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Los procesos de soldadura por fusión de los materiales metálicos, en los que se
supera la temperatura de “liquidus” del material base y del material de aportación,
son los más ampliamente utilizados en la industria por la relativa facilidad con
que puede obtenerse una unión metalúrgica perfecta, por su rapidez y por sus
grandes posibilidades de automatización. No obstante, este tipo de procesos
requiere un aporte térmico importante que permita superar la temperatura de
fusión de los materiales a unir. Este aporte de energía provoca un flujo de calor
al material base. En los procesos de soldadura el aporte de energía esta
focalizado en una zona concreta, lo que provoca una transferencia o disipación
de calor. Esta transmisión de calor en los materiales metálicos provoca una
distribución de temperaturas y un ciclo térmico característico en la unión soldada.
Dicho ciclo térmico es el primer origen de los cambios micro estructurales,
tensiones y deformaciones que se producen y que afectan al comportamiento en
servicio de la unión soldada de forma importante. Esto es debido a que los
campos de distribución de temperaturas que se obtienen son los que determinan
las tensiones residuales, las deformaciones térmicas y las debidas a eventuales
transformaciones que pueden acompañar a los cambios de estado y de micro
estructura.
Durante el soldeo el material base es calentado por el aporte térmico del
proceso de soldeo.
Muchas técnicas se han desarrollado para el análisis experimental de tensiones residuales. Los
fundamentos pueden agruparse en cuatro: