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Hans Schuster R.
1.1 Principios del siglo XX
Como revelan las estadísticas disponibles, el PIB latinoamericano creció a una tasa
promedio del 5,6 % anual entre 1950 y 1980, índice superior en el período al de la economía
mundial (4,7 %), y al de Estados Unidos (3,5 %) y Europa Occidental (4,2 %), en particular.
Ello fue posible gracias a un considerable proceso de acumulación, evidenciado en el
aumento de los coeficientes de inversión de la mayoría de los países de la región. El PIB por
habitante, por su parte, que era equivalente a US$ 432 en 1950, pasó a US$ 982 en 1980
(Martner, 1986).
1 A partir de la década de los ochenta se inicia en muchos países de América Latina, un duro proceso de inserción
en el mercado mundial. Las transformaciones que estas naciones se ven obligadas a instrumentar en su economía
les significaron un costo tal alto que muchos economistas han etiquetado este período como "la década perdida".
proceso económico más reciente, en materia de desarrollo social no se han logrado evidencias
fuertes de recuperación. En el período de la modernización, América Latina mostró avances
muy claros en casi todos los indicadores disponibles, afirmando un creciente proceso de
diversificación social en casi todos los países de la región. Esto resultó muy notorio en el
aumento de la población global y de la población activa en particular, así como en el creciente
proceso de urbanización y tercerización2 de la fuerza de trabajo.
La población3 se duplicó entre 1950 y 1980, pasando de poco más de 159 millones de
habitantes a más de 351 millones, paralelamente a un fuerte proceso de urbanización, ya que
mientras en el comienzo de dicho período apenas un tercio de la población habitaba en
ciudades, a fines de los ochenta más de las tres cuartas partes de los latinoamericanos residían
en el medio urbano. Simultáneamente, se incrementó la población económicamente activa,
que cambió claramente su constitución interna; de poco más de 55 millones de activos en
1950, se pasa a casi 120 millones en 1980, siendo mucho más notorio el crecimiento entre
las mujeres activas (el total se cuadruplica en el período) que entre los varones (que apenas
duplican su volumen). Se provocaron progresos en la educación, por lo menos en términos
de cobertura, muestra de eso, la reducción del analfabetismo en casi todos los países de la
región, el acceso más amplio de la población a la enseñanza primaria, y a la enseñanza media,
y la masificación de la matrícula en la educación superior, procesos todos que se
desarrollaron en casi todos los países de la región. Asimismo, la paz social constituye una
fuerza productiva económica, enseñanza que debería aprenderse a partir de la exitosa
experiencia del periodo de posguerra en Europa Occidental.
2 Crecimiento excesivo del sector terciario de la producción o sea los “servicios”, entre ellos el comercio,
mientras hay un desarrollo insuficiente del sector industrial.
3 Cfr. Jóvenes, formación y empleo
http://www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/temas/youth/doc/not/libro25/i/. Recuperado
el 19 de agosto de 2005
la Alianza se reunieron en Punta del Este, Uruguay, para evaluar los avances y reafirmar su
compromiso con el programa suscrito. El punto más importante que se acordó fue la creación
de un Mercado Común Latinoamericano, que reemplazaría a la Asociación Latinoamericana
de Libre Comercio.
El golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, que derribó a Carlos Prío Socarrás (1948-
1952) e impuso la dictadura de Fulgencio Batista, fue el germen sobre el que habría de tener
lugar la Revolución Cubana. A partir de estos acontecimientos, el descontento del pueblo
cubano fue en aumento y no concluyó hasta el triunfo definitivo de los revolucionarios. El
26 de julio de 1953, con el asalto al cuartel de Moncada, comenzó la insurrección contra la
dictadura de Batista. El ataque, dirigido por Fidel Castro al mando de unos 200 hombres,
fracasó y su jefe fue condenado a 15 años de prisión en la isla de Pinos (renombrada en 1978
como isla de la Juventud). Amnistiado en 1955, Castro se exilió en México, creó el
Movimiento 26 de Julio, reorganizó a los insurgentes y entró en contacto con el
revolucionario argentino Ernesto Che Guevara.
En diciembre de 1956, a bordo del yate Granma, Fidel Castro desembarcó en la playa
de las Coloradas, situada en la ensenada del Turquino (en el extremo suroriental de Cuba), y
se adentró en sierra Maestra. Allí recibió el apoyo de buena parte del campesinado y comenzó
una guerra contra el gobierno que duró dos años. La isla estaba, en este periodo,
completamente entregada al capitalismo estadounidense, que controlaba el 90% de las minas
y de las haciendas, el 40% de la industria azucarera, el 80% de los servicios públicos y el
50% de los ferrocarriles y de la industria petrolera (Pérez-Stable, M. 1998).
4 “El logro más importante de esta época, no ha sido el invento de la fuerza atómica, ni la conquista del espacio
cósmico, sino el despertar de la conciencia de que todos, sin excepciones, tenemos derecho a vivir bien, de que
este derecho no es privativo de unos pocos. Para lograr realizarlo se necesita un cambio profundo. Esta profunda
transformación social se hará por el cristianismo o por el comunismo, pero se hará. Nosotros somos
responsables de que se realice bajo la guía cristiana o de que se tenga que efectuar bajo la bota implacable y
atea del comunismo. Este es el dilema inexorable”. (García-Herreros, R., 1961)
5 Cfr. Winocur Marcos, (1979) Las clases olvidadas en la Revolución cubana. Barcelona: Editorial Crítica
A fines de 1958, la guerrilla asentada en su base principal de sierra Maestra, así como
el denominado II Frente Oriental, había acabado prácticamente con la resistencia del Ejército
de Batista. El 8 de enero de 1959, Castro entró en La Habana, de donde ya había huido el
dictador Batista a Santo Domingo, y se designó presidente a Manuel Urrutia Lleó, aunque el
poder efectivo estaba en manos del principal dirigente revolucionario, que pronto se convirtió
en primer ministro. En julio de 1959, Urrutia, descontento por la negativa de Castro a celebrar
elecciones, fue sustituido por Oswaldo Dorticós. El nuevo gobierno adoptó medidas
radicales: Ley de Reforma Agraria, que entregaba la tierra a los campesinos, creación de un
Ejército nacional y alfabetización de la población.