
Nuestro comportamiento es el segundo lenguaje del cerebro básico y se puede leer
solamente por medio de una auto-observación neutra de nuestro cuerpo-en-acción. Los
patrones, ritmos y rutinas en los que está comprometido nuestro cuerpo son los signos
exteriores de la acción. Debemos, por lo tanto, observar nuestras acciones para ver cómo
nuestro cerebro básico se está revelando continuamente.
¿Qué es lo que en mí está consciente de la acción? Yo veo en mí patrones como
evitar poner al día mi chequera, luego me siento mal o culpable por no haber pagado mis
cuentas pendientes, luego me retiro aún más de esa actividad y llego a la evasión pensando
en otra cosa. Todas estas acciones tienen lugar, menos la acción de pagar mis cuentas a
tiempo. Pienso que voy a cambiar, pero el patrón se repite. ¿Qué sucede dentro de mí?
Yo puedo intentar saberlo. Puedo analizar, imaginar y sentir todo lo que está ocurriendo,
pero frecuentemente yo prefiero defenderme negando que la acción ocurrió tal como se
desarrolló. Nosotros, los seres humanos, sentimos la necesidad
269
de dar explicaciones en vez de aceptar nuestro comportamiento tal cual es. Desde el punto
de vista del cerebro básico, leer nuestro comportamiento es la manera de saber lo que está
pasando dentro de nosotros. En consecuencia, necesitamos aceptar nuestra acción sin
recurrir a la negación. Necesitamos valorar la acción como un factor igual al pensamiento,
la imaginación y el sentimiento si queremos hacernos plenamente conscientes en este
cerebro.
EL YO-EN-CONTEXTO
La conciencia involucra observar no solamente nuestras acciones sino también al
medio-ambiente o contexto que hemos creado alrededor nuestro. ¿Por qué hay que incluir
el contexto y no solamente nuestras acciones? El cerebro básico está expuesto al mundo
por medio del tallo cerebral, del sistema aferente-eferente y de las aperturas de la piel.
Esto implica que el contexto en que vivimos revela tanto de nosotros como nuestras
acciones.
Por contexto quiero decir los pequeños medio ambientes o territorios en los que
vivimos, tales como: nuestro hogar, sitio de trabajo, relaciones, religión, salud o disfrute.
Estos son los territorios en los que usualmente pasamos la mayor parte de nuestra vida.
Son las áreas en las cuales hemos tejido todo lo que nos rodea. Aveces este tejido de
energía es más sutil que el nivel de la acción.
Podemos aceptar que los contextos en que vivimos —a niveles conscientes o
inconscientes— son los que hemos estado creando, es lo que nuestro «yo» ha estado
produciendo. Podemos estudiar el contexto de nuestro medio ambiente como si fuera un
libro de texto. No podemos conocer la acción en este nivel por medio de lo que pensamos,
sentimos o sabemos que hemos hecho. Más bien logramos conocerla poniéndonos de
lado, apartándonos un poco, y observando de manera neutra qué es lo que estamos
haciendo en el día de hoy.
No necesitamos seguir llamando «inconsciente» a este nivel. Los escenarios en
los que vivimos son los textos a estudiar para llegar a ser conscientes. ¡Lo que ves es lo
que hay! Nuestro hogar nos revela, nuestro trabajo, nuestra salud, nuestra religión,
nuestras distracciones, nuestras familias y todo nuestro alrededor nos revela. No se puede
juzgar un libro por su portada, pero sí podemos conocer nuestro cerebro básico
observando los contextos en que vivimos.
El hecho de que siempre hemos estado expuestos a nuestro medio ambiente
explica el profundo impacto que nuestros padres han tenido en nosotros. En nuestra
infancia los padres fueron las principales influencias de
270
LOS SUEÑOS
Los sueños son información procesada a través de los tres sistemas cerebrales,
incluyendo este cerebro profundo. Cuando dormimos, pasamos de una
271
actividad cerebral en la que pensamos, llamada de ondas beta, a un ritmo más relajado
llamado de ondas alfa, característico del hemisferio derecho. Luego pasamos a un estado
aún más relajado, identificado como ondas theta, característico del sistema límbico antes
de entrar al estado del sueño propiamente dicho, que es el de las ondas cerebrales delta
del cerebro básico.
Las investigaciones sobre los sueños muestran que la información se autolibera
cuando las ondas cerebrales están en delta. Los investigadores han podido determinar que
la persona está soñando cuando se observa un movimiento rápido de los ojos (MOR,
movimiento ocular rápido), que señala que la información ha pasado al campo visual
produciendo así la actividad ocular. Nos despertamos con las imágenes, los mensajes y
las emociones de una experiencia que llamamos el sueño.
Cuando entramos en el rango delta, estamos lo suficientemente relajados para
liberar información acerca de nosotros mismos que no hemos sentido o pensado y menos
imaginado o incorporado a la realidad de la acción cuando estamos en vigilia. La
información proveniente de los impulsos que han llegado hasta el tallo cerebral, pero que
aun no ha sido integrada en patrones conscientes, rutinas o valores, y aún no ha sido
liberada dentro de nuestro comportamiento corporal, es finalmente liberada a nuestra
conciencia neocortical a través de imágenes, palabras o emociones que conocemos como
los sueños.
El campo de la psicología nació de los análisis de los sueños y de nuestro profundo
deseo de conocer lo que sucedía en este rango más profundo de vibraciones. Yo creo que
la rivalidad entre Freud y Jung puede ser interpretada como el énfasis que le daba cada
uno de ellos a los diferentes sistemas cerebrales. Freud estaba profundamente involucrado
en comprender el sistema límbico, mientras que la insistencia de Jung sobre el pasado
cultural y la articulación de un inconsciente colectivo, evoca más el cerebro básico. Ahora
sabemos que estamos constantemente expuestos al inconsciente colectivo, incluyendo
nuestro medio ambiente particular, tanto como al resto del universo.
Para llegar a ser conscientes a este nivel más profundo de vida, necesitaremos ver
que el cerebro básico tiene su inteligencia propia. Parte de esa inteligencia se nos hace
disponible solamente cuando dejamos de lado nuestros otros dos sistemas cerebrales y
nos permitimos seguir funcionando de manera automática en esas vibraciones delta
profundas del sueño. Los sueños contienen información que está siendo procesada y
haciéndose disponible para ser integrada o descartada por nuestros cerebros límbico y
neocortical. Los sueños sirven como comunicación entre nuestro ser consciente y nuestro
ser inconsciente o entre nuestros dos cerebros profundos. En términos cerebrales
272
los sueños son comunicación desde nuestro cerebro básico, pasando a través de nuestro
cerebro límbico y llegando a nuestra neocorteza. ¿Podemos escuchar inteligentemente
para oír lo que nuestros sueños están tratando de decir para interpretar los impulsos que
están surgiendo de nuestra profundidad y que están presentándose como un lenguaje para
ser leído por cada uno?
Durante siglos las personas han encontrado diversas maneras de interpretar los
sueños. Todas las culturas han valorado esta interpretación, pero en general el arte del
análisis de los sueños ha sido reservado a unos pocos: sacerdotes y hombres sabios en los
tiempos antiguos; psiquiatras y terapeutas en los tiempos modernos. Para mí todas las
maneras de interpretar los sueños son válidas. No obstante, quiero ofrecer una manera
que se originó con este trabajo de ver los tres cerebros como energía, y que me ha servido
a mí y a otros a lo largo de mis años dictando talleres.
Es importante tomar en cuenta que la interpretación que un especialista puede
hacer de un sueño nunca puede ser tan clara o relevante como tu propio análisis. El sueño
es tu lenguaje. Tú recibiste esta comunicación desde tu cerebro básico y puedes aprender
a descifrarla al igual que aprendiste una vez a leer libros. Comienza por comprender que
tú eres el libro y que todo tu sueño es tuyo. Al concebir toda vida como energía, puedes
mirar a tus sueños como «el noticiero nocturno» transmitido desde tu inconsciente
(cerebros límbico y reptil) y finalmente presentado en forma de imagen o de palabra a
través de tu neocorteza. Con esta aproximación puedes considerar cada frase o imagen de
un sueño tan llena de contenido como el cuento en sí y evitar el prejuicio o el análisis de
la totalidad. Pregúntate a ti mismo: ¿cuál es la energía dentro de mí que escoge presentarse
como las personas, sitios y actos que están expresados en mi sueño?
Por ejemplo, si en el sueño aparece una tía en una casa con tu hermano y tu hijo
nadando en un lago cercano, debes preguntarte: ¿cuál es la energía dentro de mí que se
ha mostrado como mi tía, la casa, mi hermano, mi hijo, nadar y el lago? Tratando cada
imagen, sustantivo y verbo en tu sueño con esta pregunta, busca entender el mensaje que
puede estar archivado en tu cerebro básico. Más bien trata de comprender lo que tu ser
más sutil quiere decirte. Puedes reflexionar acerca de tus sueños utilizando estas guías
generales, yendo camino a la oficina, en el descanso del almuerzo o a cualquier hora del
día. El siguiente ejercicio está más estructurado y requiere una mayor disposición de
tiempo. Lo recomiendo altamente para todos aquellos sueños que tú sabes intuitivamente
que contienen mensajes importantes para ti y por lo tanto se merecen un mayor tiempo y
dedicación.
273
Ejercicio
diseño eficiente en muchos niveles, todo lo cual afecta la vida interior. Para ella,
solucionar cómo navegar un velero desde la cabina interna parece ser lo máximo como
proeza del diseño.
«El mar abierto» es para mí la más sobrecogedora de todas las imágenes de
energía. «Navegar» es enfrentarse a las olas de forma tal que te mueves con ellas y no
eres golpeada por ellas.
La traducción del sueño en lenguaje de energía. Estoy dentro de la energía de la
delicada forma de mí misma con todas esas energías dentro de mí que me quieren, que
me ayudan, que desean lo mejor para mí. De éstas, la energía del diseñador eficiente de
mi vida interior está arreglando el espacio debajo de mi vida pensante, de forma tal que
mi delicada forma pueda ser navegada suavemente por las olas de la energía más
sobrecogedora, dentro de mí, que yo pueda imaginar, sin ser golpeada. Me siento nerviosa
y desamparada por no poder utilizar mis ojos conscientes para mirar a dónde me dirijo,
pero también me siento confiada en ser ayudada por la energía del diseñador eficiente
dentro de mí, que sabe cómo dirigir la energía de mi delicada forma desde abajo.
LA AUTOOBSERVACIÓN
Nuestros cuatro lenguajes: nuestro cuerpo, nuestros comportamientos, nuestro yo-
en-contexto y nuestros sueños proveen, cada uno, un texto para ayudarnos a volvernos
conscientes. Para lograr acceso a estos textos debemos entrenarnos en la autoobservación,
que es un proceso de desprendimiento característico del hemisferio derecho. Bellamente
practicado nos permite evitar la negación y la culpa. Nos permite incluir todos los datos.
Para entrar en el proceso de la autoobservación, necesitamos mantener presentes los
puntos del siguiente ejercicio.
Ejercicio
La autoobservación
1. Evita los juicios y las ataduras emocionales.
2. Con curiosidad estudia las estructuras, los hábitos, los patrones y el más mínimo
movimiento de esta interesante criatura viviente que por casualidad eres tú mismo. No te
perteneces. Eres una expresión de la vida que está viviendo en un instrumento que llamas
«tú mismo».
275
3. Observa de manera neutra, sólo con el propósito de conocer, sin intentar actuar.
4. Hazte testigo imparcial de todo lo que aparezca.
5. Hazlo mirando cómo estos billones de células se presentan hoy en día. Cómo luces
hoy en día. Debes estar tan curioso, tan fascinado como si estuvieras observando las
estrellas en el cielo.
Recuerda que ciertamente «Hay más células en un cuerpo humano que estrellas
en la galaxia»2. Así como miras a veces con asombro al cielo, comienza ahora a mirarte
a ti mismo, a esos billones de células, algunas están brillando en todo su esplendor.
Algunas están titilando; otras están bloqueadas. Para otras necesitarás un telescopio para
ubicarlas. Por encima de todo, disfrútalas. A medida que vayas descubriendo cada vez
más de ti mismo, recuerda ser gentil y apreciativo. Muy importante es la compañía del
sentido del humor en cualquier práctica completa de la autoobservación.
Cuando estemos dispuestos a observar nuestro propio proceso de vida en el
continuum, sin ataduras o posesión, entonces tendremos acceso a la información en este
profundo nivel celular y una apertura hacia una mayor conciencia de la vida misma.
La autoobservación es una práctica, un hábito, un arte que podemos desarrollar.
Lo podemos practicar caminando o trabajando o jugando. También podemos anotar
nuestras observaciones en un diario, como lo haríamos si estuviéramos haciendo un viaje
interesante. La vida es un viaje. Según Thomas Berry, nos ha tomado 40 millones de años
de desarrollo para llegar aquí, hoy, ahora3. Si entramos en la práctica de la observación,
grabación y diálogo con nosotros mismos, el viaje puede ser mucho más seguro y
saludable o tan bello como queramos hacerlo.
La autoobservación es una característica reconocible en muchos de los sistemas
de conocimiento y meditación orientales. En el mundo occidental ha formado parte del
entrenamiento religioso, pero usualmente ha sido reservado para los sacerdotes, monjas,
monjes, rabinos u otros profesionales del crecimiento interior. Es necesario que se torne
un proceso común en todas las enseñanzas si realmente queremos llegar a ser conscientes
y responsables de nuestro propio comportamiento.
276
1. Citada en Agnes de Mille, «Martha Graham: The Steps of a Giant», New York
Times, 7 de abril 1991» sec-H. Dance, p. 22.
2. Philip Morrison et al, Powers of Ten: About the Relative Size of Things in the
Universe, New York, Scientific American Books, 1982.
3. Thomas Berry, The Dream of the Earth, San Francisco, Sierra Club Books, 1988.
277
CAPÍTULO 16
MARTYE KENT
1. Martye Kent es una terapeuta que vive en Martin County, California. Ella escribió
este poema en 1983 y lo compartió conmigo al año siguiente.
278
QUEDARSE EN LA ACCIÓN
El movimiento ondular de la vida está presente como ritmo básico de toda acción.
Si engranamos nuestros cuerpos en los ritmos del baile y del deporte, ¿podremos
engranarlos con los ritmos de las áreas más ordinarias de nuestra vida tales como el
trabajo y el hogar? Tenemos el hábito de cargar estas áreas en nuestras espaldas
doblegándonos y cargándonos de responsabilidad como un peso. ¿Sería posible entrar en
los ritmos de la casa y el trabajo disfrutándolos? Al tomar conciencia de este fenómeno
del ritmo básico podemos entrar directamente en cualquier ritmo y extenderlo
conscientemente hacia una manera orgánica de moverme con la vida.
279
RITMO Y RELACIONES
El ritmo me ayuda a relacionarme. Por ejemplo, al entrar en un nuevo trabajo o en
cualquier otro medio ambiente nuevo para mí, en lugar de tratar de entender y preguntar
con mi inteligencia racional acerca de todos los detalles, puedo entrar con mi inteligencia
básica y buscar identificarme con este nuevo lugar o con los ritmos que se suceden a mi
alrededor. Hay que hacerse «uno con» tan rápidamente como sea posible.
También es gratificante identificarse con los ritmos de otra cultura, lo que es
necesario sobre todo si deseamos participar en ceremonias de otras religiones o participar
plenamente en la cultura de otras naciones. Para sentirse libre de identificarse con la gente
o sus acciones por medio de nuestra inteligencia básica, necesitamos liberarnos de nuestra
inteligencia racional que prefiere dudar y también de nuestro cerebro límbico que pudiera
rechazar a los otros o sentirse incómodo en su presencia. Necesitamos esta inteligencia
básica para tener la capacidad de seguir los ritmos de lo que ocurre, acercándonos e
identificándonos con ello.
De la misma manera podemos identificarnos con los ritmos de otra persona. Cada
ser está hecho de ritmos repetitivos. A un nivel más grueso de vibraciones denominamos
esos ritmos como valores, profesiones, hábitos o personalidades. Para respetar a otras
personas necesitamos descubrir por lo menos sus ritmos más obvios para tener la
capacidad de identificarnos con ellas. Me muevo «en tándem» con ellas, observándolas,
imitándolas, aprendiendo y buscando apreciar algo de ellas. Algunas veces expreso
verbalmente mi aprecio, pero eso no es siempre la clave. Lo que se guarda es mi habilidad
de identificarme con ellas, de mantener su ritmo y de viajar con ellas o acompañarlas
respetuosamente. Si todos supiéramos relacionarnos con nuestra inteligencia básica,
tranquilizando nuestro cerebro emocional y nuestra neocorteza, sería mucho más fácil
conectarnos los unos con los otros. Relacionarse por medio de la identificación con el
ritmo del otro, debe volverse una opción conocida y practicada en este mundo que se
vuelve cada día más pequeño.
Los ritmos se forman también a un nivel más sutil, que probablemente sólo se
pueden describir como la integridad misma de la persona. Los sanadores pueden notar los
ritmos en este nivel, los amantes también pueden. Es aquí que ambos, sanadores y
amantes, pueden extender la vida de la persona o reducirla severamente. Debemos ser
sabios para seleccionar a nuestros sanadores, terapeutas y amantes, y debemos ser sabios
para apartarnos de ellos si los resultados no son positivos.
282
mental2. Ambos niveles, el sensorial y el instintivo, así como también esta experiencia
con la energía sutil del «Kundalini» son ritmos invisibles que, en efecto, nos afectan sin
que aparentemente nos demos cuenta.
Así como surge este ritmo básico a un nivel sutil en una experiencia espiritual,
también surge a un nivel físico denso, como una respuesta reactiva que nos guía en
momentos de peligro. Por lo tanto, la sensación o la energía en este cerebro necesita ser
entendida como existente en un rango o continuum que abarca desde lo denso hasta lo
fino y a diversas velocidades de vibración que van desde lo más rápido hasta lo más lento.
Estamos acostumbrados a este rango variado de vibraciones de energía que pasan
a través de nuestra neocorteza mientras pensamos, imaginamos o intuimos. A veces
pensamos más lentamente; y otras, los pensamientos ocurren a velocidad casi eléctrica.
Con nuestros ojos abiertos tenemos imágenes de eventos externos que ocurren a
velocidades lentas y pueden ser retenidos en nuestra memoria. Con nuestros ojos cerrados
podemos experimentar una variedad de velocidades e intensidades: aquellas imágenes
que podemos fácilmente recordar y aquellas que pasan por la pantalla de nuestra mente a
velocidades muy altas. Una vez que estamos conscientes de que los pensamientos e
imágenes están vibrando a velocidades e intensidades diversas, podemos más fácilmente
imaginarnos que este mismo rango de velocidades diferentes existe dentro de nuestro
cerebro básico, y que también existe alrededor nuestro y continuamente impactan nuestras
acciones y reacciones a velocidades e intensidades distintas.
DE LA ANSIEDAD A LA ENFERMEDAD
Conocer que las vibraciones van de las más gruesas hasta las más finas dentro y
alrededor del cerebro básico, puede ayudarnos a observar y quizás entender mejor las
enfermedades del sistema nervioso, que abarcan, desde nuestra común y cotidiana dosis
de nerviosismo y ansiedad hasta las enfermedades más serias como el mal de Parkinson,
Alzheimer, o la distrofia muscular. Ya sea que estemos tratando de aliviar nuestra
ansiedad o estemos involucrados en la sanación de una enfermedad más seria,
necesitamos tomar en cuenta las cargas eléctricas que entran en nuestro cerebro básico
debido
2. Gene Kieffer, (ed.) Kundalini for the New Age, Selected Writings of Gopi
Krishna, New York, Bantam Books, 1988.
285
inteligencia básica nos invita a movernos hacia unas condiciones que nos nutran y
alejarnos de aquellas que puedan dañarnos, sea cual sea la intensidad o velocidad de las
vibraciones de la energía.
por medio del sistema nervioso aferente a nuestra piel que está cubierta de aperturas al
mundo, hace literalmente imposible encerrar los datos humanos dentro de una probeta de
laboratorio o ni siquiera dentro de un laboratorio con un ambiente controlado y
predecible.
Las recientes investigaciones sobre el cerebro nos dan una perspectiva más
profunda sobre lo difícil que es cambiar para un ser humano. Hay tres sistemas
involucrados y cada uno está en movimiento o vibración continua. Por lo tanto, es muy
difícil enfocarnos en un cambio definitivo y lograr tener éxito.
El cambio debe radicar en saber manejar nuestra propia dinámica. Por esta razón,
el nuevo paradigma de que todo es movimiento, es de una tremenda importancia. Cada
vez que deseemos cambiar algún aspecto de nuestro comportamiento necesitaremos
realmente acumular datos e información, pero el hecho de llegar a una conclusión no
producirá el cambio. Las implicaciones del nuevo paradigma son que nosotros podemos
cambiar nuestra conducta sólo manejando las dinámicas involucradas. Cambiamos
cambiando, y no por conocer del cambio. Esto es similar al desear y querer del cerebro
emocional: sólo queremos al vivir el proceso de querer. Quizás, finalmente, podremos
convencernos de la necesidad de un enfoque sobre la dinámica del organismo humano en
vez de intentar un acercamiento definitivo, descriptivo y fijo sobre el comportamiento
humano.
Me siento impulsada a repetir los puntos más importantes que dan soporte a un
enfoque dinámico más que al enfoque estático del cambio. Sabiendo que la estructura
humana está compuesta de billones de células, conociendo que toda estructura celular es
realmente energía en constante vibración y, finalmente, sabiendo que cada estructura está
constantemente expuesta a información de otras estructuras a través del cerebro profundo
y de la piel, podemos dejar de lado la expectativa de lograr una fórmula fija para el
cambio, y dirigir nuestra atención hacia los procesos dinámicos. Podemos dirigir nuestra
atención hacia una constante vigilancia, un cuidado constante, y un estado de alerta ante
las continuas y nuevas interpretaciones de nuestra vida individual en su contexto
cotidiano. Por ejemplo, podríamos aprender todo sobre las dietas, o hacer el ejercicio que
está a continuación de esta sección, llamado «El perfil de energía», para reunir
información relevante a nuestra conducta relacionada con la comida. Sin embargo,
tendremos que vivir el proceso de hacer dieta, que es dinámicamente diferente cada día y
en las diferentes horas del día. O sea, que aprendemos, reunimos información y actuamos.
No se trata de cambiar nuestra mente. Se trata de mantenerla en constante sintonía
con el comportamiento que deseamos cambiar. Necesitamos
288
vivir nuestra vida como una entidad dinámica en vez de como una personalidad fija.
Lo que está implícito es que necesitamos estar continuamente involucrados en el
cuidado de nosotros mismos. Tú y yo necesitamos autocuidarnos porque tanto tú como
yo somos los que estamos permanentemente al control de nuestras vidas y cada uno es el
único capaz de manejar el proceso dinámico de una manera suficientemente sutil. Ni la
salud, ni una buena calidad de vida pueden ser logradas sin nuestra participación continua
y consciente. Otros podrán ayudar en los niveles más obvios y gruesos de energía, pero
en el rango de las ondas finas depende de nuestra capacidad para poder entrar en las
vibraciones más sutiles.
Se puede entender también que el dolor en el cuerpo es una señal a nivel grueso,
de que algo requiere nuestra atención a nivel más sutil. Podemos volvernos conscientes
de esta señal antes de que la salud empeore y requiera la ayuda de un especialista. No
pretendo excluir la necesidad de especialistas, sólo quiero decir que desde el punto de
vista de este cerebro básico siempre expuesto al mundo, no hay salud sin la participación
activa y consciente del individuo.
particular. Pueden ser de una relación de amor o de todas nuestras relaciones de amor.
Pueden ser en relación a un miembro de nuestra familia o de toda la familia. Pueden ser
de nuestra alimentación, de nuestra salud, de nuestro trabajo, o de cualquier cosa que
consideremos como un problema que queramos comprender, mejorar o cambiar.
Un perfil nos muestra claramente, de manera gráfica, el bosquejo del
comportamiento que viene sucediéndose desde tiempos pasados y nos puede ayudar a
reconocer qué comportamientos similares seguirán ocurriendo, si no escogemos
intervenir conscientemente (ver Capítulo 14, del comportamiento humano y reptiliano
sobre la repetición, el actuar de nuevo y las rutinas).
Ejercicio
El perfil de energía
EL MOMENTO ACTUAL
Tenemos acceso a la inteligencia básica no sólo para informarnos de nuestro
pasado sino que también es una inteligencia activa para ser usada en el presente. Para
utilizar esta inteligencia activamente necesitamos estar dispuestos a tratar la acción como
un fenómeno en sí mismo, es decir, que no está forzosamente ligado con pensar o sentir.
A un nivel sutil ocurren estímulos que nos hacen actuar, reaccionar y continuar repitiendo
actuaciones pasadas. Necesitamos la capacidad para responder a los estímulos sin
considerar que el sentimiento o el pensamiento son los que causan nuestra acción.
Estoy luchando para independizar a esta vibración básica de ese modo de pensar
basado en la causa-efecto que hace que la acción dependa del pensamiento o del
sentimiento: del proceso de decisión antes que del proceso de la acción. A veces ésa es
una secuencia importante. Sin embargo, a menudo se hace necesario actuar para recibir
una retroalimentación que nos permitirá tomar decisiones apropiadas.
Estoy buscando entender la acción en un nivel de experiencia en el cual la
vibración misma de estímulo-respuesta podría ser honrada y observada. La vibración a
un nivel estímulo-respuesta necesita estar libre, independiente y comprendida como
acción en sí, para nosotros poder entrar o comprometernos con la vida, a un nivel celular,
dentro de nosotros mismos. Es extremadamente importante captar que la acción es su
propio fenómeno, para así estar en capacidad de imitar e inhibir con efectividad. Estas
son las dos dinámicas de la inteligencia básica.
La imitación y la inhibición
La acción consciente implica un proceso de inhibición de aquello que es dañino
para nuestra vida y un proceso de imitación de lo que es beneficioso para ella.
Para entrenarnos en la inteligencia básica debemos ser capaces de imitar e inhibir.
Primero, a un nivel conceptual neocortical, debemos creer en la imitación y en la
inhibición. A pesar de que la imitación fue tan descalificada por nuestra educación,
podemos recordarnos de cuánto nos enriqueció en la primera infancia. Por imitación
aprendimos a hablar y a caminar y ahora, como adultos, podemos comenzar a ver a cada
persona como un recurso: todos y cada uno pueden enseñarnos algo. Sólo tendríamos que
ser selectivos e imitar aquello que podría ser lo más nutritivo o protector para nuestra
293
vida. Nos podemos acercar e imitar lo mejor de nuestro medio ambiente con el fin de
desarrollarnos y a la vez llegar a convertirnos en un recurso útil para los demás.
Segundo, necesitamos dejar de definir a la inhibición como una palabra con las
implicaciones psicológicas negativas de la represión inconsciente. También debemos
liberar esta palabra de la implicación de que inhibir es «perder el beneficio de algo». El
verbo «inhibir» necesita ser comprendido como un verbo de acción. Es una señal de
interrupción, para parar de hacer algo, y vitalmente necesaria antes de poder cambiar de
rumbo o comenzar el proceso de alejarnos de algo que pueda ocasionarnos daño.
También es posible ver la inhibición como un proceso temporal que nos lleva a
separarnos de las vibraciones o acciones que aún no sabemos procesar en forma
provechosa para nosotros. Aunque pudiéramos preferir retirarnos por algún tiempo de
algunas áreas que actualmente no nos son útiles, algún día podríamos ser capaces de
regresar hacia esas mismas vibraciones, la misma gente, o las mismas acciones. Por
ejemplo, podemos inhibir nuestra expresión de rabia debido a que no es el momento ni el
sitio conveniente para expresarla o porque todavía no hemos aprendido a hacerlo
adecuadamente, pero cuando lo hayamos aprendido y además tengamos una idea más
clara de lo que nos molestó, es muy posible que estemos en capacidad y deseemos
expresar nuestra molestia al día siguiente. La inhibición puede ser útil para guiar nuestras
acciones de una manera apropiada.
CONCIENCIA O CRISIS
La inteligencia básica se refiere a vivir en el presente. La bailarina Martha Graham
captó lo que implica la conciencia del presente cuando dijo: «Lo que importa es el
momento en el que estás en movimiento. Haz el momento vital y digno de ser vivido. No
lo dejes escapar inobservado o inaprovechado... No es 'lo que yo haré' ni 'lo que he hecho'
sino 'lo que estoy haciendo'. Lo que hagas debe ser hecho como si fuera por primera
vez»3.
Desafortunadamente, casi nunca seguimos este consejo. Y peor aún, por lo general
no actuamos conscientemente hasta que caemos en alguna crisis, alguna amenaza a
nuestra identidad o a nuestra existencia. Entonces es que comprendemos o somos
fuertemente capaces de saber cómo reorien-
tar nuestras elecciones a este nivel sensorial profundo. Por medio de las crisis somos
capaces de dejar de lado nuestro comportamiento automatizado, nuestros patrones,
rutinas, adicciones y, en casos en que nuestra vida esté seriamente amenazada, hasta
nuestros valores.
Entonces, con una profunda oleada de energía, elegimos vivir de ciertas maneras
que nunca «entendemos» cómo lo logramos: dejamos de fumar, dejamos las comidas
pesadas, hacemos ejercicios, o hasta podemos tener experiencias de renacer, en las cuales
podemos llegar a las experiencias de iluminación y aún a los milagros. Experimentamos
la energía y comenzamos el proceso de guiarnos hacia nuevos hábitos. A través de las
crisis somos propulsados hacia las acciones a niveles sutiles y no tan sutiles.
Frecuentemente, aún sin estar dispuestos, nos movemos hacia lo que es nutritivo y nos
alejamos de lo dañino.
Mi esperanza es que un día podamos desarrollar este poder para encontrar
opciones que favorezcan la vida aunque la crisis no haya llegado ni la vida esté
amenazada. La inteligencia básica existe para que dispongamos de un proceso con el cual
podamos inhibir e imitar antes de que ocurra la crisis. La inteligencia básica existe para
alertarnos de los ritmos visibles e invisibles y nos invita a vivir conscientemente esos
ritmos en el presente.
Algunas veces pensamos que nuestros hábitos son dañinos o nos sentimos muy
incómodos con ellos, pero no actuamos al respecto. Nos escondemos tras fórmulas
estadísticas en vez de utilizar nuestra propia autoobservación dinámica. Respetamos el
análisis de otros, pero ignoramos lo que claramente indica nuestro propio perfil de
energía. Por estar apegados a las explicaciones racionales de causa-efecto, esperamos por
las calamidades o buscamos saber más y más de sus causas. Nos quedamos atascados en
el análisis en vez de llevar a cabo acciones de sentido común que podrían ayudarnos a
evitar la crisis.
La inteligencia básica puede alertarnos de la necesidad continua de actuar sobre
lo que queremos cambiar, así como la inteligencia racional nos alerta sobre la necesidad
de analizar. Es inteligencia básica vibrar en resonancia y disonancia con la energía, sea
cual sea la forma que ésta adopte, a fin de formarnos, reformarnos, deformarnos o
transformarnos en el proceso continuo de la vida.
LA LIBERTAD DE SER
Para utilizar la inteligencia básica en su rango más fino de vibración, debemos ser
«libre de ser». La inteligencia básica es la libertad de ser libre, no
295
para oír, ver, recibir o integrar, sino libre para «ser», libre para mover este organismo-
mente-cuerpo-estructura. ¿Es esto libre albedrío? No, esto es libertad sin albedrío. Esto
es libertad para ser consciente de la resonancia o disonancia en cualquier nivel de
vibración. Viviendo tan profundamente como sea posible, podemos conducir nuestra
estructura en cualquier longitud de onda.
A un nivel celular, la inteligencia básica significa tener acceso a nuestra propia
vida, estar a cargo de ella y vivir con nuestros billones de células. Esto requiere un
desapego, una pasividad, un distanciamiento de nosotros mismos como también una
aceptación de nosotros mismos. Requiere también neutralidad.
Esto también requiere comprender que la vida se está viviendo a sí misma en la
configuración de un cuerpo que estamos llamando «nuestro». Utilizamos la inteligencia
básica para observar el rastro que la vida deja en la acción que llamamos nuestra, pero
que podría muy bien ser la influencia de cada uno y de todos, de generaciones pasadas y
situaciones vividas antes de que nosotros viviéramos o fuéramos conscientes. La
inteligencia básica está allí para proveer la libertad de actuar en relación a la integridad
de la vida misma.
En la libertad de ser, la práctica de la autoobservación es clave porque nos permite
coleccionar datos de todas las fuentes: de nosotros mismos y de nuestro cuerpo, de nuestro
medio ambiente, de nuestro comportamiento y de nuestros sueños. La libertad de ser tan
consciente como sea posible en cualquier rango de vibraciones también nos permite
guiarnos sutilmente a favor de nuestra vida.
Yo creo que los que han experimentado sanaciones milagrosas han tenido acceso
a esta libertad y la capacidad para guiar sus células, aunque ellos quizás ni siquiera
estuvieran «conscientes» al hacerlo. No obstante, de una forma u otra, ya sea por fe,
creencia o amor, ellos fueron capaces de recibir el contacto de la energía a este nivel
celular. La inteligencia básica es un fenómeno espiritual cuando ocurre en estas
longitudes de onda tan sutiles. El acceso a las ondas sutiles e invisibles no es explicable
sino haciendo referencia a lo infinito. ¿Cómo podemos tratar de explicar las experiencias
que nos relatan algunas personas consideradas «clínicamente muertas» y que han
regresado a la vida? ¿Cómo podremos comprender estas ondas sutiles, o lo que estamos
empezando a conocer como las experiencias de «salir del cuerpo»? Resulta difícil trazar
un proceso secuencial en este caso, ya que lo que está involucrado es un asunto de saltos
cuánticos. Pero, sin embargo, sí podemos observar que el primer cerebro sigue
funcionando. En las experiencias de salir-del-cuerpo,
296
la conciencia de la persona se mueve entre longitudes de onda sutiles o más finas, que
permiten al individuo observar el funcionamiento de su cuerpo y lo que está ocurriendo a
su alrededor.
A pesar de que estos eventos no pueden ser descritos por el proceso racional
secuencial, podemos obtener un cuadro general de lo que ocurre al darnos cuenta de que
cada una de las estructuras cerebrales está vibrando en dimensiones que van desde las
más gruesas hasta las más finas, dependiendo de sobre qué estemos concentrándonos. El
nombre que se le da a aquellos que alcanzan las dimensiones más finas de la neocorteza
es el de místico y aquellos que orquestan las dimensiones más finas de los cerebros
límbico y básico se llaman sanador o shamán. Sabemos que los místicos empiezan sus
viajes espirituales en la neocorteza con revelaciones instantáneas, oración o meditación,
y sabemos que la meditación tranquiliza las ondas más gruesas de la neocorteza. Los
místicos continúan por las longitudes de onda de la inteligencia espacial hacia el rango
intuitivo, donde reciben longitudes de onda aún más sutiles. Se presentan también
distintas longitudes de ondas emocionales así como también longitudes de onda que
todavía no sabemos describir pero que sí efectúan cambios físicos y emocionales en la
persona. Los sanadores y los shamanes son capaces de involucrarse en las vibraciones
más finas de las tres estructuras cerebrales.
Se pueden notar cambios en la expresión facial y la personalidad en aquéllos que
viven experimentando conscientemente su vida interior. Estos cambios físicos indican
que se ha involucrado del proceso profundo de este cerebro básico. No he querido llamar
a este cerebro «reptil» porque el término no nos comunica adecuadamente los niveles de
energía sutil e interior que encontramos en él.
A este nivel y en este cerebro, necesitamos ser libres para vivir en relación con lo
infinito o con lo instintivo, con lo consciente o lo llamado inconsciente, con lo sensorial
o lo básico de la naturaleza, en el rango de energía que sea. La libertad de ser es necesaria
para nuestra capacidad de orquestar un rango completo de energía que va de la más gruesa
a la más sutil, desde el estímulo-respuesta hasta el salto cuántico.
Los niños emplean su inteligencia básica con una mayor libertad que los adultos.
Haríamos bien en aprender a leer sus comportamientos en búsqueda de su inteligencia
básica. Francisco era un niño de cuatro años de edad que se dirigía todos los días a la
misma área del aula a escuchar cuentos en el grabador. Este comportamiento continuaba
día tras día. Francisco nunca quería dejar el área de los cuentos y la maestra comenzó a
preocuparse.
297
Cuando llamamos a su casa para investigar, supimos que el pequeño era el segundo niño
adoptado en aquella familia y que su hermano mayor recientemente había sido devuelto
a la agencia de adopción. Obviamente que él también tenía temor de que lo devolvieran.
En la escuela exhibía este temor moviéndose todos los días hacia el mismo territorio. Lo
que estaba haciendo en el colegio era asegurándose de tener un territorio, una roca, lo que
era una reacción muy inteligente ante la situación que estaba atravesando. Esta era su
inteligencia básica actuando. Afortunadamente estábamos preparados para observar su
comportamiento y para tratar de comprender qué era lo que estaba detrás, en vez de tratar
de forzarlo a que lo cambiara. Cuando la madre comprendió lo que estaba pasando por la
mente del niño, pudo reasegurarle que siempre tendría un hogar con ella. Entonces su
comportamiento cambió tanto en el hogar como en la escuela.
Mi cuento de adultos favorito en relación a la inteligencia básica se refiere a la
habilidad de una mujer para alejarse de sus propios sentimientos y acercarse a las
necesidades de su madre, en un momento crítico, cuando la vida de su madre estaba en
peligro. Juanita nunca había tenido buenas relaciones con su madre, pero ella era el único
familiar viviente y por lo tanto fue llamada para que acudiera al hospital cuando su madre
sufrió un ataque al corazón. Juanita sintió empatía pero no podía imaginarse cómo iba a
manejarse para cuidar de su madre por un período largo de tiempo.
Tal como lo cuenta ella misma, pidió tener un sueño que la guiara. Esa misma
noche soñó: «Mi padre estaba en el cielo conversando con otro hombre que le había
preguntado cómo había llegado allí. Mi padre le explicaba que se había puesto tan bravo
con su hijo por haber obtenido malas calificaciones que había sufrido un ataque al corazón
debido a su rabia y se había muerto».
Juanita caviló mucho sobre su sueño y llegó a creer que ésta era una señal de alerta
ante la posibilidad de que ella reaccionara emocionalmente con su madre. Para evitar
poner en peligro de muerte a su madre, tendría que tener mucho cuidado en no sacar sus
emociones, no debía permitir la interferencia de su rabia y tristeza relacionadas con su
madre desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, ahí estaba ella, responsable de su madre,
pero aún llena de resentimientos. ¿Cómo podía actuar normalmente y no revelar ningún
indicio de su resentimiento? Juanita creía profundamente en los sentimientos y sabía que
no podían camuflarse fácilmente. Afortunadamente había seguido varios cursos sobre el
cerebro triuno y sabía que existe un nivel neutro de energía debajo de las emociones.
¿Cómo llegar a él? Se recordó
298
CAPÍTULO 17
VIVIENDO TU HERENCIA
LA INTELIGENCIA DE LOS PATRONES
El comportamiento reptiliano del cerebro triuno es aquella
dimensión más misteriosa, difícil e intratable de nuestro
ser. Y aún más, comprenderla es perdonarnos, aceptarnos
y amarnos (y entonces, perdonar, aceptar y amar a
aquellos con los cuales entramos en contacto). La
comprensión es básica. Comprender que la manera en que
nosotros nos comportamos y reaccionamos hoy, está
enraizada en cómo nosotros y nuestros padres y sus padres
se comportaron y reaccionaron en el pasado. Comprender
cuáles son los patrones que me benefician y cuáles me
causan problemas y comprender cómo reemplazar
patrones enraizados profundamente que no queremos dejar
por patrones nuevos que deseamos incorporar.
DENISE D. DE NEY
han producido otros tipos de patrones tales como los patrones sexuales, los patrones
criminales, y los patrones de evasión. Es por esto que resulta valioso conocer toda nuestra
historia familiar: todos los estímulos que produjeron nuestras respuestas, formando a su
vez patrones que luego sirven para filtrar toda la información que nos llegará durante el
resto de nuestras vidas.
Una hoja vegetal no puede crecer sino alrededor y en relación con la vena que se
vé en ella. Los humanos crecen en relación con el ADN que establece nuestros patrones
físicos y genes que luego continúan influyendo sobre estos patrones. Los humanos
también crecen en relación con los patrones, que desarrollamos nosotros mismos en la
interacción con nuestro medio ambiente. Los patrones que establecemos continúan
entonces filtrando el ulterior crecimiento. Solamente al hacernos conscientes de aquellos
patrones que dictan nuestra conducta podremos intervenir sobre esos patrones y comenzar
el proceso de una interacción diferente con nuestro medio para entonces formar nuevos
patrones. Este reconocimiento consciente de nuestros patrones así como de la
intervención sobre los patrones viejos y la formación de nuevos patrones es lo que
denomino inteligencia de los patrones.
Es lógico asumir que esta organización de experiencias en patrones, continúa en
el humano como en toda la naturaleza, hasta que ésta es interferida de alguna manera.
Cuando podamos un árbol, las ramas vuelven a crecer y cuando perdemos un dedo,
experimentamos un efecto de sombra, como si aún tuviéramos ese dedo. Hacemos dieta
e inhibimos nuestros patrones alimenticios, pero cuando abandonamos nuestras
intervenciones o nuestras inhibiciones, los viejos patrones alimenticios regresan. A pesar
de la gran cantidad de dinero que se gasta en programas dietéticos, se ha comprobado que
un alto porcentaje de personas vuelven a su peso anterior. Solo los que intervienen sus
viejos patrones y construyen nuevos patrones al comer y desarrollar un sistema de apoyo
para su nueva forma de comer pueden comenzar a reacondicionarse y producir un cambio
efectivo en su peso. La energía de un patrón ya existente tiene que ser recanalizada para
producir algún cambio de conducta.
Los patrones, ¿son borrados? ¿son incorporados a patrones mayores? o ¿están sólo
en receso en nuestra memoria, dispuestos a ser de nuevo estimulados?
Según mi experiencia personal, el patrón original continúa existiendo en la
memoria aunque un nuevo patrón nos guíe hacia un nuevo comportamiento. Este es un
punto importante porque aunque hayas logrado construir un nuevo patrón y estés
disfrutando del nuevo comportamiento, yo
302
creo que el viejo patrón todavía existe y puede ser estimulado sin esperarlo por diferentes
circunstancias, especialmente por aquellas similares al medio ambiente en el que el patrón
original se formó.
Una regresión al comportamiento viejo nos puede hacer pensar que no hemos
logrado nada. Nos podemos desanimar y si tenemos un fuerte hemisferio derecho,
podemos realmente perdernos en un “nunca puedo lograr nada, jamás voy a cambiar; todo
es imposible”. Lo que necesitamos hacer es aceptar, ser gentiles con nosotros mismos y
luego ser extremadamente firmes en concentrarnos en nuestro nuevo patrón y
extremadamente cuidadosos al hacer uso de nuestro sistema de apoyo. Tengamos presente
que ya hemos realizado el trabajo de iniciar y ensayar una nueva conducta. Sólo
necesitamos recordar que el viejo patrón todavía existe. No pretendemos tolerar su
intromisión; podemos poner empeño en afirmar y repetir nuestra nueva conducta.
No hay que perder de vista ni el nuevo logro verdadero, ni la posibilidad de que
el viejo patrón pueda ser estimulado de nuevo. La memoria es experiencia almacenada en
códigos disponibles para ser descifrados por estimulación. Cuando estoy consciente, yo
estimulo mi cerebro con mi habilidad para enfocarme y todo va bien. No obstante, un
estímulo también puede ocurrir inesperadamente sin mi conocimiento consciente o sin
desearlo. Un ejemplo conocido de esto es lo que puede ocurrir cuando vas a una reunión
familiar o a visitar a un pariente. Al principio te diviertes y te sientes bien pero después
de un rato te surge inexplicablemente un deseo de irte. Algo puede haber estimulado
viejos patrones, hasta entonces guardados en la memoria. Te sientes nervioso o te sientes
incómodo; también puede ser que el patrón o los patrones no hayan sido tan directamente
estimulados como para producir una respuesta consciente, sino sólo lo suficiente como
para producir incomodidad.
Sólo por esta razón, vale la pena estar conscientes de nuestros patrones; así no
tendremos que sorprendernos cuando nos sintamos incómodos sin tener una razón obvia.
Ni tampoco tendremos la necesidad de culpar a aquellos que nos rodean en ese momento.
Los que están allí con nosotros no serán capaces de entender o de ayudar. Solamente
nosotros podemos entender, en ese momento o más tarde, que un viejo patrón ha sido
estimulado y que tenemos que hacer lo mejor que podamos para vivir la situación sin
culpar o hacerle daño a otros o, de otra forma, alejarnos de la circunstancia y movernos
hacia otro ambiente en donde nos sintamos más cómodos.
La metáfora que mejor me ha servido cuando me siento en las garras de un viejo
patrón es la de «agarrar el volante como si me hubiera salido del
303
camino principal y hubiera caído en una zanja lateral de la carretera». No hay que perder
el control. Tengo que agarrar el volante firmemente y dirigir de nuevo el vehículo al
camino principal.
En el presente
Primero, observa tu comportamiento en el presente. Para descubrir un patrón,
comienza un proceso de autoobservación en el cual buscarás una forma de estudiar tu
comportamiento en la situación que te está molestando. Estudiar tu comportamiento
significa buscar y encontrar las diferentes reacciones que suceden dentro de ti cuando
estás involucrado en una situación particular. La suma de tus diferentes reacciones es tu
patrón. Aunque tus reacciones no son siempre las mismas, fíjate cuán similares son. Al
observar varias veces tu comportamiento, encontrarás reacciones que repites una y otra
vez.
Cuando las siguientes circunstancias se presentan, ¿cómo reaccionas? Estos
ejemplos incluyen algunas de mis reacciones, ¿cuáles son las tuyas? Practica con tus
propias situaciones también.
Cuando no tengo dinero en mi cartera:
Me asusto.
Me pregunto cuándo podré ir al banco.
dónde podré conseguir algo de dinero.
por qué no lo planifiqué mejor...
Ejercicio
Ejercicio
ellos se desenvolvían durante un hábito oral como el de comer. No se trata de culpar a tus
padres. La decisión está registrada en tu cerebro básico, como si fuera una foto tomada
en tu infancia y congelada de esa forma hasta el presente. Para cambiar tu
comportamiento, hay que revisar de nuevo el pasado, para obtener los datos y tomar una
nueva decisión en el presente. Si tú no tienes acceso a tu cerebro básico y si tu decisión
es solamente en la neocortéza y basada solamente en sus datos, las viejas decisiones
permanecen registradas y se resisten a tu nuevo comportamiento.
2. Recuerda y re-visualiza a tus padres —primero a la madre y luego al padre-
actuando el comportamiento que ahora no te gusta en ti. Obsérvalos, por ejemplo, en el
acto de fumar o comer. ¿Cómo fue que mi madre hizo esto? ¿Cómo fue que mi padre lo
hizo? ¿Hubo alguno de mis maestros favoritos o alguno de los héroes de mi infancia que
lo hiciera?
3. Adéntrate en esta visualización sintiéndote presente cuando ellos estaban
profundamente involucrados en el comportamiento (fumando o comiendo). Mírate en tu
juventud en presencia de ellos. Observa la conducta de ellos en la forma más neutra que
sea posible, entonces trata de comprender. Lo que viste era... y la explicación de su
comportamiento era.... ¿Era útil para ellos? Si era útil, ¿cómo lo era? ¿De qué manera les
servía? ¿Era doloroso en algún aspecto? ¿De qué manera el hacerlo afectaba sus vidas?
¿Qué mensajes probablemente recibió tu cerebro por estar cerca de ellos en estas
conductas?
4. ¿Qué sería lo que probablemente decidiste tú? En aquella situación, siendo tú un
niño, trata de recordar lo que habrás decidido o integrado como la manera de reaccionar
ante esa determinada situación. No se puede saber con exactitud, pero sí se puede buscar
entender tu decisión con las siguientes frases: «Lo que yo probablemente decidí en esa
circunstancia fue...», «probablemente mi organismo reaccionó de tal o cuál forma...», «yo
debo haber pensado, sentido o imaginado que...». Tendrás que adivinar, aunque
seguramente podrás sentir cuál de tus respuestas es la más relevante.
5. Basado en lo que probablemente decidiste, completa la siguiente frase: «Dadas las
circunstancias en mi vida infantil probablemente habré decidido que». Expresa tu
descubrimiento con el menor número posible de palabras.
308
Cuando veas lo que has aprendido de este ejercicio de exploración, tendrás claro
al menos una parte de tu patrón de comportamiento o posiblemente el patrón total que
está todavía activo y afectando a tu comportamiento del presente. Si estos patrones te son
útiles, celébralos. Si no, puedes desear tomar una nueva decisión. Como parte del cambio
de tu comportamiento en el cerebro básico, es importante no sólo saber lo que tienes ya
grabado como reacción a tus padres, sino luchar por cambiar la decisión que hiciste en
aquel momento.
En la actualidad, tu comportamiento ya nada tiene que ver con tus padres. Tiene
que ver solamente con esa decisión que tienes congelada dentro de tu cerebro desde hace
años. El siguiente ejercicio ha ayudado a mucha gente a elaborar una nueva decisión
dentro de ellos en vez de seguir culpando a sus padres por las dificultades que han sufrido.
Ejercicio
Cuando los hipnólogos o los sanadores interfieren en los patrones, ¿será que ellos
«ven» el eslabón del patrón que necesita ser interferido, cambiado o reemplazado? ¿Será
nuestra fé en ellos o en Dios lo que les permite desactivar nuestro patrón?
Sabemos que tanto las bacterias como los virus a un nivel físico de tu cuerpo
pueden interferir en tus patrones pero no sabemos cómo sucede. El descubrimiento de la
naturaleza de esa interferencia es trabajo de investigación médica. Sin embargo, también
puede ser trabajo nuestro porque a este nivel profundo puede necesitarse nuestra
concentración mental, emocional o espiritual para permitir que surjan nuevas
formaciones. Cuando un individuo es sanado, lo que llamamos «fe» puede ser un asunto
de concentración individual, anhelos profundos y amor espiritual. El individuo es el que
debe abrir la puerta e invitar que entre la energía que está pasando a través del sanador
para formar nuevos patrones. Somos nosotros los que debemos abrirnos al sanador, sea
este espiritual, un doctor en medicina, un ser que nos ame o un amigo.
Antes de interesarnos o desear desactivar un viejo patrón, nosotros debemos
encontrar una forma de abrirnos conscientemente a nuevas intervenciones. Antes que
nada debemos preguntarnos: ¿quiero realmente abrirme? ¿Deseo realmente un nuevo
patrón o un nuevo comportamiento? ¿Prefiero mantenerme con el mismo patrón hasta
que enferme o surja una crisis?
Esta pregunta no es ni cínica ni superflua; sino que, de acuerdo a estadísticas, la
mayoría de nosotros esperamos hasta que surgen las crisis. Los estudios sobre las culturas
y las civilizaciones indican que, como grupos también esperamos las crisis. Las culturas
alcanzan su momento más alto, continúan su camino en las mismas actuaciones y luego
declinan o son confrontadas con una crisis, como una guerra, por ejemplo, que produce
muerte. Las mismas estructuras o patrones que permitieron a las civilizaciones alcanzar
su edad de oro en algún momento, se tornan rígidas en cierto momento, cesan de ser útiles,
y ayudan a causar su derrumbamiento. Creo que en ambos niveles, el colectivo y el
individual, rechazamos el cambio porque realmente no lo queremos y también porque no
sabemos como fusionarnos con vida nueva.
mula otra respuesta. Esta agrupación forma un patrón. Para intervenir en cualquiera de
nuestros patrones, es preciso:
1. Encontrar los eslabones de la cadena.
2. Intervenir en la cadena.
3. Reemplazar el eslabón por otro eslabón.
4. Apoyar el nuevo eslabón.
La intervención de un patrón es como una intervención quirúrgica. Descubrimos
lo que no es útil, o lo que es dañino o lo que necesitamos reemplazar. Una vez que
insertamos una nueva pieza, debemos proveerla de un soporte, tal como proveemos de un
soporte con escayola a un brazo cuando un hueso se ha quebrado y lo reconstruimos.
Si deseamos usar la intervención de patrones para cambiar lo que ya ha crecido de
cierta manera, necesitamos el proceso de observación, de intervención, inhibición,
sustitución y refuerzo. El proceso es similar, ya sea que lo que queremos cambiar tenga
que ver con creencias, con emociones o con acciones.
nos está diciendo. El énfasis está en escuchar verdaderamente y en tener un interés real.
En la mayoría de los deportes existe la ofensiva, que son los que juegan en energía
activa, y la defensa, que son los que reciben el ataque de otros jugadores. En las artes
marciales chinas del Tai Chi y Akido, este desplazamiento de la activa a la receptiva está
continuamente entrelazado, mucho más que en otros deportes de juego en equipo. En el
proceso de aprendizaje de la fusión nos mantenemos alerta del salto a la energía receptiva,
para permitir que nos impacte profundamente el nuevo patrón.
Aunque podemos volvernos conscientes y desplacemos nuestra energía en un
instante, parece existir un puente o proceso intermedio antes de lograr hacerse
verdaderamente receptivo. Este puente sería un proceso de «depender de...», Ayuda
conocer, sentir y tener experiencia activa en «confiar en». La familia es un ejemplo de
una estructura interactiva que debía habernos enseñado a «confiar en».
Desafortunadamente no muchos hemos tenido experiencias de sucesos confiables en la
familia. También la religión nos hace una invitación a confiar a través de la fe y la verdad,
ofreciéndonos una figura amada y muchas experiencias religiosas interactivas. Pero
muchos en nuestra cultura racional, científica, también han tenido dificultad para
desarrollar la experiencia de «confiar» el contexto de la religión. Algunos terapeutas
proveen una estructura a través de la cual uno puede desarrollar la experiencia de «confiar
en». Al practicar las relaciones humanas encontramos una invitación a confiar en
determinado amigo. En efecto, la participación genuina en cualquier contexto más amplio
te provee de una oportunidad continua para ganar la experiencia de «la confianza en».
Ciertamente que la vida misma podría ser considerada como una larga lista de
experiencias para aprender «a confiar en». Poder «confiar» parece ser una clave para
abrirnos a nuevas experiencias de vida.
Una vez seleccionada activamente una asociación, y haber entrado en un proceso
de «confiar en», necesitamos desplazarnos a un estado receptivo. Esto significa que
necesitamos dejar que la otra persona influya en nosotros, nos enseñe, nos muestre y que
nos dé a nosotros. Nuestra tarea consiste en recibir. Si no hacemos o logramos este
desplazamiento, sino que nos mantenemos en energía activa, entonces estaremos
propensos a ser resistentes en algún nivel, por medio de una duda neocorticai, un
resentimiento límbico o una negación del cerebro básico. Si deseamos una unión para
adquirir un nuevo aprendizaje, una nueva retroalimentación y nuevos patrones, entonces
estará en nuestras manos el desplazarnos de la energía activa a la receptiva.
320
Tercera Etapa: integrar la energía activa de otra persona o grupo. Para integrar la
energía que proviene del otro necesitamos entrar plenamente en el proceso de fusión, es
decir, por medio de alguna acción sutil o clara, «adherirnos a», «hacernos partícipes de»,
«identificarnos con», «abrirnos a», «confiar en» o «ser leal a». Entonces estaremos en la
presencia de los patrones del otro, y estaremos capacitados activamente para imitarlos y
aprender de ellos.
Mientras más seamos capaces de sentirnos «uno con» el aprendizaje será más
natural. El proceso de pertenencia provee los parámetros. Cuando estamos en Roma es
natural hacer lo que los romanos hacen. Ciertamente que esto es previsible, y si somos
capaces de identificarnos con ellos no habrá duda de que podremos comenzar a tomar sus
maneras de actuar. Partiremos de allí no sólo con sus libros de recetas de cocina, sino con
sus patrones de comer pasta que nos guiarán por el resto de nuestras vidas.
Este proceso de fusión, puede ser la manera más seductora de cambiar tus
patrones. Provee de parámetros para nuestra seguridad, de nuevas experiencias para
nuevas retroalimentaciones, y de individuos y grupos que conscientemente hemos elegido
para asociarnos con ellos. La fusión es una forma de educación de adultos sin una
edificación para estudiar o tener clases formales. Podemos elegir a la persona o grupo que
posee los patrones que necesitamos aprender y acercarnos a, asociarnos con, pertenecer
a, practicar con y aprender de ella. Cuando nos alejemos, ya nos habremos enriquecido
con nuestra experiencia. El aprendizaje profundo requiere asociación y fusión. Cuando
ya hemos integrado los patrones de otros, experimentaremos un aprecio profundo por
ellos, ya que, en cierto sentido, han pasado a formar parte de nosotros.
Si los patrones destructivos pueden esconderse dentro de nuestros patrones
exitosos, ¿cómo podemos descubrirlos? Una forma es verificar la historia emocional de
nuestras familias y revisar especialmente las enfermedades para buscar descubrir patrones
familiares dominantes que pueden haber estado involucrados. La historia del
comportamiento de una familia se puede distinguir o estar marcada por el coraje, ¿pero
qué nos dice nuestra historia emocional? Se me ocurrió a mí afrontar mi propio y fuerte
patrón de independencia solamente después de reflexionar profundamente sobre la muerte
por cáncer de mis hermanos. Ambos eran fieramente independientes, uno de ellos dejó
una gran compañía para establecer su propio negocio, el otro abandonó la ciudad para
deambular por Alaska escribiendo poesía. Ambos eran libres, independientes, ambos
exageradamente estresados, y ambos muer-
321
tos por cáncer antes de llegar a la edad mediana. Otras generaciones previas incluyeron a
destacados empresarios e inventores pero también más casos de cáncer. El patrón de la
independencia fue una herencia que mis hermanos siguieron sin cuestionárselo. Eran sus
fuerzas y sus glorias. También son las mías. Yo fui a la India y al Medio Oriente antes de
llegar a la edad de diecinueve años, creé dos organizaciones en mis años universitarios,
una escuela para niños antes de mis cuarenta, y un instituto para adultos antes de mis
cincuenta. Todavía estoy creando: programas sobre múltiples inteligencias, sobre diálogo
y cursos de ocho días de duración cada uno. La mayoría de las personas estarían
impresionadas. Yo no lo estoy tanto. Yo me entusiasmo sobremanera cuando estoy
creando y estoy contenta de haber podido hacer tanto, pero finalmente llego a reconocer
que todas estas creaciones hubieran perecido de muerte temprana si no hubiera sido por
el trabajo de muchos otros. También he llegado a reconocer todas las cosas, las personas
e instituciones que he dejado atrás debido a mi independencia. He llegado a enfrentar este
patrón de independencia y en los últimos años he trabajado conscientemente para
desarrollar patrones de dependencia.
El primer paso fue el de ver el potencial de destrucción de mi patrón de
independencia, reconocer cómo gradualmente éste les fue robando la vida a mis hermanos
y cómo potencialmente me podría hacer lo mismo a mí. Al afrontar el patrón, comencé a
ver la necesidad de agregar un patrón de dependencia. No era que yo iba a abandonar mi
independencia sino que la iba a limitar a mi trabajo creativo y a no dejarla interferir con
mis relaciones con la gente. Comencé a pensar conscientemente acerca de la importancia
de la dependencia y su valor no sólo en las relaciones, sino también en honrar todo lo que
los demás han hecho para mantener vivos la Escuela Mead y los programas del Instituto
Mead.
Una cuestión diferente era entrar en la segunda etapa: aprender la acción de
depender de otros. Me sentía incómoda y no era buena haciéndolo. Tampoco me sentía
bien. Me gustaba y era adicta al golpe de adrenalina que da hacer las cosas uno mismo.
Todavía prefiero huir, como hicieron mis hermanos. Sin embargo, ahora utilizo
conscientemente reuniones y eventos para experimentar la dependencia, para
experimentar la retroalimentación y para sentir los sentimientos.
He desarrollado buena parte de este trabajo en una nueva cultura, practicando la
tercera etapa de la fusión, de acercarse y «hacerse miembro de» mientras que daba cursos
en Venezuela. Ésta ha sido una experiencia nueva y emocionante al desplazarme de mi
propia energía activa para reci-
322
CAPÍTULO 18
El mismo mito acarrea una sabiduría diferente en distintas épocas. Leemos el mismo
cuento dentro de los mismos parámetros, pero hacemos cada vez asociaciones nuevas y
percibimos diferentes significados. Los libros sirven como parámetros que contienen
cuentos y ciertos tipos de conocimiento a los cuales deseamos ir una y otra vez.
Los rituales son parámetros. Los rituales que hemos establecido los hemos
repetido a través de los siglos. Construimos lugares exquisitos para honrar estas rutinas:
algunas veces, catedrales; otras, templos o mezquitas; otras veces pequeñas capillas a la
orilla del camino; otras, es la tierra en sí nuestro lugar sagrado. Nos agrada retornar a
nuestros lugares sagrados. Sentimos allí un descanso profundo, tanto conexión con la
tierra como por medio de una elevación, plenitud, riqueza, satisfacción del alma. Resulta
difícil encontrar suficientes adjetivos para describirnos cuando practicamos un ritual que
sabemos es nuestro. Nos sentimos en lo nuestro.
En todas las áreas del mundo, la gente ha creado rituales que nos transmiten su
comprensión de la vida. Cada cultura ha desarrollado su religión como su interpretación
de la vida. El ritual es la representación de esa comprensión de la vida. El ritual ha servido
como sitio de reunión, como un terreno común donde llegamos a niveles de comprensión,
de sentimientos y de acciones en los tres sistemas cerebrales: la música, el arte, las
palabras y la razón son invocadas; el amor y los estados de ánimo están involucrados; la
acción, el ritmo y la repetición están siempre presentes, y por medio de estos diferentes
lenguajes de los tres sistemas cerebrales, captamos la inteligencia de la vida.
Parámetros de tiempo
Podemos establecer parámetros para delimitar la vida dentro del espectro ¿el
tiempo. «Un tiempo para reír... un tiempo para morir... un tiempo para sembrar... un
tiempo para cosechar... Hay una época para cada cosa, un tiempo para cada ocupación
bajo el cielo» (Eclesiastés 3:1-2). Reconocemos esta vieja sabiduría ¿el Eclesiastés
porque resuena en nuestros huesos, en nuestra profundidad. Yo lo entiendo como
sabiduría que me llama a actuar. Como un acto de inventiva, creativo, puedo
proporcionarme tiempo en mi vida para sembrar, tiempo para inventar, tiempo para jugar,
y tiempo para trabajar. Establecer parámetros es una acción creativa. Pienso que es una
clave fundamental para esta energía más profunda. Necesitamos establecer parámetros al
menos para lo siguiente:
un tiempo para el trabajo
un tiempo para el descanso
un tiempo para jugar vt-
un tiempo para las relaciones
un tiempo para la salud
un tiempo para el hogar
un tiempo para la reflexión y el aprendizaje
un tiempo para la inspiración
La muy conocida excusa «es que no tengo tiempo» viene de no aceptar el tiempo
de que dispones, viene de no querer aceptar que hay parámetros sociales de 24 horas al
día y de 7 días a la semana. En vez de aceptar este orden social, imponemos nuestro poder
personal con la frase «Yo haré tiempo para eso». Actuamos con el deseo de nuestro
cerebro límbico en vez de actuar con la aceptación y comprensión del cerebro básico. El
resultado es el estrés.
Me costó muchos años darme cuenta de que para comer bien hay que cocinar y
que para cocinar hay que dedicarle un tiempo todos los días. El punto clave era dejar de
engañarme con la idea de que podía preparar algo rápidamente que estaría dispuesta a
comer. Al apartar tiempo para este quehacer, mi improvisación y mi creatividad ahora
tienen la oportunidad para funcionar y yo siento paz y seguridad cuando preparo el
alimento. Estoy convencida de que yo puedo, y de que todos podemos, lograr esta paz si
conscientemente proporcionamos tiempo a cada una de las áreas básicas de nuestra vida.
Por supuesto, no se puede hacer todo cada día, pero sí dentro del espectro de una semana,
un mes, o un año. «Nunca» también es una escogencia importante.
328
Parámetros de espacio
Al igual que podemos establecer parámetros en el tiempo, también lo podemos
hacer en el espacio. El acto más primitivo del reptil y del animal, la demarcación de su
territorio, es evidente en nuestra vida humana. El animal repetitivamente deja su olor y
su excremento en el mismo lugar para marcar su territorio; nosotros dejamos mensajes en
los árboles o en los muros de la ciudad. Los reptiles son guiados por sus sensaciones hacia
una roca o un rincón; el ser humano se mueve una y otra vez hacia su sillón favorito. Si
tropiezas o caminas cerca de la roca de un reptil, dentro de su territorio, él te atacará; si
alguien toma mi silla favorita, tarde o temprano lo atacaré. Esta territorialidad resulta de
nuestros intentos por establecer parámetros, por delimitar el espacio, por definir la
seguridad.
Los límites me ayudan a entrar más profundamente dentro de la experiencia. Si
yo delimito mi jardín, dispongo de más tiempo para sembrar, de más intensidad, de más
efectividad en un espacio reducido que en uno mayor. Lo mismo sucede en mi hogar o
en mi oficina. Seguir construyendo casas y espacios públicos grandes cuando ya no hay
personas ni dinero para mantenerlas, es un hábito del pasado que necesita ser
reconsiderado en relación con las condiciones de la actualidad. Claro, la grandiosidad de
generaciones pasadas está grabada en la memoria de nuestro cerebro básico y seguimos
actuando siguiendo viejos patrones. Sin embargo, necesitamos reflexionar sobre lo que
cuesta hoy en día mantener tales construcciones y si nos reducimos a familias más
pequeñas, todavía las necesitamos. Quizás lo que necesitamos es movernos hacia el nuevo
patrón representado por la frase de E.E. Schumacher que dice: «lo pequeño es bello».
Los parámetros de espacio nos ayudan a sentir o tener la sensación de seguridad.
Nuestra piel, nuestro sistema nervioso, y nuestros sentidos están acostumbrados,
habituados, adaptados, adictos. Nos sentimos seguros a medida que regresamos una y otra
vez al mismo espacio. Nuestro cuerpo vive en la tierra, en un territorio espacial. Conocer
nuestros parámetros y regresar a ellos puede estabilizar nuestra energía. Nuestro cuerpo
regresa a casa como las palomas mensajeras regresan a su hogar.
Algunas veces vamos a la oficina de esa misma manera habitual, pero sin la guía
del pensamiento o del sentimiento. Otros días quizás agradecemos que exista un hábito,
un mecanismo automático que nos conduzca hasta allí. En vez de criticarnos por no sentir
o no pensar, podemos agradecer nuestra capacidad para operar en automático.
329
Regresar una y otra vez al mismo pasatiempo puede darle a nuestro cuerpo y a
nuestro sistema nervioso un descanso muy profundo. Los pasatiempos son formas
repetitivas de disfrutar: vamos con la misma caña a pescar o con el mismo bate y el mismo
guante a jugar béisbol, y casi siempre vestidos igual. Lo mismo ocurre con cualquier
pasatiempo, sea éste un deporte como caminar, jugar golf, tenis o cualquier juego como
el ajedrez, etc. Aunque no excluimos, ni nos dejamos dominar por, ni consideramos
necesaria la creatividad, el descanso proviene de regresar una y otra vez al mismo
pasatiempo.
También puede brindarte una cierta relajación al establecer parámetros en los
espacios del hogar o del trabajo. Generalmente olvidamos la importancia de establecer
parámetros espaciales en el hogar, por ejemplo, una pareja de recién casados está llena de
amor y buena fe y, por lo tanto, los cónyuges pueden no ver la necesidad de dividir los
espacios dentro de su nuevo hogar. Pudiera parecer incluso egoísmo o separatismo,
porque todo pertenece a los dos según la neocorteza y el cerebro límbico. No obstante, no
tarda mucho en surgir la primera discusión y frecuentemente tiene algo que ver con
límites. Una batalla territorial inconsciente eventualmente estalla y la calidez de la
relación se ve disminuida a menos que los sentimientos sean expresados y sea reconocido
el problema de la territorialidad.
A menudo olvidamos que los niños tienen la misma necesidad de territorio y
entramos en sus espacios imponiendo continuamente reglas de orden o limpieza. Del
mismo modo, si alguien limpia y ordena a su manera nuestros escritorios, lo consideramos
como la invasión de un enemigo. Podemos proporcionar un mayor sentido de seguridad
al niño si le cedemos el territorio de su habitación o al menos su cama con sus alrededores.
Nos costaría solo negociar con ellos para que alguien ocasionalmente entre a limpiarlo.
Enseñarles a negociar puede resultar una mejor experiencia que enseñarles cómo sabotear
las reglas y odiar la limpieza. Arreglar el espacio es una característica innata: es un rasgo
que poseen los animales así como también lo tiene el cerebro básico de todo ser humano
—tanto niños como adultos—.
LA SEGURIDAD
Los parámetros que establecemos en nuestros espacios, ya sea en el hogar o la
oficina, pueden proveernos no sólo de un descanso profundo sino también de un sentido
de seguridad que, a mi parecer, no podemos lograr
330
Ejercicio
Cambio de un comportamiento
1. Ten presente que el viejo comportamiento permanecerá y que regresarás a él a
menos que tomes la acción física de construir nuevos parámetros. A menos que
establezcas nuevas riberas para guiar el flujo de la energía, la energía continuará fluyendo
por donde siempre lo ha hecho. Las expresiones como «seguir la corriente» o «dejar que
fluya», no se pueden aplicar aquí. A este nivel más profundo «seguir la corriente»
significa que nada va a cambiar, debido a que los patrones y los ritmos repetitivos están
registrados en tu memoria y la memoria actúa como un imán para atraer y retornar tu
energía a sus viejos hábitos.
2. Necesitas comprometerte a construir un sistema positivo de apoyo para la nueva
energía. El «no», las prohibiciones y la disciplina no son
333
suficientes. Sólo el hecho de añadirle un «sí» a los parámetros nuevos para guiar tu
energía puede darte la esperanza de mantener un cambio de comportamiento.
3. Determina cuál es el nuevo comportamiento que quieres lograr.
4. Piensa y decide cuáles son las razones para ese cambio. Imagina y consigue una
imagen de cómo se verá el nuevo comportamiento cuando esté firmemente enraizado
como una parte tuya.
5. Busca la inteligencia de los patrones para ver cómo cambiar el patrón involucrado
en tu viejo comportamiento. Descubre el patrón involucrado en éste y practica una de las
tres maneras de cambiar los parámetros (intervenir, alternativa o fusión). Cuando ya
tengas el patrón deseado para tu nuevo comportamiento, pasa al próximo paso.
6. Planifica los parámetros o límites que te darán el nuevo canal o soporte explorando
lo siguiente:
• ¿Qué va a ayudarte a sostener este nuevo comportamiento? ¿Qué piensas y qué
imaginas que podría ayudar? "'
• ¿Quién quieres que te ayude? ¿Quién piensas o imaginas que te ayudará? Observa
que frecuentemente es aquí cuando un profesional puede ser de especial importancia. Los
amigos y la familia están acostumbrados o condicionados a tu comportamiento tal como
es. Es posible que consciente o inconscientemente ellos no deseen tu cambio. Toma nota
de que tendrás que ser específico con un profesional, porque él podría estar más interesado
en otra área de tu desarrollo a menos que tú estés claro con lo que quieres o que expreses
tu compromiso o pidas específicamente su ayuda en este asunto en particular.
• ¿Cuándo comenzarás? Debes estar alerta hasta que el cambio esté firmemente
arraigado en el nuevo terreno, ya que tú mismo podrías sabotear el inicio del proceso
debido a que tendrás la costumbre o la adicción en tu propia manera de ser hasta que el
cambio tenga raíces en tierra nueva. Aun cuando comencemos, a menudo nos sentimos
incómodos con lo nuevo, y encontramos fácil sabotearnos a nosotros mismos para volver
a nuestras viejas rutinas.
• ¿Dónde vas a construir estos parámetros? ¿En tu hogar, en tu oficina? ¿En tu
habitación, estudio o cocina? Escoge cómo protegerte. Comienza en el terreno donde
tengas más seguridad, esto es, donde tengas más protección, familiaridad o neutralidad.
• ¿Qué aceptarás tú como evidencia de un logro? Sé exacto. La vaguedad puede
impedir que te sientas satisfecho con tus logros. Establece
334
pequeñas metas o, si el cambio es realmente grande, fija metas pequeñas por un largo
periodo de tiempo. No olvides que se necesitan nueve meses para hacer una vida: puede
tomarte más tiempo cambiarla.
7. Vuelve a verificar los parámetros que has planificado con tu sistema del cerebro
límbico. ¿Es esto lo que realmente deseas? Si respondes «no», abandona el proceso y no
gastes mas energía o empieza de nuevo de manera diferente. Si es «sí», toma el próximo
paso.
8. ¡La acción! Asegúrate de que tu sistema de apoyo exista en el tiempo y en el
espacio. Llama a quien quieras que te ayude. Llévate a tí mismo a conseguir lo que
necesitas para ser ayudado. Prepara el medio ambiente y muévete gradual y
sensorialmente dentro de él.
9. Ten conciencia de la seriedad con que debes guiar tus ritmos viejos y repetitivos
hacia nuevas rutas. Casi siempre nos vamos a encontrar con lo que llamo «la crisis en
medio del río». Un caballo puede fácilmente brincar dentro de un río y vadearlo pero al
llegar al sitio de corriente más fuerte, quiere dar marcha atrás para regresar al terreno
conocido. Es en este momento que muchas personas pueden perder todo lo que han
invertido en el cambio, pero, al estar consciente de la posibilidad de que esto ocurra,
puedes pararte, proporcionarte mucho amor y descanso, pero sin entretener el
pensamiento de dar marcha atrás. Toma las riendas de tu vida firmemente en tus manos
y procede con calma, proporciónate amor y continúa hasta llegar. Te irás acostumbrando
poco a poco, día a día.
Si por alguna circunstancia regresas a tu viejo comportamiento, no te pierdas en
la crítica, en la culpa o el resentimiento contigo mismo, con otra persona o con el mundo.
Vuelve a los pasos 3 y 4 antes descritos, para reafirmarte en tu deseo, busca tu imagen y
tus razones para lograr el cambio. Y sigue adelante. No has perdido nada, no has vuelto
al punto de partida, este no es un juego de Monopolio. En tu vida, esto es una experiencia
de regresión y no una pérdida. Todo lo contrario, es una ganancia porque ahora estás más
consciente del terreno que hay que recorrer. La única pérdida sería abandonar tu
capacidad de lograr cambios para tu vida.
10. Felicítate. Debes estar consciente de la importancia y de la grandeza del hecho de
ser capaz de guiar viejos ritmos repetitivos hacia nuevos caminos, nuevas riberas. Esto es
transformación en su forma más difícil. Llevarte desde un comportamiento que ya no te
sirve, a través de un área de tensión e inseguridad, a un comportamiento nuevo que has
creado
335
EL ZODÍACO HUMANO
El zodíaco humano indica las áreas de la vida a través de las cuales y en las cuales
estamos siempre viviendo y desarrollándonos. Cada área puede convertirse en un templo
y nuestras actividades pueden convertirse en los rituales que vivimos. Lo admitimos, es
una tarea ardua. Sin embargo, es urgente que nos aboquemos a mejorar la vida en esta
tierra y tenemos a los profetas de cada religión y los profetas de la ciencia moderna
instándonos a hacerlo. Ahora tenemos la posibilidad de ver la vida como energía que se
extiende desde el finito visible que nos circunda hasta el infinito invisible que también
nos rodea.
He seleccionado un símbolo muy antiguo proveniente de nuestros antecesores que
miraban al cielo buscando guía e información. Zodíaco, es un término cuyo significado
tomamos del Diccionario de María Moliner (Editorial Gredos, Madrid, 1991) que dice
así: «Zona celeste ... (que) se divide en doce partes correspondientes a las doce
constelaciones que se toman como punto de referencia para fijar la situación del Sol en
su curso anual aparente...».
337
Esta transformación de una rutina en un ritual toma tiempo, conocimiento, práctica, amor,
sofisticación, belleza y acción. Tómate tu tiempo, ve despacio. En la gran obra de honrar
la creación en estas dimensiones más gruesas de la tierra, todo esfuerzo es bienvenido.
Utilicemos todo conocimiento pasado y presente. Con ternura y amor podemos comenzar
a honrar la vida, una por una. El siguiente ejercicio puede ser de utilidad.
Ejercicio
Honrar la vida
Yo te insto a seleccionar tus áreas de juego. El zodíaco humano te ofrece una
selección: elige tú. ¿En cual campo deseas concentrar tu atención? Selecciona un área
para practicar:
1. Primero decide cuáles son las funciones involucradas. Por ejemplo, en el área de
trabajo podrían estar las funciones de: dar o recibir, ganar dinero, tener una destreza,
producir o mejorar algo, recibir reconocimiento, relacionarse con personas, relacionarse
con información.
2. Haz el ejercicio del perfil de energía. Observa a lo que realmente te has acercado
o de lo que te has alejado a lo largo de tu vida, y no lo que has debido hacer, que quizás
puedes haber anotado como una función, sino lo que realmente has experienciado.
3. Luego acepta y honra los dos lados: aquello a lo que te acercas y aquello de lo que
te alejas. Hónrate por saber y respetar ambos como algo natural.
4. A lo que te acercas tenle fe como rutinas ya establecidas. Tal vez podrías desear
continuar y desarrollar aún más alguna parte de ellas hasta llevarlas al nivel de ritual.
5. Si deseas cambiar aquello de lo que te alejas, entonces:
• Busca ayuda para realizar dicha tarea.
• Puedes salirte de ella por medio de delegar o renunciar.
• Darte más tiempo para hacerla.
6. Si esto no es suficiente y deseas cambiar más profundamente, concéntrate
entonces en la inteligencia de los patrones y establece nuevos parámetros tal como se
describió previamente.
Aclarando cuáles campos son realmente importantes para ti y trabajando
conscientemente con ellos, serás capaz de concentrarte más profun-
339
damente y de usar mejor el tiempo disponible. También sabrás lo que estás cultivando y
de lo que te sientes orgulloso en tu vida.
Enfoca toda tu atención en la siembra y el crecimiento. Disponte a escuchar
intrusos tales como la preocupación, el miedo o la culpa, a escuchar lo que ellos quieren
decirte y luego pídeles que se vayan. Esta es tu vida. Aquello que tú siembres eso
cosecharás. Si siembras preocupación, eso cosecharás. Observa lo que está creciendo
bien, la rutina que te está dando buen fruto. Observa lo que no crece y la hierba mala que
está impidiendo el crecimiento. Siempre listo a podar: es tu vida.
Asegúrate de que tú, el jardinero, estés orgulloso de ti mismo. No seas para ti
mismo un padre crítico o insatisfecho. Ten cuidado con el perfeccionismo porque causa
tensión, produce miedo e invita a la retirada. Mejorar es un concepto más relacionado con
el cuidado gradual y a largo plazo, necesarios para producir resultados duraderos y
belleza. Observa de manera neutra y te darás cuenta de que a este nivel de la acción, que
incorpora todos los niveles del inconsciente, es un gran logro ser capaz de atender con
cuidado y hacer crecer una pequeña área de tu vida, que te nutra. Si eres capaz de nutrir
a alguien cercano a ti, esto será motivo de celebración.
Recuerda que tú eres la esencia de ser que necesita ser cuidada, si el campo más
amplio, el contexto en el que vives, se espera que produzca fruta que sea de valor para ti
y el planeta. No accedas en debilitar al jardinero. Busca apreciarte y conocer por qué te
estimas, te cuidas, haces que te sientas seguro y te nutres, hasta que seas capaz de amarte
a ti mismo como parte de la creación. Entonces el jardinero estará sembrando con amor
y el amor aparecerá a tu alrededor. Recuerda que en este nivel eres un yo-en-contexto,
inseparable de lo que surge en tu vida.
Ten presente el deseo de actuar como si tu vida fuese un templo al cual puedes ir
todos los días para experimentar comprensión, profundidad de la vida, lo finito y lo
infinito. A medida que entres en los ritmos, y vives tus rutinas en los campos básicos de
la vida, podrás seguramente enriquecer tus acciones con tanta belleza, que tus rutinas se
convertirán en tus rituales. Esto es lo que promete la inteligencia de los parámetros.
invitarnos a abrir nuevos parámetros que, a la larga, nos van a cubrir y servir como un
nuevo sistema de defensa? Puede ser necesario primero ver cuán fácil nos vemos
envueltos en las vibraciones más finas de todo rol.
Son roles todo lo que adoptamos como consecuencia de vivir dentro de
parámetros. Decimos que vivimos diferentes roles, el rol de educador, de hombre de
negocios, de madre, padre, hijo. ¿Qué rol desempeñas al entrar en tu oficina o en tu hogar,
en una fiesta, reunión de negocios o reunión familiar? Hemos adquirido vibraciones
sutiles y no tan sutiles, a causa de vivir dentro de los diferentes parámetros de trabajo y
hogar. Hemos adquirido unas ciertas maneras de actuar dentro de cada marco de
referencia y nos movemos hacia cada rol de la misma manera que lo hace un actor en sus
diferentes roles en las obras teatrales.
Estos roles son como trajes que nos ponemos, a los cuales nos
acostumbramos o nos hemos condicionado o hemos heredado. A veces nos han sido
impuestos cuando no estábamos atentos o pretendíamos estar inconscientes. Estos
roles/vestimentas son similares a todo aquello que ya se ha dicho acerca de los hábitos,
valores, rutinas y adicciones: mientras más tiempo los usamos más nos acostumbramos a
ellos y los sentimos naturales para nuestro ser. Nos identificamos con ellos, lo que tiene
su belleza y su peligro. ¿Cuál sería el peligro? Adormecerse, entrar en trance y no
reconocer la necesidad de cambio. El trance es un término generalmente reservado para
la psicología, pero es muy valioso para nosotros en este nivel del cerebro básico. Es «un
estado alterado de conciencia, que se parece al sueño, durante el cual el movimiento
voluntario se pierde, como en la hipnosis»2. El peligro está en perder el movimiento
voluntario, en acostumbrarse a parámetros y roles de tal manera que creamos que son la
vida misma cuando son sólo la pequeña porción de la vida en la cual estamos
involucrados.
¿Cómo podremos conceptualizar ésto de forma que podamos recordar? He
escogido identificar la palabra rol con trajes para ayudarme a recordar. Me puedo quitar
mi traje o vestimenta, me puedo quitar mis roles. Me puedo cambiar de traje, ponerme
uno más grueso si hace frío para protegerme de esas vibraciones más gruesas, pero puedo
cambiarme a trajes más ligeros. Puedo usar mis roles de forma liviana. Esta metáfora de
usar mis roles/trajes de forma liviana es la que más me ha ayudado para «bailar» las
dinámicas cotidianas en vez de afianzarme a ellas como si fueran realidades que yo
controlo. Me cambio de ropa; me cambio de roles/trajes, me los pongo y me los
343
quito. Esa liviandad también me capacita para ser más abierta al cambio de los parámetros
dentro de los cuales fueron creados estos roles. La liviandad sería el puente que debo
atravesar desde el antiguo paradigma de la «defensa a través del control» hacia el nuevo
paradigma de la «defensa a través de la dinámica».
PELIGRO
La pérdida repentina de parámetros sucede por lo menos en tres situaciones
importantes de la vida, conocidas por ser las mayores causas de estrés y enfermedad, y
todas ellas involucradas en cambios de rutinas e interrupciones de límites bien
establecidos.
La pérdida de un ser querido por muerte o divorcio. Para bien o para mal, llegamos
a estar profundamente entrenados para funcionar con nuestros seres queridos y somos
profundamente adictos a ellos. La energía que fue absorbida y enganchada en actividades
que hicimos juntos, se libera ahora como un caos buscando nuevas fronteras.
La jubilación o el final de una carrera. La energía que se ocupaba dentro de límites
bien establecidos por períodos de seis a diez horas al día durante treinta o cuarenta años,
ahora se encuentra libre. Aunque nos sentimos jubilosos, al fin libres o contentos de ser
liberados de una obligación, también es cierto que ahora tenemos que inventar una nueva
manera de quemar o guiar esta energía. Como dije antes, estoy convencida de que una de
las razones de las enfermedades e infartos cuando alguien se jubila es la falta de
conciencia de cómo guiar la energía que corre libre dentro de nuestro sistema nervioso.
Necesitamos desplazarnos hacia nuestra inteligencia básica para orientar nuestra vida
hasta que establezcamos parámetros nuevos.
Rafael tenía setenta y dos años de edad y había sido un dedicado administrador de
una compañía durante treinta y cinco años. Su principal orgullo en la vida era su fantástico
apetito, su habilidad para comer cualquier cosa y su continua salud. Toda su vida había
sido puntual, abriendo la oficina regularmente cada día y cerrándola por la noche. Cuando
la compañía se mudó a otra ciudad, su jefe mantuvo ésta oficina abierta a pesar de que
había poco trabajo, pero fue entonces cuando Rafael empezó a quejarse de problemas
circulatorios y sentirse cansado frecuentemente. El momento fatal llegó cuando el director
finalmente tuvo que cerrar la oficina y dirigir su atención hacia un gran contrato que tenía
en la nueva localidad. Incapaz
344
de cambiar su hábito de trabajo, Rafael perdió el interés en la vida, pasaba largos períodos
de tiempo en cama, y a los dos meses murió de un ataque cardíaco.
Imaginamos frecuentemente la liberación del trabajo como la tierra prometida.
Pero para llegar a esa tierra tan deseada, necesitamos establecer parámetros de nuevo, esta
vez referentes a actividades posiblemente más placenteras o por lo menos algunas que
nos guíen y sustenten nuestra libertad y creatividad.
El cambio de vivienda. Todo aquel espacio al que nuestro sistema nervioso estaba
acostumbrado de forma tal que no tenía necesidad de reflexionar para manejarse en él, ya
no está disponible. Se necesita tiempo para acondicionarnos a un espacio nuevo. Sabiendo
esto no nos debemos sorprender de nuestro nerviosismo o de sentir una vaga sensación
de pérdida ante nuestra mudanza.
Generalmente no identificamos estos sucesos como pérdidas, a menos que nos
entristezcan. Con la excepción de la pérdida de un ser amado, usual-mente miramos hacia
el futuro esperando obtener la felicidad en cualquier cambio, al menos con nuestra
neocorteza o con nuestro sistema límbico. Mientras tanto, nuestro cerebro más profundo
está esperando una nueva rutina, alguna nueva manera de contener el influjo de energía
que entra continuamente. Durante estos largos períodos de transición, cuando nuestros
parámetros habituales ya no están disponibles, necesitamos recordar vivir con nuestra
inteligencia básica, acercarnos a y alejarnos de, ir en tándem con, estar en ritmo con, en
resonancia sensorial o instintiva con algo o alguien. Por encima de todo, cuando hay
pérdida, peligro o inestabilidad, necesitamos movernos desde el viejo sistema de
supervivencia y autodefensa por el control, hacia un nuevo sistema de supervivencia por
medio de la defensa dinámica.
que está ocurriendo en nuestras vidas, en vez de estar en continua identificación con
nosotros mismos y resistirnos a toda novedad como si fuera una intrusión o un ataque.
¿Qué es la nueva defensa dinámica? Consiste en lo siguiente:
1. Comprender, sentir y actuar la vida como un proceso dinámico en vez de un
proceso estático. La información está continuamente disponible, bombardeándote. Vives
en una red de información. Decimos que vivimos en un mundo cambiante, pero todo ser
humano ha vivido siempre en un mundo cambiante. Lo nuevo se refiere a que nos veamos
como una entidad dinámica que vive en ese mundo siempre cambiante. Debemos
modificar el sistema de creencias que se basa en mantener la vida en una estabilidad
permanente, hacia vivir la vida como un proceso dinámico. En lenguaje popular, eso
quiere decir que tu no puedes parar al mundo; tu sólo puedes danzar con él.
2. Recordemos evaluar los efectos de los parámetros existentes. ¿Te son útiles? ¿Dan
frutos? Si es así, no los toques; si no, mira de nuevo.
3. La flexibilidad es esencial. Es la capacidad de «aflojar la cuerda», de tratar una y
otra vez, de entregarse, de la capacidad de fallar, de volver a probar, de expandirse, de
retroceder, siempre acercándose y alejándose, teniendo siempre la capacidad de
desplazarte, de mirar de nuevo y enfocarte en otra parte.
4. Cambiar parámetros y crear nuevos parámetros. Necesitas estar siempre alerta
ante la presencia o la ausencia de energía en tu vida. Cuando pierdes energía es el
momento de cambiar algún parámetro y crear nuevos. Para hacer esto debes haber captado
bien la idea de la energía universal —es decir que el universo entero está hecho de energía.
Tú personalmente, o tu respuesta frente a tu entorno está haciendo algo que bloquea esa
energía: ese es el momento de creer en la energía y de hacer cualquier cosa para tener
acceso a una mayor cantidad de energía en vez de rendirte ante la vida o ante ti mismo.
Muévete rápidamente hacia aquello que más disfrutas y establece unos nuevos parámetros
para mantener ese goce en tu vida. La energía es como un termómetro. Lee tu temperatura
corporal y cuando baje mucho, haz algo, cambia algo, crea algo nuevo.
5. Usa tus trajes en forma liviana. Aquello que tú has creado, sea lo que sea, sea viejo
o nuevo, parámetros o valores o sistemas de creencias, hábitos o roles, úsalo livianamente.
No permitas que ninguna realidad
346
se te haga demasiado pesada. Como energía dinámica que somos, el asunto está en
mantenerte en movimiento.
6. Actúa tu inteligencia básica. Mantente moviéndote hacia o alejándote de alguien
o algo a favor de tu vida.
NOTAS
1. El zodíaco humano (Elaine de Beauport y Luis Camejo). Basado en Hombre
Vitruvio de Leonardo da Vinci.
CAPÍTULO 19
La preocupación es:
• Un proceso de razonamiento secuencial del hemisferio izquierdo pero sin estar
dispuestos a llegar a una conclusión.
• Un proceso imaginativo siempre creciente en el hemisferio derecho pero sin el
deseo de cerrar alrededor de una imagen más pequeña.
• Una cierta inquietud y cariño en el cerebro límbico, pero sin un sentimiento lo
suficientemente profundo que pueda conducirnos a la acción de verificar qué es lo que
realmente está sucediendo
• Una repetición de vibraciones nerviosas en el cerebro básico y la carencia de
disposición para actuar
Sin un cierre en cualquiera de los sistemas cerebrales, la información continúa
impactando y sobrecargándonos. La ansiedad continúa.
Aunque estamos pensando cuando estamos preocupándonos, no estamos
pensando efectivamente. Necesitamos cerrar en alguno de nuestros sistemas cerebrales.
Por ejemplo, estas pensando e imaginando acerca de un evento físico o acción que
supones que va a suceder, pero no verificas si tus pensamientos o imágenes están
relacionados con la realidad externa ni mueves tu cuerpo hacia la acción. Cambia a la
inteligencia básica. Muévete a la acción: ¿dónde está tu hijo y qué está pasando? Verifica
tu realidad levantando el teléfono o montándote en el automóvil yendo a buscarlo, o entra
en tu hemisferio izquierdo a verificar los detalles del sitio que él iba a visitar o los amigos
con los que se iba a encontrar... Usa tu proceso racional y llega a una conclusión y actúa.
Una vez que hayas llegado a una conclusión, inhibe tu hemisferio derecho para que no
intervenga con más imágenes. Respira profundo en tu abdomen para relajarte y considera
la posibilidad de mover tu energía e involucrarte en otra rutina.
Debemos dar un giro consciente a nuestra energía y ocuparnos en una actividad
diferente, preferiblemente un hábito agradable de manera que no regresemos a la cabeza
y comencemos el proceso de preocupación otra vez. Si somos unos preocupados
permanentes y este hábito ha estado con nosotros por largo tiempo, no creeremos que
estas cosas sean posibles. Si estamos dispuestos a actuar para evitar el hábito de la
preocupación, experimentaremos la diferencia.
La preocupación puede ser una señal positiva que nos llama a la acción. Si se
vuelve un hábito nos roba nuestro poder de actuar, haciéndonos caer fácilmente en
reacciones nerviosas. Es el inicio del proceso de la ansiedad. Si estás ansioso o caes en
ansiedad frecuentemente, vé a tu lista de preocupacio-
350
nes y verifica qué acciones estás evitando y cuáles acciones necesitas tomar para cerrar
el continuo bombardeo de la misma información.
El miedo. El miedo es un fenómeno mayor que la mayoría de nosotros no admite.
Nos han enseñado a no tener miedo desde muy pequeños; más aún si lo sentimos, nos han
enseñado a no admitirlo: en su lugar decimos que estamos nerviosos o ansiosos o
«simplemente» estresados. Cualquiera que sea la variación del miedo que admitamos, es
importante tener alguna manera de reconocerlo en nuestro cuerpo. El miedo se siente
como si estuviéramos tensos, caóticos, incómodos, nerviosos e inestables, como que no
somos nosotros mismos. Nuestras vibraciones y nuestro cuerpo no están contraídos sino
constreñidos, restringidos, somos incapaces de expandirnos y relajarnos. Frecuentemente
el miedo está acompañado de una conducta repetitiva como acompasar, morderse las
uñas, dar golpecitos con un lápiz o hacer la misma cosa una y otra vez. Todo esto nos
dice que estamos ansiosos, nerviosos, con miedo. Estamos con una sobrecarga y no
podemos manejar la información que sigue entrando.
El miedo es una señal importante para PARAR, DETENERNOS y esperar. Nos
dice que no crucemos esa calle, pero si ya estamos en la mitad de ella o en la mitad de un
proyecto en el que ya hemos comenzado a gastar dinero, o si hemos aceptado casarnos y
nos sentimos nerviosos, ansiosos o con temor, el miedo nos está diciendo que PAREMOS
y regresemos al comienzo, que regresemos a nuestra roca o al territorio en el que nos
sentimos seguros. Allí podremos reconsiderar por qué comenzamos con ese proyecto:
¿verdaderamente necesito una vivienda tan costosa? ¿Qué me hizo decidir casarme?
¿Cuál nueva información me está impactando?
Una de las grandes causas del miedo es no saber qué hacer o cómo hacer. Es como
si el territorio bajo nosotros se estuviera moviendo, no estuviera seguro. Nuestro cerebro
básico de la acción está confundido y nos está alertando de regresar hasta que aprendamos
a cruzar este territorio, sea que nunca aprendimos cómo cruzarlo de manera segura o
aprendimos mal y tuvimos malos resultados. El miedo es también la proyección en el
presente o en el futuro de una mala experiencia previa.
Nuestra experiencia nos está llamando a PARAR Y APRENDER. El miedo es una
señal inteligente. Necesitamos oírla y descubrir lo que necesitamos aprender para actuar
exitosamente o cuando menos de forma segura. La seguridad, ahora ya lo sabemos,
proviene de vivir nuestra vida dentro de ciertos parámetros en los cuales hemos aprendido
a actuar sin peligro. Cuando damos un paso fuera de esos parámetros o cuando los
acontecimientos o personas se entrometen dentro de nuestros parámetros, es inteligente
sentirnos inseguros.
351
También es inteligente parar, darnos tiempo para recobrarnos y aprender cómo volver a
sentirnos seguros: darle la bienvenida a lo desconocido, incorporar el nuevo suceso o
aprender cómo manejar lo que desconocemos de manera que podamos establecer nuevos
parámetros para actuar con seguridad.
La imaginación del hemisferio derecho es otra fuente de miedo. Tan bellas como
puedan ser algunas imágenes, un buen hemisferio derecho puede continuar viajando a
través de imágenes más y más expandidas hasta que quedamos atrapados lejos de nuestro
cuerpo. Si paramos el proceso de imaginar una imagen dañina, podemos en efecto
sentirnos disociados y registrar sobresalto, ansiedad y miedo. Ambos hemisferios, el
izquierdo y el derecho son como caballos galopando a gran velocidad y necesitan ser
controlados. Necesitamos tomar las riendas y traerlos de nuevo a la realidad, cerca de
nuestro cuerpo y al momento presente. Necesitamos de manera especial tirar las riendas
del hemisferio derecho cuya habilidad natural es galopar a campo abierto trayendo de
regreso información que no sabemos cómo manejar. PARA hasta que tu inteligencia
básica pueda guiarte hacia algo que sepas manejar.
El miedo está disfrazado de nombres como ansiedad, inseguridad, nerviosismo,
incomodidad o estrés. Todos pertenecen a la gran familia del miedo, son hermanos,
hermanas, primos hermanos, pero todos tienen el mismo apellido. Necesitamos
relacionarnos con esta familia: todos nos están diciendo algo acerca del ambiente en el
cual estamos poniendo nuestro cuerpo, la conducta que estamos exigiendo de nosotros
mismos o las acciones en las cuales nos estamos comprometiendo. Aprendamos a
reconocer los diferentes miembros de esta familia y cómo nos hablan. Me siento nerviosa
o sólo me encuentro incapaz de actuar como lo hago usualmente... ¿Puedo admitir que
estoy ansiosa? ¿Puedo parar? Debemos aprender a manejar la información que nos llega
antes que ésta nos robe la energía e intensifique nuestra ansiedad.
La culpa. Quizás no exista mayor ladrón de energía que la culpa. No es elegante
admitir sentirse culpable y de hecho, se ha puesto tan fuera de moda entre la gente que
muchos ya no pueden reconocer el sentimiento de culpa. La culpa es un sentimiento y un
fenómeno que indica que no hemos tomado la acción prescrita por nuestra cultura, nuestra
religión, nuestra sociedad, nuestra familia o nuestra conciencia. Decimos que «debería
hacer esto o lo otro» en lugar de proceder y hacerlo realmente. «Debería haber ido a visitar
a mi madre el domingo pasado, pero en lugar de hacerlo me fui al cine». Digo que me
siento culpable, lo que al menos comunica que tengo conciencia, que mi madre me
importa o que sé qué es lo correcto hacer.
352
Cuando hay culpa siempre hay un valor involucrado, tal como el valor de honrar y cuidar
a nuestros padres.
Los valores constituyen la sabiduría colectiva de culturas anteriores que se pasa
de generación en generación. Los valores indican acciones vividas y valoradas en las
generaciones que nos precedieron, valoradas porque en algún momento de la historia
significaron la supervivencia de la comunidad. Por ejemplo, en un punto de la historia era
un asunto de supervivencia cuidar muy bien a la madre de manera que nueva vida pudiera
ser añadida y la tribu se fortaleciera. Los valores son patrones de acción que se originaron
en el pasado y que se repiten una y otra vez a lo largo de la historia.
Los valores nos son transmitidos a través de una persona determinada que
amábamos o admirábamos. Frecuentemente podemos hasta recordar la persona y el
suceso en el cual un determinado valor se grabó en nuestras mentes. Los valores nos
llegan a través de nuestra familia, nuestra religión, nuestra escuela o nuestro país, y menos
frecuentemente a través de nuestras profesiones o nuestros héroes. El punto es que los
valores no se originan en el presente. Yo no me despierto un domingo por la mañana y
pienso o siento «¡Oh, qué buena idea, voy a ir a visitar a mi mamá!». No, yo me levanto
y siento una vibración que me presiona y que toma la forma de «hoy debo ir a ver a mi
mamá».
Cuando decimos «debo» y no actuamos, nos sentimos culpables; la culpa se
convierte en una excusa más para no actuar. El sentimiento de la culpa —el malestar, la
incomodidad o sensación de peso— aumenta nuestra ansiedad y debilita nuestra acción.
Si actuamos lo hacemos por obligación con menos entusiasmo y menos claridad.
Actuamos con menos frecuencia. Seguimos diciendo que nos sentimos culpables pero la
brecha entre la palabra y la acción se hace más amplia cada vez que esto se repite.
Hemos intentado enseñar la acción por medio de la enseñanza de valores
esperando que las palabras garanticen la acción. El cerebro neocortical de las palabras
puede sugerir pero no puede garantizar la acción. Nos quedamos atónitos ante el número
de «niños criminales» que no demuestran remordimiento o conciencia ante sus delitos.
¿Qué podemos hacer si queremos traer los valores de nuestros antepasados a nuestra
generación, de manera que nos guíen y poder transmitirlos a nuestros hijos? Debemos
enfocarnos en nuestras acciones así como en nuestras palabras. Podemos primero hacer
una lista de todas las situaciones que nos hacen sentir culpables, verificar el valor
involucrado en cada una y comenzar a reflexionar cuál acción estoy dispuesta a tomar en
el transcurso de mi vida a favor de ese valor. ¿Realmente voy a visitar a mi madre cada
domingo, la llamaré cada quince días o le enviaré un mensaje?
353
¿Cuál acción es realmente posible y genuina para mí? No hagamos más amplia la brecha
de credibilidad por medio de continuar hablando de valores sobre los que rehusamos
actuar. Lo que se necesita es poner al día los valores del pasado que nos hacen sentir
culpables porque no estamos actuando y no los estamos haciendo nuestros con la decisión
de cuál acción realmente haremos en lugar de sólo hablar al respecto. Saber cuál acción
realmente ejecutaremos nos aliviará de la ansiedad y la tensión que sentimos, lo que es
importante no sólo para liberarnos de la culpa, sino para nuestra sociedad: si nuestra
acción es auténtica, el valor seguirá. Quizás no sea el mismo en nuestra generación que
como fue en las generaciones pasadas, pero el valor será transmitido a través de nuestro
comportamiento. Los valores deben ser puestos al día e integrados al comportamiento de
cada generación o se irán debilitando con cada generación.
Los viejos valores no mueren, sólo se convierten en «deberías». Decimos
«deberíamos», pero dudamos, evitamos, decimos sí pero hacemos no. Pedimos perdón o
construimos excusas. Al final decimos que nos sentimos culpables, lo que al menos nos
hace sentir aceptables a nuestros propios ojos y a los ojos de los que nos rodean.
Admitamos la culpa, dándonos cuenta de cuándo nos sentimos culpables, observemos
nuestras acciones, oigamos nuestros «debería», pongamos al día nuestros valores y
utilicemos la inteligencia de los patrones para inhibir las viejas acciones que no nos
sirven, y entonces con la inteligencia básica y la de los parámetros podremos guiarnos
hacia nueva acción.
Tengo la esperanza de que ahora puedas distinguir el proceso de ansiedad de otros
procesos emocionales. La preocupación, el miedo y la culpa pueden ciertamente, sentirse;
pero si queremos sanarnos debemos considerarlos como un llamado a tomar algún tipo
de acción física, un llamado a mejorar nuestro comportamiento. Necesitamos nuestra
inteligencia básica para liberarnos y movernos acercándonos o alejándonos de algo o
alguien. Nuestra inteligencia de los patrones nos revela los valores y patrones que están
limitando nuestras acciones o haciéndonos sentir culpables acerca de aquellas que no
tomamos. Y, finalmente, nuestra inteligencia de los parámetros, nos invita a nueva acción.
Las preguntas de la tabla nos invitan a darnos cuenta de qué puede estar
impactando nuestra salud o bienestar a través de nuestra piel o nuestra médula espinal.
Nuestra piel es el registrador de todo nuestro cuerpo. No es un termómetro que registra
nuestro calor interno en relación con las tensiones o las enfermedades; por el contrario,
es un termómetro externo que registra nuestras respuestas saludables, adecuadas o
inadecuadas a la vida o a las condiciones del entorno en el cual nos hemos colocado
nosotros mismos. Hemos intentado buscar una comprensión de la enfermedad y su cura,
y hacemos bien; sin embargo, sería todavía mejor volvernos conscientes de las primeras
señales que nos comunica nuestra piel antes de que éstas se transformen en enfermedad.
La tabla anterior es una invitación a relacionar el bienestar de nuestra piel, de
nuestra espalda y nuestros nervios con aquellas rutinas que damos por sentadas pero que
pueden estar estresando nuestra salud. Nuestra respuesta a los estímulos de nuestros
padres u otros miembros influyentes de nuestro entorno conformaron nuestros valores y
nuestros patrones que luego dictaron nuestro comportamiento. A partir de estos sutiles
comienzos hemos creado las acciones o rutinas de nuestra vida: rutinas de salud, de hogar,
de familia, de relaciones, de aprendizaje, de trabajo, de diversión y de espiritualidad.
Tenemos rutinas inconscientes. Podemos estar viviendo dentro de parámetros
sobre los cuales no decidimos conscientemente. No estudiamos esos valores o patrones
de comportamiento con nuestros ojos leyendo libros de estudio, ni con nuestros oídos
escuchando a los profesores, ni con nuestro cerebro neocortical eligiendo racionalmente
acerca de esos valores o patrones de comportamiento. Probablemente estábamos
escuchando las voces de nuestros padres, viendo o sintiendo sus comportamientos. La
totalidad de esa experiencia estaba presente en nuestro entorno y estaba siendo
comunicada inconscientemente a través de todos los poros de nuestro cuerpo. Así como
aprendimos a caminar y hablar por imitación en lugar de por explicaciones, así imitamos
los valores y patrones de comportamiento que continúan influenciando nuestros
parámetros, nuestra escogencia de rutinas y nuestras acciones.
Sentir estrés en nuestra piel, espalda o nervios puede ser el resultado de estar
restringidos continuamente, de cerrar los poros de nuestro cuerpo y los nervios de nuestra
médula espinal que por años ha estado bajo presión e imitación de comportamientos
formados en los primeros años de nuestra vida. Si las rutinas de la vida están causándonos
estrés -que va desde pequeñas señales de ansiedad hasta grandes explosiones de debilidad
y enfermedad en nuestro sistema nervioso-, es importante cuestionar los valores o
patrones
356
forta. Todos éstos son parámetros a los cuales hemos estado acostumbrados. Sin duda nos
descansan y por eso volvemos una y otra vez a ellos. Esta es la inteligencia de los
parámetros en su mejor forma.
Cuando estemos nerviosos, abiertamente fatigados o experimentando cualquier
síntoma grave relacionado con el nerviosismo o una fatiga inexplicable, regresemos a
nuestra roca, a los parámetros que nos confortan. Sin embargo, si estamos sufriendo,
puede que necesitemos retar esos parámetros. De alguna manera no nos están sirviendo.
Nuestra piel no está descansando. Los poros y los nervios están contrayéndose-
constriñéndose en lugar de relajarse y expandirse. Puede que deseemos cambiar o
experimentar nuevos parámetros, puede que sea tiempo de una salida para comprar ropa
nueva, cambiar de casa, de trabajo o tomar unas vacaciones.
Sin embargo, ir directamente a la inteligencia de los parámetros puede ser más
provechoso y a la larga darnos claves significativas de qué está yendo mal. ¿Qué patrones
o valores heredamos acerca de cuidar nuestro cuerpo? ¿Era correcto comprar ropa bonita
o debíamos estar ahorrando el dinero? ¿Están nuestros valores o patrones de
comportamiento afectando de manera adversa nuestro trabajo? ¿Es importante
únicamente tener éxito en el trabajo y menos importante crear una casa bella? ¿Qué está
pasando? ¿En nuestro comportamiento podemos encontrar los patrones involucrados?
¿Podemos intervenir el patrón o buscar patrones alternativos? ¿O será más sencillo y
podemos sólo alejarnos de esos parámetros y acercarnos a unos más protectores y
nutritivos?
Para desarrollar las inteligencias de la sensibilidad y de lo sensorial en nuestra
piel, debemos mirar hacia el uso consciente de la inteligencia de los parámetros.
Permitámonos buscar los patrones involucrados cuando algo va mal y repatronemos para
mejorar las rutinas o lo que nos rodea que está afectando nuestra piel. La inteligencia
básica es más rápida y esencial: es alejarnos del territorio que nos hace daño y acercarnos
hacia el que nos conforta y nos protege. La piel es la entrada a nuestro sistema nervioso
y su expresión. No < menospreciemos su importancia.
mente disparados a través del sistema nervioso que se extiende desde el tallo cerebral del
cerebro básico hacia los sistemas límbico y neocortical y por todo el resto del cuerpo.
Nuestra piel es el punto de entrada y la médula espinal es la red mayor de canalización.
Me gusta la imagen de una antena. Ya no pienso en cuidar mi espalda o mi columna,
pienso en cómo cuidaré mi antena. Es una imagen delicada y me recuerda que en efecto,
mi médula espinal está canalizando información hacia mí, tanto como la antena de mi
televisor está canalizando información en la pantalla. Volverse consciente a este nivel
profundo es intentar darse cuenta de la información que está entrando y que mi antena
está canalizando desde el mundo hacia mis sistemas cerebrales.
La inteligencia de los parámetros significa dar a esta antena o médula espinal las
rutinas de movimiento, de manera que pueda relajarse y ser flexible, dándole ritmo para
que pueda alinearse. Lo que llamamos ejercicio es movimiento y ritmo para la médula
espinal o para la columna vertebral. Un ejercicio cardiovascular sirve para calentar el
cuerpo y estimular los músculos del corazón. Sin embargo el ritmo repetitivo de caminar,
nadar, bailar, del yoga, tai-chi o cualquier otro arte marcial no sólo ejercita los músculos
sino que también alínea la columna vertebral. Nosotros, o mejor dicho, nuestra columna
vertebral se acostumbra o se vuelve adicta al movimiento continuo y al ritmo.
Cuando tu espalda se ponga tensa, pregúntate cuál ritmo o rutina has interrumpido.
Mira hacia tu inteligencia de los patrones. Si, es posible que te hayas torcido un músculo
al levantar aquel pesado paquete, pero ¿había algún patrón operando dentro de ti que te
hizo levantarlo no estando alineada y en consecuencia te torciste el músculo? ¿Te sentías
avergonzada de estar realizando un trabajo manual? ¿Estabas pensando en tomar unas
vacaciones en lugar de estar trabajando? ¿Qué estabas pensando o sintiendo mientras
acometiste la acción? Mirando de nuevo la situación podemos ponernos conscientes de
cualquier patrón que pueda haber causado la constricción en lugar de la expansión.
La inteligencia básica es moverse apropiadamente alineados hacia algo o alejarnos
de algo o alguien a través del día o al menos de ciertas actividades. Es la experiencia que
tenemos en esos días cuando todo va bien, cuando estamos trabajando fácilmente, o en
esos grandes momentos de alineación sea en el deporte o con los amigos, caminando en
la naturaleza o haciendo el amor.
Las inteligencias de los parámetros, de los patrones y la básica, todas, nos ayudan
a proteger nuestra médula espinal y las aperturas de nuestra piel. Como inteligencias del
comportamiento, nos capacitan a sobreponernos a la ansiedad e interactuar de manera
sensible con nuestro entorno.
359
La vida es energía,
y cabalgar la ola de movimiento de la vida
es lo que cura la vida.
Quedándose con la energía,
expandiéndose y contrayéndose dentro de ella.
CONCLUSIÓN
más plenamente consciente, debemos saber como salir de un proceso directo de energía
activa a un proceso indirecto de energía receptiva.
Si continuamos refiriéndonos a los dos cerebros más profundos como el
inconsciente, nos permitimos continuar ignorándolos, como si estuviéramos aceptando la
oscuridad de nuestra mente. El propósito del conocimiento ha sido siempre el de superar
la ignorancia. Creo que seremos capaces de superar la ignorancia solamente siendo
capaces de tener acceso a estos dos cerebros más profundos y familiarizándonos con estas
diferentes inteligencias tal como lo estamos con la inteligencia racional. El nuevo
pensador utilizará éstas y otras inteligencias en un esfuerzo para hacerse más plenamente
consciente.
de Picasso. Nuestro intento de analizar la razón por la cual él creó algo de cierta manera
o de buscar una causa por la cual él colocó las figuras de cierta manera es un tipo de
reduccionismo que no beneficia ni al artista ni a nosotros mismos. Nos impide ver la
riqueza de las múltiples asociaciones en vez de abrirnos a ellas.
Las conexiones del cerebro límbico se hacen a través de relaciones, a través de
orígenes, o a través de factores que no podemos describir aún, de los cuales uno podría
ser el químico. Tratar de entender las emociones por su causa en vez de por su origen
interno o por sus relaciones con muchos factores nos ha causado mucho sufrimiento. Por
ejemplo, tratar de captar la causa de una emoción nos ha llevado al acto y al arte de
culparnos unos a otros, a nuestros padres, madres, sociedad o quien sea que esté dispuesto
a escucharnos.
Una conexión tal como la de causa y efecto, que es utilizada para ser preciso, no
puede ser usada con vibraciones emocionales, las que por su naturaleza son más
generalizadas. Algunas veces profundizar en el origen de una emoción nos ayuda, pero
llamar «causa» al origen, nos puede involucrar en culpa, vergüenza, rabia e incluso odio.
Cuando aplicamos al cerebro emocional el análisis que nos ayuda en el hemisferio
izquierdo de la neocorteza, esto nos saca del camino de cualquier investigación real de
las emociones que se base en sus características únicas y nos deja en una calle ciega
pensando que sabemos salir.
La música nos presenta una analogía más clara de las emociones, aportándonos
claves sobre la tremenda variedad de conexiones que están involucradas en ellas. La
música elabora diferentes tonos e intensidades de acuerdo a escalas, que son en efecto
diversos procesos conectivos. Mi experiencia con las emociones es que ellas también son
procesos conectivos diversos, y nosotros haríamos bien en inventar un sistema de
notación que nos permitiese apreciar su riqueza. Si así hiciéramos, estaríamos más
interesados en su variedad, tonalidad, contracción y amplificación, que en sus causas.
En el cerebro básico, la aplicación de la ley de causa y efecto nos impide adoptar
una perspectiva neutra para el proceso de autoobservación tan necesario en este cerebro.
También nos inhibe de percibir la integridad y la complejidad de la experiencia. Cuando
nos adentramos en los detalles en búsqueda de la causa, podemos encontrar una raíz pero
podemos pasar por alto el árbol completo. La búsqueda de una causa única también inhibe
nuestra observación de los múltiples enlaces involucrados en el diseño y origen de
nuestros patrones. Claramente, la causa y el efecto no nos ayudan a captar
366
los movimientos continuos y sutiles de la inteligencia básica. Sería más bien como tratar
de medir las olas marinas con una regla. Tampoco nos ayuda elaborar las diferentes
conexiones involucradas en los sueños. La pregunta «¿qué causa los sueños?» no nos
ayuda tanto como preguntarnos: ¿cuáles son las diferentes conexiones hechas por las
vibraciones en el viaje desde el rango delta del cerebro básico hasta la etapa MOR1 de la
neocorteza, en donde son oficialmente reconocidas como un sueño? Estamos buscando
las causas y perdiendo los procesos. Estamos perdiendo la variedad de conexiones
necesarias para ir diagramando nuestro camino a través de la amplitud de nuestro sistema
cerebro-mente-cuerpo. Podemos celebrar haber identificado con éxito la conexión causa-
efecto que ha servido para el avance de la vida humana en este siglo. Imagínense si
pudiésemos identificar tan exitosamente otros nueve o más procesos conectivos y
ponerlos a trabajar para nuestro beneficio. Sugiero que iniciemos la investigación sobre
la posibilidad de formalizar una ley de conexiones.
LA ACCIÓN SOCIAL
¿Cuál es el impacto social de saber que somos sistemas de energía orquestados
por tres cerebros e inteligencias múltiples? Mi interés particular en trabajar con estos tres
sistemas cerebrales ha sido el de desarrollar programas educativos innovadores para
adultos. Creo que el cerebro triuno nos provee de un esquema para guiarnos y las
inteligencias múltiples son un comienzo. No puedo terminar este libro sin hacer algunas
sugerencias para la acción social basadas en mi experiencia y mi sentir profundo sobre lo
que podemos hacer.
Si queremos vivir plenamente la promesa de la vida humana, necesitamos
expandir los límites de la educación más allá de los confines de las universidades y de la
juventud. Necesitamos abrir centros de educación para adultos en todas las áreas de
nuestra vida social: negocios, religión, hospitales, clínicas, prisiones y oficinas
gubernamentales. Como parte de la educación formal, necesitamos crear escuelas para
adultos dedicadas a un aprendizaje de por vida. Las universidades se mantendrán como
grandes centros de investigación y preparación para las profesiones. Sin embargo,
también necesitamos aprender a vivir con nuestra propia naturaleza humana: adquirir las
habilida-
367
des para comunicarnos unos con otros, para expresar las emociones sin causar daño y
para respetar la integridad de las acciones y las culturas de cada uno. Necesitamos tener
un terreno común de aprendizaje, una educación básica para adultos como parte de una
infraestructura necesaria para la sociedad.
Ahora sabemos que somos sistemas dinámicos de energía en una continua danza
de vida. No podemos limitarnos a aprender información y alejarnos satisfechos. La vida
es experimentar, reflejar, y experimentar de nuevo en un proceso continuo de aprendizaje.
Cada etapa de la vida ofrece nuevos retos. Esto significa que la educación de los dieciocho
años no nos aporta mucho a los cuarenta y aún menos a los sesenta. Cada área de nuestra
vida personal también ofrece retos diferentes. Cada una de las ocho sendas del zodíaco
terrenal contiene secretos diferentes, algunas joyas, algunas piedras, pero todas nos están
esperando. La educación para el lenguaje, las matemáticas, las ciencias y las artes
liberales y la educación para ciertas profesiones, son todas muy buenas pero no
suficientes. Insuficientes porque no están continua ni directamente relacionadas con los
nuevos horizontes educativos necesarios para la industria, la salud, la psicología, la
religión, las instituciones gubernamentales e instituciones de educación formal. Déjenme
sugerir cómo las diferentes inteligencias pueden ser aplicables a esas áreas de nuestra vida
social.
La industria
La industria ya ha tomado el liderazgo al comenzar a desarrollar programas
innovadores en el área del desarrollo personal. Sin embargo, muchos problemas yacen
más allá de los cursos de entrenamiento dirigidos a los requerimientos del trabajo. El
ausentismo, la falta de motivación, las enfermedades, el estrés, y los problemas
actitudinales son áreas en las que la inteligencia emocional y la del comportamiento
ofrecen soluciones reales. Programas de desarrollo basados en estas inteligencias podrían
ofrecer un entrenamiento con una base más amplia, yendo más allá de los límites
definidos estrictamente por los requerimientos profesionales y de personal.
La salud
Un nuevo centro educativo dedicado a la salud continua necesita ser agregado a
la estructura hospitalaria actual. ¿Cuántas enfermedades podrían ser prevenidas si
existiera una educación más continua sobre la salud? Por
368
salud me refiero a la salud de la mente y del cuerpo, en la que serían ofrecidas las
diferentes especialidades de medicina, psicología y psiconeuroinmunología, a través de
cursos continuamente disponibles dictados por educadores profesionalmente entrenados.
Este tipo de servicio educativo abriría una nueva área en la cual estas disciplinas se unirían
para beneficio de todos. Separadas, como están ahora, son especialidades de investigación
e importantes en su propia unicidad. Sin embargo, existe un proceso preparatorio
adicional necesario antes de que el fruto de sus investigaciones pueda estar disponible de
forma efectiva al público. Creo que este es un proceso educativo que actualmente no está
siendo realizado por nadie. Ahora el público va tomando pedacitos de las investigaciones
dadas a conocer de forma aleatoria por los periódicos o la televisión. Aunque esto sea
mejor que nada, también está creando una confusión considerable y a la larga podría llevar
a una falta de credibilidad por parte del público. Las informaciones dadas a conocer sobre
los efectos dañinos y el valor para la salud de diferentes alimentos son un ejemplo
importante de esta falta de preparación y de la confusión pública.
Después que un adulto ha tenido su primer encuentro con la enfermedad, debería
tener a la disposición cursos específicos para evitar la recurrencia de la misma enfermedad
u otra similar. Tales cursos podrían proveer de mucho más apoyo y conocimiento del que
puede ofrecerse con prescripciones médicas o asistencia privada. Para que la medicina
tenga una función verdaderamente preventiva necesita incluir mucho más que cuál
medicina se debe tomar o qué hacer después de una operación. La medicina preventiva
necesita expandirse para incluir cursos para las personas que han sufrido enfermedades
en cualquier órgano del cuerpo, y tales cursos deberían incluir las tres inteligencias
emocionales -la afectiva, la de los estados de ánimo y la motivacional-, para así prevenir
el regreso de una nueva enfermedad a cualquiera de los órganos del cuerpo gobernados
por el sistema límbico.
Pienso en mi padre, quien sufrió primero de úlcera, luego una colostomía, luego
dos ataques cardíacos, antes de sufrir un derrame cerebral. Aparentemente murió antes de
caer al suelo. Las palabras del médico fueron: «fue como si una luz se apagó; nunca supo
lo que le estaba ocurriendo». Ya es tiempo para que sepamos lo que está ocurriendo.
Ahora que estamos mucho más conscientes de las conexiones de todos los órganos con el
cerebro límbico interconectados en un solo sistema, ya es tiempo de compartir estas
noticias con el público. Esto significaría que cuando un órgano está enfermo o se ha
dañado, los pacientes aprenderían acerca de todo el sistema límbico para
369
así poder estar alertas ante una señal de cualquier órgano de su cuerpo. Las
investigaciones cerebrales recientes hacen ahora que dichos cursos puedan ser una
posibilidad real tanto como una necesidad.
Los pacientes con enfermedades relacionadas con el sistema nervioso y los
pacientes con el virus del SIDA deberían recibir cursos sobre las inteligencias del cerebro
básico para saber cómo cuidar mejor su sistema nervioso en la vida diaria. De acuerdo a
un gastroenterólogo venezolano, Isidoro Zaidman2, y Candace Pert, destacada
investigadora de la química y las emociones, frecuentemente citada en los capítulos de la
inteligencia emocional, ahora sabemos que los químicos cerebrales son capaces de influir
sobre las células del sistema inmunológico. Por consiguiente, los individuos necesitarían
saber que su salud con respecto al cáncer, SIDA, o cualquier otra enfermedad relacionada
con el sistema inmunológico, requiere aprender cómo gobernar conscientemente sus
cerebros límbico y básico para poder acceder a sus propios químicos naturales. El hecho
de que los químicos naturales están siendo descubiertos en esos dos cerebros debería ser
importante para aquellos interesados en la salud, ya que esto implica que podamos ser
capaces de producir nuestra propia quimioterapia antes de necesitar la quimioterapia
médica.
Los hospitales y los médicos pueden ayudar a abrir una frontera educativa sobre
la salud continua, pero necesitamos recordar que mantener nuestra salud tiene que estar
en nuestras manos. Hemos aprendido a mantener nuestros hogares y nuestros
automóviles, dejando la salud al azar o a la crisis, y en ese momento es que recurrimos a
la ayuda médica. Uno de los puntos favoritos del Dr. Zaidman es que es importante para
el médico y el paciente trabajar juntos como un equipo y tener conciencia de lo que el
individuo puede hacer y de lo que puede hacer el médico.
Mi sueño es que cuando los pacientes dejen el hospital, entre sus papeles de salida
haya información sobre cursos de autocuidado. Es bien conocido que la conducta humana
usualmente no cambia hasta que ocurren las crisis. Yo creo que unidades educativas en
los hospitales podrían hacer mucho para cambiar nuestro comportamiento. Concibo los
hospitales como unos hoteles de segunda oportunidad, que proveen un lugar y tiempo
para cambiar nuestras viejas actitudes acerca de la salud. Cuando experimentamos una
crisis en nuestros cuerpos físicos, muy probablemente estaremos abiertos a escuchar de
nuevo y listos para aprender nuevos enfoques.
370
La psicología
Creo firmemente que la neurología unida a la perspectiva de la nueva física, nos
aporta nuevos horizontes que nos permiten ver la vida humana de maneras muy diferentes
a aquellas proporcionadas por las perspectivas patológicas de hoy. Y no es que la
patología no nos haya sido útil, sino que nos ha hecho daño al no ofrecernos también los
caminos hacia la mejoría y la prevención. Ha sido útil para tratar los casos más urgentes
y difíciles, tal como el modelo médico ha servido para tratar lo más urgente. Sin embargo,
amplificar de las capacidades del ser humano por medio de las inteligencias múltiples
ofrecería un modelo educativo preventivo como nuevos caminos para el desarrollo.
Para ser más precisa, la educación necesita unirse a la psicología para ofrecer
cursos en capacidades mentales, emocionales y del comportamiento antes de que el
individuo caiga en dificultades serias que ciertamente requerirán un especialista en
psicología. Tanto los terapeutas como los médicos necesitan ser entrenados para poder
impartir estos cursos aunados a las terapias privadas y grupales, o las clínicas psicológicas
necesitan incorporar un educador para ofrecer los cursos necesarios.
Creo que podemos ofrecer cursos básicos sobre cómo relacionarse por medio de
la enseñanza de la inteligencia asociativa, enseñando a utilizarla para pensar
apreciativamente. Tales cursos deberían incluir también las inteligencias emocional y del
comportamiento, esta última haciendo énfasis sobre los patrones familiares. Cada pareja
necesita saber que tarde o temprano los patrones difíciles de sus seres queridos, como
también los suyos propios, aparecerán durante su matrimonio y serán difíciles de manejar.
Arrastramos nuestra herencia de generaciones pasadas a nuestras nuevas relaciones.
Aunque decimos que nos divorciamos debido a la falta de amor, resulta triste confundir
las huellas de las generaciones pasadas con la falta de amor en el presente. Si los patrones
de una persona entran en conflicto con los patrones de otra persona, es una cuestión de
herencias diferentes y no una cuestión de amor. La inteligencia de los patrones necesita
ser incluida en todos los cursos prematrimoniales.
La religión
Las religiones poseen la clave para muchos de los valores de nuestra sociedad. Sin
embargo, muy a menudo esos valores no son vividos sino más
371
bien producen culpa y rechazo que a la larga pesan demasiado en la energía de cada ser
humano y contribuyen a acciones destructivas. En vez de condenar a la gente por la
dificultad humana de tratar de vivir esta realidad finita, necesitamos religiones que se
abran a sí mismas a un espectro educativo más amplio en el cual los valores del pasado y
la belleza de lo infinito sean integrados con las realidades y dificultades del presente.
Este modelo de las múltiples inteligencias también sirve como un mapa para
programas relacionados con las doctrinas religiosas y los valores. Enseñar las
inteligencias emocionales es enseñar a amar. La inteligencia afectiva nos abre a amar
cualquier cosa o persona en nuestro medio ambiente, la inteligencia de los estados de
ánimo nos lleva a amarnos a nosotros mismos, y la inteligencia motivacional nos enseña
a amar la vida. Enseñar las inteligencias del comportamiento, de los patrones y de los
parámetros, así como también la inteligencia básica, es enseñar a los individuos cómo
traer paz a su propia vida. El amor y la paz, tan centrales en las doctrinas de todas las
religiones, tienen que permear desde el cerebro del pensamiento hacia abajo, hacia el
cerebro emocional y el cerebro de la acción de cada individuo para que la misión religiosa
pueda tener éxito.
El gobierno
Para que sobreviva la democracia, debemos estudiar seriamente cómo incluir,
dentro de su marco de referencia y sus instituciones, el conocimiento que ahora poseemos
del cerebro límbico y del cerebro básico. Por ejemplo, el patrón que tenemos de apoyarnos
en un único líder, es nuestra herencia de imperios antiguos, desde iglesias, reyes, y más
recientemente militares. Tenemos que saber que este patrón de dependencia en una sola
persona fuerte está todavía dentro de nuestro sistema cerebral y debe ser tomado
seriamente en cuenta. La historia se repite a sí misma debido a que el patrón es recordado
por el cerebro humano. Debemos establecer unos nuevos parámetros para así inhibir este
patrón y guiarnos hacia algún otro. Si lo dejamos de su cuenta podemos contar con su
reaparición.
Las instituciones democráticas dependen de representaciones verbales y solución
de problemas de una manera muy neocortical. Sin embargo, a menudo las pasiones nos
hacen impacientes, incluso deseosos de cambios o de derrocar «un gobierno de
palabrerías». Los políticos siempre nos han ofrecido promesas verbales neocorticales.
Con la llegada de la televisión, sin embargo, resulta fácil enfocar la cámara sobre todas
las promesas que nunca
372
son llevadas a la acción: los huecos que no han sido reparados, el costo de la vida que no
ha bajado, la violencia que todavía no ha sido controlada, y el hambre que aumenta en
vez de disminuir. El verdadero punto está en que hay una gran distancia entre las palabras
de la neocorteza y la acción del cerebro básico. Más específicamente aún, las instituciones
democráticas deben considerar seriamente el cumplimiento de las promesas como una
prioridad. Quizás en las democracias, las personas deberían ser capaces de elegir sus
ministros del gabinete directamente, en vez de elegir solamente a su presidente, de manera
tal, que sea posible considerar directamente responsables a aquellos que fallan en no
actuar de acuerdo a sus promesas anunciadas.
La resolución de conflictos nos ha acercado al éxito en la mediación, pero algunas
veces el éxito ha sido de corta duración debido al sentimiento de odio que no se toma en
cuenta en los acuerdos verbales. Es comparable con curar superficialmente una herida y
dejar que la infección continúe su viaje a través del cuerpo. Las emociones y pasiones
reflejan una información vital sobre el dolor humano. Si están hirviendo debajo de la
superficie, a pesar de lo que diga la neocorteza, el conflicto no se sana. Necesitamos
agregar un enfoque límbico a la resolución de conflictos.
Las drogas y las prisiones son dos áreas específicas de responsabilidad en las
cuales las inteligencias múltiples pueden ser de gran utilidad para las instituciones
gubernamentales. Cualquier esfuerzo para educar o rehabilitar a la población de las
prisiones tiene que incluir, por lo menos, a las inteligencias de los estados de ánimo y de
la motivación, así como también un entrenamiento completo en las inteligencias del
comportamiento.
La repetición de nuestros comportamientos es la manera fundamental de darnos
seguridad. La seguridad es supervivencia y la supervivencia es una ley básica de la vida.
Por consiguiente, con el nuevo conocimiento del cerebro básico, debemos darnos cuenta
que los criminales y el resto de nosotros vamos a repetir conductas hasta que seamos re-
entrenados en nuevas conductas. Solamente un sistema de soporte con nuevos parámetros
ayudará a producir el cambio. El castigo sólo sirve para profundizar el resentimiento en
el cerebro límbico, haciendo que el próximo acto criminal sea más intenso y más
precisamente dirigido. A menos que el viejo comportamiento sea re-entrenado, este
aumento de la venganza emocional solamente aumenta el crimen.
La investigación sobre los químicos naturales del cerebro límbico debe ponernos
en aviso de que el problema de las drogas es un problema cerebral.
373
Consumimos drogas ya sea para excitarnos o para relajarnos. Podemos eliminar nuestra
dependencia de drogas artificiales aprendiendo a tener acceso a nuestros químicos
naturales cerebrales con la utilización de las inteligencias afectiva y de los estados de
ánimo. Las inteligencias emocionales son entrenamiento básico para la rehabilitación de
la droga.
La educación
Aunque son necesarios múltiples cambios en la educación, hay seis áreas que, de
acuerdo a mi experiencia, tienen prioridad: un centro para el desarrollo de la inteligencia,
escuelas primarias, la educación de los adolescentes, la administración educativa, la
educación para los adultos y la educación para los padres.
Un centro para el desarrollo de la inteligencia. Para mí, la prioridad más urgente
es la de comenzar cursos sobre las inteligencias múltiples. En la actualidad la mayoría de
los sistemas educativos esperan que el estudiante aprenda a pensar siguiendo y
memorizando los contenidos de diferentes materias a lo largo de un período que vá desde
doce a dieciséis años. Ciertamente aprendemos una amplia variedad de contenidos de
muchas materias, pero nunca nos hacemos conscientes de los procesos de aprendizaje
involucrados. Solamente ciertos cursos a nivel universitario enseñan el pensamiento
crítico basado en el proceso racional.
Una de las muchas reformas claves para la educación básica, secundaria y
universitaria es la creación de un centro que enseñe cómo aprender en cada uno de los
tres niveles. Lo fundamental del currículo no es una cuestión de aprender más lenguaje y
matemáticas mezclados con ciencias y literatura. Ni tampoco es un asunto de una
combinación especial de cursos para producir un estudiante bien balanceado. Más bien,
es cuestión de desarrollar un centro en el cual se ofrezcan cursos sobre aprendizaje, sean
estos llamados «epistemología», «aprendiendo a pensar, sentir y actuar» o «aprendiendo
a aprender». Un centro tal para aprender a aprender podría basarse en esto que yo
presento, como también en otros modelos de inteligencias múltiples que están disponibles
actualmente. Deseo especialmente mencionar a Howard Gardner de la Universidad de
Harvard, quien fue el primero en traspasar el umbral de la inteligencia única con su
propuesta de las múltiples inteligencias; Robert Sternberg de la Universidad de Yale, cuya
presentación de una mente triárquica enfatizó sobre tres inteligencias diferentes; Rachel
Lauer, cuyo Centro Aprendiendo a Aprender en la Universidad de Pace continúa
374
y prisiones. Estoy convencida que la mayor causa del crimen, las drogas y la violencia es
la estructura de la escuela primaria que siembra amargura, celos y resentimiento entre
aquellos etiquetados como perdedores. Nuestro nuevo conocimiento de los sistemas
cerebrales límbico y básico hace imperativo que descubramos una nueva estructura que
le proporcione a todos los estudiantes una oportunidad justa para tener éxito en algo que
les será útil en sus vidas. La sociedad no puede permitirse enseñarle a las personas que
crean que son estúpidas y luego dejarlas para que ventilen su rabia indiscriminadamente
, cuando menos lo esperamos.
Yo invito a los administradores, maestros, y padres de cada escuela que se unan
para estudiar el sistema de los tres cerebros y sus implicaciones en la educación, con el
propósito de proponer nuevas estructuras para la escuela primaria. Una estructura de
grupo con un solo maestro no puede tener éxito en la educación de los tres cerebros.
Unámonos todos en un esfuerzo para inventar y ensayar una nueva estructura en la que
los sistemas de los tres cerebros y de las inteligencias diversas sean respetados.
El cerebro límbico y la adolescencia. Otro cambio importante en la educación
debería ser enseñarle a todos los estudiantes que tienen un cerebro límbico. Esto debería
llevarse a cabo antes de que sus glándulas pituitarias se abran a los cambios químicos que
se dan en el cerebro durante la adolescencia. La inteligencia de los estados de ánimo
debería enseñarse antes de los once o doce años, cuando los niños se vuelven capaces de
conseguir armas para expresar su rabia violentamente o capaces de encontrar cocaína que
les permita liberarse de sus sentimientos de tristeza y pérdida de poder. Resulta vital para
nuestra sociedad que los jóvenes aprendan a gobernar sus emociones si es que deseamos
tener éxito en lograr cambiar el consumo de drogas y alcohol, el embarazo de
adolescentes, o la violencia en nuestras calles, escuelas y familias. Los adultos, por
supuesto, necesitan aprender esto simultáneamente con nuestra juventud. Sin embargo,
dejar expuestos a los adolescentes a su propio cerebro límbico, aunado a la publicidad
sexual y de drogas de la televisión, me parece extremadamente doloroso para nuestra
juventud; así como también irresponsable por parte de los educadores.
Administración de la educación. Nada cambiará en el sistema escolar a menos que
sea permitido y apoyado por los administradores y los legisladores responsables del
financiamiento para la educación. Resulta esencial que las inteligencias múltiples
influyan sobre aquellos que son relevantes en las oficinas gubernamentales encargadas de
diseñar el currículo para las escuelas básicas y secundarias. Este modelo de las
inteligencias múltiples puede
376
también servir como una guía referencial para evaluar hasta qué punto las escuelas están
educando los tres sistemas cerebrales.
Las grandes compañías han buscado asegurar los cambios por medio de la
creación de departamentos de investigación y desarrollo dentro de las propias compañías.
Creo que los sistemas escolares y los gobiernos locales que controlan los fondos necesitan
hacer lo mismo. Cuando nuevas ideas bombardean a las escuelas desde afuera de la
administración, la norma es defenderse. El reptil defiende el territorio. Sin embargo, si
las sugerencias salen del departamento de administración, entonces los administradores
pueden identificarse con los nuevos programas y luchar a favor del cambio en vez de ir
contra éste.
Escuela para adultos. Los centros educativos para adultos son estructuras que
necesitan ser añadidas para comunicar la necesidad del aprendizaje a lo largo de la vida.
La televisión, las revistas populares y la terapia privada al alcance de los adinerados no
son suficientes para crear la infraestructura de aprendizaje que debe estar disponible para
todos a lo largo de nuestra vida. Las habilidades para comunicarse, relacionarse y
respetarse unos a otros son básicas para desarrollar una sociedad segura y nutritiva.
Escuela para padres. Resulta incomprensible que el padre o la madre, el maestro
más influyente durante toda nuestra vida, no sea educado ni apoyado por la sociedad. Los
padres son dejados a su propia suerte para descubrir el arte de ser padres en cada nueva
etapa del desarrollo de sus hijos. El rol de padre cambia drásticamente de ser altamente
protector en la infancia a la necesidad de ser altamente relacional en la adolescencia.
Cuando nos acordamos de los trillones de células de la neocorteza, sensibles y
dispuestos para las conexiones desde los años más tempranos, ¿existe algún padre que no
quisiera saber qué significa esto para la educación temprana de un niño? Aunque el
entrenamiento de los esfínteres y de la conducta pueden ser importantes, también lo es el
desarrollo potencialmente rico de la neocorteza. Y durante esos «terribles dos años», ¿es
que tenemos que adoptar una eterna lucha, imprimiendo profundamente la palabra NO y
no sabiendo como grabar la alternativa del SI? La inteligencia motivacional y la de los
estados de ánimo se hace una realidad a la edad de dos años. Es entonces cuando los
padres necesitan saber cómo estimular el deseo y la satisfacción tanto como enseñar
seguridad. Las huellas que continuamente se registran en el cerebro básico del niño
indican una necesidad de conocer cómo crear un medio ambiente apropiado desde los
primeros años.
377
LA ACCIÓN INDIVIDUAL
Sé que todas las inteligencias son útiles para el individuo, pero no puedo terminar
este libro en paz sin sugerir ciertas inteligencias para individuos involucrados en
momentos difíciles de su vida.
Mi corazón se vuelca sobre aquel hombre que hoy está en un hospital
profundamente amenazado por el cáncer. Él ha analizado sus sentimientos y los ha
enmarcado dentro de un patrón de obligación y de sufrimiento en vez de darse a sí mismo
tiempo para sentirlos. Nadie le ha dicho que sus emociones están llevando una
información de importancia de vida o muerte al resto de su cuerpo.
A todos aquéllos que no son capaces de sentir sus emociones o que están sufriendo
de depresión, cáncer, o cualquier otra enfermedad de algún
378
que todos los deseos no necesitan ser satisfechos, pero que sí necesitan ser honrados,
alentados y apoyados. A medida que los niños crecen, ayudarlos a satisfacer sus propias
necesidades es una función paternal tan importante en relación al cerebro límbico, como
enseñar valores es importante en relación al cerebro básico.
A cada educador, le pido encarecidamente que se abra a sí mismo y abra sus clases
a estas inteligencias.
A cada lector le pido que estudie estas inteligencias y las practique cuando lo
considere apropiado.
Inteligencia racional
Definición:
Razonar, explicar y conectar los pensamientos secuencial y lógicamente.
Objetivo principal:
Ser capaz de cuestionar cualquier cosa. Ser capaz de construir e inventar.
Características principales:
Relaciones de causa-efecto. «Si esto sucede, entonces...».
Uso de las razones, conexiones lógicas y exactas, y un procedimiento secuencial.
Rango de vibración:
Tono regular al hablar.
Cómo comenzar:
Estudia los datos, duda y cuestiona cualquier totalidad hasta conseguir sus partes.
En la segunda fase construye una nueva totalidad a partir de las partes.
Usos especiales:
En la ciencia y filosofía. Libertad política y democracia. Libertad personal.
382
Inteligencia asociativa
Definición:
Vincular, asociar o relacionarte con aquello con lo que te quieres asociar.
Objetivo principal:
Descubrir, crear y dar significado.
Características principales:
Asociación libre.
Saltos mentales.
Conexiones múltiples.
Yuxtaposición.
Rango de vibración:
Desde el tono regular del habla hasta altas velocidades.
Cómo comenzar:
Inhibir conceptos, conclusiones y decisiones para abrirse a procesos continuos de
expansión.
Usos especiales:
Libertad mental exquisita.
Ser capaz de apreciar algo de toda persona o cosa.
383
Definición:
Ver u oír imágenes interna o externamente.
Objetivo principal:
Ser capaz de visualizar o escuchar lo ideal o lo posible antes de proceder a actuar.
Características principales:
Espacial más que lineal.
No es necesaria la conclusión.
Presente o futurista.
Real o imaginaria.
Rango de vibración:
Tridimensional.
Rango medio. .,
Cómo comenzar:
Cierra los ojos y enfoca un punto entre tus ojos o con los ojos abiertos, sin
etiquetas ni nombres, mira directamente un objeto. Mira su contorno o mira el espacio
entre los objetos. Espera oír...
Usos especiales:
Deshacerte del aburrimiento.
Mejorar la memoria.
Pre-planificar.
Entretenimiento interminable y sin costo.
Creatividad en el trabajo de artistas o músicos.
384
Inteligencia intuitiva
Definición:
Saber desde adentro, por percepción directa, sin procedimiento conocido, sin
razones.
Objetivo principal:
Evitar dinámicas externas.
Escuchar a distancia.
Tener acceso a las ondas cerebrales más altas y rápidas.
Características principales:
Quietud.
Dejar pasar.
Afinación.
Recepción.
Rango de vibración:
Interno. Muy fino. Alta velocidad.
Cómo comenzar:
Abrirte a un sistema de creencias de múltiples realidades. Observarte a ti mismo.
Buscar más allá de los límites de ti mismo. Involucrarte en la oración o meditación.
Usos especiales:
Vistazos de Dios.
Quietud.
Recibir información.
385
PARTE II
Inteligencia afectiva
Definición:
Ser afectados por una experiencia, ideas, objetos, imágenes, intuiciones,
situaciones, sentimientos, música, arte, personas o por cualquier otro aspecto de la vida.
Objetivo principal:
Mantenerse conectado con la vida física.
Característica principal:
Calidez.
Rango de vibración:
Muy lento.
Cómo comenzar:
Ve despacio.
Si es posible, deja de hablar.
Déjate envolver por...
Usos especiales:
Energizar tu cuerpo.
Profundizar en la empatía, el amor y la compasión.
386
Definición:
Entrar y salir de cualquier estado de ánimo, sea que consideres la experiencia
como dolorosa o como placentera.
Objetivos principales:
Acceder a las regiones medias más profundas de tu cerebro.
Ayudar a expandir y contraer las vibraciones para la salud de tus órganos.
Adquirir la información contenida en forma de emociones.
Acceder a los químicos naturales del cerebro.
Características principales:
Variación.
Tonalidad.
Disonancia.
Resonancia.
Temblor.
Risas y lágrimas.
Rango de vibración:
Desde rangos lentos y gruesos hasta vibración caótica hasta vibración fina, de alta
velocidad.
Cómo comenzar:
Reconceptualiza las emociones.
Desconéctate del pensamiento racional de causa-efecto.
Siéntete libre de sentir sin expresar, concluir o actuar.
Pregúntate cómo te sientes a medida que enfocas dentro de tu cuerpo.
Uso especial:
Saborear la vida.
387
Inteligencia motivacional
Definición:
Saber lo que te mueve y ser capaz de guiar ese movimiento.
Objetivo principal:
Sostener tu vida.
Características importantes:
Insistencia.
Búsqueda.
Continuidad.
Entusiasmo/Excitación.
Calor.
Rango de vibración:
Profundo e intenso.
Cómo comenzar:
Permítete sentir.
Permítete querer.
Conoce lo que te excita.
Busca la chispa.
Usos especiales:
Ser capaz de escoger, dirigir y guiar tu vida.
Obtener lo que quieres.
388
PARTE III
Inteligencia básica
Definición:
Acercarse y alejarse de algo o alguien, libre y apropiadamente.
Objetivo principal:
Darte libertad, salud y conciencia.
Características principales:
Energía neutra.
Algunas veces reconocible sólo después de haber concluido el proceso de
alejamiento o acercamiento.
Rango vibracional:
Sutil, casi irreconocible.
Cuando está consciente, es delicada, instintiva, sensorial y en concordancia con la
retroalimentación.
Cómo comenzar:
Comienza silenciosa y conscientemente.
Despégate.
Muévete lento y suavemente.
Afirma y guía tus movimientos conscientemente.
(Este proceso puede no «sentirse» bien hasta que tu energía se estabilice en alguna
nueva habilidad, acción o comportamiento).
Usos especiales:
Explorar lo nuevo.
Tomar la acción apropiada.
389
Definición:
Conocer los patrones que gobiernan tu conducta y ser capaz de cambiarlos cuando
sea necesario.
Objetivo principal:
Cambiar tu comportamiento.
Características principales:
Escondidas en de tu comportamiento.
Reveladas mediante el descubrimiento de los eslabones involucrados en tus
acciones.
La manera en que la vida se presenta: como la persona misma.
Rango de vibración:
Desde invisible hasta obvio. ",
Cómo comenzar:
Comienza con cualquier cosa que te cause dificultad.
Encuentra el eslabón en tu cadena de reacciones ante la situación.
Usos especiales:
Ayudar con adicciones o comportamiento perjudiciales.
390
Definición:
Conocer, transformar y continuar los principales ritmos repetitivos y rutinas de tu
vida.
Ser capaz de proteger las áreas básicas de la vida, especialmente aquello que amas,
entrando en los ritmos de las distintas funciones y luego estableciendo parámetros en
espacio y tiempo.
Ser capaz de transformar los parámetros en concordancia con las dinámicas de tu
vida.
Objetivo principal:
Establecer un sentido-sensación de pertenencia, continuidad, orden,
entrenamiento y confianza.
Características principales:
Intervención activa en tu propia vida.
Rango de vibración:
Vibraciones gruesas de la acción física.
Cómo comenzar:
Estúdiate en relación al tiempo, espacio y funciones en las categorías básicas de
tu vida.
Observa tus hábitos, adicciones y valores a través de la observación de tus
acciones y de la forma como pasas el tiempo.
Usos especiales:
Sostener actividades de tu vida diaria.
Prolongar el nuevo aprendizaje hasta que sea confiable.
391
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