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1.

Resumen
La conjuntivitis es una inflamación de la membrana interior del párpado que puede ser
causada por una alergia o una infección (viral o bacteriana), así como prúrigo ocular y la
presencia de un cuerpo extraño en ellos. No respeta sexo ni edad y se distribuye de modo
uniforme en el mundo. Las conjuntivitis bacterianas pueden desencadenarse por el contacto
mano-ojo, descompensación de la flora normal, factores extrínsecos, reflujo de gérmenes
patógenos por vía retrógrada a través de los conductos lagrimales y por inoculación de
sustancias contaminadas del medio como polvo y partículas. Cualquiera que sea la causa, el
hecho es que las fuerzas mecánicas y bacteriostáticas del parpadeo y la lágrima son
insuficientes para controlar el crecimiento de microorganismos, originando conjuntivitis
bacteriana. Se calcula que el 50% son de origen bacteriano y el 50% de origen vírico. La
diferenciación clínica entre unas y otras es difícil aunque la presencia de otitis puede orientar
a un origen bacteriano (H. influenzae), mientras que la presencia de faringitis hace más
probable un generalmente se trata de un proceso leve y autolimitado. Sin embargo, hasta un
80% de los pacientes reciben tratamiento antibiótico tópico. Uno de los principales motivos
por los que se prescribe tratamiento antibiótico es para disminuir las ausencias a guarderías
o colegios. La conjuntivitis infecciosa aguda es un problema común en atención primaria,
que representan hasta el 1% de todas las consultas médicas, su incidencia aumenta durante
la primavera; es fácil diagnosticarla pero en ocasiones es difícil reconocer si es por causas
virales y/o bacterianas, por lo que de forma rutinaria se prescriben antibióticos. A nivel
mundial, son 3 millones de prescripciones de antibióticos para la comunidad oftálmica
antibióticos expedidos cada año durante la práctica médica y se reporta que 1 de cada
5 niños menores de 4 años acuden a consulta por presentar conjuntivitis cada año,
principalmente en niños que asisten a guarderías. A nivel nacional se encuentra en el lugar
número 7 dentro de las 10 principales causas de morbilidad. Es la principal visita a consulta
con oftalmología, la mayoría (un 80%) de las conjuntivitis infecciosas son más frecuente en
los niños causadas por bacterias que normalmente viven en la nariz o en la piel. Los casos
restantes son virales. Se reconocen dos formas de conjuntivitis bacteriana. Aguda (y
subaguda) y crónica. La conjuntivitis bacteriana aguda puede ser de curación espontánea
cuando se debe a ciertos microorganismos como Haemophilus influenzae.
Su evolución puede durar hasta dos semanas si no se administra tratamiento adecuado. La
conjuntivitis bacteriana aguda se puede volver crónica. Por lo general, el tratamiento con uno
de los agentes antibacterianos existentes resuelve el trastorno en pocos días. La conjuntivitis
purulenta por Neisseria puede llevar a complicaciones graves si no se trata en forma
temprana.

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2. Objetivo General
Hacer una investigación sobre conjuntivitis y descubrir sus causas, síntomas, diagnóstico,
tratamiento y consideraciones anatómicas
2.1. Objetivo Especifico
Hacer conocer los factores de riesgo, instruir una prevención y difundir el conocimiento
sobre la conjuntivitis.

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3. Consideraciones anatómicas
La conjuntiva es una capa mucosa que recubre la porción externa del globo ocular y la cara
interna de los párpados. Su función es protectora y lubricante; constituye una barrera contra
las infecciones externas y genera moco en cantidad suficiente para permitir el deslizamiento
palpebral. Al microscopio se reconocen dos capas: la externa (adenoide y vascular), donde
se encuentra la mayoría de las células productoras de moco y los vasos sanguíneos, y su cara
interna, capa fibrosa, que en algunos sitios se adhiere a planos más profundos. Para fines de
exploración, la conjuntiva comprende dos sectores: la conjuntiva bulbar que recubre el globo
ocular, y la conjuntiva tarsal, que recubre el tarso (cartílago palpebral que da consistencia a
los párpados). La conjuntiva tarsal, por tanto, recubre la cara interna de los párpados. La
conjuntiva bulbar se inserta en los 360° alrededor de la córnea, en la zona denominada limbo
esclerocorneal. En este sitio la conjuntiva bulbar tiene una adherencia firme, de ahí se
prolonga cubriendo toda la esclera en su porción anterior hasta su unión con el nacimiento
interno del párpado en la zona conocida como fondo de saco conjuntival, donde vuelve a
tener adherencias con las capas profundas. Esta última adherencia es menos firme, lo que
permite un movimiento ocular funcional. La conjuntiva de los fondos de saco se refleja para
cubrir la cara interna palpebral, transformándose en conjuntiva tarsal. En ella, las adherencias
con capas profundas son múltiples e íntimas, que le brindan una consistencia lisa y uniforme.
La conjuntiva tarsal se dirige de los fondos de saco al borde libre del párpado y termina en el
nacimiento de las pestañas, donde se transforma histológicamente de un epitelio estratificado
no queratinizado a un epitelio queratinizado. Los vasos conjuntivales nacen de los fondos de
saco, corren a través de la conjuntiva bulbar en sus capas superficiales y profundas, se
dicotomizan en su trayecto y se adelgazan hacia la región límbica. En ella, las capas
profundas se anastomosan con los vasos epiesclerales profundos. Esta distribución de la
vascularización conjuntival tiene implicaciones clínicas, ya que cuando un estímulo externo
infeccioso o inflamatorio irrita la conjuntiva, se presenta un grado variable de dilatación y
estasis vascular que da como consecuencia un ojo rojo en donde el aspecto será dilatación
vascular más importante en la periferia con escasa o nula hiperemia alrededor de la córnea.
Este hecho es de gran significación clínica, pues permite diferenciar por el simple aspecto
del ojo rojo si se trata de una conjuntivitis o de otras alteraciones más profundas que pueden
representar problemas de tratamiento más especializado. La conjutiva tarsal recibe la
vascularización proveniente de los fondos de saco, la que de igual manera tiende a
adelgazarse y a dicotomizarse en la medida en que se acerca al borde libre del parpado. Del
borde libre nace una arcada vascular que se une con la proveniente de los fondos de saco.

3.1. Respuesta inflamatoria

Ante estimulos irritativos de diversa índole, traumáticos, inecciosos, alérgicos o físicos, entre
otros, la conjuntiva responde inflamándose. A este estado corresponde el nombre de
Conjuntivitis. Al ocurrir un estimulo inflamatorio, la conjuntiva se edematiza en grado
variable. Cuando esto sucede en la conjutiva bulbar, el aspecto conjutival se observa
enrojecido y edematoso; cuando ocurre en las conjutivas tarsales, donde la adhesión a las
capas profundas es firme, la conjuntiva no puede engrosarse en forma generalizada, dando
origen a formaciones localizadas producto del edema conjuntival y que se conocen con el

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nombre de papilas y folículos. Debido a que en condiciones normales las conjuntivas y la
superficie corneal son por completo lisas, la presencia de edema conjuntival, ya sea local o
generalizado, opone al parpadeo una superficie anfractuosa que causa una sensación de
cuerpo extraño, síntoma cardinal en todos los cuadros inflamatorios de la superficie externa
del ojo. Al ocurrir un fenómeno inflamatorio, la vascularización normal de la conjuntiva se
dilata y se hace ostensible. Hay fenómenos de dilatación y estasis vascular con la consecuente
salida del líquido del espacio intravascular al estroma conjuntival que produce el edema. El
ojo adquiere un aspecto enrojecido con las características de la distribución vascular de la
conjuntiva. El ojo rojo es más notable hacia la porción periférica, y más o menos en la región
que rodea la cornea. La conjuntiva es una mucosa con células productoras de moco
albergadas en la conjutiva bulbar, los fondos de saco y el borde libre del parpado. Ante
estimulos irritativos, estas glándulas se inflaman y secretan moco de características y
cantidad variables. Las características de estas screciones son orientadoras en el diagnostico
etiológico de la conjutivtis. El edema, la sensación del cuerpo extraño y las secreciones
acumuladas estimulan, mediante los pares craneales V y VII, la seccon lagrimal refleja y es
por esto que los cuadros irritativos conjuntivales presentan lagrimeo en grado variable.

4. Marco teórico

La conjuntivitis es la enfermedad ocular más frecuente, suele ser autolimitada y, por lo


general, no origina secuelas. Se caracteriza por la inflamación de la conjuntiva, es decir, de
la membrana mucosa que recubre la superficie interna de los párpados (conjuntiva palpebral
o tarsal) y la esclera anterior hasta el limbo esclerocorneal (conjuntiva bulbar), sin afectación
corneal. El patrón de distribución de la hiperemia conjuntival proporciona la clave del
diagnóstico diferencial:

 La hiperemia conjuntival difusa de la conjuntiva tarsal y bulbar es típica de la


conjuntivitis.
 La hiperemia de la conjuntiva que circunda a la córnea (inyección ciliar) se observa
en la iritis y en el glaucoma agudo.
 La hiperemia profunda que afecta entre el 20 y el 100% de la conjuntiva bulbar, sin
hiperemia tarsal, es característica de la epiescleritis y la escleritis.

4.1. Conjuntivitis Bacteriana

Las infecciones bacterianas de la conjuntiva no respetan sexo ni edad y se distribuyen de


modo uniforme en el mundo. Son sin duda una de las entidades clínicas a las que con mayor
frecuencia se enfrenta el médico general. Diferenciarlas de otras formas potencialmente
peligrosas, conocer su manejo y tratamiento y poder indicar, cuando así es necesario, la
intervención del especialista, son conocimientos y destrezas necesarias en el médico general.
La fuente de contagio es múltiple y variada, y con frecuencia es difícil distinguir la causa
desencadenante. Las conjuntivitis bacterianas pueden darse por el contacto mano-ojo,
descompensación de la flora normal, factores extrínsecos, reflujo de microorganismos
patógenos por vía retrógrada a través de los conductos lagrimales y por inoculación de
sustancias contaminadas del medio como polvo y partículas. Cualquiera que sea la causa, el
hecho es que las fuerzas mecánicas y bacteriostáticas del parpadeo y la lágrima son

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insuficientes para controlar el crecimiento de microorganismos, lo que origina su
proliferación y la aparición del cuadro clínico de una conjuntivitis bacteriana. Después de un
periodo variable de incubación, el paciente presenta ojo rojo, sensación de cuerpo extraño,
lagrimeo y de manera muy peculiar secreción de aspecto verdoso, verde amarillento o
evidentemente purulento que en forma característica se acumula por la noche (debido a la
ausencia de parpadeo), por lo que el sujeto tiene secreciones abundantes por la mañana y,
con el tiempo, parpados adheridos. Durante el día es frecuente la secreción en cantidad
variable según la gravedad del cuadro. La presencia de secreción es la piedra angular en el
diagnóstico de las conjuntivitis bacterianas, ya que otras entidades, por virus o clamidias,
cursan con escasa o nula secreción. El dato de un ojo que amanece con abundantes legañas o
con los párpados adheridos entre sí es clave para poder diagnosticar una conjuntivitis
bacteriana. La falta de este dato, por sí sola, no excluye la presencia de una infección de la
superficie ocular, ya que los cuadros subagudos o crónicos pueden presentarse en ausencia
de secreción matinal y secretar durante el día de manera escasa. En estos casos, en los que
puede haber confusión, el diagnóstico diferencial más importante sería con respecto a las
conjuntivitis alérgicas, que también pueden tener secreción escasa. Sin embargo, la historia
clínica y el examen cuidadoso constituyen la clave para el diagnóstico diferencial de estas
entidades. A la inspección y según la intensidad del cuadro, el ojo puede hallarse rojo con
hiperemia más periférica que central; el fondo de saco se observa edematoso con secreción
acumulada en él, y hacia el ángulo interno son comunes la hiperemia y la secreción. El
párpado puede encontrarse edematoso y dar la impresión de que el ojo se halla entre-cerrado
Los patógenos implicados con mayor frecuencia son los estafilococos, en particular
Staphylocoecus aureus, que es el agente causal de más de 50% de las infecciones bacterianas,
seguido por una gran gama de bacterias grampositivas y gramnegativas. En esta frecuencia
coinciden la mayor parte de los informes y las variaciones entre ellos dependen
sustancialmente del grupo de edad estudiado y de las condiciones climáticas y sociales de la
región en que se presenta. En nuestro medio los microorganismos causales más frecuentes
son estafilococos, Streptococcus pneumoniae, Eseherichiacoli y Haemophilus. Todos estos
microorganismos producen cuadros conjuntivales más o menos característicos, de mayor o
menor intensidad y su evolución por lo general es limitada. La historia natural de las
conjuntivitis bacterianas se dirige, por tanto, a la curación espontánea y es difícil observarlas
como cuadros agudos por más de 21 días. Sin embargo, algunos de los microorganismos
tienden a perdurar y a infectar las glándulas del borde palpebral. La finalidad del tratamiento
médico en estos cuadros es disminuir los síntomas y acortar el periodo de recuperación. La
terapéutica médica de las conjuntivitis bacterianas se encamina a la erradicación del patógeno
causal. Para ello se utilizan antibióticos locals en presentación de colirios oftálmicos. De ellos
hay una gran variedad: doran-fenicol, sulfacetamida, gentamicina, tobramicina, neomicina,
polimircina, tetraciclinas y norfioxacina, moxifioxacina y ga-tifloxacina, entre otros. Todos
ellos, en cuales quiera de las presentaciones comerciales, son eficaces en el tratamiento de
estos cuadros. La posología debe ser una gota cada 2 h durante el día para los cuadros agudos,
y de tres a cuatro veces al día para los cuadros subagudos. Con frecuencia existe duda acerca
de la cantidad de gotas que deben aplicarse en estos casos; cabe señalar que la capacidad de
retener una cantidad de colirio entre los párpados y mezclado en la lágrima es de 0.1 ml, y
que si se aplican dos, tres, cuatro o hasta más gotas en forma repetida, no por eso se aumenta
la concentración sobre la superficie del ojo, ya que todo el exceso escurrirá sobre la mejilla
en el primer parpadeo. Todo exceso en la administración repetida tampoco produce daño, ya
que se elimina de la superficie externa del ojo por el parpadeo.
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4.2. Conjuntivitis virales

Los cuadros conjuntivales virales se observan con mucha menor frecuencia que los cuadros
bacterianos agudos, sub-agudos o crónicos. En términos generales, en las conjuntivitis virales
se pueden distinguir dos tipos: las que acompañan. A los cuadros exantemáticos sistémicos
y las que afectan primariamente al ojo, asociadas con signos y síntomas sistémicos menos
notorios. En el caso de las enfermedades exantemáticos la afección de la conjuntiva ocurre
por vía sistémica, mientras que en los cuadros conjuntivales o queratoconjuntivales, la
infección se presenta por contacto directo o por secreciones salivales. Los cuadros
exantemáticos como sarampión, rubéola, mononucleosis, exantema súbito y otros cursan con
un cuadro de ojo rojo con sensación de cuerpo extraño, lagrimeo abundante y secreción
escasa, que en general pasan inadvertidos dentro del espectro general de la enfermedad. Los
cuadros virales por inoculación directa casi siempre son floridos y producidos en su mayoría
por adenovirus de diferentes tipos. Los cuadros herpéticos conjuntivales se hacen más
notables por la afección palpebral y por implicar a la córnea. Dentro de las conjuntivitis
virales se describe fundamentalmente el cuadro de las conjuntivitis de origen viral o por ;
adenovirus. El paciente afectado por una conjuntivitis de esta etiología, después de un
periodo variable de incubación, presenta sensación de cuerpo extraño con lagrimeo
abundante y secreción escasa. En la exploración lo más notable es la presencia de edema,
más acentuado en el fondo de saco inferior, con formaciones que toman un aspecto granular.
Estas formaciones apenas distinguibles con una lámpara de mano corresponden a folículos
linfoides ocasionados por una respuesta inmunitaria localizada y que con mayor inten-sidad
favorecen las conjuntivitis virales. Es frecuente que un cuadro de conjuntivitis viral se
acompañe de lin fadenopatia regional con infarios ganglionares preauriculares o cervicales.
De hecho, observar un infarto ganglionar regional del lado del ojo afectado es bastante
sugestivo de un cuadro viral. Otro dato orientador en el diagnóstico clínico de las
conjuntivitis virales es el aspecto de la secreción, que en los cuadros virales es escasa y de
aspecto blanquecino, y con dificultad su cantidad es suficiente para aglutinar los párpados
por la mañana. En general, el ojo se observa un poco más edematoso y el paciente puede
tener algunos signos sistémicos asociados como fiebre, decaimiento o afecciones del aparato
respiratorio. En ocasiones la visión disminuye y el paciente ve halos leves alrededor de las
luces. Esta disminución de la visión se debe a la presencia de infiltrados inmunitarios por
debajo del epitelio comeal indistinguibles a la exploración con una lámpara de mano. De
cualquier modo, estos infiltrados, unos antes que otros, tienden a disiparse en forma
espontánea una vez desaparecido el cuadro infeccioso. Las conjuntivitis virales constituyen
entidades auto-limitadas de resolución espontánea en dos semanas. Su tratamiento es de
apoyo porque no hay medicamentos que eliminen las partículas virales presentes sin ser
tóxicos para la superficie ocular. La terapéutica de sostén incluye lavados oculares y
vasoconstrictores locales. Estos últimos, al disminuir el calibre del vaso, aminoran el edema
y de esta manera la sensación de cuerpo extraño y el lagrimeo. Deben utilizarse también por
la noche antibióticos en presentación de ungüento a fin de evitar sobreinfecciones.

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4.3. Conjuntivitis alérgicas

Las conjuntivitis alérgicas forman parte de las enfermedades alérgicas atópicas, como el
asma, la rinitis, la urticaria o la dermatitis atópica; enfermedades, todas ellas, que suelen
manifestarse en una misma familia e individuo y que afectan a un 10-20 % de la
población. Las conjuntivitis alérgicas se originan cuando un alérgeno reacciona con un
anticuerpo (Inmunoglobulina E o G) produciendo la liberación de mediadores
farmacológicos, los cuales causan aumento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos,
secreción de moco, edema o inflamación de la conjuntiva. El síntoma más frecuente es el
picor en el ojo, aunque también se puede experimentar lagrimeo (exceso de lágrimas), ardor
y enrojecimiento en los ojos. En los casos de conjuntivitis alérgica aguda (los más frecuentes
relacionados con las alergias de estación), suele presentarse súbitamente —además del picor,
dolor y lagrimeo— inflamación de la conjuntiva y de los párpados, los vasos sanguíneos se
hacen muy visibles y aparecen, asimismo, síntomas nasales. En los casos severos, tal como
veremos después, hay poca evidencia de inflamación, pero se da una hipersensibilidad a la
luz.

4.3.1. Formas leves

 Conjuntivitis alérgica estacional: es uno de los motivos por los que se acude más al
oftalmólogo en primavera, y está causada por una reacción de sensibilidad aumentada
(hipersensibilidad inmediata) mediada por anticuerpos del tipo de Inmunoglobilina
E. Los desencadenantes más habituales son aéreos, como los pólenes.
 Conjuntivitis alérgica perenne: puede afectar durante todo el año, ya que está
relacionada con alérgenos de espacios interiores, como los ácaros del polvo
doméstico (colchón, almohada, moquetas y alfombras), los mohos (Alternaria,
Penicillium, etc.) y la descamación y pelo de los animales domésticos (por ejemplo,
los epitelios de gatos y perros).

4.4. Causas

El ojo es un órgano expuesto a factores externos; se encuentra en contacto directo con el


ambiente y, por lo tanto, con todas las sustancias presentes en el mismo. El lagrimeo
contribuye a limpiar el ojo de polvo y otros elementos que puedan dañarlo de forma
mecánica. Las lágrimas, además, contienen anticuerpos y enzimas que tienen la función de
eliminar agentes biológicos, potenciales causantes de infecciones. Existen muchas causas
que pueden dar lugar a una conjuntivitis:

 Los virus: están entre las causas más comunes de esta patología; por lo general,
muchos de los virus relacionados con el resfriado común son también responsables
de diversas conjuntivitis. La conjuntivitis vírica es muy contagiosa y se adquiere por
contacto, al frotar los ojos con las manos sucias o con objetos como toallas, material
médico e, incluso, a causa de partículas virales esparcidas mediante el estornudo.

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 Bacterias: distintas bacterias pueden causar la infección, como S. aureus que es la
más común, pero también pueden producirla S. epidermidis, Haemophilus,
estreptococo, Proteus, meningococo, gonococo, neumococo, coliformes, Clamydia o
Mycobacterium
 Hongos: ciertos tipos de hongos o sus esporas pueden ser la causa de reacciones
alérgicas o infectar la conjuntiva. Las personas que usan lentes de contacto deben
tener especial cuidado con su limpieza, puesto que en ellas tienden a instalarse estos
microorganismos.
 Alergias: si el ojo es expuesto a un alérgeno, rápidamente se desencadenará una
respuesta del organismo contra este, lo que provocará la inflamación de los vasos
sanguíneos de la conjuntiva, acompañado de enrojecimiento, picor y lagrimeo.
 Exposición a agentes químicos: ciertos medicamentos, y muchas otras sustancias
químicas, pueden causar irritación conjuntival. Por lo general, si la exposición ha sido
leve, los síntomas desaparecerán por sí solos. En caso de que los síntomas se agraven
o no desaparezcan, o en el caso de que se haya sufrido una exposición a un agente
tóxico o desconocido, debe llamarse con urgencia al servicio de toxicología y acudir
a los servicios médicos más cercanos.
 Otros: cuerpos extraños (polvo, pestañas, insectos…), lentes de contacto, etcétera. En
ocasiones pueden causar irritaciones o microtraumas.

4.5. Clasificación

 Agudas. Los síntomas duran menos de 3 o 4 semanas. Son las más frecuentes.
 Hiperagudas. Tienen un comienzo abrupto (máxima intensidad de los síntomas en
menos de 24 h), secreción amarilla-verdosa e inyección ocular mixta. Están producida
por Neisseria gonorrhoeae (en neonatos o en adultos sexualmente activos) y por N.
meningitidis.
 Crónicas. Los signos y síntomas duran más de 4 semanas. Suelen estar producidas
por estafilococos o por clamidias (tracoma). Hay que buscar una causa subyacente:
blefaritis, acné rosácea, dacriocistitis, ectropión, ojo seco.

4.6. Sintomas

Según el agente causante de la patología los síntomas pueden variar pero, por lo general, el
cuadro clínico suele incluir los siguientes síntomas de conjuntivitis:
 Enrojecimiento, debido al aumento de irrigación sanguínea en la conjuntiva. Es uno
de los síntomas más característicos y de las causas más frecuentes del denominado
‘ojo rojo’.
 Sensación de pérdida de visión y, en ocasiones, leve fotofobia. No es una
característica de esta afección, aunque puede existir la sensación de mala visión, sin
demostrarse realmente en el examen de agudeza visual.
 Sensación de arenilla o cuerpo extraño bajo el párpado.
 Lagrimeo. Es el resultado de la activación de esta función defensiva, que por
arrastre intenta lavar la conjuntiva de los agentes nocivos.
 Secreción conjuntival. Los ojos pueden llegar a pegarse cuando las secreciones se
secan, formando una especie de costra. Esto ocurre habitualmente por la noche,

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mientras el paciente duerme. Es especialmente llamativa la secreción purulenta de
las conjuntivitis bacterianas.
 Picor.

 En raras ocasiones aparece también dolor.

 En las conjuntivitis bacterianas pueden aparecer adenopatías (ganglios inflamados)


en la región preauricular, delante de la oreja.
 Asimismo, puede ocurrir que la conjuntivitis se manifieste con inflamación o
infección también del párpado, por cercanía y contacto directo, apareciendo una
inflamación y enrojecimiento de estos (blefaroconjuntivitis).

4.7. Diagnostico

Los médicos generalmente pueden determinar si lo que causa la conjuntivitis es un virus, una
bacteria o un alérgeno según los antecedentes del paciente, sus síntomas y un examen del
ojo. La conjuntivitis siempre se presenta con enrojecimiento o inflamación del ojo; sin
embargo, también puede aparecer con otros síntomas que varían según lo que la cause. Estos
síntomas pueden ayudar al profesional de atención médica a diagnosticar lo que esté
causando la conjuntivitis. No obstante, a veces resulta difícil hacer un diagnóstico firme
debido a que algunos de los síntomas serían los mismos independientemente de la causa.
También puede ser difícil de diagnosticar sin análisis de laboratorio. Aunque no sea el
procedimiento de rutina, el proveedor de atención médica puede recoger una muestra de
secreción del ojo infectado y mandarla al laboratorio para que lo ayude a determinar el tipo
de infección que usted tiene y cuál es la mejor manera de tratarla.
4.8. Diagnóstico diferencial

La conjuntivitis presenta mayores retos para el médico general y para el oftalmólogo mismo;
por lo que se acostumbra insistir en el diagnóstico diferencial entre conjuntivitis aguda,
iridociclitis aguda y glaucoma agudo. Sería muy difícil el diagnóstico si únicamente nos
basáramos en el tipo de enrojecimiento del ojo, aún con el examen biomiscrosópico, además,
al segundo o tercer día de una conjuntivitis, uveítis o glaucoma agudos, por las
comunicaciones abundantes que hay entre los dos sistemas por el plexo pericorneal, la
hiperemia se hace mixta, y entonces se enrojece todo el ojo. Así que es muy útil- sobre todo
si no se cuenta con los aparatos idóneosidentificar los signos y síntomas acompañantes de
cada uno de esos cuadros clínicos para orientar el diagnóstico diferencial.

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4.9. Tratamiento
El tratamiento de una conjuntivitis se ha de adecuar a cada caso concreto, a la evolución
y atendiendo, sobre todo, a los factores desencadenantes de la patología. En caso de sufrir
una conjuntivitis es recomendable no usar lentillas hasta que se haya resuelto
completamente la enfermedad.
 Conjuntivitis bacteriana
Una conjuntivitis bacteriana en la mayoría de los casos se resuelve de forma espontánea. No
obstante, habitualmente puede ayudar usar gotas para los ojos o una pomada con antibiótico.
Si la conjuntivitis es muy severa es necesario determinar claramente cuál es el agente
patógeno para adecuar el tratamiento antibiótico. En este caso, el tratamiento suele constar
de gotas para los ojos y fármacos específicos.
 Conjuntivitis vírica
Conseguir un tratamiento adecuado para una conjuntivitis vírica no es sencillo. Lo más
efectivo son las lágrimas artificiales y aplicar compresas frías sobre los ojos. Este tratamiento
mitiga los síntomas significativamente. Si la conjuntivitis vírica ha sido causada por un virus
del herpes el tratamiento idóneo es el Aciclovir.
 Conjuntivitis alérgica
La conjuntivitis alérgica normalmente se produce por un alérgeno concreto. Si es posible, se
ha de intentar averiguar cuál es el alérgeno desencadenante. El tratamiento más efectivo para
este tipo de conjuntivitis es aplicar compresas frías sobre los ojos y lágrimas artificiales sin
conservantes. Además, se suele complementar el tratamiento con fármacos antiinflamatorios
o corticoides, atendiendo a cada caso concreto. El uso de antihistamínicos también puede ser
efectivo en algunos casos. Es frecuente que las alergias se traten con vacunas específicas
creadas para cada caso concreto. Esta vacuna se administra de forma periódica durante un
espacio de tiempo determinado establecido por el alergólogo.
 Conjuntivitis por agentes externos
Si la conjuntivitis ha sido provocada por agentes exógenos como polvo o corrientes de aire,
el tratamiento más eficaz son las lágrimas artificiales y aplicar compresas frías sobre los
ojos. Este tratamiento es muy efectivo y alivia los síntomas de la enfermedad.

4.10. Prevención
Prevenir una conjuntivitis no es sencillo y lo único que se puede hacer es recomendar
precaución. Las personas con ojos sensibles a los agentes exógenos, como el polvo o el
humo, deben evitar ambientes que puedan contener estos elementos. Para aquellas
personas alérgicas a determinadas sustancias que conocen y que son capaces de ser
identificadas de forma sencilla en el entorno, es aconsejable evitar lugares que puedan contar
con estos elementos para prevenir una conjuntivitis. Además, existen ciertos fármacos que
reducen la hipersensibilidad a alérgenos, como los antihistamínicos. En caso
de embarazo e infección por gonococos existe el riesgo de que la madre transmita las
bacterias al bebé durante el parto. Esto puede provocar que el niño contraiga una
conjuntivitis. El tratamiento más adecuado para evitar esta conjuntivitis es un tratamiento
antibiótico que se administra al recién nacido mediante gotas para los ojos.

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5. Conclusión

La conjuntivitis en un padecimiento muy frecuente en la consulta de Atención primaria, que


de acuerdo a la literatura se presenta durante todo el año con mayor recurrencia en primavera
y verano. La conjuntiva es considerada como una barrera entre el globo ocular y el
medio ambiente, cuando se inflama se denomina conjuntivitis. La conjuntivitis bacteriana es
muy contagiosa, generalmente bilateral, caracterizada por abundante secreción
mucopurulenta o purulenta. Habitualmente no cursa con dolor aunque sí con ardor y
sensación de cuerpo extraño ocular, edema palpebral y aglutinamiento matutino de las
pestañas debido al acúmulo de la secreción conjuntival. La secreción es de color amarillento
o verdoso y la hiperemia conjuntival es prominente en los fondos de saco. A pesar de que la
mayoría de las conjuntivitis son contagiosas, normalmente no causan daño ni al ojo ni a la
visión.

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6. Anexos

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7. Bibliografia

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