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Características de los Tlatoani

Dentro de los orígenes del poder en la historia de Mesoamérica se escindió una


organización social claramente diferenciados, donde dos estamentos fueron la base de la
organización social: los Macehualtin, la gente común y los nobles o Pipiltin. Los nahuas
que dominaron el área central de Mesoamérica dividieron el estamento de los nobles en
tres rangos. Siendo el rango más alto de esta jerarquía el rey o Tlatoani, que significa
hablador, mandón o gobernante. El segundo rango que diferenciaba al grupo de nobles era
el señor, Teuctli que era el jefe de la casa señorial llamada teccalli en la región tramontana
y tracpan (palacio) en el Valle de México, y el tercer rango de esta jerarquía recaía en los
nobles o pilli en singular, siendo todos los hijos de un teuctli o tlatoani, así como los nobles
de rango menor.
El tlatoani era el rango más elevado siendo la autoridad suprema de su señorío y combinaba
funciones civiles, militares y religiosas, judiciales y legislativas. Siendo Tlatoani el título de
señor de distintas ciudades o altépetl de varios pueblos de habla náhuatl, como
Tenochtitlan, la capital del reino en los siglos XIV y XV, y de otras ciudades, como Texcoco.
A la autoridad mayor de México-Tenochtitlan se le llamaba Huey Tlatoani, gran señor.
En el ámbito religioso, su decisión era absoluta así que su papel lo desempeñaba como
guía espiritual de su comunidad; en lo social, tenía derecho al mando de una sociedad para
una organización bien establecida y estructurada; en lo administrativo supervisaba que la
ejecución sobre los recursos económicos fueran los más adecuados, también, era el
encargado de la buena organización económica, recibía tributos y servicios de la gente, de
los productos del tlatocamilli que se rentaban o cultivaban con los servicios de la gente.
Otra de las cosas que desempeñaba era destinar gastos para el abasto y beneficio del
pueblo o para los gastos ceremoniales. El tlatoani tenía la ventaja de asignar tributo o
recursos de tierras a los señores, guerreros, barrios o pueblos. Desde su nacimiento, tenía
carácter de noble, era miembro de un linaje muy poderoso y reinante, es por ello que este
gobernador además de recibir sus tierras patrimoniales, recibía otras tierras como calidad
de rey. El puesto del tlatoani era de por vida, así que después de su muerte, había una
sucesión de poder: El sucesor debía haberse distinguido en la jerarquía político-militar
alcanzando puestos que lo señalaban como candidato a la realeza, y la selección se
efectuaba en una asamblea de nobles que incluía prácticamente a todos los miembros del
estamento dominante.
Un Tlatoani heredaba por lo general su posición como hijo de su predecesor, o pariente
cercano, al morir aquel. Permanecía en el puesto de por vida y lo pasaba a su heredero y,
en la mayoría de los casos, puede hablarse con propiedad de una sucesión dinástica en el
gobierno de los tlatoque. En el periodo azteca tardío llego haber unos 50 tlatoque en el Valle
de México, mantenidos en todos los casos por los tributos y por el trabajo de las personas
subordinadas. Estaban distribuidos desigualmente entre los grupos tribales, desde el único
gobernante mixquica hasta los veinticinco que en una época gobernaron en las
comunidades de la provincia de Chalco. En las luchas por el poder antes de la conquista,
un tlatoani podía usurpar la posición de otro tlatoani y ocupar ambas posiciones; podía
permitir que un tlatoani conquistado mantuviera su cargo con términos específicos de
obligación; o podía destruir el cargo de un tlatoani vecino por completo, reduciendo al
pueblo del status de capital de tlatoani al de dependiente no tlatoani. En la época anterior
a la conquista española todos los pueblos del valle habían sido subordinados mediante
tributos y servicio militar a los tlatoque de Tenochtitlan, Texcoco o Tacuba. Pero como los
jefes aztecas si permitieron que los funcionarios locales mantuvieran sus posiciones y
títulos, el principio del tlatoani siguió sirviendo como base de la organización colonial de
cabeceras. Habría que subrayar que al establecer este sistema de cabeceras, los
españoles pasaron por alto tanto la organización imperial tributaria de Montezuma como la
organización en grupos tribales. Los españoles se referían con frecuencia a la cabecera
como pueblos por si (Carta de Ramírez Fuenleal en 1532, en CDIAI, XIII, 236). es un
ejemplo de muchos), una frase que implícitamente descartaba o negaba deliberadamente
conexiones tribales o imperiales.
Dos circunstancias, sin embargo, interfirieron en la ecuación absoluta de las comunidades
tlatoani o las cabeceras coloniales. Una se relacionaba estrechamente con la nueva
terminología española, ya que los españoles hablaban también de los regímenes tlatoani
como señoríos, y de los tlatoque como señores, señores principales o caciques. Estos
términos eran consecuencia con otros usos españoles, pero su aplicación aquí significaba
que los españoles pasaban por alto en todas partes el termino nahualt adecuado, tlatoani.
El no emplear el título local nahualt en México tenía implicaciones, ya que significaba que
los indígenas podían reclamar ser caciques y que las comunidades podían reclamar ser
cabeceras, sin llenar requisitos originales. La terminología colonial daba a oportunidad para
excepciones a la regla especialmente puesto que, con el paso del tiempo, las normas
originales ya no eran pertinentes.

Carrasco, P. (2000) Historia General de México. México; Colmex.


Gibson, C. (2000). Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810). México; Siglo XXI.

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