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FORMAS BÁSICAS DE LA COMUNICACIÓN ORAL

LA COMUNICACIÓN ENTRE DOS PERSONAS

Definición de diálogo
En el diccionario, la definición de diálogo resulta ambigua: en principio, es una "conversación con varias personas". Esto
necesariamente remite a la definición de conversación: "plática familiar entre dos o más personas". Si continuamos de esta manera,
será difícil aclarar lo en términos manejables puede significar diálogo. Obviamente, el lector tiene una idea de lo que significa el
diálogo; sin embargo, para efectos del curso, es necesario evidenciar de manera más precisa lo entenderemos por diálogo.
El diálogo es un proceso de intercambio de información, a través comunicación oral, en una relación cara a cara entre dos
personas. Si consideramos con detenimiento esta definición encontraremos que el diálogo, al ser estimado como intercambio,
dependerá estrechamente de la intención y los propósitos de ambos participantes.

Propósitos
Obviamente, existe una infinidad de intenciones y propósitos, pues el diálogo es siempre parte de una secuencia de actos.
Suponiendo que el lector no entienda lo que está leyendo, ahora buscará a un especialista con un propósito bien definido: aclarar
su duda. Este diálogo, a la vez, formará sólo parte de una secuencia de actos, que tendrá, que realizar para seguir estudiando.

Tales propósitos pueden categorizarse teniendo en cuenta el tipo de diálogo que se efectúe y las necesidades que haya para
entablarlo. Así, puede haber diálogos para:

1. Informar o difundir noticias, conceptos, datos, etc. * En cualquier relación de persona a persona
2. Resolver problemas y tomar decisiones. * En una consulta médica, una asesoría o una junta con padres de familia.
3. Proponer puntos de vista o inculcar un * En una relación padre-hijo, maestro-alumno o jefe-subordinado
patrón de conducta
de familia.

Toda plática
necesita
determinar el
propósito del
diálogo

Todo esto nos lleva a concluir que cada vez que entablemos una plática, necesitaremos determinar el
propósito del diálogo, para no caer en una situación de incomprensión. Si un alumno recurre a su maestro para aclarar una
duda de contenido y, por una confusión, éste adopta un propósito de orientación psicológica, el alumno se sentirá no sólo
desconcertado, sino también que su duda no fue aclarada. Cabe recordar que en cada diálogo hay un propósito que debe
respetarse.

Condiciones fundamentales del diálogo

El fracaso en la comunicación a través del diálogo se puede deber a factores externos (ruido, espacio o lugar) a internos
(emociones, tensiones o problemas) tanto en el emisor como en el receptor. El reconocimiento de estos factores es de gran
importancia en la creación de un clima positivo en la comunicación. En seguida presentamos las condiciones necesarias para lograr
la comunicación eficaz entre dos personas.

Disposición a cambiar

En la experiencia comunicativa del diálogo hay que tener presente las necesidades humanas. Entre ellas, se distingue el deseo del
hombre de poder influir o persuadir a otras personas. Esta necesidad se satisface a través del diálogo eficaz. Si queremos lograr
esto, debemos tener presente que cuanto más dispuestos estemos a ajustar nuestras ideas a medida que se profundiza en la
relación, más posibilidades tendremos para el intercambio de experiencias a ideas.
Todos tenemos un amigo del cual decimos: "No importa lo que yo pueda opinar, pues él nunca está dispuesto a oír; así que
no vale la pena gastar saliva." Lo que sucede es lo que anteriormente explicábamos: si un individuo no está dispuesto a ver las
cosas de otra manera y sólo acepta su visión personal, nuestra necesidad de persuadirlo se ve frustrada y procuraremos evitar el
diálogo. Estar dispuesto a cambiar no implica que uno sea voluble. Adoptar una actitud abierta no significa que tengamos que
cambiar radicalmente de ideas y conducta; solo supone la posibilidad de cambiar si se encuentran los argumentos válidos para
hacerlo.

Código común

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La necesidad de utilizar una misma terminología es muy importante. En algunos casos, resulta imprescindible explicar los
términos, ya que es posible que, al estar conversando, utilicemos palabras con acepciones distintas de las que maneja el otro
participante. Por ejemplo, una frase como "enseñar es un arte" puede provocar diversas reacciones: si para una persona, arte es
"un conjunto de reglas para hacer bien una cosa", la frase no provocará reacción negativa alguna, mien tras que si para otra
persona, arte es un "orden gratuito que busca la distracción y el goce estético", inmediatamente argumentará en contra de la
implicación de que la enseñanza es "arte".
En estos casos, tan comunes y conocidos, la solución es ajustar los términos, tener una, codificación común y continuar con la
comunicación, evitando las discusiones inútiles por palabras que desvían del propósito fundamental del diálogo.
Marco de referencia recíproco
Los sistemas de valores, las suposiciones básicas y los propósitos deben ser respaldados, aceptados y, todavía mejor,
compartidos por ambos participantes si es posible.
Los casos de accidentes automovilísticos son ejemplos ilustrativos de las consecuencias que pueden tener las suposiciones
básicas. Cuando manejamos un automóvil, partimos de la suposición de que ante la luz roja los conductores harán un alto; pero
bien puede suceder, como en tantas ocasiones nos ha tocado observar, que intempestivamente alguien no respete el alto y
provoque, si no una colisión, un buen susto. Lo mismo sucede en un diálogo: si partimos de suposiciones básicas y la otra persona,
por error o distracción, no las respeta, puede provocar un conflicto.

Suponer, que el respeto a la autoridad se refleja en el uso del usted puede, en cierta manera, bloquear el diálogo con un alumno
que parta de la suposición de que el respeto se manifiesta en la actitud. Si al estar aclarando una duda el alumno tutea al maestro,
obviamente éste se descontrolará lo cual puede ocasionar que cambie su actitud y provoque un conflicto mayor o menor, según lo
radical de su suposición.

Lo anterior se puede solucionar de varias formas, como: a) aclarar lo que representa el uso del usted para el maestro, o b)
comprender la suposición del alumno. Cualquiera de estas alternativas viene a representar medidas necesarias y saludables para
lograr el éxito de un diálogo.

El área de mayor conflicto dentro del marco de referencia recíproco es el de las suposiciones básicas. Estas suposiciones,
acumuladas a través de los años, pueden ocasionar problemas comunicativos.

Otro problema que se presenta consiste en los diferentes propósitos que los participantes pueden tener al entablar un diálogo.
Si el propósito de alguno de ellos es, básicamente, obtener información objetiva y el otro participante no comparte dicho propósito
informativo, sino que tiene uno de tipo emotivo-subjetivo, la comunicación estará desfasada. Para evitarlo, ambos tienen que llegar
a un acuerdo y compartir el mismo propósito. Así pues, si alguien nos pregunta sobre las elecciones parlamentarias en Inglaterra y
en ese momento acabamos de ver un accidente, no estaremos en condición de responder a esta pregunta cuyo propósito es
informativo-objetivo, ya que en ese momento nos interesa compartir la experiencia vivida. Nuestro propósito será más bien de tipo
emotivo-subjetivo. Si nuestro receptor no está dispuesto a dejar a un lado su pregunta o nosotros nuestra inquietud, la
comunicación a través del diálogo será imposible.

Por otra parte, también pueden surgir problemas comunicativos cuando se sostienen puntos de vista impregnados de
subjetividad. Por ejemplo, si nuestro propósito es obtener información objetiva sobre los diferentes equipos de futbol, no es
conveniente interrogar a un fanático de un equipo determinado. Esta persona no podrá ser imparcial en su juicio, ya que tenderá a
resaltar las cualidades de su equipo favorito y a justificar a omitir sus defectos. Cuando una persona sostiene una opinión cargada
de emotividad, no resiste la crítica y generalmente se enfurece cuando alguien no comparte su opinión.

Interés mutuo por comunicarse

Aunque parezca obvia esta condición, es necesario tenerla en cuenta, pues sin ella resulta inútil cualquier iniciativa por
establecer la comunicación entre dos personas.

En resumen: el marco de referencia nos remite a Sistemas de valores, suposiciones básicas y al interés mutuo de comunicarse.
El conocimiento y la comprensión de estos factores a través del diálogo.

Respuesta o realimentación

Cuando los participantes se enfrentan a una situación de interacción cara a cara, la respuesta -también llamada realimentación-
representa el único medio para corregir o corroborar la interpretación que la otra persona se formó a partir de nuestro mensaje. Así
pues, el requisito fundamental de un diálogo es la respuesta congruente y apropiada del otro participante.

Si la respuesta es apropiada, se establecerá una interacción más efectiva, por ejemplo: Intercambio de datos:

Alumno: -- ¿cuál es la más representativa del poeta peruano Jorge Pimentel?


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Maestro: - Balada para un caballo

Sin embargo, también acontece que la respuesta no es adecuada al mensaje y, Por tanto, no sigue el orden esperado de una
relación comunicativa.
Maestro A: - probablemente no hayamos considerado otras alternativas para enseñar a los alumnos.

Maestro B: - ¿y qué?, a los alumnos ni les interesa aprender.

Como podemos observar, el maestro A busca nueva información y la respuesta del maestro B fue inesperada e impropia. Esto
provoca que el maestro A opte por retirarse o cambiar de conversación.

En el diálogo, las personas deben participar activamente, procurando siempre actuar de manera directa y responder
adecuadamente al mensaje o estímulo que se les presenta.

La libertad de expresión

El Participante en un diálogo tiende a reconocer primero el terreno, o tea, la capacidad de aceptación y respeto entre él y el
interlocutor.

Si la actitud es abierta y comprensiva por parte del receptor, el emisor se sentirá con más libertad para explayarse, sin terror a ser
rechazado o menospreciado. Ambos participantes deberán proveer el refuerzo necesario para fomentar un clima de confianza y
seguridad.

En ciertos casos, es necesario además, evitar algunas situaciones que pueden crear tensión, limitando, por ejemplo, la revelación
de detalles personales. Estos hechos posteriormente pueden convertirse en motivos para evitar cualquier diálogo por terror o
arrepentimiento de lo que se reveló en un estado de ánimo pasajero.

Repetición y formulación de los datos, indispensable para trasmitir y recibir información

En términos técnicos, a esto se le llama redundancia. La redundancia permite que el mensaje llegue al receptor a pesar de ruidos a
otras interferencias, como puede ser el límite de la memoria para recordar todos los detalles con precisión. Los emisores tienen la
necesidad de asegurarse de que el contenido del mensaje se comprenda en toda su magnitud, por lo que las ideas básicas deben
formularse de diferentes formas para asegurar la comprensión de la información emitida.

Hemos analizado las condiciones comunicativas del diálogo, a saber:

a) Disposición a cambiar.
b) Código común.
c) Marco de referencia.
d) Interés mutuo de comunicarse.
e) Respuesta o realimentación.
f) Libertad de expresión.
g) Repetición y reformulación de datos.

Problemas por interferencias

EN EL EMISOR

La mayoría de los problemas en el diálogo se originan en el emisor. Esencialmente, las dificultades del emisor al iniciar un diálogo
residen en la dificultad de relacionarse con sus receptores.
Los factores que provocan problemas son:

Emotividad excesiva

Este factor puede ocasionar la destrucción del mensaje, ya que el receptor se concentrará en las manifestaciones exteriores, más
que en el contenido del mensaje. Esto provoca la pérdida total o parcial de la información trasmitida. El receptor simplemente no
recibe la totalidad del mensaje, debido al factor emotividad que desvía su atención.

Cuando nos enfrentamos a una persona que defiende una posición anarquista y, en un diálogo, se enfurece ante nuestro
argumento, su nivel de emotividad y apasionamiento provocará que nuestra atención se desvíe hacia sus gestos, sus movimientos
o su tono de voz, de manera que el mensaje esencial no alcanzará a ser captado por la intensidad con que éste es emitido en forma
verbal o no verbal.

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Emotividad limitada

También la situación contraria provoca la pérdida del interés por captar el mensaje. En algunas ocasiones, el emisor al
trasmitir información parece no tener emociones, sentimientos, ni interés acerca de lo que comunica. Como consecuencia, el
receptor simplemente se aburre, pues la falta de interés del emisor induce a la pérdida de la atención por parte del receptor.

Demasiado tarde o demasiado temprano

La sincronización efectiva es un factor importante en cualquier relación humana. Nuestra sensibilidad a la percepción del
momento adecuado para hacer un comentario al receptor debería determinar cuándo hablar y cuándo callar, pero no siempre es
así. A menudo hablamos cuando ya es demasiado tarde o cuando lo que queremos decir ya no es pertinente. Son reveladoras las
expresiones como: "Si me lo hubieras dicho antes."

De la misma manera, el hecho de hablar antes de tiempo provoca que el mensaje no se capte. Así, en una conversación puede
suceder que una persona esté hablando sobre la organización administrativa y otra haga el comentario de que la próxima junta será
dentro de un mes. La primera persona no captará el mensaje hasta que haya satisfecho sus propias necesidades comunicativas.
Entonces tal vez diga: "¿Qué fue lo que dijiste acerca de una junta?" Esta pregunta indica que sólo en ese momento está en
disposición de escuchar y no antes.

Resumiendo, diremos algo obvio: la ocasión para replicar o para asentir es en el momento adecuado, y no antes ni después.

Incapacidad para emplear la realimentación con fines correctivos

En ocasiones no podemos saber si el mensaje esencial está siendo captado por nuestro receptor por no estar plenamente
consciente de las respuestas verbales y no verbales. En algunas situaciones sociales, la cortesía exige que el receptor aparente
estar atento, aunque no le interese o incluso le aburra el tema. Para evitar esto, es necesario ajustar nuestros mensajes de acuerdo
con las respuestas verbales o no verbales, ya sea cambiando de tema, empleando otro estilo más dinámico o simplemente
callando, para esperar el momento en qué la otra persona esté dispuesta a escuchar.

El emisor extraviado

La asociación libre de ideas es útil en algunas ocasiones; sin embargo, el emisor extraviado -aquel que se aleja del mensaje
esencial mediante asociaciones que pueden o no ser pertinentes al asunto en cuestión - convierte su actitud en una seria barrera
para la comunicación.

Ejemplifican al emisor extraviado los maestros que no imparten los temas del programa del curso, y los alumnos que presentan
trabajos que no tienen relación con la materia. El estilo cantinflesco es otro caso del emisor extraviado, cuya falta de concentración
en el mensaje básico provoca un bloque en la comunicación, lo cual nos produce risa en el momento de escucharlo.

Demasiado rápido o demasiado lento

El factor demasiado rápido está, de cierta manera, relacionado con el anterior; sin embargo, mientras el emisor extraviado no se
concentra en su mensaje, quien habla demasiado rápido pasa de un punto a otro o de una idea a otra, hasta que el receptor se
pierde por la cantidad de mensajes que su cerebro debe analizar en muy poco tiempo.

Algunos maestros presentan la información pertinente con tal cantidad y rapidez, que no puede ser absorbida y analizada por el
estudiante. Estos profesores conocen perfectamente su materia y se sienten comprometidos a dar a sus alumnos todo su
conocimiento, sin pensar en que es imposible que aquéllos lo retengan. Suele suceder que maestros brillantes, de mente ágil, con
un profundo conocimiento de su materia, no logran ser comprendidos por sus alumnos, quienes no pueden seguir el curso de sus
explicaciones. La razón de esto no proviene de su tono de voz o de la organización de sus ideas: el problema consiste en la falta de
ejemplos ilustrativos o en no otorgar momentos de respiro en los cuales los alumnos puedan analizar cada paso y absorber así las
explicaciones.

La situación contraria ocurre cuando el proceso es demasiado lento. Esto también constituye una barrera, pues al explayarse
excesivamente en un solo punto cuando éste ya ha sido entendido de interés.

Los temas desconocidos, el vocabulario técnico y la información reciente requieren tiempo para ser asimilados. Como emisores
deseosos de comunicarnos, debemos ofrecer la oportunidad a nuestros receptores de absorber la información. Generalmente, las
ideas complejas deben ser repetidas en palabras diferentes y, cuando sea posible, desde dos o más puntos de vista distintos antes
de explicar la siguiente idea o concepto. Por otra parte, también es importante no repetir la información que ya ha sido comprendida
o detenerse en la explicación cuando percibimos que ésta ya ha sido captada. Para saber si la información no está siendo
presentada rápida o lentamente, es necesario observar las reacciones de los interlocutores.

Estas situaciones se pueden observar no sólo también en conferencias y discusiones.

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PROBLEMAS DEL RECEPTOR

Hemos comentado los problemas creados por el emisor en los receptores. Éstos, por su parte, presentan, entre otros, los siguientes
problemas:

Actitudes contrarias
Las actitudes contrarias, basadas la mayoría de las veces en experiencias o en posiciones heredadas, impiden percibir
adecuadamente el mensaje y de este modo bloquean el diálogo.
Todos tenemos actitudes, prejuicios o predisposiciones; y algunas veces, en una interacción nos encontramos con personas que
defienden exactamente la posición contraria a la nuestra. Para sobrepasar este obstáculo se necesita un alto grado de tolerancia,
comprensión y calma. El receptor debe evaluar con cuidado sus actitudes y tratar de hacerlas a un lado si verdaderamente desea
escuchar y comprender lo que la otra persona pueda opinar en contraposición con sus ideas.

Otro problema en relación con el anterior se deriva de actitudes y opiniones recientemente adquiridas, ya que éstas son defendidas
con extrema rigidez. El tiempo es un factor importante para que una opinión sea, más vulnerable, lo cual no significa que la persona
sostenga una actitud con menos firmeza al paso del tiempo; sin embargo, quien defiende una posición al paso del tiempo posee
mayor capacidad para escuchar ideas contrarias a las suyas. El receptor no debe perder su tiempo discutiendo con personas que
son nuevos adeptos a otro credo.

Establecer conjeturas

Los oyentes no podrán comprender la totalidad del mensaje si de antemano deciden lo que van a escuchar. Veamos un diálogo
típico

A: - Ya ni me digas lo que piensas, pues ya lo sé.


B: - ¡Pero si todavía ni empiezo. . .!
A: - No es necesario que empieces, pues ya sé que no te parece, ni estás de acuerdo con la resolución del Ministeriode Energía y
Minas.
B: -Pero...
A: - Mira. . . ya conozco tus opiniones.
B: -Escúchame primero...
A: - ¿Voy a perder el tiempo oyendo lo mismo?
B; -Es que no es lo mismo. Creo que la nueva resolución puede ser de gran utilidad siempre y cuando todos estemos dispuestos a
colaborar y si. . .
A: - Ya empezaste con tus "peros". . .
B: -Está bien, hablemos mejor de otra cosa.

Como podemos observar, A no dio oportunidad a B de que se expresara por apresurarse a hacer conjeturas antes de escuchar lo
que B realmente quería decir. Ante esta actitud, B perdió el interés en comunicarse, prefirió dejar a un lado sus opiniones y hablar
de otra cosa. De este modo, no hubo oportunidad de comprender y compartir dos diferentes maneras de concebir una nueva
disposición o experiencia.

Si el que escucha no está dispuesto a oír o revisar los hechos y sólo hace juicios a priori de lo que se va a decir, no podrá captar el
mensaje básico. Todos tendemos a establecer conjeturas antes de conocer todos los hechos, aventurando un juicio que sólo puede
ser parcial mientras no se capte la totalidad de lo que se quiere comunicar.

Suspicacia o falta de aceptación hacia el emisor

Uno de los obstáculos más sutiles es el relacionado con la aceptación personal del emisor. Las formas de la suspicacia y
desconfianza son muchas y muy variadas y frecuentemente están ocultas o las ignora el receptor. Si éste es suspicaz hacia el
emisor y no confía en él, se le opone y lo hostiliza o simplemente siente que el mensaje podría ser prejuicioso, no está en la mejor
disposición para oír lo que aquél está diciendo. En muchas ocasiones creemos más en la opinión de un médico con experiencia,
que en la de un recién egresado; sin embargo, aunque el diagnóstico del segundo resulte ser el mismo, no por ello disminuye, la
desconfianza en los médicos jóvenes.

La barrera causada por la suspicacia o la falta de aceptación es básica y presenta un problema crítico: todos estamos dispuestos a
escuchar las opiniones de personas a las cuales aceptamos y en quienes confiamos, pero no las de aquellas de las cuales
sospechamos o no consideramos calificadas. En realidad, lo que sucede es que no estamos dispuestos a juzgar los hechos que
indiquen la capacidad del emisor en el campo de estudio que conoce.

En este capítulo se han presentado los aspectos esenciales que deben regir la comunicación entre dos personas. Estos aspectos
pueden sintetizarse en las siguientes recomendaciones o habilidades.

La primera habilidad se refiere a poner atención a la otra persona . Es importante no sólo adoptar esta actitud, sino también
hacérsela notar al interlocutor.
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La atención se refleja por medio de:
a) contacto visual mirando a la persona a los ojos;
b) gestos, movimientos y postura, y
c) la respuesta verbal al mensaje. Esta respuesta incluye el resumen de la información, sin añadir nuevos puntos de vista.

La segunda habilidad consiste en la posibilidad de actuar como espejo. Se puede comprender mejor dicha habilidad si se analiza la
frase de Carl Rogers: "Yo estoy contigo y puedo concebir el mundo tal como tú lo sientes y lo percibes." El objetivo de actuar como
espejo es desarrollar nuestra capacidad para comprender y asimilar las experiencias y opiniones ajenas tal como las concibe la otra
persona.

Para decirlo en términos sencillos, es necesario comprender a la otra - la escucha empática que hemos visto.

La tercera y última recomendación es la habilidad para expresarse directa, clara y oportunamente. En otras palabras, es necesario
saber cómo y cuándo hay que hacer un comentario.
ACTIVIDADES

LA COMUNICACIÓN EN GRUPOS PEQUEÑOS

Introducción

En nuestra sociedad, las instituciones están siendo reformadas cada vez más y guiadas por pequeños grupos de personas que en
reuniones, juntas, congresos o asambleas se reúnen para discutir y compartir puntos de vista diferentes a información vital. A través
de la interacción en pequeños grupos, se pueden identificar problemas comunes, soluciones viables, sugerencias para el bienestar
personal, familiar o de la comunidad, etc.

Por lo anterior, es obvia la necesidad y la urgencia de aprender acerca de la conducta comunicativa en grupos pequeños.
Frecuentemente, nuestro éxito y satisfacción como personas, maestros, padres o ciudadanos depende del conocimiento y
habilidades con que podemos participar y guiar la comunicación en grupos pequeños. A este tipo de comunicación se le llama
también dinámica de grupos a interacción grupal.

LA DISCUSIÓN

Características y condiciones

En toda comunicación en grupo hay un elemento común: la discusión.

¿Qué entendemos por discusión? En nuestras actividades diarias, empleamos el término para cualquier intercambio de ideas a
opiniones; sin embargo, en este momento lo utilizaremos para designar "el proceso relativamente sistematizado, mediante el cual
un grupo de personas intercambia y, e valúa ideas e información con el propósito de entender un asunto resolver un problema en
una atmósfera esencialmente cooperativa”.

La discusión tal como la entendemos se caracteriza, según la clasificación de Monroe y Ehninger, por lo siguiente:

a) La atmósfera tiende a convertirse en informal a medida que la interacción avanza.


b) Los límites de tiempo se fijan de acuerdo con la complejidad del asunto o la necesidad de llegar a la solución de un proble-
ma determinado.
c) Las opiniones fuera de lugar tienden a evitarse.
d) Los objetivos de las personas implicadas son evidentes y la interacción proporciona numerosas oportunidades para
constatar y reafirmar el grado en que estos objetivos han sido logrados.
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e) La respuesta o realimentación representa el medio para ajustar y percibir con certeza los diferentes puntos de vista.
f) Los papeles de emisor y receptor se intercambian constantemente.
g) Existe un interés predominante y continuo por explotar nuevas posibilidades individual y colectivamente.

EL TRABAJO EN GRUPO

Si el lector ha participado en una discusión en clase o en cualquier actividad social, habrá encontrado que el hecho de que un grupo
de personas se reúna a conversar no asegura de manera alguna comprender el problema o presentar una solución acertada. En
ocasiones, una persona bien informada sobre el asunto en particular puede resolver el problema más rápida y eficazmente que un
grupo. Cuando la solución de un problema requiere de un análisis concentrado o una decisión innovadora y única, el enfoque y
estudio de una o dos personas puede ser superior.

Sin embargo, un grupo puede abarcar una problemática más amplia que una o dos personas y, por ello, atender a todos los
aspectos del asunto. Como los problemas que enfrentamos diariamente requieren de gran variedad de habilidades y conocimientos,
es importante la labor de grupo. La necesidad de dialogar en grupo se manifiesta, por ejemplo, cuando decidimos construir una
casa: se necesitan plomeros, electricistas, carpinteros, albañiles, arquitectos, ingenieros. Todos ellos contribuyen con diferentes
habilidades a construir una casa. Lo mismo sucede cuando nos reunimos para resolver un problema, buscar nuevas soluciones o
delinear objetivos, labores en las que una persona no puede atender o profundizar en todos sus aspectos.

Por otra parte, todos tendemos a defender las opiniones que hemos ayudado a elaborar. Por eso, cuando un grupo adopta una
línea de acción dada, hay más posibilidades de lograr resultados permanentes y satisfactorios. Una discusión en un grupo cuyo
objetivo ha sido aceptado por todos, requiere, sin embargo, un esfuerzo de colaboración para discutir y delimitar el camino que se
debe seguir con el fin de lograr dicho objetivo. Esto demanda un compromiso de todos los miembros, mismo que, a su vez, tiende a
crear un sentido de responsabilidad individual por la decisión que el grupo adopte. Por último, la decisión en grupo es más
democrática, pues representa la suma total de opiniones individuales que, a su vez, indicará la línea de acción más adecuada para
lograr un fin en común.

En la sociedad contemporánea existe la necesidad de relacionarse abiertamente, lo cual implica que debemos reconocer la
importancia de ser tolerantes y aceptar la responsabilidad y la libertad de los demás y la propia. Por ello, es necesario desarrollar
nuestras habilidades para la comunicación en grupo, pues representa un medio por el cual se puede satisfacer lo antes expuesto.

La comunicación en grupo, dadas sus dificultades, no puede lograrse eficazmente de manera instantánea, pues requiere cierto
grado de conocimientos. Por fortuna, existen métodos mediante los cuales este tipo de comunicación puede mejorarse para obtener
resultados más efectivos.

En resumen, los miembros de un grupo deben:

1. Definir claramente el objetivo.

2. Informarse con anterioridad sobre el asunto a tratar o sobre las preguntas a investigar.

3. Conocer los fundamentos de la interacción en el grupo y las funciones del líder.

4. Delinear un plan de trabajo que sea suficientemente claro y aceptable como base para dirigir la discusión dentro de los límites
suficientemente flexibles.

Propósitos de los grupos de discusión

INTERCAMBIAR INFORMACION O IDEAS

Cuando se analiza un tema de interés para todos los miembros del grupo el intercambio de información o ideas facilita una mejor
comprensión del mismo. Por ello, es recomendable que las personas interesadas en conocer más de cerca de arte, literatura o
inflación –por ejemplo-, se reúnan y formen grupos de estudio. La finalidad de esos grupos es precisamente intercambiar
información o ideas, por lo que se les ha llamado grupos de estudio

LOGRAR UN ACUERDO O TOMAR UNA DECISION

El propósito anterior se logra mediante el establecimiento de un grupo de acción. El objetivo fundamental es lograr un acuerdo o
tomar una decisión teniendo en cuenta lo que los miembros de grupo consideran debe hacerse acerca de determinada situación o
propuesta. En este tipo de discusiones, los conflictos y las diferencias de opiniones son evaluados en un esfuerzo por lograr un
acuerdo común o consenso. Cuando el consenso es imposible, por lo menos se logra que las diferencias en opiniones sean
menores y se conocen con más claridad los puntos de controversia. El procedimiento en los grupos de acción suele ser informal; sin

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embargo, ocasionalmente, cuando las opiniones son antagónicas y el desacuerdo persiste, es necesario el voto para tomar una
decisión:

Aspectos más importantes para una interacción efectiva

La conducta del grupo debe ser tal que permita el estudio objetivo y sistemático del tema. Ya sea que el propósito sea comprender
claramente o tomar una decisión, los individuos que participen en una discusión deben ser capaces de contribuir a ella con ideas
valiosas.

LA DISCIPLINA EN UNA DISCUSION

El primer requisito para una discusión productiva es la disciplina.

Esto no implica un alto grado de formalidad, pues esta actitud no es deseable en momento alguno. La disciplina se refiere a la
posibilidad de que una sola persona hable mientras los demás escuchan, que la discusión se mantenga en un tono cortés y que se
tome como guía un plan o procedimiento flexible.

LA COOPERACIÓN

El segundo requisito se refiere a la necesidad de inculcar en cada miembro una actitud de cooperación y no de competencia. Si
cada persona insiste en tener su propia manera de ver las cosas, la discusión nos llevará a un camino sin salida. Por ello, es
necesario que todos los miembros estén dispuestos a considerar los puntos de vista diferentes de los, suyos Y, en vez de criticar los
errores de los otros miembros en el análisis, o en el razonamiento, traten de comprenderlos y ayudarlos. Lo más deseable es que
cada miembro esté dispuesto a comprometerse. Por supuesto, en ocasiones, el compromiso es imposible; sin embargo, los
compromisos razonables no hacen daño a nadie y frecuentemente representan el medio más eficaz para lograr un acuerdo o tomar
una decisión; por ejemplo, el compromiso de un grupo podría ser buscar el punto intermedio entre las diferentes opiniones, lo cual
hace necesario crear el clima de confianza requerido para un intercambio fructífero de puntos de vista diferentes.

Preparación general para la discusión

¿Cómo debe prepararse el lector para participar en una discusión?, ¿qué debe hacer para estar seguro de contribuir eficazmente?
Primero, deberá estudiar el problema específico que se va a resolver o el tema a discutir, y segundo, deberá conocer todo lo que
pueda acerca de los demás miembros del grupo. En seguida se considerarán los procedimientos que auxiliarán al lector para
participar activamente en una discusión.

ANALIZAR EL TEMA O PROBLEMA

Primero, revise los datos que usted ya conoce. Organice la información previamente adquirida y prepárese en cada fase del asunto.
De esta manera estará en mejor posición para discutir.

Segundo, póngase al día. Investigue las opiniones y los cambios recientes que pueden afectar en alguna forma la situación.
Incorpore la información reciente al conocimiento adquirido.

Tercero, asuma un punto de vista preliminar en cada fase que así lo requiera y piense tanto sobre la actitud que adoptará como
sobre las razones y hechos que apoyen su actitud; sin embargo, prepárese para cambiar de opinión si la información o los puntos
de vista de los demás participantes demuestran que usted está equivocado.

Finalmente, anticipe el tipo de reacción que su actitud provocará en los demás miembros. Supongamos que lo que usted quiere
proponer provocará que un profesor necesite reestructurar su programa de estudios o que se modifique un estatuto de la ley
orgánica universitaria, una resolución como la de la explotación del Quilish. Anticipar la reacción es sumamente importante, pues
podrá enfrentar la oposición que se puede desatar en un momento y, al mismo tiempo, estará preparado para hacer ajustes válidos
e inteligentes a su proposición. Cuanto más organice sus datos y los relacione con el tema y con individuos que participan en la
solución del problema, más aumentará el valor de sus contribuciones a la discusión.

ANALIZAR LA IMPORTANCIA DEL GRUPO COMO UN TODO

El hecho de que el lector ya esté familiarizado con el tema no le asegura la posibilidad de interactuar con la máxima efectividad.
Para ello, es necesario que comprenda clara y completamente la relación que existe entre el tema o problema y los objetivos del
grupo como un todo. Igualmente importante es reconocer la autoridad del grupo, es decir, el poder que éste tiene para llevar a cabo
una decisión. Es importante que investigue si el grupo sostiene una postura oficial, el tipo de recursos que posee y las relaciones
que tiene con otros organismos. Considere la estructura, lugar a importancia del grupo al que usted pertenece. Si, por ejemplo,
pertenece al Consejo Educativo, deberá conocer la función del consejo y la política y las tradiciones del Instituto.
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CONOCER A LOS MIEMBROS DEL GRUPO

Si el lector quiere analizar los aspectos pertinentes de la composición del grupo -obtener información sobre los demás integrantes-,
trate de contestar las siguientes preguntas: ¿cuáles son los rasgos característicos de cada uno?, ¿qué tanto conocen el tema o el
problema?, ¿cuál será la actitud que tendrán respecto a las interpretaciones o proposiciones que desea ofrecer? Si necesita
apoyarse en una opinión autorizada o requiere alguna información específica, ¿a quién puede acudir de acuerdo con su campo de
especialización?, ¿son los miembros personas de influencia en su comunidad?, ¿hay extremistas dentro del grupo?, si los hay,
¿cómo puede equilibrar sus contribuciones?, ¿quién habla demasiado y quiénes hablan poco?, ¿cómo lograr un equilibrio?
Finalmente, en caso de que se necesite su colaboración, ¿quiénes poseen cualidades administrativas?

Sólo estudiando cuidadosamente cada una de las preguntas anteriores, el lector podrá tener un conocimiento más amplio y
profundo de la composición del grupo, para así lograr una interacción, más efectiva.

Participación en el grupo

Si el grupo desea lograr su objetivo, todos los integrantes deberán observar ciertos principios y cumplir con determinadas
obligaciones mientras se efectúa la discusión.

RESPONSABILIDADES DEL PARTICIPANTE

En una discusión típica, cada miembro habla un poco, pero, necesariamente, la mayoría del tiempo se invierte en escuchar las
ideas y opiniones de los demás; por ello, a veces se tiene la impresión de que uno habló poco. Por ende, el participante debe ser un
buen escucha, capaz de entender lo que los otros expresan y hábil para juzgar la validez de sus contribuciones. A medida que la
interacción progresa, usted estará más capacitado para evaluar las opiniones de sus compañeros si puede contestar las siguientes
preguntas, formuladas en el estudio que realizaron Monroe y Ehninger sobre comunicación en grupos pequeños.

1. La persona que emitió esa opinión ¿time la suficiente experiencia y preparación en el área de discusión?

2. ¿Es su juicio el resultado de un estudio largo y cuidadoso del tema o problema?

3. ¿Están sus opiniones condicionadas por un interés personal?

4. ¿Es abierta y clara la presentación de sus ideas?

5. ¿Están sus datos y sus opiniones presentados consistentemente y basados en su experiencia?

6. ¿Son sus datos y opiniones congruentes unos con otros?

7. ¿Qué tanta importancia dan los demás miembros a sus opiniones?

Si el lector puede contestar a cada pregunta, seguramente logrará evaluar de modo más adecuado las aportaciones del grupo.

CUANDO PARTICIPAR EN LA DISCUSIÓN


¿Cuándo debo hablar y cuándo callar? No existe ninguna respuesta dogmática a esta pregunta tan frecuente. En general, la
confianza para emitir sus opiniones dependerá del tiempo que usted haya sido miembro del grupo.

En la mayoría de los casos, se recomienda al lector:

Hablar cuando pueda ofrecer una sugerencia o comentario constructivo. Frecuentemente se descuidan algunos aspectos
del tema o pasa inadvertida una idea importante. Aun cuando no tenga la información suficiente, usted puede hacer recapacitar a
los demás por medio de un comentario corto o formular una pregunta sobre lo que se omitió. Hable para clarificar algún
comentario confuso de otro participante. Algún miembro puede tratar de remarcar un punto importante, pero su comentario
puede resultar impreciso, por lo que el grupo no aprecia su significación. Si usted puede clarificar el punto con tacto, su intervención
representará una aportación valiosa que facilitará la interacción.

Hable cuando pueda corregir un error. Si va a rectificar un error, la corrección deberá ser expresada con tacto, a fin de evitar
una argumentación infructuosa. Si usted es cortés y modesto y evita cualquier actitud de superioridad, será capaz de corregir el
error sin ofender a la otra persona.

Hable cuando pueda ofrecer información útil. Ninguna persona lo sabe todo. La información que aporte todo el grupo ayudará
a emitir un juicio más válido; por tanto, si usted posee un ejemplo adecuado, si puede citar frases relacionadas con el tema o si
tiene a la mano testimonios de personas con autoridad en la materia, expréselos, pues serán de gran utilidad.

Hable cuando tenga una pregunta inteligente que hacer.


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Si tiene una duda acerca de un punto y está seguro de que los demás participantes también la tienen, pregunte de inmediato. No
espere a que se tome cualquier decisión antes de haber aclarado su duda. Obviamente, no se trata de que se convierta en el
preguntón por excelencia, pero si la pregunta se hace en el momento preciso y está dirigida específicamente a aclarar un punto
importante, no dude en hacerla. Cuando la discusión parece perderse en detalles, una pregunta es de gran utilidad para centrarse
de nuevo en el problema o asunto primordial. Y, por supuesto, pida aclaraciones cuando se enuncien juicios sin bases reales.

Hable cuando pueda aliviar o aminorar la tensión. Esta sugerencia es difícil de llevar a cabo, pero de cuando en cuando un
poco de humor puede aliviar la tensión del grupo y acelerar la discusión, ya que puede provocar la descarga de energía y
representar un momento de descanso. El humor puede facilitar de cierta manera la comunicación y la toma de decisión.

COMO PARTICIPAR EN UNA DISCUSION

En general, hable de manera directa, cortés y natural. Su estilo y tono de voz variarán de acuerdo con la naturaleza y propósito de
la discusión y con el grado de formalidad que se observa. A medida que la discusión avance, surgirán las diferencias de opinión, se
acrecentará la tensión y de seguro se presentará algún conflicto; por tanto, usted necesitará agudizar su percepción de la situación
a fin de cambiar o ajustar su tono de voz y sus reacciones cuando sea necesario, según la situación.

Presente sus puntos de vista de manera clara, breve y moderada. La participación en la discusión debe estar sujeta a un
objetivo definido, que represente una ayuda para pensar con objetividad, analizar creativamente el tema o resolver un problema.
Con este fin, es deseable que organice sus aportaciones no para ganar adeptos, sino para estimular a los demás a pensar por ellos
mismos. Por ende, en vez de enunciar primero la conclusión y después sus argumentos en favor de ella, exprese los razonamientos
que le permitieron llegar a tal conclusión. Empiece por establecer la naturaleza del problema como usted lo percibe; indique
brevemente las distintas hipótesis o soluciones en que ha pensado; exponga las razones por las cuales descartó algunas de ellas;
y, después de esto, exprese su opinión personal y explique las razones que la sustentan. De esta manera, usted estará
contribuyendo a que los demás participantes consideren la validez y la integridad de su análisis a indiquen cualquier deficiencia o
falacia que sus puntos de vista pudieran contener. A1 mismo tiempo, contribuirá al esclarecimiento de la discusión de manera
objetiva y racional.

Mantenga actitudes de sinceridad, objetividad y libertad. Antes que nada, recuerde que una discusión no es el sitio adecuado para
un combate verbal. Cuando tenga algo que decir, expréselo sincera y modestamente; además mantenga siempre una actitud
abierta y objetiva. Acepte las críticas con dignidad y enfréntese a las opiniones adversas con criterio amplio. Su propósito no es que
su opinión sea aceptada, sino trabajar con el grupo para tomar la decisión más apropiada.

Funciones del coordinador

Los puntos que hasta ahora se han estudiado se aplican necesariamente al coordinador.

La capacidad de analizar y percibir el giro que toma la discusión es un factor que influye para que ésta sea fructífera. También
desempeña un papel importante la habilidad para: a) captar ideas significativas expresadas vagamente o parafraseadas con
ambigüedad; b) buscar la afinidad entre dos opiniones aparentemente opuestas, y c) simplificar las ideas antagónicas y centrar la
discusión en puntos clave. En resumen, el coordinador necesita estar alerta; entrenarse para pensar rápidamente, y analizar las
diferencias para presentarlas con claridad. Esta capacidad de análisis debe acompañarse por un sentido de imparcialidad y
cortesía. Por supuesto, en una discusión productiva, un buen coordinador no se irrita con facilidad ni provoca el enojo de los demás
integrantes. El coordinador desempeña funciones especiales, a saber:

a) Iniciar la discusión.
b) Mantener la discusión dentro del marco del objetivo principal.
c) Presentar los datos esenciales.
d) Procurar la participación de cada miembro.
e) Ayudar a resolver los conflictos.
f ) Resumir, cuando sea pertinente, las etapas que impliquen un avance en la discusión.

Estas funciones son de responsabilidad no sólo del coordinador, sino también de cada participante. En ocasiones, con o sin
asesoramiento del coordinador, los otros miembros desempeñarán algunas o todas las funciones de manera satisfactoria; sin
embargo, el coordinador debe estar listo para ayudar a los participantes, si es necesario, a estudiar los puntos de vista opuestos y
guardar siempre la perspectiva del avance en la discusión .

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Estas funciones son responsabilidad no sólo del coordinador, sino también de cada participante. En ocasiones, con o sin
asesoramiento del coordinador, los otros miembros desempeñarán algunas o todas las funciones de manera satisfactoria; sin
embargo, el coordinador debe estar listo para ayudar a los participantes, si es necesario, a estudiar los puntos de vista opuestos y
guardar siempre la perspectiva del avance en la discusión.

Iniciar la discusión

El coordinador deberá primero enunciar el tema o problema en cuestión, resaltando la importancia que éste tiene y relacionándolo
con las necesidades de los miembros del grupo y de éste como un todo. Esta introducción, aunque breve, debe ser presentada con
formalidad, sugiriendo la naturaleza vital del asunto y expresándola en términos concretos, con apoyo en datos y hechos
específicos. La conclusión deberá contener preguntas que, apoyadas en un planteamiento crítico, permitan iniciar la discusión.

Si el objetivo es resolver un problema que afecta a la comunidad, el coordinador puede preguntar: "¿De qué manera han afrontado
ustedes este problema?", o mejor: "Juan me explicó la forma en que solucionó este problema (describe en pocas palabras las
circunstancias) ¿Alguno de ustedes ha tenido una experiencia similar?; si no la ha tenido, ¿cuál sería la diferencia?" Si estás
preguntas no estimulan la discusión, pregunte individualmente cómo abordaría cada uno el tema. Otra forma sería enlistar las
causes y efectos del problema, las personas o grupos a quienes afectan, y las diferentes soluciones. Este enlistado no sólo ayudará
a los participantes a relacionar el problema con sus experiencias, sino que también favorecerá su intervención. Curiosamente, hay
personas que en primera instancia, cuando la pregunta es directa, se rehúsan a dar su opinión; en cambio, cuando se hace del
conocimiento de ellas los principales aspectos del problema, expresan por propia iniciativa sus puntos de vista.

Otro método para iniciar una discusión es mediante la contraposición de dos puntos de vista antagónicos. Éstos pueden ser
presentados por el mismo conductor o por miembros que los sostengan. Nada es mejor para incitar a las personas a discutir que
una opinión radical de la que se pueda disentir. La desventaja de este método es que propicia el combate verbal, lo cual puede
convertir la solución del problema en un caso de capacidad o éxito personal; sin embargo, empleado juiciosamente este método
constituirá un buen medio para iniciar una discusión

Mantener la discusión dentro del marco del objetivo principal

La tendencia del grupo a perder de vista el objetivo puede reducirse si se utiliza un pizarrón, un rotafolio o un franelógrafo, en el que
se apunte la línea general de desarrollo, el orden de los puntos a discutir. Si no se pueden conseguir estos medios visuales, el
conductor puede entregar una copia mimeografiada o fotostática. Cuando las personas tienen por escrito, de manera fija, los puntos
que se van a tratar y el orden en que se presentarán, tienden a mantenerse dentro de ese marco. El conductor puede hacer
referencia de cuando en cuando al Plan de trabajo pare mantener la discusión en progreso constante.

Es importante anotar no sólo los puntos clave, sino también los intermedios y las aportaciones; de esta manera, si en un momento
algún miembro omite un punto o retoma una cuestión resuelta, el conductor estará en mejores condiciones para centrar de nuevo
la discusión. Por otra parte, si se anotan las aportaciones, será más fácil llegar a un acuerdo o resumir las opiniones, pues se tendrá
una referencia inmediata. No por ello el coordinador debe sostener un rígido Plan de desarrollo, pues esto limita la espontaneidad:
su actitud respecto al plan de trabajo deberá ser flexible, pues sólo representa una tentativa y probablemente no refleje los
intereses a inquietudes de los participantes. El desarrollo del plan de trabajo se puede modificar para lograr que lo acepte el grupo
el plan servirá como apoyo y no como obstáculo, para el progreso discusión.

Presentar los datos esenciales

Si todos los participantes están bien informados y tienen la oportunidad de expresarse, tanto los hechos concretos como las
opiniones saldrán a flote sin necesidad de hacer gran esfuerzo. Desafortunadamente, los grupos de discusión no funcionan con
tanta eficiencia, por ello coordinador debe procurar que la información que se presente sea pertinente y que todos los miembros
distingan entre sus opiniones y los hechos, para que no confundan unos con otros.

Si un punto del sumario ha sido ignorado, el conductor podría preguntar discretamente: "¿Alguien ha notado que. . .?", o puede
decir: “José me comentó…”,"Alguien piensa que time razón . . .". Todavía sería mejor si las preguntas se hicieran individualmente
para obtener la información necesaria. De igual manera, si se tiende a concretar la discusión en un solo aspecto del problema, el
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conductor podría llamar la atención del grupo para que considere los demás aspectos por medio de un comentario : “Quizá
podríamos a Pedro su opinión sobre el asunto", o: "He escuchado este otro comentario..., ¿qué piensan sobre eso?"

Ningún participante debe ser acusado directamente de retorcer los hechos o de hacer declaraciones sin fundamentos. Si esto
sucediera, el coordinador a otro miembro, sin acusar directamente, puede controlar la situación pidiendo una ' explicación más
detallada, una evidencia o prueba en la que se fundamente la declaración. La situación podría enfrentarse con preguntas como:
"¿Podría explicarnos la razón que lo llevó a formarse esa opinión?", "¿Lo que usted dijo es realmente su opinión?", "¿Ha observado
si eso realmente sucede en la práctica?"

En suma, por medio de un interrogatorio hábil se pueden obtener todos los puntos de vista y surgir los hechos cruciales y las malas
interpretaciones. De esta manera, el grupo tendrá las bases necesarias para formular un juicio certero.

Procurar la participación de todos los miembros

Algunas veces, una o dos personas acaparan la discusión. Estas personas tienen probablemente mucho que ofrecer, pero existe la
posibilidad de que repitan la misma idea una y otra vez o se explayen en aspectos innecesarios. Cuando esto ocurra, el coordinador
podrá evadir a este tipo de personas simplemente evitando verlas. También puede formular preguntas a los otros participantes,
dirigiéndose a ellos por su nombre si es necesario; por otra parte, puede formular preguntas que impulsen el ritmo de la discusión y
la alejen del punto ya analizado y, consecuentemente, de la persona parlanchina. En casos extremos, el conductor puede sugerir la
necesidad de que todos participen, aduciendo que si se desea que la discusión sea provechosa, cada uno deberá tener la
posibilidad de expresar sus puntos de vista; o puede tener la necesidad de imponer un tiempo límite a las exposiciones. Si el tiempo
transcurre y se requiere llegar a una decisión, se expresará que es necesario acelerar el ritmo. Esto puede ocasionar que los
participantes que permanecieron en silencio durante toda la sesión aporten sus puntos de vista o puede ocurrir que, dada la
premura, se aminoren las diferencias y se llegue a un acuerdo. Hay que recordar que el deber del coordinador no es indicar a los
integrantes qué deben pensar, sino mantener una atmósfera comunicativa en la que todos puedan participar y pensar por sí
mismos.

Ayudar a resolver conflictos

Los conflictos derivados de opiniones antagónicas son esenciales para una interacción creativa y productiva. La manifestación de
esos conflictos puede ayudar a integrar ideas opuestas y contribuir a encontrar una solución más práctica; sin embargo,
ocasionalmente, los participantes pueden tener aversión por el tema o prejuicios arraigados, por lo que el conflicto puede resultar
demasiado candente o doloroso. Si los que discuten no pueden resolver las diferencias, el coordinador tratará de calmar la tensión.

Una buena sugerencia para tranquilizar los ánimos es reformular los diferentes puntos de vista sin emotividad, en un tono neutral y
en términos más suaves; así se puede lograr que la discusión vuelva a tomar su curso normal o un nivel más objetivo. Otra medida
para aminorar la tensión consiste en emplear el humor como válvula de escape. Si esto fracasa, se puede: a) pedir el voto
mayoritario, o b) aplazar la solución del problema para cuando la situación esté en calma.

No hay que olvidar que cuanto más específica sea la proposición, mayor resistencia habrá para aceptarla; por ello, se recomienda
que los acuerdos sean paulatinos. Lograr la aceptación de la proposición más abstracta es ya un buen inicio.

Comentar, cuando sea pertinente, las etapas que impliquen un avance en la discusión

A veces sucede, que los participantes se detienen a analizar algunos aspectos del problema o a discutir uno o dos puntos aislados,
con lo cual se dispersan del asunto principal y pierden de vista los avances que han logrado hasta ese momento en la discusión.
Por esta razón, el coordinador necesita: a) resumir los puntos ya analizados, b) resumir los acuerdos a los que se ha llegado, y c)
señalar los puntos que todavía no se han estudiado. Obviamente, lo anterior deberá reflejar lo que el grupo ha expuesto o decidido
acerca del tema o problema, y nunca lo que el coordinador piensa respecto al asunto. Los participantes siempre tendrán la
oportunidad de añadir o de hacer rectificaciones a lo que el coordinador exponga. Estos resúmenes, cuando se presentan a su
debido tiempo y reflejan fidedignamente los avances de la discusión, representan una medida eficaz para evitar la dispersión de los
participantes.

Al terminar la discusión, el coordinador, solo o con la ayuda de otros participantes, deberá resumir los puntos estudiados. En esta
fase es importante que el coordinador destaque la línea de acción y especifique los puntos que quedaron pendientes para la
siguiente reunión. Como siempre, el resumen final deberá reflejar las conclusiones del grupo, y no las del coordinador, así como
atender a todos los puntos de vista importantes. Es necesario mencionar los métodos que fueron seleccionados para llevar a cabo
las decisiones y todos aquellos recursos que se consideraron convenientes para asegurar que los acuerdos fueran efectivamente
puestos en práctica. .

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Características del buen participante

En resumen todo miembro de un grupo de discusión que desee actuar con eficiencia debe tener las siguientes características:

1. Amplio conocimiento sobre el tema o problema.


2. Información pertinente sobre cada integrante del grupo.
3. Habilidad para pensar clara y rápidamente.
4. Capacidad para escuchar y prestar atención.
5. Habilidad para presentar, aclarar y apoyar ideas nuevas.
6. Capacidad para aceptar las críticas.
7. Habilidad para analizar, evaluar y relacionar las opiniones y puntos de vista expuestos.
8. Disposición para aceptar ideas razonables, aunque sean distintas de las propias.
9. Capacidad para disentir con diplomacia.
10. Habilidad para preguntar.
11. Habilidad para guiar la discusión hacia el objetivo primordial del grupo.
12. Habilidad para resumir los puntos o el progreso de la discusión.
13. Capacidad para diferenciar la información pendiente de los detalles superfluos.
14. Disposición para compartir las responsabilidades.
15. Paciencia.

Plan de trabajo en una discusión

Con anterioridad señalamos que la interacción en grupos pequeños debe hacerse de manera ordenada, y enfatizamos que la
discusión avanzará sistemáticamente y alcanzará sus objetivos si con antelación se diseña un plan de trabajo. Lo ideal es que el
grupo entero colabore en el desarrollo de dicho plan. Si por diversas circunstancias no es posible que participen todos, el
coordinador deberá responsabilizarse de elaborarlo y sujetarlo a la consideración de todo el grupo para que éste lo apruebe o lo
modifique.
Los propósitos de cada grupo de discusión determinarán el plan de trabajo a seguir. A continuación presentaremos los planes para
los grupos de estudio y los grupos de acción.

PLAN DE TRABAJO PARA GRUPOS DE ESTUDIO

Si el grupo se reúne para discutir un libro o partes de él, probablemente lo más recomendable será seguir la secuencia preparada
de antemano por algún conocedor de la materia, o seguir el índice que aparece en el libro; sin embargo, no es fácil conseguir que la
secuencia o el índice se acoplen a los intereses del grupo. En estos casos, la discusión debe considerar cuatro fases o estadios: a)
introducción, b) análisis, c) investigación y d) resumen.

Primera fase: introducción al tema

En la introducción, el coordinador presentará el tema. Se recomienda que en esta primera exposición se planteen diversas
preguntas sobre el tema y se den ejemplos ilustrativos que indiquen su importancia en relación con los intereses del grupo.

Segunda fase: análisis del tema

A continuación, los miembros del grupo procederán a analizar el tema y los aspectos o puntos del mismo que parecen esenciales
para los propósitos del grupo. La forma más usual para llevar a cabo este análisis es contestar a una serie de preguntas como:

• ¿Qué importancia tiene para el grupo estudiar este tema?, ¿por qué?

• ¿Cuáles serían los puntos más importantes en que se podría segmentar el tema?

• ¿Cuáles serían los puntos en que se centraría nuestra atención?

• ¿Cuáles de ellos son de mayor importancia para el grupo?

• ¿En cuáles de ellos está mejor preparado el grupo?

Al final de esta fase, el conductor o los miembros del grupo deberán resumir los puntos considerados y sugerir el orden en que
éstos se estudiarán.

Tercera fase: investigación de los puntos seleccionados

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En esta fase, los miembros deben considerar detalladamente cada punto que con anterioridad decidieron tener en cuenta. La
discusión podrá llevarse a cabo partiendo de las siguientes preguntas:

• ¿Cuáles son los términos que necesitan definirse?

• ¿Tienen estos términos un use general, aceptado por todos? Sino es así, ¿cuál sería el término que el grupo preferiría?

• ¿Cuál es el tipo de información necesario pares aclarar algunos de los puntos?

• ¿Qué tipos de experiencias personales pueden aclarar el punto en cuestión?

• ¿Cuáles serían los principios o relaciones causales que se pueden inferir de la información obtenida?

Cuarta fase: resumen de la discusión

En esta fase se recomienda que el coordinador o cualquier otro miembro del grupo expongan los asuntos tratados tanto en la fase
de análisis como en la investigación. Este resumen final no necesariamente es exhaustivo: su propósito consiste en presentar los
puntos clave que se expusieron durante la discusión para asegurar que van a ser recordados fácilmente, e indicar las relaciones
que guardan éstos con el tema.

Adaptación del plan de trabajo a un grupo de estudio

Obviamente, el plan que se comentó antes es general; pares cualquier discusión, se requiere adaptarlo al tema y al propósito que
se persigue. Si usted es el coordinador o un miembro del grupo, debe tomar el plan mencionado sólo como guía y modificarlo pares
adaptarlo a su objetivo. De acuerdo con el conocimiento que se tenga del tema, usted podrá formular determinadas preguntas para
obtener la información requerida.

Un buen método para preparar el plan de trabajo consiste en elaborarlo en forma de preguntas; sin embargo, recuérdese que el
plan debe guiar la discusión mas no limitarla, y debe ser flexible para atender a las necesidades que surjan a medida que se avance
en la discusión. Los medios están al servicio de los fines. En consecuencia, los resultados son más importantes que los
procedimientos; no obstante, es imprescindible contar con un plan razonable. La regla fundamental en estos casos es: "Todo plan
de trabajo debe adaptarse a las necesidades y propósitos tanto del grupo como de la situación en particular."

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