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UNIVERSIDAD JOSE CARLOS MARIATEGUI

ADMISTIA EN EL PERU

DEFINICION
La Real Academia Española define a la palabra amnistía como “el olvido legal de los
delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”[9]La amnistía (del griego
amnestia, olvido) es una causa de extinción de la responsabilidad penal. Es un acto
jurídico, normalmente emanado del Poder Legislativo, por el que una pluralidad de
individuos que habían sido declarados culpables de un delito pasan a considerarse
inocentes por desaparición de la figura delictiva. La amnistía es una forma de
prerrogativa soberana de “Ius Gratiandi”[10] (Giuseppe Maggiore).

La amnistía es el olvido del hecho el cual se considera que ha lesionado un interés


jurídicamente protegido, razón por la cual, el hecho o acción desaparece, no hay lugar
a la aplicación de una sanción. El Estado al aceptarla, se desprende de su facultad de
investigar y sancionar los delitos correspondientes frente a los amnistiados.Es
“aquella institución por virtud de la cual el poder público, en razones de alta política,
anula la relevancia penal de ciertos hechos extinguiendo las responsabilidades
punitivas dimanantes de los mismos.”

Es una institución jurídica legal, por medio de la cual el Estado se abstiene de


adelantar la investigación y de imponer la correspondiente sanción, asumiendo bajo
tal figura que el delito no ha existido y que por tanto no hay lugar a su sanción. La
amnistía hace relación a la renuncia que el Estado hace, del derecho a castigar por un
delito cometido. “La amnistía realmente es un olvido que el Estado hace, por motivos
de carácter social y de política criminal, de ciertas infracciones, ya sean
estas comunes, ya derivadas de hechos políticos.”

Es un acto jurídico, normalmente emanado del Poder Legislativo, por el que una
pluralidad de individuos que habían sido declarados culpables de un delito pasan a
considerarse inocentes por desaparición de la figura delictiva. A diferencia del indulto,
que extingue la responsabilidad penal actuando sobre la pena derivada de un delito
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(la persona sigue siendo culpable, pero se le ha perdonado el cumplimiento de la


pena), la amnistía actúa sobre el delito mismo. Por ello, la amnistía suele tener efectos
retroactivos y, entre otros, extingue toda responsabilidad penal o a veces civil y anula
los antecedentes penales, lo que lo convierte en un olvido total. “La amnistía obedece
siempre a razones de alta política” la amnistía no se fundamenta “en las condiciones
personales”, “sino en un interés público que exige o aconseja el olvido y el perdón.”

Amnistía significa que el legislador establece que determinado hecho, considerado en


un inicio como un acto ilícito de carácter penal, deja de serlo, teniendo como
consecuencia el olvido de la responsabilidad penal, implicando la renuncia del Estado
tanto al ejercicio de la acción penal pública así como a la ejecución de la pena. Esto
último es muy relevante ya que, a diferencia del indulto (que solo extingue en forma
exclusiva la ejecución de la pena), la amnistía extingue la persecución penal como la
ejecución de la pena en forma paralela, además de que una ley de amnistía no puede
beneficiar, en su propia definición, a una persona determinada.

Las amnistías por regla general especifican una categoría o categorías de


beneficiarios, como los miembros de las fuerzas rebeldes, los agentes estatales o los
exiliados políticos. Las amnistías suelen especificar con mayor frecuencia y cada vez
más crímenes determinados o circunstancias determinadas en las cuales se
obstaculizan el enjuiciamiento penal o las acciones civiles. En este sentido, las leyes de
amnistía crean una abolición de la ley penal, en la que cesa cualquier efecto de la
tipicidad penal de la conducta, en determinado tiempo o espacio de tiempo. Lo que
una vez acordada la amnistía, cualesquiera sean los hechos a que se refiera, debe ser
general y debe otorgársele a todos los que han cometido el hecho o los hechos que la
originan, y no solo a algunos de aquellos, pues, atiende más a los hechos que a las
personas. “Es por ello que la amnistía como tal conlleva una serie de efectos, entre
ellos: que se aplica retroactivamente y en una forma general a una cierta categoría de
crímenes, y no a grupos señalados.”[14]
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La amnistía suele tener efectos retroactivos y, entre otros, extingue toda


responsabilidad penal o civil y anula los antecedentes penales. Por el mismo motivo,
es general, dado que actúa sobre todos los que cometieron ese delito, y no sobre
individuos concretos.Poniendo en claro además que procesos de amnistías se dan en
función a los requerimientos sociales, no de individuos particulares sino desde la
perspectiva del conjunto general: “La amnistía general no se personaliza, no se da en
función de las personas, sino en función de la sociedad, la amnistía se da por
conveniencia política.”

HISTORIA DE LA AMNISTÍA EN EL PERÚ

La amnistía, es ampliamente conocida en la historia civil del Perú y de otros muchos


países. Hay expresiones numerosas de ella, que ha seguido el desarrollo de nuestra
República desde sus primeras etapas y a lo largo de numerosas contiendas por las que
ha pasado la vida republicana del Perú. Nuestra República en sus primeros años del
siglo XIX, el gobierno peruano ha expedido amnistías. Un gran ejemplo serían las de:

Setiembre de 1822, José de La Mar, concedió amnistía a fugitivos, ausentes y acusados


de contumacia, y a delitos políticos. En julio de 1834 el presidente Luis José Orbegoso,
concede amnistía a los expatriados por los enfrentamientos militares de 1832 y 1833.
Felipe Santiago Salaverry en mayo del 1835, considerando que las persecuciones
políticas y extravíos políticos, arruinan a muchas familias; fomentan el sosiego
doméstico, y privaban a la Nación de “luces y servicios”, concedió amnistía a todos los
deportados y expulsados por delitos políticos desde 1821, para reconciliar a la Nación.

En agosto de 1835 Andrés de Santa Cruz, tratando de mermar las rebeliones


frecuentes llevadas por Gamarra y Salaverry, concedió amnistía a los delitos políticos,
para que tranquilice a la Nación y a las familias; conciliar los ánimos por medios
suaves y protectores. En noviembre de 1835, nuevamente Santa Cruz, dictará una
amnistía general a todos los individuos de tropas, jefes, oficiales que integraban los
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campos de Salaverry y de Gamarra, cuya amnistía general fue encaminada a poner en


alto la guerra civil y todo levantamiento, para reconstituir la Nación.

Luis José Orbegoso en enero de 1836, concedió una amnistía general a los empleados
civiles y eclesiásticos que sirvieron a la sedición de la Fortaleza de Callao del 23 de
febrero. Santa Cruz en febrero de 1838, concedió amnistía a los reos que habían
cometido delitos contra el Estado. Luis José Orbegoso en julio de 1838, concedió
amnistía a los delitos políticos y a las opiniones pasadas de los enemigos en sedición.
Agustín Gamarra en octubre de 1838, concedió amnistía general a todos los Jefes,
Generales, Oficiales y tropas que se hallaban con los enemigos, siempre que hayan
abandonado las filas opresoras. Santa Cruz en noviembre de 1838, concedió amnistía
a los que emigraron o se enrolaron con el ejército enemigo chileno.

En nuestra historia republicana (siglo XX) se tiene en el Perú cantidad de


ejemplos ilustrativos, de cómo sublevaciones o revueltas, han sido resueltas con la
promulgación de amnistías, con el fin de “cerrar heridas abiertas”. “La violencia
política siempre ha estado presente en nuestro país, se han expre sado diversas
luchas y con distintos contenidos que en esencia son expresiones de la lucha de
clases. Se han dado movimientos militares de carácter político… En la historia de
nuestro país también está estampada que las salidas a estas situaciones de
convulsión social también se han hecho con medidas políticas como las
amnistías.” [19] Un gran ejemplo fue la de Augusto B. Leguía que, autorizó la
concesión de amnistiar -pedida por Riva Agüero- a favor de los demócratas golpistas
de 1909, lo que constituyó un signo de conciliación.
Como vemos en nuestra historia peruana, en el curso histórico-constitucional, el
Estado peruano ha expedido amnistías en relación con los delitos políticos. En
diferentes momentos de nuestra historia nacional, se han expedido este “beneficio
jurídico”, partiendo en primer lugar de un criterio general, en el siglo XX. Las
sucesiones de conflictos armados ha determinado el empleo frecuente de
disposiciones de amnistía general. Un ejemplo ha sido la amnistía otorga por el
gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado, según D.L. N° 18692 del 21 de
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diciembre de 1970, donde se concedió amnistía e indulto “a todos los inculpados,


acusados y sentenciados por delitos calificados como político-sociales y conexos”. Esta
amnistía, como se sabe, se refirió a los levantamientos subversivos y acciones
guerrilleras que tuvieron como núcleo de acción la guerrilla de 1965 encabezada por
Luis de la Puente (MIR); cuya amnistía comprendió a todos los que en relación a tales
acontecimientos habían cometido delitos de diversa gravedad, así como a los que
desde el punto de vista político eran propios y conexos.

AMNISTÍA EN EL CÓDIGO PENAL Y PROCESAL PENAL

En el actual Código Penal en su artículo setentiocho, establece como causal o forma de


extinción de la acción penal (“hecho punible”), entre otros, a la amnistía, el cual está
específicamente reconocido en el artículo ochentinueve del Código Penal y referido a:

Artículo 89.- Amnistía e indulto-Efectos


La amnistía elimina legalmente el hecho punible a que se refiere e implica el perpetuo
silencio respecto a él.

En el actual Código Penal en su Artículo 78.- Causales de extinción


La acción penal se extingue:
1. Por muerte del imputado, prescripción, amnistía y el derecho de gracia.
2. Por autoridad de cosa juzgada.
3. En los casos que sólo proceda la acción privada, ésta se extingue, además de
las establecidas en el numeral 1, por desistimiento o transacción.”(*)
(*) Artículo vigente conforme a la modificación establecida por el Artículo 1 de la Ley
N° 26993, publicada el 24-11-98

Código Procesal Penal:


Artículo 6°: La Acción Penal: Excepciones:
1. Las excepciones que pueden deducirse son las siguientes:
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a) Naturaleza de juicio, cuando se ha dado al proceso una sustanciación distinta a la


prevista en la Ley.
b) Improcedencia de acción, cuando el hecho no constituye delito o no es justiciable
penalmente.
c) Cosa juzgada, cuando el hecho punible ha sido objeto de una resolución firme,
nacional o extranjera contra la misma persona.
d) Amnistía.
e) Prescripción, cuando por el vencimiento de los plazos señalados por el Código
Penal se haya extinguido la acción penal o el derecho de ejecución de la pena.
2. En caso que se declare fundada la excepción de naturaleza de juicio, el proceso se
adecuará al trámite reconocido en el auto que la resuelva. Si se declara fundada
cualquiera de las excepciones previstas en los cuatro últimos literales, el proceso será
sobreseído definitivamente.

Vemos que la amnistía impide la persecución de penal haciendo cesar todos sus
efectos. De allí que la amnistía extinga la acción penal, puesto que no puede
permanecer la pretensión punitiva por un hecho desincriminatorio que su inmediata
consecuencia sea el sobreseimiento. Las causas de la extinción de la responsabilidad
penal son circunstancias contenidas en la ley y extingue la responsabilidad criminal
del autor de un delito ya cometido, aunque se den todos los elementos o categorías
que normalmente fundamentan la exigencia de una responsabilidad criminal, y anulan
la perseguibilidad en el proceso penal.

AMNISTÍA EN LA CONSTITUCIÓN DE 1993

La facultad para la concesión de amnistías reposa en el Congreso de la República pues


se trata de una decisión que involucra una limitación a la aplicación de la ley penal y
por ello ninguna otra rama del poder público se halla habilitada para tomarla. Es una
institución de carácter general en cuanto se refiere de manera impersonal a las
conductas punibles que son objeto de amnistía. El Congreso no puede prohibir la
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concesión de amnistías e indultos por delitos políticos. Por eso es que la amnistía
constituye una atribución privativa del Congreso ya que por su naturaleza y efectos
presupone el ejercicio de una función eminentemente legislativa tanto desde el punto
de vista formal como material. Y considerar que la promulgación de un ley de
amnistía, sea inconveniente e inconstitucional, no son más que razonamientos
“huérfanos en ideas”, tachar a la amnistía como el monstruo de la impunidad, son los
argumentos de los vampiros que siguen chupando la sangre de los muertos. Ya el
mismo García Belaunde nos dice: “En nuestra tradición, la amnistía se considera como
un atributo del Congreso, que sirve para olvidar la pena y en consecuencia se da en
abstracto, si bien tiene beneficiarios concretos.” Domingo García Belaunde, La
Constitución y su Dinámica, p.80, Publicado en Revista Jurídica del Perú, Trujillo
(Perú), núm. 4, octubre-diciembre de 1995.

En toda nuestra historia constitucional, las constituciones del Perú han subrayado que
la amnistía es un derecho imprescindible. La historia y práctica constitucional
republicana en el Perú ha seguido, así la Constitución de 1867 prescribía como
atribución del Congreso la concesión de amnistía en los supuestos de juicios políticos.
La Constitución del 79, la observa en su artículo 186 como atribución exclusiva del
Congreso.La amnistía es la facultad que tiene el Congreso según el artículo 102 inciso
6 de la Constitución, de perdonar a un procesado, la comisión de un delito político, la
cual implica, el olvido de la pena y de los hechos delictuosos, es decir, es un perdón
completo. La Constitución del 93, la registra en su:
Artículo 102º de la Constitución Política del Perú, nos dice:
Son atribuciones del Congreso:
6. Ejercer el derecho de amnistía.

EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LA AMNISTÍA

La doctrina y la jurisprudencia nacionales han indicado que: “La amnistía es una


institución que otorga el olvido a las personas procesadas y condenadas por delitos
políticos”[23] La amnistía es un dispositivo jurídico extraordinario orientado a la
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superación de situaciones de conflicto social y a restablecer el orden jurídico. El


Tribunal Constitucional, aseveró que dictar amnistías es una facultad exclusiva del
Congreso, con base en la Constitución. Ya en las sentencias decía:

“La amnistía es un derecho que el Congreso ejerce en nombre de la sociedad a fin de


aplicar el olvido a ciertos tipos de delito, los cuales se tienen como hechos no punibles,
y se considera como nunca perpetrados”

“Según el artículo 102, inciso 6, de la Constitución, entre las atribuciones del Congreso
de la República se encuentra la de dictar leyes de amnistía. Mediante ellas el legislador
establece que determinados hechos, considerados originariamente ilícitos, dejaron de
serlo. La consecuencia del olvido de la responsabilidad penal es la renuncia del Estado
al ejercicio de la acción penal (extinción) así como a la ejecución de la pena. Por tanto,
la entrada en vigencia de una ley de amnistía impide la iniciación de un proceso penal;
suspende a éste en cualquier estado en el que se encuentre y, si se hubiera dictado
sentencia condenatoria, cancela todos sus efectos penales.”
El Tribunal Constitucional llega a la conclusión que si bien el Poder Legislativo tiene
la atribución de ejercer el derecho de amnistiar, es decir, olvidar el delito cometido
por determinadas personas, produciendo los efectos de la cosa juzgada, ello no
significa, que el Congreso pueda cobijar en las leyes de amnistía violaciones a los
derechos humanos (esto lo revisaremos más adelante, con las presuntas
autoamnistías), por cuanto la legitimidad de la Constitución reposa en la defensa de la
persona humana y en el respeto de su dignidad, ya que la facultad legislativa del
Congreso no es ilimitada ni se encuentra exenta de control constitucional:

“En la medida en que la expedición de las leyes de amnistía constituye el ejercicio de


una competencia jurídico-constitucional, su ejercicio se encuentra sujeto a límites
constitucionales. Se trata de una competencia constitucionalmente conferida al titular
de la política de persecución criminal del Estado y cuyo ejercicio, por tanto, debe
realizar dentro del marco de la Constitución Política del Estado.”
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En función de todo lo descrito, el Tribunal Constitucional no solamente llega a la


consideración de que las Leyes de autoamnistía Nº 26479 y Nº 26492 no sólo son
nulas y carecen de efectos jurídicos, sino que también carecen de efectos jurídicos,
siendo también nulas, las resoluciones judiciales dictadas al amparo de las mismas; en
su condición de resoluciones judiciales nulas, se agrega, ellas no dan lugar a la
configuración de la cosa juzgada constitucional garantizada por los artículos 102º.6 y
139º.13 de la Constitución, en la medida en que no existe conformidad y
compatibilidad con el orden objetivo de valores, con los principios constitucionales y
con los derechos fundamentales que la Constitución consagra. El Tribunal
Constitucional, concluyó que:

“las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492 son nulas y carecen, ab initio, de efectos
jurídicos. Por tanto, también son nulas las resoluciones judiciales dictadas con el
propósito de garantizar la impunidad de la violación de derechos humanos cometida
por los integrantes del denominado Grupo Colina. En su condición de resoluciones
judiciales nulas, ellas no dan lugar a la configuración de la cosa juzgada constitucional
garantizada por los artículos 102, inciso 6 y el artículo 139, inciso 13, de la
Constitución, en la medida en que no existe conformidad con el orden objetivo de
valores, con los principios constitucionales y con los derechos fundamentales que la
Constitución consagra”.

Según el Tribunal Constitucional ha previsto en el artículo 139º.13 de la Constitución,


siendo preciso y obligatorio que la ley de amnistía no solamente deba ser válida sino
también constitucionalmente legítima. Lo quiere decir que una ley puede ser válida
pero no necesariamente legítima desde la perspectiva de la Constitución:

“una ley de amnistía no puede comprender en sus alcances a una persona o un grupo
de personas en particular, con exclusión de otras que se encuentren en los mismos
supuestos que motivan su expedición. Tampoco la amnistía puede fundarse en un
motivo incompatible con la Constitución.”[28]
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Por lo que vemos y queda claro, es que, el Tribunal Constitucional, en ningún


momento impide al Congreso expedir leyes de amnistía. Por lo que es una mentira
más por parte de los legisladores, que tratan de mancillar y tener a los presos políticos
en una condiciones inhumanas, y aislamiento absoluto de los miembros del Comité
Central del Partido Comunista del Perú. Queda claro esto.

LOS TRATADOS INTERNACIONALES Y LA AMNISTÍA

La Legislación internacional reconoce, recomienda y ampara las leyes de amnistía


principalmente para países que hayan atravesado un conflicto interno. Hemos
revisado que la amnistía es la institución jurídica que mejor recoge los elementos
legales necesarios para arribar a una solución política que contemple todos los
intereses de la sociedad luego de finalizado un conflicto armado interno, ya que la
amnistía es aplicable solo a delitos políticos y cuando este conflicto ya concluyó. La
posibilidad de que dentro de un proceso de paz se concedan amnistías amplias se
encuentra consagrada en el Derecho Internacional Humanitario, en el Protocolo II del
8 de junio de 1977, que adicionó a los Convenios de Ginebra de 1949 en el numeral 5
del artículo 6 que dice:

“A la cesación de las hostilidades, las autoridades en el poder procurarán conceder la


amnistía más amplia posible a las personas que hayan tomado parte en el conflicto
armado o que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por motivos
relacionados con el conflicto armado.”[29]

Asimismo, los precisos comentarios del Comité Internacional de la Cruz Roja sobre el referido
instrumento internacional, señalan como una competencia propia de las autoridades del
Estado el otorgar amnistías, agregando que el objeto de ello es “estimular gestos de
reconciliación que puedan contribuir a reestablecer las relaciones normales en la vida de una
nación que ha estado dividida” (párrafos 4617 y 4618).

LOS PRESOS POLÍTICOS EN EL PERÚ


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La Constitución Política del Perú, no delimita la denominación del delito político. Pero
algunos tratadistas llegar a proferir sus opiniones al respecto del caso. El delito
político y concede al legislador un amplio margen de configuración normativa en
relación con dicho concepto y que históricamente se ha señalado que el delito político
es un desconocimiento de la ley penal por acción u omisión cometido por móviles
políticos, sociales o de interés colectivo dirigidos a la conquista y detentación del
poder, tendientes a cambiar el orden político, así como aquellos actos en contra de la
organización y funcionamiento del Estado. El delito político tiene por esencia la
motivación y móviles de cambiar las condiciones políticas, económicas y sociales. “En
este sentido serán políticos los delitos ejecutados con el propósito de mantenerse en
elpoder, de defenderlo de cualquier agresión, de conseguirlo, de transformarlo.”[35]

En forma general, puede considerarse que el delito político es aquella infracción penal
cuya realización busca el cambio de las instituciones o sistemas de gobierno para
implantar otro tipo de gobierno. Por lo que los acontecimientos perpetrados en
nuestra guerra interna, son delitos de naturaleza política, que comprometieron al
conjunto de la sociedad peruana: Unos por revolucionar el orden y otros por
defenderlo. La seguridad nacional es una cuestión política. La base política determina
la norma jurídica. Los delitos que se cometieron fueron delitos de carácter neta y
absolutamente políticos. Y fue así porque el Perú vivió un conflicto interno o guerra
civil de dilatadas proporciones que se expandió a todo el territorio nacional e
involucró a toda la población peruana. Esto lo admite la propia CVR en su primera
conclusión: “El conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó
el episodio de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia
de la República”.

El argumento descalificador preferido contra la subversión marxista-leninista-maoísta


es que ellos cometieron “crímenes de lesa humanidad” y que cometieron “genocidio”.
Lo real es que las sentencias contra la dirección del Partido Comunista del Perú, no
contempla ninguna de esas tipificaciones. El doctor Guzmán no fue juzgado por delitos
de lesa humanidad. No hay juicio contra el Dr. Guzmán por delito de lesa humanidad.
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Esa es una mentira creada por toda esa cháchara pueril de los medios de
comunicación al servicio de las clases explotadoras. Más aún, como lo esclareció el
jurista Manuel Fajardo, cuando dijo que se le aplicó ilegalmente –y como gran aporte
de la izquierda burguesa al Megaproceso- la “autoría mediata”, que no figuraba en el
Código Penal Peruano. Los prisioneros políticos del Perú, ellos jamás fueron
terroristas, sino que, son comunistas revolucionarios que despojándose de todo
interés personal entregaron lo mejor de su vida al servicio del más grande
movimiento social revolucionario en la historia de nuestro país, al servicio del pueblo.
Sus delitos son políticos.

A consecuencia de acciones armadas subversivas que se desarrollaron desde inicios


de la década del 80, se fueron estableciendo, una legislación penal y procesal penal
«antiterrorista» fuerte y radicalmente represiva y violatorio de los derechos
fundamentales. Algunas de las figuras introducidas desde el autogolpe de Estado del
Presidente Fujimori (5 de abril de 1992) vulneraban la Constitución de 1979 y los
Pactos Internacionales sobre derechos humanos, estableciendo, por ejemplo, el
juzgamiento de civiles ante tribunales militares, la utilización de jueces anónimos o
«sin rostro», la imposición de la pena de cadena perpetua, la eliminación de la
evaluación del grado de responsabilidad del autor y la mera apreciación del resultado
del acto delictivo, la restricción del derecho de defensa y la severa afectación del
debido proceso.

El sistema jurídico antiterrorista peruano es ilegal a los principios de justicia e


inconstitucional por ser contrario a un Estado constitucional de derecho.[36] Por
ejemplo del llamado “megaproceso”, siendo un juicio por terrorismo, donde el
Estado peruano reitera recalcitrantemente sobre el PCP, con calificaciones como
“organización criminal”, “cúpula responsable de todas las acciones terroristas”, etc.
etc. etc., y todo dentro de su política reaccionaria en el “proceso contra el
terrorismo” presentando satánicamente a los comunistas como enemigos
irreconciliables del pueblo peruano a quienes hay que destruir y aniquilar, negando
su condición de seres humanos con derechos y dignidad. “Por lo tanto, el
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aislamiento, más aún, el aislamiento absoluto y perpetuo, es la negaci ón de los


derechos fundamentales, que se agrega a la privación de la libertad de los
prisioneros de guerra, apunta a reducirlos a la condición de subhumanos y a
destruir su esencia social de hombre, de seres humanos. Este es un plan de
reducción y aniquilamiento, sistemático y sofisticado que el imperialismo ha
creado para combatir la revolución, destruyendo a los revolucionarios,
principalmente a los comunistas, y que hoy está extendiendo a las naciones
oprimidas.” [37]

Todos sabemos que, condiciones políticas, económicas y sociales, llevaron al


comienzo de una guerra revolucionaria en las dos últimas décadas del siglo pasado
(mayo del 80), dicha guerra ya terminó en setiembre de 1992, pero quedan
problemas derivados que requieren ser resueltos políticamente, pensamos que la
vigencia de legislaciones antiterroristas que se vienen aplicando como arma de
guerra antisubversiva implicó e implica la violación de los derechos fundamentales
de los prisioneros políticos a quienes no solo se les procesó y condenó sin respetar
el debido proceso, sino que fueron ultrajados a condiciones inhumanas y
rigurosísimas de carcelería con lo que se buscó eliminar humana como
políticamente y que hoy se centra contra el Dr. Abimael Guzmán Reinoso, sometido
a aislamiento absoluto y con negación de sus derechos penitenciario. Ya el mismo lo
remarcaba: “El ser humano es un producto social, la sociedad lo crea, lo
modela… El hombre, siendo producto de la sociedad, es eminentemente social,
no puede vivir al margen de ella porque se destruye su condición esencial.” [38]

A los presos políticos –además de que fueron víctimas de toda clase de irregularidades
en el proceso penal que se les siguió en el juicio, cuando lo hubo-, no se les castigó
únicamente con las penas impuestas por el juez, con la privación de su libertad. Se les
mantuvo como rehenes y trofeos de guerra. Cuando algún grupo realizaba alguna
acción militar, los primeros en ser secuestrados y castigados ilegalmente por hechos
que ellos no habían cometido, eran los presos políticos pertenecientes a la
organización que presuntamente había realizado los hechos. Otro castigo permanente
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a que estuvieron sujetos consistió en la intención de los directores del penal y de las
policías políticas de “quebrarles la voluntad” y “desmoralizarlos”.

Los presos políticos fueron sometidos a castigos prolongados de segregación y de


incomunicación con sus seres queridos. En los penales eran llevados por meses a
calabozos o celdas de castigo, por el único motivo, de sus ideas políticas que se
expresaron con el uso de la fuerza revolucionaria. A sus familiares y amigos que los
visitaban se les sometía a revisiones excesivas, degradantes y a un hostigamiento
total; en ocasiones no se les permitía el acceso o el ingreso de víveres y de literatura.
Más aún, se les sometió a vigilancia y espionaje por períodos prolongados y, a varios
de ellos, se les sometió a detenciones arbitrarias, a tortura y a desaparición forzada.
¿Cuántos peruanos han sido juzgados por cargos falsos, y mantenidos y recluidos
indefinidamente? ¿Acaso alguien ha olvidado esta historia? El en Perú se siguen
violando los derechos de los presos políticos y demandar su libertad de todos los
presos políticos, no es “apología al terrorismo”, sino que es un deber como peruano.

El problema de los beneficios penitenciarios es expresión de un Estado de Derecho.


Todos los sentenciados, por cualquier delito deben tener derecho y beneficios. Alan
García Pérez fue el primero que expolió los beneficios a los sentenciados por
“terrorismo”. Veinte años después los vuelve a quitar y dice que él personalmente va a
impedir que salgan en libertad, interfiriendo en los fueros del Poder Judicial presionó
a los jueces, convierte el derecho en venganza, queriendo imponer internamiento
absoluto, cadena perpetua sin ley, sin sentencia, porque si dice “yo voy a impedir que
salgan” entonces quiere decir que no van a salir nunca jamás. ¿No hay principio de
legalidad en el Perú? Apuntan a impedir las libertades de los prisioneros cuando ya
cumplieron sus sentencias. ¿No fue acaso esto una acción antidemocrática de los
presuntuosos “democráticos”?

Lo mismo pasa con los medios de comunicación (los Aldos Mariátegui, los Rosa María
Palacios, los Nicolás Lúcar, etc.) y sectores de la “extrema derecha”, como promotores
de la exacerbación de los ánimos, de la proterva campaña negra oficial y mediática
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montada para oponerse a las libertades condicionales de los presos políticos, y


organizaciones políticas, hacen anticomunismo macartista del calibre más vil.Han
armado campaña moviendo las más bajas pasiones atizando espíritu de venganza,
reeditando las posiciones más retardatarias de la historia, alentando la persecución
por ideología.Es tal extremo el odio de esta prensa terrorista peruana. Ya Elena
Iparraguirre apunta en ese mismo sentido: “La parte más recalcitrante de la reacción
peruana reaviva los momentos más negros de la historia de la humanidad al no tolerar
las ideas cuestionadoras de “lo establecido”, por eso persiguen a los marxistas-
leninistas-maoístas del Perú, pretenden desaparecer al PCP y extinguir a sus
componentes, familiares, abogados, amigos o simpatizantes. Esto es ignominioso, las
ideas se combaten con ideas no con represión”.

La ilegal negación de los beneficios penitenciarios a la que una vez más recurre el
actual gobierno contra los presos políticos, esta negación de derechos es parte de la
política restrictiva y represiva que el gobierno aplica contra los hijos del pueblo
peruano. Ultrajan los derechos de los prisioneros políticos, lo que es la aplicación del
“Bürgerstrafrecht und Feindstrafrecht”[39], del que tanto nos ha hablado Günther
Jakobs, por eso siendo personas no se le considera como tales, sino enemigos sin
derechos a quienes hay que destruirlos, aniquilarlos y hundirlos en prisión por
siempre y en las peores condiciones posibles.

No olvidemos de la liberación condicional de la Señora Lori Berenson, donde el mismo


Estado y los medios de comunicación, desataron una abyecta campaña negra contra
los prisioneros políticos, con el presuntuoso “rebrote terrorista”; donde los grupos y la
facción derechista más recalcitrantes de la reacción peruana atizada y movida por sus
intereses políticos y económicos no vacilaron en seguir dirigiendo su campaña contra
los prisioneros políticos y se levantaron para impedir sus libertades al haber cumplido
sus sentencias tras largos años de prisión.

¿Acaso los presos políticos no tienen derecho a la libertad e incorporarse a la vida


social cotidiana? En el campo político, aplican la política represiva, negación de los
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derechos fundamentales, no quieren ver los cambios de la realidad, persiguen libros,


persiguen movilización con banderas rojas con la palabra amnistía, promueven
linchamiento y discriminación por ideas políticas y quieren modificar la ley de
apología que es inconstitucional, pues, la Constitución dice que no hay persecución
por razón de ideas o creencias y que no hay delito de opinión. Se sigue manteniendo
toda la legislación anti-subversiva, y continuando la cacería de brujas iniciada contra
todos los que tomaron parte durante el conflicto armado. Cuando un preso político,
una vez cumplida su pena y quiere ejercer la actividad política en el Perú, resulta que
puede verse de nuevo entre rejas por ejercer sus derechos fundamentales. Entonces,
es una forma de negar el derecho de lucha de la gente. Usted no puede protestar
porque aunque en el papel, en la Constitución, existe ese derecho, en la práctica
concreta jurídicamente no existe. Esta es la realidad.

El Estado peruano aplicando la política más reaccionaria, utilizó para perseguir a los
grupos nacionales opositores, la primera fue la de penalizar derechos civiles y
políticos; otra fue la inventarles delitos utilizando la legalidad como mascarada. Un
gran ejemplo fueron los “7 activistas del Movadef” detenidos ilegalmente por la
Dircote, haciendo creer al público que estaban haciendo “apología al terrorismo”. Por
lo que se debe “descriminalizar la protesta social del pueblo”, porque cuando
cualquier movimiento social explota en cualquier región, la tachan de terroristas, de
sembradores de violencia que quieren traer abajo el gobierno de Humala. Y no es
curioso que la prensa de la derecha política en Perú comience a hablar de los
movimientos sociales, exaltando el viejo discurso de llamarlos “terroristas” y
acompañar su nota con viejas mentiras históricas.

La liberación de algunos presos políticos en el gobierno de Valentín Paniagua fue una


medida positiva, pero la reforma estatal, largamente requerida por el pueblo peruano,
del represivo aparato judicial y de seguridad sigue sin producirse. Por lo que la
liberación de presos políticos es sólo uno de los barómetros de la seriedad del
gobierno sobre un cambio a la supuesta “inclusión social”.Los presos políticos siguen
“recibiendo unos tratos inhumanos y degradantes”. La libertad de los presos políticos
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y la reintegración a la vida civil, son requisitos indispensables para formar una


sociedad “inclusiva”. Si el gobierno nacionalista, bajo el timonel de Ollanta Humala
Tasso, está decidido a demostrar su compromiso para la “inclusión social”, este debe
ser tan sólo el primer paso hacia la liberación, lo antes posible, de todos los presos
políticos y en particular de Dr. Abimael Guzmán Reinoso. Por lo que es ilegal la
supresión de todos los derechos fundamentales del Dr. M Abimael Guzmán Reinoso,
quien con 77 años de edad sigue en aislamiento carcelario absoluto y perpetuo, desde
hace 19 años. Después de un proceso arbitrario e indebido, fue condenado a cadena
perpetua, y se encuentra retenido como rehén en una prisión militar, en la Base Naval
del Callao en condiciones inhumanas.[40]

Este Estado peruano sometido a un régimen policiaco y militar, en el cual interna


ilegalmente en sus cárceles más de 300 presos políticos: algunos encarcelados desde
hace 19 años como Elena Iparraguirre Revoredo, condenada con toda impunidad a la
perpetuidad, por haber luchado por un orden democrático de justicia, bienestar social
y popular. Los dirigentes del Estado peruano pisotean el sistema jurídico, las leyes y
los acuerdos internacionales, y hacen caso omiso las decisiones de la ONU y de OEA.
Ellos persisten en imponer; por el contrario; leyes y tribunales de excepción,
suprimiendo a los prisioneros políticos los derechos carcelarios.

El gobierno ollantista lejos de ser sensible a las sugerencias de los presos políticos, de
sus familiares y del pueblo peruano, favorable a una política de reconciliación, con una
solución política, y una amnistía general; ellos acentúan la confrontación, la
persecución, el encarcelamiento, la supresión de derechos carcelarios. Recurre al
aislamiento carcelario absoluto en prisiones militares, ellos pretenden aniquilar
progresivamente la fuerza, la esperanza y la vida de las presas y los presos políticos
tratando de rebajarlos a cero. En Concreto el gobierno actual (el
ollantismo), marginando y dejando de lado la problemática de los prisioneros
políticos, de los requisitoriados, exiliados, expatriados, de los desaparecidos
y desplazados. El Estado peruano no da muestras de voluntad política de resolver
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estos problemas latentes de la sociedad peruana. Sigue manteniendo a los presos


políticos como rehenes de la democracia y como trofeos de guerra.

El gobierno del Perú defiende su régimen policiaco y militar, negándose de restablecer


plenamente al estado de derecho en Perú, a restablecer los derechos democráticos del
pueblo. En lugar de aceptar una solución política, para poner fin a un período de odio
y de venganza, con una Amnistía General, él mantiene el conjunto del régimen
policiaco y militar, decretando de atentar al derecho a la vida. Tiene mucha razón
cuando nuestro compañero Alfredo Crespo dice que: “La justicia no es solamente
cárcel, en el Perú todo lo vemos cárcel, nos hemos vuelto carceleros, cárcel para el
ministro, cárcel para el profesor, cárcel para el policía, cárcel para el presidente, todo
queremos meter a la cárcel, un estado policiaco, carcelario, necesitamos una solución
política, una reconciliación nacional”[41] Estos mismos hechos descritos son los que
están martillando y carcomiendo a la sociedad peruana, y lo único que puede
ahorrarnos esos intentos vanos, son una “solución política” y “Amnistía general y
Reconciliación Nacional”. He ahí vuestra salvación como nación, como país y como
pueblo.

LA GUERRA INTERNA Y LA AMINISTÍA GENERAL

El conflicto armado desarrollado en el Perú, fue un fenómeno social eminentemente


político, económico y cultural, que comprometió y se vio inmersa toda la sociedad
peruana en general en los años 80s y comienzos de los 90s. Las causas estructurales
que originaron o generaron la “guerra popular” o conflicto armado, tales como
injusticia, explotación, inequitativa distribución de la riqueza, falta de igualdad social y
económica, exclusión política, corrupción de las clases políticas, así como el desmonte
de los mecanismos de represión y entre otros, que no son ni siquiera analizados por
este Estado.

“Para ver la causa que dieron origen a la lucha armada, es necesario recordar
brevemente las condiciones en las que se desenvolvió la sociedad peruana a fines
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de los años setenta del siglo pasado, donde las dos terceras partes de los
peruanos no tenían satisfechas sus necesidades básicas: alimentación, salud,
vivienda, educación, trabajo, muy en especial es ver la situación del campesino
principalmente pobre sometido al hambre, la miseria, el atraso, la postergación y
la ignominia, sometido a un modo de producción semifeudal, semicolonial y de
capitalismo burocrático. Durante todo el siglo XX el Estado no ha satisfecho las
necesidades básicas establecidas en el artículo 25 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, ni respetado los derechos fundamentales señalados en la
Constitución. Por todo eso a lo largo de los últimos cien años el camino del pueblo
y el camino antipueblo han estado enfrentados. En las décadas del 60 y 70 del
siglo XX el pueblo peruano se hallaba soportando profunda crisis, hundido en
creciente pauperización, hambre, miseria, ausencia de derechos, ultrajes,
haciendo insostenible la situación, generando una creciente protesta popular
expresada en movilizaciones y luchas principalmente campesinas, el ascendente
movimiento huelguístico del proletariado y del movimiento popular en general,
produciéndose una crisis política en bases y cimientos mismos del Estado. En esa
coyuntura casi todas las organizaciones de izquierda planteaban la necesidad de
la revolución como única salida, sin embargo sólo el PCP dirigido por el Dr.
Guzmán Reinoso asumió la decisión de concretarla y lo hicieron. La coyuntura
descrita explica, la duración y también, el porqué la guerra popular (como lo
denomina el PCP) alcanzó dimensión nacional y gran repercusión inte rnacional,
lo que no se hubiera logrado, si no hubieran contado con un amplio apoyo de las
masas populares, está realidad implícitamente también es reconocida por la
CVR.” [42]

El movimiento revolucionario, o sea, la guerra popular librada por el PCP, fue una
guerra política por la defensa de los sectores más desfavorecidos, por promover la
transformación radical de la sociedad por una más justa y humana. Lo que tomar las
armas y hacer la revolución en un momento histórico definido, es una acción
profundamente política y legítima como respuesta a la violencia que impone el Estado
opresor con sus métodos antisociales de explotación y negación del ser humano. No es
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posible estar contra esta expresión de autodefensa que los pueblos revolucionarios
escogen y optan como medida para salir de la miseria humana, como tampoco no es
posible negar el costo y el dolor que estas expresiones sociales imponen con la lucha.
Cerrar los ojos a esta realidad y calificarla de “terrorismo”, no es más que la miopía del
Estado peruano, a no reconocer su responsabilidad dentro de dicho acontecimiento.

La mismísima CVR confirmó que el conflicto armado interno que vivió el Perú
entre 1980 y el 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso y más
prolongado de toda la historia de nuestra república. Asimismo que fue un
conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos e intensos en la sociedad
peruana. La CVR afirma que el conflicto armado abarcó una proporción mayor del
territorio nacional que cualquier otro…. y llegó a involucrar a la generalidad de la
sociedad peruana. Asimismo, Amnistía Internacional, también consideró que lo
que ocurrió en el Perú desde 1980 fue un conflicto armado interno, ya en su
publicación de mayo del 2003 decía: “En 1992, el conflicto armado interno entre
el Estado peruano y los grupos armados de oposición, que había visto crecer sin
cesar la violencia desde principios de los 80, había alcanzado un nivel sin
precedente, en que la mayoría de la población se veía afectada por el estado de
emergencia.” [43] ¡No se puede negar que lo que hubo en el Perú fue una guerra
interna entre el PCP y el Estado peruano, y que llego a involucrar al conjunto de
la sociedad peruana, la CVR y Amnistía Internacional, lo señalaron claramente!

El alemán Carl Von Clausewitz, decía que: “La guerra es la continuación de la política
por otros medios”, esa fue la forma de enfocar el origen y desarrollo de cómo se
entienden los conflictos armados. Comprendía que todo conflicto armado, tenía causas
y raíces exclusivamente políticas, por lo que todo conflicto armado que se desarrolle
en cualquier parte del mundo, responderían siempre a problemas netamente sociales
y políticos. Lo que señala carácter político de la guerra, partiendo de que la
guerra es la continuación de la política por otros medios, por medios violentos y
que cada clase social genera su forma específica de guerra, por tanto su
estrategia; el proletariado revolucionario ha creado la suya: la guerra popular.
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Pero el Estado peruano no ha hecho más que, tratar de quitar todo carácter de
delito político, intentando así robarle la esencia política que le corresponde a la
guerra popular en el Perú.

La guerra interna, que terminó con la captura el 12 de setiembre del Dr. Abimael
Guzmán Reinoso, quien era la Máxima Jefatura del Partido Comunista (PCP), y gran
parte de su Comité Central y el PCP “quedó descabezado y la guerra quedó sin
dirección política proletaria”.[44] Es entonces que el PCP convoca a representantes del
Estado para iniciar negociaciones en función a firmar un “Acuerdo de paz”, tal como
sucedió en el Brasil, Salvador, Colombia y otros países, donde se promulgaron como
consecuencia leyes de Amnistía que buscaron lograr una futura Reconciliación
Nacional, en vez de usar represivamente el Derecho Penal como instrumento de
venganza contra quienes se levantaron en armas. Pero en el Perú, con un gobierno
dictatorial y autoritario, plagado del espíritu fascista y militarista y en confabulación
con las mismas ONG’s y pro-DDHH y toda la izquierda putrefacta y legal, se promulgó
toda una legislación anti-subversiva con tipos penales como la “apología al
terrorismo” que atentaban contra la libertad de pensamiento y organización, y jueces
“sin rostro” que violentaban todo el ordenamiento jurídico procesal y penal. Por lo
que el PCP ha venido luchando por terminar la guerra políticamente, llamando a
terminarla con un Acuerdo de Paz y posteriormente pedir Solución política a los
problemas derivados de la guerra. Por que “todas las guerras civiles de la historia
del mundo, cuando no han terminado por el exterminio de la facción enemiga, se han
clausurado por una amnistía.”[45] En el Perú hubo conflicto interno, guerra civil, o sea
un asunto absolutamente político.

La amnistía general es parte componente de una perspectiva y solución en el terreno


político y no simplistamente judicial. ¿Y por qué tiene que ser un enfoque de esa
naturaleza? Porque la naturaleza de los hechos que se imputa a los aún
requisitoriados –que suman más de 20,000 dentro y fuera del país-, a los que se
mantienen en armas o a los cientos de sentenciados –de ambos bandos- y que purgan
condenas en muchos casos de más de 20 años, son de estricta naturaleza política. En
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segundo término, el conflicto interno ya terminó hace casi 20 años. Y lo que queda
como rezagos, muchas veces usados en contra del propio movimiento popular, como
las luchas cocaleras y anti-mineras, pueden resolverse también mediante la amnistía
general. La “amnistía general” no es en realidad un problema jurídico, sino político y
que es conveniente hacerla para buscar la reconciliación del país.

Por lo que tiene que ser una solución política evidentemente, porque el proceso vivido
fue eminentemente político. No una solución jurídica que, es lo que se ha pretendido
con el “Megaproceso”. Ni tampoco una solución ética, promovida por esa izquierda
putrefacta a través de su Museo de la Memoria, que tanto viven de los hijos caídos del
pueblo. “La amnistía no se limita a descargar el rodaje jurisdiccional del Estado de
ciertas tareas persecutorias. Es un acto recíproco de olvido. No es un acto gracioso o
una limosna.”[46]

Pero además, el hecho de que la legislación para tiempos de guerra siga, en lo


fundamental, vigente, ha posibilitado extremas sanciones penales tanto para los casos
de la lucha popular, como para los de los sucesos tipo Andahuaylas, con Antauro
Humala a la cabeza. Los acontecimientos de Bagua, Puno, Cajamarca, Ayacucho,
Huancavelica, Apurímac; valles del Mantaro, Ene, Tambo, Ancash, La Libertad, entre
otros[47]. Estos delitos político-sociales, entran también dentro de una solución
política llamada amnistía general. Dar una “amnistía general” es ir a la raíz del
problema, es atacar de raíz al problema que viene carcomiendo a la sociedad peruana:
Que el Estado acepte que entre los años 80s y 90s hubo una guerra civil o guerra
popular, recrear la justicia, establecer un nuevo orden que impida reeditar las
situaciones del pasado y llegar a una Reconciliación Nacional. De lo contrario la
amnistía general quedaría reducida a una simple leguleyada jurídica, inconexa con la
realidad concreta.“La amnistía tiene, pues fundamentalmente un objetivo: conseguir
la paz social, restablecer la convivencia nacional, procurando eliminar odios y enconos
nacidos al calor de las luchas sociales y políticas que se reflejan específicamente aun
después de una sentencia expedida de modo formal por el Poder Judicial. Este es el fin,
sin duda positivo, que en teoría se propone la amnistía.”[48]
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Los ex presidentes Fujimori, Paniagua, Toledo, García en su gobierno


no resolvieron políticamente los problemas derivados de la guerra, su error fue no
darle unasolución política a los problemas derivados del conflicto interno. La guerra
revolucionaria iniciada en 1980 y ya terminada en el 92, fue un hecho político,
entonces, la solución a sus problemas derivados debe ser política, y la forma
histórica de solución es la amnistía, una amnistía general[49], es decir, para ambas
partes, solo así podremos marchar a una verdadera reconciliación nacional. Lo que
una amnistía general implica también que el Estado asuma su responsabilidad política
en dicha guerra interna.

Por ende, amnistía tiene que ser para los presos políticos, para aquellos que lucharon
por cambiar la sociedad peruana, para los militares y policías que trataron de
defender el viejo orden de las cosas establecidas, con todo su aparato estatal. Una
verdadera amnistía general, es una amnistía que abarque los dos bandos, que se
confrontaron en la guerra civil que pasó el Perú entre 1980 y 1992.“La amnistía debe
darse en el marco de una irrestricta reconciliación nacional” (Fajardo) que, produzca
una reconstrucción del tejido social en nuestro país.

EL MOVADEF VA ABRIENDO EL CAMINO HACIA LA AMNISTÍA


GENERAL EN EL PERÚ

Mientras que en el año 93 en el Dr. Abimael Guzmán Reinoso propuso “amnistía


general”, el Movadef nace con el fin de seguir impulsando este pedido del Dr. Abimael
Guzmán Reinoso al Estado peruano. El Movimiento por Amnistía y Derechos
Fundamentales (MOVADEF), como movimiento político ligado a las masas populares,
que siente las necesidades del pueblo, la nación y la sociedad peruana, pregona y
brega por una: “Solución Política”, “Amnistía general y Reconciliación Nacional”. Es así
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que el MOVADEF ha puesto nuevamente el tema de la “solución política” a los


problemas desencadenados por la guerra interna, sobre el tapete.

Se puede afirmar en la actualidad, que la amnistía general, ya en lo fundamental, se va


imponiendo en la conciencia del pueblo peruano. Es una tendencia que se ha impuesto
y que necesita un impulso a fin de concretarlo. Y donde amnistía general ha desatado
un gran debate en el ámbito nacional como internacional, se ha convertido en una
gran tendencia social en el Perú, Latinoamérica e Internacional. “La amnistía General
se abre paso, ya es una tendencia social y se impondrá más temprano que tarde
porque no sólo es necesidad de nuestro pueblo, el país y la sociedad peruana en su
conjunto, sino es la única forma de solucionar políticamente los problemas derivados
de la guerra popular que el Partido Comunista del Perú inició el 17 de mayo de 1980
contra el estado peruano y que terminó con la captura de Abimael Guzmán el 12 de
setiembre de 1992. Estos problemas no se resuelven con juicios ni amenazas de
juicios eternos a unos ni con condenas a penas draconianas contra los revolucionarios
sepultándolos vivos en la cárcel.”[50]

La amnistía general, amnistía para civiles, policías y militares que participaron en la


guerra interna se abre paso y su necesidad es cada vez mejor entendida por todos los
partes de la sociedad peruana como la única solución a los problemas derivados de
la guerra interna vivida en nuestro país entre 1980 y 1992. La perspectiva de la
amnistía general en el Perú es prometedora. Manuel Fajardo considera que la
tendencia por la amnistía se ha impuesto dentro del Estado. “Que aunque pequeña y
cada vez con mayor fuerza va creciendo lo nuevo y es la amnistía. Esta amnistía en la
idea de las personas se ha hecho absolutamente necesaria, porque un país no puede
recorrer su historia con las heridas abiertas. Tienen que cerrarse las heridas del
pasado para permitir el desarrollo del pueblo”. [51]

Es así como el Movadef viene abriendo el camino para una “amnistía general”, solución
política a los problemas derivados de la guerra interna; que responde a las
necesidades de la sociedad peruana. Es por eso que dice nuestro compañero Crespo:
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“es por eso que nuestros planteamientos se están abriendo paso, la amnistía se va
imponiendo”. Cuya propuesta sobre “amnistía general” por parte del Movadef, no es
una propuesta aleatoria ni unilateral, sino que también esta propuesta no es aislada
sino que la apoyan personalidades como Villanueva del Campo; Valle Riestra[52];
También un general del EP Wilson Barrantes está por “amnistía general”; el ministro
de Trabajo y Promoción del Empleo, Rudecindo Vega[53] y el ministro de defensa
Daniel Mora[54].

DETRACTORES DE LA AMNISTÍA GENERAL EN EL PERÚ

Un puñado de reaccionarios criollos, con fines e intereses exclusivamente


inconfesables, se resisten activamente a hacer realidad esta necesidad histórica. Con el
vano sueño de frustrar la amnistía política, que ya no sólo es una necesidad sino que
se abre paso y se concretará más pronto que tarde, cuanto más fuerzas políticas se
sumen a cerrar heridas sin odios ni venganzas. La única fuerza que se opone hoy a una
solución política y que optó por la judicialización de los delitos políticos de ambas
partes del conflicto fue la izquierda burguesa y putrefacta, autora principal del
informe de la CVR. Revisemos a los “detractores de la amnistía general en el Perú”: el
ex presidente Toledo en su gobierno fue uno de los promotores después de Fujimori
de impulsar y avivar el odio y recelo entre nuestro pueblo, sino recordemos cuando
dijo en tono amenazante: “me las van a pagar…en mi gobierno ningún terrorista
saldrá libre”, oponiéndose al interés nacional de cerrar heridas, y socavando el camino
hacia una verdadera reconciliación nacional.

El legislador de la Alianza Parlamentaria Víctor Andrés García Belaunde calificó de


“desacertado” un planteamiento de este tipo, porque la reconciliación no se logra con
el olvido obligatorio, que se hace a través de una amnistía. “La reconciliación se hace
cuando los culpables cumplen su condena”, manifestó. El legislador Víctor Andrés
García Belaunde calificó de desacertado el planteamiento de Vega, “porque la
reconciliación no se logra con el olvido obligatorio que se decreta con una amnistía.”
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El legislador Yehude Simon dijo que esta propuesta, “tal como se ha planteado, es un
error”, más allá de las buenas intenciones que pueda tener el ministro Vega, ya que
este es un tema “muy sensible”. “Todos queremos un país reconciliado, pero eso pasa
por una serie de etapas que involucran a los principales actores y a las víctimas y la
capacidad de perdón de los peruanos”, agregó Simon.

El congresista Yonhy Lescano consideró que es “inoportuna” la propuesta del titular


de Trabajo. “Es un tema muy sensible, me parece que es un planteamiento poco
meditado”, expresó.

En setiembre de 2011, Carlos Ferrero, ex premier y congresista de Perú Posible,


afirmó que Perú Posible nunca aprobará una amnistía por actos contra los derechos
humanos pues la reconciliación solo llega cuando se hace justicia, se repara y se
castiga a los que atropellan la vida. Por eso dijo que el Punto Final es un atropello
contra las personas que han sido dañadas y genera una sensación de impunidad.

Luis Thais noviembre 2011, aclaró que su agrupación no respalda esas declaraciones
en absoluto.“Nosotros no estamos de acuerdo con las expresiones ni de Mora ni de
Rudecindo. El partido rechaza lo expresado en términos de una amnistía general o
parcial. La política de PP, de respeto a los derechos humanos, siempre ha sido muy
clara y respetuosa de ellos. No hemos estado nunca en una actitud de impunidad”,
remarcó a diario16. “En el Perú no se puede hablar cada cierto tiempo de amnistías.
Los peruanos hemos optado por la justicia y la verdad como única manera de atender
las múltiples violaciones de los derechos humanos y para alcanzar la reconciliación”,
refirió.

García Naranjo agosto de 2011: “No habrá ni amnistía ni indulto”. “No comparto una
amnistía general, no me puedo imaginar la libertad de (Alberto) Fujimori o Abimael
(Guzmán), ese es el planteamiento de propuestas como la de Valle Riestra (…) para
amnistiar a Fujimori tendría que amnistiar a su par, no es posible sacar a uno solo por
la vía legal”, refirió.
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Salomón Lerner Ghitis, Presidente del Consejo de Ministros: “Creo que ha sido un
error que ya rectificó el ministro. No midió las implicancias de esas palabras. Eso (la
amnistía) no está en la agenda de este gobierno.”

Recordemos que el presidente Ollanta Humala Tasso, a la hora de recibir las


credenciales presidenciales, en su mensaje dijo: “Mi gobierno aspira a reconciliar el
país”. “Esta solo será posible con menos pobreza, más equidad, más derechos, más
empleo y más democracia.” Pero como vemos sigue aplicando la misma política de
odio y venganza que atizan sectores recalcitrantes de politicastros en complicidades
profundamente contraria a lo que necesita la nación y sociedad peruana.

A su turno, Francisco Soberón, director de la Asociación Pro Derechos Humanos


(Aprodeh), sostuvo que el Perú está sujeto a obligaciones y compromisos
internacionales que le impiden plantear una ley de amnistía como lo propuesta por
Rudecindo Vega. Indicó que las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) por los casos de La Cantuta y Barrios Altos le impiden al Perú
promulgar una ley de amnistía. “Es lamentable que un ministro, a estas alturas, haga
este planteamiento que es rechazable desde todo punto de vista”, manifestó Soberón.

La amnistía siempre ha sido un tópico que dado lugar a grandes problemas de


comprensión y de percepción y mucho menos en mentes que quieren vivir de
muertes.Y pretenden rehuir el debate de fondo. También pensamos que sólo pueden
oponerse a la “amnistía general” los grupos que por mezquinos intereses se oponen a
la “reconciliación nacional” y otros que so pretexto de proteger los derechos humanos,
viven de los fallecidos de ambas partes de la guerra y trafican con el dolor de sus
familiares. No hacen más que vampirizar con los muertos y hacer mercancía y lucro
con su sangre derramada. Con sus “cantos de sirenas” se hacen llamar los protectores
a los derechos humanos y defender el estado democrático. Con respecto a la llamada
izquierda caviar que viene oponiéndose furibundamente a la amnistía por interés
mezquinos, nuestro compañero Crespo tuvo palabras claras y directas: “La guerra que
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vivió nuestro país ha sido muy dolorosa, se han perdido vidas de ambas partes, las
reacciones que hay en contra, no se puede entender de manera simplista. Pero cuando
una guerra termina, los muertos son de todos y nadie tiene derecho, so pretexto de
derechos humanos a traficar con los muertos de la guerra. Porque hoy hay muchos
que se dicen defensores de derechos humanos, ganan buenos sueldos y no quieren
que haya una amnistía general, porque se quedan sin trabajo.”[55]

Los detractores de la “amnistía general en el Perú”, como ínfima minoría que quieren
hacer vivir al pueblo peruano con rencores, celos y violencia., maquillada con
intereses de clase. Estos detractores, sin argumentación objetiva ni seria, concluyen
que una “amnistía general en el Perú”, está prohibida por el Derecho Internacional y
los Tratados en que está suscrito el Perú. Llegando a proferir que, que el Derecho
Internacional y los Tratados Internacionales, obstaculizan y no permiten dicha
amnistía. Pero dichos “detractores”, están confusamente errados. En ningún lugar el
Derecho Internacional y en los Tratados Internacionales se prohíbe la amnistía; sino
que, la incita como una medida que persigue la “reconciliación nacional”. Por lo que no
existe ningún Tratado Internacional como tampoco una norma del Derecho
Internacional consuetudinario que la prohíba. ¡Cuentos chinos a otro lado!

Estos detractores, no hacen más que seguir los mismos ejemplos de toda la pandilla
fujimorista opositora a un “acuerdo de paz” y “solución política” que concluyera con
una “reconciliación nacional” y que pusiera fin al derramamiento de sangre cuando los
líderes comunistas la propusieron desde prisión los años 93 y 94. Olvidando por
conveniencia o dejadez, ignoran que en el Perú siempre ha habido una tradición de
amnistía político social tanto para civiles como para fuerzas del orden que cometieron
excesos. Ya el viejo Valle Riestra le contestaba: “No estamos hablando un lenguaje
nuevo o de una situación distinta, sino que estamos tratando de repetir lo que se hizo
ayer para pacificar al Perú, para eliminar de la persecución a personas que no lo
merecen o que actuaron temperamentalmente por motivos ideológicos o emoción
social.”
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Su acción opuesta a una amnistía general que abra camino a una reconciliación
nacional sin vencedores ni vencidos, sin enconos y sin persecuciones. En cualquier
parte del mundo, el que los alzados en armas propongan soluciones de este tipo son
bien recibidos por cualquier gobierno del mundo, pero aquí en Perú, las cárceles son
las que mandan. La reacción trata como delito el pedido de amnistía y la organización
para luchar por amnistía calificándolos de terroristas. Criminalizan la amnistía, tratan
con todas sus fuerzas y garras convertirla en delito de apología. Tendrían que sacarla
de la Constitución y meter a la cárcel a otros que también la piden: Valle Riestra,
Armando Villanueva, Edgar Núñez, Giampietri, Daniel Mora, etc.

¿Pero en sí, por qué estos reaccionarios se oponen a una amnistía general? Por el simple
hecho que no logran presenciar esta necesidad del pueblo, por el simple hecho que no
representan los intereses del pueblo peruano y que con su presuntuosa defensa de los
derechos humanos su especialidad académica y profesional los ayudan a comer del mejor
plato. La otra razón de fondo de la oposición a la amnistía general es el temor a que una fuerza
que atravesó consecuentemente prisión, destierro, muerte y que estuvo entrelazado con el
pueblo, tenga vida en la política nacional. A la reacción peruana no le conviene que se
resuelvan los problemas derivados de la guerra vivida en nuestro país del 80 al 92. Quieren
seguir manteniendo la llamada “lucha contra el terrorismo” para usarla según sus intereses de
clase.

LA AMINISTÍA DE LA MEMORIA, DEL OLVIDO Y LA VERDAD

Un aspecto palpable es que la sociedad peruana es un pueblo no reconciliado que se


alimenta de odio y egoísmo. En la sociedad aún está muy marcada la memoria
traumática de la guerra civil y la represión ejercida por los supuestos vencedores
hacia los vencidos. Y ya hemos visto anteriormente, la amnistía en países ha
contribuido y ha sido una necesidad para una reconciliación nacional, normalización y
equilibrada convivencia, que posibiliten emprender un futuro nuevo para sus pueblos.
También ha demostrado que, la amnistía tiene el efecto de borrar u olvidar en la
mente del Poder estatal la realización de determinados hechos delictivos y en varios
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paísestiene la virtud de borrar hechos históricos no trascendentales por convivencia


social, acaecidos de la realidad misma. Por lo que la amnistía: “Es un acto de alta
política, por el que los gobiernos, después de las perturbaciones o trastornos de los
pueblos, hacen nula la acción de las leyes, echando el velo de un eterno olvido sobre
ciertos delitos que atacan al orden, la seguridad y las instituciones fundamentales de
los Estados.”[56]

Cualquier “amnistía general” no puede ampararse en la mentira ni basarse en


mentiras históricas. Ocultar o distorsionar el valor histórico de los hechos sólo
contribuye a crear y seguir amamantando un clima de odio y venganzas personales. El
país necesita saber la verdad de lo que sucedió y ocurrió en la guerra interna de los
80s y 90s; del Andahuaylazo, Baguazo, Punazo, etc. etc. El reconocimiento público de
la verdad constituye un esencial primer paso, para que haya una reconciliación
nacional concreta. Por quien niega a reconstruir su pasado niega a ver su historia.

Cuando Fujimori llegó al poder, no se crearon los organismos, las comisiones de


búsqueda, los tribunales, las bases de datos genéticas. Peor el Programa de Apoyo al
Repoblamiento (PAR) y la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)[57] creada
después del gobierno fujimontesinista, inflaron y distorsionaron los datos estadísticos.
En nuestro país aún no se ha hecho una verídica historia sobre lo que ocurrió en la
guerra civil, e injustamente la CVR, en sus audiencias públicas, no han escuchado
equitativamente a las partes que han participado en el conflicto armado que se
desenvolvió en el país desde 1980, y ni siquiera se permitió un pronunciamiento
público de los principales implicados por parte del PCP[58], como sí se dio en
Comisiones de la Verdad como la de Sudáfrica (luego de cerca 50 años del
Apartheid).[59]Los enfoques de la CVR son en su mayor trascendencia unilaterales a la
realidad objetiva. Limitaciones claras la degenerada verdad que ha creado la CVR del
Perú. Evocó imágenes y mitos que nada tenían con la realidad. La única verdad que
podríamos creerle a la CVR es que diga: que infló los datos y distorsionó los hechos.
Esa sería una gran verdad de dicha comisión.
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La verdad debe ser objetiva, oficial, pública e imparcial, Pero qué lástima que la CVR no haya
hecho eso. La búsqueda de la verdad sobre la guerra interna o guerra popular es importante
dentro de nuestra historia. Encontrar la verdad histórica es importante para solidificar la
Amnistía General y Reconciliación nacional. La CVR no ha ayudado al país a reflexionar sobre
su historia y ni mucho menos a tener una visión profunda de cómo se desenvolvió la guerra
interna en el país. ¿Acaso la CVR peruana ha cumplido un papel como la CVR sudafricana, de
Ghana, de Sierra Leona o de Timor Oriental? No le ha llegado ni a los tobillos. ¿Acaso en las
audiencias y declaraciones han participado los integrantes del Comité Central del Partido
Comunista? La CVR no ha hecho más que lavar los cerebros del pueblo peruano a costa de
mentiras históricas, aquilatadas a los intereses del Estado peruano.

Y tienen razón los “expertos historicistas” cuando dicen que también la desmemoria se
pasea por los centros de enseñanza primaria, secundaria y superior, donde los
estudiantes suelen tener una visión superficial de nuestra historia desde los 80. A ello
se suman las diferentes versiones de la historia de la guerra civil interna librada desde
1980-1992 por el Partido Comunista del Perú. Es hora también de describir y escribir
una historia real, objetiva y concreta, y no seguir repitiendo las viejas mentiras
históricas, que han carcomido las mentes de nuestro amado pueblo.

La izquierda burguesa y la derecha reaccionaria, no sólo tiene responsabilidad en una


de las más gruesas falsificaciones de la historia peruana al inflar las cifras del conflicto
para cargárselas al Partido Comunista del Perú, sino también en seguir sosteniendo es
clima de encono y de enfrentamiento social que crispa a la sociedad peruana. Ellos han
fabricado miles de mentiras deliberadas; han deformado las fuentes y archivos, de la
invención de pasados recompuestos y míticos al servicio de los poderes de las clases
dominantes.

Algunos se equivocan y salen a gritar por los vientos y mares que la “amnistía general”
es el encubrimiento y la permisión de agentes que delinquieron puedan seguir
haciéndolo, o por lo menos queden impunes. En efecto, no ven los dos lados de la
moneda, la “amnistía general” permite que se libere de toda responsabilidad a los
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actores de delitos políticos, pero a la vez también permite que sean esclarecidos
debidamente, los hechos perpetrados en la lucha interna o guerra popular. Una
“amnistía general”, ayuda a conocer y a desencubrir la verdad histórica manoseada a
los antojos de los gobiernos dictatoriales. He ahí el “derecho a conocer la verdad”,
declarado por los organismos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y
contenida en los convenios sobre Derechos Humanos que ha suscrito el Perú.

Y otros más radicales y fanáticos tratan de buscar de la verdad con una solución en una sala
penal o en las rejas. Pues no ven que por eso ha fracasado la CVR, sino que la búsqueda de la
verdad corresponde su solución en el ámbito político y social como ya lo ha demostrado la
historia, y, leyes de amnistía como las descritas contribuyen a este objetivo, como también lo
vienen demostrando los procesos históricos de diversos países. Una verdadera Reconciliación
nacional permite la configuración de una verdad sin aditamentos, sin construcciones
forzosas. He ahí una verdadera Reconciliación nacional.

Es así cuando alguien quiere abrir las heridas, es porque quiere dividir y vivir de rencores y
odio…Las nuevas generaciones quieren fabricar una nueva sociedad, quieren transformala en
una más humana y más libre. Lo que amnistía “significa olvido pero, más allá del olvido, la
rigurosa prohibición de remover el pasado para nuevos actos de venganza y pretensiones
suplementarias de reparación.”[60] La amnistía en términos generales, es el olvido, lo que se
le suele contraponer la memoria de la verdad. Esta memoria corresponde al hombre histórico
y, no como se cree en los tribunales o en las cáceles abarrotadas de egoísmo y recelo. La
memoria del pueblo peruano es selectiva e inteligente. La memoria y el olvido siempre han
servido exclusiva y absolutamente al futuro, no al pasado. El gobierno ollantista, cree que
gobernar con la hipermemoria, como se pretende ahora, es tan reaccionario y recalcitrante,
que solo en mentes cavernarias de la edad media se podían admitir.

Pues también es absurda la lógica de comparar la amnistía con el «borrón y cuenta


nueva», puesto que se trata de «hechos netamente políticos», La guerra desarrollada
en los años 80s hasta los comienzos del 90s, por el Partido Comunista del Perú, fue
una guerra exclusivamente política, por lo que ninguna amnistía del mundo podrá
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borrar de las faz de todos los comunistas. Aquí no hay borrones históricos. La historia
estará latente ahí, nos guste o no. El 17 de mayo de 1980 no podrá nadie borrarlo y
seguirá influyendo en el destino del pueblo. En realidad ni la sociedad ni el hombre y
ni un pueblo pueden olvidarse del todo. La memoria histórica enseña y orienta las
directrices del un pueblo. Pero la memoria como el olvido deben conceder, la
posibilidad de un nuevo comienzo. Olvido Histórico implica el olvido no de una
historia sesgada y huera, sino de procesos históricos sustanciales y concretos.

Algunos creen que dar una amnistía general, es “abrir la caja de Pandora” o
desenvainar la “espada de Damocles”. El Perú no quiere ser el Funes de Borges, que
era incapaz de olvidar muchas cosas con las que no podía vivir. El Perú debe ser como
el Shereshevski de Luria, aquél personaje que tuvo que adquirir el arte de olvidar para
no morir aplastado por su hipermemoria. El Perú, por parte de sus gobernantes, ha
sido condenado a rumiar siempre los mismos problemas y cargarlos como Sísifo. Para
la salud de un individuo, de un pueblo, de una civilización son necesarios tanto el
punto de vista histórico como el no histórico. El grupo humano debe recordar y
también olvidar. A partir del olvido, lo recordable por transmisión histórica se
convierte en sustancia de la vida, y permite transformar los acontecimientos de ésta
en nueva historia.

Olvido implica dejar de lado los recelos históricos. Olvidar -concluyo- unos aspectos
de la realidad, implica alumbrar, hacer brillar como un destello lo irreconocido en la
realidad. Y es que la historia toda, incluida la peruana, no puede ser narrada y
transformada, sino en cuanto está apuntalada en la interrelación dialéctica entre la
memoria y el olvido. No hay pues memoria sin olvido, y no hay olvido sin memoria.
Hay etapas en la historia donde es imprescindible, echar al olvido determinados
hechos o acontecimientos históricos, que reculan el avance de una nación. Y esto no es
un abuso, sino una condición histórica que muchos pueblos se han alimentado. Tanto
la hipertrofia de la memoria, como la atrofia de la historia, han causado daños a
nuestra nación, y esta es una verdad irrefutable. Por lo que es necesario ver las cosas
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históricamente y cuándo es necesario verlas no históricamente, para la salud de


nuestra nación. Tenemos necesidad de recordar como de olvidar.

CONCLUSIONES

Se ha llegado a la hora de dar el veredictus finales, que son las correspondientes:

Primero para dejar en claro que, la subsistencia de los problemas no resueltos de la


guerra interna vivida en nuestro país en las décadas 80 y 90 del siglo pasado, han sido
problemas que los gobiernos de facto no han logrado solucionar. Por ello es tarea
pendiente y actual para llegar a una reconciliación nacional, por parte de este
gobierno. El problema central de nuestra vida nacional es resolver los problemas
derivados de la guerra interna, darle una SOLUCIÓN POLÍTICA y una AMNISTÍA
GENERAL y RECONCILIACIÓN NACIONAL que necesita el pueblo, la nación y la
sociedad peruana en su conjunto. La sociedad peruana ha llegado a una conclusión
clara: Ha llegado la hora de voltear la página del conflicto interno vivido –con todos
sus dramas, enconos y desgarraduras- y pasar a otra etapa. Ya que “una herida abierta
como es el conjunto de problemas derivados del conflicto, no favorece la
gobernabilidad”.

La AMNISTÍA GENERAL para los presos políticos, civiles y militares, es la forma


concreta y absoluta, de resolver nuestro problema interno contra quienes creen
absurda y torpemente que, solo en las celdas y carceletas se llega a la justicia;
“traficando y viviendo de los muertos de la guerra”. Y nos reafirmamos que la Guerra
Popular desenvuelta en el Perú y sus problemas pendientes, son un problema político,
por tanto su solución es política y corresponde una “AMNISTÍA GENERAL”, pues no se
resuelve con juicios ni amenazas de juicios eternos a unos ni con condenas a penas
draconianas a los revolucionarios sepultándolos vivos. La solución a los problemas
que se derivaron, y aun persisten, de la fenecida guerra interna tiene que ser una
SOLUCIÓN POLÍTICA; más no militar ni jurídica.
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Y que para cerrar un capítulo de nuestra historia reciente, responden a la necesidad


política que tiene la sociedad actual de una amnistía general para civiles, militares y
policías de la guerra interna. La solución final ha de ser una SOLUCIÓN POLÍTICA con
AMNISTÍA GENERAL, que traiga RECONCILIACIÓN NACIONAL. Cualquier otra forma
unilateral será incompleta y terminará siendo infructuosa para la nación. La
AMNISTÍA GENERAL es una necesidad insoslayable en nuestro país, no puede
mantenerse el odio y el encono, manteniendo a civiles policías y militares en prisión
durante décadas, con penas draconianas. La AMNISTÍA GENERAL permitirá una
RECONCILIACIÓN NACIONAL, que tanto vienen proclamando distintos movimientos,
grupos y sectores políticos, y debe encontrar su vía por una SOLUCIÓN POLÍTICA a
todos los problemas derivados de la guerra interna acarreados en nuestro país.

Y se vuelve a poner sobre el tapete el tema de resolver los problemas derivados de la


guerra interna en Perú, pero se pretende resolver parcialmente en desmedro a la
reconciliación, es más se pretende ahondar más las heridas. La amnistía general en
estos momentos es unanecesidad histórica, pero ello no va llegar para el beneplácito
de un sector o de otro, tiene que objetivamente viabilizarse por la lucha del pueblo
para encontrar una paz social, mientras que el pueblo no perciba que la amnistía le va
traer ese beneficio, no la va tomar como suya. Lo que el Perú necesita una AMNISTÍA
GENERAL y eso beneficia sobre todo al pueblo. Necesita cerrar el capítulo histórico de
las venas abiertas de la guerra interna y entrar a un proceso de RECONCILIACIÓN
NACIONAL, que no es ninguna “conciliación de clases”, sino la entrada a nuevo
momento histórico, donde las partes asuman sus responsabilidades y la sociedad
saque lecciones que sirvan a su futuro venidero

Segundo que, la libertad de los presos políticos, ha devenido ya en un derecho; es


necesario apagar el resentimiento, odio y persecución contra los que piensan
diferente a uno. Por lo que demandamos la liberación de todos los presos políticos,
con una AMNISTÍA GENERAL, para una SOLUCIÓN POLÍTICA, habiendo terminado la
confrontación de los años 80s. El Movadef y yo, como estudiante de Derecho y
Ciencias Políticas, exigimos la liberación de todos los presos políticos y prisioneros de
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guerra. Habiendo terminado la confrontación de los años 80s, que fue un


acontecimiento eminente y absolutamente política. Lo que requiere de una solución
política y una AMNISTÍA GENERAL que siente las bases para una RECONCILIACIÓN
NACIONAL, y en conformidad a los convenios y tratados internacionales, y a las
diferentes amnistías generales decididas en el mundo después de cada confrontación
externa o interna. El tema de la amnistía es imprescindible como paso previo hacia
nuestra RECONCILIACIÓN NACIONAL. AMNISTÍA GENERAL irrestricta e inmediata
para los presos políticos. He ahí los problemas que le toca resolver a este Estado
peruano.

Tercero que, la solución sería que el Estado peruano realmente aplicara la justicia
como debe ser, pero además que cumpliera con un compromiso real; en el caso de la
actual de dar una amnistía general por un lado y por el otro que asuma sus
responsabilidades en la guerra interna que vivió nuestro país desde 1980 hasta 1992.
Y que reconozca que lo que se vivió en el Perú no fue un supuesto “terrorismo”, sino
una “guerra popular”, dirigido por el Partido Comunista del Perú. Y que se establezca
una auténtica verdad de la guerra interna para hacerla conocer y comprender a
nuestro pueblo y a la sociedad peruana; pero no como nos la han “contado y narrado”
la estafadora CVR o senderólogos de derecha, inflando los datos y tergiversando los
acontecimientos históricos.

Cuarto que, el asunto central para tal cometido se llama AMNISTÍA GENERAL. La
AMNISTÍA GENERAL es necesaria para nuestro país porque lo que éste necesita es
paz, democracia, trabajo y desarrollo para el pueblo. Y ha quedado claro hoy en día ha
quedado claro que la subversión no es el problema principal, si lo es por ejemplo la
democratización del Perú. Que la democracia llegue al pueblo, es el problema que
debemos solucionar, para eso es necesario cerrar heridas, dar libertad a los que han
cumplido ya con su responsabilidad. Lo que el pueblo quiere es libertad económica;
revisión de los contratos con las empresas monopólicas; nueva Constitución que
contemple y defienda los derechos fundamentales del pueblo; defender los recursos
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naturales y producción nacional y trabajo para el pueblo y restitución de las


libertades, derechos, beneficios y conquistas democráticas conculcadas.

¡SOLUCIÓN POLÍTICA A LOS PROBLEMAS DERIVADOS DE LA GUERRA INTERNA!

¡AMNISTIA GENERAL Y RECONCILIACIÓN NACIONAL!

¡LIBERTAD PARA EL DOCTOR ABIMAEL GUZMÁN Y PARA TODOS LOS PRESOS


POLÍTICOS DEL PAÍS!

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