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28 de septiembre 2018
Felicidad en punto
Como resultado de este dualismo histórico considero que se pueden observar dos
tipos de felicidad, una primera, correspondiente con el mundo moderno y una segunda,
homóloga al mundo antiguo.
La primera felicidad, que es más momentánea, está fundamentada en una sociedad
basada en el consumismo, es decir, el mundo moderno. Se buscan los placeres y
satisfacciones instantáneos, pero una vez se finaliza el último juego, o se acaba el
pequeño plato de comida exquisita, esta satisfacción/felicidad se va y buscamos nuevos
placeres. Esto determina cómo está formada esta sociedad que fomenta el avance de
materias. Aquí encontramos los autores modernos que, aunque hayan tratado la
felicidad de forma distinta encontramos un punto en común: la felicidad no es un bien
en sí misma, ya que para saber lo que es la felicidad hay que conocer los bienes que la
producen, es decir, la felicidad está determinada, no determina; y en este caso puede
estar determinada por todos estos nuevos descubrimientos. Como dijo Andrew Carnegie
“Capitalismo es convertir lujos en necesidades”.
La segunda felicidad está ligada al mundo antiguo, donde no tiene por qué haber placer,
y la felicidad deja de estar estrechamente relacionada con el mundo material. Por
ejemplo, Aristóteles ha manifestado que la felicidad ha sido identificada con muy
diversos bienes: con la virtud, o con la sabiduría filosófica, o con todas ellas
acompañadas o no de placer, o con la prosperidad.
Bibliografía
Lévi-Strauss, C. (1988). Las tres fuentes de la reflexión etnológica. En J. R. Llobera, La
antropología como ciencia (pág. 389). Barcelona: Anagrama.