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camila blanco

ficciones del yo.


ficciones del yo | 3

ficciones del yo.


por
camila blanco
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Estar enamorado es percibir lo único que hay en cada persona, eso único
que no puede comunicarse salvo por medio de hipérboles o de metáforas.
Jorge Luis Borges, Así escribo mis cuentos, 1981
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mirada
El flash de mirar el sol, cerrar los ojos y ver una luz blanca proyectada sobre
los párpados: eso sentí la primera vez que lo vi. Yo lo había ido a buscar: así
fue como empezó lo nuestro. ¿Lo nuestro? Sí, definitivamente era nuestro,
pero era más mío que tuyo.
Pelo blanco, raya al medio. Camisa celeste, saco azul noche. Pantalón gris y
zapatos marrones. Nunca había visto una persona tan brillante, bella, delicada
y elegante; se llevaba el mundo por delante. Eso fue lo que me cautivó: sabía
lo que quería, cuando lo quería y cómo lo quería.
¡Cómo lo quería! Llegué a quererlo más que a la comida. En él me veía refle-
jada. Gracias a él llegué a sentirme completa.
Un día le dije que lo amaba. Él esquivó la mirada de mis ojos, que ya estaban
perdidos en la inmensidad de los suyos. De mis ojos cayó una lágrima, dos,
quizás tres. Al ver al sujeto ahí, inmóvil, inerte e indiferente, procedí a dejarlo
solo en aquella oficina: solo frente a la desnudez de mi corazón. Mientras
cruzaba los pasillos que conectaban con su despacho, escuché su andar. Esa
forma tan particular de caminar que tenía, yo me la sabía de memoria. Frené
y me di vuelta: se había detenido él también, se llevó las manos a los bolsillos
del pantalón y sólo nos miramos: sólo bastó una mirada para entendernos.
Nos dimos el beso más espectacular y largo que nadie en la historia del amor
y la pasión se dio jamás. Nos quedamos abrazados un rato hasta que sentí
su respiración cerca de mi oído izquierdo: “Te amo como nunca amé a nadie.”
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hogar
Ese hombre no supo amar,
aquella mujer tampoco.
Ambos compartían lugares comunes;
él iba a el bar, ella cantaba en aquel bar;
él la esperaba a la salida, ella lo ignoraba:
avanzaban un paso y retrocedían dos.
Él tenía otros asuntos: familia.
Él la veía salir de la cantina y le brillaban los ojos.
Un día, ella partió antes que él.
Él, vació una botella de ron en su hígado y se marchó.
Caminó sin rumbo en diagonal,
prendió un faso y se sentó en el cordón.
Lágrimas rodaron por sus mejillas.
Deseaba que esa mujer jamás hubiese existido.
Ella estaba en su casa.
Él, permaneció en aquel cordón:
mirando hacia la nada,
esperando alguna señal.
Ella salió corriendo hacia el bar,
había tenido un presentimiento: se había quedado dormida
en el colectivo y había soñado que él se iba a suicidar.
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lugar
Había un lugar lejano,
un lugar mágico.
Rosendo salió un día, despavorido.
Huyó de su casa en busca de ese lugar.
Así se lo había prometido a su madre.
Rosendo quería conocer el mundo,
el amor y otras maravillas.
El amor le dijo “Hola, ¿Qué tal?” un día.
No fue el día de la primavera,
pero casi.
Conoció a Jacinta un veintidós de mayo,
en la estación de trenes de Retiro.
Jacinta vendía medias en el andén número dos.
Rosendo vio unas medias de rombos y se enamoró:
de la muchacha y de las medias también.
Jacinta tenía hecho un rodete,
negro era su pelo y brillaba más que el sol.
Rosendo se abrigó sus pies descalzos con las medias,
y le dijo “Venite conmigo, por favor”
Jacinta abrió sus ojos,
ojos más verdes que el pasto del Rosedal;
Se dieron un beso y escaparon juntos,
se subieron al furgón del tren y nunca más volvieron.
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la noche
Un grito en la noche me desveló,
desde la terraza vi un par de muchachos en la calle.
Un aroma a rosas en la noche me sedaba;
los muchachos reían y gritaban,
desde mi ventana mucho no podía ver.
Me dejé llevar por el sonido de mi respiración:
ese aroma a rosas me resultaba familiar,
un perfume que yo había disfrutado antes.
Lo recordé a él mientras cerraba mis ojos.
Él tenía una fragancia similar,
una esencia maravillosa.
Recordé sus manos suaves y pálidas,
sus largos y finos dedos que tanto me acariciaron.
En primavera y en verano nos veíamos.
viajábamos por el mundo sin prisa,
nos escribíamos cartas:
en cada carta un “te quiero” y un “adiós.”
Ese aroma a flores me encantaba,
me recordaba a vos.
Abrí los ojos y te vi,
sentado frente a mí,
con un fulgor y una algarabía inédita.
Me levanté y corrí a darte un abrazo,
tarde ya era porque te habías esfumado.
Gritos y risas se escuchaban cuando abrí los ojos;
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perdí la noción del tiempo y el espacio,


un mareo y un aviso,
el reloj marcaba la hora de salir,
no sonaba,
pero yo lo oía,
fuerte dolor en el pecho,
¡ZAS!
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tomar
tomar para sentirte mejor,
tomar para aislarte del mundo,
tomar porque la bebida es rica,
tomar cuando estás con amigos,
tomar porque estás triste,
tomar porque sí.
la botella es tu mejor amiga
te susurra cosas al oído.
la botella te encierra,
la botella te ahoga con su contenido,
mientras te dejas llevar,
como Alfonsina en el mar.
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belgrano
En la plaza Manuel Belgrano nos vimos por primera vez, era el día de la
primavera. Nos retratamos en Barrancas de Belgrano, donde caminamos de la
mano hasta que se hizo de noche. Chapamos frente a La Recova y caminamos
hasta la estación Juramento. Belgrano era nuestro Calafate, nuestro lugar
en el mundo: Belgrano era nuestro. Otro día, en Arribeños y Olazábal, nos
despedimos. La próxima cita sería en El Pobre Luis. El plato de chinchulines
y el vino sobre la mesa. Luego, arrumacos y besos en La Glorieta.

En Barrancas, todos los días eran ese día de la primavera.


No importaba si era de día o de noche,
en Barrancas siempre se veían,
se citaban y se besaban apasionadamente;
costumbre adolescente esa de chapar en Barrancas.

Un día, esa mujer y ese hombre se sintieron confundidos:


Ella creyó que él la iba a dejar cuando dejaron de besarse,
pero no era eso;
él iba a decirle que estaba casado.
Fin y corazones rotos.
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hoy
Esta noche te dedicaré los versos más tristes.
Todas las lágrimas que derramé no bastaron para calmar mi sed...
¡Tantas veces te lloré!
Pasaba el tiempo y la vida se alargaba,
cada vez más vida por delante,
cada vez menos ganas de vivirla.
Tu amor cerraba todas mis fronteras.
Me deshice de objetos tuyos,
los enterré en el patio y regué las plantas.
Hundí mis manos en un bollo de masa,
me preparé una pizza,
cené y salí a la calle.
Salí entonada.
Me tambaleé por Perú,
caminé en zigzag por el medio de la calle:
me atropelló el 28.
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el bar
Un día fuimos al bar.
Café de por medio y un par de sonrisas.
Comentamos cosas,
nos miramos y nos hablamos encima.
Vos sabías que yo debía partir,
pero no te importó el tiempo:
besaste mis labios con la pasión de un amante.
El café se enfriaba,
pero nuestros cuerpos no.
La alarma del reloj,
las seis de la mañana,
nuestro encuentro vivirá por siempre,
pero en mis sueños.
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mañana
Corazón, necesito verte.
Quizás mañana no haya tiempo.
Mañana puede ser un gran día
(si pienso en lo que fue hoy)
Quise llamarte por teléfono,
pero no pude;
te busqué en la multitud del microcentro
(no estabas)
Bajé mil estrellas,
me recordaban al brillo de tus ojos,
Sabiendo que de vergüenza moriría,
Me adentré en una marea de tristeza:
nadé todo lo que pude contra la corriente del mar.
Salté al vacío y de golpe me quise levantar de la cama,
imaginé que volvías y me puse a ordenar mi armario:
apenas podía mantenerme en pie.
Perfumé la habitación
(por si volvías)
y a la noche me entregué.
Salí despabilada a buscar esa vida que nunca tuve,
bailé con la muerte y con algunos impostores también.
Puse discos tristes y me peleé con el amigo de la barra.
De mi nariz la sangre no paraba de brotar.
Entre la niebla y la oscuridad sentí que alguien me miraba,
Salté a la pileta del edificio,
y me ahogué sin consuelo.
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caminando
Caminaba yo por la sombra, un día de mucho calor. Los helados no descan-
saban y junto con el hielo, se dejaban derretir. De la mano de una mujer te
vi pasar cuando al almacén me dirigía. Mi presencia notaste y de repente la
mirada levantaste: mis pestañas arqueadas, hacían sombra sobre mis pupilas.
Tus Wayfarer tapaban tu rostro y lo embellecían de algún modo. Me hice la
distraída y hablé con el almacenero. Creí saber todo sobre aquel hombre: yo
le era indiferente, o quizás, yo era alguien a quien no deseaba cruzar. Él era
mi locura, mi fuego, encendía mis motivos y potenciaba mis tempestades.
Vientos fuertes habían impedido su regreso a mis brazos, él decía que yo era
demasiado intensa (lo cual es muy cierto). Luego de aquel desencuentro, del
cual prefiero más no hablar, mi corazón permaneció huérfano. En mi vida
tuve sólo su amor y fue lo que me mantuvo con vida durante muchos años.
Ese hombre supo encantarme con su hechizo: mirada penetrante y sus ca-
nas de marfil. Supe de inmediato, cuando lo vi pasar de la mano de aquella
muchacha, que ya no había lugar para mí en su cuerpo. Con él supe viajar
al lado oscuro de la luna, la misma luna que nos vio caminar de la mano
tantas noches, la que nos vio desnudos y entregados al amor... Fui amante y
no amante, fui consciente y también fui una pelotuda. Quise volar sobre tu
espalda, quise que tus manos se deslizaran sobre mi piel, quise eso y mucho
más. Pensé en todo esto mientras hablaba con el almacenero, pensamientos
recurrentes pero que, ahora que te veo, quiero pensar más de cerca. Volví a
casa y me perdí en la inmensidad del sillón de tres cuerpos. Cerré mis ojos y
nos imaginé en el puerto: un ramo de rosas que tirábamos al mar, armabas
una sinfonía con tus palabras mientras te acercabas cada vez más a mi oído,
yo estaba embebida en el sueño de caer, en el sueño de dejarme llevar por la
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marea y que vos me fueras a buscar...En mi corazón, una daga. En mis venas,
esos versos que se hacen carne al escribir y en mi mente, tu recuerdo.
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amor
Amor, te extraño.
No sé nada de vos,
no sé qué manos estarán acariciando tu pelo,
no sé qué labios estarán besando los tuyos,
no sé quién estará cocinando tu plato de comida favorito.
Nada.
Amor, extraño verte.
Extraño descubrirte,
extraño encontrarte en los lugares donde antes solías estar,
en los lugares donde solíamos estar,
en los lugares que solíamos compartir.
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luna
Me gusta la luna.
Me gusta mirarla y divagar:
pienso en uno o en dos besos que nos dimos,
pienso en el rooftop de ese hotel,
nuestra primera vez.
Bajo la luz de la luna nos juramos amor,
sólo la luna escuchó nuestro amar:
la luna que nos ve pecar y sabe callar,
la luna que apenas alumbra y no emite sonido alguno,
la luna que nos vio pasear por Puerto Madero,
la misma luna que nos vio besarnos por primera vez.
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no sé
¿Por qué lo supe amar y todavía lo amo tanto?
la manera en la que me explicaba,
la manera en la que me rogaba,
el tiempo que me dedicaba,
las palabras que me decía,
lo mucho que sabía.
Difícil resistirse ante el deseo.
Quería pasar horas sentada frente a él,
quería que él fuera quien me explicara el mundo.
Quería sentirme útil,
quería ser su sostén,
quería poner mi hombro cuando necesitara llorar,
quería que se preocupara por mí,
pero esas cosas nunca pasaron...
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jj.
Él era un hombre como ningún otro. Trajeado, con un perfume excepcional
que traspasaba los vidrios y las cuatro paredes que me contenían. El brillo de
su pelo y el de sus ojos enceguecían con su fulgor. Cuando veía que el reloj
marcaba las once, me paraba en la vereda. Cerraba los ojos y parada en la
vereda, me dejaba llevar por la estela que dejaba su cuerpo a medida que se
desplazaba por la Avenida Paseo Colón: me arrastraba con ella, sentía que
estaba cerca suyo. El corazón latía más fuerte que la intro de “We Will Rock
You”.

¡Oh, señor hermoso que da vueltas en mi cabeza!


Donde quiera que vayas,
donde quiera que estés,
frena la marcha y préstame atención.
¡Oh, querido mío!
Nota mi presencia.
He tomado frío en invierno,
y me he insolado en verano.
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mollejas
Me duele todo y estoy sola.
Un cuatro de noviembre te fuiste.
Vi que dejaste mollejas en un plato,
dos vasos de vino servidos en la mesa,
y un abrigo en el sillón:
un abrigo que no era mío,
y tampoco tuyo.
¿Cómo vas a dejar mollejas en el plato?
Las mollejas no se desperdician.
Nunca.
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s.o.s
Abrí los ojos. No podía respirar bien y un torniquete me apretaba la
pierna. Había sangre en el piso y la luz era muy tenue. Había un olor
extraño, como a comida. Al mezclarse con el olor a sangre me produjo
ganas de vomitar. Una luz verde que venía de la calle me sobresaltó: Era
una ambulancia. Una voz que me pareció conocer dijo: “está adentro...
con el torniquete, como dijeron” Se abrió la puerta de un golpe. Me
asusté. Dos médicos entraron: Uno cargaba una camilla y el otro una
valija. El de anteojos miró mi pierna y me dijo “va a estar todo bien”.
Entre mi marido y los dos médicos me subieron a la camilla. Adentro
de la ambulancia había olor a pervinox y a guardia de hospital: ese olor
a alcohol etílico, a jeringas, a desinfectante y a humedad. Yo seguía
quieta, casi tan quieta como cuando me resbalé en la cocina. ¡Ah, sí!
Yo tenía un cuchillo en la mano (recuerdo) el mismo que luego quedó
clavado en mi pierna derecha. Quedé tirada hasta que me encontró
mi marido desangrada en el piso, casi a punto de desmayarme.
ficciones del yo | 23

song for jj
gray hair,
swimming pool eyes.
not so tall,
not so short.
cheeks so red,
little mouth.
we went out,
the big city was ours.
corrientes avenue,
milanesas and diet coke.
a cab to the hotel,
splendid view from our floor.
many kisses,
and there goes our love.
after some hours,
the sun came up in the sky.
hungover like hell,
saw your face and smiled:
“I had to go” he said,
“but not for so long” I said.
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dear coma
desperté de un coma.
treinta años dormida;
mi primera palabra: “brian eno”
el mundo ya había producido lo suficiente.
no hay cosas nuevas,
todo es lo mismo,
todo se repetía.
regreso a casa;
mis discos y mi ropa,
mi escritorio y mi olivetti;
la guitarra y un reloj,
la mesita de luz y unos libros,
el calendario de 1988.
estoy más sola que cuando estaba en coma.
ficciones del yo | 25

angustia
dejaré que la ansiedad consuma hasta la última molécula de mi ser.
dejaré que las lágrimas caigan hasta cubrir la totalidad de mi cuerpo.
dejaré de consumir harinas y haré más ejercicio.
pensaré mucho en vos:
cada risa, cada gesto, cada roce de la piel.
recordaré tu perfume sobre mi almohada,
la mañana al despertar,
tu lugar vacío,
y el teléfono que no suena.
el pan con manteca y azúcar, la sonrisa.
cada mañana lo mismo,
y ahora...
nada.
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aldea
descargamos las valijas y nos pusimos a mirar el paisaje.
cerré el auto y entré a la casa.
vos estabas en el sillón del living,
avisabas por teléfono que habíamos llegado.
con las dos valijas (una en cada mano) fui hasta el dormitorio.
las dejé en un hueco y me tiré en la cama:
todo olía tan bien que me dejé llevar;
cerré los ojos y adentré mis pensamientos en lo más recóndito de mi ser,
pasé por los más hermosos momentos de mi vida.
me transporté a una mañana en delaware:
rehoboth beach estaba calmo desde el balcón del hotel.
vi a unos niños que jugaban a la orilla del mar,
los vi salpicarse con el agua y la espuma,
hasta que uno cayó abruptamente al suelo:
otro niño pequeño gritó muy fuerte pidiendo ayuda.
enseguida aparecieron tres adultos corriendo,
un hombre alzó al niño desvanecido y lo llevó a un lugar que yo no veía.
atiné a bajar y tratar de ayudar,
pero no hice más que dar dos pasos y caí yo también al suelo:
sentí un dolor en el pecho y en las sienes.
no logré despertar.
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depresión
la depresión es querer y no poder,
es vivir bajo presión todo el tiempo,
es una tristeza constante,
es ver como otros logran construir mientras todo se destruye,
es no sentir nada y sentir todo al mismo tiempo,
es querer que el tiempo se detenga,
es vivir en la cama,
es una voz que susurra de manera constante en el oído,
es pasar por delante de un espejo y no verse,
es hablar cada vez menos,
es encerrarse en un cuarto a mirar el techo,
es dejar de ver amigos,
es tomar alcohol para olvidar,
es querer que todo se termine de una buena vez,
es no saber pedir ayuda,
es no dar señales de vida,
es aislarte a pintar un bastidor con témpera negra,
es pensar mucho en la muerte,
es no querer que salga el sol,
es taparte con una frazada cuando afuera hace calor,
es vivir pensando que todos se burlan de vos.
la depresión te consume y te mata de a poco,
la depresión es una muerte silenciosamente ruidosa.
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café
llorar no sirve de mucho,
pero qué bien hace.
lloré sentada en un balcón del barrio de belgrano,
lloré mientras miraba la gente correr bajo la lluvia.
me acordé de la abuela,
de su comida,
de su sonrisa y también de su café.
su café era extraordinario.
ese café me devolvía el alma al cuerpo,
ese café revivía cualquier muerto.
ella lo batía con especial ímpetu,
lo servía como ninguna maquina:
lo hacía con amor.
mientras tomaba mi café de cápsula,
ahí sentada en el balcón,
pensé que esos momentos debería haberlos disfrutado más.
hoy la extraño más que ayer,
y más que nunca.
ficciones del yo | 29

silencio
Te amo en silencio desde ese día.
Sonreímos cuando nuestras miradas se encontraron,
te fuiste sin que pudiera ni siquiera echarte de menos.
Mi amor, mi vida, mi todo.
Quisiera contarte que me pasan cosas cuando te veo.
Deseo acariciar tu pelo,
deseo prepararte un plato caliente.
deseo hablarte, leerte, quién te dice… besarte.
¿Existe el amor a primera vista? Yo creo que sí.
Sino ¿cómo me hubiera enamorado de vos?
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the eternal struggle


La ansiedad y la depresión,
dos pilares esenciales de mi enfermedad.
La soledad inunda todas mis cavidades,
No me deja salir del pozo en el que estoy inmersa.
Nado sobre un mar de inseguridades varias,
Lidio con la incertidumbre del futuro,
Sueño con tenerte en mis brazos,
Mientras me pesan las extremidades al despertar.
Mi cabeza pesa más de lo normal,
Mis ojos tienden a cerrarse,
Me arden las pupilas y necesito descansar.
Veo a mi alrededor gente desesperada,
Gente que la pasa peor que yo,
Pero no logro sentirme mejor conmigo,
Todo lo contrario.
Quiero renunciar a mi trabajo,
Quiero vivir sobre tus brazos,
Quiero vivir de tus caricias,
Y no puedo.
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te quiero
te quiero siempre:
cuando me levanto,
cuando me voy a dormir.
te quiero como sos:
cómo vas,
cómo venís.
te quiero de cualquier manera:
de la manera en la que me ignorás,
por la manera en la que me mirás.
te quiero,
aunque no me quieras.
te quiero porque soy tonta,
te quiero porque sos querible,
te quiero y no sé qué más decirte.
32 | camila blanco

toi et moi
una mañana no quedaba nada de nosotros.
me fui a pescar, buscando mejor suerte.
me emborraché y caí al río.
dormí en una zanja y alguien llamó a la policía.
la vuelta no fue fácil:
necesitaba salir de esa casa llena de fantasmas.
la sombra de un amor y la derrota,
la fuerza de voluntad nula.
supimos ser locos que íbamos contra el mundo.
vivimos lo mejor y lo peor.
esa casa que supo albergar besos y caricias.

vi mujeres y borrachos,
vi estrellas y colores,
vi amigos y enemigos,
escuché música y canté:
“Ella, ella ya me olvidó. Yo, yo la recuerdo ahora”
lloraba y bebía: one more drink or maybe two.
vertí gotas de alcohol sobre mi vaso,
vertí lágrimas de dolor sobre mi cara,
te miraba en mi cabeza y maldecía.

dije una cerveza.


¡mentira! fueron dos... o tres... no lo sé
en mis venas había licor y desamor;
mi mente era fuerte pero mi corazón era débil,
ficciones del yo | 33

bebí todo lo que pude,


quería morir.

abandoné un alma que no era mía,


la dejé sola en la niebla y me eché a dormir.
ella no me amaba o acaso... ¿alguna vez me amó?
ella me hacía lucir bien,
ella me peinaba y me bañaba cuando volvía ebrio,
yo la decepcioné todo lo que pude.
34 | camila blanco

ariadna
Subí la escalera del hall sin hacer ruido y los vi. Todos estaban ahí menos
yo. Entré cuando Luis y dos más salían del departamento. Humo y policías,
café y colillas en el suelo. Mamá lloraba. Faltaba mi hermana. ¿Dónde estaba
Ariadna? Dos polis hablaban con papá en el balcón. Un sudor frío corrió sobre
mi nuca, tuve un mal presentimiento. Estaba sedienta y necesitaba tomar
agua. Me dirigí hacia la cocina y al entrar en el pasillo que conecta la cocina,
el baño y los dormitorios, lo vi todo: el final del pasillo, la puerta del baño
estaba abierta: marcas en un cuerpo y la bañera teñida de carmesí. Cerré los
ojos y me desmayé de la impresión.

Ariadna se había dejado llevar por el agua y el filo de un punzón. No sé cuánto


tiempo permanecí desmayada, no sé si alguien se dio cuenta. Mientras sentía
mucho dolor en la cabeza, que había dado de lleno contra el suelo al caer,
me acordé de nuestra infancia; mamá y papá se desvivían por ella. Siempre
estaba atormentada, tenía depresión y no hablaba con nosotros. Sus silencios
ensordecían, sus silencios hacían mucho ruido. Nunca nadie nos supo decir
bien qué tenía Ariadna: Primero nos dijeron que tenía depresión, después,
demencia.

Medio moribunda e inconsciente, desmayada en ese pasillo, me sentí patética.


Yo siempre supe que no podía obligarla a vivir la vida de los mortales, la vida
de los comunes, la vida de las rutinas, la vida de pagar impuestos, la vida de
trabajar, la vida de tener hijos. Mi hermana estaba enferma y nunca pudo
vivir como el resto. No reconocía ni a papá, ni a mamá, ni siquiera a mí.
Estuvo un tiempo internada y, para cuando le dieron el alta, vimos en ella
ficciones del yo | 35

una increíble mejora que, con el tiempo, fue desapareciendo junto con sus
rasgos y su chispa.

Todo lo que hacían mis padres (sobre todo mi madre) por ella, era en vano.
Ariadna sólo quería irse. Quería descansar de todos los demonios que asechaban
su mente por las noches y nos sobresaltaban a todos. Quería descansar de
sus dolores de estómago y su demencia. Quería descansar de mamá, de papá
y de mí.
36 | camila blanco

fantasy
he desarrollado una suerte de tristeza,
un sentimiento difícil de explicar.
puede que sea sólo hambre,
aún no lo sé.

le temo a la locura,
creo que puedo enloquecer,
o quizás ya lo esté.
el tiempo vacío hace doler,
duele en el pecho la angustia.

la imaginación nos vuelve vulnerables,


nos vuelve seres paranoicos e insignificantes.
la imaginación nos hace creer que todo es posible.
la imaginación es macabra y cínica.
imaginar es crear,
imaginar es sufrir.
imaginar es mentalizar,
imaginar es manipular y deliberar.

sos un producto de mi imaginación,


un producto que nace del deseo de tenerte.
tenerte un minuto conmigo,
en ese minuto cabe toda la eternidad.
ficciones del yo | 37

partuza
una pizza y dos cervezas,
debajo de la mesa,
un movimiento quebró la calma de la cena.
vidrio roto y líquido rojo.
gritos y calor,
en una supuesta velada de amor.
ella en el piso lloraba,
él con su mano buscaba consolarla,
con la misma mano que había logrado lastimarla.
la violencia,
el amor,
ella quería que aquel hombre se fuera.
forever.

ella lloró en el balcón,


también en la orilla del mar.
su silencio no la dejaba dormir,
sentía que su hombre la miraba a lo lejos.
esa escena se repetía,
necesitaba ayuda.

vino a visitarme un martes,


cara golpeada y nudillos lastimados.
las uñas de sus manos tenían tierra debajo,
emanaba un olor a tierra mojada,
a trapo rejilla.
38 | camila blanco

lágrimas brotaban de sus ojos,


una herida en su muñeca,
y pensé lo peor.
el olor a mar y a tierra no me dejaban concentrar,
supe que era mejor salir a caminar.

en el abrazo de la oscuridad,
veíamos sombras detrás de los árboles,
todo era color negro en los bosques de palermo.
un auto se detuvo y nos tocó bocina.
ella no paraba de temblar y me dijo “es él”
un sujeto se bajaba y venía hacia nosotras.
abracé a la chica lo más que pude,
el sujeto me golpeó en seco y caí.
en el suelo y con la vista nublada,
vi cómo intentó meterla en su auto.
me levanté con las últimas fuerzas de mi inventario,
sorprendí al tipo por la espalda y le partí un ladrillo por la cabeza.
la chica logró escapar.
ficciones del yo | 39

economics
te extraño.
te invoco en el recuerdo de esa tarde de primavera.
ese recuerdo me desvela por las noches,
me tortura durante el día.
quisiera que me digas: “everything is fine, my darling”
quisiera que pongas ese disco que tanto nos gusta,
quisiera dormirme a tu lado,
morir a tu lado también estaría bien.
también quisiera criar un perro salchicha con vos.
mientras tanto me pregunto:
“¿qué te pasa que no me hablás desde el viernes?”
40 | camila blanco

amor
mientras jugaba con mi pelo, me quedé dormida en la inmensidad de sus
brazos. así, mitad dormida, mitad despierta, me detuve a mirar sus manos
blancas, blancas como el marfil: sus dedos largos y pálidos, suaves al tacto,
me hacían cosquillas en mis hombros desnudos y me hacían sentir querida.
eran esas cosquillas que uno no las siente molestas. cosquillas como las que
en ese momento sentía en mi estómago.

el amor es una caricia,


el amor es un momento (o varios)
el amor es placer infinito (sexual o de cualquier tipo)
amar es sólo para los fuertes (pero nos vuelve débiles)
amar es volver a nacer (de a poco)
amar es ponerse una venda en los ojos (para no ver)
amar es eso y muchas cosas más.

amar,
es creer que esa mano que hoy acaricia mi pelo jamás va a dejar de hacerlo.

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