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Oidajé

o Enseñanza de los Doce Apóstoles es un breve documento catequé­ La catequesis

cristianos, destinado probablemente a dar la primera


instrucción a los neófitos o a los catecúmenos. En él se enumeran de forma
clara y asequible a todos las normas morales, litúrgicas y disciplinares que
han de guiar la conducta, la oración y la vida de los cristianos.
-
que sonamos

La Colección Oidajé quiere ser un instrumento de ayuda a la iniciación cris­


tiana y a la formación permanente de los cristianos actuales.
Dentro de ella, los Cuadernos AECA, dirigidos por la Asociación Española de
Catequetas, abordan diversos temas catequéticos de actualidad que sirvan
de orientación y de formación a quienes coordinan y llevan a cabo las tareas de
la

Asociación Española de Catequetas (AECA)

p pe

PRESENTACiÓN

Edición
Herminio Otero
la catequesis que queremos,
Diseño
la catequesis que soñamos
Carmen Corrales
Estudio SM
A lo largo de varios cursos -del 2009 al 2010-, desde las revistas Cate­
Maquetación
quistas (Editorial CCS), Catequética (Editorial Sal Terrae) y Sínite (Institu­
MT Color & Diseño, SL
to Superior de Ciencias Religiosas y Catequéticas «San Pío X»), tuvimos
Equipo redactor la iniciativa de promover un «Seminario» entre diversos catequetas
Emilio Alberich, Álvaro Ginel, Pelayo González, toda España para reflexionar sobre «La catequesis que queremos». El
Donaciano Martínez, Francesc XélVier Morell, Javier Oñate, dato de la fecha en que tuvo lugar la reflexión es importante para valo­
José María Pérez Navarro, Rojano, José Luis Saborido, rar las citas que aparecen en el aparato crítico. Desde aquel entonces,
Enric Termes, Juan Sebastián Teruel
nuevos estudios y otros documentos eclesiales han aparecido y no son
Revisión citados, como Evangelii Gaudium. Preferimos dejar el texto final del Se­
Equipo Directivo de AECA minario tal cual se hizo y creemos que con esta advertencia al lector,
sigue teniendo validez la intuición que aquí se propone.
© Asociación Española de Catequetas (AI:TA)
Creemos que podría ser un buen servicio a la catequesis actual en nues­
© PPC 2015
Parque empresarial Prado del tro país ofrecer a todos nuestras reflexiones, a partir de la misma experiencia
Impresores, 2 que, como catequistas, catequetas, directores de revistas de catequesis,
28660 Boadilla del Monte (Madrid) profesores de catequética, etc. teníamos de la catequesis tal como la obser­
ppcedit@ppc-editorial.com vábamos y la experimentábamos y tal como la soñamos e imaginamos.
www.ppc-editoriaLcom
No pretendíamos realizar un estudio concienzudo del tema, pero sí un
Comercializa: PPC Editorial y Distribuidora, SA trabajo serio de reflexión, de confrontación y de diálogo entre todos noso­
tros, Partiríamos, pues, de una especie de «narración» reflexionada y críti­
ISBN 978-84-288-2320-3 ca, a la vez que ilusionada, de lo que vemos, conocemos y experimentamos.

lega!: M-00.327-2015
Así lo hemos llevado a cabo durante ese tiempo, recogiendo las apor­
taciones de todos y proponiéndolas de un modo más «sistemático» en
Impreso en la UE I Printed in EU
torno a cuatro «perchas» de las que «colgar» nuestra reflexión:
1, La situación.
Qued~ prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forrna de reproducción, distribución. cornu­
nicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de su propie­
2 El proceso de evangelización
dad intelectual la Infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra 3. La iniciación cristiana,
la propiedad Intelectual iarts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela
por el respeto de los citados 4. La comunidad.

5
I •
¡ i

Ha pasado algún tiempo y creemos que todo este material no puede


,

en el secreto nuestros archivos, sino que debemos presen­ 1

ante vosotros, catequetas, pastoralistas, catequistas, etc. y propo­


nerlo tal vez como material de trabajo y reflexión. Son muy pocas las
LA SITUACiÓN
oportunidades que se ofrecen en nuestro país para reflexionar juntos y
a fondo sobre la realidad catequética que vivimos y, sin embargo, segui­
mos en la brecha, trabajando y respondiendo a las demandas pastorales Entre los diversos modos de describir una situación de «algo», vamos a
y a las ofertas que, desde la jerarquía de la Iglesia se nos hacen. Pero utilizar la narración a partir de los conocimientos que, como catequetas
estamos en tiempos «duros» para la evangelización y es necesario pa­ y catequistas, tenemos sobre la cuestión. Nos fijaremos, en nuestro
rarnos a pensar y discernir sobre el presente y el futuro de la fe en este caso, en tres aspectos:
geográfico y social en el que nos movemos. directo, por propia experiencia):
Queremos ser valientes para afrontar la realidad desde lo que soña­ . otros medios además del trato o contacto
mos y mirar hacia delante con esperanza. A ello nos anima y nos urge el - la reflexión o elaboración personal de un pensamiento sobre la ca­
actual papa Francisco, tan amigo de los catequistas. Con él, queremos tequesis.
también «salir» de nuestros rincones y alcanzar las «periferias» a las Este procedimiento tiene sus límites, que reconocemos, pero tiene
que el Espíritu quiere conducirnos. 'Como él mismo dice, «prefiero una también su validez, en la que nos apoyamos.
Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que Utilizamos la palabra situación y no realidad, justificándolo desde la
una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las etimología de las palabras. El Diccionario de la Real Academia define la pa­
propias seguridades» (Evagelií Gaudium 49). labra realidad como «existencia real y efectiva de algo», «verdad, lo
Esta es nuestra In este es nuestro sueño y esta es nuestra sen­ que ocurre verdaderamente». No está al alcance de nuestros medios y
cilla oferta. de nuestras finalidades definir la realidad de la catequesis en nuestras
Iglesias con esta precisión. Por eso preferimos hablar de situación. El
mencionado Diccionario define el término situación como «acción y
Emilio Alberich, Álvaro Ginel, Pelayo González,

efecto de situar o situarse», «disposición de una cosa respecto del lugar


Donaciano Martínez, Francesc Xavier Morell, Javier Oñate,

que ocupa». Nos encontramos más cómodamente en esta segunda acep­


José María Pérez Navarro, Jesús Rojano, José Luis Saborido,

ción a la hora de reflexionar y de decir, una palabra sobre la catequesis.


Enrie Termes, Juan Sebastián Teruel

Describir la situación de aquello que queremos reflexionar, la catequesis


y los ámbitos en que esta se realiza, nos parece una condición previa
absolutamente necesaria.
El Directorio General para la Catequesis, al hablar de algunas tareas
propias del servicio catequético, pone como primer momento el
de la situación y de las necesidades (DGC 279-280):
«El objeto de esta investigación es múltiple, pues abarca el examen de la ac­
ción pastoral y el análisis de la situación religiosa, así como de las condiciones
sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida co­
lectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización.»

6 7
J

La introducción del DGC, en su parte introductoria comienza ofre­ pulan>. A veces podemos encontrarnos con propuestas que parece que
ciendo pautas y orientaciones para la ínterpretación y la comprensión no tienen detrás un buen análisis de la realidad social y religiosa. El equi­
de las situaciones humanas y eclesiales, desde la fe y la confianza en la librio es difícil.
fuerza de la semilla del Evangelio. Se trata de breves diagnósticos en or­ Son compatibles las situaciones de increencia diluida e intermitente
den a la misión. con episodios de interés religioso esporádico y a~arición de nuevos fe­
Creemos, pues, que es una ley de acción pastoral, que dimana de la nómenos religiosos que apuntan más a la creduli ad que a la misma in­
Encamación, comenzar por una descripción de la situación. Siguiendo cre'encia.­
el ejemplo de la Encamación del Hijo de Dios, hecho hombre en un
momento histórico concreto, la Iglesia acoge a los catecúmenos inte­ 8 Pluralismo cultural y religioso
gralmente, con sus vínculos culturales. Toda la acción catequizadora El contexto de un marcado pluralismo cultural y relativismo moral en el
participa de esta función de incorporar a la catolicidad de la Iglesia cual estamos inmersos, nos desorienta. Teóricamente podría facilitar la
las auténticas «semillas de la Palabra» esparcidas en los individuos y posibilidad de vivir con una libertad más plena la propuesta cristiana,
en los pueblos. pero no siempre lo hace. L~propuesta cristiana podría aparecer al me­
nos como una entre tantas,' pero a veces no alcanza a ser valorada como
tal. A menudo es rechazada, no solamente en los medios de comunica­
1 LA SITUACiÓN EN LA SOCIEDAD EN GENERAL ción o en algunos ambientes escolares, sino incluso en el seno de la mis­
ma familia.

o Secularismo e increencia Se da también un pluralismo religioso por el hecho de que a nuestro


lado existan otras religiones. Es un pluralismo que debería provocar in­
De la sociedad española decimos que es una so<::j~dad secularizada. En terés por el hecho religioso en general, a la vez que podría ayudarnos a
este contexto, I~ fe cr:lst~a dejaaa de ser una realidad dada por valorar más nuestra propia fe y conocer las creencias de otros.
descontada, implícita enJ9_~i<!a_ºeca<:!ª!:lJa de la mayoría de 10sJn divi ­ Vivimos también un <:!!lPlio pluralismo dentro de la comynidad cris­
dj!Qs~ acaba~:fconvirtiéndose en una experiencia minoritaria o ex­ tiana: los que están yson practicantes con una pluralidad de carismas;
cepcional.
..c . e
los están quizás casualmente en la Iglesia porque a ella han acudido para
La nuestra es una cultura religiosa pensada para funcionar en una algo que les interesaba, que vienen un poco desengañados de la
sociedad que la tenía como referencia social principal. Eso es lo que aho­ buscando algo o sin buscar porque todo les da lo mismo; los que no vie­
ra provoca la dificultad de encontrar vías alternativas para la transmi­ nen y hay que salir a buscarlos ...
sión de la fe en una sociedad que, podríamos decir, ya no cree. No podemos dejar de lado que venimos de un tiempo en qu~s.ambió
Pero, al mismo tiempo, se dan raíces de r:.~~ídad popular fuertes. también la manera de entender la fe dentro de la Iglesia Católica, optan­
J Nose'eree'erd5i-os., pero se asiste a ¡as Q!:9cesiones de Semana Santa con dO' por un -modelo más reflexivo e ilustrado que a lo largo de toda-la
~. fervory sintiendó«algo de trascendencia»; ~ practlcj, peS<?~~,!iene hisforianunca había sido el modelo de~yoría del pueblo, y abando­
\ confianza plena en la advocación a la Virgen del propiQ pueblo que se n<Jndo o minuJvalorando alguoas formas de pietismo I20plllar ~ra­
) lleva en la cartera. Esta peculiaridad de nuestra realidad sociorreligiosa das insuficientes o inmaduras.
hace que nos podamos situar hablando más desde la vertiente seculari­ Todo unido nos hace percibir la crisis de una forma más dramática.
zada o hablando desde el reconocimiento de una realidad religiosa «po­ Pero la transmisión de la fe habría entrado en crisis igualmente en un

8 9
,

contexto social como el actual. Podemos decir que estamos en un tiem­ cuando se siente sin Dios crea lo que lo sociólogos dan en llamar los
po en el que no hay pastoral uniforme, sino pastorales o respuestas de «dioses de sustitución».
la comunidad a la realidad religiosa plural que tenemos. la pluralidad Por una parte, los cambios en la manera de entender la educación in­
de situaciones demanda una pluralidad de estrategias, de propuestas, de fluyen en la manera de entender la educación religiosa. Por otra, ha lle­
ifiñeh:írlos. ... . ' .-~--- _. ..
gado un momento en que los mismos lamentos de la Iglesia ahora se es­
...:----1
cuchan en otros ámbitos. Es la sociedad entera quien se queja de la
8 Analfabetismo y falta de experiencia religiosa dificultad de trasmitir valores, aunque sean cívicos o laicos.
Nuestra situación religiosa presenta síntomas de un gran analfabetismo
igioso, tanto en los que se llaman practicantes como en los que viven
al margen de la Iglesia habitual o temporalmente. t; ¿PODEMOS DECIR QUE ESPAÑA ES «TIERRA DE MISiÓN»?
.'.'.. , . ,

Es evidente la falta de presencia públlca del factor religioso. Está au­


sente completamente en los medios de comunicación de masas y en los {Ya noestamo~.en régirñen~-rJ_Ü!á-.'id.~_dJ Se terminó la época -que ha
productos de la industria cultural actual. l¿rw.adó-sigiOS=--erYTosque-eTc·;:fstíañ¡smQ se identificaba de tal manera
Predomina la desinformación y el prejuicio a propósito de la ~ católi­ con la concienci,fnacional, con su identidad y Sil tradición, q.1le la per­
c~!esiainstitucional, cosa qu~ produce un contexto adverso para tenencia a la Iglesia resultaba indiscutible y se daba por descontada la
la transmisión de la fe. Hay dificultades reales para una experiencia or­ opción por la fe cristiana. Casi nadie se planteaba el problema de si ser
dinaria de fe en casa, en la familia. la fe se ha convertido para muchos cristiano o no ,en consecue~ncia, la acción astoral se preocupaba de
en un asunto teórico y privado. Y esta no es una buena combinación qu~ os que eran ya cristianos, sin discusión, llegaran a ser buenos cris­
para-qÜesea viable su transmisión social. tianos.
Sin embargo, se mantiene un universo simbólico religioso muy acen­ Hay día la situación es muy distinta. Fenómenos como la seculariza­
tuado que está en el alma del pueblo y lo invade todo aun sin darnos ción, el pluralismo cultural, las profundas transformaciones de la
cuenta; llega al lenguaje corriente de la gente de la calle, en el marco del ra moderna, han roto definitivamente el monolitismo reli ioso tradicio­
lenguaje común en tantas ocasiones lleno de expresiones religiosas de <: 11~ Yobli anu nt ami to radica de~los procesos de apropiaci~
todo tipo. 3!J de)a fe cristi~na por parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
/ El giro pastoral del momento, a nuestro entender, tras la caída de la so­
e Indiferencia y necesidad religiosa ciedad de cristiandad, pide a la I lesia métodos nuevos a 'éñ~
evos hijos para «acoger de nuevo» a los que vuelven, des pues e
Entre nosotros se dan otros síntomas comunes con los análisis del fenó­
Os. s esta situación la que nos demanda comp¡:er¡aer y repensar hoy
meno religioso, como la indjferencia~iosa que no habla a favQr de
la evangelización como proceso.
Dios ni contra Dios, sené"iTIamente prescinde de DiostQ1'Os es irrelevante,\
niéjor no hablar de él. Por una parte parece respirarse una atmósfera de Esto, para nosotros, es una realidad dada, que está ahí y se impone, a
indiferencia pasiva ante la cuestión religiosa entre nuestros ambientes, pesar de que haya gente que todavía no la acepte. Es más, no hay que
particularmente en ámbitos culturales y sociales de la plaza pública, añorar o sentir nostalgia por los tiempos pasados, como han dicho
causada por diversos motivos. Pero por otra parte, e::::iste una necesidad claramente los obispos franceses:
íntima religiosa que hoy se puede suplir con la vuelta a religiones primi­ «Rechazamos toda nostalgia de épocas pasadas, en las que el principio de
tivas, canel redescubrimiento de la magia o del tarot, etc. La"gente autoridad parecía imponerse de manera indiscutible. No soñamos con una

10 11
t,

imposible vuelta a lo que se denomina "cristiandad". [ ... ] Pensamos que los «Se configuran así los rasgos de una pedagogía de la fe, en la que se conju­
tiempos actuales no son más desfavorables para el anuncio del Evangelio que gan estrechamente la apertura universal de la catequesis y su ejemplar en­
los tiempos de nuestra historia pasada».l carnación en el mundo de los destinatarios.» (DGC 164)
Por eso tenemos que reconocer que somos, en....eI con.texto en el que Son muchos los caminos y procedimientos por los que el mensaje cris­
/\~ \y están situadas nuestras Iglesias locales, {iliirra de mísión»¡ Más aún, se puede adaptar a las diversas necesidades de los
r< y1' pensamos que, en el fondo, cada generacion es una «nueva» tierra de El hecho de que el Reino interese a todos (eso al menos tratamos de
, misión, que exige escuchar y conectar con sus formas de ser. hacer descubrir) y de que el mismo Señor se haya hecho catequista del
Los cambios que experimentamos son tantos y tan rápidos que nos Reino para toda clase de personas y situaciones, tiene carácter vincu­
cuesta a todos dominar la situación y mirar con serenidad al futuro. Sa­ lante para la catequesis de la comunidad cristiana. Se trata de una nece­
bemos de catequistas y animadores -incluso jóvenes- que dicen que sidad y de un derecho de todo bautizado y de la misma comunidad.
«no entienden» a los que vienen inmediatamente detrás de ellos ... De Esta universalidad de la propuesta, que ha de conjugarse al mismo
aquí la necesidad de una atención constante al Evangelio que proclama­ tiempo con un gran nivel de concreción y adaptación a la situación y al
mos, al lugar donde lo proclamamos y a los destinatarios a los que nos contexto del destinatario, postulamos que debe ser uno de los aspectos
dirigimos. de la catequesis hoy, dada la complejidad en la que está
mado a desplegarse el acto catequético en la sociedad actual.
Esta necesaria atención diferenciada impulsa a la catequesis a salir al
3 lOS DESTINATARIOS encuerlt"rodelaspersonas, no ya por una vía única, sino por diferentes
y múltiples caminos. Del mismo modo, pide una adaptación del mensaje y

o ¿Catequesis para todos? ¿En qué condiciones? de "la pedagogía de la fe a las diversas necesidades, en el respeto a su
identidad propia (d. DGC 163-170). La ley de la doble fidelidad a Dios ya
El Directorio para la catequesis parte de la convicción de que el Reino de la persona humana continúa siendo la regla de oro de la catequesis.
Dios está destinado a todas las personas, en cualquier situación y
ción. Si, como afirma el Concilio Vaticano 11, «mediante la encarnación f) ¿ Por qué hablamos de opción preferencial
el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre" (GS 22), la por el mundo adulto?
catequesis debe afrontar la tarea de aproximar la Palabra al «hombre
Esta opción no es una novedad de la catequética hoy. Acudir a las fuentes
histórico y concreto». Lo ha manifestado así el mismo Jesucristo hacién­
dose disponible a cada persona y confiando a los discípulos la hermosa de la historia de la catequesis, ahondar en su inspiración catecumenal,
tarea de anunciar la Buena Nueva a toda criatura. Igualmente la Iglesia, nos pide volver a colocar a los adl!.ifo$e-ñla prLl1lerªJLnJ~a_dülJ~~i.º!1J' nos
a lo largo de los siglos, ha buscado llevar adelante esta misión y movida nVTfi¡-aconsideiár la catequesis de adultos como la forma principal de
por el Espíritu, ha podido desarrollar una inmensa variedad de modali­ <;:.atequesis, hacia la guetodas las demás se orientan y order¡an.
dades de anuncio y catequesis. Ciertamente, tenemos que reconocer que en el «imaginario
vo», el término catequesis se sigue asociando casi generalmente al pe­
ríodo de la infancia. Quien dice catequesis, dice infancía. En el inventario
«Proponer la fe en la sociedad d actual. Carta de la Conferencia Episcopal Francesa
de los desafíos y retos permanentes de la catequesis encontramos la op­
a los católicos de su país (lourdes, 9 de noviembre de 1996)>>,1,1.1, en D. MARTíNEZ - P.
GONZÁlEZ - l. lo SABORIDO (Eds.l. Proponer la fe hoy. De lo heredado a lo propuesto. ción por la catequesis de adultos como principio organizador y eje orien­
Santander, Sal Terrae 2006,45. tador del proceso catequético. Este «paso a los adultos» está todavía

12 13
1:
I
,

por hacer en muchos sentidos, aunque se hayan producido avances. Por Sin embargo, conviene subrayar la importancia de la figura del cate­
otra parte, este paso no implica el abandono de los niños o de los ado­ quista. El acto catequético hunde sus raíces en el ser del catequista y
lescentes y jóveñes(~Tño Fépensar y reconfigurar los modelo~~@uéti­ llega hasta el ser del catequizando. El educador de la fe es el primer ca­
cos de modo que, Sfesae una forma adulta de catequesis, se [n,'{i!-ª a tecismo para muchos de los que buscan y no podemos minusvalorar la
construir comunidaCles que favorezcan la apropiación personal de la fe, fuerza del testimonio, la importancia de su ministerio propedeútico y su
f a diversificar las propuestas catequéticas y a dar prioridad al primer servicio de mediación como acompañante en el camino de encuentro
añuñ-C¡o que va dirigido al coriizoi,deTaTe'. __ n __
con el Evangelio.
, ~) Quizá~aY_~9ue admitir que la cate uesis ha ,en una sociedad comple­ En el contexto actual tanto los Catecismos como los materiales
ll~t jaW~al eS,ta ¿n determinada por la edad, puesto que toda edad res deben prestar atención especial al lenguaje. Siendo el acto catequéti­
es susceptl e ser catequizada. Por ello, conviene explorar posibilida­ ca un acto de comunicación, tendrá que prestar atención a las exigencias
des de catequesis intergeneracíonal en la que la edad ya no es lo más de­ de la comunicación, así como a las inspiraciones pedagógicas. Un lengua­
ter!J!ínante, sino e~woces0'1de fe! No es que estemos hablando de una je significativo, experiencial (capaz de conectar con la vida), iniciático,
«catequesIs a medida», pero sí que es nece,sario aterrizar al proceso per­ mistagógico ...
ª
sonal de cada ~,~jetox responder de manera concreta su ritmo s!5 fe .
......,.=~.
Por otra parte, la toma de conciencia de la necesidad inaplazable de • ¿Hacia una nueva sensibilidad en la elaboración
la implicación falJliliar, la urgen~ia del trabajo·pastoral con las familias y de materiales y la organización de la catequesis?
de su presencia y tarea protagonista en la catequesis es una vía explora­ Los textos didácticos tendrán que ser sensibles a nuevos modos de
da por la que es preciso avanzar. Sin embargo, tenemos que reconocer catequesis (propuestas diversificadas, catequesis intergeneracional, iti­
también con humildad; los escasos resultados que se han dado en este nerarios catecumenales .. J, que, sin minusvalorar los aspectos de conte­
campo en la mayoría de nuestrascomunidades, constituyendo todavía quieren alcanzar la globalidad de la experiencia cristiana. Quizá
la catequesis familiar ~n reto permanente, además del realismo que se sea sugerente la propuesta de elaborar grupos coherentes a modo de
nos impone ante los condicionantes que emanan de los tan diversos y itinerarios.
hasta contradictorios modelos de familia existentes,
El Texto nacional para la catequesis en Francia habla de «módulos»
como unidades de base de la organización de la catequesis. Se parte de
itinerarios que pueden abarcar diferentes encuentros, con duración, rit­
4 lOS INSTRUMENTOS CATEQUÉTICOS mo y modalidades diversas según edades y posibilidades. La síntesis de
es el resultado, pero no siempre el punto de origen, que vendrá marcado

o ¿Cuál es el valor de los instrumentos catequéticos? más por la situación real del destinatario y su camino de fe que simplemente
por el «programa». Lo crucial es que toda persona tenga acceso a la totali­
rmamos la necesidad, el valor y la utilidad de los Catecismos como dad de la fe y que la catequesis que se le ofrezca tenga carácter orgánico
textos de base y puntos de referencia inspiradores de la catequesis, re­ capaz de alimentar, unificar y ayudar a vivir la fe en la vida cotidiana. La
conociendo su distinción cualitativa respecto a los demás ihstrumentos organización de la catequesis y la elaboración de materiales estarán, como
de trabajo útiles en la pedagogía catequética (textos didácticos, guías, siempre ha debido serlo, al servicio de la fe del pueblo de Dios.
materiales auxiliares), si bien reconocemos también la pertinencia de
estos otros instrumentos en orden a la organización de una oferta cate­
quética coherente y renovada.
14 15
!'

2
EL PROCESO
DE EVANGELIZACiÓN

1. 1 LA EVANGELIZACiÓN COMO PROCESO

o ¿Qué queremos decir con la expresión


«el cristiano no nace, se hace»?
La expresión «el cristiano no nace, se hace», muy conocida, proviene del
gran escritor dersiglo 111; Tertuliano, y reza en su lengua latina original:
«fíunt, non nascuntur christiani». Quiere decir que nadie es cristiano por
nacimiento, que la condición de cristiano no puede ser fruto de la simple
per:tenencTa-áuna nación, o a una familia, o a una tradición. El cristianO-~\

S
<~§ce>;]es decir, tiene que llegar a serlo, lo que supone todo~u"n-proce­
so personal y comunitario Que une la iniciativa de Dios que llama y ofrece
con la apropiación del hombre que acepta y se deja transformar.
t

Por desgracia, todo esto lo tenemos olvidado. Desde hace siglos, en


España, el bautismo casi automático de los niños hace pensar gue el ha­
cerse cristiano añade solamente una simple formalidad -el rito de¡-6au­
tis"mo- al nacimiento en una familia de tradición cristiana. Y se descuida
por lo general el camino serio y largo de interiorización deia fe, haSta
~
asumirla Qerson-¡jlm.ente. Y así le damos la vuelta prácticamente a la ex­
,---------­
presión de Tertuliano: entre nosotros, lo que pasa con mucha frecuencia
es que «se nace cristiano», pero «sin llegar a serlo» de verdad.

o ¿Qué dudas y preguntas provocan la catequesis tradicional


en torno a los sacramentos?
.~Nuestra pastoral, impregnada de mentalidad de cristiandad, ha <;>Ivida­
;/do prácticameñTela lógica del proceso evangelizador. Yen la actuali­
~-"1 " 17
t

dad, no faltan personas y grupos eclesiales que siguen viendo las cosas la configuración concreta del proceso de la evangelización compren­
en clave de cristiandad. Se descuida, por ejemplo, el carácter de «proce­ de sustancialmente estas etapas:
so» del camino de la fe cuando se organiza la catequesis como «prepa­ - el momento misionero, que conduce normalmente al «primer anun­
ración a los sacramentos», de modo tal que, celebrados estos, se piensa cio» del Evangelio con miras a la conversión;
haber conseguido el objetivo de la acción pastoral. y se saca la conse­ - la etapa catecumenal de la iniciación cristiana, que se concluye con
cuenci3 de que todo concluye de esa manera. los sacramentos iniciáticos (bautismo, confirmación, eucaristía);
Hay quien insiste en la conveniencia de que los niños reciban los sa­ la vida cristiana en la comunidad, en un dinamismo siempre abierto
cramentos cuanto antes, para asegurar su recepción, aunque ya se sabe de formación;
después, casi siempre sigue el abandono de la vida cristiana. Todo - y el momento de la misión, donde la vida cristiana realiza su testi­
esto nos obliga a reflexionar ya preguntarnos: monio de fe y su compromiso en el
_ Pastoralmente, ¿qué es lo mejor? Al hablar de «proceso» se está señalando sustancialmente un
mismo, una acción que avanza, que nose detiene en un punto. No tene­
_ ¿Cómo asegurar un verdadero proceso de crecimiento en la fe?
mos todo <do necesario para salvarse» en un punto de la historia y des­
¿Podemos contentarnos con una acción pastoral pensada «para pués «a vivir de rentas». En cada etapa de la vida debemos dar respuesta
que se lleven puestos» 10,5 sacramentos, en el momento en que, se­ coherente a Dios.
gún estadísticas, los preadolescentes y adolescentes dejan de pisar Desde dos puntos de vista podemos entender el dinamismo o proceso
la iglesia, o se trata de proponer e inaugurar otras formas de acom­ de q~hablamos:
pañamiento y maduración en la fe que sigan a este momento ... ? (J) e~je el concepto mismo de evangelizací6n)la evangelización,.por
ñ~Suraleza, es dinámica, ¡:>rogresiva, contemRra etapas y grados, y
., ¿Por qué hablamos de «proceso de evangelización»?
supone propuestas de itinerarios o caminos que hay que re~<:lrrer.
¿Qué quiere decir que la evangelización es un «proceso»?
No todo se hace de golpe ni en una sola acción. Una acción evange­
la expresión «proceso de evangelización» pertenece al lenguaje oficial liza~ora es parte del todo de la evangelización en íntima correla­
de la Iglesia, como aparece, por ejemplo, en el Directorio General para ci<?n, no en yuxtaposición.
la Catequesis: @~de el dlllamlsmo de la persona~Todo el que emprende un proceso
«El proceso evangelizador {...l está estructurado en etapas o "momentos de evangelización se adentra por un camino que tiene etapas y me­
esenciales"; la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en tas volantes. Recorrer este camino lleva a un dinamismo er on 1, a
la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoria para los que optan dar pasos persona es e cambio interior donde también bay etapas
por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su inicia­ de~ maduración y de crecimiento persopal. Se recorre un camino para
ción; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de qúe«nos pase, nos acontezca algo» dentro del propio ser, de la
la comunidad cristiana.» (DGC 49) manera de entendernos y de relacionarnos con Dios, con los otros,
Hablar de «proceso evangelizador» significa ante todo indiC-ªl...Que el con la realidad.
acce-Só-iTa fe yaIa\íTcTa cristiana supone un camino, un itinerario, un Contamos con experiencias y acciones concretas que se llevan a cabo en
diñafñ1smoque pasa por etapas y exige tiempo. Significaal mismo tiem­ la comunidad y que nos sirven de punto de referencia para la reflexión y
p'O"qUelos distintos momentos o etapas del proceso están relacionados para el análisis. Necesitamos seguir en esta dirección y «re-educarnos» en
enffesl<:-oñUl'\a loglca Interna que los concatena, los mantiene unidOs, e~ersp~cti'y~el «proceso evangelizador~>. MIO cuando estemos en llOa
siñ que sea posible Ignorar o suprimir sus mutuas implicaciones~ situación de tránsito. Es, por ello, un tiempo «molesto», nuestro tiempo. Es
19
18
,

un tiempo «inclemente». Nos exige reflexión e ir a tientas, sin tenerlo todo 2 EL PROCESO EVANGELIZADOR DE CADA PERSONA
claro. No partimos de tenerlo claro, sino de ir aclarando el camino poco a
poco. Son imprescindibles más que nunca el diálogo, compartir experien­
cias y promover reflexiones desde diversos puntos de vista. ., ¿Podemos ver la acción del Espíritu en el proceso
evangelizador de cada persona?
e ¿Es verdad que con frecuencia se usan erróneamente No solo P9dem,gS ver la acción del Espíritu en el proceso evangelizador
los términos «evangelización» o «catecumenado»? de cada persona sino qu~ debemos. El Espíritu Santo es el gran artífice,
Es algo muy frecuente usar erróneamente los términos «evangelización» tanto del ofrecí miento de Dios como de la respuesta creyente del hom­
o «catecumenado». Son términos que están «de moda» en el lenguaje bre. Siempre, a lo largo de toda la historia de la salvación, la Palabra de
pastoral y se corre el peligro de hablar de ellos sin la necesaria reflexión Dios ha llegado a los hombres llevada por las alas del Espíritu. Es Él el
y precisión. maestro interior que mueve corazones y voluntades. En ese sentido, la
_ Desde que se lanzó la campaña pastoral de la nueva evangelización, aportación nuestra, la acción de los catequistas, es necesariamente sub­
muchos secretariados o delegaciones de catequesis empezaron a lla­ sidiaria, instrumental, aunque ciertamente necesaria y providencial.
marse «de evangelizaciór;¡ y catequesis», pero sin que hubiera en Hablar de proceso de evangelización nos obliga a admitir la acción
ellos un cambio sustancial.
Espíritu de Jesús, que actúa al mismo tiempo al margen de nuestra acción
y lo mismo se diga del «catecumenado»: estamos ante una verdade­
y dentro de nuestra acción. El Espíritu actúa donde quiere, y no sabe­
ra inflación de pretendidas acciones «catecumenales» y «neocate­ mos dónde sopla. Reconocemos que tantas veces la historia de personas
simenales».
concretas nos desconcierta, pues son llamadas a movilizarse interior­
Muchas veces constatamos un uso de las expresiones proceso de evan­
mente sin que podamos dar una explicación lógica de su proceder. Como
gelización o catecumenado, que es meramente nominal.
constatamos también que hay gente que está viviendo un verdadero «pro­
_ Se utilizan estos términos no para nombrar lo que verdader:amente ceso de fe», pero sin encajar en una estandarización de lo que entende­
~ sino para aplicarlos a las formas tradicionales de cateque­ mos por procesO de evangelización, guiados en silencio por la Fuerza del
sis,según el paradigma de la enseñanza religiosa doctrinal. Señor.
Surgen así situaciones equívocas y complejas, por lo que, empleando No pod~ar la evangelización ni lo ~eDeñor obra en el
las mismas palabras, se están diciendo en realidad cosas diferentes. Y inteii'Orde las personas. Esta imposibilídad de dominio, esta incapacidad
de este equívoco deducen algunos consecuencias valorativas que de- controlar el camino de fe de las personas, es en el fondo una feliz si­
de~saCreditan l;-renovación catequética os QnciJiar: «Neis?: todas tuación, pues noS hace tocar con la mano que no somos nosotros los
esTaSríove a es no an resu ta o». O posicionamlentosJL?n9!!Üiza­ que dirigimos y «manipulamos» desde fuera los procesos de la fe, sino que
dores para no tener que repensar y camoiar nada: «Nosotros va esta­ es Dios, es el Espíritu el que mueve y transforma. Los franceses lo expre­
mo~eñesa línea» ... san con un término muy significativo, intraducible: démaftrise (falta de
~ Se impone mayor serieda~uidado de ponderar y •.\I:I61lizar lo que.,...,...__ dominio, imposibilidad de control) .
./ de maaOlíay detrás de las palabras qu~ se dicen. <2C" Nuestras propuestas de evangelización son ofertas lógicas sacadas de
la experiencia eclesial, pero cada persona tiene el deber y la obligación
de escuchar a Dios y de recorrer el camino que Dios le va marcando den­
tro de su corazón. y esto, creemos, es esencial cuando hablamos de pro­

20 21
f

ceso. En c~~nto proceso, la evangelizaci2.!l2.l!P.one y conlleva la aceQ1L_


ción de la libertad y del ritmo de respuesta a sí misma y a Dios de cada
o ¿CÓ!)]O
proceso
r~~ar la liberta.O personal a la hora de iniciar un
de-evangelizacióñ?~----­
perso~. N9 se avanza ¡en el prqceso de maduració~orgye se cambia Iv ,..-'._.-",--",----­ ~

i-:íe curs"o,,~ se cumpJ0in año más, sip? porque se ~Sobedece»(. ,:scúcha, ~ Estamos ante un imperativo de capital importancia: respetar a toda cos­
",-4 )Ialo~,
-- sigue, ayepta, co.noce) a Dms.
-~_.
ta la libertad personal de las personas. Esto supone, por parte de los
Antes de que podamos anunciar a Dios, Dios ya está presente moviendo agentes pastorales, desempañar una tarea decisiva, delicada y compro­
los corazones. Antes del primer anuncio, hay otras muchas cosas previas, metida, pero esencial: se..r.educadores de la libertad. Es la paradoja de
como el testimonio, la presencia, el diálogo, la atracción que el otro siente toda auténtica educación, que debe moverse en el equilibrio entre la
dejadez y laxitud (dejar que la gente haga lo que quiera) y la coacción
por la comunidad o miembros de la comunidad o acciones de la comuni­
impositiva (que mortifica y compromete la libertad). Ser educadores de
dad ... En este sentido, el «primer anuncio» constituye casi siempre un
la libertad significa, concretamente: en cuanto «educadores», saber in­
punto de llegada, el resultado final de una etapa, en la que, por distintos
tervenir, ayudar, guiar, acompañar; y en cuanto «de la libertad)), garan­
caminos, se invita a inaugurar una nueva situación de cambio paulatino,
tizar el camino de afirmación de la propia autonomía, sobre la base de
de acercamiento, de conocimiento y de adhesión al Señor Jesús.
serias convicciones y fundados planteamientos.

8 ¿Tiene «lógica» el proceso madurativo Es!.9 vale para todos, ir:¡cJuy.e¡:¡do a los niñQS. que, desde muy pronto,
de la persona en la fe? se m'anifiestan como una persona que no es puramente pasiva: tienden y
aspiran a su autonomía. son sujetos creadores, saben elaborar e inter­
Con humildad y con realismo tenemos que admitir que el proceso interior pretar los datos que se les proporcionan.2
de la persona conc':..~~K~::mpre una lógica lineal progresiva P3de­
No hay que ignorar el peligro de que los procesos de evangelización y
té~ fuera por la oferta de procesos o itinerarios estándar. El
de educación religiosa, en la familia como en la parroquia, puedan fo­
proceso de conversión de la persona es recurrente: se reactiva en mo­
mentar actitudes de incredulidad y de alejamiento, cuando constituyen
meñtos critlcos que nadie, ni la misma-~uede predeterminar.
una especie de adoctrinamiento, de algo forzado-, ~Qr.Qvos:a siempre
Dicho de otra manera, la conversión no tiene lugar de una vez por todas,
sino que comienza una y otra vez y se va replanteando a lo largo de la
-a lomejor más tarde-la reacción opuesta. Y hay que reconocer que el
pasode la catequesis promocioñal al adoctrinamiento es una tentación
vida de diversas maneras y ante diversas situaciones (dolor, golpes de
fácil, sobre todo con los niños y adolescentes, que no poseen aún del
la vida, situaciones extraordinarias, encuentros con personas y aconteci­ todo la posibilidad de un discernimiento personal y libre.
mientos, etc.). En el fondo, estamos ante una manera «humana y natu­
ral» de responder a la llamada de Dios que invita a la conversión. En ese sentido, la rebelión del adolescente contra 105 principios incul­
cados en su infancia puede ser vivido por él como una legítima afirma­
~a libertad. personaj)ha~que el hom~r~_o la lTluje~.g_u~.i~ro­ ción de su libertad personal en crecimiento. Alguien ha podido observar
ceso de evangelización avance, se detenga, dé marcha atrás o retm­
que Jesús no ha predicado nunca a los niños: se ha limitado a abrazarlos
prenda el camino oe maoUrac¡(Sn en la fe. La respuesta personal al.oi05 y bendecirlos. 3
que inVita a segui rle se escaea de todo confrol exterior. En.--aJg.u.n.as per­
~ .. -.- "-~--'-­
soflas pooemos percib!r un camino lineal de maduTació!]Jlue as~eja al
de'U-¡ü,lTnea reda. En otras, lo podemos reflejar mejor con una línea en 2 Cfr. H. DERROITTE., «Chapitre 8. Les liens entre famille et catéchese», en E. AlBERICH

eSpiral, ofmeaq'uebradaTodas son formas de seguimie~s rea­ H. DERROITTE - J. VAllABARAI, Les fondamentaux de la catéchese. Montréall Bruxelles, No­
valis I Lumen Vitae 2006, 230.
lesy váttct'á'fque la comunidad tieñe - asumir y respetar. -­ J Cfr. H. DERROITTE, La catéchese déc/oisonnée, 95-96.
-._--~.~ -~

22
23
,

El respeto de las personas, de la originalidad de cada uno, obliga a la • la fe madura desarrolla armónicamente las tres dimensiones pro­
comunidad a saber ofertaracciones.Jlast~rales que atiendan a tód-a'0as pias de toda actitud personal: cognoscitiva, afectiva y operativa
posrbles formas de caminar. Para unos será suficiente la vida de la comu­ es unilateral o parcial). No hay madurez de fe si no crecen con­
nltlaa {eelebraciones,aYención personal, propuestas de oración, reflexión, juntamente las tres dimensiones constitutivas de toda actitud. Así,
etc.). En otros casos, habrá que pensar en «momentos fuertes» como oca­ por ejemplo, los conocimientos religiosos, sin participación afectiva
siones para el encuentro con el Señor Jesús y para avivar las ganas de y operativa, se reducen a saber teórico sin conexión con la vida.
«seguir» al Señor (momentos importantes de la vida, acontecimientos
Igualmente, los sentimientos y emociones religiosas (entusiasmo,
como convivencias, asambleas, concentraciones, peregrinaciones ... ) generosidad, alegría, etc.), no ofrecen garantías de madurez si no
No podemos reducir las formas de maduración en la fe a una sola forma. van acompañados de una conciencia iluminada y orientada hacia
formas coherentes de conducta. Digamos lo mismo del momento
e ¿En qué dimensiones o en qué aspectos debe llevar operativo o del comportamiento: una conducta exteriormente
el proceso evangelizador a la maduración en la fe ejemplar, pero sin el sostén de adecuadas actitudes y motivaciones,
de la persona? fácilmente se revela conformista, compensatoria, evasiva. Solo con
El proceso evangelizador, si ~s auténtico, debe conducir siempre hacia el crecimiento armónico de sus tres dimensiones la actitud de fe
la m"lidUrez de la fe y hacia la"(relativa) auionomia religiosa. Yesto es llega a ser fuente de sentido y de unidad interior. 6
aigo que cobra hoy día una urgencia especial, pues parece que se cons­ • la fe madura es una fe informada, rica en contenidos y, por con­
tata, en el panorama eclesial, un cierto miedo a la madurez. Ante todo siguiente, no ignorante, superficial, o infantil. No demuestra ma­
por parte de los pastores, que coñ-frecuencia prefieren laactitud infan­ durez el que es incapaz de «dar razón» de la fe que profesa, o ig­
til de fieles sumisos y obedientes. Pero también entre los mismos cre­ nora sus elementos esenciales, o se apoya solamente en tópicos y
yentes, que se instalan a menudo en una cómoda y eterna religiosidad prejuicios.
infantil. • la fe madura se presenta también como fe diferenciada, capaz de
En realidad, se debe entender también la madurez como algo relativo discernimiento, no monolítica ni integrista. Es la cualidad que permite
a cada edad y situación, pero sin perder de vista el dinamismo global de distinguir lo esencial de 'iOSeCundario, lo inmutabledeTOCOrrtlnge'n­
crecimiento y perfeccionamiento que debe caracterizar el arco de la vi­ te, lo seguro de lo opinable. En el otro extremo se halla el rígido mo­
da. 4 En términos generales, podemos resumir de esta manera los rasgos nolitismo religioso que, bajo apariencia de fidelidad, delata de hecho
que caracterizan una fe que pretende ser adulta, madura:) la inmadurez del inmovilismo, la intolerancia y el fundamentalismo.
• la fe madura constituye un rasgo central y estable de la personali­ • La fe madura se manifiesta como fe crítica y autocrítica, no inge­
dad (en contraposición a la religiosidad o fe marginal), y se con­ nua, acrítica o pasiva. El espíritu crítico, rectamente entendido,
vierte así en fuente de sabiduría y de sentido. la actitud madura de pertenece a la madurez de la fe. Se entiende por ello la crítica cons­
fe goza de estabilidad y resulta integrada en el conjunto de la per­ tructiva y equilibrada, apoyada en argumentos serios, muy distinta
sonalidad, como punto central de referencia para las opciones de de la crítica prejudicial e infundada propia del adolescente que
la vida. quiere a toda costa decir y pensar lo contrario de lo que la autori­
dad establece.

4 Cfr. P,-A, GIGUÉRE. Catéchese et maturité de la (oi, Montreal, Novalis 2002.


1 Cfr. E. AlIIERICH. Catequesis evangelizadora, Madrid, Edilorial CCS 2009, 141-146. 6 Ctr. P.-A. GIGUÉRE, Una fe adulta, Santander, Sal Terrae 1995,126-135,
24
25
·1,

• La fe madura desarrolla en forma equilibrada la dimensión afectivo­ cu_lturales e ideológicas distintas, antes bien ve en ello una fuente
emotiva de la personalidad (no se queda en religiosidad adolescente o continúa de purificación y enriquecimiento. Lejos de sentirse ame­
infantil, o integrista) y se manifiesta como respuesta libre y personal nazada en su propia identidad, la fe madura desea compartir y dia­
a la propuesta cristiana y, por tanto, no juega un papel puramente logar con creyentes y no creyentes, con otras confesiones cristia­
funcional o de compensación. Se supone, por lo tanto, una cierta ma­ nas (diálogo ecuménico) y en la propia comunidad religiosa (respeto
durez psicológica, afectiva, con cuanto esta supone de «equilibrio, del pluralismo), En cambio, si se evita o rechaza la aceptación
otro, sea dentro o fuera de la institución, se cae fácilmente en la
fortaleza, serenidad y libertad interior».7 Solo una personalidad
librada, capaz de donación y libre de ansiedades y frustraciones puede intolerancia y el prejuicio, y la fe degenera en ideología.
s
responder en forma plena y madura a la llamada existencial de la fe. • La fe madura es dinámica y activa, no pasiva o estéril. Es fuente
La falta de madurez psicológica lleva con frecuencia a una religiosi­ continua de motivaciones que estimulan a la acción o refuerzan la
dád--¡¡mcional o compensatona;racn refugio de personas Inseguras acción. Un signo de inmadurez, en cambio, es la inercia operativa
o frustradas que buscan en la religión una respuesta a sus proble­ de aquellos cuya religiosidad abunda en devociones y prácticas re­
mas no resueltos. 9 No faltan en este sentido espiritualidades Y3J.9­ ligiosas, pero al margen de la vida familiar, profesional y social. La
vil1lientos que satisfacen--et~ánsradeSeguridad psicológica, J?.tro a fe que no lleva a una convincente praxis de fe queda muy lejos de
precio «de infantilizar psicológicamente, de creardependencia in­ la meta de la madurez.
fáñffiizante, de alejarse de la libertad del Evangelfo,~denbfoquear el • La fe madura es consecuente en su vertiente operativa, no incohe­
desarrollo humano y cristiano».1O rente o disociada. Todo sentimiento religioso maduro debe mostrar
• La fe madura es creativa, abierta a la novedad, no inmóvil o con­ coherencia entre fe profesada y fe vivida, entre el proyecto evan­
formista. Lejos de permanecer bloqueada o temerosa frente a las gélico y la propia conducta. A esto se oponen las diversas formas de
nuevas situaciones, es fuente continua de motivaciones, de nuevas disociación o esquizofrenia entre convicciones y consecuencias
interpretaciones e iniciativas. No le da miedo cambiar, pues sabe operativas, la incoherencia de conductas masificadas o institucio­
que el cambio es ley de vida y condición de autenticidad .
• La fe madura es constante, capaz de comprometerse a largo pla­
zo, no caprichosa o instintiva, pues constituye un proyecto de
comprometido que tiende a los bienes a largo plazo y no a la frui­
.•. _-
nalizadas, la falta de unidad y de alegría interior.

-_.
3l~ACIA UN NUEVO MODELO DE CREYEN.!~_)
. ....... _~._._._-~~.-"""\

ción inmediata. El fácil desánimo, el ceder a la moda o a los impul­


Según todo esto, ¿el proceso evangelizador debe llevar entonces a la
sos inmediatos están en contradicción con la solidez de una actitud
pr,omoción de un modo -ñ-uev-ü de ser cristiaDOS en nUf5.1~jedad?
de fe interiorizada y madura. Efectivamente, las condiciones socioculturales nos obligan a forjar hoy
• La.~ª-q~~e~_ comunicativ'!., contagiosa, dialogante, noal:!'osu­ un nuevo modelo de creyente, una nueva espiritualidad cristiana, 11 por­

8
------
ficiente o intolerante. No rehúye la confrontación con posíciones
.~

Cfr. G. W. AllPORT, La penona/idad, Barcelona, Herder 1973,329-367.


Cfr. P.-A. GIGUERE, Una fe adulta, Santander, Sal Terrae 1995,111-140.
qu,~ está en ~risis y resulta poco ~onvincente la imagen tradicio..Qal del
«~uen cristiano» o «fiel practicante», es decir. el tipo de cristian.9 -ob­
servante de las prácticas y normas religiosas- heredado del pasado.
'----------
9 Cfr. A. VERGOTE, Psicología religiosa. Madrid, Taurus 1992, 257-316.
10 F. URSINA, en T. RUlz-j. lOPEZ, «VII! Jornadas Nacionales de Catequesis de Adultos»,
Cfr. l. MARTíN VElASCO, El malestar religíoso de nuestra cultura, Madrid, San Pablo
1993,273-274.
en Actualidad Catequética, 116 (1984) 81.
27
26
f
~:

Intentamos pergeñar algunos rasgos típicos del modelo de creyente menos aislado y autosuficiente, más dispuesto a la corresponsabili­
que se vislumbra en el horizonte ideal del proceso evangelizador: 12 dad y a trabajar en equipo. Se sentirá más dependiente de los de­
• Cristianos con fe personalizada y libre: El geY~rlt~_CLl!~ imagina­ más, más vinculado a la comunidad de pertenencia, pero esto no
m~será tal como fruto de opción personal, pQr medio de la expe­ será experimentado como un signo de debilidad, sino de riqueza y
riencia de una renovada conversión y la interiorización de actitu­ madurez.
des77bres de te. Como advertía K.Rahner: «se ha podido decir que el • Cristianos más comprometidos en el mundo y con fuerte con­
cristiano del futuro o será un místico o no será>!,13 «místico» en el ciencia ética: imaginamos a un creyente no «espiritualista», sino
sentido de vivir una experiencia que asegura la identidad y la ale­ encarnado y comprometido, con fuerte vigor moral. Un cristiano
gría de la fe. demuestra ser tal, no tanto por sus prácticas religiosas, sino en
• Cristianos con fe en diálogo con la cultura: Muchos cristianos el corazón del mundo: en la familia y el trabajo, en la política yel
siéñ1eñ el malestar de una fe culturalmente desfasada y de la perte­ tiempo libre, en el empeño por la transformación de la sociedad.
nencia a dos mundos incompatibles: la fe cristiana, tal como ha • Cristianos en actitud de diálogo intercultural e interreligioso. En
sido heredada, y la cultura actual, con sus valores y convicciones. el actual contexto pluralista, la fe vive en contacto con diversas
Es el drama del divorcio entre fe y cultura, «el drama de nuestra religiones y culturas, y esto puede constituir un resorte positivo si
época» (EN 20). Se trata., por tanto, de activar el diálogo entre fe y se vive con espíritu de confrontación leal y sincera. Pensamos en
cultura, abriéndose a los valores auténticos de la modernidad y un creyente capaz de diálogo, abierto a la aceptación del otro, de
postmodernidad. Este diálogo no excluye el uso equilibrado de la la diferencia. Podrá así robustecer su propia identidad religiosa, no
racionalidad crítica y exige una revisión profunda de las tradiciona­ en oposición a los demás, sino en clave de colaboración y de recí­
les representaciones religiosas. 14 proco enriquecimiento. 15

• Cris@nos con un maduro y equilibrado «sentido de Iglesia»; El Pensamos que esta descripción del perfil renovado del creyente del
nuevo tipo de creyente debe poseer cierta meñteenenild o de perte­ futuro nos emplaza a una revisión valiente de la acción pastoral y al
nencia y de identificación con la Iglesia, misterio e institución, pero propósito de tomar muy en serio las exigencias y la lógica del «proceso
evangelizador».
de foema madura, «adulta», es decir, sin rasgos infantilizantes y
acríticos y, por tanto, con relativa autonomía y espíritu crítico cons­
tructivo.
• Cristianos más comunitarios: Pensamos en un creyente solidario y
comunitario, deseoso de vivir y compartir su fe con los demás, en
una experiencia enriquecedora de solidaridad. Será un cristiano

Cfr. E. ALBERICH, Catequesis evangelizadora, Madrid, Editorial


1l ces 2009, 146-147.
K. RAHNER, «Elemente der Spiritualitat in der Kirche der Zukunft», en ID., Schriften
1J

zur Theologie. Band XIV, Zürich-Einsledeln-K6In, Benziger 1980, 375 (K. RAHNER, Ser cris­
tiano en la iglesia del futuro, «Selecciones de Teología» 84 (1982) 283-284].
14 Cfr. A. FOSSION, Díeu toujours recommencé. Essai sur la catéchése contemporaine.

Bruxelles, lumen Vitae/Novalis/Cerfllabor et Fides 1997, cap 8 (<<le travail des représen­ " Cfr. J. MARTíN VElASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea. San­
tations») . tander, Sal Terrae 2002, 132.

28
29
,

\
! 3

I ¡
¡
LA INICIACiÓN CRISTIANA

El hombre del siglo XXI está en plena mutación. Muchos se preguntan


cómo alcanzar la plenitud de ser humanos en esta situación cuando la
técnica y sus descubrimientos cada vez más avanzados nos sorprenden
cada día; las posibilidades de comunicación son casi ilimitadas; la rique­
za y la pobreza, los contrastes entre naciones y continentes se agran­
dan ... No sabemos bien adónde nos puede llevar el progreso ni el influjo
que este tendrá sobre el ser humano (GS 4). Pero, al mismo tiempo, ob­
servamos que los interrogantes personales siguen.
«Atraído por mucha solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más
aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de
hacer lo que querría llevar a cabo.» (GS 10)
En esta etapa de la historia, situados en el campo de la misión de la
Iglesia, sentimos la necesidad de recordarnos que dice el Directorio Ge­
neral de CatequesÍs:
«Los discípulos de Jesús están inmersos en el mundo como levadura pero, al
igual que en todo tiempo, no quedan inmunes de experimentar el influjo de
las situaciones humanas. Por ello, es necesario plantearse la situación actual
de 105 cristianos.» (DGC 24)
Agradecidos a la renovación catequética que ha acontecido desde el
impulso recibido por el papa Pío X 16 hasta la aparición del Catecismo de

16 Recordemos las enseñanzas sobre la doctrina cristiana en la instrucción Acerbo ni­

mis del 15 de abril de 1905, o el decreto Sacra tridentina synodus del 20 de diciembre de
1905, sobre la comunión frecuente y cotidiana; y. más en concreto, el decreto sobre la
comunión frecuente de los niños, Quam singulari, del B de agosto de 1910, que puede
considerarse como ((motor revitalizador» de la catequesis y de la catequesis de prepara­
ción a los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia. Posteriormente, el concilio
Vaticano II daría un impulso a la catequesis con dos documentos fundamentales: Dei
verbum, sobre la divina revelación, y Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Igle­
sia. El Prefacio del DGC (1-7) traza las grandes líneas maestras de la renovación de la ca­
tequesis postconciliar hasta nuestros días.

31

J.
,

"

la Iglesia Católica (1992) Y del Directorio General para la Catequesis una acción. Iniciar en el manejo del ordenador, en el trabajo del barro
(1997), queremos insertarnos en la corriente de reflexión actual que está son acciones primeras que dan paso a las destrezas que la persona puede
en marcha en muchas Iglesias tanto de nuestro entorno europeo como conseguir. En este sentido, hay muchas iniciaciones en la vida de las per­
de otras partes del mundo. Nos hacemos la pregunta: ¿ Quépasa con la sonas para «saber hacer algo» o adiestrarse en algo.
catequesí~? Son muchos los que, al afrontar la re unta:miran-haéia la Hoy, en el lenguaje corriente, no se suele emplear el término «inicia­
iniciacióñcristiana para vislumbrar el camino que nos ayude a seña­ ción» en el mundo de la educación ni en el mundo de la socialización
lI'zar~omo llegar a ser crIStiano hoy] , dentro de las franjas de edades o de los grupos que componen la socie­
En este intento, nos parece que existen dos grandes bloques diferen­ dad. En educación se habla sobre todo «formación», «formación per­
manente», «máster», «preparación». En los grupos de la sociedad tam­
ciados de reflexión:
poco se habla de iniciación. Pero un tipo de iniciación está presente
_ En el primero, tendremos que situar la reflexión de quienes dan por
siempre: «Pertenecer a un grupo» exige formas precisas de vestir, voca­
válida y defienden la catequesis que se lleva haciendo desde siglos
bulario, comportamientos, lugares de reunión, estilo específico, etc.
en la Iglesia, a la que habría que adjuntar algunos pequeños reto­
ques extraídos de la actual reflexión sobre la iniciación cristiana. El término «iniciación» no solo se aplica a «adiestrarse para saber
hacer algo», sino que existe una iniciación que atañe al «ser» de la per­
_ En el segundo grupo, pondríamos a los que, partiendo de una visión
sona misma. La persona humana, desde su gestación, se inicia en la ma­
positiva y esperanzadora de la realidad actual, por muy compleja y
nera de ser persona, de estar en el mundo y de capacitarse para realizar­
desafiante que sea, descubren la iniciación cristiana como un estilo
se en toda su originalidad.
y modo de llegar a ser cristiano hoy que conmueve Y remueve la
praxis catequeflca mlsma:-Eñesta perspectiva situamos nuestra re­ El ser humano se engendra en un seno o ambiente (familia, sociedad,
flexlon como aportaclon ñumilde a la renovación de la catequesis asociación, calle, panda ... ) que le va cuidando la vida y le va iniciando
para la vida. Adquirir existencia e identidad se lleva a cabo en un entor­
que queremos.
En nuestras coordenadas históricas nos preguntamos: ¿Cómo hac~r 1
no envolvente (padres, compañeros, sociedad ... ) que nos acoge, arropa,
conforma y posibilita la existencia.
para devenir cristiano? ¿ Cómo dar a luz a nuevos cristianos?
,.. - ­
Estas interrogaciones no son ajenas a preguntas personales: ¿ Cómo

Nos iniciamos en la sociedad o en un ru o estando en contacto con


las persoñ-as"que lo componen. umergídos o inmersos t:'n un amDTente
fue nuestra propia iniciación en la vida cristiana? Porque quienes nos
derermt-ñatto-vamos abriendo 105 oJos a la realídao' circ~ndante. Pero el
preguntamos por cómo tenemos que hacer con otros somos, al mismo

arropamlento externo, aun siendo esencial, no basta. Siem~y al­


tiempo, depositarios y protagonistas de lo que con nosotros hicieron

guien del grupo que nos «da lecciones», que nos «explica el Ro.rqué de
para llegar a la confesión de la fe, a la adquisición de una identidad fun­
determinados comportamientos». Lo que vemos hacer y en lo que nos
dada en el Señor Resucitado. iniciamos va apoyado por las explicaciones que alguien del grupo nos da
y que confieren y engloban el sentido del «universo» en que la persona
1, lA ORIGINALIDAD DE lA FE CRISTIANA se inicia. Así podemos decir que no hay mimetismo sin más, sino con­
ciencia plena y asumida racionalmente de ser un miembro del grupo que
se entiende de una manera precisa y sabe dar razón de ella.
o ¿la iniciación es una realidad humana? Podríamos resumir lo dicho en una descripción sencilla: la iniciación
El término iniciación no es exclusivo del cristianismo. Iniciación indica, es una acción o influjo que se ejerce sobre la persona en orden--ª-l>oten­
en primer lugar, el inicio de una acción, o introducir en algo a través de cia~esarrollar su identíd.<:..9 pers~al o sus capacidade0 eS'¿,n efec.to,
'7 . . . -- ~ 'Q...(:... 33
32

..;.
porque estas acciones o influjo no son intranscendentes, sino que, en
,
,

comunidad eclesial descubrimos la plasmación concreta que la Iglesia


' - - - - ~-~- --~------~----~-
unos casos, producen un cambio y destreza; en otros, afectan a la iden­ vivió y realizó, sobre todo en el momento primero de su surgimiento, en
tidad personal: llegar a ser de una determinada manera yen un grupo medio de una sociedad pagana, para incorporar a la comunidad a los
concreto. que se sentían llamados.
Quien se ejercita o entrena en una dimensión o aspecto personal aca­ «Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino

ba modificando su propia capacidad para, por ejemplo, jugar, para lle­ y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorri­

do rápida o lentamente y comprende siempre algunos elementos esenciales:

var adelante un trabajo, soportar el dolor, dar explicaciones -a quien se


el anuncio de la Palabra de Dios, la acogida del Evangelio que lleva a la con­

las pida- de los comportamientos y de los cimientos en que se apoya, etc.


versión, la profesión de la fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el

La familia y la sociedad «inician» a las jóvenes generaciones en el estilo de


acceso a la comunión eucarística.» (CEC 1229)

vida que ellos han creado y viven. Los valores, las normas, las expresiones
Frente a otras concepciones de iniciación procedentes del mundo de
de un grupo son lo que nos influye y modifica. Cuando un niño recibe un
la antropología, de la educación o de las ciencias de las religiones, la
regalo, muchos padres suelen decirle: «¿Qué es Jo que se dice?: ¡Gracias!»
iniciación cristiana tiene su propia originalidad según recuerda la Con­
Es la forma de iniciarles en un estilo de comportamiento, en unos valores
ferencia Episcopal Española en el documento La iniciación cristiana. Re­
cívicos.
flexiones y orientaciones (1998):
Este proceso de iniciación no se hace de golpe sino progresiva y lenta­
«la originalidad esencial de la iniciación cristiana consiste en que Dios tiene

msnte. Hay etapas. iXrprincipio cuesta más el «entrenamIento» eñ lo que


la iniciativa y la primacía en la transformación interior de la persona y en su

nos llevará, después, a ser expertos alfareros o correctores de estilo en


integración a la Iglesia, haciéndole partícipe de la muerte y resurrección de

una editorial u honrados y cívicos ciudadanos o miembros de un grupo Cristo.» (lC 9)

con características peculiares. Las acciones no son pura mecánica repe­


y el mismo documento precisa más adelante:

titiva, sino que implican siempre un aprendizaje y una modificación per­


sonal: haciendo aprendo y me transformo internamente. «La iniciación cristiana tiene su origen en la iniciativa divina y supone la

decisión libre de la persona que se convierte al Dios vivo y verdadero, por la

Se trata, pues, de acciones polivalentes: crean, en unos casos, habili­ gracia del Espíritu Santo, y pide ser introducido en la Iglesia. Por otra parte,

dades para ... ; en otros, identidad y personalidad, y nos enriquecen en la iniciación cristiana no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza

conocimientos. No se llega a ser experto en la docencia sin un ejercicio y de formación doctrinal, sino que ha de ser considerada una realidad que

y sin aprender en el ejercicio mismo nuevos conocimientos. Muchos sa­ implica toda la persona.» (lC 18)

bios expertos en un ámbito del saber acaban diciendo que les queda De estas definiciones de iniciación cristiana retenemos como esencial

mucho por aprender. que, cuando en catequesis y en pastoral hablamos de iniciación cristia­
Podemos afirmar que la vida humana se edifica sobre la base de ini­ na, lo primero de todo es 9~e no entendemos una acción pedagó ica J,­
ciaciones continuas, ya sea las que miran a determinadas habilidades o propuesta porl.?:_~g~~!~~_de pastoral pa(Lunos eterminados destina- Di~
las que afectan más directamente a la configuración de la identidad tarios en orden a mo~ifi ciones de cQDductª-p'eIsona¡~de destrezas, o 1
personal. de alcanzar no q se trata de una acción cu o rota onista
~rimero y principa . s que lama y transforma interiormente ~I co­
f) ¿Qué es iniciación cristiana? QI1.ón de las personª~.
La iniciación cristiana participa del dinamismo de iniciación humana LaJ.!!Jciación cristiana supone la participación en el misterio del Señor
descrito más arriba, pero no se reduce a él. A lo largo de la historia de la Re~uc¡tado! la integracióD.....e1lla Iglesia, ¡El decisión libr€ de la persona de

34 35

<
.1.
aceptar y caminar hacia Dios bajo la acción del Espíritu. La iniciación
,
e ¿Tiene un fina/la iniciación?
cristiana es una realidad compleja que no se puede reducir al cultivo de ~
la dimensión doctrinal o comporta mental. f' j Solemos decir que «siempre tenemos algo nuevo que aprender». Hoy
vivimos en una sociedad yen una cultura de «formación permanente».

f) ¿Por qué esta originalidad? XJü.J4 0Yv:p,'~1l ') ..J ... XV'­ Las cosas cambian, las ciencias progresan. No queda uno formado para
toda la vida. No se sabe todo de una vez para siempre. La aceleración y
Jesús, antes de subir al cielo, dijo a los suyos: «Id por todo el m el progreso en todos los campos del saber humano obligan hoya estar
proclamando la buena noticia del Evangelio» (lc 16, 15). abiertos al futuro, para no quedar desfasados a través de la «formación
Entrar en la comunidad de seguidores del Resucitado tiene peculiari­ permanente» .
dades propias. El acontecimiento del cristianismo es un don, un hecho En este contexto cultural en el que nos movemos, nos hacemos la pre­
de revelación que tiene como protagonista a Dios mismo: gunta por cuál es el final de la iniciación cristiana o si tiene una meta
«Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio controlable o, por el contrario, si la iniciación cristiana dura toda la
de su voluntad (Ef 1,9), mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, vida.
Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen con­
la iniciación cristiana, como toda iniciación, hace referencia a una ac­
sortes de la naturaleza divina (Ef 2,18).» (DV 2)
ción'que introduce en algo. El lugar propio de la iniciación cristiana era,
Por ser un hecho revelado, la confesión en Dios no es con uista o es­
. ..----'~.. :-1
desd primeras comunidades, la institución el Catecumenado
fue_rzo personal, sino gracia o regalo que a persona recibe.

ti al., ste tenía determinadas las etapas que conc Ulan con a recep-
Dios se revela saliendo al encuentro de la persona, invitándola a
CIO e los ~cramentos: Bautismo, Confi~rmación y Eucaristía. Eito nos
vivir<con el {jrfT,J9T,mEtiendosé en su f'íEtoria Un 1,14l,interrogán­
lleva a afirmar que el tiempo de laínlciación cristiana eslTrmtado. Es
dale por su nombre: «¿Dónde estás? ¿Quién eres?» (Gén 3,9). Dios se
como un camino que tiene-pLInto -de~sanday piJnto-'aelTega'da~-los sacra­
acerca y hace de la historia humana una historia de presencia tam­

bién divina:

,
mentos. El ~po ~~ado_t!l_~~~<?!..!:~~~lu~a~rT1ing_~_s
__ posible qu~~,seaJ
~ ig~,al para todos, de pcuerdo~onJ~L~l1!Jjlción,~creta personal y. con el
«Este plan de revelación se realiza con palabras y gestos intrínsecamente ejercicio libre de respuesta a la llamada de_Dios,
conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia
de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos «El Catecumenado bautismal subraya, finalmente, el carácter temporal de
dos por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y todo proceso catequético, aspecto este, que es inherente, por lo demás, a
esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de cualquier proceso de iniciación.» (La catequesis de la comunidad 101)
Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación El tiempo de la iniciación cristiana p~epara y modifica internamente a
de Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.» la p'ersona,es decir, la conVTerteafiSTósvTvo, de una mane!,a 6'iiika'ami­
(DV 2) ciaL La vida delaCOmunidad ayudará al bautizado-él'progresar -y'-a-'pro­
La adhesión a Jesucristo es una respuesta personal a una iniciativa de füñdizar ~n la conversión inicial con la celebración de los sacramentos,
Dios:que se realiza en el seno de la comunidad de los discí ulos9.:l evi ­ las obras de misericordia y la vivencia comuqitaria.
ven, con lesan y celebran al Señor resucitado. Esta confesión de fe de «Creemos importante insistir en este punto porque observamos una cierta
los que adoran al Dios vivo se traduce visiblemente en gestos, símbolos, tendencia a hacer de los grupos cristianos en los que se realiza la catequesis,
celebraciones, comportamientos, invocaciones, fórmulas de fe que hay grupos catecumenales de duración indefinida. Nos parece muy importante el \
entender yen las que hay que ser iniciado. di:!inguir bien el g~u~o c~tequétíco (o catecumenal) de la comunidad cristia­
na.» (La catequesis de la comunidad 101)

36 37

J..
J

Todos los itinerarios formativos inici les pretenden preparar o modifi­ Reconocemos que hay formas de hablar de la iniciación cristiana y de
car a a persona de una manera básíca ara que después esta por sí mis­ entenderla que no tienen en cuenta su originalidad e identidad específicas.
ma se construya y desarrolle sus potencialidades apoyada en los funda­ La reflexión eclesial actual sobre la iniciac~ cristiana arranca del
mentos primeros adquiridos. Lo inicial o la llamada formación inicial no Concilio Vaticano 11, § el documento Ad Gentes, sobre la actividad mi­
es el final, pero sí es cimiento y orientación para la construcción de un sionera de la Iglesia, al plantearse la pregunta de cómo devenir cristiano
futuro personal original. ~.~ La respuesta se da acudiendo a la experiencia de la propia Iglesia en
Se puede decir que ha terminado el tiempo de la iniciacjón cuanQo el la institución del Catecumenado. Se describe primeramente el Catecu­
aspirante ha realizado las etapas y los ejercicios básicos que le capacitan menado así:
para ser autóñómo. Esto se suele verificar por pruebas o escrutinios bien «El Catecumenado no es una mera exposición de dogmas y preceptos, sino una
determinados como puede verse en el RICA 052-192. El momento final de formación y noviciado, convenientemente prolongado, de la vida cristiana, en
la que los discípulos se unen con Cristo, su Maestro. Iníciense, pues, los catecú­
la iniciación no guiere decir que la persona ya !!!-2~..J.!ldo, sino que
menos convenientemente: en el misterio de la salvación, en el ejercicio de las
dispone en sus manos de aquellos elementos que le permitirán superar y costumbres evangélicas, en los ritos sagrados, que han de celebrarse en los
soportar las dificultades normales con las que se encuentre. JlI1~na tiempos sucesivos, y sean introducidos en la vida de fe, de liturgia y de caridad
in!ciación es, de ordinario, garantía de un futuro comprometido en la del pueblo de Dios.» (AG 4)
vida cristiana. La iniciación cristiana se realiza en el marco del Catecumenado y exige
un respeto grande a la persona concreta y un discernimiento de la ac­
ción del Espíritu en el camino de conversión y de maduración y creci­
2 LA INICIACiÓN CRISTIANA EN LA CATEQUESIS miento en la fe.
Hay una progresiva profundización de esta orientación conciliar en el
o ¿Por qué hablar hoy de iniciación seno de la Iglesia que queda recogida en el Directorio General para la
Catequesis cuando afirma:
cristiana en la catequesis?
«Esta riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados ha de
No repensamos la iniciación cristiana para restaurar un ayer, sino para, inspirar a las demás formas de catequesis,» (OGC 68)

desde la responsabilidad eclesial actual, ofrecer caminos a quienes son «Dado que la «misión ad gentes» es el paradigma de toda la acción misionera

llamados a «renacer del agua y del Espíritu» (Jn 3,5) porque han sentido de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es el modelo inspi­

dentro de su corazón que el Padre les arrastra hacia la persona de su rador de su acción catequizadora.» (OGC 90)

Hijo (Jn 6,44). Es decir, que para la Iglesia, hoy, no hay acción catequética que no se
No abordamos la iniciación cristiana con la idea de sacar algunas inspire en la iniciación cristiana de la etapa catecumenal.
sonclusiones próctícas para alimentar un modelo de catequesiuoncre­ Por otra parte, el recorrido espiritual tanto de los no bautizados,
to 17 que consiste en un e_ncue!.l1r..o~r:t,ªLge una hora duraote unos como de los bautizados que cayeron en la indiferencia religiosa, es «muy
-afias prefijados de antemano que termina con la recepciqn del sacra­ variado según la gracia multiforme de Dios, la libre cooperación de los
rhen~ de la Con-firmación. f"':f' ~ '\ t Lv'/"" catecúmenos, la acción de la Iglesia y de las circunstancias de tiempo y
V" de lugar.» (RICA 5)
17 Cfr. ANDREA FONTANA, «"Iniziare": che significa, in realt,]?», en Catechesi, 78
La mirada hacia lo que fue el desarrollo del Catecumenado está de­
(2008-2009) 5, 27-41. mandada también en las Iglesias que están en Europa, de las que noso­

38 39

k
f

tras formamos parte, porque estas viven una situación que Juan Pablo 11 muchos hombres y mujeres que no se sienten cristianos o cuyo cristia­
describía así: nismo podríamos definirlo como de «bautizados no iniciados o
«Entre los muchos aspectos indicados con ocasión del Sínodo, quisiera recor­ desconvertidos».19
dar la pérdida de lo memoria y de lo herencia cristianos, unida a una especie
de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, por lo cual muchos eu­ 8 ¿Cuál es el sentido de la expresión
ropeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como herederos que catequesis de iniciación?
han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia ... Aumenta
la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en En primer lugar, una aclaración: aquí no hablamos del Catecumenado
que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenaza­ propiamente dicho (el que se refiere a los adultos no bautizados) sino de
do; en muchos ambientes públicos es más fácil declararse agnóstico que cre­ la catequesis realizada con bautizados que nece~itan ser catequiz~dos.
yente; se tiene la impresión de que lo obvio es no creer, mientras que creer re­ El Catecumenado tiene su propia dinámica, bien expresada y recogida
quiere una legitimación social que no es indiscutible ni puede darse por en el RICA y recogida ampliamente por la misma Conferencia Episcopal
descontada.» (Ecc/esío in Europa 7) Española (CEE, Orientaciones pastorales para el Catecumenado, Madrid
Estos síntomas de cambio en nuestra sociedad son los que llevan a la 2002). Pero sí decimos que n9l inspiramos en la estructura del Catecu­
reflexión catequética a inspirarse en nuestro hoy en el hacer del Catecu­ menado porgue es el paradigma de toda categugis.
menado primitivo. ' La expresión «catequesis de iniciación» está recogida en el Directorio
La realidad de la sociedad -que ya analizamos anteriormente- no la General para la Catequesis y se la define así:
valoramos como algo negativo, sino que preferimos aceptarla como ea-~~tequesis de inici~ por ser orgánica y sistemática, no se reduce a lo
dato objetivo que se nos impone y situarnos ante ella como creyentes meramente circunstancial u ocasional; por ser formación para la vida cristia­
que, partiendo de la resurrección del Señor, miran esperanzados hacia na, desborda -incluyéndola- a la mera enseñanza; por ser esencial, se centra
el futuro y buscan las formas mejores de vivir hoy el anuncio gozoso en lo «comúm> para el cristiano, sin entrar en cuestiones disputadas ni con­
del Evangelio sabiendo que él nos precede (Mc 16,7) y que hemos sido vertirse en investigacíón teológica. En fin, por ser iniciación, incorpora a la
enviados sin más precisiones modales que el imperativo del «id por comunidad que vive, celebra y testimonia la fe. Ejerce, por tanto, al mismo
tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción. Esta riqueza,
todo el mundo proclamando la buena nueva a toda la humanidad»
inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a las
(Mc16,15).
demás formas de catequesis.» (DGC 68)
Afirmamos que esta etapa histórica de sociedad de no cristiandad no
Mucho antes que el Directorio General para la Catequesis, los Obispos
impide que se viva con fuerza, en personas concretas y comunidades
españoles se habían reflexionado sobre este tema en el documento de La
eclesiales visibles, la fe cristiana. Ante esta descripción de la realidad
Catequesis de la Comunidad cristiana (1983), utilizando, en sintonía con
que viven las Iglesias, surge espontánea, como ya hicimos al comienzo,
el Sínodo de 1977 sobre la catequesis, la expresión catequesis de inspira­
la interrogación sobre la validez o la pertinencia hoy de continuar con
ción catecumenal.
ÜA-"" !-In procesode incorpora~ión en la comunIdad cristiana nacido en una
«Dotar a la catequesis de una inspiración catecumenal es hacer de ella un
\¡...;~ sociedad de cristiandad que ya no existe.
proceso de iniciaCión cristiana integral. (oo.) Una catequesis inspirada en'el
C1 . No podemos dejar de reconocer que hay numerosas huellas religio­ modelo catecumenal es una iniciacTOíl en la realidad desbordante del mis­
sas significativas en nuestra realidad 18 que envuelven e interrogan a

19 CASIANO FlORISTÁN, Para comprender el catecumenado, Estella (Navarra), Verbo Divi­


1. ENZa BIEMMI, «La catechesi in Europa», en Catechesí, 79 (2009-2010) 1, 3-15. no 1989, 27.

40 41

~
l
,.

terio de Cristo, iniciación que implica una gran riqueza de dimensiones».


(CC 83-84)20
f) ¿Cuáles son las características principales

de una catequesis de iniciación?

La catequesis de iniciación apela siempre a un acompañamiento de la ~ k .. -"t


persona que busca secundar la acción de Dios en ella misma para llegar & • Facilitar la experiencia pascual con el Señor Resucitado c....vvr( \,
t
a alcanzar una identidad cristiana. f
La cat~quesis de iniciación no pierde ~. vista que el protagonista de la?J!' \"r'.1'v
En nuestros días, además de catequesis de iniciación, se emplea tam­ ¡mciación es Dios_mismo. Y la meta de la catequesis de iniciación DP es

bién la expresión p"edagogía de la iniciacíonlosdbispos de Francia la s~.6er un librQ....~n~lIegar ~Le_ncu.el!!T_o~9DJ:!!'l.a_persona viva\

definen como «todo proceso que trabaja por hacer efectivo en una per­ «El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no solo en contacto, sino en

sona la acogida de Dios que la atrae hacia sí» y, más adelante, dicen «la comunión, en intimidad COn jesucristo.» (OGC 80)

pedagogía de iniciación es el acto de creyentes que aportan a las perso­ No se trata solo de presentar a un Jesús amigo o compañero, situán­
nas todo aquello que podrá permitirles mantenerse en la vida como cre­ dolo al mismo nivel que nosotros. El núcleo fundamental de la fe es el
yentes.» 21 acontecimiento de la muerte y de la resurrección del Hijo de Dios, es
En nuestra área de pensamiento más cercana, la Asociación Española decir, el misterio pascual de Cristo.
de Catequetas (AECA) la define así:
• Abrir a la persona a la acogida libre del Dios que la so.!!.~ita
«dar la mano a alguien, o a un grupo, para que empiece a vivir una experien­
cia y se adentre en ella. Según esta pedagogía, en la catequesis, no se trata La catequesis de iniciación presenta y ofrece la conciencia viva que la
de decir, siguiendo un método u otro, lo que hay que hacer, sino de hacer lo Iglesia tiene hoy del Evangelio. La fe se escucha y se acoge. La fe es reve­
que se dice. No se trata de proponer lo que hay que vivir, sino de vivir lo que la~ión de Dios que pide actitud de acogida. --. ­
se propone. Estamos ante una verdadera mistagogía de la vida cristiana.» 22 Dios no se deja manipular ni hacer al gusto del consumidor. No somos
Q.ueda bien claro que no podemos reducir la catequesis de inicia- ; nosotros los que nos interesamos primero por Dios, sino Dios que se in­
~.ión a u,!la me!Od~IOgía~o.. ª-.d_~.!aJle...sses.g~doS .. L~ cate,9uesis de,inicia­ teresa por nosotros y nos precede y nos invita a caminar hacia Él: «Va
ción es un conjunto coherente de propuestas que la comunidad cris­ por delante a Galilea» (Mt 28,7).
tiana ofrece a los que se interesan por el seguimiento de Jesucristo El Dios que nos precede es el mismo que nos desconcierta, nos saca de
para acompañar y favorec-erla~acoglda~laTálog9 ~ la con\L@fsión al nuestras falsa ideas de Dios y nos pide que le acojamos tal como Él es, no
Evangelio. j - ._ . como nosotros lo imaginamos (Lc 24,13-35).
'­ ~ ~ó ~ ...-,' 1 t"'cv>/( Z
• le~Ly~scuchar la Palabra de Dios
La catequesis de iniciación sitúa a la persona ante los relatos bíblicos en
los que Dios se revela como es. La Palabra de Dios resuena en la Escritu­
ras. Es tarea de la catequesis de iniciación presentar, leer, escuchar, me­
ditar y orar los textos para favorecer la acción del Espíritu Santo:
20 Se explican, a continuación, las dimensiones conocimiento de la fe, vida evangéli­
«El Espíritu Santo ese quien da a los lectores y a los oyentes, según las dispo­
ca, experiencia religiosa de oración y liturgia, compromiso apostólico y misionero.
siciones de sus corazones, la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios.»
21 CONFERENCIA DE LOS OBISPOS DE FRANCIA, Texto nacional para la orientación de la cate­
(CEC 1101)
quesis en Francia y Principios de organización, Editorial CCS, Madrid 2008, 27-28.
21 ASOCIACiÓN ESPAÑOLA DE CAHQUETAS (AECAl, Hacia un nuevo paradigma. de la inicia­ La fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la misma Palabra
ción cristiana hoy, PPC, Madrid 2008, 39. de Dios.
42 43

Esta, «por admirable 'condescendencia' divina, se dirige y I a nosotros a


f
• «Entrar en una prospectiva de iniciación cristiana significa no programar ni
través de 'obras y palabras' humanas ... La Iglesia guiada por el Espíritu, nece­ r nada en términos de años, duración programas 2J
sita interpretarla continuamente y, al tiempo que la contempla con profun­
,
Cuando hablamos de proceso entendemos las modificaciones que
do espíritu de fe, 'la escucha piadosamente, la custodia santamente y la ¡,:~ la persona experimenta en sí misma, gracias a I~de Dios y con la
anuncia fielmente'.» (DGC 94) t su consciente colaboración . itinerari ay gue ~nten-
como el cauce o camino o que se pr ne a la
• Fav~rec~':. el ejercicio de la libertad Qers,9nal
I recorrerlo, se siente tránsformada, afectada y modificada en el
ie se relaciona con Dios por otro. Nadie busca a Dios por otro. Dios
!iem{lo.
lIamapers~na respuesta personal. la perspectiva ini­
ciática proporciona a la catequeillla peculiaridad de situar a la persona • Proponer itinerarios diversificados y personales
-._--~--_.-.!..-!.--
singular ante su libertad para acoger o rechazar la llamada de Dios. No ~";
Una de las notas que definen la catequesis de iniciación es que es siste­
se cree porque se pertenece a un grupo, sino porque se decide aceptar la m~a y orgál!l~a. Es decir, que hay una vertebraciÓIl coherente de sa­
fe libremente. la persona tiene un protagonismo insustituible donde se b~res y de praxis cristiana. vertebración se realiza r medio de
pone en juego su libertad: itinerarios o propuestas concretas para que persona que se ca­
«En la catequesis, el destinatario ha de tener la posibilidad de manifestarse mjne con un ritmo 16g:lcoy'coherente, que respete el dinamismo y la
activa, consciente y corresponsablemente y no como simple receptor silen­ psicología personal, sin hacer de esta lógica un absoluto, puesto que
cioso o pasivo.» (DGC 167) • Dios, protagonista principal en todo proceso iniciático, tiene caminos
Los factores de maduración de crecimiento no son i uales ara to­ para cada llamado que no son nuestros caminos. De ordinario, Dios no
dosíni podemos uniformar a tod ,nLños Y.. familias, con feclli!í..J?reesta­ usa caminos extraordinarios. Por eso, en la formación de catequistas, el
blecidas.--;";-:-
~_ .. .. Directorio General para la Catequesis
Estas afirmaciones que se desprenden como conclusiones lógicas de «la formación tratará de que madure en el catequista la capacidad educati­
poner en el centro a la persona, su libertad y su respuesta singular y va, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad para
al Dios que le solicita, plantean no pocos problemas prácticos a interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar pro­
la catequesis que se inspira en el modelo escolar donde todo está pro­ cesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la madu­
'i ~ gra.mado por cursos y teniendo como referencia el desa-rrollo eyolütivo rez. Como todo arte, lo más importante es que el catequista adquiera su esti­
..f'(''''' t' de la persona y la su capacidad de comprensió&la iniciación cris-
lo propio de dar catequesis, acomodando a su propia personalidad los
W' tianFpor definición, es otra cosa. ·-·_m....._ principios generales de la pedagogía catequética.» (DGC 244)
la,Jarea deLcateQuista no es la de un rna.es.tro que @xplico¡ o da ~n
• Contar con un proceso que requiere tiempo manual o tratado. El respeto a la libertad de las personas, a su ritmo de
De las características enunciadas precedentemente se desprende otra: caminar le obliga a una agilidad y respuesta cercana a la realidad del
la catequesis de iniciación exige etapas (proceso) y tiempo. Si la inicia­ grupo o de la persona.
ción afecta e incide no solo en saberes y formas externas, sino que El punto de partida de estos itinerarios siempre será contar con la si­
apunta al interior mismo donde se «toca» la identidad personal, ma­ tuación concreta de la persona. lo que está en juego es acompañªr la
nera de definirse y comprenderse, si es necesario efectuar un cambio aven,tura de aquel que ha sido invitado por Cri}to El caminar t¡::.as Él.
personal, se sigue, como consecuencia; como ya afirmamos en su mo­
mento, un proceso y un tiempo oportunos para realizar los cambios
2l A. FONTANA, «"Iniziare": che in realta?», en Catechesi, 78 (2008-2009)5, }4.
personales.

44 45

Siempre hay que recordar que, cuando en la iniciación hablamos de


,

va ¡endo todo el proceso con celebraciones y momentos especia-


cambio o conversión, hacemos alusión a algo que escapa a las posibili­ les para mostrar que somoscríSUarú)'s por gracia de Dios, que es él
dades humanas, no depende de la buena voluntad de la persona ni de la quien nos introduce en su Reino.
acción de la comunidad cristiana, sino de lo que el mismo Jesús anunció
a Nicodemo: «Si uno no nace del agua y el Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios» (In 3,5), «Nadie puede acudir a mí si el Padre no se lo
l

• la ()rrn~s!2!!-º~.Lº~.S_'.l_~uistas
Finalmente la catequesis de iniciación exige que los catequistas en los que
concede» (Jn 6 , 6 5 ) , . . I G,. la comunidad delega la responsabilidad de la transmisión de la fe a las nue­

• Ma~ paso de etapas con celebraciones


V'V'- I 1>" ti' I
,,( lí" í' /J---,.
vas generaciones adquieran una formación y capacitación básicas para
realizar su servicio de anuncio del Evangelio. \1
Una de las finalidades de la iniciación cristiana es poner a las pers6nas Muchos catequistas tendrán que abandonar la vieja idea de creer qu~h\~
en contacto con la liturgia de la Iglesia. La liturgia es un lugar vivo de la catequesis es «una clase» másqllesigue un eSquema y métodOe:SCOla-C/,I~~h
iniciación en el misterio de Cristo donde se celebra con ritos, gestos, r~ªºrirse a lo que reQresenta lajniciación cristiªna en la tarea de la
representación, música, arte, desplazamientos, estética, símbolos ... catequesis «para facilitar el crecimientode una experiencia de fe de la que
aquello que se cree. Por otra parte, hé!~ tener bien presente, que la él no es dueño».
iniciación cristiana comprende esencialmente «la celebración de los sa­ «La formación tratará de que madure en el catequista una capacidad educa­

cr:arnento5gUeCo-ñsagr-a'rllos-
r - ____ .
cpmienzosde la vida"crfstiana»--'
". tiva que implica la facultad de atención a las personas, la habilidad para in­

En el Catecumenado, la Iglesia utilizaba !:'Ítos litúrgic0i> oportunos que terpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar proce­

ayudaban a los catecúmenos en su camino y los sostenían con la bendi­ sos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la

ción divina. Se proponían ritos especiales Rara la inscripción, para las madurez ... Un estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia per­

entregas y los escrutinios. Estas celebraciones, además de su dimensión sonalidad los principios generales de la pedagogía catequética.» (DGC 244).

pedagógica de señalar metas volantes en el camino hacia la recepción


de los sacramentos de la iniciación, tenían como objetivos dar un carác­
ter sacramental a todo el proceso catecumenal, de iniciar en la celebra­
ción cristiana.
«Del esmero que se ponga en hacer de ellas (las celebrafÍ9.nesLY~[.9,..aderos

momentos eclesi'!L~s del encuerÍtro silliLad..o.u:..Ql1...!2l2is.r:UesucrLsto, unidos a

la 'acción catequética, dependerá en gran medida el fruto espi ritual de todo

el itinerario de la iniciación, y aún el sentido mismo de toda la vida cristiana,

por la iniciación en el lenguaje bíblico y litúrgico, por la centralidad de la

Eucaristía dominical por el acercamiento al sacramento de la Penitencia.»

(La iniciación cristiana 45)


Venimos de una forma de entender la vida cristiana en la que la litur­ f
r
gia aparecía como una realidad externa o diferente de la catequesis y
hasta de la vida militante. Los sacramentos eran considerados como me­ rL
¡:
dios para obtener la gracia. Hoy hemos cambiado de perspectiva. Lo que jf¿

",l'
proclama la fe acontece en los sacramentos. De ahí que en todo camino L
l
catecumenal la liturgi~uno se concentra solo al final del proceso, sino
tii
46 ~ 47
i
l'
1
4

LA COMUNIDAD

1 ¿«POR QUÉ» y «DESDE DÓNDE» NOS PREGUNTAMOS


POR LA COMUNIDAD?

Estamos reflexionando sobre la catequesis en el actual contexto socio­


cultural y eclesial. Una preocupación básica y prioritaria en la Iglesia
actual es la de \iYg hacer y cómo hacer para ayudar al nacimiento de
4fCOñTo
I
nLte\LQs cr" en este si lo XXI. Esta,mos ante la pregunta
i~lar hoy en la fe n el seguimiento de Jesús. Por eso al pensar sobre
I~tequesis más adecuada para el mOmento actual, lo hacemos desde
t esta perspectiva y preocupación: buscamos una catequesis que esté al
servicio de la iniciación cristLana.

o \,La comunidad», elemento de toda iniciación ~


La iniciación cristiana, como toda iniciación, es un proceso social y
comunitario que reclama la presencia de un grupo, de una comunidad
que encarna y refleja un modo de ser y de vivir, que se abre e invita para

l
I~.
que otros puedan descubrir y acoger lo que le es más original y valioso,
que orienta y acompaña en el camino de entrada en una forma de vida
nueva.
Desde este enfoque nos encontramos con la. pregunta sobre léLC2JIlU- (7
f nidad cristiana, su vinculación con la cate uesis, su a el en los roce­
(sos ,-~ Iniciación, su renovada actualidad, las implicaciones mutuas en­
I ! .
trecatequesis y comunidad, las consecuencias prácticas que se derivan
de esta rdación... - ­

I
: ....
. Desde la catequesis advertimos hoy una viva preocupaclon por la
. «comunidad cristiana», por la «comunidad de referencia», por «hacer

comunidad», por «implicar a la comunidad en la catequesis» ... ¿A qué

se debe toda esta inquietud?

49
'1.':""'1

f) q.~ necesidad d~ ~.~ «contexto ~i1:~1)0 '1, marcado por la secularización y el pluralismo, esta vinculación e interde­
pendencia se desvela cómo básica y fundamental. La comurlidad aparece
El proceso de iniciación cristiana al que la catequesis pretende servir,
es un proceso de acogida y personalización de la fe, de descubrimiento como una condición de posibilidad para poder nacer a la fe eclesial. Es
y vivencia de las diferentes dime'ñsiones de la experiencia cristiana, lo máS,laVTdad~'la comunidad es la referencia más fiable que da credibili­
que necesita el contacto o la relación con personas y ~upos que viven, dad a la invitación y a la propuesta. Así lo afirma el Directorio:
exprffiñ; <'eleDr'arry contagian
--~~-
'su
experiencia de fe.
--.--- .,""
«La-..........,
comunidad -
cristiana es en sí misma catequesis__
viviente. Siendo lo que
~_.--..1

Es más, el momento actual plantea el reto de hacer de la catequesis un ella es, anuncia, celebra, vive y perma~e~.mo el espacio
indispensable y primario de la catequesi~~.~..~.~,~~)
lugar de fffamiliarización» y de «inmersión progresiva enJSLy!yencia
)0
cristiana rñ!!?:!;.,~>~, ~ual reclama uñ«COntexto .vi -->- . via­ Est?mos ante un modelo de iniciación que pretende renovarse desde
la inspiración de los primeros tiempos del cristianismo, donde el contac-
rq.,I
ble" J a res Irar un es aClo dot')de
se ~ percibir. un ámbito donde se pueda sentir y vivir, un grupo que tq..con la comunidad y las experiencias vividas en Sil Seno se d(ilsvelan
refleje lo que significa ser y vivir como cristiano. c9mo elemento fundamental ar acer a la fe. Se trata de dar cuerpo y

o
L'a 'comunidad cristiana esta llamada a ser ese «contexto vital», pues la
catequesis desarrolla lo que la comunidad cree, vive, celebra y anuncia.

Vinculación catequesis-comunidad
-
apostar por la dinámica de «VeniqY_lJeréi.s» JI por una pedagogía en la
que «la comunidad cristiana se convierte ~la.[effD;~m:Ja concreta y
~--
eje~plar par.a el.Ltir¡erario (te fe de cada uno» (DGC 158).
,

La necesaria vinculación y la estrecha interdependencia entre cate­


o la <;ateques@e~n la comun)dad
quesis y comunidad es una afirmación plenamente compartida, con his­ La catequesis no puede por menos que hablar de comunidad y orientar
toria y tradición, como ya afirmaba La catequesis de la comunidad: hacia la comunidad. Es mlslon de la catequesIs la Iniciación en la vida
«La actividad catequética, que tiene como objetivo principal iniciar y funda­ comunltari1'f'V la inserción de quién se inicia en la comunidad:
mentar en la fe de la comunidad creyente e insertar en esa misma comunidad «La cªtequesis capacita,al cristiano para vivir en comunidad y para partici­
a quien ha dado su adhesión a Jesucristo, no puede, por ello, separarse, en par, activamente en la vida y misión de la Iglesia.» (DGe 86)
modo alguno de la vida de la Iglesia.» (ee 253).

~
~-'-'-'---"""'"
Como decíamos antes, a iniciacioi'l'><es un proceso social y cOI1:wnita­
Ahora bien, aunque el planteamiento teórico es claro e incuestio
hay que reconocer"que no se re eJa con a misma claridad en la Bfáctica
pa~ y catequétíca. Las implicaciones concretas y las repercusiones
le,
i ri~y como tal pretende in '". ducir en~xp~riencia y la vida de un grupo,
e~~ sus cr~encias y valores, en su lenguaje y tradiciones, en s~:s ntos y sím­
bólos.
---c:::::""" Una catequesis al servicio de la iniciación cristiana procurará acgm­
..._. _ _
ft
~

prácticas de este planteamiento aún no han alcanzado un desarrollo sufi­ pañar en el acercamiento y progresiva inserción en la comunida<Lcris­
ciente, quedando aún pendiente de demostrar la capacidad benéfica y t tia"ha, procurando estableéer relaciones, entablar contactos, favorecer
dinamizadora de esta interrelación tanto para la catequesis como para la encuentros, motivar expenenclas ... que ayuden a descubrirvTvenciar la
comunidad. Muchas catequesis siguen siendo «apéndices», «acciOlJ..e.S;1Da­ lllnl ~

ralelas» o escasamente vinculadas a la Vida de la comuñTdad.


_ .-.gL contexto sociocultural, marcado por~~ y
jetivis~muchas personas se confiesan cristianas Sin ar impor­
e Renovada actualidad
tanCia a la vivencia comunitasia, sin haberse planteado la pertenencia a
Pero no basta con retomar o refrescar la teoría ya conocida. Se nos una ¿6illüñfdad cristiana. Una catequesis que pretende iniciar en la glo­
pide profundizar y avanzar. En el actual contexto sociocultural y rel ¡gioso, baIí9a(jd.~~la experiencia cristi,Úia no puede descuidar su dimensión
50 51
CO~!li..!.ª-!:la, pues, como afirma Villepelet, «eLd~s¡l~!o co~ário es
si~, d~_~ el 's difí il de ete~ta~u<:L~no c~tequístic(), J?ercfés7e1
1 Los diversos documentos de la Iglesia han enunciado de diferentes
maneras las características fundamentales de estas comunidades 25 y los
m~]si par I fut odel cristianismo y para su credibi1ida~,~~el peligros que tienen, pues a veces pueden ser simple «refugio» de soleda­
m'undo occiden al»24. des y anonimatos en medio de la «gran ciudad». Incluso siendo así a
veces, es en ellas donde se encuentra el calor humano y la cercanía que
la fe compartida también necesita.
2 ¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS

DE COMUNIDAD?
8 La pertenencia comunitaria: vida y estructura
Pensamos que, caracterizadas así, puede haber distintos grados de per­
La palabra «comunidad», como muchas otras, termina gastándose con
tenencia a la «comunidad cristiana», dependiendo sobre todo del nú­
ef uso. Hoy llamamos «comunidad» a muchas cosas: comunidad de veci­
mero de sus miembros. En la medida que estos son numerosos necesitan
nOS, comunidad autónoma, comunidad educativa ... La comunidad a la
un mínimo de organización, e incluso de estructuración en grupos más
que nos referimos, naturalmente, es <fía comunidad «cristianilll Al ha­
cerlo, queremos diferenciarla, por ejemplo, de
la slmple<~mblea». En
pequeños, que podríamos llamar también -analógicamente- «comuni­
dades», llamadas «de talla humana», es decir, donde las relaciones en­
nuestro caso es algo más. Hablamos de un grupo de personas, efectiva­
tre sus miembros son más cálidas, cercanas, etc. (CC 265-268), pero per­
mente, pero que creen y confiesan a 'Cristo resucitado: asienten cón­
tenecientes todos a una única «comunidad».
sienten en e o. es une, por tanto, una fe personalizada y_~om(ln en
,Cri~to: por eso son-«cristTanas». Y, en cuanto esta fees-ZZrecibida», se Esta organización -inevitable y necesaria- visibiliza un «estilo de
sienten convocados, elegidos, atraídos por el Espíritu Santo. Viven j un­ vida» cristiana común, aunque existe el peligro de que esta organiza­
tos esa fe y la anuncian. Su centro son la Palabra la Eucaristía. ción o institucionalización vele, de alguna manera, su propia vitalidad.
Además, en la medida que quieren vivir el Evangelio, viven sus valores Habrá, por tanto, comunidades que estén más «institucionalizadas» y
entre sus miembros y dan testimonio de ello hacia fuera de la comuni­ otras que sean más «vitales», pero sin ahogar nunca la vida que en ellas
palpita ni deshacerse en una anarquía desestructurada.
dad, anunciando con su vida y sus palabras la fe y los valores que con­
fiesan. De ahí que se establezcan entre ellos diferentes relaciones de
I
calor humano. Como señala el documento La catequesis de la comuni­ f f) El misterio de la «comunión»
dad, «al hablar aquí de la comunidad entendemos, por lo tanto, la co­ f Las comunidades cristianas, sin embargo, no son todas iguales: su histo­
munidad ecl~ia~.0mediata, donde el creyente concreto nace y se educa sus tradiciones, su espacio geográfico o cultural, etc ... «colorean» a
en la fe» (CC 255). f
¡

o Comunidades eclesiales 2S La comunidad cristiana es cristocéntrica; congregada por la Palabra de Dios; oran­

Estas comunidades cristianas no viven aisladas ni al margen de la Iglesia


universal ni (fe la iglesia local y, en este sentido,Ujas podem-üSflamar «co­
muñlCfa(fes eclesial es».
I,I te y centrada en la Eucaristía; suscitadota de la comunidad eclesial; misionera; de co­
rresponsabilidad y ministerial; consciente de sus límites y de la necesidad de comple­
mentariedad; de talla humana (CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La catequesis de la
comunidad cristiana (1983) 258-265), Buscan su alimento en la Palabra de Dios; evitan la
tentación de la contestación sistemática; permanecen unidas as la comunidad local;
guardan sincera comunión con los pastores; no se creen el único destinatario o único
agente de evangelización; crecen cada día en responsabilidad; son universalistas y no

52
24 D, VILLEPELET, «Los desafíos planteados a la catequesis francesa», en Sinite 141 (2006) 97,
II sectarias (PABLO VI, Evangelii Nuntiandi, 58).

53

1
cada comunidad y le dan un «estilo propio», un «aire de familia». En
1
" Las comunidades «inmediatas», La parroquia
este sentido podríamos decir que estas comunidades pueden encontrar­
Sin detenernos a hacer una lectura crítica de esta enumeración de comu­
se «en comunión» con otras comunidades afines. Pero, en este caso
nidades «inmediatas» que señala el Directorio, par!,IJ}o~ºJm1i.J~Lf..omuni­
creemos que la palabra «comunión» solo puede tener un sentido analó­
dad «inmediata» a la que nos referimos, en relación a la cate uesi . es,
gico, y que más bien deberíamos hablar de «afinidad» con sus caracte­
fun amen a mente. parroqul .Y, aunque creemos que la «comunidad»
rísticas concretas, dejando la palabra «comunión» para un sentido más
as que a parroqUl ,-po ríamos hablar de diferentes «grados» de"co­
profu
munidad que, sin embargo, encuentran su realización definitiva y comple­
En efecto, la «comunión», como unidad profunda espiritual entre los ta como tales comunidades inmediatas en la parroquia, que es «el lugar
miembros de una comunidad o entre varias -o todas-las comunidades más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana ...
cristianas, se está refiriendo a una realidad que las trasciende a todas y
La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades
las constituye. La «comunión» es la vivencia -por el Espíritu Santo- de
humanas que en ella se encuentran y las inserta en la universalidad de la
la unión existente en la misma Trinidad santa como misterio último de
toda vida cristiana. Hijos en el Hijo, todo cristiano se halla vinculado, Iglesia. Ella es, por otra parte, el ámbito ordina,ri9.Q9DcJ.t;..?e.....oace y se
crece en la fe»-nrGC2'S7r:-po'¡' eso,'tocfas ¡'as'demás «comunidades i nme­
por el Espíritu, a la vida intratinitaria, que es «comunión» (Jn 17,21-23).
Es, por tanto, una realidad mística por la que se crea la gran fraternidad diatas»-a-éDefT3ñ;'en su tanto, hallarse referidas a la parroquia forman­
de la Iglesia, «sacramento de unidad» 'para el mundo: do unidad con ella como «presencia» de la Iglesia universal «en este lu­
gar» y como madre gestante de la fe de la Iglesia.
«La 'comunión' expresa el núcleo profundo de la Iglesia universal y de las
Iglesias particulares, que constituyen la comunidad cristiana referencial.» embargo nQJ2odemos asimilar laparroquiaalascaracterísticas de
(DGC 253) la pe9uéA'a'co'~~nid~'d--;d-e-taITahümaria;;'p-üesé-n-ella IJQ__ ~l~mpre son
faCiTbles unas relaciones tan cálidas e inmediatas debido al número de
e La comunidad como «carne limitada» fiele} que constituyen la ~roqula. Sin querer entrar tampoco en este
tema, de alguna manera controvertido, señalamos únicamente que,
Pero no basta la «comunión». La «comunión» debe traducirse en co­
como indica el teólogo Gilles Routhier 26 , la parroquia, entonces, en la
munidad, debe «tomar carne» en la realidad concreta de la vida y de la
medida que reservamos la palabra «comunidad» a un espacio interper­
historia, de las relaciones interpersonales, de la vida comunitaria y de su
sonal más pequeño, puede tal vez llamarse más «comunión de comuni­
misma organización. «Comunión» sin «comunidad» es pura abstracción
dades» que «comunidad de comunraádes;;:------­
espiritual: espiritualismo barato. Pero toda comunidad cristiana sin co­

----
-~

munión es un simple grupo de amigos, un equipo de trabajo, grupo de

3 ¿EN QUÉ SENTIDO SE DICE QUE 6~_DA L~CO,MUNIDAD


presión, pero no una comunidad. ..........

. ES RESPONSABLE DE LA CATEQU~1~1\.,.
La «comunión» pues, está llamada a «encarnarse», Y lo hace de diver­
sas maneras. En primer1ugar, la Iglesia universal y las Iglesias locales,
como «comunidad de referencia» (DGC 253; CC 255). y esta «se hace
La afirmación de que la comunidad cristiana es la responsable de la ca­
cercana y se visibiliza en la rica variedad de las comunidades inmedia­
tequesis no resulta una afirmación novedosa. Sí lo es en cambio la insis­
tas, en las que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven»
(DGC 253). El mismo Directorio enumera estas comunidades «inmedia­
tas»: la familia, la parroquia, la escuela católica, las asociaciones y mo­ 26 GILLES ROUTHIER y Alphonse BORRAS, La nueva parroquia. Sal Terrae, Santander 2009,

vimientos cristianos, las comunidades eclesiales de base ... (DG 253). 50-57.

54 55

~,

tencia en el «toda» y en las implicaciones, derivaciones y repercusiones 8 Comunidad catequista


que de este planteamiento se derivan. Hoy día existe una conciencia bastante extendida de que la catequesis
no puede limitarse a las sesiones de catequesis, de que los ~ os deca­
o Un poco de historia teguesisno pueden permanecer al margen de a vida de la comunidad,
En el Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo de Obispos sobre la cateque­ de que la catequesis no es solo cosa de los catequistas, de gue~guien
sis realizado en 1977 se afirmaba: pasa por catequesis tiene que haber podido descubrir yvl'\i'ir'la
ex erien­
cia ,comunitaria, de que es i Ici nacer y crecer en a fe sin haber
«La catequesis es una tarea de vital importancia para toda la Iglesia. Incum­
be de verdad a todos los cristianos, a cada uno según las circunstancias pro­ una experiencia CQ[lcreta de Iglesia ...
pias de su vida y según sus dones y carismas particulares. Todos los cristia­ Todo ello nos manifiesta que, en la actual situación, resulta funda­
nos, por razón del santo bautismo, ratificado por el sacramento de la
confirmación, están llamados a transmitir el Evangelio y a preocuparse por
la fe de sus hermanos en Cristo» (n. 12).
Esta afirmación refleja y recoge el convencimiento de la catequesis
¡
mental e indispensable el contacto y la relación con personas y grupos
con experiencia creyente que puedan contar, mostrar y contagiar su
vivencia y su histOria de fe. No olvidemos que la fe se descubre y se ma­
r:a al calor de la vivencia, junto a personas y grupos que encuentran
como «responsabilidad común y diferenciada» de toda la Iglesia, de to­ en el Evangelio sentido y fuerza para vivir.
dos y cada uno de sus miembros. Algd que quedará reafirmado y expre­ En consecuencia, la <;..atequesis no es solo cuestión de algunas actiyi­
sado como deseo prioritario en CT: dades concretas o de momentos específicos, ni es solo responsabilidad
"""--- .
«Uno de los mejores frutos de la Asamblea general del Sínodo dedicado por de algunos encargados o especialistas. Es toda la comunidad la que tiene
entero a la catequesis sería despertar, en toda la Iglesia y en cada uno de sus un carácter de comunidad-catequistay ha de e'ercer una función cate­
sectores, una conciencia viva y operante de esta responsabilidad diferencia­ qUlzfl ora e e a vive cre ra.. Como dice el DGC
da~~ún.» (CT 16) (219), «toda la comunidad cristiana debe sentirse responsable de este
Desde entonces hasta hoy se ha recorrido un largo y fecundo cami­ servicio». Desde esta perspectiva se puede afirmar que todas las accio­
no, sobre todo en el campo de la reflexión y la documentación cate­ nes, funciones y dinamismos de una comunidad cristiana tienen una di­
quética sobre este tema. Quizás uno de los mejores exponentes de esto mensión catequizadora y que cada miembro de la comunidad tiene una
que decimos sea el documento de la Comisión Episcopal de Enseñanza responsabilidad catequética.
y Catequesis española, La catequesis de la comunidad (1983).
.., Tarea común y responsabilidad diferenciada
Esta reflexión no ha permanecido al margen de los cambios y transfor­
maciones socioculturales y religiosos vividos a lo largo de estos años. Más Nos planteamos entonces: ¿Qué hacer y cómo para que toda la comuni­
bien se ha visto provocada y estimulada por la novedad de la situación. dad se sienta y ejerza como verdadero sujeto responsable de la cateque­
Todo ello ha servido para reforzar, profundizar y tratar de concretar el sis? ¿Cómo podemos concretar y hacer viable y operativo este plantea­
contenido y las implicaciones de una expresión muy repetida en el campo miento?
de la catequesis: La toma de conciencia de que es cosa de todos, es a un rimer aso.
«En esta Iglesia y, más precisamente en las distintas comunidades en las que Pero no es su IClen e. e requiere sen Irse to os actores, con un Rapel y
se concreta, encuentra la catequesis su origen, su lugar propio y su meta.» un«a misión que realizar, tenienao en cuenta los muchos y variados do­
(CC 253) nes, los diversos carismas y funciones que forman el entramado comuni­
tario.

56 57

~."

Nos encontramos ante el reto no solo de redescubrir sino d hacer Una catequesis, así entendida, configurada por lo comunitario y rea­
via~.Ie la eonexlon viII, la cré!ción de redes y la complementariedad lizada en el seno de una comunidad, sitúa a los catequistas en el cora­
entre los diversos grupos, sectores, acciones, agentes y servicios ...q ue zón de la vida y misión de la Iglesia, en el corazón de la comunidad.
cons,titUyen la vida y el entramado de una cÓmllnjdadcristiana. catequistas aparecen como miembros vivos de la comunidad y enviados,
Puesto que la fe se vive y se alimenta en el compartir y celebrar, cada desde la comunidad yen su nombre, para acompanar, mas de cerca y de
creyente ha de tomar conciencia de su capacidad y responsabi!igaaaf manera específica, a quienes se inician en la fe y en la comunidad.
testimoniar comunicar a los demás su pro ia ex eriencia de fe, y de su
prptagonismo en la vitali a creyente y en el dinamismo misionero y e «La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta
evangelizador de la comunidad cristiana, pues «cada uno de los miem­ de la catequesis» (OGC 254)
bro de la comunidad es algo inestimable para la fe de todos»27. Estamos ante una expresión ampliamente conocida y repetida hasta la
Desde esta perspectiva comunitaria todos los creyentes tienen «algo saciedad, a la vez que rica y contradictoria. Una expresión que recoge y
que dar» y «algo que recibir» en la vivencia de :fe..-PfI.o no todos.fle la sintetiza la relación entre catequesis y comunidad. Una expresión que si­
mi"sma mallera. En la misión evangelizadora de la Iglesia y, sobre todo, gue cuestionando y provocando tanto a la catequesis como a las comuni­
en el ejercicio del acto vivo de la catequesis, asume un carácter propio y dades cristianas, porque las realizaciones prácticas y las implicaciones
una responsabilidad específica el ministerio de la catequesis. Así lo afir­ concretas de este planteamiento aún no han sido suficientemente desa­
ma el DGC: rrolladas.
«En el conjunto de ministerios y servicios, con los que la Iglesia particular
realiza su misión evangelizadora, ocupa un lugar destacado el ministerio de
la catequesis ... El ministerio catequético tiene, en el conjunto de los ministe­
rios y servicios eclesial es, un carácter propio, que deriva de la especificidad
de la acción catequética dentro del proceso de la evangelización. La tarea
del catequista, como educador de la fe, difiere de la de otros agentes de la
pastoral (litúrgica, caritativa, social ... ) aunque, obviamente, ha de actuar en
coordinación con ellos.» (DGC
Estamos, por tanto, ante una responsabilidad diferenciada pero co­
tanto, con la invitación y la acogida personal. la perso­
mún, en la que intervienen e interactúan los diversos ministerios y servi­
cios eclesiales: na, igual que el creyente, no nace y crece de manera aislada, necesita de
la «familia» que engendra, acoge y acompaña el nacimiento, el progre­
«Para que el ministerio catequético en una Diócesis sea fructífero, necesita
sivo crecimiento y la maduración en la fe de la comúnidad. la catequesis
contar con otros agentes, no necesariamente catequistas directos, que apoyen
y respalden la actividad catequética ... Estos agentes, junto con los catequis­ tiene su origen en la fe de la comunidad y se alimenta de S'lr"rfaTIdad
tas, están al servicio de un único ministerio catequético diocesano, aunque no creyente y comunitaria. .
todos realicen las mismas funciones, ni por el mismo título.» (DGC la co....m unidad es por tanto el hogar de la catequesis. Ese lugar tamiliar
donde se alimenta y acompana el creriffliellto, dohde se realiza el apren­
dizaje del ser y vivir como cristiano, donde uno palpa y se inicia en las
11 F. PAJER, «Una catequesis en la que la comunidad cristiana en su conjunto es a la

vez catequizante y catequizada», en H. DERROITIE (dir.l, 15 nuevos caminos para la cate­ experiencias fundamentales, en el leguaje y en los símbolos, en la tradi­
quesis hoy, Santander, Sal Terrae, 2008, 38. familiar ... Ese lugar que, como hogar y casa familiar, siempre perma­

58 59
~i)i4{<flf#¡ ro""""'·

nece como referencia y estímulo, ese lugar del que uno sale y al que uno lo que más importa no es detenerse en los déficit sino adentrarse labo­
vuelve, en el que uno se alimenta y recupera fuerzas, en el que se siente riosa y pacientemente en las distintas aportaciones convergentes ha­
arropado y estimulado, acogido y provocado, en el que se comparte y se cia esa meta. Y concretamente la catequesis de iniciación puede y
celebra ... debe tener un compromiso especial que expresamos con la siguiente
propuesta.
4 LA REALIDAD NOS INTERROGA: LA CATEQUESIS DE

INICIACiÓN ¿DÓNDE ENCUENTRA HABIT ENTE ESA


8 Opt~mos por una catequesis de iniciación
CO~UNIDAD QUE AC AMOS DE DESCRIBIR?
eQificadora de comunidad
Esta propuesta se convierte en una apuesta de todos. Desde la cateque­
En nuestro proceso de reflexión hemos reflejado las grandes afirmacio­
sis advertimos una preocupación por «la comunidad cristiana», por la
nes teológico-catequéticas sobre la comunidad, seno y meta de la inicia-
«comunidad de referencia», por «implicar a la comunidad en la cate­
señalando las correspondientes referencias de los documentos ma­
quesis», por «hacer comunidad»; en una palabra, «hay demanda de la
gisteriales. Más aún, hemos ensayado una narración clarificadora
comunidad cristiana en la catequesis».
tema que puede orientar el planteamiento y la perspectiva comunitaria
En nuestra manera de hablar aparece que estamos hablando princi­
de la catequesis.
palmente de la iniciación de adultos y de jóvenes y lo hacemos con una
En este momento la voz de la realidad llega a nuestro diálogo en for­
rotundidad que implica, al menos, tres atenciones mayores.
ma de interpelación: la teoría formulada es perfecta pero ¿dónde está de
La primera, que el grupo de iniciación ha de cultivar una experien­
hecho esa comunidad en la mayoría de los casos? Es un principio teoló­
cia cálidamente comunitaria junto al acompañamiento personali­
gico para la catequesis y se afirma en todos los ámbitos formativos, pero
zado.
¿cuál es el nivel suficiente y el modo real en la práctica concreta?
- La segunda, que a lo largo del proceso de iniciación es preciso tejer
Todos coincidimos en la interpelación. Y entre todos apuntamos algu­
lazos concretos y de distinto carácter con la comunidad eclesial a
nas luces que ofrecemos como senderos de avance y maduración.
la que van a incorporarse.

-o Colaboremos en el empeño por recrear La tercera, que, en todo caso, el proceso debe culminar en la viven­
cia de r la fe en una comunidad; si esta no está al alcance, habrá que
la comunidad cristiana'
constituirla adecuadamente en el marco de la eclesialidad local.
Reconocemos que en los planteamientos pastorales que prosiguen la re­
novación conciliar, crece cada día con más fuerza la convicción pastoral
Esto también es decisivo para la iniciación de la infancia y adolescen­
----_.-------- ....
de que es preciso transformar las parroquias encomunidades vivas,..parti­
aunque el proceso y el modo sean diversos.

dpativas y activas. Vemos que todo planteamiento catequétíco serio in­


. la vinculación con una comunidad eclesial. Descubrimos que, en los e Evitemos el riesgo de fundar comunidades paxalelas
procesos de iniciación, la perspectiva de vida cristiana no es individualis­ A veces los catecumenados culminan creando comunidades que no se
ta pues está siempre presente la incorporación o la constitución de una integran debidamente en la comunidad en cuanto que esta es sencilla­
comunidad evangelizada y evangelizadora. mente pueblo de Dios en un lugar. En unos casos pueden convertirse en
no de nosotros, con mirada de esperanza, señala que estamos una especie de «movimientos comunitarios», que es otro tema distinto
ante un esfuerzo de performación, que es una «tensión in fieri», que al que estamos tratando. Otras veces, pueden terminar siendo Comuni­

60 61
'1
I

dades alternativas, cuestión que requiere un estudio a parte. Y, en otros «eucaristía de la catequesis». Deberíamos ajustar mejor el lenguaje; po­
casos, pueden reducirse a comunidades de élite, selectivas, incompletas, dría ser más exacto hablar de asamblea eucarística dominical de todos
transitorias cuya valoración requiere precisión. los implicados en la catequesis de iniciación. Ahora bien, todos estamos
de acuerdo en la influencia que está teniendo la catequesis en esta vi­
Nuestro parecer se expresa en dos orientaciones:
vencia comunitaria sacramental y. en otros casos, a la experiencia co­
- Primera, que las personas iniciadas se incorporen a la núcleo eje in­ munitaria de la Palabra.
tensidad comunitaria y misionera de la comunidad local; una co­ Con frecuencia progresiva, la anteriormente llamada eucaristía con
munidad a la que se pertenece según distintos niveles; una comuni­ niños, se está transformando en eucaristía de las familias. La viva parti­
dad abierta, que habita de forma distinta y no excluyente; en ella cipación en su celebración está convocando, no solo a familias de niños
están los comprometidos en ese núcleo, están los habitualmente en proceso de iniciación cristiana con sus catequistas sino otros miem­
practicantes, los de presencia silenciosa sin más, los que pasan con bros dinámicos de la parroquia. Si, además, se hacen presentes los adul­
alguna frecuencia, los que se van y vuelven, los que vienen algunas tos que vuelven a hacer el recorrido de la iniciación y miembros de gru­
veces o en ciertas circunstancias. pos o movimientos, hemos de reconocer que nos encontramos ante una
- Segunda, que los iniciados constituyan una nueva pequeña comu­ asamblea que expresa y alimenta la comunidad cristiana. Según esta
nidad o fraternidad (a veces sería acertadoprecisar6TeneT'len­ perspectiva, en bastantes casos se está convirtiendo en la eucaristía do­
guaje) que forma parte, con otr~s, de la comunidad integral local minical «mayor» de la comunidad. Ante este hecho sí podríamos decir
en el ámbito original de la comunión, que es la Iglesia local. Los que, partiendo de la catequesis, la eucaristía hace la comunidad y la
modos precisos de la configuración de esa experiencia de peque­ comunidad hace la eucaristía.
ña comunidad y de su articulación con otras en una misma comu­ nto a esta constatación alentadora reseñamos otra experiencia más
nidad cristiana, son distintos y merece la pena un estudio tanto minoritaria pero significativa. Nos referimos a la llamada «catequesis de
en el nuevo ámbito urbano de las ciudades de hoy como en el ám­ la comunidad». Algunos afirman que esta expresión exige un pequeño
bito rural que se está transformando en su tejido relacional y comentario para no llevar a equívocos en el tema que estamos tratando;
convivía!. pero todos estamos de acuerdo es que merece la pena incluirlo en la re­
1 flexión sobre catequesis y comunidad.
Al detectar los riesgos antes indicados, el grupo entiende que esta
doble sugerencia positiva abre caminos luminosos que merece la pena Catequesis de la comunidad tiene un sentido muy concreto. Se trata
discernir, concretar, ensayar y madurar. Una misma convicción nos de una catequesis para todos y para todos juntos, aunque se tengan en
une; a saber, que la iniciación, planteada según el nuevo paradigma, cuenta factores como la edad, los acontecimientos o el desarrollo del
implica y conduce a una experiencia comunitaria en la que el ideal de la año litúrgico. Otros prefieren hablar de catequesis intergeneracional. Es
comunidad creyente adquiere concreción para poder decir: «es verdad, a modo de una sinaxis de la comunidad en torno a la Palabra.
se vive, se puede vivir», no solo es teoría. Ya la misma eucaristía del día del Señor, como la gran sinaxis de la
comunidad, lo es del pan de la Palabra y del Pan de la Fracción del Se­
ñor. Invitamos a acentuar inteligentemente, en el marco litúrgico, la
e Aportación original de la catequesis a la comunidad dimensión educativa de la Palabra como pan sencillo y común para toda
eucarística dominical la comunidad. Existen experiencias más remotas a las existentes entre
Nos estamos adentrando en la realidad. Alguien evoca una constatación nosotros, en las que el encuentro dominical se despliega en un tiempo
que recorre bastantes comunidades parroquiales: habla de la llamada largo, comunitario. diversificado y unitario a la vez, en torno a la Pala­

62 63

"t
bra con acentuado carácter de «Didajé» y otro tiempo comunitario go­ 5 ¿QUÉ RASGOS SE LE PIDEN A UNA COMUNIDAD PARA QUE

zoso celebrando todos «la Cena del Señor»28. SEA «SUJETO GESTANTE» DE LA INICIACiÓN CRISTIANA?

., Tentación a evitar, no solo real sino con frecuencia


consentida o Comunidad gestante
Prosiguiendo nuestra mirada a la realidad, advertimo,S qlle la realización La Iglesia «existe para evangelizar» (EN 14). Esta conciencia evangeliza­
de muchas cateQuesis hoy no cultiva la referencia o vinculación adecua­ do~a es, quizás, el primer rasgo que puede definir a una comunidaa para
da con la comunidad. Parece que cada grupo catequético se limita «a lo que sea «sujeto gestante» de la-Tr,iCTación cristiana. El t.ér:..mi!').Q~stan­
s'uyo». La cat~uesis es vivida como «un apéndice» de la comunidad..Q te» liace referenCIa al aspecto «maternal» de la Iglesia, no en el sentido
como actividad pa~~alela a la mls:na. del amor de madre sino el de madre que concibe, gesta y da a luz nuevos
Es verdad que el reto entraña dificultades de respuesta, pero hemos hijos. En los últimos tiempos, endárea francófona europea, se habla
de lamentar que, al analizar la realización de muchas catequesis de hoy, insiStentemente de una pastoral «de engendramiento»: «La primera mi­
encontrarnos con ~asos frecuentes de personas (sobre todo niños y ado­ rada de una pastoral de engendramiento está puesta en suscitar la
lescentes) que «entran y salen de la catequesis» sin saber qué es la co­ vida». Esto supone, en la conciencia de la comunidad, varias cosas: por
un lado, el d~eo !te dar a luz nuevos hijos; en segundo lugar, I~en
sumunidad cris1.l.aD.a, sin haber descubierto su sentido, sin haber percibido
.-­ va lo r . - ......._ - . ­ que esto es posible; y, finalmente y como consecuencia de ello, la trans­
formación de la pastoral de la comunidad en !loa pastoral «misi0Iif:r3» y
o Convicción compartida a modo de conclusión no <te conservación.
Una «comu..!:idad gestante». pues, requiere la responsabjlizaciQ,n de
Hoy no es posible plantearse una catequesis de iniciación mínimamente
sus ~bros en la tarea de la evangelización, de la cual hablamos en
rigurosa sin concebirla y realizarla en el seno de la comunidad concreta otro momento. Pero esta ..misma responsabilidad supone una ~ real­
y viva para edificar la comunidad de discípulos del Resucitado. mente personalizada que sab¿*y está dispuesta «a dar respuesta a
Invitamos a una reflexión intensa en pastoral catequética sobre esta im­ quien ose pida ra-zón de vuestra esperanza» (1 Pe 3,15). Este es quizás
plicación; una reflexión que desemboque en una renovación de la inicia­ uno de los problemas más graves que observamos en nuestras actuales
ción a fin de que esta culmine en una renovación de la misma comunidad. «comunidades cristianas» y en nosotros mismos, que hemos recibido
Estamos convencidos de que poner en acto una forma de catequesis la fe -y de ello, a pesar de todo, damos gracias a Dios- como herencia
implicativa a todos los niveles de la comunidad conlleva una remodela­ de nuestras familias y en un ambiente sociológicamente homogéneo
ción de la catequesis actual. Ysi la catequesis de iniciación se desarrolla de cristiandad.
en esta clave proporcionará un ré- ensamiento de la comunidad ervi­ Todas estas cosas, además, plantean serios interrogantes a las comu­
rá a'su con ormaclon y edificación . nidades, especialmente a las comunidades parroquiales. ¿Realmente
......
hay un «deseo» de engendrar nuevos hijos? Y, supuesto que e'S'Fedeseo
exis~enemos realmente fe en que es posible hacerlo? Nuestras co­
2' HENRI DERROITTE, Por una nueva catequesis. jalones para un nuevo proyecto catequé­
tico, Sal Terrae, Santander 2004, 118-124; BILl HUE6SCH, La catequesis de todo la comuni­ munidades, ¿tienen verdaderamente una «conciencia misionera»?
dad. Hacia una catequesis por todos, con todos y para todos, Sal Terrae, Santander 2005; Hace ya unos años eran estas también -y otras- las preguntas que el
luc AERENS, La catequesis del camino. Una apuesta famí/íar, comunitaria e intergenera­ teólogo canadiense Gilles Routhier lanzaba también a las comunidades
cional, Sal Terrae, Santander 2006. cristi anas:
64 65

~
"1
I
«¿Creemos, como Iglesia, que podemos engendrar creyentes o nos hemos re­
signado a la esterilidad? Mejor: en una sociedad en la que la tasa de fecundi­
conocl~~~_12!OS de la fe, un auténtico «baño f~~,~~~a.:~~:~a «ín;'~J)ión»
en la vida comunitaria, en una expresión que viene haciénd se ya un
dad frecuentemente nos deja perplejos, ¿estamos convencidos, como Iglesia,
fu 'r común en el pensamiento catequetico actual. Necesita experimen­
que proponer la vida de Dios es algo que vale la pena?»29
tar que a e que se e anuncia es una e le en su realidad práctica.
Necesita poder decir «esto es verdad, se vive, se puede vivir, no es solo
8 Acoger, acompañar, integrar
teoría». En este sentido, la comunidad que nace de la vivencia del Evan­
Supuestos estos primeros interrogantes, una comunidad como «sujeto gelio y de la confesión de fe, es profecía.
gestante» es una comunidad que sabe acoger.acompañar e integrar en
sí. a estos nuevos hijos, puesto que el hecho de «en endran> no consiste e la escucha de la Palabra
únifamente en dar a" luz, sino en ayudar a crecer. La responsabi i a de
El «jniciando» debe hacer experiencia de una comunidad_viva que
la paternidad no acaba con el alumbramiento sino que prosigue a lo lar­
nace de la escucha de la Palabra, puesto que la comunidad no nace de
go de la vida.
la voluntad de quienes se congregan, sino de la llamada. Y una llamada
En este sentido, nos preguntamos también dónde puede encontrar, el que se hace persistente en el «caminar» de la comunidad, que debe, en
«iniciando», la vivencia comunitaria de la fe. Somos conscientes de que lo algún sentido, «reinventarse» continuamente mediante su permanen­
que ahora podemos plantear se halla bastante lejos de la realidad concre­ te escucha de la Palabra y, por tanto, mediante su también permanente
ta de nuestras comunidades, pero nos marca el ideal hacia el que las co­ conversión, Se le invita, pues, al «iniciando» a participar de este con­
munidades debieran caminar como comunidades realmente «misioneras» tinuo caminar cuya expresión fundamental se encuentra en el sacra­
que no solo se preocupan de «conservar» lo que tienen sino de anunciar mento de la Penitencia. Es una comunidad dinámica y viva, siempre en
y engendrar nuevos «hijos», no en un afán proselitista sino desde una camino, nunca perfecta, lo cual ayudará al «iniciando» a comprender
actitud de «propuesta» y oferta libr~e~vaUºsal de la fe. a la Iglesia con realismo, aprendiendo a conjugar el ideal y la humana
realidad.
€) El «baño eclesial»
A la escucha de la Palabra, la comunidad enseña también a ponerse a
La catequesis de iniciación no consiste únicamente en una transmisión su escucha mediante su estudio y reflexión y, de modo muy especial,
de conocimientos. El mIsmo Directorio lo señala claramente al enumeras por medio de la oración, no solo comunitaria sino también personal:
las «tareas» de la catequesis: grupos bíblicos, grupos de reflexión, grupos y experiencias de oración y
«La fe pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. la catequesis debe espiritualidad, pequeñas comunidades, etc.
cultivar cada una de estas dimensiones. Pero la fe se vive en la comunidad cris­
tiana y se anuncia en la misión: es una fe compartida y anunciada.» (DGC 84) ., la escucha de la Palabra
El iniciando, para poder vivir de un modo «integral» la fe cri5tiana, la vida y la fe celebrada se centra en los sacramentos, comenzando por
debe «experimentar» también esa fe realizada en una comunidad viva el Bautismo, desde la oferta catequética catecumenal y litúrgica cuyo
q~ no solo «conoce» su propia fe, sino que la celebra: la ora, la anun­ centro, tras el recorrido litúrgico anual (Adviento, Cuaresma, Pascua),
cia co~-liI..bn\. YJ.e.s.timonio. El iniciando necesita~'ifdemás de los lo constituye la Vigilia Pascual.
la liturgia «es la cumbre a la cual tiende toda la actividad de la Iglesia
29 GllLES ROUTHIER, «Un passage déplace le Iieu de l'Église», en Catéchese, 173 y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza» (Vaticano
(2003/4), pp.36-3 7. 11, SC 10). El centro ordinario de la comunidad cristiana es la Eucaristía
66 67

I
_-1- _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _-:-_ _ _ _,
l

en cuya toda la vida comunitaria se centra y se realidades más generalizadas en nuestras parroquias. En ellas, la cate­
concentra (SC 106). quesis es meramente un servicio «apendicular» de la gestión
La liturgia debería ser, en un cierto sentido, «el espejo de la comuni­ Por tanto este sería un segundo y fuerte interrogante o exige~ia: que
dad» al cual debería poder dirigirse a todo aquel que pregunta «quiénes la c unidad exista, porque la catequesis, en sí misma, pide, demanda y
sois y qué hacéis» recibiendo la respuesta evangélica «Venid y lo veréis» exi e comunl a , ara ser verdaderamente iniciación cristiana y cate­
Un 1,39). quesis. 0, en su caso, exige que la comuni a cristiana salga de sus ceni­
zas y se renueve, que recobre la vida perdida. Todos los documentos
o Anuncio y compromiso solidario oficiales de la Iglesia referidos a la catequesis se hartan de repetirlo, de
r ven ello, pero la realidad es todavía muy pobre o cada uno la in­
, el «iniciando» debería igualmente hacer la experiencia
terpreta acomodándola a su realidad de la que, por pereza,
y del compromiso, del testimonio misionero y del servicio de
desilusión o impotencia, no quiere deshacerse y así seguir donde siem­
la caridad, no solo entre los mismos miembros de la comunidad, sobre
pre y como siempre se ha estado. Hablamos de «comunidad misionera»,
todos los más débiles (pobres, ancianos, enfermos, etc.: Hech 2,44-45)
sino acerca de los excluidos, de la justicia, de la paz y de la integridad de pero nos quedamos donde hemos estado siempre. ¿Quién se pone a so­
la creación, puesto que toda comunidad vive en un contexto social y ñar en tiempos de «crisis»?
mundial en el cual debe realizarse lo que el Concilio enseña sobre el senti­ Una tercera interpelación de la catequesis a la comunidad, si existe,
do de la Iglesia en el mundo y recoge la misma liturgia: es que la comunidad cristiana se implique, toda ella, en la comunidad si
«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de qui~.Iesé: como dijimos haciéndonos eco de la reiterada afirmación
nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez , «origen, lugar y meta de la catequesis». Y esto exige implica­
gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada ción en los términos ya dichos al referirnos a la catequesis «de toda la
hay verdaderamente humano que no encuentro eco en su corazón ... La Igle­ comunidad».
sia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de
su historia» (GS 1).
f) ¿Qué interrogantes Plant~
Una verdadera co unidad cristiana, viva y renovada, exige inevitable­
6 CATEQUESIS Y COMUNIDAD CRISTIANA mente una catequesis viva y renova a. La.interpelaclOn¡ pues. esrecí­
p'roca, aunque, como es convicción ampliamente consensuada en quie­
nes pensamos la catequesis, es esta más bien, y no la comunidad, quién
o ¿Qué intérr6~~~~a hoy I implicará, si se renueva, la renovación de la catequesis. En ambos casos
a la c~ad_~r~~n'p ~ «nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, por­
que lo añadido tiraría del vestido y se produciría un desgarrón peor. Ni
A partir de todo lo visto hasta aquí, uno de los primeros interrogantes que
la catequesis plantea a la comunidad es. cómo poder vivir y llevar a cabo tampoco echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los
toda la dimensión comunitaria de la catequesis en «comunidades» que no pellejos revientan y el vino se derrama, y 105 pellejos se echan a perder.
loso'n. A ello hemos hecho ya referencia al constatar la realidad de nues­ Hay que echar el vino nuevo en pellejos nuevos, y así ambos se conser­
tras comunidades cristianas, más funcionales que comunitarias, más van» (Mt 9,1
persas que animadas desde la «comunión», etc. Insistimos: salvado, glo­ Una comunidad viva y renovada no permite que la catequesis vaya
riosas excepciones que, dicha sea la verdad, no son pocas, esta es una de por su lado, al margen de ella misma, como un mero «apéndice» de la

68 69
vida de la comunidad. La catequesis no es un «servicio» ue ofre e una y j.e visibilizarse. ¿Dónde, si no, va a encontrar la <;_<!!.~.lJ.e5.ÍS--es decir,
«e~!¡;¡cióo de servicios», esa «gaso inera» que desde hace tanto tiempo los catequizandos- ese ámbito en el 9.!lS'_~~Ylll.ergir.s.e» para v!vir en ple­
hemos denostado al hablar de la parroquia, de la que se cuidan los «encar­ nituc\Ja.)Jida e4stiana eclesial?
gados» (esta vez voluntarios y no a sueldo y no siempre con las motivacio­ La [es uesta a los problemas de la catequesis no es, por otro lado, una
nes adecuadas). La catequesis forma parte viva de la comunidad, pues ella respuesta meramente metodológica o técnica. No se tra a e nuevos
es -repetimos una vez más- su origen, lugar y meta. La catequesis no es matenales, de nuevas pedagogías, de nuevas estructuras y ro ra cio­
una acción «paralela». n s, aunque eso tam I n sea necesano. a respuesta e fondo a los pro­
bT~mas de la catequesis es la revltalrzaclon de su espíntu comunitario en
En consecuencia con esto último, la comunidad exige a la catequesis ya
los catequistas que formen parte de la cOIJlunidad, que se sientan enviados
por ella y que realicen suJª~or en c-onsonancia vital con lo que la comuni­
I\
. el seno de una comunidad vivamente creyente y sus eXigencias, ¡Jues lo
¡ qu'e evan elíza, lo que inicia a la fe, no es únicamente la-actividadO las
dad vive. No existen catequistas «por libre». No puede cada uno llegar y acciones aisladas de la comuni a como sena, en este caso, la cateque­
.~

realizar su trabajo como quien va a dar una clase de apoyo sin referencia al sis)Sino la vida enter-ci de la comunidad cristiana__ en toda su plenitud e
centro en el que participa y de cuya inspiración nace su actividad. La cate­ in'tensidad .._ - _ .
quesis y el catequista son «otra cosa»: deben estar enraizados en la comu­ El grupo de catequistas, como tal grupo, debe ser vivido como un ám­
nidad, formando parte de ella, viviendo en ella y de ella, y transmitiendo bito de experiencia comunitaria, no desligado del conjunto, sino partici­
«lo que a mi vez recibí», como dice el apostol Pablo (1 Cor 15,3). pando de la vida real comunitaria de la parroquia. Solo desde ahí po­
drán los catequistas educar a los catequizandos en el sentido comunitario
f) ¿Qué repercusiones tiene todo esto para la catequesis? de la fe y conducirles a la «inmersión» en la vida de la comunidad.
Lo dice el mismo Directorio General para la Catequesis al referirse al
papel de los presbíteros en la comunidad: como tarea propia, entre otras
e Líneas de acción
y la primera, está la de «suscitar en la comunidad cristiana el sentido de 1. Es necesario, por tanto, una conversión auténtica de la pastoral pa­
la común responsabilidad hacia la catequesis, como tarea que a todos rroquial a la vivencia comunitaria.
atañe» (DGC 225). y en ese mismo número añade: «integrar la acción • ~~o eSJ:lna estación de servicios. Es necesario un re­
catequética en el proyecto evangelizador de la comunidad « y «garanti­ p'J-a,;;t:eamlento a fondo de su sentido y de su acciól'lpastoral. Y,
zar la vinculación de la catequesis de su comunidad con los planes pas­ dada la realidad actual, en la que la figura del párroco y los presbí­
torales diocesanos ayudando a los catequistas a ser cooperadores acti­ teros tienen todavía una importancia que supera (o muchas veces
vos de un proyecto diocesano común» impide) la vitalidad responsable de los laicos, se hace urgente una
Esto supone, como acabamos de decir, un replanteamiento y una re­ formación de los presbíteros y de los agentes de pastoral en una vi­
novación de la comunidad, que no puede seguir haciendo sin más lo que sión comunitaria de la vida de la iglesia y en la dimensión catequéti­
venía haciendo, sino que debe preguntarse por su vitalidad, atendiendo ca de toda la vida de la comunidad.
no solo a una renovación de las simples estructuras sino a una renova­ • Nos parece realmente insuficiente la f~)[mación catequética y comu­
ción y revitalización de la fe personal y comunitaria redescubriendo en nitada de los nuevos presbíteros en los seminarios y en los estUdios
ella la vida del Espíritu. de teología. y digamos lo mismo de las «escuel<is» e «institutos» don­
~ Es imposible cambiar y renovar la catequesis sin que, al mismo tiem­ deSeTórma a los laicos como agentes de pastoral. Como nos decía
/ ~~' J.e cambie y se renueve la nÚsma comunidad, su forma de re~zarse Juan Pablo 11 en las prioridades pastorales para el nuevo milenio:
! 70 71
«Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiri­ íNDICE
tualidad de la comunión proponiéndola como principio educativo en todos
los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los mi­
nistros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se PRESENTACiÓN 5

construyen las familias y las comunidades» (Novo Míllennio Ineunte 43).


2. Es necesaria la integración real y vital de los catequistas y su reconoci­ 1

miento como tales en el ámbito del «núcleo apostólico» de la comunidad. LA SITUACiÓN


• Ellos son parte esencial de la vida apostólica y misionera de la co­ 1. La situación en la sociedad en general ................................. . 8

munidad. De ahí también la necesidad de su integración total en los


1. Secularismo e increencia .................................................... 8

Consejos Pastorales Parroquiales.


2. Pluralismo cultural y religioso ............................................ 9

• En consonancia con todo esto, es necesaria la ubicación del grupo


de catequizandos en la misma vida y tejido de la comunidad cristia­ 3. Analfabetismo y falta de experiencia religiosa ................... .. 10

na. Al igual que la catequesis no es un «apéndice» de la vida pasto­ 4. Indiferencia y necesidad religiosa .................. :.................. .. 10

ral de la parroquia, tampoco el grupo de catequizandos (niños, jó­ 2. ¿Podemos decir que España es «tierra de misión»? ............... . 11

venes, adultos, catecúmenos o «reiniciantes») es un «apéndice» 3. Los destinatarios ................................................................... 12

ajeno a la vida entera de la comunidad.


1. ¿Catequesis para todos? ¿En qué condiciones? .................. .. 12

• Si esta es comunidad «gestante», como antes diíimos, no puede por


2. ¿Por qué hablamos de opción preferencial por el mundo

menos de integrar en sr, como parte de su vida «materna», al grupo


adulto? ............................................................................ . 13

de los catequizandos, ayudándoles testimonial y activamente a vi­


vir ellos también la vida de la comunidad. 4. Los instrumentos catequéticos .............................................. 14

1. ¿Cuál es el valor de los instrumentos catequéticos? ............ . 14

2. ¿Hacia una nueva sensibilidad en la elaboración de materiales

y la organización de la catequesis? ..................................... 15

EL PROCESO DE EVANGELIZACiÓN
1. la evangelización como proceso ........................................... 17

1. ¿Qué queremos decir con la expresión «el cristiano no nace,

se hace»? ........................................................................... 17

2. ¿Qué dudas y preguntas provocan la catequesis tradicional en torno

a los sacramentos? .......................... ....... ........................ ...... 17

3. ¿Por qué hablamos de «proceso de evangelización»? ¿Qué quiere

decir que la evangelización es un «proceso»? ........................... 18

4. ¿Es verdad que con frecuencia se usan erróneamente los términos

«evangelización» o «catecumenado»? .................................... 20

72 73

!
.1
~

2. El proceso evangelizador de cada persona ........................... . 21


4

1. ¿Podemos ver la acción del Espíritu en el proceso evangelizador

lA COMUNIDAD

de cada persona? ................................................................ . 21

1. ¿»Por qué» y «desde donde» nos preguntamos por la


2. ¿Tiene «lógica» el proceso madurativo de la persona en la fe? ..... . 22
comunidad? ......................................................................... . 49

3. ¿Cómo respetar la libertad personal a la hora de iniciar un proceso


1. La comunidad» elemento de toda iniciación ..................... ..
49

de evangelización? .............................................................. . 23

4. ¿En qué dimensiones o en qué aspectos debe llevar el proceso 2. La necesidad de un «contexto vital» ................................ ..
50

evangelizador a la maduración en la fe de la persona? .............. .. 24


3. Vinculación catequesis-comunidad ................................... ..
50

3. Hacia un nuevo modelo de creyente ................................... .. 27


4. Renovada actualidad ....................................................... ..
50

5. La catequesis inicia en la comunidad ................................ ..


51

3
2. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de comunidad? ....... .
52

lA INICIACiÓN CRISTIANA
1. Comunidades eclesiales .................................................... ..
52

1. la originalidad de la fe cristiana ......................................... ..


32
2. La pertenencia comunitaria: vida y estructura .................. ..
53

1. ¿La iniciación es una realidad humafla? .................................. ..


32
3. El misterio de la «comunión» ........................................... ..
53

2. ¿Qué es iniciación cristiana? ................................................ ..


34
4. La comunidad como «carne limitada» ............................... .
54

3. ¿Por qué esta originalidad? ....................................................


36
5. las comunidades «inmediatas». La parroquia ..................... .
55

4. ¿Tiene un final la iniciación? ................................................. .


37
3. ¿En qué sentido se dice que «toda la comunidad es responsable
2. la iniciación cristiana en la catequesis ................................. .
38
de la catequesis»? ................................................................ . 55

1. ¿Por qué hablar hoy de iniciación cristiana en la catequesis? ..... .. 38


1. Un poco de historia .......................................................... .
56

2. ¿Cuál es el sentido de la expresión catequesis de iniciación? ....... .


41
2. Comunidad catequista ..................................................... ..
57

3. ¿Cuáles son las características principales de una catequesis

3. Tarea común y responsabilidad diferenciada ..................... ..


57

de iniciación? ......................................................................
43

4. «La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la


• Facilitar la experiencia pascual con el Señor Resucitado .. . 43
catequesis» (DGC 254) ...................................................... .. 59

• Abrir a la persona a la acogida libre del Dios que la solicita . 43

• Leer y escuchar la Palabra de Dios ................................. .. 43


4. la realidad nos interroga: la catequesis de iniciación ¿dónde
• Favorecer el ejercicio de la libertad personal ................. .. 44
encuentra habitualmente esa comunidad que acabamos de
• Contar con un proceso que requiere tiempo ................... . 44
describir? ............................................................................ . 60

• Proponer itinerarios diversificados y personales ............ .. 45


1. Colaboremos en el empeño por recrear la comunidad cristiana 60

• Marcar el paso de etapas con celebraciones .................. .. 46


2. Optamos por una catequesis de iniciación edificadora de
• La formación de los catequistas ................................... .. 47
comunidad ...................................................................... .. 61

3. Evitemos el riesgo de fundar comunidades paralelas .......... ..


61

4. Aportación original de la catequesis a la comunidad


eucarística dominical ....................................................... .. 62

74
75

5. Tentación a evitar, no solo real sino con frecuencia


DIDAJÉ
consentida ....................................................................... . 64
6. Convicción compartida a modo de conclusión .................. ..
64
5. ¿Qué rasgos se le piden a una comunidad para que sea «sujeto 1. ¿ Quién
sabe rezar el Padrenuestro?, MARTíN VALMASEDA
gestante» de la iniciación cristiana? ................................... .. 65 2. Metodología catequística para niños. Cómo dar catequesis hoy, LUIS
1. Comunidad gestante ......................................................... .
65 M. BENAVIDES (2ª ed.)
2. Acoger, acompañar, integrar ........................................... ..
66 3. Juntos somos más que dos. Pistas a un hijo para vivir en pareja, MARI
3. El «baño eclesial» ............................................................ ..

66 PATXI AYERRA, ilustraciones de JosÉ LUIS CORTÉS (7ª ed.)


4. La escucha de la Palabra ................................................... .
67 4. Cristología sobre la marcha, JosÉ IGNACIO ANTOÑANA I CARLOS CUADRADO
5. La vida litúrgica ...................................... , ............... ..........

67 5. Introducción básica al cristianismo, ALFREDO MIRALLES (3ª ed.)


6. Anuncio y compromiso solidario ...................................... ..
68 6. EI . coordinador de Pastoral. Un servicio a la comunidad, lOSÉ LUlZ
6. Catequesis y comunidad cristiana ....................................... ..
GARCíA
68
1. ¿Qué interrogantes plantea hoy la catequesis a la comunidad 7. Catequesis intergeneracional, ISABEL AZEVEDO DE OUVEIRA
cristiana? ......................................................................... . 68 B. Relatos para el despertar religioso, PEDRO SÁNCHEZ
2. ¿Qué interrogantes plantea la comunidad a la catequesis? ." 69 9. Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana hoy, ASOCIA­
3. ¿Qué repercusiones tiene todo esto para la catequesis? ...... . CiÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA) [Cuadernos AECA 1] (2ª ed.)
70
4. Líneas de acción ............................................................... .
71 10. Relatos para anunciar que Jesús es el Señor, PEDRO SÁNCHEZ
11. La conversión misionera de la catequesis, EUROPEO DE CATEQUE­
SIS (EEC) [Cuadernos AECA 2]
12. De la fe maltratada a la fe bien tratada, LUIS RESINES LLORENTE
13. El primer anuncio. El eslabón perdido, XAVIER MORLANS [Cuadernos
AECA 3] (5ª ed.)
14. La familia, ¿lugar de educación en la fe?, EMILIO ALBERICH [Cuadernos
AECA
15. La fiesta de nuestro matrimonio, MICHEL SCOUARNEC
16. Iglesia, campo de misión, ANTONIO ALCEDO TERNERO [Cuadernos AECA 5J
17. El catecumenado de adultos. Catequesis para una fe adulta,
SASTRE GARcíA
lB. La dimensión narrativa de la catequesis, EUROPEO DE CATEQUESIS
(EEC) [Cuadernos AECA 6]
19. Pedagogía del primer anuncio, CARLOS CARVAJAL (2ª ed.)
20. Una pregunta a fe, ROLAND LACROIX I DENIS VILLEPELET
76
77
21. Hablar de la «soI vació m> en la catequesis de hoy, lUAN PABLO GARCíA
MAESTRO [Cuadernos AECA 7]
22. Escuela y religión en Europa, FLAVIO PAlER [Cuadernos AECA 8]
23. iSocorro, soy catequista!, LUIS M. BENAVIDES
24. Dios dialoga con el hombre, JUAN CARLOS CARVAJAL
25. El lenguaje y los lenguajes en la catequesis, EQUIPO EUROPEO DE CATE­
QUESIS (EEC) [Cuadernos AECA 9]
26. Temas difíciles con niños, LUIS M. BENAVIDES
27. La catequesis que soñamos, ASOCIACiÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA)
[Cuadernos AECA 10]

78

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