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Por lo que cuando Holmes le dice a los detectives de Scotland Yard “Aquí se ha
cometido un asesinato, y el asesino fue un hombre, “ese hombre tenía más de
seis pies de altura, es joven, de pies pequeños para lo alto que es, calzaba botas
toscas de puntera cuadrada y fumaba un cigarro de Trichinopoly, llegó a este lugar
con su víctima en un coche de cuatro ruedas, del que tiraba un caballo calzado
con tres herraduras viejas y una nueva en su pata derecha delantera, es posible
que el asesino sea un hombre de cara rubicunda y de que tenía notablemente
largas uñas de los dedos de su mano derecha y el cuál fue envenenado”.
Una vez resuelto el caso, Sherlock Holmes le explica a Watson como fue que dio
con el asesino de la siguiente manera:
El asesinato fue llevado de modo pausado, el que lo perpetró dejó huellas por toda
la habitación, estando presente desde el principio, dicha ofensa tan metódica era
de tipo privado y no político, quedando zanjada al encontrarse el anillo, al
escudriñar la habitación me confirmó la estatura del asesino, los detalles del
cigarro de Trichinopoly y la largura de las uñas, llegando a la conclusión de que la
sangre del suelo había brotado de la nariz del asesino, debido a su emoción,
cayendo en que el hombre era robusto y de cara rubicunda, lo cual fue correcto.
Telegrafié a la Jefatura de Policía de Cleveland, donde me informaron que Drebber
había solicitado protección contra Jefferson Hope, el cuál se encontraba en
Europa, por último, si alguien quiere seguirle los pasos a otra persona, ¿qué mejor
manera que hacerse conductor de un coche público? organicé mi cuerpo de
detectives vagabundos, lo último para la conjetura fueron las píldoras, todo
constitutye una cadena de ilaciones lógicas sin una ruptura ni una grieta.
Es así como Sherlock Holmes nos relata la forma en la que fue esclareciendo este
asesinato, al ir analizando y deduciendo todo lo que consideraba necesario,
tomando muestras de lo que se le iba presentando, formas, texturas, colores,
olores, cualquier mínimo detalle para él era una prueba más a su favor, para poder
crear su hipótesis la cuál al final lo llevó a la cúspide de su inequívoca y bien
acertada conclusión, muy diferente a la que los detectives de Scotlan Yard se
habían planteado.
Todo esto fue lo que lo llevo a deducir que el asesinato fue por un viejo amorío,
una romántica enemistad, en la que intervinieron el amor y el mormonismo; el
culpable al que nadie creía encontrar al final, alguien de quién los demás jamás
habrían sospechado y con quién logró dar Holmes.
Ya que fue Sherlock Holmes quién inmediatamente pidió que el chofer subiera a
echarles una mano y al llegar y agacharse por una de las maletas, fue cuando el
astuto Home lo esposó y les dijo a los otros detectives del Scotland Yard: "Aquí
tenéis al asesino." Se trataba de un tal Jefferson Hope, al que con su propio coche
lo llevaron a Scotland Yard para ser detenido pero esa misma noche que siguió a
su captura pereciera pues le estalló el aneurisma.