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Interacción verbal
Í1J..J
¿Cuál es entonces el valor del habla monologal para el subjetivismo
individualista? Ya vimos que es un acto puramente individual, la
expresión de una conciencia individual, de sus ambiciones, inten-
ciones, impulsos creativos, gustos, etcétera. Para el subjetivismo
individualista la categoría de la expresión es la más elevada y la
más amplia en que puede incluirse el acto de habla.
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también permiten negar radicalmente la expresión, que deforma
la pureza del elemento interno.1 En cualquier caso, todas las fuer-
zas creativas y organizadoras de la expresión son internas. Lo
externo no es más que materia pasiva para ser manipulada por el
elemento interno. La expresión se forma básicamente en lo inte-
rior y luego simplemente sale al exterior. Según este argumento,
la comprensión, interpretación y explicación de un fenómeno ideo-
lógico también debería dirigirse hacia adentro; debería hacer un
camino inverso al de la expresión. Partiendo de la objetivación
externa, la explicación debe descender hasta las bases organiza-
tivas internas. Así es como entiende la expresión el subjetivismo
individualista.
1 "El pensamiento hablado es una mentira" (Tyutchev); "Oh, si se pudiera hablar desde el alma
sin palabras" (Fet). Estas afirmaciones son muy tipleas del romanticismo Idealista.
quien no tendríamos por cierto un lenguaje en común, ni en sentido
literal ni en sentido figurado. Aunque a veces tenemos preten-
siones de experimentar y decir cosas urbi et orbi, en realidad
vislumbramos este "mundo infinito" a través del prisma del medio
social concreto que nos rodea. En la mayoría de los casos, presu-
ponemos cierta esfera social típica y estabilizada hacia la cual se
orienta la creatividad ideológica de nuestra propia época y grupo
social, suponemos como destinatario a un contemporáneo de nues-
tra literatura, nuestra ciencia, nuestros códigos morales y legales.
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mente individual de este signo social en una emisión concreta
está totalmente determinada por las relaciones sociales. La indi-
vidualización estilística de un enunciado, de que hablan los
vossle-rianos, representa un reflejo de las interrelaciones sociales
que constituyen la atmósfera en que se forma un enunciado. La
situación social inmediata y el medio social más amplio determinan
totalmente —y desde adentro— la estructura de un enunciado.
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gica, el aumento de conciencia, aparece en proporción directa a
la firmeza y precisión de la orientación social. Cuanto más fuerte,
organizada y diferenciada es la comunidad en la cual el individuo
se orienta, más vivido y complejo ha de ser su mundo interior.
3 Puede encontrarse interesante material sobre expresiones de hambre en las obras de Leo
Spttzer, Italienische Kriegsgefangenenbriefe y Die Umschreibungen des Begriffes Hunger. El interés
fundamental de estos trabajos reside en la adaptabilidad de palabra e imagen a las condiciones
de una situación excepcional. Pero el autor no opera con un criterio genuinamente
sociológico.
ses de pensamiento —"para uno mismo" y "para el público"—
no hacen más que yuxtaponer dos conceptos diferentes de "pú-
blico". El "para uno mismo" de Tolstoy en realidad se refiere
solo a una peculiar concepción de destinatario. No existe el pen-
samiento sin la orientación hacia una expresión posible, y por lo
tanto, fuera de la orientación social de esa expresión y del pen-
samiento involucrada.
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la lengua implica cambio ideológico. Pero el subjetivismo indivi-
dualista se equivoca en cuanto deriva también este contenido ideo-
lógico de las condiciones de la psiquis individual.
El subjetivismo individualista se equivoca al tomar el habla
mono-logal como su punto de partida fundamental, lo mismo que
hace el objetivismo abstracto. Algunos vosslerianos, en verdad,
comenzaron a considerar el problema del diálogo, aproximándose
así a una comprensión más correcta de la interacción verbal.
Altamente sintomático en este sentido es un libro de Leo Spitzer
que ya citamos, Italienische Umgangssprache, que intenta analizar
las formas de la lengua italiana conversacional en estrecha
relación con las condiciones del discurso y sobre todo con el
problema del destinatario.4 Sin embargo, Leo Spitzer utiliza un
método psicológico descriptivo, y no extrae de su análisis las
conclusiones fundamentalmente sociológicas que este sugiere. Por
lo tanto, para los vosslerianos, la realidad básica sigue siendo el
habla monologal.
El problema de la interacción verbal fue planteado con claridad y
precisión por Otto Dietrich,5 quien somete a crítica la teoría del
habla como expresión. Para él, la función fundamental de la len-
gua no es la expresión sino la comunicación (en sentido estricto),
y esto lo conduce a considerar el papel del destinatario o receptor.
La condición mínima para una manifestación lingüística, según
Dietrich, es doble (hablante y oyente). No obstante, Dietrich
comparte supuestos de tipo psicológico general con el subjeti-
vismo individualista. Las investigaciones de Dietrich también ca-
recen de una base sociológica determinada.
Ahora estamos en situación de responder la pregunta planteada al
final del primer capítulo de esta sección. La verdadera realidad
del lenguaje no es el sistema abstracto de formas lingüísticas, ni
el habla monologal aislada, ni el acto psicofisioíógico de su rea-
lización, sino el hecho social de la interacción verbal que se cum-
ple en uno o más enunciados.
La interacción verbal, entonces, es la realidad fundamental del
lenguaje.
El diálogo, en el sentido estricto de la palabra, es, naturalmente,
solo una de las formas —muy importante, por cierto— de la in-
4 Al respecto, es sintomática la organización de ese libro, que se divide en cuatro
capítulos
principales, titulados: 1. Eroffnungsformen des GesprSchs; II. Sprecher und Hórer. A.
Hdfllchkelt
(Rücksicht aui den Partner). B. Sparsamkeit und Verschwendung Im Ausdruck y C. In elnandergreiten
von Rede und Gegenrede; III. Sprecher und Situatlon; IV. Der Abschluss des GesprSchs. El prede
cesor de Spitzer en el estudio de la lengua conversacional en las condiciones del discurso de lo
vida real fue Hermann Wunderlich. Véase su libro Unsere Umgangssprache, 1894.
5 Véase Die Probleme der Sprachpsychologle, 1914.
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teracción verbal. Pero también puede entenderse el diálogo en
un sentido más amplio, que no solo abarca la comunicación ver-
bal vocalizada, directa y cara a cara entre personas, sino tam-
bién la comunicación verbal de cualquier otro tipo. Un libro, por
ejemplo, una actuación verbal impresa, es también un elemento
de la comunicación verbal. Es algo discutible con respecto al
verdadero diálogo de la vida real, pero aparte de ello, está rea-
lizado especialmente para su percepción activa, que implica lec-
tura atenta y responsividad interna, y para la reacción impresa,
organizada, en las diversas formas correspondientes a la particu-
lar esfera de este tipo de comunicación verbal (reseñas de li-
bros, estudios críticos, influencia en obras posteriores, etcétera).
Además, una actuación verbal de esta clase se orienta también
inevitablemente con respecto a actuaciones anteriores en la mis-
ma esfera, tanto las del mismo autor como las de otros. Parte
inevitablemente de un estado particular que implica un problema
científico o un estilo literario. Es como si la actuación verbal
impresa se comprometiera en un coloquio ideológico de largo
alcance: responde a algo, objeta algo, afirma algo, anticipa po-
sibles respuestas y objeciones, busca apoyo, etcétera.
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en la comunicación verbal concreta, y no en el abstracto siste-
ma lingüístico de formas de la lengua, ni en la psiquis individual
de los hablantes.
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Las formas de intercambio ideológico en el sentido estricto del
término —formas para discursos políticos, actos políticos, leyes,
reglamentos, manifiestos; y formas para expresiones poéticas,
tratados científicos, etcétera—, han sido objeto de investigación
especial en retórica y en poética, pero, como ya vimos, estas in-
vestigaciones han estado totalmente divorciadas del problema
del lenguaje por una parte, y del problema del intercambio social
por la otra.6 El análisis productivo de las formas de la totalidad
de los enunciados como las verdaderas unidades en el flujo del
lenguaje solo es posible si se considera el habla individual como
un fenómeno puramente sociológico. La filosofía marxisía del
lenguaje debe resueltamente estimar el habla como el verdadero
fenómeno del lenguaje y como una estructura socioideológica.
6 Acerca del divorcio entre la obra de arte literaria y las condiciones de la comunicación artís
tica y la consiguiente desvitalización de la obra, véase nuestro trabajo: "Slovo v zhlznl i
slovo
v poezli (La palabra en la vida y en la poesía), Zvezda, 6, 1926.
7 R. Shor, "Krizls sovriemienoy linvistikl" 0-« crisis en la lingüística contemporánea),
lafetl-
cheskiy sboruik, V, 1927, p. 71.
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1) La lengua como sistema estable de formas normativamente idén
ticas no es más que una abstracción científica, que resulta pro
ductiva solo en relación con ciertos objetivos particulares, teó
ricos y prácticos. Esta abstracción no se adecúa a la
realidad
concreta del lenguaje.
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