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ACTITUD CIVICA

La actitud civica como tal es sumamente importante para el desarrollo de una sociedad, esta
permite que los individuos se tengan mutuo respeto, que no hallan discordias por unas simples
cosas, mas que ser dictaminado como una ley nace de la misma concienciaa del hombre del
deber que se siente con el organismo social que nos une para hacer constantemente el bien y no
afectar a otros, es por esto que se han tomado diez actitudes civicas comunes en un buen
ciudadano:

1- Pagar los impuestos


2-Votar el las elecciones de los gobernantes.
3-Respetar las normas de tránsito.
4-Ser buen vecino no molestando (por ejemplo con la música alta)
5-Hacer valer los derechos como ciudadano.
6-Exigir buenos productos al hacer una compra.
7-No pagar precios demasiado elevados para un producto que no lo valga.
8-Reclamar un salario acorde al trabajo que se realiza.
9-Comportarse en público con educación.
10-Cuidar la salud.

como se ven estas actitudes siempre se van uniendo hacia un mismo camino la creacion de una
sociedad equitativa en la que por nuestra propia conciencia obremos bien frente a los demas y
frente a nosotros mismos.

Actitud de compromiso
Es imposible tener una actitud de compromiso, cuando no se siente ningún vinculo o relación de
pertenencia hacia una organización, y aunque se asuman cargos, y se realicen funciones dentro
de la misma, si no hay compromiso, todas los aspectos de esa relación de trabajo pueden ser
considerablemente afectados; la falta de compromiso afecta a muchos aspectos:
- La relación con sus jefes inmediatos,
- El cumplimiento de sus funciones,
- La relación con sus compañeros,
- El nivel de aceptación por parte del grupo,
- El proceso de avances y logros dentro de la organización,
- Su nivel de desempeño,
- La cantidad y la calidad de los resultados de su trabajo,
- Su propia importancia para la organización, etc.
Cuando las personas están dentro de una organización y su nivel de compromiso es escaso o
nulo, esta situación es muy evidente, y aunque la persona intente hacer que no sea notable, sus
mismas acciones harán manifiestas su falta de motivación.
El nivel de compromiso que tiene una persona puede medirse a través de muchas variantes;
ejemplo su expresión facial, la energía con la cual la hace, su constancia, su puntualidad, la
calidad de su trabajo, su emotividad, etc.
El verdadero compromiso que uno puede sentir por una organización, comienza con su actitud
interna y luego se manifiesta en una actitud externa. Principalmente el compromiso comienza
involucrando los sentimientos, los pensamientos y las emociones, cuando este compromiso
alcanza el máximo nivel internamente es cuando lo podemos manifestar de manera externa.
Una persona puede fingir tener un compromiso, pero si internamente no está comprometido con
sus sentimientos, sus pensamientos y sus emociones en ello, la falta de compromiso se dejará ver
en cualquier momento.

ACTITUD ANTISOCIAL
Por conducta antisocial entendemos al conjunto de comportamientos, prácticas o actuaciones
que tienen como objetivo la perturbación del orden social o la agresión a este. De la misma
manera, todos aquellos discursos que fomentan este tipo de actos, también son considerados
como parte de las conductas antisociales.

Tradicionalmente, estos actos y comportamientos han sido categorizados como transgresiones,


abusos, infracciones o delitos juzgados y sancionados tanto por la ley, como por la sociedad
en general.

Las personas con conducta antisocial pueden establecer el foco de su actuación tanto en espacios
o propiedades ajenas, mediante actos de vandalismo, robos o atracos, como con la intención de
perjudicar otras personas mediante agresiones, ataques y ofensas, así como abusos y acoso.

¿Cuáles son sus principales características?


El principal problema que existe ante la necesidad de establecer qué puede ser considerado una
conducta antisocial y qué no, ya que la definición de conducta antisocial como toda aquella
conducta o comportamiento que viole las normas sociales o los derechos de las personas
engloba una cantidad demasiado grande y variedad de actos.

Por ejemplo, no lo mismo juzgar como conducta antisocial un atraco, que una pintada en una
pared, que una manifestación en contra de alguna ley o situación injusta. Sin embargo todas ellas
están orientadas a alterar el orden establecido.

El hecho de que exista tanta flexibilidad en cuanto a la interpretación de ciertos comportamientos


como conductas antisociales supone un problema en la sociedad actual. Además, existe la
percepción de que en los últimos años el número de conductas antisociales ha aumentado
considerablemente, puede ser que como respuesta a los cambios y fenómenos sociales y
económicos vividos.

Además, hay que tener en cuenta en cada cultura o sociedad puede determinar una serie de
pautas o normas establecidas que regulen de manera aproximada qué conductas son
consideradas como una agresión u ataque a la sociedad y cuáles no.

No obstante, existen una serie de factores que pueden resultar útiles a la hora de evaluar y
distinguir una actuación como antisocial:
 Evaluación de la severidad de los actos.
 Evaluación de la actuación en cuanto a alejamiento de las pautas establecidas
socialmente.
 Contexto sociocultural en el se lleva a cabo.

Teniendo en cuenta estos factores, podemos determinar que, por el momento, no existen criterios
objetivos y claros que sirvan como guía para evaluar y calificar la conducta antisocial, así como
para determinar de manera exacta qué actos deben de quedar apartados de esta etiqueta.
A pesar de esto, podemos establecer que las conductas antisociales son aquellos actos que
infringen las reglas o normas sociales que regulan la convivencia, siempre y cuando estas
presenten un grado de severidad superior al de todas aquellas conductas que se lleven a cabo en
el día a día de las personas.

¿Qué los causa o qué factores de riesgo existen?


Otro de los terrenos que investigan algunas disciplinas como la sociología, la psicología, la
criminología o incluso la legislación, son tanto las causas como los factores de riesgo que
pueden predisponer a la población en general a efectuar cualquier tipo de conducta antisocial.
Aunque no se conocen las causas exactas por las que una persona puede desarrollar una
conducta antisocial, existen una serie de factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad
de desarrollar una conducta antisocial.

Estos factores se dividen en factores individuales, familiares y de contexto.

ACTITUD INDIFERENTE
El ser humano es un ser de relaciones que requiere el vínculo con sus semejantes para poder
sobrevivir y lograr objetivos. Sin embargo la competitividad social parece estar generando el
incremento de un estilo de relación nocivo: la actitud indiferente. ¿Cómo enfrentarla y superarla?
Siga leyendo.
Los seres humanos somos desde el momento mismo del nacimiento, dependientes de quienes
nos rodean. Solos no podríamos sobrevivir y, como lo ha probado la psicología, al vernos privados
de afecto desarrollamos taras y limitaciones cognitivas, afectivas y conductuales, pocas veces
reversibles.
Una de las teorías más conocidas en ese sentido es la Teoría del Apego, postulada por Bowlby y
Aisworth, quienes estudiaron la relación entre varios niños y su figura más cercana de apoyo
(apego). Estos investigadores descubrieron que los niños que recibían mensajes dobles o
ambivalentes, con afecto y atención no constante, así como los que eran víctima de la indiferencia
y el rechazo de su figura de apoyo principal, mostraban gran sufrimiento emocional y
desarrollaban formas de relacionarse, signadas por la ansiedad, la inseguridad, el aislamiento y la
indiferencia. Estos contextos de afecto limitado o confuso, han sido denominados por Linehan,
como “ambientes invalidantes”, los cuales suelen ser contextos claves para la aparición de
trastornos emocionales.
Esta es una de las explicaciones, no la única, de la conducta indiferente con nuestros semejantes.
Lo cierto es que dependemos de otros tanto en la infancia como en el resto de la vida, y las
muestras de indiferencia nos afectan. Tanto es así, que es frecuente escuchar a algunos
aconsejar a otros que “castiguen con el látigo de la indiferencia”, a quienes resulten etiquetables
como enemigos.
Aunque puede existir una tenencia innata a marcar distancia, por obra del temperamento, o por
efectos de cierta configuración biológica cerebral tal como lo ha comprobado Jerome Kagan en
sus experimentos con niños, es posible también aprender a comportarse con indiferencia, a través
de lo que se conoce como “modelaje” o imitación.

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