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l alcance de quienes decidan traspasar el de dibujantes poco duchos en los constructos Argüelles y Duchy Man, se incluyeron en las páginas
portón del antiguo palacio de los condes dramatúrgicos —para no dedicar más líneas de la de marras “La catedral sumergida”4 y “La ciudad
de San Esteban de Cañongo, en la Plaza Vie- cuenta a las pobres grafías de obras cuyos valores muerta”, como piezas maduras, sólidas y sencilla-
ja de la Habana colonial, hoy Vitrina de Valonia, se no pueden ser mesurados más que como premios mente bellas.
hallan algunos de los más interesantes y hasta tras- de consolación por haber participado en el labo- Allende cualquier excesivo convencionalismo
cendentes títulos de la magra historieta contem- ratorio-taller. narrativo, excepto en su proemio y su prólogo, que
poránea cubana. Impresos con todo el primor del Más allá de unos relatos llanos hasta la ingenui- marcan la naturaleza, ya alucinante, ya epifánica,
desprejuicio hacia un arte asaz subvalorado en la dad rampante, didácticos y moralistas hasta la fu- del relato principal; “La catedral sumergida” esta-
nación, estos álbumes editados allende las fronte- tilidad más olvidable, u otros más decentemente blece un diálogo-tributo visual con las crípticas Es-
ras del archipiélago, sea con perspectivas meramen- aleccionadores pero igualmente simples, destacan tancias del Dzyan, cosmogonía que sustenta los
te promocionales o destinadas a mercados en Crónicas urbanas algunas obras que tomaron el saberes teosóficos. El autor remonta la figuración
foráneos, y con una escasa tirada agravada por mejor y más lúcido de los senderos: desatender surrealista de holgada esbeltez para articular este
precios un tanto prohibitivos, ipso facto se elegantemente la moldura establecida a priori y reflejo o eco gráfico; nunca interpretación ni ilus-
conviertieron en rarezas bibliográficas para nues- lanzarse al libre explayamiento creativo. Gracias a tración, pues persigue mantener la solemne atmós-
tros públicos, no bien ocuparon las estanterías de las respectivas temeridades de Yolyanko William fera esotérica que emana del hermético simbolismo
la única biblioteca cubana especializada en el No-
veno Arte.
EL CAIMÁN BARBUDO—septiembre-octubre—2016
Lo mismo pudiera definir al grueso del más ba- del XX —y hasta un guiño mínimo y coherente al cine infanto-juveniles y banalizaciones tendenciosas del
lanceado Soñar La Habana…, donde descolla una de rumberas— con “Rosa de La Habana”. Su versión concepto de lo nacional. Cardinales también resul-
singular obra de puro estilo naif —o incluso extendida a más de cuarenta páginas, solo en francés, tan sus visualidades “realistas”, apegados estos
primitivista— como es “Pollo por pescao”, de Bár- ya vio la luz en Bélgica (2016) bajo el sello Mosquito, autores al comic de aventuras occidental.
bara Coloma, que irrumpe cual versión muy cuba- suscribiéndose quizás a las filas de la novela gráfica. No renuncian, sobre todo Palacios, a la articula-
na de la iraní Marjane Satrapi (Persépolis, ción —discreta— de mundos y contextos fantásti-
Bordados), y esparce su grafía juguetonamente, OJALÁ LA HISTORIETA CUBANA… cos, que tampoco dejan de obedecer a ciertas y
infantiloide, sobre tres breves y coloridas páginas; muy nítidas pautas estéticas de esta zona de la crea-
suficientes para contener la minimal y fantástica La pequeña eclosión de concursos de historie- ción. Lo mismo para el ser extraterrestre que de-
historia. Lástima la opción de una tipografía de tas cubanas suscitada en el último lustro, como termina el clímax de “El primer…” En su sólida
imprenta para plasmar el texto, elemento que tien- “Caimán a cuadros” (2010), auspiciado por El Cai- “corrección” formal, nunca llegan a arriesgarse en
de a quebrar la armónica atmósfera de noche y mán Barbudo, y “Cuadro a cuadro” (2011), convo- terrenos más complejos.
magia conseguida, en vez de haber confiado la cado por el programa homónimo de la Televisión Sin embargo, en algunas de las siete obras fina-
autora en sus propias posibilidades rotuladoras. Cubana y los Estudios de Animación del ICAIC, ha listas de la beca —se incluye una página per cápita
Aunque apreciables son la ríspida humorada del venido a urdir nuevos nichos promocionales para a manera de anexo— se advierten otras búsquedas
“Conde Barreto” (María Esther Lemus) y la acre algunas de las creaciones contemporáneas más in- formales y narrativas, de promisoria complejidad:
fábula de “El gato” —donde Dick Manresa dialoga teresantes, además de esbozar una loable “Mi tío el empleado”, de Alejandro y Leandro
conscientemente o no con el Tobblemory del rela- jerarquización. Rodríguez; “Por primer vez”, de Raynier Bermúdez;
to de Saki—, la muda “Posviviente” (Giancarlos La Beca de Creación Ojalá (2012), pensada por y sobre todo “Rosas y espinas”, de Arí Bayolo. Pero
Pruna) es la otra joya de la corona en este caso. La Silvio Rodríguez, ha arrojado el resultado más “lu- parecen no haberse concretado en resultados sóli-
llaneza anecdótica enfatiza la absurda quebradu- joso”, con la edición de un exquisito volumen (fe- dos, apostando finalmente el jurado por las “segu-
ra de la realidad que supone el personaje chado en 2013, pero comercializado par de años ras” y muy atractivas piezas de Montos y Palacios.
protagónico, deambulante a sus anchas sobre los después) de tapa dura, páginas cromadas e impre- Una vez más, permanece prácticamente ausen-
tendidos eléctricos de la ciudad. Anomalía esta que sión en cuatricromía, que lo sitúa a niveles editoria- te la figura del guionista, rol asumido por el dibu-
engarza en la diégesis como un elemento totalmen- les internacionales, intitulado Premio de creación jante en arriesgada incursión en la plenitud autoral,
te naturalizado; lo que viene a delatar un cosmos Ojalá 2012. Historietas. El “caché” industrial favo- que no siempre arroja buenos frutos. Aunque am-
ligeramente divergente y más terrible de lo que se rece el disfrute de la lectura de las dos obras re- bos creadores decidieron apelar a la literatura para
muestra. compensadas: “El primer encuentro”, de Osvaldo poder asentarse en muelles/hombros de gigantes.
Si bien Duchy Man repite su presencia con “El Pestana (Montos) —gran constante autoral en los Adaptación del cuento homónimo del satírico
pueblo alado” (guion de Yaima Castro), esta pieza, tres concursos referidos—, y “El viaje”, de Luis Aguiar escritor cubano de sci-fi, F. Mond (Crónicas koradianas,
amén de su línea segura y garbosa, no emula con su Palacios (Palacios). Cecilia después o Por qué la Tierra), la propuesta de
precedente a escala de historia y relato. Sin embargo, La ciencia ficción y la adaptación de textos lite- Montos lanza intensos guiños estético-narrativos a
Alexander Izquierdo supera su “Super(Alex)man” de rarios de autores cubanos como F. Mond (El pri- la (editorialmente) inconclusa “Yakro”, de Orestes
Suárez, publicada par de decenios atrás en la des-
aparecida revista trimestral Pablo. Ambas abordan
el paleocontacto: la visita de civilizaciones
extraterrestres humanoides muy desarrolladas a la
Tierra prehistórica.
“El primer…” consiste en una secuencia
relampagueante, de acción inniterrumpida y coro-
nada por un inesperado golpe de efecto conclusi-
vo. Destaca en ella el uso del silencio; el parco
empleo de los diálogos consolida la hegemonía del
ícono, de la imagen no verbal como recurso expre-
sivo cuasi omnímodo. El encuadre, con preeminen-
cia del primer plano, viene a servir de elemento
significador de las acciones y los objetos. El intenso
montaje aparece como dinámica herramienta na-
rrativa. Las viñetas y sus estructuraciones, un tanto
convencionales, agilizan la narrativa hasta ritmos
vertiginosos mediante fugaces primeros planos y
planos-detalle; mientras, para escenas climáticas o
planos generales de altos rigores plásticos, se ex-
playa en amplias composiciones a página comple-
ta, que pueden o no englobar viñetas menores.
No poco entusiasmo despertó en mí la valiente
adaptación que Palacios propone de una de las —
en mi opinión— grandes novelas cubanas y de las
más olvidadas: El viaje, de Miguel Collazo (El libro
fantástico de Oaj, Onoloria), casi perdida en la irre-
gular colección Radar de los setenta y ochenta.
Contrario a la breve y sencilla historia de Mon-
tos, Palacios se lanza, —repito— valientemente, a
revisitar, revalorizar y adaptar el críptico texto
desde su contemporaneidad; y más aún, conden-
sar la compleja trama, pletórica de personajes y
sucesos, en apenas 26 páginas, rebosantes de ho-
rror vacui, exacerbado por la adición de un oscuro
cromatismo.
Se apoya en una composición más convencio-
nal, casi siempre de viñetas pequeñas y bien delimi-
tadas, con algunas excepciones que, en pos de la
espectacularidad, dinamizan la historia. Opta por
la figuración de corte épico-aventurero, cercana al
universo howardiano del cimerio Conan y el atlan-
te Kull.
La síntesis conduce en este caso a una simplifi-
cación de las dimensiones simbólicas de la novela,
la desaparición de arcos dramatúrgicos completos,
y una encriptación un tanto excesiva, en el intento
por concentrar la mayor información posible en
cada página; más la acelerada conclusión que, aun-
14 que coincidente con la escritura de Collazo, se
desfasa con la trama planteada en la historieta.
EL CAIMÁN BARBUDO—septiembre-octubre—2016
Reseña
ENCUENTRA A SU AUTOR
Por Rafael Grillo
EL CAIMÁN BARBUDO—septiembre-octubre—2016
Marta Rojas, Julio Travieso, Roberto la Eterna Juventud, e inocularse los enciclopédicas. Y como una forma de años mozos, iniciándose la trama con
Méndez, Leonardo Padura, Ernesto miedos a comedores de hombres o recalcar sin ambages otras influencias el acontecimiento que arranca al per-
Peña) sí se atrevan con el pasado de despiadadas mujeres guerreras (las literarias, habrá un personaje nombra- sonaje de su cálido entorno de naci-
la Isla, seguía lejano y sin ser narrado Amazonas). do Fray Umberto Eco —alter ego del miento para empujarlo a los rigores
el siglo XVI. Hasta que, al fin, ha llega- De la novela de aventuras tradi- semiótico y narrador italiano que, y vicisitudes varias de la vida, por los
do la hora del pirata Diego, porque cional va a retomar Velázquez Medina entre tantas, escribió La isla del día territorios del vasto y raro mundo; y
acaba de encontrar a su escriba en varios de su motivos arquetípicos: due- después, novela muy afín con El que va a culminar justamente en el
Fernando Velázquez Medina, cuya los entre navíos sobre el mar, batallas mar…—, y otro que es capitán de na- encuentro con Francis Drake, donde
novela El mar de los caníbales ha vis- de indios y blancos en tierra, encuen- vío llamado Antonio Benítez, alias El iría a delinearse todo el destino fu-
to recién la luz por la editorial Letras tros con fabulosas criaturas de las pro- Rojo, un doble del autor cubano de turo del joven Diego. Así que, curio-
Cubanas. fundidades (sierpes marinas, calamares El mar de las lentejas. samente, aun cuando el escritor
Engendrado en la capital de la An- colosales, blancas ballenas asesinas a Conscientemente asumida en la tó- buscó ofrecer temprano a los lecto-
tilla Mayor al igual que su personaje, lo Moby Dick) y de la jungla profunda nica posmoderna, la novela de Fernan- res algunos indicios para que su pro-
pero en 1951, y actualmente residen- (serpientes emplumadas, cocodrilos de do oscila entonces entre la severidad y tagonista fuera identificado con la
te en la norteña ciudad de New Jer- tamaño prehistórico, jaguares ham- fidelidad de la novela histórica para di- figura del notorio pirata mestizo, a
sey, el escritor ha dado un giro brusco brientos). No faltan en los alrededo- bujar un contexto epocal; y el relajamien- la postre, tras 400 páginas, nos deja
respecto a su primera novela, Última res del protagonista la consabida dama to y libertad creativa para desplegar las con el regusto en los labios de que
rumba en La Habana, la cual abreva- fatal —aquí se llama Hortensia peripecias dramáticas que se disfruta en estamos apenas en el preámbulo, y
ba en los problemas del presente y Zubiadú, y evoca a una figura similar una novela de aventuras. Por si fuera que lo mejor, lo más atractivo, esta-
las aguas del llamado “Realismo Su- creada por Arturo Pérez Reverte para poco, a este festín del cruce genérico ría por venir.
cio”, para mirar atrás, al personaje su saga El Capitán Alatriste, acaso la habría que adicionar otra fórmula tra- Al respecto, nos queda esperar
histórico, y atribuirle peripecias aca- mejor obra contemporánea en esta dicional, aquella que encarna un texto que Fernando Velázquez se apiade
so verosímiles (algunas verídicas y las cuerda de la novela de piratas—; y el canónico como Memorias de Adriano, del público lector y sus expectativas,
más inventadas), en un tipo de ficción perseguidor furibundo—encarnado de Marguerite Yourcenar, o el más re- y se atreva a continuar, prodigándose
que rescata el tono de los Cronistas por el prelado franciscano Diego de ciente El testamento de Aristóteles, del en el desarrollo de toda una saga de
de Indias y también la excedida fabu- Landa, tan villanoterrible como el Go- español Alfredo Marcos. En estas obras novelas inspiradas en un estupendo
lación de la novela de aventuras con bernador Van Gould de la célebre se asume el molde narrativo conocido personaje autóctono, hijo de la His-
tema de piratas, que cultivaron los serie salgariana—. Los combates en- como “Epístola”, donde el recuento toria y la Leyeda, que solo a la altura
hoy clásicos Robert L. Stevenson (La tre fieras de la selva, el asecho de gi- memorístico desplegado en primera per- del siglo XXI, por fin, ha encontrado
Isla del Tesoro), Rafael Sabatini (El Ca- gantescas pitones y reptiles sona tiene la misión de ser legado testa- a su autor.
pitán Blood) y Emilio Salgari (El Cor- venenosos, la mención a la armadura mentario, consistir en una extensa carta
sario Negro). del Capitán Tormenta, son algunos de de valor didáctico, cuya finalidad es la