Você está na página 1de 8

ANTIGUO CONVENTO DE SAN FRANCISCO IGLESIA DE NTRA. SRA.

DE LA ASUNCIÓN

ORIGEN Y ETAPAS CONSTRUCTIVAS DEL CONVENTO


1644-1649 Los franciscanos estaban instalados en la Veracruz. 1649-1664 Deciden trasladarse a la
Cruz de Berral, construyen el convento y habilitan una habitación para Capilla. 1690-1759
Construcción de la actual Iglesia.
El antiguo convento de San Francisco de Nuestra Señora de la Asunción, hoy convertido en
residencia de ancianos, se fundó y edificó en el siglo XVII. Fue el ilustre pontanés Don Francisco
Gil de Melgar, canónigo doctoral de la iglesia Catedral de Sevilla, hombre con grandes influencias y
con posibilidades económicas, quien, en 1640, concibió la idea de traer a su pueblo natal a los
padres franciscanos. Sin embargo, la oposición presentada por los PP. Mínimos (franciscanos de
San Francisco de Paula) que se encontraban instalados desde 1631 en el convento de la Victoria y
que incluso apelaron a Roma,
Recorrido histórico-artístico por la Villa de Puente Genil hizo que la licencia de fundación del
convento se retrasase hasta el 22 de diciembre de 1643 y que la llegada de la orden franciscana no
se produjese hasta el 18 de enero de 1644. La iglesia de la Veracruz, situada entonces prácticamente
a las afueras del pueblo, acogió en principio a los padres franciscanos, pero, a pesar de las obras
realizadas, resultaba insuficiente e incomoda para la vida conventual. Por ello, los franciscanos
llegaron a la conclusión de que no merecía la pena gastar el dinero en arreglar la Veracruz y
decidieron edificar el convento en otro sitio más adecuado. Los franciscanos, recomendados por la
Marquesa de Priego Dª Juana Enríquez de Rivera, solicitaron al Cabildo municipal su traslado a la
Cruz de Berral, al principio de la calle Aguilar (13 de octubre de 1648). La autorización fue
concedida el 10 de enero de 1649, con la condición de que el nuevo edificio no obstaculizara el
tránsito entre la calle Tintor y la calle Luna. Las obras para construir el nuevo convento comenzaron
en 1649 y duraron hasta 1664, fecha en la que los franciscanos se trasladaron y tomaron posesión
del nuevo convento, del que sólo se habían construido las partes indispensables para vivir, por lo
que la iglesia no estaba edificada, habilitándose una zona en la parte Oeste del edificio para que
sirviera de Capilla. Este edificio ha sufrido muchas transformaciones desde la Desamortización, si
bien conserva, en parte, el aspecto original. En el año 1861 el convento pasó a manos del
Ayuntamiento, por cesión del Estado a éste, instalándose en la planta baja unas escuelas y una
biblioteca; posteriormente se dedicó el piso principal a Hospital (1883), encomendándose el
cuidado de los enfermos a las Madres Mercedarias. Dichas hermanas han estado realizando esa
labor social hasta finales del siglo XX, momento en el que, tras marcharse, el edificio pasa a
Residencia municipal de ancianos. La Iglesia, al contrario que el convento, siguió perteneciendo al
Obispado El edificio, que consta de iglesia y otras dependencias conventuales, se estructura en
torno al pequeño claustro central. Éste es de planta cuadrada y se compone de dos cuerpos en altura,
uno con arcos de medio punto sobre pilares, hoy cegados, y el segundo con ventanas.
DESCRIPCIÓN ARQUITECTÓNICA DE LA IGLESIA La iglesia, que no se concluyó hasta 1759,
es de estilo barroco. El exterior es muy sobrio, con paramento encalado. La fachada principal de la
iglesia está orientada al Oeste, con una sencilla portada de ladrillo inacabada y cuya puerta nunca
llegó a abrirse al público. Toda la decoración que conforma la estructura de esta portada tiene
similitud con la portada lateral, diferenciándose sólo en los materiales y en pequeños detalles. La
única puerta abierta al público es la del lado Norte, con una portada fechada en 1695 y realizada en
piedra blanca. Consta de dos cuerpos; en el inferior se abre la puesta con arco de medio punto,
flanqueada por dos pilastras y entablamento toscano. Sobre la cornisa se halla una hornacina con la
figura de San Francisco, cerrada por un frontón triangular y dos remates piramidales. Dicha
hornacina está flanqueada por dos grandes volutas. Esta puerta lateral se halla en un patio o compás
que, siguiendo una costumbre propia de los conventos franciscanos, no da directamente a la calle,
sino que deja un espacio abierto y amplio delante de ella, cerrado por un portón. La planta es de
cruz latina con una única nave longitudinal dividida en cinco tramos, con nichos laterales y
cabecera recta al fondo. La cubre una bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones. El crucero está
cubierto por una cúpula de media naranja sobre pechinas decoradas pictóricamente y rematada por
una linterna. Los dos primeros tramos tienen una planta alta ocupada por el Coro.
Cuaderno del profesor
104
La austeridad arquitectónica que impera en el interior del templo es similar a la que se puede
observar en otro de los conventos franciscanos de nuestra población, el convento de la Victoria.
Esta decoración consiste en pilastras y cornisas molduradas que recorren los muros interiores del
templo. La cúpula está dividida en franjas radiales y en sus pechinas aparecen unas pinturas que
representan a los Evangelistas. Completan la decoración de esta iglesia los retablos y pinturas que
cuelgan de sus paredes. La iluminación interior entra por las grandes ventanas abiertas en los muros
extremos de los brazos y cuatro ventanas que hay en los pies de la iglesia.
RETABLOS, IMAGINERÍA Y PINTURAS El recorrido didáctico, como anteriormente hemos
dicho en las sugerencias, partirá de la cabecera de la Iglesia, continuando por el crucero del
Evangelio, lateral del del mismo lado, pies de la Iglesia, lateral de la Epístola y crucero de la misma,
hasta terminar otra vez en el lugar de partida. Debemos señalar que tanto la imaginería como la
pintura que en esta Iglesia encontramos están destinados a exaltar los titulares más venerados por la
Orden Franciscana: La Asunción de María, –que es la Titular de la fundación– y la propia Orden
Franciscana a través de algunos de sus santos más señeros, bien por su significación teológica en la
Orden o por la devoción popular que han conseguido suscitar. También encontramos otras pinturas
distribuidas por la iglesia que representan escenas relacionadas con santos o con Cristo y su Pasión.
Era usual en las fundaciones conventuales que el programa iconográfico estuviera dirigido a ese fin,
presentando santos y hechos importantes relacionados con la Orden. La cronología de las pinturas
de esta iglesia se sitúa en los años de conclusión de la misma (1759). Son obras de diversos autores
de segunda fila y se encuentran en la nave principal (encima de los retablos laterales) y en la
cabecera, a ambos lados del Presbiterio. Los Lienzos de la nave, situados encima de los retablos,
representan momentos memorables de la historia de la Orden Franciscana. Originariamente eran
seis lienzos pero hoy sólo aparecen cinco.
Presbiterio, Retablo Mayor y Camarín El Retablo Mayor cubre el amplio testero del presbiterio; es
del primer tercio del siglo XVIII, de traza barroca, formando una inmensa estructura de madera
tallada y policromada en azul, rojo y oro. Está compuesto por un pedestal, banco, tres calles y un
ático curvo. Todo el retablo está cubierto de una profusa decoración a base de follajes u hojas de
acanto y placas geométricas. Estos ornatos vegetales, junto a las líneas quebradas de sus soportes y
cornisas, prestan al conjunto un aspecto dinámico y efectista. En el mismo aparecen los símbolos
franciscanos, “el abrazo” (dos brazos y la cruz) y las “cinco cruces de Jerusalén”.
Recorrido histórico-artístico por la Villa de Puente Genil
105
En el pedestal hay sendas puertas que dan acceso al retablo por su parte posterior. En el banco
sobresale el sagrario y las ménsulas en que se apoyan las columnas del primer cuerpo. Las calles
están separadas por columnas salomónicas y estípites y, a su vez, se subdividen en dos cuerpos
separados por cornisas. Las calles laterales tienen hornacinas de medio punto superpuestas que
albergan imágenes que se pueden considerar como secundarias; la mayoría han sustituido a las que
se colocaron originariamente. A los lados del camarín central encontramos, a la izquierda del
espectador, una talla de San Pedro de Alcántara y, a la derecha, otra de San Pascual Bailón, ambas
del siglo XVIII vestidas con telas encoladas. En el segundo cuerpo del retablo aparecen la imágenes
de San Juan de Prado, a la izquierda, y un santo franciscano no identificado dado su deterioro
(pudiera ser San Diego de Alcalá67), a la derecha. En el ático hallamos a la izquierda una imagen de
San Buenaventura o San Juan Nepomuceno y a la derecha otra de Santa Clara o Santa Rosa de
Lima.68 La calle central del retablo, más amplia que las laterales, está ocupada por un vano bajo un
doble arco de medio punto rebajado que da acceso al camarín. Éste es de planta cuadrada, aunque
sus ángulos están achaflanados. En su muro frontal se abre una ventana a manera de transparente,
que de forma intencionada produce los efectos de luces y contraluces tan utilizados por los artistas
del Barroco. Este camarín está cubierto por una cúpula de media naranja sobre pechinas, decorada
con un florón de follajes del que parten unas bandas radiales con ramilletes de hojarasca y espejitos;
en los casquetes se pintaron, en la segunda mitad del siglo XVIII, motivos vegetales y símbolos
marianos. La presencia de los temas marianos está justificada al ocupar este camarín
originariamente la Virgen de la Asunción, titular de este convento. También alude a María el
programa iconográfico representado en los cuatro medios puntos de las paredes laterales decorados
con los lienzos siguientes: • En el frontal, sobre el transparente, ”La Coronación de la Virgen por la
Trinidad”, con la inscripción VENI CORONAVERIS. • Justo enfrente de éste, oculto al espectador
desde el presbiterio, pues está encima del arco de embocadura del retablo, otro lienzo cuyo tema es
“El Tránsito de la Virgen”. • En el lateral izquierdo, “La Huída a Egipto” • El lateral derecho, “El
descanso en la Huída a Egipto”. En general todos son de estilo dieciochesco, aunque han sufrido
restauraciones. De época reciente son los óvalos de los evangelistas que se sitúan en las pechinas,
que iconográficamente no concuerdan con el resto de la temática. La decoración mural también está
muy reformada; destaca la venera que remata el Transparente y la imitación de zócalos de mármol
en tonos rosas y rojizos. Este espacio tuvo un ornato más esplendoroso en el siglo XVIII, a la
manera de la cúpula del crucero. Ocupa el camarín central, desde que llegó procedente de la Ermita
de la Caridad69 a finales del XIX y dado su fuerte arraigo devocional, la Imagen del Señor de la
Humildad y Paciencia. Está documentada su llegada a Puente Genil en noviembre de 1706,
procedente del Convento de San José de monjas carmelitas de Sevilla, al ser destinada la Madre
Gregoria Francisca de Santa Teresa para reorganizar el Convento que la Orden tenía en Puente
Genil. La imagen se enaltece
67 Según referencia de Ramírez de las Casas Deza. Pág. 392 de la
Corografía Histórico-Estadística de la provincia y obispado de Córdoba. Tomo II, edición. de 1986.
Publicaciones de la Diputación Provincial de Córdoba. 68 Diferentes textos consultados citan unas
u otras imágenes. 69 Primero estuvo en el Convento de San José de Sevilla. Después (1706-1720),
en el Convento de Carmelitas Descalzas de Puente Genil. A continuación (1720-1890), estuvo en la
extinguida ermita de La Caridad y, por último, desde 1890 se encuentra en esta Iglesia con la
piadosa leyenda que envuelve su venida70. Extinguido el Convento, pasó a la Ermita de la Caridad,
siendo ya Titular de la Cofradía del mismo nombre que englobaba a la denominada “Escuela de
Cristo”. Talla de indiscutible calidad, representa a Cristo suspirante y pensativo, como “varón de
dolores”, sentado en una roca del Calvario en espera de la crucifixión. Es obra de escuela sevillana
de finales del siglo XVII, cercana al círculo de Pedro Roldán con alguna de cuyas obras presenta
similitudes. El cuerpo, desnudo, presenta correcta anatomía y excelente tratamiento en el realismo
de heridas y destrozos de la piel, así como los hematomas y llagas de la espalda. El perizoma, hoy
visible, estuvo originariamente oculto por un rico sudario bordado. La cabeza, voluminosa, acredita
su barroquismo. El cabello y barba, finos y muy bien tallados, se resuelve en gruesos mechones y
geométricos rizos con el detalle artístico de enredarse en ellos los dedos de la mano derecha. Pero
donde radica su singular carisma es en su rostro de mirada profunda y doliente, en la que se funde el
dramatismo con la serena majestad del Dios-Hombre, humillado y Redentor. La peana sobre la que
está colocada esta imagen, según documento original que conserva la Cofradía, fue realizada en
1759 por José Ruiz Rey y Pedro de Mena Gutiérrez. En 1854 fue restaurada. Su ubicación original
fue el Camarín de la Virgen de los Dolores en la Ermita de Jesús Nazareno, siendo trasladada al
lugar actual a principios del siglo XX. En el segundo cuerpo de la calle central hay una hornacina
con una pequeña imagen de Santa Rita y, siguiendo el mismo eje, nos encontramos con que la
cornisa que separa el ático del segundo cuerpo no se rompe y da paso a un molduraje mixtilíneo que
acoge en su interior a un Crucificado, llamado Cristo de la Esperanza71. A ambos lados del
presbiterio hay dos grandes lienzos que representan escenas de carácter milagroso relacionados con
la vida de San Francisco de Asís. • En el lado del Evangelio se encuentra el “Milagro de la
Porciúncula”, en el que se nos muestra al Santo orando ante el altar de la capilla de ese nombre. San
Francisco recibe la aparición celestial de la Virgen y Jesucristo en un rompimiento de gloria
rodeado de ángeles. También se representan las rosas ligadas a este milagro. • En el lado de la
Epístola se representa el milagro en el que los frailes se sorprenden y atemorizan ante la visión
celestial de S. Francisco arrebatado por el carro de fuego.
San Buenaventura en sus narraciones sobre la vida de San Francisco de Asís describe este hecho de
la manera siguiente: «Estando ausente S. Francisco del tugurio cercano a Asís, donde residía con
sus hermanos de Orden, por haber ido a predicar a la referida ciudad, sucedió que a medianoche
penetró por la casucha de los hermanos, donde unos dormían y otros oraban, un carro de fuego con
admirable resplandor que dio tres vueltas a la estancia. Todos reconocieron que era la
Transfiguración del Santo que aparecía sobre el carro con aspecto de globo solar desprendiendo un
gran resplandor. En ello observaron que estaba el Espíritu de Dios con su siervo Francisco al que
debían de seguir como los israelitas a Elías»
70 En una carta escrita por Sor Gregoria a la Superiora de Sevilla,
ésta dice: «Antes de comenzar el viaje, al despedirme de la imagen, oí dos veces “llévame”, no dudé
un instante, rápidamente hice los preparativos para llevarla conmigo» 71 Este Cristo es denominado
por Ramírez de las Casas Deza “Cristo de la Salud”. Corografía Histórico Estadística de la
Provincia y Obispado de Córdoba. Córdoba, 1870.

Brazo del Evangelio En este brazo del crucero encontramos el retablo de San José. Su autor es
desconocido, aunque probablemente fuera el mismo del retablo mayor. Se apoya sobre un pequeño
altar y está compuesto por un banco con cuatro ménsulas decoradas con rico follaje, un cuerpo con
una profunda hornacina flanqueada por estípites y un segundo cuerpo a modo de ático curvo, que
repite el modelo de hornacina y estípites, separados entre sí por una amplia cornisa. La rica
decoración, similar a la del retablo mayor, aunque los colores predominantes son diferentes, está
compuesta por placas geométricas con abundante follaje y quebradas molduras. La imagen de San
José, con el Niño Jesús en brazos, sigue la iconografía tradicional. En la pequeña hornacina del
tímpano hay una escultura pequeña, vestida con túnica de tisú blanca, que representa a Jesús Niño.
Esta imagen formó parte, hasta principios del siglo XX, de un interesante paso alegórico que
procesionaba el Miércoles Santo. Era conocido por el “Niño del Paraíso” y se alzaba sobre un risco
de flores, bajo un árbol ostentosamente decorado, en actitud de expulsar a Adán y Eva del Paraíso.
Esto explica la pervivencia de estas dos Figuras Bíblicas – ahora delante del paso del Señor del
Lavatorio– y que representaban el arranque de toda una catequesis plástica. En el centro de este
lado del crucero se levanta un interesante retablo de yesería, erigido para dar culto a la Virgen del
Pilar, a la que aluden los motivos secundarios. Así debe interpretarse la pequeña escultura que
corona el ático; es una figura infantil, que porta escudo y espada y que parece representar a
Santiago72. El retablo fue realizado en 1864 por Juan Montilla y Juan de la Torre, fecha y autoría
que constan grabadas en el mismo. Tiene un cuerpo con cuatro columnas acanaladas y un ático
curvo y contracurvo, con los siguientes elementos decorativos: columna coronada sobre cordero
eucarístico que sostiene una cruz y cruz de Malta. La cornisa que separa el cuerpo del retablo del
ático es una doble franja, compuesta de una banda con cabezas de angelitos y decoración vegetal. El
resto de la decoración del retablo, además de los elementos vegetales, tiene otros del rococó, como
frisos y cartelas. Su policromía se resuelve en colores marrón, verde y blanco. Ocupa el nicho
principal la imagen de una Virgen Dolorosa con la advocación de Amargura, titular de la Cofradía
del mismo nombre que procesiona el Miércoles Santo. Es imagen de candelero, que en 1944
sustituyó a la primitiva titular, hoy venerada con el nombre de “Virgen de la Guía” en el Santuario
de la Patrona. La polémica envuelve su autoría. Según testimonio de la donante, Doña Emilia Reina
Salas, fue esculpida por el gran imaginero sevillano Antonio Illanes. Sin embargo, sus rasgos e
impronta estilística se asemejan a la obra del artista hispalense José Ribera. En cualquier caso se
trata de una excelente talla. Tiene grandes ojos, pronunciado entrecejo, boca entreabierta y hoyuelo
en la barbilla. Acredita una gubia de primera fila la delicadeza en el tallado de las manos, con dedos
largos y finos. A ambos lados, en nichales avenerados, hay dos ángeles eucarísticos de factura
moderna. Completan la decoración de este lado del crucero dos pinturas: El Traslado de Cristo al
sepulcro y Santa Rita. El primero es una pintura de mediados del s. XVII, copia de otra del autor
italiano Federico Barocci73 denominada “El entombment” o “Tansporto di Cristo al sepulcro”. El
tema de esta pintura representa el traslado de Cristo al sepulcro por los santos varones José de
72 La relación entre la Virgen del Pilar y el apóstol Santiago, como Patronos de España, parece
quedar reflejada en las imágenes primitivas que tuvo el retablo. 73 Federico Fiori, llamado Il
Baroccio, Urbino (1528-35, g1612). Pintor, grabador y dibujante. Fue, después de Rafael, el artista
más importante de Urbino. Se formó en la escuela de los Zucarro. Trabajó en la corte española.
Aunque manierista, la predilección por los efectos dramáticos le convirtió en un precursor del
Barroco. Realizó varias obras con este mismo tema, si bien realizadas en técnicas diferentes, óleo,
tiza sobre aceite, grabado…. Una de ellas se encuentra en la Iglesia de la Cruz de Senigallia (Italia),
otra en el Mueso Getty de San Francisco (EEUU).

Arimatea y Nicodemo; en la parte superior izquierda aparecen las “Marías” y San Juan, que sujetan
a la Virgen y en la parte inferior derecha a María Magdalena de rodillas ante el cuerpo de Cristo. El
fondo del mismo tiene un edificio, que puede ser una Iglesia o incluso el palacio de Pilatos, y una
gran peña con tres cruces que representa el Calvario. Este cuadro se ha denominado comúnmente
como El entierro; sin embargo, la escena representada es la descrita anteriormente. Técnica y
estilísticamente este cuadro coincide con el realizado por Barocci, con la única diferencia de que
son simétricos, es decir, como si se viera el original a través de un espejo. Toda la escena se
distribuye siguiendo un esquema compositivo en diagonal. Es de estilo manierista, aunque ya
imbuido del espíritu barroco. Esta pintura se encuentra en muy mal estado de conservación y
necesitada de una buena limpieza y restauración. El lienzo de Santa Rita, obra de Muñoz Contreras,
presenta la curiosidad de que en su reverso aparece la autoría y la propiedad del cuadro con una
leyenda que dice: Es propiedad de Dª Mª de los Santos Muñoz y CardªS quien como dueña siempre
en cualquier época o circunstancias tiene acción a ella y por su fallecimiento quien esta Sra deje
designado. Lo pintó José Muñoz CªS Año de 1861. Nave principal Siguiendo el orden de nuestra
visita por el lateral izquierdo de la nave central, encontramos en el quinto tramo de la iglesia el
retablo de San Francisco, adaptado al nicho del muro; es de arco de medio punto y presenta
elementos de gran dinamismo como son los estípites y las volutas envueltas hacia dentro. La
imagen de San Francisco de Asís es de candelero y de calidad aceptable y fue realizada en el siglo
XVIII. El Santo viste hábito franciscano y porta un báculo de plata. En este retablo aparecen el
símbolo franciscano (brazos y cruz). Encima de este retablo hay una pintura de San Buenaventura
iluminado por el Espíritu Santo y visitado por un ángel. A continuación hay un retablo adaptado al
nicho del muro con arco de medio punto y de estilo similar al comentado anteriormente, en el que
se ubica una imagen de Santa Clara, de vestir. Por encima de este retablo se encuentra una pintura
en la que se representa a un Papa entregando la corona a un rey por intercesión de un franciscano.
En el tercer tramo está abierta la puerta lateral de entrada al templo. Sobre ella hay un lienzo con
San Pascual Bailón y San Francisco adorando al Santísimo Sacramento. En los tramos segundo y
primero se sitúa el coro, en el que se encuentra una antigua sillería adosada a sus paredes y en el
centro un facistol74. Bajo el coro, en el segundo tramo, encontramos un retablo en lamentable
estado de conservación, que enmarca una pintura alusiva al martirio de Santa Bárbara. Es un lienzo
de finales del s. XVII o principios del s. XVIII que representa a la santa junto a sus verdugos y ante
el juez. La parte superior la ocupan unos angelitos portadores de los símbolos de la Pasión (cáliz y
hostia). El centro del mismo está ocupado por la figura de la Santa con la mirada dirigida al cielo; a
sus lados se encuentran las figuras del gobernador Marciano y los verdugos dispuestos
74 Atril grande donde se ponen el libro o libros para cantar en la iglesia. El que sirve para el coro
suele tener cuatro caras para poner varios libros para la ejecución. Representa el momento anterior
al suplicio, cuando el gobernador autoriza al padre de la santa a que sea él quien la decapite. Los
atributos de ésta son la torre con tres ventanas, que simbolizan la trinidad como baluarte del
cristianismo, el cáliz que simboliza el privilegio de no morir sin los sacramentos (otros, no
contenidos en este cuadro, son el cañón, de ahí el patronazgo sobre la artillería; el rayo, que mató a
su padre después de la ejecución, y la pluma de pavo real, símbolo de Heliópolis, ciudad natal de la
santa). Esta pintura se adjudica por algunos historiadores del arte al sacerdote lucentino Leonardo
Antonio de Castro (16561745) quien por estas fechas se encontraba pintando en el Santuario de la
Virgen de Araceli en Lucena. El retablo en sí consta de un arco de medio punto que se abre en el
vano a modo de embocadura y está dividido en casetones decorados con motivos geométricos que
centran un desarrollo vegetal. Tiene una moldura externa mixtilínea, recorrida por decoración
vegetal de acantos y volutas y rematada por crestería que alterna idénticos motivos. A los pies de la
Iglesia, en la pared que ciega la puerta natural de acceso, hay una hornacina con una imagen
moderna de la Inmaculada Concepción, en la versión popularizada tras las apariciones de ésta en
Lourdes a mediados del siglo XIX. Hasta hace poco tiempo en este lugar se encontraba una pintura
de Jesús Crucificado de marcado carácter tenebrista, que hoy está en la sacristía. Una vez en el lado
de la Epístola, encontramos, en el primer tramo, una hornacina que actualmente no contiene
ninguna imagen. En el segundo tramo no hay altar ni retablo pues en su muro hay un vano ocupado
por una puerta de entrada a la Iglesia desde el convento y un confesionario. En el tercer tramo hay
un retablo ocupado por la imagen de vestir de Ntra. Sra. del Pilar, colocada sobre una columna con
la cruz de Santiago, según la iconografía tradicional. Esta imagen estuvo colocada originalmente en
el retablo que actualmente ocupa la Virgen de la Amargura. En el cuarto tramo hay un retablo de la
segunda mitad del XVIII, con elementos del rococó pero de escaso valor artístico. Alberga una
imagen del evangelista San Marcos de tamaño menor que el natural, de los años setenta del pasado
siglo, obra del artista local Domingo Bordas. Esta imagen preside la Romería que se celebra en su
honor el veinticinco de abril, fiesta local celebrada expansivamente en el campo como ocurre en
otros pueblos de la ribera del Genil. Encima del retablo de San Marcos hay una pintura de “San
Francisco en las Cruzadas”. En el quinto tramo se encuentra el retablo de San Antonio de Padua
realizado en 1743 por el maestro lucentino Pedro de Mena. Se puede considerar como un rico
revestimiento del nichal excavado en el muro. El arco de medio punto exterior está decorado con
volutas, guirnaldas y cortinajes que, junto a frágiles estípites, molduras mixtilíneas y follajes que
enmarcan la hornacina central, completan el ornato del conjunto. En él se venera una imagen de San
Antonio de Padua de mediados del siglo XVIII, emparentada con las de San Pascual Bailón y San
Pedro de Alcántara que se encuentran en el retablo Mayor. Pudiera ser atribuible a Pedro de Mena
Gutiérrez que realiza el retablo o a alguno de los artistas lucentinos coetáneos. Representa al Santo,
en actitud oferente, con el Niño Jesús en el brazo derecho. Es costumbre inmemorial “robar” el
Niño por jóvenes casaderas y devolverlo una vez conseguido su propósito, por lo que podemos
encontrarlo sin él en alguna ocasión. Sobre este retablo hay una pintura de San Antonio predicando.
Brazo de la Epístola Por último, en el brazo del crucero del lado de la Epístola, encima de la puerta
por la que se entra actualmente desde la residencia de ancianos y que comunicaba en su momento
con las dependencias del convento, se reserva otro espacio dedicado a la Virgen y su Asunción. En
él aparece un gran cuadro de la Inmaculada Concepción. Se atribuye a la escuela sevillana de la
primera mitad del S. XVII. Se trata de una composición de Gloria, equilibrada, en la que los ángeles
y querubines se agrupan simétricamente a ambos lados de la Virgen. En las esquinas superiores
aparecen músicos de escorzos y colorido manierista. La Virgen está representada como Inmaculada
Concepción, con túnica blanca y amplio manto azul, mirando hacia el cielo con postura y expresión
serenas. Es una obra con cierta calidad que pudo ser donación del fundador del convento y haber
sido la Virgen titular antes de presidir la iglesia la talla de la Virgen de la Asunción. En este mismo
lado del crucero, cerrando el largo circuito de altares y retablos, encontramos un retablo simétrico e
idéntico al de San José. La hornacina principal de este retablo alberga la imagen de Nuestra Señora
de la Asunción o de los Ángeles, titular del templo y que ocupó el centro del retablo mayor. Esta
imagen primitivamente tuvo ráfaga de plata, corona y atributos reales, que elevaban su excepcional
calidad. A pesar de estar considerada por todos los expertos como un valioso patrimonio del arte
barroco andaluz, esta imagen no se encuentra en buen estado de conservación. Aunque no esté
documentada su autoría, es considerada como obra de la genial escultora sevillana Luisa Roldán,
“La Roldana”75, figurando así en todos los tratados al respecto. Su ejecución se puede situar a
finales del XVII76 coincidiendo, tal vez, con la culminación de las obras del Convento. Representa
a la Virgen de pie, asunta al Cielo, elevada por una nube de preciosísimos ángeles que le sirven de
escabel. Gira la cabeza hacia abajo en un delicado escorzo mirando a quien la contempla. Es
bellísimo su rostro, ovalado y perfecto, con exquisita policromía marfileña original, que emparienta
con el más acendrado clasicismo. Facciones dulces, de suave modelado; ojos rasgados y finos labios
que se desgranan en recatada sonrisa. No menos delicadeza presenta el trazado del pelo, recogido
hacia atrás y resuelto en ondas y bucles que asoman por la toca. Genial podemos considerar el
dinámico movimiento que transmite, de efecto espiral, a lo que contribuye el increíble revuelo de
paños del manto y vestido, de ampuloso trazado y poderosos pliegues que recoge, con gracia
femenina, con sus manos bajo el pecho. Dicho manto y vestido conservan una magnífica policromía
de estofados de oro y motivos vegetales. De igual calidad son los cinco hermosísimos ángeles que
la sostienen y a los que debe el apelativo popular. Son todos de magnífica factura y preciosa
encarnadura. Porfían por elevar a María. Destaca el primero de la derecha, de cuerpo entero y casi
exento, que toca la cintura de la Virgen. Son niños murillescos, regordetes, de carnes prietas y
gráciles rostros andaluces. En este lugar, durante la permanencia de las RR. MM. Mercedarias que
regentaron el Hospital se veneró una talla de Ntra. Sra. de las Mercedes. En la hornacina superior,
contemplamos una imagen, de tamaño algo menor del natural, que representa a San Pedro
Nolasco77. Es la única huella de los Monjes Mercedarios en esta Iglesia, aunque fue la orden
femenina de las Mercedarias las que rigieron este Hospital Municipal.
75 Luisa Roldán (Sevilla, 1656 – Madrid, 1704). Escultora hija y
discípula de Pedro Roldán. Fue la única mujer que ostentó el título de escultor de Cámara Real
otorgado en 1692 por Carlos II. Entre sus obras destacan las esculturas de San Servando y San
Germán (Cádiz), Santa Clara en el convento de las Descalzas Reales (Madrid) y un San Miguel que
se encuentra en el Escorial y que se considera su obra cumbre. También realizó obras de cerámica
policromada de temática religiosa. 76 Por errata, en el Cuaderno del Alumnado dice “de mediados
del siglo XVIII” cuando es de finales del XVII. 77 San Pedro Nolasco (1189-1256) fue el fundador
de las Orden Mercedaria cuya primera finalidad era rescatar a los cautivos cristianos prisioneros de
los musulmanes. Fue canonizado por Urbano VIII en 1628.
Recorrido histórico-artístico por la Villa de Puente Genil

TEXTO COMPLEMENTARIO
EL MILAGRO DE LA PORCIÚNCULA
La escena representa una de las visiones milagrosas que tuvo S. Francisco a lo largo de su vida y
que guardan relación con la llamada “Indulgencia de la Porciúncula”, también conocida como el
“Perdón de Asís”, solicitada por este santo en julio de 1216 para que la concediera Honorio III a los
fieles. Según los franciscanistas, en el mes y año indicado, S. Francisco tuvo una visión celestial
cuando estaba orando en la capilla de la Porciúncula o de Santa María de los Ángeles (a 5 km. de
Asís). En esta visión se le aparecieron Cristo y La Virgen rodeados de espíritus celestiales; el Señor
le dijo que pidiera lo que quisiera para la salvación de los hombres. Francisco rogó por una
indulgencia para los que visitasen este lugar. Obtuvo como respuesta que se dirigiera a Perusa,
donde estaba el Papa Honorio III para comunicárselo y obtener el favor deseado. El Santo así lo
hizo, encontrando una actitud favorable en su santidad frente a la presión de los cardenales
presentes que pensaban que tal concesión desvaloraría las indulgencias de Tierra Santa y Roma.
Finalmente el Papa decidió que, en vez de plenaria, la indulgencia sólo fuera valedera una vez al
año y para el día 2 de Agosto, fecha en que se dedicó la capilla para tal fin. Así se vio elevada a la
categoría de los tres lugares más célebres de peregrinación de la cristiandad (Tierra Santa, Roma y
Compostela). Esta leyenda se ve ampliada tras otro acontecimiento. Transcurrió el tiempo sin que
Honorio, ocupado en atender las Cruzadas y la pacificación de Italia, autorizara la proclamación de
la otorgada indulgencia. Este hecho parece que atribuló a Francisco y en un momento dado de
oración, lleno de excesiva penitencia, llegó a dudar si estaba rozando los límites del suicidio. Para
apartar de sí esta tentación, nacida del cansancio y la debilidad, se levantó y desnudó saliendo al
oscuro monte en plena noche de invierno. Se arrojó sobre una zarza, lo que hizo manar sangre de su
piel, surgiendo de la planta rosas blancas y rojas, frescas como en mayo. Francisco volvió a tener un
mensaje angélico que le indicaba ir a la capilla donde le aguardaban de nuevo Cristo y la Virgen.
Llegó hasta allí envuelto en un halo celestial, habiendo recogido primero de la zarza florida doce
rosas blancas y doce rojas. Al entrar en la Porciúncula volvió a tener la visión de Cristo y su Madre
sobre brillantes nubes de Gloria. Francisco repitió su petición para que se concediera la indulgencia.
De nuevo la otorgó Jesús y le ordenó que se dirigiese otra vez al Papa para comunicar que la
indulgencia fuera el día en que el apóstol Pedro, encarcelado por Herodes, había visto
milagrosamente caer sus cadenas, es decir, el 1º de Agosto. También le indicó que, como testimonio
divino, llevara a Honorio III las rosas brotadas de la zarza. Francisco así lo hizo, portando tres rosas
encarnadas y tres blancas. Una vez más el Papa estuvo predispuesto a otorgarla, pero el Obispo de
Asís intentó reducirla a diez años, y, cuando fue a hablar, de manera milagrosa, de su boca surgieron
las mismas palabras que había pronunciado Francisco. Así quedó publicada y promulgada la gran
indulgencia plenaria que fue extendida posteriormente a las demás iglesias franciscanas. Hoy, la
pequeña capilla de la Porciúncula está rodeada por la construcción de Vignola de tres naves y gran
rotonda. Los cuadros que representan este milagro suelen presentar la segunda visión celestial
(como en el caso de la pintura que aparece en la iglesia cuyo estudio nos ocupa) porque aparecen las
rosas nombradas rodeando al Santo. Otro ejemplo es “La Visión de S. Francisco” de Murillo.
Indulgencia: Parcial o total remisión de las penas temporales que expían los pecados en esta y la
otra vida, después de la confesión y comunión, una limosna y la voluntad firme de renunciar al
pecado. Con el producto de las limosnas se movilizaron tropas (cruzadas) y se construyeron
hospitales y hospicios.

Você também pode gostar