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metodología decolonial
Resumen
Palabras clave
Pero mi objetivo aquí no es solo una crítica de las estructuras de poder-saber que
existen en las universidades, centros de investigación, laboratorios, etc. Esto ha
sido ampliamente trabajado ya por otros y otras desde hace ya un tiempo y en
nuestra región latinoamericana1. Mi propósito en este escrito es señalar como esa
metodología, que responde a una herencia colonial, también permite la
continuidad de una colonialidad del saber y un patrón de poder global, que no se
irrumpe con la sola presencia del decolonialismo como perspectiva teórica. El
método dentro de la investigación es un elemento disciplinante, ordenador,
fragmentario, atomizante, que genera categorías conceptuales de forma
verticalista e impone una visión mítica del quehacer investigativo como también
una idea lineal de la exploración.
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Existe un carácter colonial del método que se plasma en un mito, un discurso
sobre lo que este componente de la ciencia significa y que tiene repercusiones en
la construcción del conocimiento. El método debe ser reconocido tal como una de
las formas en que el poder se manifiesta para poder disciplinar a quien investiga,
ordenándolo según su visión fragmentaria; obligándole a atomizar la realidad y a
develarla para los objetivos de quienes ostentan el poder.
Franz Hinkelamert hablaría de un espacio mítico que no es creado, sino que está
dado al sujeto: “no podemos no tenerlo o no ocuparlo. El pensamiento se
desarrolla en él. No tiene delimitación, porque no hay nada fuera de él” (2007, pág
42). El mito es una narrativa que explica el mundo y nuestra relación con este. Las
ciencias y sus métodos estarían condicionados por esta relación entre el mundo y
el sujeto, pero es un mundo en un espacio y tiempo determinado, un sujeto
perteneciente a una construcción de sentido en particular. Lo mítico aquí debiera
ser entendido como una construcción narrativa para explicar la realidad o cómo
acercarse a la misma.
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imposible del investigador como sujeto. El método científico no solo exige una
fragmentación de la realidad sino también una fragmentación del propio sujeto que
investiga. El dualismo cartesiano se lleva hasta sus últimas consecuencias. No se
trata solo de fragmentar la realidad, también hace falta fragmentar al propio sujeto
y que este mismo no se conozca y reconozca en su investigación.
Estos dos componentes del método científico, que usualmente se resumen solo en
la objetividad, son el argumento predilecto de quien asume la posición del método
científico como única forma de conocimiento válida: el resto es solo una opinión.
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en su legitimidad social y como institución que no ha eludido la acción de legitimar
y promover el patrón de poder global.
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fortalecimiento de la iglesia católica, el conocimiento “válido” se concentró en los
monasterios, distanciando a la población de los mismos, incluso cuando en el
ritual católico de la misa, el lenguaje del sacerdote era incomprensible para los
aldeanos por el uso del latín. El lenguaje diferenciaba y segregaba de quienes
tenían la revelación divina de quienes no y debían ser salvados.
La revelación divina fue sustituida por el método científico, pero más allá, Dios fue
sustituido por la ciencia y esta misma ahora por la institución del mercado. De la
misma manera que antaño, la universidad no solo se distancia de la sociedad en
su observación, también lo hace en su forma de compartir el conocimiento,
elaborando lenguajes complejos que muy poco ayudan a reducir esa brecha y
siguen siendo excluyentes. El lenguaje es también otro elemento del método. Las
ciencias duras, sociales e incluso la filosofía se han encargado de expresar sus
conocimientos con un bagaje de categorías y conceptos que son realizados por y
para una elite académica. El lenguaje sigue siendo un mito de la construcción
válida del conocimiento. Lo que se explica en un concepto es también explicado
por otro con mayor simplicidad y de fácil comprensión.
No se mal entienda esto por creer en una incapacidad de comprender por parte de
quienes no se encuentran en la universidad, pues para el mismo estudiante o
académico, el bagaje conceptual se puede convertir en un muro para el
aprendizaje y la construcción del conocimiento. Este sería otro elemento del mito
del método. En otras palabras, es suponer que es necesaria la creación de todo
otro lenguaje o la resemantización de otras palabras para poder generar un
conocimiento válido, usualmente definiciones y conceptos que no son los usados
“popularmente”, como si el uso de dicho lenguaje fuera de los ámbitos
academicistas volviese menos puro el contenido de la construcción del
conocimiento.
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Hay que sincerarse, el mismo desarrollo del pensamiento decolonial realiza estas
mismas prácticas en su intento de descolonizar el lenguaje:
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observa el mundo desde una plataforma inobservada de
observación, con el fin de generar una observación veraz y fuera
de toda duda. Como el Dios de la metáfora, la ciencia moderna
occidental se sitúa fuera del mundo (en el punto cero) para
observar al mundo, pero a diferencia de Dios, no consigue obtener
una mirada orgánica sobre el mundo sino tan sólo una mirada
analítica. La ciencia moderna pretende ubicarse en el punto cero
de observación para ser como Dios, pero no logra observar como
Dios. Por eso hablamos de la hybris, del pecado de la desmesura.
Cuando los mortales quieren ser como los dioses, pero sin tener
capacidad de serlo, incurren en el pecado de la hybris, y esto es,
más o menos, lo que ocurre con la ciencia occidental de la
modernidad. De hecho, la hybris es el gran pecado de Occidente:
pretender hacerse un punto de vista sobre todos los demás puntos
de vista, pero sin que de ese punto de vista pueda tenerse un
punto de vista.” (Castro-Gómez, 2007)
Gabriel Andrés Arévalo (2013) llama también a esta idea de la ciencia como una
identidad-fe que ha sido capaz de zanjar cualquier discusión al decir “es científico”
como argumento falaz. La ciencia como tal se ha erigido bajo una fe de su validez
y su universalidad. Este último elemento sería otro componente del mito de la
ciencia. Carácter que ha sido ampliamente criticado por el pensamiento decolonial.
La pretensión de universalidad se convierte particularmente en uno de los
elementos constitutivos de la relación saber-poder. El locus de enunciación se
esconde (no es observable, como la metáfora de Castro-Gómez), donde un sujeto
universal abstracto habla desde lo local con pretensión de que su verdad sea
aplicable a nivel global.
Para la ciencia moderna, si el método científico se realiza tal como los cánones lo
han expresado, se supone que los resultados han de ser los mismos, pues el
método lo que asegura es haber alcanzado la universalidad de los resultados de la
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investigación en condiciones iguales. Sin embargo, la igualdad de condiciones es
contrario a lo encontrado en la realidad.
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Estas exigencias metodológicas o de forma exigen al investigador prever de
alguna manera los resultados de la investigación, lo cual es una gran contradicción
con el mismo método científico ortodoxo.
Irene Vasilachis (2009) realiza una crítica contundente a los métodos cuantitativos
dentro de las ciencias sociales, planteando la Epistemología del Sujeto Conocido,
alejándose de las relaciones dualistas sujeto-objeto que más pregonan las
corrientes positivistas, modernas y coloniales de la ciencia social. Al contrario de
las metodologías cuantitativas que se aproximan a la realidad con teorías e
hipótesis prefabricadas, el método cualitativo que propone Vasilachis es de
entender al sujeto que participa en la investigación como una persona que también
genera intereses dentro de la investigación, con necesidades reales que atender y
que se coloca como persona y no como un dato cosificado y medido.
Sin embargo, las propuestas siguen siendo verticalistas. Si bien, como admitía
anteriormente, existen ya en la práctica epistemologías que establecen una
relación sujeto-sujeto en la ciencia social, las exigencias institucionales de la
universidad, de la comunidad científica, del Estado y del mercado, exigen una
metodología que establece relaciones, ya no de sujeto a sujeto sino de
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instituciones de poder a Sujeto. Métodos que de igual manera buscan desnudar a
los investigados y determinar para qué (la justificación) es necesaria dicha
investigación, o más precisamente, para que le sirve a los ejes del poder dicha
investigación.
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Sobre este aspecto se encuentra la emergencia del paradigma indígena de
investigación (Arévalo, 2013) que contrasta del paradigma de la ciencia moderna
en su linealidad y contenidos éticos. Mientras que la ciencia moderna es lineal,
rígida y verticalista, el paradigma indígena de investigación es holístico, cíclico,
flexible y pone ya no a un investigador sino a un sujeto que conoce.
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metodológicos. La ética, y aquí trasciende a los aspectos metodológicos, debe ser
comprendida como parte de la interpretación, del bagaje teórico-conceptual de la
ciencia.
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A parte de la justicia histórica que se plantean muchas de las investigaciones
desde el pensamiento decolonial, como la denuncia del mito creado a partir de la
invasión de 1492, existe también lo que Castro-Gómez (2007) ha sintetizado
hábilmente en la estructura triangular de la colonialidad. En esta se coloca la
colonialidad del saber (Lander), la colonialidad del poder (Quijano) y la
colonialidad del ser (Maldonado). Las tres se manifiestan como los conceptos
principales de la decolonialidad, por el momento, pues no es una estructura
acabada y finiquitada, me atrevo a decir, sino que en el desarrollo de este
pensamiento se han plasmado como tres aspectos que no se pueden fragmentar y
exigen una comprensión holística del proceso de la colonialidad. Estos tres se
basan tanto en la geopolítica de los saberes que excluye las otras formas de
conocimiento no europeas; en los patrones de poder a partir de las formas de
explotación y su articulación con el racismo y de cómo dicho racismo ha generado
una exclusión tanto de la producción válida de conocimientos como también de la
pertenencia igualitaria a los sistemas de producción.
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revisión documental, debe incorporar a los participantes en la misma construcción
del método.
Por ello, la flexibilidad del método y su carácter cíclico es fundamental para una
ruptura con las metodologías ortodoxas de conocimiento. No es solo la
construcción de una epistemología desde el sujeto. Es también una metodología
de investigación y acción que no solo lleva al investigador al campo: lleva a la
realidad a interpelar esa burbuja ficticia llamada universidad.
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sentarse y caminar junto a estas en el proceso de investigación, donde el
investigador se convierte en un canalizador que invita a la acción.
Continuando
Las hojas se acaban y poco se puede decir ya. La metodología ortodoxa exige al
que dedica su tiempo a escribir conclusiones de su trabajo, como si ahí terminara
y pueda volver a sus otras facetas como sujeto. Este es otro aspecto
metodológico. Este escrito se bosqueja apenas como una introducción a un
trabajo que requiere de mayor tiempo y atención, especialmente de un llamado al
debate. No pretendo ser exhaustivo sobre los aspectos metodológicos, pero si
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establecer pequeñas tendencias que he reconocido en los trabajos de
investigación y en las preocupaciones de quienes han tratado el tema de la
metodología en la investigación decolonial. No hay conclusiones, solo una
invitación para el debate transcultural y la ruptura con los patrones de poder que
se manifiestan en las casas de enseñanza y que repetimos, con cinismo y
cabizbajos, aún derrotados por un proceso de hace 500 años, pero que con fuerza
llama al levantamiento desde las trincheras del pensamiento latinoamericano.
Bibliografía
Arévalo, G. (2013). Reportando desde un frente decolonial: la emergencia del
paradigma indígena de investigación. Métodos y Técnicas en investigación
social, 51-78.
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Haber, A. (s.f.). Metodologías decoloniales: anatomía disciplinaria, nometodología
y arqueología indisciplinada. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional
de Catamarca y CONICET.
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