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Vol. 188 - 754 m arzo-abril (2012) 3 01-313 I SSN: 0210-1963
doi: 10.3989/arbor.2012.754n2004
ABSTRACT: Time is a key dimension in the construction of our signs RESUMEN: El tiempo es una dimensión clave en la construcción
of identity. Science has dealt with the reflections on its nature and de nuestras señas de identidad. Las reflexiones sobre su naturaleza
scope since antiquity. Now its worries are accentuated, characte- y alcance han ocupado a la ciencia desde la antigüedad. Ahora se
rizing it as a plural time, constructed social and culturally. Thus, acentúan sus preocupaciones, caracterizándolo como un tiempo
the importance of education and of the learning relative to time, plural, construido social y culturalmente. De ahí la importancia de
which beginning in the infancy extend along the whole vital cycle. la educación y de los aprendizajes relativos al tiempo, que inicián-
In the set of the called “social times”, leisure emerges as a civic dose en la infancia se prolongan a lo largo de todo el ciclo vital.
right, from which a decisive contribution is expected for the im- En el conjunto de los denominados “tiempos sociales”, el ocio emer-
provement of the well-being of people and of their quality of life. ge como una necesidad y un derecho cívico, del que cabe esperar
To educate in the values and meanings leisure offers for human una contribución decisiva a la mejora del bienestar de las personas y
development is a task in which pedagogy must actively invol- de su calidad de vida. Educar en los valores y significados que aporta
ve. The article emphasizes the educational potential of leisure, el ocio al desarrollo humano, es una tarea en la que la pedagogía
highlighting its innovative and transforming capacity in the Net- debe comprometerse activamente. El artículo pone énfasis en el
work Society. potencial educador del ocio, incidiendo en su capacidad innovadora
y transformadora en la sociedad red.
KEY WORDS: Social time; leisure; leisure education; social pedago- PALABRAS CLAVE: Tiempos sociales; ocio; educación del ocio;
gy; lifelong learning. pedagogía social; aprendizaje a través de la vida.
“La vida es eterna en cinco minutos” do seres en tránsito hacia un fin que no es posible eludir, y
del que más pronto que tarde todas las personas acabamos
Víctor Jara (1969)
tomando conciencia.
de nosotros mismos, de lo que nos constituye y de las “los tiempos del tiempo”, acentúa sus dimensiones so-
formas que históricamente ha adoptado esa constitución”. ciales, que a diferencia de las que invoca la Física, son
Hace mucho, no sin fuertes discrepancias, que se intenta cualitativas: expresan “creencias, valores y costumbres
justificar por qué ha de entenderse así. propias de un grupo. Esto implica una multidimensiona-
lidad: una multiplicidad de tiempos sociales asociados a
A tratar de aclararlo dedicaron su inteligencia reflexi- distintos grupos y actividades, con sus propios ritmos y
va, creadora y crítica, buena parte de quienes se han representaciones... de los tiempos vividos... de las diversas
interesado por dar respuesta a los enigmas del tiempo, maneras de adaptarse a las condiciones temporales de la
en la Filosofía y en la Física, desde la Biología hasta la existencia” (Lasén, 2000, XV).
Sociología, pasando por la Psicología y la Geografía, la
Antropología, la Historia, la Literatura, la Astronomía o la A pesar de haber aumentado nuestra posibilidad de dis-
Matemática... porque, aun siendo en algunas de ellas un cernir, no todos los interrogantes están resueltos. Muy al
campo de investigación emergente, la “reflexión sobre el contrario, todo indica que están más abiertos que nunca
tiempo y los intentos de medirlo son tan antiguos como a la búsqueda de nuevas respuestas; incluso a las más
la propia humanidad; la huella de estos intentos se en- desconcertantes, que proponen comenzar por revisar to-
cuentra en los relatos míticos, en los calendarios y en la dos los supuestos establecidos por la Física en relación
estructura gramatical de los idiomas” (Durán y Rogero, con el tiempo, que afectan al movimiento y la posición
2009, 11). Recordemos –entre bastantes otros– a Platón, de los cuerpos. Dilucidar si es una ilusión o si realmente
Aristóteles, San Agustín, Galileo, Newton, Kant, Husserl, existe, acertar con las palabras que permitan definirlo o
Durkheim, Proust, Mactaggart, Bergson, Halbwachs, Eins- describirlo, determinar cómo afecta nuestras vidas, des-
tein, Merleau-Ponty, Heidegger, Ricoeur, Piaget, Zubiri, velar simbólica y materialmente sus signos... son tareas
Eliade, Elias, Levinas, Merton, Braudel, Jünger, Ricoeur, demasiado complicadas –y complejas– como para que
Hawking... Sus obras ilustran de forma magistral cómo puedan quedar resueltas de ahora y para siempre. La
nuestras concepciones sobre la naturaleza y el alcance definición del tiempo, concluimos con Alfonseca (2008,
del tiempo se han ido modificando significativamente, 169), sigue siendo “uno de los problemas más difíciles de
desde la creencia en un tiempo absoluto, uniforme, lineal la filosofía y de la ciencia, hasta el punto de que muchos
y objetivo hasta su progresiva percepción como un tiem- pensadores lo soslayan, mientras que los que intentan
po relativo, multiforme, cíclico y subjetivo. Mientras el resolverlo llegan a conclusiones muy diferentes e incluso
primero –escribía Ernest Jünger (1998) en su sugerente contradictorias”.
ensayo El libro del reloj de arena, publicado en Alemania
en 1957– es un poder que avanza en escalas graduadas, Inevitablemente, esta también ha de ser una lección
el segundo es un poder que retorna, que aviva el recuerdo (des)aprendida para transitar por la sociedad de flu-
y restituye cosas. jos que habitamos, cuyas incongruencias, como diría el
geógrafo brasileiro Milton Santos (1996, 30-31), han
Situarse en el tiempo y apropiarse de él, anticipándose abonado “el terreno para el reino de la metáfora de que
a un futuro incierto, forma parte de este proceso, en el hoy se valen los discursos recientes sobre el Tiempo y el
que casi nada es ajeno a la educación. Acaso, porque Espacio”. Una metáfora que, en su opinión, precisamos
como ha interpretado Savater (1997), por la vía de la separar teórica y empíricamente de los conceptos y de
educación, más que nacer al mundo, nacemos al tiempo las realidades que hacen la vida más inteligible, situando
y a sus registros históricos, no sólo al aprendizaje sino el tiempo y el espacio entre las preocupaciones episte-
también a una cierta conciencia temporal. Además, por- mológicas más recurrentes de la globalizada sociedad
que siendo una facultad de síntesis, entre un antes y un informacional.
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Un tiempo plural, construido social objetivo: es un elemento cultural fundamental que, como
y culturalmente tal, varia de una sociedad a otra y responde en sus formas
fundamentales a funciones, experiencias y condiciones
El tiempo como historia, no sólo como hacedor de la Histo- cambiantes”. De acuerdo con esta representación de la
ria, vuelve a estar en el centro de los debates intelectuales temporalidad, coincidimos con Aguinaga y Comas (1997,
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una de las medidas más comunes del tiempo y de la vida y, más tarde, su portabilidad individualizada, contribuiría
diaria, es uno de sus más claros exponentes (Rybczynski, definitivamente a la estandarización de las medidas del
Nº 754 1992). Los ritos y creencias que Mircea Eliade (2000, 56) tiempo a nivel mundial, fruto del acuerdo adoptado en
agrupaba bajo el título la “Regeneración del tiempo” en 1884 por 27 países, reunidos en Washington en la Con-
su excelente ensayo sobre El mito del eterno retorno, ya ferencia del Meridiano. La organización y coordinación
LO QUE EL TIEMPO EDUCA: EL OCIO COMO CONSTRUCCIÓN PEDAGÓGICA Y SOCIAL
despejaba algunas dudas sobre la infinita variedad de las de las sociedades modernas –dirá Iglesias de Ussel (2006,
formas temporales que en ellos se encarnan, morfológi- 57)– llegó a hacerse plenamente operativa cuando el re-
ca y diacrónicamente, evitando caer en el engaño de su loj portátil comenzó a producirse en serie, convertido en
posibilidad de “encuadrarlos en un sistema coherente y piedra angular, metáfora y símbolo de la precisión y la
unitario”. exactitud: “sin el reloj –añade– no hubiera sido posible la
ruptura del individualismo precapitalista y dar paso a la
El fondo de la cuestión reside en que la determinación nueva sociedad de masas”.
sociocultural del tiempo no solo induce a las diferentes
sociedades y culturas a acomodarse a concepciones dispa- Las aportaciones de Albert Einstein, sometiendo las nocio-
res –o uniformes– del tiempo, “sino que cada una de tales nes del tiempo a una relectura físico-matemática de sus
concepciones se vive como real por aquellos que forman coordenadas, harán hincapié en las relaciones estructurales
parte de dicha cultura” (Aguinaga y Comas, 1997, 215- existentes entre tiempo y espacio, destacando en ellas la
216) y de tales sociedades. Los modos mismos de contar relatividad del instante. En este sentido, la distribución de
el tiempo, de percibirlo, de concebirlo y expresarlo son actividades en los límites espacio-temporales de las últimas
culturales y, por tanto, históricos (Capella, 2000). décadas son especialmente reveladoras de los cambios que
se han producido en la llamada zonificación o colonización
Cada época y cada cultura, al mostrar la pluralidad de los del tiempo (Giddens, 1994), al menos en una doble coyun-
tiempos que modulan sus realidades, son un testimonio tura: la geográfica, posibilitando que las personas transiten
fehaciente de la compleja arquitectura temporal a la que por husos horarios que rompen su ordenada adscripción a la
nos debemos. En ella, compartiendo los argumentos de unidireccionalidad del tiempo; la cronológica, posibilitando
Ramos Torre (1992, XI-XII), la “multiplicidad del tiempo” que en una sociedad abierta las 24 horas todos los días
constituye una “hipótesis irrenunciable”, que subraya la del año (gracias a la invención de la electricidad), el día
caracterización de aquél como “un concepto que gene- y la noche no sean factores decisivos en la diferenciación
raliza, sintetiza o totaliza aspectos muy variados de la que cabe establecer entre el tiempo de actividad y el de
experiencia”. Como tal, ejerce una constante influencia descanso. De ambas circunstancias se derivan aprendizajes
en la educación, dentro y fuera de las escuelas, en la vida con una notable incidencia en la vida cotidiana de la gente
familiar y en cualquier escenario susceptible de movilizar en todo el mundo, obligándolas a socializarse en pautas
pedagógicamente la sociedad, expandiendo los horizontes de trabajo, recreación, comunicación, cuidado, movilidad,
temporales de las prácticas educativas: en su interior, “la turismo, etc., desconocidas hasta no hace mucho.
realidad educadora se vertebra a partir de un sistema inte-
grado de tiempos” (Romero, 2000, 28). En él, con ellos, el En la sociedad red, “que se yergue en la orilla de la eter-
ocio y su educación deben fomentar valores, actitudes, co- nidad” (Castells, 1998, 503), todo indica que podemos
nocimientos, competencias, habilidades, etc., que ofrezcan estar situados, por vez primera en los últimos siglos, ante
alternativas plausibles a los apresurados ritmos de la vida la posibilidad de emanciparnos para siempre de la cultura
moderna y a sus continuados “robos de tiempo” (Caballo, del reloj, tan decisivo en la consolidación de las socieda-
Caride y Meira, 2011). des industriales y urbanas. Las nuevas tecnologías de la
información, con capacidad para expandirse por todo el
Como se sabe, desde el Renacimiento, la conciencia de Planeta, han introducido un giro radical en nuestros modos
temporalidad no ha hecho más que acelerarse, impulsando de inscribir el tiempo en la experiencia humana: con él,
la continua liberación de las concepciones canónicas, litúr- la ruptura progresiva de los vínculos existentes entre los
gicas y estacionales de épocas anteriores (Le Goff, 1991). ritmos biológicos y sociales que articularon secularmente
La introducción de los relojes comunales en las ciudades el ciclo vital, dará paso a las lógicas de la “simultaneidad” y
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la “atemporalidad” que definen la cultura de la virtualidad sa, unida al aparente desdibujamiento de las coordenadas
real y la realidad de lo virtual. Para Castells, el “tiempo temporales convencionales en los telares del ciberespacio,
indiferenciado” y el “tiempo atemporal” adquieren formas de la cultura planetaria y del mercado global, refuerzan la
propias de un “tiempo social” alternativo a los tiempos percepción del tiempo como uno de los bienes más escasos
naturales y sociales conocidos, que se están haciendo añi- de cuantos poseemos, a cuya adecuada administración
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un “modelo relacional de intervención política en los ám- elementos de índole física, intelectual, social, emocional,
bitos del ocio”, que integre “mejor los diversos elementos artística, etc. Que esto suceda, coincidimos con Joseph Leif
Nº 754 que se manifiestan actualmente en abierta contradicción”, (1992), dependerá de cómo se perciba y viva el tiempo,
con estrategias flexibles e innovadoras, poliédricas y coti- en tanto que un ejercicio efectivo de la libertad; esto es,
dianas, en lo global y en lo local. de una verdadera capacidad de las personas para decidir
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Entonces, y mucho más ahora, lo que se observaba como (homo prosaiucus)” (Morin, 2001, 70). Una visión que ha
un factor potencial de emancipación y equidad se ha ido cercenado la unidad-diversidad humana, cuya complejidad
transformando en un terreno proclive a la coexistencia de –insiste Edgar Morin– no se puede comprender disociada
dos realidades con itinerarios dispares: de un lado, la que de todos los elementos que la constituyen, entre los que
muestra el desarrollo exponencial de las industrias del ocio la creatividad, la fiesta, el arte, la recreación, el juego,
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En su afán por estudiar el desarrollo de las nociones tem- deben aprender como medio de orientación” (Elias, 1989,
porales en la infancia, vinculadas a la explicación de la 30). No es un dato biológico innato, que viene dado por la
Nº 754 construcción de la realidad en esta etapa, Jean Piaget naturaleza humana, ni un dato metafísico (que forme parte
articuló –desde los últimos años treinta del pasado siglo– de un a priori imaginario), sino un dato social a desarrollar,
una de las primeras teorías globales sobre la evolución del “que se implanta en la conciencia con tanta mayor fuerza
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concepto de tiempo en los seres humanos, en buena me- y profundidad, cuando las sociedades se hacen más com-
dida sintetizada en su obra Le développment de la notion plejas y diferenciadas” (Elias, 1989: 117).
de temps chez l’enfant (Piaget, 1946), contemplando tres
estadios: el del “tiempo vivido” (en el que tienen cabida Históricamente, las familias y las escuelas, junto con las
las experiencias personales y directas de carácter vital); el iglesias, han sido los principales arquitectos en la cons-
del “tiempo percibido” (donde se sitúan las experiencias trucción social del tiempo infantil (Escolano, 2000); unas y
externas, de carácter social, en las que adquieren sentido otras, muy condicionadas por la división social del trabajo,
la duración, las interacciones o las relaciones espacio-tem- y, sobre todo en las últimas décadas, por las disciplinadas
porales); y el del “tiempo concebido” (de perfil histórico, programaciones que hacen los medios masivos de comu-
desligado de referencias concretas, en el que van ganando nicación social para sus cautivas audiencias. Aunque todas
protagonismo las categorías temporales y las experiencias han suavizado algunas de sus formalidades, adaptando o
mentales). difiriendo sus ritmos con los avances tecnológicos (entre
ellos la grabación de lo que se hace “en directo”, llevando
Las aportaciones de Piaget y su escuela, tratando de validar al futuro lo que ya es pasado), la noción de límite está
sus teorías o en discrepancia con ellas, tendrían conti- siempre presente: la presión y la rapidez siguen siendo dos
nuidad en el quehacer intelectual y académico de una de las cadenas con las que se aprisiona el tiempo y sus
importante nómina de autores (Fraisse, Jahoda, Hannoun, aprendizajes. Como exponen Hunt y Haint (2011, 197), la
Calvani, Reale, Egan, Richterman, Friedman, Smith, Mon- infancia –diríamos que también en los jóvenes y adultos–
tagero, Stein y Glenn, etc.). Con ellos deben mencionarse está cada vez más sometida a programas intensos: “los
quienes se vienen ocupando de la Didáctica de la Historia padres presionan. Los maestros insisten. Los instructores
y, en general, de las Ciencias Sociales, en diferentes eta- exigen. Y los niños acatan como pueden”.
pas del sistema escolar, cuyas lecturas del tiempo –como
señalan Pagès y Santisteban (2010)– requieren una mayor El supuesto de que “más es mejor”, al que exhortan muchas
interdisciplinariedad, incluyendo las Ciencias de la Vida y instituciones educativas y sociales, no se compadece con
de la Salud, en las que merecen destacarse las contribu- la efectividad del tiempo presente ni con lo que puede
ciones realizadas por la Cronopsicobiología en los últimos esperarse de cada sujeto en las relaciones que vinculan su
años. Un tiempo que cree y recree la historia, permitiendo formación con el tiempo (Gimeno, 2008). Al igual que no se
“volver a aprender a sentir el tiempo... en un momento en enseña siempre que se educa, tampoco se aprende siempre
el que todo conspira para hacernos creer que la historia que se enseña, ya sea en la escuela o en otros escenarios
ha terminado y que el mundo es un espectáculo en el que –mal llamados “informales”, “no formales” o “extraesco-
se escenifica dicho fin” (Augé, 2003, 53). Un paisaje que lares”–, en los que la subordinación a la regulación del
presenta la humanidad en ruinas, cuando, tal vez, lo único instituido prevalece sobre cualquier otro criterio intrínseco
que sucede es que está en obras. o extrínseco: motivación, autonomía, contextualización,
participación, etc.
Sin que nos detengamos en el cometido que cabe atri-
buirle a las enseñanzas que han de aportar el conjunto de Aunque no se desee, en estas circunstancias, el tiempo
los saberes en la adquisición de las nociones temporales acaba convertido en un adversario en el que los padres
–con sus respectivas utilidades/aplicaciones en la vida de y las escuelas comparten la ofensiva, a la que también
cada persona y en la vida en común– todo indica que el se suma la sociedad cibernética y telemática alentan-
aprendizaje del tiempo le cuesta a cada persona varios do actitudes y conductas desconcertantes, por eximentes
años, como uno de “los símbolos que los hombres pueden de cualquier transgresión, asociadas –como ha llegado
y, a partir de cierto grado de desarrollo de la sociedad, a constarse en una muestra de estudiantes universita-
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rios (Martín, Muñoz, Del Dujo y Sánchez, 2011, 14)– a Educar en un ocio liberador, que amplíe
percepciones espacio-temporales que están modificando los horizontes del desarrollo humano
“sensiblemente los tiempos y espacios tradicionales de de-
sarrollo personal y de interacción social”. Las experiencias Junto con otras circunstancias que afectan a la salud, la
de ocio, su inscripción en los nuevos tiempos sociales y los formación, el trabajo o el contexto socioeconómico, los
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obtener lo que uno quiere (sea lo que fuere eso que uno (2008) supone reivindicar el “kairós” con la intención
quiere) ahora, sin demora” (Bauman, 2007, 22). de retomar el sentido de la vida en los tiempos del
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mundo, converge en esta expectativa, que no es otra
Una sociedad, por tanto, distinta, en la que el concepto que la que ha de permitirnos aunar dos dimensiones
de “educación a lo largo de toda la vida” conduzca direc- temporales que hoy aparecen separadas y enfrentadas,
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Ambas perspectivas convergen en la necesidad de vivir el todo lo que es humano. A pesar de que hoy, en una socie-
ocio como una necesidad y un derecho educables, pedagó- dad de riesgos, pueda resultar utópico, no está mal. Como
gica y socialmente congruentes con modelos e iniciativas expresaron Puig y Trilla (1987, 87), en su justificación de
cívicas que amplíen los horizontes del desarrollo humano, los principios generales para orientar la Pedagogía del
que tampoco tiene porque responder a una concepción Ocio, “la utopía, sólo que en algún grado conecte con la
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