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Sexto de Secundaria: Historia de la literatura Universal Maestra: Patricia Cristina Rivas López
LITERATURA RENACENTISTA.
Grupo 1 Expone 7 de marzo 2018
El Renacimiento descubre que la vida, el amor y el mundo han sido creados por Dios para ser
gozados. El hombre renacentista se debate entre:
Los placeres y la belleza de la vida.
El afán de honra, fama y dejar huella de la memoria.
Las buenas obras y la igualdad ante la muerte y Dios.
El artista renacentista ha de ser culto, elegante valiente, amante, creador, piadoso y arrepentido.
Mientras los siglos XIV y XV son eminentemente Renacentistas, el siglo XVI es Humanista y sirve
de transición hacia el Barroco.
En el Renacimiento nació la idea de humanismo, del hombre como medida de todo, de la
proporción y de los cánones; el antropocentrismo o consideración de que todo gira en torno al
hombre frente al teocentrismo medieval.
En su estudio (Real Academia de Venecia), también conocido como el hombre de Vitrubio,
Leonardo da Vinci realiza una visión del hombre como centro del Universo al quedar inscrito en
un círculo y un cuadrado. Así, Leonardo plantea aquí el hombre proporcionado por excelencia,
que se convierte en un referente para los artistas posteriores.
En latín escribió una defensa de la lengua vulgar, De vulgari eloquentia (hacia 1304). Predicó con
el ejemplo, pues lo más destacado de su producción está escrito en lengua romance: Vita nuova
(hacia 1293) y la Divina comedia (1320).
Vita nuova es una obra profundamente incardinada en el dolce stil nuovo. Mediante
sonetos y canciones líricas entretejidas entre la prosa explicativa, describe su amor
platónico por Beatriz.
Su obra maestra es, empero, la Divina comedia, una grandiosa alegoría en tercetos
encadenados (forma métrica inventada por Dante), en la que el propio autor, acompañado
del poeta latino Virgilio, recorren el Infierno y el Purgatorio hasta que Dante, ya
acompañado de Beatriz, contempla el Paraíso.
La introducción del renacimiento en España fue temprana. Aunque las influencias italianas ya se
dejaron sentir en el siglo XV, especialmente en torno a la corte napolitana de Alfonso V de Aragón
y el magisterio de Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla, no fue hasta el
segundo cuarto del siglo XVI que Garcilaso de la Vega y Juan Boscán comienzan, a sugerencia
de Andrea Navagero, a adoptar los metros y maneras de la poesía italiana. Inmediatamente
comenzó a emerger una pléyade de poetas (entre los que cabe citar a Gutierre de Cetina, Diego
Hurtado de Mendoza, posible autor del Lazarillo de Tormes (1554), o Hernando de Acuña) que
emularon el camino que había tomado Garcilaso, el llamado «príncipe de los poetas españoles».
En la segunda mitad del siglo XVI las corrientes poéticas toman tres direcciones divergentes. Una
evoluciona hacia el manierismo, con Francisco de Aldana (que conoció directamente las sendas
de la poesía italiana de este periodo) y Fernando de Herrera, que supuso el eslabón entre la
poesía armoniosa de Garcilaso de la Vega y la barroquizante de Luis de Góngora, cuyas primeras
obras datan de los años 1580. La otra mira hacia un espiritualismo cristiano, bien en la línea
ascética de Fray Luis de León o en las vías místicas exploradas por San Juan de la Cruz y
Santa Teresa de Jesús. Esta segunda dirección tiene como causa directa la Contrarreforma, que
tiene lugar a mediados de siglo. En cuanto a la poesía narrativa, se alcanza un culmen con el
poema de épica culta de Alonso de Ercilla titulado La Araucana, que narra la conquista de Chile
por los españoles. Una tercera corriente vuelve a los metros tradicionales castellanos y al vivaz
octosílabo del tradicional Romancero, revitalizándolo en el llamado Romancero nuevo (Cervantes,
Lope de Vega, Góngora....), y por otra parte a la lírica cancioneril en octosílabos del
prerrenacimiento a través de las ediciones de Cancioneros como el de Cancionero general de
Hernando del Castillo (1511, reimpreso ocho veces más en el siglo XVI).