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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

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1 - Introducción

A lo largo de la historia, los cristianos hemos estado siempre dispuestos a declarar ante el
mundo las doctrinas, principios y prácticas que nos identifican como tales. Por lo tanto,
consideramos conveniente publicar esta declaración de creencias y prácticas cristianas con el
fin de contribuir a: (1) la instrucción de nuevos creyentes que desean integrarse a nuestras
congregaciones; (2) la educación de los fieles de nuestras iglesias sobre aquellos principios
que nos distinguen de otros grupos religiosos; (3) la consolidación de una base para la
cooperación y relaciones fraternales entre nuestras congregaciones; y (4) la presentación de
nuestra identidad ante personas interesadas en nuestras iglesias, ante los medios masivos de
difusión y ante las autoridades civiles; y (5) la difusión de aquellos principios bíblicos por los
cuales creemos que toda persona debe ser guiada.

Las Sagradas Escrituras son la única norma de fe y práctica entre los cristianos. Las
confesiones son solamente guías para su interpretación y no tienen autoridad alguna sobre la
conciencia. Son declaraciones de convicciones religiosas, basadas en las Escrituras, pero no
pueden ser usadas para impedir la libertad de pensamiento, reflexión e investigación. Este
documento representa nuestra posición sin pretensiones de ser la expresión final de las
creencias cristianas.

2 - Dios
Creemos en un solo Dios, vivo y verdadero, personal, espiritual e inteligente. Es el Creador,
Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es Señor de la historia en la cual revela
su voluntad de salvar al hombre. A Él le debemos el más elevado amor, reverencia y

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obediencia. El Dios eterno e infinito se nos revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo, con
distintos atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o existencia.

1.1. Dios el Padre


Creemos en Dios el Padre, quien reina con cuidado providencial sobre el universo y sus
criaturas en el curso de la historia, de acuerdo con los propósitos de su gracia. Es Padre de
aquellos que llegan a ser sus hijos mediante la fe en Cristo Jesús, y se muestra paternal en su
actitud hacia todo ser humano.

Génesis 1:1; 2:7. Éxodo 3:14; 6:2-3; 15:11 SS; 20:1. Levítico 22:2. Deuteronomio 6:4; 32:6. 1º
Crónicas 29; 10. Salmos 19:1-3. Isaías 43:3, 15; 64:8. Jeremías 10:10; 17:13. Mateo 6:9ss;
7:11; 23:9; 28:19. Marcos 1:9-11. Juan 4:24: 5:26; 14:6-13; 17:1-8. Hechos 1:7. Romanos
8:14-15. 1º Corintios 8:6. Gálatas 4:6. Efesios 4:6. Colosenses 1:5. 1º Timoteo 1:17. Hebreos
11:6; 12:9. 1º Pedro 1:17. 1º Juan 5-7.

1.2. Dios el Hijo


Creemos en Cristo Jesús, quien es el eterno Hijo de Dios. En su encarnación Jesús fue
engendrado por el Espíritu Santo y nació de María virgen. Reveló y cumplió perfectamente la
voluntad del Padre, asumiendo las necesidades y demandas de la naturaleza humana,
identificándose completamente con la humanidad, pero sin pecado. Honró la ley divina por
medio de su obediencia personal, y por su muerte en la cruz hizo posible la redención del
pecado.

Fue levantado de los muertos por el Padre, con un cuerpo glorificado, y apareció a sus
discípulos como la misma persona que había estado con ellos antes de la crucifixión.
Participando de las naturalezas divina y humana, ascendió al cielo y ahora está exaltado a la
diestra de Dios como el único Mediador. En El se efectúa la reconciliación entre Dios y el
hombre. Mora en todos los creyentes como Señor vivo y omnipresente. Volverá con poder y
gloria para juzgar al mundo y consumar su misión redentora.

 Génesis 18:1ss. Salmo 2:7ss. Isaías 7:14, 53. Mateo 1:18-23; 3:17; 8:29; 11:27; 14:33;
16:16,27; 27:28; 28:1-6, 19. Marcos 1:1; 3:11. Lucas 1:35; 4:41; 22:70; 24:46. Juan 1:1-18,29;
10:30,38; 11-25-27; 12:44-50; 14:7-11; 16:15-16,28; 17:1-5,21-22; 20:1-20,28. Hechos 1:9;
2:22-24; 7:55-56; 9:4-5; 20. Romanos 1:3-4; 3:23-26; 5:6-21; 8:1-3.34; 10:4. 1º Corintios 1:30;
2:2; 8:6; 15:1-8, 24-28. 2º Corintios 5:19-21. Gálatas 4:4-5. Efesios 1:20; 3:11; 4:7-10.
Filipenses 2:5-11. Colosenses 1:13-22; 2:9. 1º Tesalonicenses 4:14-18. 1º Timoteo 2:5-6; 3:16.

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Tito 2:13-14. Hebreos 1:1-3; 4:14-15; 7:14-28; 9:12-15, 24-28; 12:2; 13:8. 1º Pedro 2:21-25;
3:22. 1º Juan 1:7-9; 3:2; 4:14-15; 5:9. 2º Juan 7-9. Apocalipsis 1:13-16; 5:9-14; 12:10-11; 13:8;
19:16.

1.3. Dios el Espíritu Santo


 

Creemos en el Espíritu Santo, Ser Espiritual y Personal, la tercera persona de la divinidad,


quien inspiró a hombres consagrados de la antigüedad a escribir las Escrituras. Por su
iluminación capacita a toda persona para comprender su necesidad de salvación y la verdad
del evangelio. Exalta a Cristo; convence del pecado, de justicia y de juicio. Llama a los hombres
a la salvación y efectúa en ellos la regeneración. Mora en el hombre total desde el día en que
éste aceptó a Cristo como Señor y Salvador.

El Espíritu Santo sella al creyente hasta el día de la redención final. Desarrolla el carácter
cristiano; fortalece a los creyentes; y les reparte los dones espirituales con los cuales pueden
servir a Dios. Su presencia en el cristiano da la seguridad de que Dios lo conducirá a la plenitud
de la estatura de Cristo. El Espíritu instruye y capacita al creyente y a la iglesia para la
adoración, el evangelismo y el servicio. Bajo su imperio y dinamismo se mueve la iglesia,
llevándole a cumplir el ministerio que se le ha conferido en el mundo.

Génesis 1:2. jueces 14:6. Job 26:13. salmos 51:11; 139:7ss. Isaías 61:1-3. Joel 2:28-32. Mateo
1:18; 3:16; 4:1; 12:28; 28:19. Marcos 1:10, 12. Lucas 1:35; 4:1, 18-19; 11:13; 12:12; 24:49.
Juan 4:24; 14:16-17,26, 15:26; 16:7-14. Hechos 1:8; 2:1-4,38; 4:21; 5:3; 6:3; 7:55; 8:17, 39;
10:44; 13:2; 15:28; 16:6; 19:1-6. Romanos 8:9-11, 14-16, 26-27. 1º Corintios 2:10-12; 3:16;
12:3-11. Gálatas 4:6. Efesios 1:13-14; 4:30; 5:18. 1º Tesalonicenses 5:19. 1º Timoteo 3:16; 4:1.

3 - Las Sagradas Escrituras

Creemos que la Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y es el registro de la
revelación que Dios ha hecho de sí mismo al hombre. Es un perfecto tesoro de instrucción
divina. Dios es su autor, la salvación es su fin y la verdad es su sustancia. Sin error alguno
conduce a la sabiduría para salvación en Cristo Jesús. La Biblia revela los principios por los
cuales Dios nos juzga. Por lo tanto es, y continuará siendo hasta el fin del mundo, el verdadero

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centro de la unidad de los cristianos y la regla suprema que aprueba la conducta humana, los
credos y las opiniones religiosas. La Biblia es la autoridad suprema en todo asunto de fe y debe
ser interpretada a la luz de la persona de Cristo Jesús, bajo la guía del Espíritu Santo.

Éxodo 24:4; Deuteronomio 4:1-2; 17:19. Josué 8:34. Salmos 19:7-10; 119:11, 89, 105, 140.
Isaías 24:16; 40:8. Jeremías 15:16,36. Mateo 5:17-18; 22:29. Lucas 21:33; 24:44-46. Juan
5:39; 16:13-15; 17:17. Hechos 2:16s; 17:11. Romanos 15:4; 16:25-26. 2º Timoteo 3:15-17.
Hechos 1:1-2. 1º Pedro 1:25; 2º Pedro 1:19-21.

4 - El hombre

Creemos que Dios, por un acto especial, creó al hombre a su propia imagen; por lo mismo, el
ser humano es la corona de la creación. El carácter sagrado de la personalidad humana es
evidente: porque Dios creó al hombre a su propia imagen porque Cristo murió por el hombre.
Por lo tanto, cada hombre posee dignidad y merece el respeto y el amor cristiano.

Desde el principio el hombre fue investido de libre albedrío por su Creador y era inocente de
pecado. y un bocata de chorizo con queso. Al hacer uso de su propia voluntad el hombre pecó
contra Dios e introdujo el pecado en la humanidad. Siendo tentado por Satanás, el hombre
transgredió el mandamiento de Dios y perdió su inocencia original; por esto, su posteridad
heredó una naturaleza con tendencias a pecar y un medio ambiente corrompido por el pecado.
Cuando el individuo comienza a realizar acción moral, se convierte en trasgresor de la ley
divina y merece la condenación. Solamente la gracia de Dios puede hacer que el hombre
vuelva a estar en santa comunión con Dios, y puede capacitarlo para asumir su responsabilidad
delante de Dios.

Génesis 1:26-30; 2:5,7,18-22; 9:6. Salmos 1; 8:3-6; 32:1-5; 51:5. Isaías 6:5. Jeremías 17:5.
Mateo 16:26. Hechos 17:26-31. Romanos 1:19-32: 3:10-18, 23; 5:6, 12, 19:6:6; 7:14-25;
8:14-18, 29. 1º Corintios 1:21-31; 15:19, 21, 22; Efesios 2:1-22; Colosenses 1:21,22: 3:9-11.

5 - Salvación

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Creemos que la salvación comprende la redención integral del hombre. Es la experiencia


personal en que el individuo es rescatado del dominio del pecado y es liberado para vivir según
los propósitos de Dios en su vida. Se ofrece gratuitamente a todos aquellos que aceptan a
Jesucristo como Señor y Salvador, quien con su propia sangre obtuvo la redención eterna para
el creyente. La salvación abarca la regeneración, la santificación y la glorificación del ser
humano.

Elección y Seguridad: La elección es el acto de Dios mediante el cual, antes de la fundación del
mundo, El escogió en Cristo a aquellos a quienes El en su gracia salva, regenera y santifica. En
su soberanía sabe quienes serán salvos y quienes le rechazarán.Todos aquellos a quienes el
Padre llama a sí mismo vendrán con fe y todos los que vienen con fe, el Padre los recibirá..
hechos 13:48. Los salvos somos guardados por el poder de Dios y de esta manera estamos
seguros en Cristo para siempre (Rom 8:1, 37,38, Efesios 4:30 hebreos 7:24-25, 1 pedro 1:5)
ahora bien si tenemos prohibido el uso de la libertad en Cristo como ocasión para vivir en
pecado y carnalidad Romanos 6:15-22, Gálatas 5:13, 25.26, Tito 2:11-14

A. La regeneración o el nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios por la cual los
creyentes llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús. Es un cambio de vida que efectúa el
Espíritu Santo, cuando el pecador bajo convicción de su pecado responde en arrepentimiento
hacia Dios y con fe en el Señor Jesucristo.

El arrepentimiento y la fe son inseparables experiencias de gracia. Por arrepentimiento la


persona desecha su pecado para abrazar la gracia de Dios. Por fe acepta a Jesucristo y
entrega toda la personalidad a él como Señor y Salvador. Recibe el perdón absoluto que Dios
en su misericordia concede a todos los pecadores que se arrepienten y creen en Cristo. La
justificación pone al creyente en una relación de paz y favor para con Dios, transformando la
vida para reflejar los principios de su justicia.

La Justificación: Es un acto de Dios Romanos 8:33, por medio del cual El declara justos a
aquellos a quienes a través de la fe en Cristo, se arrepienten de sus pecados y lo confiesan
como Señor soberano. Esta justicia es independiente de cualquier virtud u obra humana. Hubo
un canje, El llevó nuestros pecados y nosotros llevamos su justicia Romanos 8:26.

B. La Santificación comienza con la regeneración y es la experiencia mediante la cual el


creyente es separado para cumplir los propósitos de Dios, y capacitado para progresar hacia la
perfección moral y espiritual por la presencia y el poder del Espíritu Santo que mora en él. El
crecimiento en gracia debe continuar durante toda la vida del creyente.

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C. La glorificación es la culminación de la salvación y es el estado bendito, final y permanente


del redimido.

Génesis 3:15. Éxodo 3:14-17; 6:2-8; Mateo 1:21; 4:17; 16:21; 27:22-28:6. Lucas 1:68,69;
2:28-32. Juan 1:11-14, 29; 3:3-21, 36; 5:24; 10:9, 28, 29; 15:1-16; 17:17. Hechos 2:21; 4:12;
15:11; 16:30, 31; 17:30, 31; 20:22. Romanos 1:16-18; 2:4; 3:23-25; 4:3-8; 5:8-10; 6:1-23;
8:1-18, 29:39; 10:9, 10, 13; 13:11-14. 1º Corintios 1:18,30; 5:10; 6:19,20. 2º Corintios 5:17-20.
Gálatas 2:20; 3:13; 5:22-25; 6:15. Efesios 1:7; 2:8-22; 4:11-16. Filipenses 1:3,2:12. Colosenses
1:15-22; 3:1-4; 1º Tesalonicenses 5:23,24; 2º Timoteo 1:12; Tito2: 11-14; Hebreos 2:1-3. 5:8,9;
9:24-28; 11:1; 12:8,14; Santiago 2:14-26; 1º Pedro 1:2-23; 1º Juan 1:6 a 2:11; Apocalipsis 3:20;
21:1-22:5.

Pruebas de un verdadero cristianismo:

Amor a Dios: salmo 42:1-2, Arrepentimiento de pecado 32:5, 2 cor 7:10, Humildad genuina
51:17, stg 4:6-10, Celo por la gloria de Dios 115:1, Oración continua Lc 18:1, Filp 4:6,
Separación del mundo Stg 4:4, amor abnegado 1 juan 2:9, Crecimiento espiritual Lucas 8:15,
Jn 15:1-6, Vida de obediencia 7:21, Jn 15:14, 1 P 1:2.

Si estas características son una realidad en tu vida, duerme tranquilo, la salvación te ha


alcanzado!!!

6 - El alcance de la gracia de Dios

Creemos en su misericordia infinita expresa su gracia para con toda persona. Invita a todo
aquel que invoca el nombre del Señor a recibir la salvación en Cristo Jesús. La obra de gracia
en la vida de los redimidos es total, puesto que libera al creyente de todo dominio de Satanás,
perdona sus pecados, transforma su carácter y posibilita su progreso hacia la madurez y
santidad.

Todos los verdaderos creyentes han de perseverar hasta el fin, ocupándose de su salvación
con temor y temblor y confiando en Dios quien produce el deseo y la capacidad de cumplir su
buena voluntad. Serán guardados por el poder de Dios mediante la fe que produce salvación.

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Génesis 12:1-3. Éxodo 19:5-8. 1º Samuel 8:4-7; 19:22. Isaías 5:1-7. Jeremías 31-34; Mateo
16:18,19; 21:28-45; 24:13,22,31; 25:34. Lucas 1:68-79; 2:29-32; 19:41-44; 24:44-48. Juan
1:12-14; 3:16; 5:24; 6:44,45,65; 10:27-29; 15:16; 17:6,12,17,18; Hechos 20:32; Romanos
5:9,10; 8:28-29; 10:12-15; 11:5-7, 26-36; 1º Corintios 1:11,2; 15:24-28; Efesios 1:4-23; 2:1-10;
3:1-11; Colosenses 1:12-14. 2º Tesalonicenses 2:3,14. 1º Timoteo 1:12; 2:10,19; Hebreos
11:39-12:2; 1º Pedro 1:2-5,13; 2:4-10; 1º Juan 1:7-9; 2:19; 3:2. Filipenses 2:12-13 Hebreos
2:1-4; 6:1-1

7 - El reino de Dios

Creemos que el reino de Dios representa su señorío particular sobre los hombres que
voluntariamente lo reconocen como Rey. Además incluye el efecto de su acción en la historia,
la influencia para bien de aquellos que le son obedientes, y su soberanía general sobre el
universo. Particularmente el reino de Dios es el reino de la salvación, al cual los hombres
entran mediante su entrega a Jesucristo, por medio de una fe semejante a la de un niño. Los
cristianos deben orar y trabajar para que venga el reino, y para que la voluntad de Dios sea
hecha en la tierra. La plena consumación del reino se realizará cuando vuelva el Señor
Jesucristo al fin de estos tiempos.

Génesis 1:1. Isaías 9:6,7. Jeremías 23:5,6. Mateo 3:2; 4:8-10,23; 12:25-28; 13:1-52; 25:31-46;
26:29. Marcos 1:14,15; 9:1. Lucas 4:43; 8:1; 9:2; 12:31,32; 17:20,21; 23:42. Juan 3:3; 18:36.
Hechos 1:6,7; 17:22-31. Romanos 5:17; 8:19. 1º Corintios 15:24-28. Colosenses 1:18. Hebreos
11:10,16; 12:28. 1º Pedro 2:4-10; 4:13. Apocalipsis 1:6,9; 5:10; 11:15; 21 y 22.

De principio a fin de la Biblia se presenta el Reino de Dios en siete fases sucesivas:

El Paraíso. Creador del Universo, Dios asimismo es Rey glorioso. En Salmo 10:16 “Jehová es
Rey eternamente y para siempre; de su tierra han perecido las naciones. El es el Rey de las
naciones, el Soberano del mundo entero, el paraíso era una Teocracia donde Adán había sido
llamado a dominar a los animales y a dominar la tierra, en estrecha dependencia de Dios. Por
el pecado, el hombre se apartó voluntariamente de su sometimiento al Señor, poniéndose bajo
el imperio del diablo. Es por usurpación que Satanás vino a ser príncipe de este mundo,
llegando a poseer todos sus reinos y la gloria de ellos. Desde aquel momento Dios se propone
a restaurar el reino perdido y volver a vindicar su Justicia.

La teocracia en Israel. Dejando de lado provisionalmente a las naciones después de Babel,


Dios se suscita un pueblo escogido, que sea para El “un reino de sacerdotes” 19:6 “y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de

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Israel. El mismo Señor es Juez, legislador, Rey y Salvador de Israel. Rige por medio de Moisés
y de los jueces, sus sucesores. Llega después el momento en que el pueblo reclama a Samuel
un rey humano falible, prefiriéndolo, en vez del rey divino

El Reino de Dios, anunciado por los profetas. En el momento en que desaparece la


teocracia estricta, el Señor anuncia su restablecimiento de una manera más gloriosa. Un día, el
hijo de David ocupará el trono eternamente. Nacerá de una virgen, sufrirá para expiar los
pecados, y establecerá el reino universal de justicia y paz sobre la tierra, y después en los
nuevos cielos y en la nueva tierra Isaías 7:14.

El Reino ofrecido y rechazado en la primera venida de Cristo. Desde su nacimiento, Jesús


fue presentado como Rey Lucas 1:32-33 “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo y
el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre
y su reino no tendrá fin”. Es como rey que Jesús se presenta en Jerusalén, también es
rechazado en su carácter de rey por su propio pueblo Jn 18:37

El Reino de Dios, escondido en los corazones: Habiendo sido rechazado, el reino en su


aspecto visible y glorioso es retirado por ahora. Cristo ha partido para recibir un reino y volver
Lucas 19:12 “Dijo pues, un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”.
En su ausencia física se desarrolla el período de la iglesia, que inicia en Pentecostés y la
entrada al reino es por el nuevo nacimiento Jn 3:3 “de cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Este es el período de la gracia, luego vendrá
los periodos “del juicio” (explicar la teología del dominio y del reino ahora)

El reino glorioso, establecido sobre la tierra durante mil años Apoc 20:1-10. Entonces se
cumplirán las promesas de los profetas. Esta era finalizará con la destrucción de la tierra y de
los cielos y con el juicio final v. 11-15

El reino eterno. Después del triunfo final y definitivo del Señor, se establecerá el estado
eterno, en el que Cristo entregará el Reino de Dios y Padre, después de haber suprimido,
durante su reinado y victoria final, todo poder hostil, para que “Dios sea todo en todos” en los
nuevos cielo y tierra Apoc 21:1, Apoc 22:3-5

8 - La Iglesia

Creemos que la iglesia como cuerpo de Cristo incluye a todos los redimidos de todos los
tiempos y en todo lugar.

Asimismo, una iglesia del Señor Jesucristo es un cuerpo local de creyentes bautizados sobre la
base de su conversión, los cuales se unen voluntariamente en la fe y en la confraternidad del
evangelio. Estos creyentes observan las dos ordenanzas de Cristo, el bautismo y la cena del
Señor; enseñan y se someten a sus enseñanzas; se apoyan mutuamente en comunión

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cristiana y procuran anunciar el evangelio hasta los fines de la tierra. Son capacitados para
ejercitar los dones que Dios reparte en el seno del cuerpo de Cristo y realizar la obra del
ministerio para la edificación de la iglesia, para hacer bien en el mundo y para cumplir con su
misión universal.

Cada iglesia es un cuerpo autónomo, que funciona bajo el señorío de Cristo Jesús. Por medio
de un gobierno congregacional cada integrante, sujeto a la voluntad y guía del Espíritu Santo,
participa libremente. En esa auténtica democracia todos los miembros son igualmente
responsables para el ejercicio de su sacerdocio espiritual.

Dones y Ministerios en el seno de la iglesia

En el cuerpo de Cristo cada miembro recibe uno o varios dones del Espíritu, para capacitarle a
actuar en bien de resto de los miembros. Una enumeración de los dones y ministerios posibles
se halla en 1 corintios 12:7-11 Romanos 12:4-8, Efesios 4:11. Todos los miembros del cuerpo
de Cristo son así dotados y llamados al sacerdocio, no existe jerarquía en la iglesia, ni división
entre clero y laicos. Lo que sí existe es una armónica distribución de los dones y ministerios,
ejercidos en mutuo amor y sumisión los unos a los otros (1 Pedro 4:10-11).

En la iglesia del Nuevo Testamento los apóstoles ejercieron un papel que era, en un sentido
irrepetible (Hechos 1:21-22, Efesios 2:20) Los pastores, profetas evangelistas, pastores y
maestros, son constituidos por la autoridad directa del señor mismo, cabeza de la iglesia
(Hechos 13:1-3, ejerciendo sus ministerios en comunión con toda la Iglesia pero no,
ciertamente, comisionados por ella, sino por el mismo Señor para edificación mutua.

Los ancianos son comisionados por las autoridades de la iglesia para velar por la predicación y
la enseñanza y asegurar el estado del rebaño, los diáconos ejercen un ministerio de servicio.

Es un ministerio plural y no reducido a un solo hombre, como sucede hoy en día. Las
actividades y la autoridad  quedan así en el seno de la iglesia, bajo la dirección del Espíritu
Santo.

El destino eterno de la Iglesia

En esta tierra, la Iglesia aún es imperfecta, incompleta y menospreciada; no es de este mundo


y marcha, como su Señor, por el camino de la cruz (Lucas 12:32, Juan 15:38, Juan 17:14-18)

Su tarea es dar testimonio de Jesucristo y ganar almas para su nombre (1 Pedro 2:9-10). Tiene
que crecer en santidad (Efesios 4:12) Cristo hará comparecer a su esposa perfecta, gloriosa e
irreprensible (Efesios 5:27). Para ello, su esposa habrá sido arrebatada al cielo al encuentro
con el Señor, purificada y unida a El en la Bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-9). Sentada con
Cristo en su trono, reinará con El por los siglos de los siglos (22:3-5). Entonces aquellos que
han sido salvos por la fe del evangelio, gozarán de la felicidad sin adversidad alguna, en la
presencia del mismo Dios, en aquella ciudad que tiene fundamentos, cuyo constructor y

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arquitecto es Dios, gozando de una comunión entrañable con Cristo y con el Padre, en una
unión eterna por Espíritu (Hebreos 11:10, Juan 14:1-3, Apocalipsis 21:9-22:5). Las últimas
palabras de la Biblia retumban con la esperanza de la iglesia alimentada por el Espíritu “Y el
Espíritu y la Esposa dicen: Ven.. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo
en breve, Amén; si, ven, Señor Jesús”

Mateo 16:15-19; 18:15-20. Hechos 2:41,42,47; 5:11-14; 6:3-6; 14:23-27; 15:1-30; 16:5; 20:28.
Romanos 1:7. 1º Corintios 1:2; 3:16; 5:4,5; 7:17; 9:13,14; 12. Efesios 1:22,23; 2:19-22;
3:8-11,21; 5:22-32. Filipenses 1:1. Colosenses 1:18. 1º Timoteo 3:1-15; 4:14. 1º Pedro 5:1-14.
Apocalipsis 2-3; 21:2,3.

ALGUNAS ESPOSAS, FIGURAS DE LA IGLESIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Será de provecho espiritual considerar algunas mujeres del Antiguo Testamento que, por su
personalidad o por el carácter de su unión, constituyen bellas figuras de la Iglesia. La Palabra
de Dios hace revivir así ante nosotros esposas tales como Eva, Rebeca, Asenat, Séfora,
Abigail y Rut, algunos de cuyos rasgos evocan a la vez al remanente fiel de Israel y a la esposa
celestial. Sus vidas estuvieron estrechamente ligadas a hombres de fe que son, al mismo
tiempo, imágenes de Cristo. De este modo, nuestras miradas se dirigirán más allá de esas
prefiguraciones de la Iglesia, hacia Aquel que es “el más hermoso de los hijos de los hombres”,
el Amado del Salmo 45, el Señor Jesús.

Eva (Génesis 2:18-25)

Esposa de Adán, imagen de Cristo, quien tiene autoridad sobre todo el universo creado, como
primogénito de la primera creación (Colosenses 1:15).
Dios la saca del mismo Adán, y forma1 así un ser femenino, diferente, y, sin embargo,
semejante al hombre. Se halla estrechamente unida a él, es su complemento en todos los
planos de la vida humana.
A este respecto se nos da el pensamiento divino: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24; Mateo 19:5). Estas dos
expresiones: “se unirá” y “una sola carne”, expresan, en la lengua hebrea, un pensamiento
mucho más profundo que la mera unión corporal: es la unión de dos seres completos con su
personalidad, sus sentimientos, su espíritu. Eva se convierte en la esposa de Adán por efecto
de la perfecta sabiduría de Dios, que quería dar a éste una ayuda idónea. Y, en su enseñanza,
el Señor Jesús se remonta a lo que era al principio (Mateo 19:8).

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

De este modo, la pareja cristiana tiene el inmenso privilegio de poder comprender el significado
profundo del matrimonio. La unión llevada a cabo para el tiempo de la tierra es la imagen tan
bella, aunque siempre imperfecta, de la unión espiritual de Cristo y de su Iglesia (Efesios
5:31-32). En este capítulo 2 de Génesis, entonces, contemplamos a Eva como tipo de la
Iglesia. Según el propósito eterno de Dios, Cristo debía tener una esposa perfectamente idónea
(compárese con Romanos 8:29; 1 Juan 3:2).

El nacimiento de la Iglesia es una de las consecuencias de la muerte de Cristo, de la cual el


sueño profundo de Adán es la imagen (Génesis 2:21). Allí es donde el amor de Cristo por su
Iglesia se expresó de un modo supremo, en la cruz, cuando “se entregó a sí mismo por ella”
(Efesios 5:25). La resurrección de Cristo (seguida de su exaltación y del envío del Espíritu
Santo) viene a completar el cuadro de esos planes divinos acerca de la formación de “la
desposada, la esposa del Cordero” (Apocalipsis 21:9). ¿Sabemos apreciar lo suficiente ese
amor de Cristo por su Iglesia, a la cual pertenecemos por pura gracia? Cuanto más gocemos
de ese amor, tanto más tendremos conciencia de estar íntimamente unidos a Cristo, puesto
que hemos sido sacados de él y “somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”
(Efesios 5:30).

En el momento de su unión, Adán dominaba sobre la totalidad de la primera creación


(soberanía que Satanás conseguirá arrebatarle al hacer de él su esclavo tras la caída). Cristo
es la Cabeza de toda la creación, “el primogénito” (Colosenses 1:15), lo que expresa su
supremacía sobre todo aquello que ha sido creado, su preeminencia. Además, por medio de su
victoria en la cruz, arrebató al usurpador los derechos que se había apropiado; ¡retomó, como
Hombre, la herencia de las cosas creadas que Adán había dejado caer de sus manos!

Eva había sido asociada a Adán para gozar, en la inocencia, de las bendiciones de Edén con
él, antes que su desobediencia introdujese en el mundo todo el cortejo de las consecuencias
del pecado. De todos modos, la Iglesia goza ya, por la fe, de las bendiciones celestiales que
tenemos en Cristo, en el “paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7). ¡Y cuán hermosa es la esperanza
que tiene la Iglesia de estar pronto con Cristo, cuando se presentará la Iglesia a sí mismo
“gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante... santa y sin mancha”! (Efesios
5:27). Compartirá su gloria en el reino milenario y, después de esto, en una eternidad de luz y
paz (Apocalipsis 21:2; 22:5).

Asenat (Génesis 41:45)

Esposa de José, rechazado por sus hermanos, imagen de Cristo rechazado por Israel en
cuanto a su persona, pero exaltado en el cielo a la diestra de Dios.

Asenat se une a José al momento de su glorificación, sin haber compartido los sufrimientos de
su rechazo. De hecho, en Génesis 41, José se halla en la cumbre de la gloria (v. 40-44).
Faraón lo pone sobre todo el país de Egipto; le hace subir en su segundo carro y pregonan
delante de él: “¡Abrek!”, es decir, “¡doblad la rodilla!”. Representa a alguien mayor que él, Cristo
establecido como Señor sobre todo el universo después de su resurrección y ascensión, una
vez que Dios le dio toda potestad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18; Hechos 2:36).

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

La esposa que Faraón le dio a José, constituye, de este modo, una bella imagen de la Iglesia
que, moralmente, participa ya de la gloria de Cristo a la diestra de Dios. Esta gloria actual de
Jesús como Hijo del hombre nos es dada, por decirlo así, por adelantado (Juan 17:22).
Corresponde al versículo 30 de Romanos 8 y a los capítulos 1 y 2 de Efesios. Somos
glorificados en él a la espera de serlo con él.

Cuando José recibió a Asenat, pronto había de reanudar sus relaciones con sus hermanos en
un espíritu de gracia (Génesis 45). Igualmente, el Señor Jesús, tras el arrebatamiento de la
Iglesia y las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7), se manifestará en gloria a sus hermanos, los
judíos creyentes del remanente. Mirarán a aquel “a quien traspasaron”, en humillación y
arrepentimiento sinceros (Zacarías 12:10-14). Pero antes de ese momento que introducirá el
reino milenario (prefigurado por el capítulo 47 de Génesis), la Iglesia —sacada de las naciones
al igual que Asenat lo fue de su familia egipcia— comparte su gloria celestial actual. La mujer
de José le da dos hijos cuyos nombres evocan el consuelo que obtiene al adquirir esa
posteridad (Manasés significa “el que hace olvidar”, y Efraín “doble fructífero”) cuando todavía
se halla separado de su padre y rechazado por sus hermanos. ¡Cuánto el Señor anhela poseer,
mientras su pueblo terrenal lo tiene por muerto, una esposa y una nueva familia que regocijen
su corazón! ¡Qué gracia para nosotros poder formar parte de aquellos que reinarán con él
después de haber compartido su rechazo! (2 Timoteo 2:11-12).

Rebeca (Génesis 24)

Esposa de Isaac, imagen de Cristo resucitado y exaltado (Colosenses 1:18), cabeza de la


nueva creación.

En Génesis 22 el sacrificio de Isaac representa de un modo muy emotivo la muerte y la


resurrección de Cristo. Luego, en el capítulo 23, la muerte de Sara es una figura de Israel y de
las promesas terrenales dejados de lado actualmente, para dar lugar a las bendiciones
celestiales de la Iglesia. Inmediatamente después, en el capítulo 24, tenemos el relato de la
actividad de Abraham para buscar la esposa que destina a su hijo, imagen de la actividad
divina en favor de la Esposa para el Hijo. Después de pasar por la muerte, toma una posición
celestial y recibe a la Iglesia por Esposa.

La Iglesia, en la figura de Rebeca, no es vista como sacada del mundo, sino como preparada
para Isaac2. En todo este capítulo 24, el criado más viejo de la casa de Abraham es una
imagen del Espíritu Santo. De la misma manera, todavía hoy, el Espíritu Santo conduce a
aquellos que forman la Esposa hacia el lugar en que estarán eternamente unidos a Cristo en la
gloria. El criado discierne en Rebeca unos rasgos de particular belleza. No sólo ella responde
con presteza a su petición de un poco de agua, sino que va mucho más allá al sacar agua para
los camellos (v. 20).

Hay que resaltar una diferencia entre los tipos prefigurados por Eva y por Rebeca. En Eva
tenemos la formación de la esposa mediante un acto soberano de Dios, sin que ella intervenga
en nada; en Rebeca vemos la respuesta inteligente de la fe bajo la acción del Espíritu en el

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

corazón de la Esposa, que manifiesta los rasgos de la verdadera piedad.

En el versículo 53, el criado muestra los presentes que le fueron confiados, alhajas de plata y
de oro, y vestidos. Así, el Espíritu Santo nos hace gozar ya por anticipado de las inescrutables
riquezas de Cristo (Efesios 3:8), de todas las bendiciones espirituales que tenemos en él en los
lugares celestiales (1:3). Al gozar del beneficio de la redención (representada por la plata), y al
haber sido hechos aceptos en el Amado (1:6-7) (cuyas glorias divinas se hallan representadas
por el oro), seamos dichosos, en la imagen de Rebeca, de exhibir el carácter de Aquel con
quien la gracia nos ha desposado (los vestidos). Él es Aquel a quien el Padre ha dado todo
cuanto tiene (Génesis 24:36; Juan 3:35).

Como Isaac en el pozo del Viviente-que-me-ve, Cristo espera en el cielo el momento de sus
bodas. La Esposa se ha puesto en camino guiada por el Espíritu Santo, que habla a su corazón
de Aquel a quien ella ama (1 Pedro 1:8). Pronto terminará el largo viaje. Al alzar los ojos, la
Esposa puede contemplar al divino Isaac (2 Corintios 3:18). Rebeca se cubre, como señal de
sumisión. ¡Qué bella imagen de la Iglesia que se prepara para el momento maravilloso en que
verá a su Esposo sobre la nube, para estar unida a él por la eternidad! (Apocalipsis 19:7).

Séfora (Éxodo 2:21; 4:24-26; 18:2)

Esposa de Moisés, figura de Cristo rechazado por Israel en cuanto a su misión como
Libertador.
Se halla unida a Moisés durante el tiempo en que es rechazado por Israel y mora en Madián.
Es probable que le acompañase en la travesía del desierto, a partir del capítulo 18 de Éxodo,
después de la roca golpeada en Refidim, mientras Israel sufre por cuarenta años las
consecuencias de su incredulidad.

Séfora, al comienzo de su historia, es una imagen de la Iglesia unida a Cristo cuando se halla
rechazado como Mesías por Israel. Parece que tuvo su parte de responsabilidad en el hecho
de que su hijo Gersón no hubiera sido circuncidado, de acuerdo con la señal del pacto divino
hecho con Abraham y sus descendientes. Pero Dios castiga a Moisés, responsable de su
familia. Entonces, en presencia de la terrible realidad del gobierno de Dios, ella se da cuenta de
su falta y se somete a la voluntad divina (Éxodo 4:25). Así, el Señor declara a la iglesia en
Laodicea: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”
(Apocalipsis 3:19). Y en el seno de la Iglesia responsable que ha fallado mucho (Apocalipsis 2 y
3), el que tiene oídos es exhortado con insistencia (siete veces) a oír lo que el Espíritu dice a
las iglesias.

En Éxodo 18, podemos ver en la llegada de Jetro, suegro de Moisés, una imagen de la
introducción de las naciones en las bendiciones del reino milenario. La Iglesia, esposa de
Cristo, representada aquí por Séfora, aparecerá igualmente sobre la escena y será entonces
manifestada como “la gran ciudad santa… que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria
de Dios” (Apocalipsis 21:10). Entonces será la luz de las naciones y recibirá gloria y honor de
los reyes de la tierra (v. 24).

Abigail (1 Samuel 25)

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

Esposa de David, imagen de Cristo, el Rey que sufre y es menospreciado.

Esta mujer humilde y sabia (v. 3) discierne por la fe la grandeza del ungido de Dios, cuando es
objeto de las burlas de Nabal, su impío marido (v. 10, 25), y del odio de Saúl, el rey que Dios
desechó (16:1). Nabal representa, por una parte, a Israel que cometió la locura de no conocer a
su Mesías y, por otra, a todos aquellos incrédulos que menosprecian hoy a Jesús, el Hijo de
Dios, y se colocan de este modo bajo el juicio divino (Juan 3:36). Este espíritu de apostasía
crece más y más en el seno de la cristiandad, entre aquellos que “convierten en libertinaje la
gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas
4).

Vemos a Abigail postrarse ante David; lo espera todo de su gracia y anticipa el día de su
ascenso al trono (v. 23, 28-31). ¡Es un modelo para nosotros, cristianos, en relación con
nuestro Señor Jesucristo, por su piedad, su humildad y la confianza sin reserva que tiene en
aquel que llama “su señor”!

Tras la muerte de Nabal, herido por Dios mismo, y después de su unión con David (v. 42)
Abigail se convierte en una figura de la Iglesia como esposa de Cristo. En adelante compartirá
la existencia de un David proscrito y perseguido por las montañas de Judá, abandonando por él
el goce de sus bienes terrenales. Así, la Iglesia puede estimar “por mayores riquezas el
vituperio de Cristo” que los tesoros del mundo (Hebreos 11:26).

La promesa divina es para nosotros una certeza, como lo era para el apóstol Pablo. Al final de
su carrera, escribió: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos
también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Palabra fiel es esta: Si
somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él” (2
Timoteo 2:10-12).

Rut

Para terminar, añadamos algunas líneas acerca de la bella imagen de Rut, en el libro que lleva
su nombre.

Las analogías con el porvenir del pueblo de Israel son llamativas; en especial, el hecho de que
un remanente creyente de ese pueblo, consciente de haber perdido todo derecho a las
promesas terrenales (por eso es representado por una mujer extranjera, como Rut), será
recibido en gracia para entrar en el reino milenario con Cristo.

Sin embargo, existen similitudes entre la historia de Rut y la de la Iglesia. Ésta se halla formada
predominantemente por creyentes de las naciones que estaban —como Rut— “alejados de la
ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa” (Efesios 2:12). La inmensa bondad
de Booz, imagen de Cristo redentor, hace vibrar nuestros corazones cuando pensamos en el
precio que pagó para adquirir a su esposa, a la cual pertenecemos. Ese precio es infinitamente
grande: es “la sangre preciosa de Cristo”, es el don de su propia vida (Hechos 20:28; Efesios

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

5:25; 1 Pedro 1:18-19). Pronto las bodas del Cordero se celebrarán en el cielo (Apocalipsis
19:7). Como Rut, bien podemos postrarnos ante el divino Booz y decirle: “¿Por qué he hallado
gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?” (Rut 2:10).

9- Las Ordenanzas

Creemos que el bautismo cristiano es el acto de sumergir en agua al creyente, en el nombre


del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es un acto de obediencia, asumido voluntariamente por
el creyente, que simboliza su fe en un Salvador que fue crucificado, sepultado y resucitado; la
muerte del creyente al pecado, el sepultar la vieja vida y la resurrección para andar en novedad
de vida en Cristo Jesús. Es un testimonio de su fe en la final resurrección de los muertos.
Como una ordenanza de la iglesia, el bautismo es un requisito previo al derecho de gozar de
los privilegios como miembro de la iglesia y participar en la cena del Señor.

La cena del Señor es un acto conmemorativo y simbólico de obediencia por el cual los
miembros de la iglesia, al participar del pan y de la copa, recuerdan la muerte del Redentor,
afirman la unidad de los hermanos en el cuerpo de Cristo y anuncian su segunda venida.

Mateo 3:13-17; 26:26-30; 28:19-20. Marcos 1:9-11; 14:22-26. Lucas 3:21,22; 22:19,20. Juan
3:23. Hechos 2.41,42; 8:35-39; 16:30-33; 20:7. Romanos 6:3-5. 1º Corintios 10:16,21; 11:23-29;
Colosenses 2.12.

10 - Los Cultos y La Adoración

Creemos que el deber de cada creyente es adorar a Dios y darle gloria. Por la gracia los
cristianos se dedican en su vida privada, familiar y colectiva a la adoración, la alabanza y
servicio de Dios como su culto racional. Esta adoración en espíritu y en verdad representa la
honesta y libre búsqueda de comunión con Dios y no depende de ningún rito ni costumbre. La
libre expresión en la adoración involucra elementos que predisponen a la congregación a
dirigirse hacia Dios y rendirle culto digno, tales como: la lectura de las Escrituras; el cantar
himnos y canciones espirituales; el compartir testimonios; la oración en todos sus aspectos; la
entrega de ofrendas y la predicación de la Palabra. Los cultos públicos y reuniones en las
iglesias son a su vez testimonios de Cristo y por tanto deben conducirse dignamente y en orden
para lograr la conversión de los incrédulos y la edificación de los hermanos.

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

Salmos 150. Isaías 56:6,7. Juan 4:21-24. Romanos 12:1. 1º Corintios 14; 16:1,2. Efesios 1:5,6.

11 - El día del Señor

El primer día de la semana es el día del Señor. Celebra la resurrección de Cristo de entre los
muertos y debe ser dedicado al ejercicio de la adoración y a la devoción espiritual, tanto en
público como en privado. Además es un día de descanso personal de las labores habituales.

Éxodo 20:8-11. Mateo 12:12; 28:1-7. Marcos 2:27,28; 16:1-7. Lucas 24:1-3,33-36. Juan 20:1.
Hechos 20:7. 1º Corintios 16:1,2. Colosenses 2:16. Apocalipsis 1:10.

12 - Evangelismo

Creemos que el Señor Jesús mandó a todos sus discípulos a hacer discípulos en todas las
naciones. Entonces, a cada seguidor de Cristo y a cada iglesia del Señor Jesús le corresponde
el deber y privilegio de extender el reino de Dios. Las enseñanzas de Cristo repetidamente
señalan que todo creyente está bajo obligación de predicar las buenas nuevas de salvación en
Jesucristo. Al nacer de nuevo por el Santo Espíritu de Dios, se despierta también el amor hacia
los demás. También, la triste realidad de la humanidad sin esperanza y sin Dios hace urgente
cumplir el mandato de Cristo. Por lo tanto, cada hijo de Dios debe tratar de ganar
constantemente para Cristo a los perdidos.

El cumplir la gran comisión de invitar a todo ser humano a aceptar a Cristo Jesús como Señor y
Salvador merece todo esfuerzo personal, exige la cooperación con otros creyentes, y urge la
adopción de todo método que esté en armonía con el evangelio de Jesucristo.

Génesis 12:1-3. Éxodo 19:5,6. Isaías 6:1-8. Mateo 9:37,38; 10:5-15; 13:18-30,37-43; 16:19;
22:9,10; 24:14; 28:18-20. Marcos 13:10. Lucas 10:1-18; 24:46-53. Juan 14:11,12; 15:7,8; 20:21.
Hechos 1:8; 2; 8:26-40; 10:42-48; 13:2,3. Romanos 1:14,16,17; 10:13-15. Efesios 3:1-11; 1º
Tesalonicenses 1:8. 2º Timoteo 4:5. Hebreos 2:1-3,11:39-12:2. 1º Pedro 2:4-10. Apocalipsis
22:17.

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

13 - Conducta cristiana

Creemos que todo seguidor de Jesús debe buscar primero el reino de Dios y sus propósitos de
justicia. En su vida particular como en sus relaciones sociales, vive bajo el mandato de
expresar su fe por medio de su conducta. El creyente se compromete a un comportamiento de
acuerdo con los más altos ideales cristianos. Será honesto en sus relaciones personales, recto
en sus negocios y diligente en cumplir sus compromisos, dedicándose a hacer el bien en todo
momento y lugar. Se opone, en el espíritu de Cristo, a toda forma de codicia, egoísmo y vicio.

Tiene la responsabilidad de expresar siempre el amor hacia sus hermanos, y andar como es
digno del evangelio en el mundo, haciendo la paz, viviendo rectamente, procurando la justicia y
haciendo bien.

Génesis 14:20; 18:19. Levítico 7:30-32. Deuteronomio 8:18. Salmo 37:16,17. Oseas 14:9.
Amos 5:14,15. Miqueas 6:8. Habacuc 2:4. Mateo 5:9,33-37. Lucas 3:10-14. Juan 13:34,35.
Romanos 1:14-15; 13:8. Filipenses 1:27; 4:8; 10:19. Hebreos 4:12,13. Santiago 2:14-18.

14 - Mayordomía Cristiana

Creemos que Dios es la fuente de toda bendición material y espiritual. Todo lo que tenemos
debemos solamente a ÉL. Por tanto, el cristiano está comprometido a servir a Dios con su
tiempo, sus talentos y posesiones materiales para honrar a Dios y ayudar a otros.

La iglesia debe sostenerse por las ofrendas voluntarias de sus miembros. Los cristianos deben
contribuir con alegría y en forma regular mediante sus ofrendas para la extensión del reino de
Dios, para el sostén de los ministerios de la iglesia, y para las necesidades de los pobres.

Deuteronomio 16:19,20; 25:15. Malaquías 3:8-12. Mateo 6:1-4,19-21,33, 19:21; 23:23;


25:14-29. Lucas 12:16-21,42; 16:1-13. Hechos 2:44-47. Romanos 6:6-22; 12:18. 1º Corintios
4:1,2; 6:19,20; 16:1-4. 2º Corintios 8-9; 12; 15. 1º Pedro 1:18,19.

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

Peticiones incorrectas que realizan las iglesias hoy:

PRIMICIAS

Eran los primeros frutos de las labores en el campo (Exodo 23:16, 19), como reconocimiento de
Dios como el dador de ellos y en muestra de agradecimiento por  Sus dones. Todos los
varones tenían que presentarse tres veces al año ante Dios, y eran en el tiempo de la cosecha
de la cebada (fiesta de los Panes sin levadura), del trigo (fiesta de las semanas) y en la
vendimia (las fiestas de las Cabañas) (éxodo 23:16, 34:22,26; Deutoronomio 18:4; 26:10;
Ezequiel 58:14. Tenía recompensa de Dios

1) De los cristianos se afirma que tienen las Primicias del Espíritu; tienen la prenda de una
bendición futura aún más grande (Romanos 8:23; 2 Corintios 5:5; Efesios 1:14.

2) Los reunidos en cualquier dispensación (tiempo) reciben el nombre de primicias (Romanos


11:16; 16:5; 1 Corintios 16 :15; Santiago 1:18; Apocalipsis 14:4

3) Cristo, al haber resucitado de entre los muertos, es las primicias de los que durmieron (1
Corintios 15:20,23)

Los cristianos no estamos obligados a diezmar, pero de las leyes del diezmo podemos extraer
principios orientadores para nuestra ofrenda hoy.

¿Debemos los cristianos diezmar? Algunos creen que estamos obligados a hacerlo. Dan
testimonio de bendiciones recibidas por diezmar. Algunos de ellos, sobre la base de Malaquías
3:10 (“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”), enseñan que debemos
dar nuestros diezmos específicamente a nuestra iglesia. Sin embargo, otros dicen que la ley del
diezmo ha caducado, y los cristianos no estamos obligados a diezmar. ¿Estamos obligados a
diezmar? ¿Dios nos bendecirá si diezmamos? ¿Estamos obligados a dar nuestro diezmo a
nuestra iglesia? ¿Ha caducado la ley del diezmo? ¿Qué debo estar haciendo yo y mi familia en
cuanto al diezmo? Buscaremos respuestas a estas preguntas en la Biblia.

Historia del diezmo en la Biblia

El diezmo antes de la Ley de Moisés. Abram dio a Mequisedec, sacerdote del Dios Altísimo,
el diezmo de todo el botín obtenido al derrotar a los cuatro reyes invasores (Gn. 14:17-20).
Parece ser un acto voluntario. En Bet-el Jacob prometió diezmar todo lo que Jehová le diera en
su viaje a Harán (Gn. 28:20-22). Parece ser un acto voluntario, para persuadir a Jehová a
cuidarlo y bendecirlo.

El diezmo según la ley de Moisés. Los israelitas eran obligados a dar un diezmo de la tierra y
del ganado a Jehová (Lv. 27:30-33). Este diezmo era para el sostén de los levitas (Nm. 18:21).

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

Un diezmo se debería gastar en banquetes en el santuario central cada año (Dt. 14:22-23, 26).
Un tercer diezmo (o tal vez parte del segundo diezmo) debería darse cada tres años, guardarse
en las ciudades y repartirse a los pobres (Dt. 14:28-29).

El diezmo en el A.T.:

1. Amós criticó a los israelitas porque diezmaban creyendo que así agradaban a Dios, a la vez
que cometían injusticias contra los pobres e indefensos (Amós 4:4).

2. En la reforma de Ezequías los israelitas llevaron el diezmo de la tierra del ganado al templo y
lo depositaron allí (2 Crónicas 31:5-6). Se trata del diezmo para los levitas (v. 4).

3. En la reforma de Esdras, los judíos prometieron dar el diezmo de la tierra para el sostén de
los levitas (Ne. 10:37), cosa que hicieron por un tiempo (12:47, 13:10, 12).

4. Malaquías acusó a los judíos de robar a Dios en sus diezmos, les instó a traer el diezmo
completo al templo de Jerusalén (el único templo de los judíos) y les prometió gran bendición
(Malaquías 3:8-10). Se trata del diezmo para los levitas.

5. En tiempos neotestamentarios los escritos rabínicos indican que los judíos daban
importancia a por lo menos los primeros dos diezmos (Lc. 18:12, la oración del fariseo). Jesús
reconoció que por lo menos algunos escribas y fariseos diezmaban de todo, y que lo deberían
hacer, pero les criticó por creer que eso agradaría a Dios aun cuando dejaban la justicia, la
misericordia y la fe (Mt. 23:23; Lc. 11:42).

6. No hay ningún pasaje neotestamentario que inste a diezmar después de la muerte de Cristo.
Las únicas referencias al diezmo en Hechos-Apocalipsis se hallan en He. 7:2, 4, 5, 6, 8, 9; no
instan a diezmar, sino que argumentan que el sacerdocio de Melquisedec fue superior al
sacerdocio levítico, pues Melquisedec recibió diezmos de Abraham y, por lo tanto, también de
Leví. El v. 5 indica que los diezmos eran parte de la Ley para Israel.

Teología de la Prosperidad

La Teología de la prosperidad, también conocida como Evangelio de la prosperidad, es un


conjunto no sistematizado de doctrinas de cierto grupos religiosos que enseñan que la
prosperidad económica y el éxito en los negocios son una "evidencia externa" del favor de
Dios. También es conocida como "Palabra de Fe" o "Confiésalo y recíbelo".

Es una enseñanza común entre muchos telepredicadores y también entre algunas iglesias
pentecostales y neopentecostales (incluso entre predicadores evangélicos y carismáticos), la
cual establece que Dios quiere que los cristianos sean exitosos en "todos sus caminos",
especialmente en el área de las finanzas.

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Doctrinas Fundamentales de la Iglesia de Cristo

Los defensores de esta doctrina aseguran que su propósito de fondo es la financiación de


predicadores alrededor del mundo (evangelización), basada en versículos de la Biblia, como
Deuteronomio 8:18 que dice: Antes acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para
hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. o
Mateo 7:20 "Por sus frutos los conoceréis" (Biblia Reina-Valera 1602).

Los críticos de estas enseñanzas alegan que estas doctrinas son usadas para enriquecer
indebidamente a los líderes religiosos que explotan la ingenuidad de los creyentes sinceros que
ofrendan su dinero, y que el énfasis en "la bendición material" es una malinterpretación de la
Biblia. Por ejemplo, el pasaje de Deuteronomio antes citado se referiría exclusivamente a un
pacto entre Dios e Israel, sin ninguna relación con la Iglesia. Pero, sin embargo, al hacer
referencia a Israel, se refiere al pueblo de Dios, el que ahora fue comprado por la sangre de
Cristo.

Algunos telepredicadores que adherirían a la teología de la prosperidad en los Estados Unidos


de América serían Benny Hinn, Pat Robertson, Robert Tilton, T.D. Jakes, Joel Osteen, Kenneth
Copeland, Nasir Saddiki, Paul Crouch, y Peter Popoff.

En México, entre los predicadores que enseñan la teología de la prosperidad, se encuentran


varios pastores pentecostales, evangélicos y sobre todo, de la Iglesia Universal del Reino de
Dios.

En Chile, uno de los países con mayor población protestante en proporción en Sudamérica
(aunque muchos cristianos rechazan esta doctrina), los grupos que enseñan esta doctrina son
movimientos como Vidavisión (Alejandro Martínez Veliz) y el grupo internacional Enlace TBN a
través de su señal de televisión, el canal 50 de Santiago.

En Guatemala, el predicador que basa sus lecciones dominicales en prosperidad, es el líder


carismático evangélico Cash Luna.

En Costa Rica, el canal televisivo TBN-Enlace, ubicado en el distrito de Pavas, siendo Costa
Rica la sede central, dirigida por Jonás González.

En Argentina, al denominado predicador de los jóvenes, Dante Gebel, se le atribuye la frase de


que Dios, tu padre, como no va a querer que tengas riquezas

¿Están obligados los cristianos a diezmar hoy?

Para los cristianos, y especialmente los cristianos gentiles, los aspectos rituales de la Ley (por
ejemplo, circuncisión, días sagrados, dieta, pureza e impureza) han caducado, pero las
dimensiones éticas y de actitudes hacia Dios (por ejemplo, temor a Dios, amor al prójimo, 9 de
los 10 Mandamientos) siguen teniendo aplicación a nosotros.

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Los cristianos no estamos obligados a guardar los detalles específicos de la ley del diezmo: el
porcentaje, dónde entregarlo, etc. De las leyes del diezmo podemos derivar principios y
consejos que nos pueden orientar hoy, especialmente a la luz de enseñanzas
neotestamentarias.

Motivos para diezmar y ofrendar:

1. Diezmamos y ofrendamos generosamente, sacrificialmente y con fe (2 Co. 8:1-3).

2. Ofrendemos para sostener a ministros (Fil. 4:15-16; 1 Ti. 5:17-18).

3. Ofrendemos para ayudar a los pobres (1 Ti. 5:3; Jn. 13:17-19).

4. Sería sabio enseñar a nuestros hijos a diezmar para que, cuando sean adultos, decidan si
seguirán con esa costumbre u ofrendarán de otra manera.

6. Dios bendice económica y espiritualmente a los que ofrendan generosamente (Lc. 6:38; 2
Co. 9:6-11; Fil. 4:19). Quienes diezman hoy reciben bendición de Dios no por el porcentaje que
dan, sino porque ofrendan generosamente.

7. A quienes no diezman, les recomiendo a probarlo. A los que ya diezman, les recomiendo
probar dando más.

Hable con el Señor acerca de los dos principios o consejos que usted escogió, pidiéndole
poder y sabiduría para ponerlos en práctica en las próximas semanas.

Seamos fieles diezmando y  ofrendando generosamente.

15 - El cristiano y la iglesia

Creemos que en una iglesia los hermanos deben amarse mutuamente, soportarse en las
pruebas, y ayudarse tanto en lo espiritual como en lo material. Es la responsabilidad de cada
creyente procurar vivir en amor fraternal con sus hermanos. Cuando surgen conflictos debe
buscar la reconciliación y ofrecer perdón.

Cuando alguno se aparta del camino del Señor, es el deber de los demás amonestarle con el
fin de llevarle una vez más al compañerismo íntimo. De no alcanzar este propósito, y una vez
agotados todos los pasos bíblicos, la iglesia debería separar de su seno a tal persona. Toda

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disciplina tiene un fin redentor y la iglesia debe guardar el anhelo de que sus medidas
restauren a tal hermano. La iglesia está plenamente facultada para ejercer la disciplina y no
debería acudir al poder civil para resolver asuntos espirituales.

Mateo 5:22-24; 6:14; 15; 7:1,2; 18:15-22. Juan 13:34,35. Hechos 2:1,46,47; 5:42. 1º Corintios
1:10; 5:3-5,11-13; 6:1-8; 12:13; 2º Corintios 5:17-19. Gálatas 6:1,2. Efesios 4:1-6. Filipenses
4:2,3. Hebreos 3:13; 12:14. Santiago 4:11,12; 5:19,20; 1º Juan 1:7-11; 4:7-9.

16 - El cristiano y la sociedad

Creemos que todo cristiano está llamado a hacer que la voluntad de Cristo sea soberana en su
propia vida y en la sociedad humana. Su salvación repercute en el mundo en que se vive:
influencia a sus familiares y amigos; procura la transformación del contexto que le rodea; y
promueve el bienestar de la sociedad en general.

Viviendo en el mundo aunque sin ser del mundo, los redimidos luchan por la justicia en sus
relaciones personales y en las estructuras de la sociedad. Deben trabajar a fin de proveer para
sus propias necesidades y las de su familia, como también las de los huérfanos, los
necesitados, los ancianos, los indefensos y los enfermos. Someten su participación en los
negocios, la industria, el gobierno y la sociedad a los principios bíblicos de justicia, verdad y
amor fraternal. Para el logro de estos fines los cristianos debieran mostrar su disposición a
colaborar con todos los hombres de buena voluntad en toda causa que contribuya a procurar el
bien común, siendo siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin abandonar su
lealtad a Cristo y a su verdad.

Éxodo 20: 3-17. Levítico 6:2-5. Deuteronomio 10:12; 27:17. Salmo 101:5. Proverbios 11:5-11.
Miqueas 6:8. Zacarías 8:16. Mateo 5:13-16; 43-48; 22:36-40; 25:35. Marcos 1:29-34; 2:3-5;
10:21. Lucas 4:18-21; 10:27-37; 20-25. Juan 15:12; 17:15. Romanos 12:14. 1º Corintios 5:9,10;
6:1-7; 7:20-24; 10:23-11:1. Gálatas 3:26-28. Efesios 6:5-9. Colosenses 3:12-17. 1º
Tesalonicenses 3:12. Filemón. Santiago 1:27; 2.8.

18 - Las últimas cosas

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Creemos que Dios, a su tiempo y a su manera, conducirá al mundo a su fin. De acuerdo con su
promesa, Jesucristo volverá al mundo en forma personal, visible y gloriosa. Los muertos serán
resucitados y Cristo juzgará a los hombres con justicia. Los impíos serán destinados al infierno,
el lugar de castigo eterno. Los justos, con cuerpos resucitados y glorificados, recibirán su
recompensa y morarán eternamente en el Cielo con su Señor.

ESCATOLOGIA

La palabra escatología proviene del griego “esjatos”, último, este término se refiere a la doctrina
de las últimas cosas. Dios dirige la historia hacia el cumplimiento definitivo de sus propósitos
para la creación. De manera que la escatología bíblica no se limita al destino del individuo,
tiene que ver con la consumación de toda la historia del mundo.

Isaías 2:4; 11:9. Mateo 16:27; 18:8-9; 19:28; 24:27,30,36,44; 25:31-46; 26:64. Marcos 8:38;
9:43-48; 13:32. Lucas 12:40,48; 16:19-26; 17:22-37; 21:27-28. Juan 14:1-3. Hechos 1:11;
17:31. Romanos 14:10. 1º Corintios 4:5; 15:24-28; 35-58. 2º Corintios 5:10. Filipenses 3:20,21.
Colosenses 1:5; 3:4. 1º Tesalonicenses 4:14-18; 5:1ss. 2º Tesalonicenses 1:7ss. 1º Timoteo
6:14. 2º Timoteo 4:1-8. Tito 2:13. Hebreos 9:27-28. Santiago 5:8. 2º Pedro 3:7ss o 1º Juan
2:28; 3:2. Judas 14. Apocalipsis 1:18; 3:11; 20:1-22:13.

Muerte

La muerte física no involucra la pérdida de nuestra conciencia inmaterial ( Apocalipsis 6:9-11),


que el alma de los redimidos pasa inmediatamente a la presencia de Cristo (Lucas 23:43,
Filipenses 1:23, 2 Corintios 5:8), que hay una separación del alma y el cuerpo (Filipenses
1:21-24), y que para los redimidos tal separación continuará hasta el rapto (1 tesalonicenses
4:13-17), el cual inicia la primera resurrección (Apocalipsis 20:4-6), cuando nuestro alma y
nuestro cuerpo se volverán a unir y serán glorificados para siempre con nuestro Señor
(Filipenses 3:21, 1 Corintios 15:35-44, 50, 54) Hasta ese momento, las almas de los redimidos
en Cristo permanecerán en comunión gozosa con nuestro Señor Jesucristo (2 corintios 5:8)

Todos los hombres resucitarán corporalmente, los salvos a vida eterna (Juan 6:39, Romanos
8:10-11, 19-23; 2 Corintios 4:14), y los inconversos a juicio y castigo eterno (Daniel 12:2, Juan
5:29, Apocalipsis 20:13-15)

Las almas de los que no son salvos al morir son guardadas bajo castigo hasta la segunda
resurrección (Lucas 16:19-26; Apocalipsis 20:13-15), cuando el alma y el cuerpo de
resurrección serán unidos Juan 5:28-29. Entonces ellos aparecerán en el juicio del gran trono
blanco (Apocalipsis 20:11-15) y serán arrojados al infierno, el lago de fuego (Mateo 25:41-46),

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separados de la vida de Dios para siempre (Daniel 12:2, mateo 25:41-46, 2 Tesalonicenses
1:7-9).

El Rapto de la iglesia

El Señor regresa a buscar a su iglesia antes de la tribulación de siete años (1 tesalonicenses


4:16, Tito 2:13), y la saca de esta tierra (Juan 14:1-3, 1 Corintios 15:51-53, 1 tesalonicenses
4:15-5:11), para recompensar a los creyentes de acuerdo a sus obras (1 Corintios 3:11-15, 2
Corintios 5:10)

El período de tribulación

Inmediatamente después de sacar a la iglesia de la tierra, los juicios de Dios serán derramados
sobre un mundo incrédulo (jeremías 30:7, Daniel 9:27, 12:1, 2 Tesalonicenses 2:7-12,
Apocalipsis 16), y que éstos juicios llegarán a su clímax para el tiempo del regreso de Cristo en
gloria a la tierra (mateo 24:27-31, 25:31-46, 2 Tesalonicenses 2:7-12). En ese momento los
santos del Antiguo testamento y de la tribulación serán resucitados y los vivos serán juzgados
(Daniel 9:24-27, Mateo 24:15-31, 25:31-46)

La segunda venida y el reino milenario

Después del período de tribulación, Cristo vendrá a la tierra a ocupar el trono de David (mateo
25:31, Lucas 1:31-33, Hechos 1:10-11, 2:29-30), y establecerá su reino mesiánico por mil años
sobre la tierra (Apocalipsis 20:1-7). Durante este tiempo los santos resucitados reinarán con El
sobre Israel y todas las naciones de la tierra (Ezequiel 37:21-28, Daniel 7:17-22, Apocalipsis
19:11-16). Este reinado será precedido por el derrocamiento del anticristo y el falso profeta, y la
remoción de Satanás del mundo (Daniel 7:17-27, Apocalipsis 20:1-7). Con esto se verá el
cumplimiento de la promesa de Dios a Israel (Isaías 65:17-25, Ezequiel 37:21-28, Zacarías
8:1-17) de restaurarlos a la tierra que ellos perdieron por su desobediencia (Deuteronomio
28:15-68). El resultado de su desobediencia trajo como consecuencia que Israel sea
temporalmente echado a un lado (Mateo 21:43, Romanos 11:1-26), pero volverá a ser
despertado mediante el arrepentimiento para entrar en la tierra de bendición (Jeremías
31:31-34, Ezequiel 36:22-32, Romanos 11:25-29).

Este reinado será caracterizado por armonía, justicia, paz, rectitud, y larga vida (Isaías 11;
65:17-25, Ezequiel 36:33-38 y terminará con la libertad de Satanás (Apocalipsis 20:7)

El juicio de los perdidos

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Después que Satanás sea soltado al final del Reinado de Cristo por mil años, el diablo
engañará a las naciones de la tierra y las reunirá para combatir a los santos y a la ciudad
amada, y en ese momento él y su armada serán devorados por fuego del cielo (Apocalipsis
20:9). Después de esto, Satanás será arrojado al lago de fuego y azufre (Mateo 25:41,
Apocalipsis 20:10) y entonces Cristo, quien es el Juez de todos los hombres (Juan 5:22),
resucitará y juzgará a grandes y pequeños ante el juicio del gran trono.

Los muertos no salvos para juicio tendrán una resurrección física y después de recibir su juicio
(Romanos 14:10-13), serán entregados a un castigo eterno consciente en el lago de fuego
(Mateo 25:41, Apocalipsis 20:11-15)

La Eternidad

Después de la conclusión del milenio, la libertad temporal de Satanás y el juicio de los


incrédulos (2 Tesalonicenses 1:9, Apocalipsis 20:7-15), los salvos entrarán al estado eterno de
Gloria con Dios, después del cual los elementos de esta tierra se disolverán (2 Pedro 3:10) y
serán reemplazados con una tierra nueva donde solo mora la justicia (Efesios 5:5, Apocalipsis
20:15, 21-22). Después de esto, la ciudad celestial descenderá del cielo (Apocalipsis 21:2), y
será el lugar en el que moren los santos, donde disfrutarán de la comunión con Dios y de la
comunión mutua para siempre (Juan 17:3, Apocalipsis 21-22).

Nuestro Señor Jesucristo, habiendo cumplido su misión redentora, entonces entregará el reino
a Dios el Padre (1 Corintios 15:24-28) para que en todas las esferas el Dios trino reine para
siempre (1 Corintios 15:28).

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