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Primera edición: noviembre 2012

D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Arquitectura
Ciudad Universitaria 3000
Colonia Copilco Universidad
Delegación Coyoacán
México 04360, DF

versión rústica:
ISBN: 978-607-02-3620-4
versión empastada:
ISBN: 978-607-02-3619-8

Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio sin la autorización


del titular de los derechos patrimoniales

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
índice

Presentación
Héctor Quiroz Rothe 7 Los peces, emisarios de lo invisible
Jorge Armando Reyes Escobar 52
Introducción
Rogelio Laguna 9 Dos peces que (lejos) se miran (cerca)
Hugo Cervantes 62
Láminas
Salvador Gallardo Cabrera 16 El oficio de la invisibilidad
Eusebio Ruvalcaba 72
Lo invisible
Sonia Torres Ornelas 26 Semblanzas de colaboradores 78

Por una oceanografía de lo visible


El vaso, el reflejo, el agua, el pez
Gerardo de la Fuente Lora 38
Presentación
Héctor Quiroz Rothe

La idea de publicar un libro con los peces de Tamés nació durante mi paso por la Co-
ordinación editorial de la Facultad de Arquitectura, al momento de plantear nuevos
proyectos para difundir la obra de nuestros profesores. No creo ser el único ni el pri-
mero en haber pensado publicar los dibujos pisciformes que acompañaban el saludo
electrónico de nuestro director al inicio de cada semana de trabajo. La idea la había
compartido con otros colegas y seguramente el mismo Tamés ya la había escuchado,
aunque su discreción le impedía plantearlo abiertamente. Como suele suceder en la
realización de proyectos conjuntos, las (buenas) intenciones se fueron sumando para
concretar la idea original. Sin embargo, el procedimiento no era evidente.
Teníamos la materia prima: la amplia colección de peces dibujados por el direc-
tor Tamés, que se habían propagado a través de correos electrónicos para ser com-
partidos entre colegas, amigos y familiares. En casa –debo decirlo– tengo algunos
enmarcados. Era claro que los peces habían trascendido su condición de ilustración
para establecer una comunicación que iba más allá de su autoridad y que nos co-
nectaba con sentimientos y emociones compartidas. Pero un libro sólo de dibujos no
satisfacía nuestras expectativas. Si bien, los peces hablan por sí solos, deseábamos
plasmar esa comunicación en palabras. Así, un buen día apareció en mi oficina
Rogelio Laguna, filósofo, escritor, periodista y mago –como él mismo comenta–.
Originalmente traía una propuesta de artículo para la revista Bitácora, el cual, por
cierto, venía también acompañado de dibujos de Tamés. Durante el proceso editorial
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constaté la amistad que mantenía con nuestro director, un in- Por otra parte, este libro es una muestra notable de un re-
grediente indispensable en términos de complicidad para una curso expresivo que tradicionalmente ha sido parte de las
labor de este tipo. No dudé en invitarlo a participar en el pro- habilidades propias del arquitecto y que hoy parece desvane-
yecto y como si ya lo hubiera previsto, en pocos días tenía una cerse ante la eficiencia de los recursos digitales. Me refiero al
propuesta que incluía esta compilación de textos filosóficos y dibujo, al dominio de la técnica con el lápiz y el papel; al tra-
literarios que logran hacer visible lo invisible en los trazos de zo certero que, antes del autocad y del mouse, ha conectado
los peces de Tamés. la mano del diseñador con la mente creadora y el ser emotivo.
Sin duda, Rogelio, con algo de magia pero sobre todo con Si en algún momento del proceso me preocupó la coheren-
talento y conocimiento logró conjuntar esfuerzos de autores cia temática entre los peces y lo rigurosamente arquitectónico,
y técnicos editoriales para poder presentar este libro. Gracias hoy me complace compartir con ustedes este documento cuyos
a ellos podemos ahora compartir las emociones evocadas contenidos superan las fronteras disciplinarias para proponer-
por los peces de Tamés con todos aquellos que hojeen sus nos una reflexión sobre el espacio y sus representaciones; sobre
páginas y hacer perdurar un poco más sus formas, sus colo- la arquitectura y las emociones que genera. Sobre la creación
res y su luminosidad en el tiempo. En este sentido, es inevita- y la vida misma. En este libro los dibujos, las ideas y las pala-
blemente un testimonio de la experiencia compartida por el bras se complementan, dialogan. El motivo fueron los peces,
equipo de trabajo que ha formado parte de la administración la (in)-visibilidad el tema. A cada quien le corresponde, ahora,
de Jorge Tamés y Batta como director de la Facultad de Ar- elaborar sus propia conexiones. No me resta más que agradecer
quitectura de la unam. al arquitecto Jorge Tamés su arte, su confianza y amistad.
Introducción
Rogelio Laguna

Yo quiero sembrar una semilla en el río, a ver si crece un árbol


flotante para treparme a jugar. En su follaje se enredarían los peces,
y sería un árbol de agua que iría a todas partes sin caerse nunca.
Jaime Sabines, Adán y Eva

Hay una tensión entre el dibujo y la arquitectura que se extiende a la pintura, la es-
cultura, la instalación, e incluso el cine. Lo importante en esta tensión es que no se
trata de un asunto de técnicas; más allá de los materiales, los pigmentos, los soportes
o la destreza requerida por el artista, lo que está de fondo es la creación del espacio.
El espacio es ese concepto abstracto que se despliega en diversas dimensiones
y planos, hay un espacio que se abre en el dibujo –y sólo en el dibujo– que puede
continuar, pero no mantenerse indefinidamente, en las demás técnicas del arte. En
el dibujo el espacio aparece en sus rasgos esenciales, se privilegian las formas –las
maravillosas formas– que llevan al punto, la línea, la curva, a expresar sus variacio-
nes casi infinitas. Del punto se pasa a la línea, con sutileza se llega a la geometría
de planos, poco a poco se forman los volúmenes y nace el color. En un movimien-
to, casi invisible, el dibujo pasa a la pintura.
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La pintura habla –y no habla– otro lenguaje que el dibu- piz, carbón, acuarelas, café… nota inmediatamente que no
jo. Se concentra en el contenido de las formas, en sus tonos, se trata del catálogo de un acuario ni de una evocación na-
en el espacio de profundidad más que en los bordes. Como turalista. Los peces de Tamés, en realidad no son peces. Son
el dibujo, tiene perspectiva, composición, ritmos, puntos de ideas que vuelan, se sumergen, caminan en las rocas o se
fuga… pero el espacio que ocupa es el de la luz que revela las funden con su entorno.
cosas. Pues la pintura es el movimiento de la luz, ésta como Triángulos, esferas, sillas, redes geométricas –a veces una
un pez (solitario o cardumen) atraviesa el cuadro y le revela al montaña– son el entorno en que estos seres aparecen ante
espectador un mundo. Realidad pictórica que a veces sólo es nuestros ojos, en ocasiones llenos de color, a veces en se-
claridad en tránsito o en desaparición. Camino luminoso que pia o en blanco y negro. No todos –ya advertimos– fueron
se abre también a la fotografía, que hereda el rectángulo del realizados con la misma técnica; muchos de ellos nacieron
caballete pero que tiene una mirada particular. a la hora del desayuno, momento en que Tamés acostumbra
La escultura, la arquitectura y el cine son otras criaturas fa- dibujar mientras toma café. Otros han sido sacados de los
bulosas –autónomas pero sin ser ajenas a las anteriores– que cuadernos de viaje que lo acompañan en las salas de espera,
constituyen y agrupan el espacio (o los espacios) en lenguajes en las comidas familiares, con amigos, o en la habitación
propios. Me gusta imaginar que la escultura es un árbol que de un hotel. Ninguno de los dibujos, ¿o pinturas?, rebasa el
crece del dibujo y el cine un árbol que camina. La arquitec- tamaño de una hoja carta.
tura, en cambio, es un bosque que crece a nuestro alrededor, En términos estéticos, podemos decir que las imágenes de
se derrumba, se construye, en él transcurren las distintas horas Tamés son bellas, y que además se llevan bien con otras cate-
del día y a cada hora la sombra nace de forma diferente. gorías como lo monstruoso, lo abstracto y lo onírico. Destaca
en ellas la precisión técnica con la que el arquitecto, en este
II caso el dibujante, traza, colorea, cada imagen. Algunos peces
–dice– los toma como un reto que debe realizar sin equivocar-
Las ilustraciones de Jorge Tamés y Batta no son árboles pero se y sin esbozarlos primeramente a lápiz.
son peces. Aunque sería injusto decir que sólo son peces las Aunque detrás de ese hábito de trazar peces hay una his-
imágenes que hemos recogido en este libro. Cuando uno toria sencilla en la que Tamés nunca se propuso hacer tantos
mira las ilustraciones realizadas con diferentes técnicas: lá- peces –y mucho menos realizar un recuento impreso– las
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imágenes se han abierto paso y han permitido una interac- III (Breve retrato)
ción que su autor no esperaba. No son pocas las personas
que le envían dibujos, difunden sus imágenes y hasta le ha- Jorge Tamés y Batta nació en la Ciudad de México aunque
cen pedidos. pasó casi toda su infancia en Tijuana. Es el mayor de cuatro
Lo anterior no debe extrañarnos, se sostiene en la calidad hermanos y los cuatro son profesionales en carreras que les
de la composición y de la técnica que Tamés se exige. Pero impuso su padre. Por eso dice que desde los nueve años es
tampoco debemos soslayar que los peces son símbolos po- arquitecto. De sus hermanos, uno es pintor, otro más es mú-
derosos que en múltiples horizontes culturales significan la sico y su hermana es fotógrafa. Para fortuna de todos ellos, la
libertad, la prosperidad, el sustento y hasta la vida eterna. vocación “impuesta” les resultó una forma de vida acertada
También en los peces se reconoce al arquetipo –animal ma- que han disfrutado.
triz– de la vida. Es interesante pensar que si Darwin tiene Debido a la decisión de su padre de que fuera arquitecto,
razón, la vida que nos constituye alguna vez perteneció a Tamés se puso a dibujar a temprana edad, sobre todo barcos.
un pez… Ya en la juventud sus temas se hicieron más amplios y varia-
Lo que deseo destacar es que en los peces de Tamés se dos. Aunque en este libro recogemos sólo una selección de
abre un camino entre lo que se ve y lo que no se ve, entre lo peces, el arquitecto registra en sus cuadernos de viaje y en
visible y lo invisible. Sus peces los observamos en el papel, otros formatos, paisajes, edificios, objetos diversos, formas
coloreados o trazados con líneas oscuras, rodeados de for- abstractas y hasta historietas en las que el propio Tamés es
mas, superpuestos, mirándose o mirándonos, y en ellos po- uno de los personajes. Él aprovecha sus historietas para to-
demos reconocer un tránsito, una vía casi natural a lo que mar con humor los sucesos de la vida, expresar opiniones y
–sin estar ausente– no está presente en la imagen. Lo visible ejercer la autocrítica.
nos lleva al insomnio del dibujante, a sus pensamientos, al Respecto a su profesión, la arquitectura, y su afición al
mundo mismo escondido bajo los colores. Así, los peces dibujo, Tamés explica en un texto inédito: “Dibujo porque
van de lo claro a lo oculto, transportando con delicadeza es la manera en que puedo expresarme más plenamente;
ciertas preguntas que el propio autor se hace al mirar los di- como maestro, como arquitecto y como ser humano. Dibujo
bujos: ¿Son visibles nuestras palabras? ¿Quién nos escucha? y pienso, siento, reflexiono, interpreto; es al ser humano a
¿Qué veo, qué me ocultan? ¿Quisiera ser invisible? quien debemos nuestro servicio como arquitectos y es como
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seres humanos que debemos entender la arquitectura, sentir- que apareció sin quedar claro cómo– el autor establece una
la, vivirla y proyectarla”. vía para pensar la tensión entre lo visible y lo invisible.
A la cita de Walt Whitman “Estoy en camino con mi vi- Le sigue a “Láminas” un texto de Sonia Torres Ornelas en
sión, soy vagabundo en un viaje perpetuo”, Tamés agrega: el que se preocupa por pensar lo invisible. En su reflexión,
“como él, en ese camino, observo… y como vagabundo en la autora va de David Hume a Gilles Deleuze para señalar
mi viaje perpetuo del día a día, dibujo… intento llenar mis la estrecha conexión que hay entre lo que se ve y lo que no.
vacíos con mis dibujos y los espacios, con arquitectura”. Vemos porque imaginamos, señala. Apunta que a partir del
cuestionamiento de la vista surgen otras fronteras que impul-
IV san al pensamiento: dentro y fuera, lo que me habita y lo que
me afecta. Lo invisible, señala Torres Ornelas, es un lenguaje
Como el lector podrá reconocer en las páginas de este libro, secreto, nuestra vida oculta, el territorio de la seducción y de
éste no se trata únicamente de una colección de imágenes. la paradoja.
A partir de los peces como columna vertebral, y tomando En “Por una oceanografía de lo visible” Gerardo de la
al tema de lo visible y lo invisible como hilo conductor, se Fuente se interesa por la pintura y el dibujo, recurre a las
ha invitado a seis autores a establecer un diálogo desde la propuestas de Lacan y Derrida para indicar el misterio que
filosofía y la literatura con las imágenes. En el encuentro han somos para nosotros mismos. Si quiero conocerme, dice con
surgido otros mares, en el que nuevas criaturas emergen a la ambos filósofos, debo dibujarme. Sin embargo, también ad-
superficie y nos sorprenden. vierte que el autorretrato nos está vedado porque con nues-
Salvador Gallardo Cabrera abre este diálogo con un texto tros ojos podemos verlo todo menos a nosotros mismos. Más
titulado “Láminas”. En su texto, Gallardo aborda las nocio- adelante en su texto se aproxima al tema de la mirada divina:
nes de dislocamiento de los espacios para acercarse a los pe- ¿Cómo vería Dios un dibujo? –se pregunta.
ces de Tamés. Observa en ellos una oportunidad para pensar Jorge Armando Reyes Escobar en su participación titulada
la cartografía de una “arquitectura de inmersión”, en la que “Los peces, emisarios de lo invisible” cuestiona cuál es el es-
el universo está poblado de conchas y fósiles, y la tierra apa- tatuto ontológico de la mirada. Lo invisible, dice, nos obliga
rece en su plenitud con sus superficies rugosas y sus valles y a reconocer que el pensamiento excede los contornos de la
abismos. A través del celacanto –pez que se creía extinto y mirada. Escobar aprovecha su reflexión para exponer, a partir
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« Las emociones no tienen


sujeción, aunque son
el ingrediente secreto
de todas nuestras
inquietudes
«

do palabras de amor que nos enamoran hasta convertirnos cide en una caída. Lo invisible tan profundo como la piel, y
en víctimas de nuestros propios sortilegios. En un frenesí dio- lo visible tan superficial como un abismo. Uno en lo otro, lo
nisíaco, el tú y el yo arden en las brasas del nosotros, fuego uno por lo otro. Lo dorsal y lo frontal, el azar y la necesidad.
cósmico. La elasticidad de lo visible llega a lo invisible, una Todas las paradojas de la imagen concurren en Lo visible y
noche derramada. lo invisible, océano en el que aparece, sólo para difuminarse,
Lo visible y lo invisible, dentro y fuera, lo que me habita y lo que está dispuesto con la veracidad sumaria que determina
lo que me afecta. Los afectos vienen de lejos, me atraviesan y el mundo tal cual es para ti y para mí. Un mundo mutilado,
se transforman en bruscas violencias, en acordes ferozmente tomado muy en serio, desprovisto del humor y la contingen-
disonantes, en gritos recónditos, en alivios fulminantes, en ca- cia en provecho del mandato de lo que debe ser de acuerdo
ricias infinitas. Gracias a las alquimias del sentir y el pensar, con el sentido común. ¡Cuántas miserias se esconden bajo la
los afectos se vuelven afecciones o sensaciones. Lo visible y lo ilusión del sentido común! Es que es más fácil andar por lo
invisible, derecho y revés, una moneda rodando; o, más elo- visible…6, es más cómodo aceptar lo que presumiblemente
cuentemente, cifras danzantes en los dados arrojados al aire, se encuentra embonado pieza por pieza, que arriesgarse a
como lo presiente Nietzsche y recuerda Mallarmé. Todo se de- nuevas tramas, y aún al vacío, a la posibilidad de deshacerse

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